Desertora

El estruendoso sonido que quizá aquellos tacones ocasionaban al pisar los relucientes pasillos de aquel salón, fueron opacados por la música, las risas y el bullicio de todas aquellas personas, en verdad cualquier sonido sin importancia, restaba protagonismo a los presurosos pasos que Irinna y la oji ámbar daban al compás mientras cruzaban el salón con rapidez, seguras de que por ningún motivo debían detenerse a respirar siquiera.

Pero frustrado seria su plan, gracias al dueño de unos ojos zafiros que en ningún momento se despegaron de la silueta de ambas, pues por más aterrador que pudiese sonar, y por ridículo que fuere, Levi no podía permitir que semejantes tercas y despistadas señoritas, estuviesen desprotegidas, a merced de aquellos ebrios de traje elegante, risueños y picaros, perversos, todos unos cerdos de verdad.

Le preocupaba el hecho de que ambas se alejasen del salón sin siquiera avisar, y la verdad es que suponía que tal vez solo necesitaban ir al baño pues no soportaban tener la vejiga llena de meados y tan oprimida por culpa de aquellos corsés que lo único que lograban, ante los ojos de Levi, era mantener sus intestinos prácticamente montados uno encima del otro, cosa que no quería imaginar.

Pero justo antes de que ellas lograran con desespero salir por la gran puerta principal, la delicada muñeca de Petra fue tomada con fuerza, deteniéndola al instante y sacándole un chillido que logró asustar de inmediato a Irinna, y estando ambas tan nerviosas como en ese momento demostraban, solo lograron que Levi bufara con fastidio por la exagerada actitud de su mujer y la cara de espanto que Irinna aun mantenía después de que les jodiera la salida.

-¿A dónde van, par de bulliciosas?- Aquella oración apenas fue audible por Irinna, pues la oji ámbar aún estaba atónita y asustada, las palabras se deshacían apenas la pensaba e Irinna, contempló la idea de decirle todo al azabache de una buena vez, ahí y en ese instante, sin perder más tiempo y segura de que Levi entendería y perdonaría el actuar de su mujer años atrás, y poco lo importaba si el capitán la veía aún más mal desde ahora por tener ella tatuados en la piel, años y años de prostitución. Ya no importaba, ya no.

-Lo que sucede es que... Petra no se siente nada bien, debería sacarla de aquí cuanto antes.- Nadie entendería porque Irinna cambió de opinión a último momento, y porque simplemente se acobardó ante la mirada del azabache, esa que sin esperar más, ahora se encontraba observando el rostro de la atónita peli naranja, descubriendo que estaba pálida y evidentemente alterada.

-Sabía que esto era una mala idea.- Luego de rodear la cintura de Petra con su brazo y asegurarse de que mientras caminaban a la salida, ella no se cayese al suelo si es que se desmayaba de repente, lo único que Levi pudo formular fueron chasquidos de lengua que traían a Petra a la realidad y que dejaban a Irinna un tanto aliviada, pues con Petra lejos de aquel lugar, evitar encontrarse con Nile Dawk, sería más fácil.

Lo último que la pelirroja observó, fue la figura de aquella pareja desapareciendo del todo, más tranquila dio la media vuelta para buscar buscar un baño de inmediato y poder relajarse al menos, pero se encontró con una figura masculina frente a ella, esa que le dio pavor de inmediato y que la dejó sin aire de inmediato.

-¿Cuál era su nombre?- Fue lo único que aquel animal pudo susurrar frente a Irinna, mientras se mostraba pensativo y con los ojos puestos en el camino por el cual Petra se había marchado minutos antes junto al capitán, Nile la estaba ignorando completamente a ella, y solo se preocupaba por recordar el nombre de aquella mujercita, esa a la cual recordaba como si todo hubiese sucedido la noche anterior, y como si el pesar de perder aquellas seiscientas monedas de plata aun le doliera, como si su ego de hombre aun ardiese por no haber hecho su mujer a la sumisa chiquilla de aquel burdel, esa noche, en aquella cama vieja, de la manera salvaje en que deseaba, esa y las noches que quisiera. Pero, no sucedió... Esa noche no, por culpa del alcohol en su sistema y también porque, jamás la volvió a ver en aquel podrido burdel, con aquellos harapos sucios, con el cabello en trenzas y su cuerpo tembloroso. La jodida niña esa lo hizo correrse sobre el colchón, apenas con caricias, y eso le había costado mucho dinero, y ahora se lo cobraría todo, con creces.

-Señorita Irinna, la he buscado sin cesar desde hace mucho, venga conmigo pequeña rata.- La pobre mujer ignoró la voz de quién ya estaba a su lado, tomándola de la mano, pues estaba asustada, en evidente pánico y con su boca levemente abierta, Irinna no dejaba de ver el asqueroso rostro y la mueca de victoria que Nile parecía tener en la cara, al sentirse entusiasmado por tal maravilloso hallazgo, pues desde hace años buscaba a esas jodidas prostitutas, y en que bizarro lugar las encontró, precisamente en un palacio, vistiendo con elegancia y como acompañantes de los... Ackermans.

-¿Se conocen?- Nuevamente, Kenny habló y esta vez para ambos, pero solo recibió una negativa respuesta de Irinna, quien dejó a ambos azabaches atrás y comenzó a caminar con ligereza hacia el salón, dejando al desconfiado y perspicaz Kenny Ackerman, sumamente intrigado por el actuar de ambos, pues conocía a Nile muy bien, y aunque este también negó con la cabeza para responder a su pregunta, esa sonrisa en su rostro solo demostraba que mentía, en realidad ambos ocultaban algo y lo averiguaría de inmediato.

Aquellas ásperas manos, tan rudas y diseñadas para matar con ellas de ser necesario, acariciaban sus pálidas mejillas con tanta ternura, con suavidad y con el cuidado de proporcionarle únicamente seguridad a ella, ella que estaba sentada sobre el húmedo césped en aquel inmenso jardín, bajo la luz de alguna lejana antorcha o los rayos de la blanquecina luna que dé a momentos se dejaba ver debido a que una nube traviesa se interponía entre ella y el romántico escenario que se daba en ese momento en aquel pedacito de un limitado mundo, dentro de esas murallas y con sus dos personajes favoritos, pues un serio azabache, estaba de rodillas frente a una hermosa mujercita de ojos miel, cuidándola y preocupado como nunca, pues mientras caminaban hacia una banca de concreto para que ella descansara, las piernas de la mujercita flaquearon y la hicieron caer de rodillas, sin que él pudiese evitarlo, sintiéndose Levi un inútil por no poder mejorar de una vez la salud de su preciosa Petra.

-Te sacaré de aquí, y no hagas berrinche Petra, que se jodan los demás si piensan que los voy a esperar, les dije que tu no estabas bien y nadie me escuchó, pues ahora yo haré todo lo que se me plazca y si quiero te cargo como un costal de papas, regresamos caminando a Hermina y te meto en una cama, niña terca, no saldrás de ahí hasta que yo diga que ya estás bien, me estoy congelando hasta las pelotas aquí Petra, así que has un esfuerzo en ponerte de pie.- Era una desalmada, Levi estaba tan preocupado por ella, y ella solo le daba más problemas que nunca, y tan hundida estaba en su propia miseria, que ni siquiera se daba cuenta de que hacia tanto frio, pues en su interior todo ardía en llamas y no de la mejor manera, pues no era nada satisfactoria la sensación de miedo, angustia y terror que en ese momento la desarmaba aunque no se lo demostrara al hombre que tenía enfrente, pues no podía siquiera sostener la idea de decirle que no estaba enferma, en verdad estaba perfecta, pero tenía miedo, estaba asustada y solo quería irse de ahí cuanto antes... Pero junto a Irinna.

-Levi... yo soy tuya, solo tuya.- Claro que lo era, siempre había sido así, y tenía miedo de no decirlo a tiempo, de quedarse con el nudo en la garganta, a pesar de que él no entendiese por qué tan de repente estaba ansiosa por afirmarle aquello con desesperados susurros, seguidos de un abrazo impaciente y necesitado, como si estuviese segura de que intentarían arrancarle a su Levi de los brazos, y ella no deseaba eso, no ahora, no cuando por fin podía recuperar lo que en antaño se le robó de las manos, eso que pudo ser muy hermoso y que ahora se le regresaba acompañado de tanta tragedia.

-Ya lo sé, pero comenzara a nevar otra vez y no quiero que te llenes de mocos, así que vámonos ya, dormiremos en un posada si es que encontramos una limpia y decente a estas horas.- Quería detenerlo en el instante en que la cargaba en sus brazos como si ella fuese una princesa, de esas a las cuales rescatan en los peores momentos, y quería pensar que así seria siempre, que su Levi siempre la sabría rescatar de todo lo malo que le pasaba, incluyendo a Nile, y decirle, necesitaba hablarle de ello, pero tenía miedo, y su cabeza confundida se llenó de incertidumbre y las palabras se atoraron en su garganta, lo único que la acongojada Petra pudo hacer, fue aferrarse a su amado Levi y esconder su rostro en el tibio cuello de él, mientras este únicamente se preocupaba por encontrar la manera de transportarse hasta la posada más cercana, ignorando como siempre, que las cosas no estaban para nada bien.

No porque fuera tonto, estúpido o le faltase cerebro, es solo que Levi no podría siquiera imaginar que la bella Petra, aquella niña casta con la que se casó, fue esclava de un burdel, viviendo junto a prostitutas, siendo parte de cualquier tipo de basura humana, noches entre alcohólicos y otros despojos sociales, con apenas quince años, con su mente en blanco, y sin tener que ejercer aquellas prácticas, únicamente por que Irinna no lo permitía y luchaba minuto a minuto para que nadie ultrajase a su pequeña cabellos de zanahoria.

Levi solo desconocía esa parte de la historia, y nadie podría dar certeza de que se lo tomaría muy bien cuando lo supiese, la verdad Petra podría jurar que quizá Levi le gritaría, tal vez la abofetearía o aun peor, la golpearía por lo que hizo con Nile, pues se desnudó para él, sintió con repugnancia los besos de aquel hombre en su piel, estaba en la cama dispuesta a venderse con la idea de ser libre después, y merecía que su esposo la marginara de su vida por ello, pues le había sido infiel de aquella manera, fuese cual fuese la circunstancia, Petra así lo sentía ahora y se avergonzaba tanto por ello.

Pero la oji ámbar no pensaba muy bien, o no conocía el corazón de Levi con suma claridad. Pues Levi más allá de enojarse, quebrar algunas sillas, romperse los nudillos en una pared o solo maldecir a cada ser vivo a su alrededor, él jamás osaría en golpear a su Petra, ni siquiera cruzaría esa idea por su mente, él no podría lastimarla por más enojado que estuviese, el azabache no era así, pero la vida esta tan empecinada en enmarañar los pensamientos de ambos, que callar, ocultar y no decir las verdades a tiempo, ha sido siempre la carta de ambos, desde el día en que se conocieron, ya estaban predestinados a que sus vidas coincidieran siempre gracias a que una mentira o un engaño se interpusiere, para hacer de todo eso, algo hermoso o muy malo.

Olvidó que debía comportarse adecuadamente, y ya estaba robando una botella de licor que logró tomar de una mesa sin que nadie la viese, estaba a punto de dar un segundo sorbo sin discreción alguna, cuando se vio interrumpida por aquel hombre, ese que estaba martirizándola últimamente con su sola presencia, y avergonzada por su actuar frente a él, suavizó el agarre a la botella y dejó que ese señor la quitase de su mano para ponerla después en sus labios, tal cual lo había hecho ella segundos atrás, y si, relamió sus labios al ver como una gota de aquel licor se deslizaba por las comisura de la boca de Kenny, haciendo que su cuerpo se estremeciera por el indecente pensamiento que llegó a su cabeza en un momento como ese, estando tan fuera de lugar, y ahora se atormentaba tanto, pues jamás podría renunciar a ser lo que era, y cuando aquel al cual aún llamaba señor Ackerman con sumo respeto, estaba cerca de ella, desesperarse e intimidarse eran solo sensaciones diminutas, comparadas con todo aquello que lograba sentir.

Y entonces, aquellos ojos adornados con gruesas líneas de expresión, formadas por años y años de una infinidad de gestos, maliciosos, divertidos y hasta perversos, se abrieron con suma sorpresa al ver lo que aquel jovial y bello rostro le demostraba a él, un viejo decrepito y desabrido, que estaba en rotunda soledad desde hace ya tantos años y que no esperaba que una mujer como Irinna, tan bella y espontánea, se sonrojara para él, solo porque estaba bebiendo un poco de licor y nada más.

-¿Tiene fiebre señorita? Es que de repente su rostro se ha puesto tan rojo como una manzana- Intentó sonar lo más indiferente posible, pues no quería demostrar que estaba atento por recibir una respuesta por parte de la mujer esa, esa que de inmediato hizo una mueca que demostraba lo cohibida que se sentía y solo, con eso solo logró obtener lo que deseaba de ella, con tan poco.

-N-no, no es fiebre... Es que, me gusta como usted toma de esa botella, es todo.- Y entonces Kenny solamente se limitó a dejar la botella en cualquier mesa, sin soltar la mano de aquella mujer que aún no se creía lo que ocurría, pues estaba siendo arrastrada al centro del salón, en donde él pretendía obligarla a bailar a su paso, sin derecho a protesta.

-Es una melodía suave, solo muévase lentamente e imite lo que hacen las otras mujeres.- Nerviosa, la pelirroja obedeció y no lo hacía nada mal, ya sabía cómo bailar, no era un ser tieso o descolocado, tenía gracia para danzar, lo había aprendido en el burdel después de todo, y aunque aquella lenta danza, no se comparaba con las alegres melodías que solía bailar agitada y eufórica junto a Petra cada fría madrugada, en ese momento, sintiendo tan cálida la mano que el mayor tomaba con sutileza, podría jurar que ese, era el mejor baile de su vida.

Los segundos pasaban lentos, para ambos, y eso era tan extraño y un tanto incómodo, pero parecían acariciarse con la mirada, decirse cosas cada vez que fruncían el ceño o apretaban los labios, y ansiosos por terminar aquel fastidioso momento en silencio, dispusieron que era suficiente, que ambos ya estaban hartos de lo que no se habían dicho, y solo una de las mucamas que rondaba por un oscuro pasillo de aquel palacio, se dio cuenta de los acaramelados besos que un par de amantes gastaban horas antes del amanecer.

Mientras tanto, muy lejos de aquel palacio, una preocupada mujercita de ojos ámbar, buscaba las palabras adecuadas para decirle a su joven esposo, que patear las puertas de una posada, no era algo que un hombre decente y juicioso haría, por más necesitado que estuviese de refugiarse de la ventisca invernal que azotaba dentro de aquellas murallas.

-Levi... pensarán que somos unos bárbaros, asesinos, ladrones o algo peor, si sigues golpeando la puerta de esa manera.- Titiritando de frío, Petra se cubría con el saco de su azabache, frente a la única posada que según Levi, valía la pena.

Y es que después de cabalgar por un largo tiempo, gracias a que tomó prestado un caballo del palacio, logró recolectar información de cualquier vago que deambulaba por las calles y sin pensarlo llevó a Petra a la mejor de las opciones que tenía.

Pero a pesar de que Levi era un hombre calcular que pensaba todo fríamente, esa noche en especial, el frio no le dejaba pensar con claridad y luego de gritarles que se estaban congelando, una adormilada y robusta señora, les abrió la puerta mientras se cubría quien sabe con cuantas frazadas.

Su expresión no era la más agradable, y ni hablar de la que tenía el capitán, en ese momento la única que podía suavizar la situación era la dulce peli naranja, que con sutileza logró convencer a la señora de que los dejase quedarse una noche en aquella casona, y fue su dulce sonrisa la que la convenció del todo.

Y mientras Levi permanecía sobre aquella cama tan agradable y limpia para su suerte, pensaba en como su mujer lograba obtener tan fácilmente lo que fuera que desease, mientras que también, sin que ella lo notase, apreciaba cada listón que desamarraba, cada lienzo de seda que caía al suelo y como sus curvas se delineaban naturalmente, ahora sin aquel fastidioso corsé. Y ya sin importarle que ella lo descubriera, se sentó sobre la cama para verla mejor, iluminada solo por la moribunda y tenue llama de la vela sobre el tocador.

Y ella, al reconocer que estaba siendo devorada con aquellos ojos azul zafiro, como ya muchas veces antes, recordó quizá un momento parecido.

Su luna de miel, la primera de sus noches con Levi, siendo ya la señora Ackerman e ignorando por completo que esa noche, debía consumar el matrimonio, aunque no tenía idea alguna de cómo se hacía eso.

Y dejando caer al suelo el faldón de aquel vestido, la pesada crinolina y deslizando también las pantimedias que le causaban tanta comezón, se dio cuenta de que quizá podía revivir algunos de esos momentos, tal vez podría recrear aquella noche de bodas que no disfrutó a causa de su inocencia, a su manera.

Apenas cubriendo su desnudo cuerpo con una camisola de tirantillos, que apenas cubría sus muslos y servía únicamente como estorbo en aquellos atuendos tan incomodos, la peli naranja caminó con lentitud hacia la cama, siendo examinada por aquellos ojos tan desesperados, en cada paso, cada detalle, ansioso y a esperas del siguiente movimiento, y jamás lo hubiese admitido, pero al ver como los pechos de su mujer jugaban a esconderse detrás de aquella tela transparentada, su libido aumentaba y el deseo de tenerla le corrompía las ideas, pero ella estaba enferma y debía ser considerado, tendría que abstenerse hasta que... Al carajo todo, ya no interesaba, a ella se le ocurrió ponerse de rodillas al borde de la cama, sin despegar su mirada de la suya y comenzó a gatear hacia él, muy lento, tanto que cada vez que se acercaba, el deseo de recostarse y que ella lo dominara, lo venció.

Jamás podría tener suficiente de Petra, nunca tendría la voluntad necesaria para negarse a ella, no si la deseaba más que a cualquier cosa, y es que ella era tan vital como el agua en ese y en todo momento.

Y colocando sus rodillas a los costados de la cadera de Levi, de piernas abiertas y con sus codos apoyados sobre la cama, perfectamente acomodada sobre él, susurró de manera melosa e incitante, palabras que solo sirvieron para hacer que su corazón se acelerara y el deseo por hacerla suya incrementara, bufando con fastidio por sentirse tan desesperado por una mujer.

-No te eh tocado y ya estás haciendo esos sonidos... Eres un hombre bastante vulgar.- Eso sonó precisamente igual a él, definitivamente eso era algo que él ya había dicho antes, y rebuscó entre sus memorias, cuando, como y donde lo había dicho, y entonces sin darse cuenta, estaba reviviendo aquellos momentos con Petra, una Petra más atrevida sin duda alguna, pues ya no temblaba temerosa y sabía perfectamente lo que la palabra gemir significaba, e incluso ya usaba el termino en la práctica.

-¿Recordando?- Murmuró mientras fruncía el ceño, y colocaba con suavidad sus manos en las caderas de la oji miel, deslizándolas suavemente hasta su estrecha cintura, tomándola con fuerza y posesividad, ansioso por tocar su piel sin la estorbosa camisola interfiriendo.

-¿A dónde fue esa noche? Era nuestra luna de miel capitán y usted solo me dejó en aquella habitación, sola y llena de dudas.- Indagó mientras deslizaba sus labios por el cuello del azabache, lenta y sensualmente, sintiendo su piel y disfrutando su aroma, y quizá no era el mejor momento para hablar según los pensamientos del azabache, pues estaba ansioso por usar su imaginación en la cama, en otro tipo de entretenimiento, y quizá no hablando sobre cosas que ya no tenían remedio alguno, pero no se está exento tan fácil del pasado, hay memorias que es mejor no hurgarlas como a un hormiguero, pues es claro que embravecidas hormigas podrían picarte y eso a ella le quedaría claro esa noche, no era bueno hablar del pasado.

-Estabas... Quejándote y haciendo berrinche solo porque decidí ponerme de esta misma manera sobre ti, y eso no me estaba ayudando mucho, quería hacerte gemir de una vez y callarte, pero no pude... Fui directo a un bar de mala muerte, el peor que puedas imaginar, era un burdel también.- Y lo siguiente que se logró entender en aquella habitación, fue el sonido inmediato de una bofetada, directamente en la mejilla de Levi y los ojos enfurecidos de Petra irradiando enojo en todo su esplendor, y es que en verdad tenia deseos de cortarle no solo el cuello a Levi, si n o aquello que mantenía entre sus piernas por ser un maldito.

-Tsk, joder Petra eso no es necesario mujer... No me follé a una mujerzuela en nuestra noche de bodas si es lo que piensas ¡Petra... mierda cálmate!- Ahora el soldado más fuerte de la humanidad luchaba con una furiosa mujer, celosa y violenta que solo lanzaba cachetadas e improperios a él, él que solo quería poner en su boca aquellos pechos que se movían sobre su cara mientras intentaba tranquilizar a Petra, tomándola de sus antebrazos y gracias a su entrenamiento militar y a la extraña fuerza que poseía, logró dominar a aquella furiosa mujer, dejándola esta vez boca abajo sobre la cama, con él sobre su espalda, sujetando sus manos y llevándolas por encima de su cabeza, doblegándola... Claro, y en ese momento pensó, que el título del más fuerte, era una jodida broma de mal gusto, pues esta mujercita rabiosa, lograba soltarse por escasos segundos, mandando su supuesta fuerza al carajo.

-No, no fui a copular con otra mujer mientras tú dormías... Solo fui por cerveza, entiéndelo. Joder, no te fui infiel y jamás lo seria, mucho menos con una de esas sucias mujeres del Matadero.- Y entonces, para sorpresa de Levi, Petra dejó de moverse instantáneamente, y ya no oponía resistencia ante él, por lo tanto lo normal era suavizar lentamente su agarre, esperando que no fuese una trampa de su quisquillosa mujer. Ignorando que Petra estaba entrando en pánico, por darse cuenta de aquella manera, que Levi conocía de ese lugar.

-¿Petra?- Intentó hacerla reaccionar y lo primero que pensó es que tal vez la estaba asfixiando de aquella manera, ella aún no estaba del todo sana y eso pesaba en demasía para el azabache, tanto que se incorporó de rodillas sobre la cama y le dio la vuelta a su mujer, de ser necesario intentaría darle respiración de boca a boca, algo tosco y bruto, pero lo que fuese necesario para hacer que saliera de ese estado tan extraño.

-E-estoy bien... es solo que imaginarlo con otra mujer me enferma... Lo siento capitán.- Nuevamente Petra se negaba a hablar, y el azabache tan ajeno a todo aquello que atormentaba a su preciosa chiquilla de cabellos cobrizos, lo dejó pasar sin decir nada más sobre el tema, acurrucándose junto a ella, y depositando besos cariñosos a lo largo de su cuello, en señal de que agradecía infinitamente no más berrinches y la incitante invitación de la mismísima Petra, para ocupar espacio entre sus piernas, comenzando así un apasionado beso, uno tan agitado y hambriento, que dejaría aquella habitación inundada de placer en las siguientes horas.

Petra prefería ignorar todas aquellas faltas e impurezas, purificándose con los besos de su azabache, demostrándole que solo le pertenecía a él, que sus errores no eran tan grandes como el amor que le tenía y mientras se entregaba una y otra vez sin condiciones y totalmente enamorada, el fantasma del pasado se esfumaba y solo en ese efímero momento, las preocupaciones parecían ser inexistentes y solo importaba el fuerte palpitar de su corazón, chocando violentamente contra las acaloradas mejillas de su adormilado y exhausto azabache.

Y así, sin ver hacia atrás, nuevamente se encontraban cabalgando hacia el distrito de Trost, para la peli naranja, la decisión de no regresar nuevamente a las murallas interiores era clara, aunque aquellas semanas en Hermina habían sido en verdad las más ansiadas de toda su vida, pues ya era libre de la maraña que tenía en la cabeza y con ello, una gran marea de responsabilidades caían en su espalda, segura de qué regresar a esos prohibidos lugares solo dejaría tragedias, o quizá felicidad infinita o al menos eso se decía así misma Irinna, quien con gusto regresaría a la mansión Ackerman, si tan solo no estuviese atada a la Legión de Reconocimiento, y tuviese el valor necesario para aceptar que se había enamorado como una tonta de quien no debía.

El principio de la primavera, solo podía significar dos cosas... Entrenar arduamente, y prepararse para la siguiente expedición, esa que sería en unos cuantos meses y que tenía un tanto preocupada a la peli naranja, pues desde la última vez, lograba ponerse muy ansiosa con solo imaginar que su torpeza tal vez, podría ponerla en situaciones arriesgadas, y ella solo pensaba en ser más fuerte y superar quien era.

Y luego estaba Irinna, que pasaba más tiempo en la cocina que en los entrenamientos, y ya todos sabían que era debido a la condición en su pierna, pues algunos ligamentos no lograron sanar con normalidad y la flexibilidad de aquella pierna no era la mejor, tanto que incluso se le veía cojear si es que decía caminar con rapidez y sin disimular que debido a aquella cicatriz, sus habilidades se veían interrumpidas y hasta torpes. Preocupando de sobremanera a la peli naranja.

-Irinna... la expedición es dentro de unos días, sabes que si no mejoras tu condición física, podrías cometer un error por falta de agilidad, podría sucederte algo, morir.- Mientras cenaban junto a todos los soldados, Petra tomaba la mano de su adorada pelirroja entre las suyas y le suplicaba por un poco más de compromiso en sus deberes como soldado, rogándole que por lo menos aceptara ser degradada, que no se expusiera como soldado en flancos y se quedara en las carretas, junto a las provisiones, siempre buscando que ella se encontrara en lugar más seguro de la formación.

-No me interesa la expedición, y no... No es traición Petra, es solo que soy un jodido parásito para todos aquí, si me traga un titán dejarían de verme con lastima ¿Verdad?- Petra pudo notar que en Irinna todo había cambiado desde ese día, y por eso nunca tocaba el tema, para no incomodarla, y es que también, últimamente la sentía tan distante con ella, como si desde que recobró la memoria, estuviese alejándose, pretendiendo y asegurando que ella no notaba ese brusco cambio.

-El capitán cree que...- Ni siquiera terminó su oración, por el inesperado golpe que la pelirroja dio con su puño sobre la mesa, aquello le asustó y llamó la atención de algunos soldados, pero sin duda lo que Irinna le dijo en su oído, solo fue escuchado por ella.

-.Me vale una mierda la jodida opinión de tu marido, a mi él no puede atarme y mandarme como se le antoje, ve tú y juega a ser su subordinada abnegada y leal de día y su amante por las noches, poco me interesa tu vida Petra.- La oji ámbar no podía entender por qué aquellas palabras que consideraba innecesarias, eran dichas por alguien que adoraba tanto y le dolía saber que Irinna estaba siendo así de cruel e injusta con ella, y se preguntaba si acaso todos esta situación tenía un tanto celosa a la mujer de cabellos rojos y rizados.

Pero es que nadie podría imaginar cuanto le había dolido a la mismísima Irinna decir aquello, pero debía, tenía que... Era la única manera de poder seguir adelante, aunque la mirada llena de tristeza que Petra tenía en ese momento, la persiguiese siempre y la atormentara a donde quiera que fuera.

Y la pobre peli naranja apenas estaba meneando su cuchara en aquella sopa de patatas, tratando de encontrar una manera de llegar a Irinna sin que estallara en cólera y se mostrara tan histérica, cuando por pura casualidad, si así se le puede llamar a eso, su capitán se encontraba frente a ella, indicándole con la mirada, que lo siguiese de una buena vez.

-Y entonces solo fue... No la entiendo, desde que regresamos de Hermina esta así conmigo y ni siquiera hablamos sobre lo que sucedió en el baile.-Tan fuera de si estaba mientras lloraba con Levi frente a ella masajeando sus pies, que no controló a sus emociones, o en este caso a su lengua, y terminó hablando de mas, frente a quien no debía.

-¿Qué sucedió en el baile Petra?- Lo dijo sin mucho interés, solo necesitaba que su mujer se desahogara con él, para aliviar de alguna manera ese mal humor que tenía por el asunto de la loca y gritona Irinna, pero sin querer, provocó que Petra solo se pusiese más intranquila.

Levi no recordaba en lo absoluto, si Petra le había contado sobre lo ocurrido en aquel jodido baile de mierda, pues a su cabeza solo llegaban los abrumadores recuerdos de Petra gimiendo sin parar sobre su escritorio, o como la desnudó por completo mientras la arrastraba a su cama después de dejar un desastre en su antes pulcra oficina.

Y mientras parpadeaba adormilado y miraba el techo sin pensar en nada que no fuese en la noche anterior, ella dormía boca abajo junto a él, desnuda y seguramente muy cómoda, pues él sabía que ella adoraba aquella cama, le encantaba ver su espalda descubierta, tan tersa e iluminada por la luz de aquella mañana de Abril, con deseos de saborearla y decirle a cada ser dentro de aquella muralla, que su oji ámbar sabia a miel.

Y nada hubiese arruinado aquel hermoso momento con su preciosa Petra, de no ser por los estruendosos golpes a su puerta, y si, alguien osaba interrumpir en su oficina y también directamente en su alcoba, pues era la puerta que dividía ambos cuartos, la que sonaba como si un jodido loco estuviese afuera con el único objetivo de arruinarle la vida con aquellos golpes.

Levi apenas y divisó a su mujer enredada en la sabana, intentando salir por la ventana, y ágil como era, logró atraparla antes de que saltara asustada. Las reglas eran estrictamente claras, un soldado y un superior no podían tener otro tipo de relación más allá de algo profesional y propio de la milicia y ese detalle tan importante a Petra le robaba el sueño por las noches, bueno eso, y los besos interminables con Levi en su escritorio.

-No voy a abrir la puerta... Tsk, metete en el armario.- Petra obedeció y agitada y con la sabana hecha nudos en su cuerpo, se metió en aquel armario mientras Levi se ponía su pantalón, dispuesto a golpear a quien fuese que estuviese afuera de su jodida habitación.

-Pedazo de mierd... ¿Erd?- Adoptó una postura menos intimidante al darse cuenta de que era uno de sus subordinados los que estaba afuera intentando explicar por qué estaba armándole severa falta de respeto a esas horas de la mañana... Aunque era en realidad ya pasado el mediodía y solo Levi ignoraba ese detalle.

-El comandante Smith me ha enviado de inmediato a darle la primera noticia del día, pero al no recibir respuesta desde su oficina, me atreví a tocar esta puerta, antes que nada, dice que ya pasó la hora del almuerzo y que, usted ya debería de haber terminado al menos cuatro de las diez labores matutinas que le corresp...- Erd decidió omitir eso, tragó saliva y decidió ignorar el gesto asesino de Levi, pues sabía que su capitán no tenia deseos de que le reclamaran su impuntualidad, y decidió tocar el punto importante.

-Deserción señor, dos subordinadas han desertado de la Legión de reconocimiento, una de ellas se apellida Delaney, la otra es nuestra compañera, Petra Ral, lo extraño es que en su cabaña no se encuentra la ropa de Delaney, más si la de Ral. Ambas abandonaron el cuartel ayer después de la cena.- El soldado de cabellera rubia, entendió que el rostro lleno de confusión de su capitán, solo podía significar que aquello no lo lograba entender del todo bien por alguna razón que quizá él desconocía, pero solo le bastó unos segundos, para darse cuenta de que detrás de él, sobre el suelo, el escritorio, el mueble y muy cerca de la ventana, había ropa tirada por doquier, un desastre que quizá él podría clasificar como una indecorosa fiesta privada en la que la indumentaria no estaba invitada, incluso creyó ver unas bragas sobre la alfombra y lo entendió, su capitán tenía una mujer en su alcoba y no era de caballeros preguntar, ni siquiera le importaban sus asuntos, y estaba a punto de retirarse hasta que... Una melena cobriza y unos grandes ojos de miel sorprendidos, aparecían en su campo de visión.

-¿Irinna se fue?- Nuevamente el aire le faltaba, aquello no se lo esperaba y de no ser porque Levi ya conocía aquel indicio de desarme emocional, ella hubiese caído de rodillas en el suelo mientras el llanto la inundaba.

Existía un castigo quizá muy severo para aquellos que desobedecían las reglas de aquella división militar tan importante, pero el ser un cobarde desertor, ese error solo podía ser enmendado con una inmediata ejecución por alta traición, y eso logró mortificar tanto a Petra, quien ignoraba siquiera donde podría ir su Irinna, si solo se tenían a ellas mismas.

Mientras que la pelirroja, se limitaba a ver el cielo azul y a las aves volar libremente, mientras ella cabalgaba a toda prisa, en busca de su propia y merecida libertad.

.

.

.

I am back.

Espero me perdonen por el hiatus. Quiero regresar, enserio amo esto y no lo quiero dejar tirado como cada cosa en mi vida que importa. Las amo y estoy aquí, enmendando mis errores, trayendo el repollito y haciendo feliz a quienes me han esperado tanto.

Las amo. GRACIAS.

AMO A MI OTP. Escribiré para ellos siempre que pueda. Y como les dije más atrás, quiero regresar, necesito cosmos rivetriano. OPINEN, COMENTEN QUE ESO ME DA LA INSPIRACIÓN NECESARIA.

igual que Irinna... también deserté. no me ejecuten jajajajajaja.  

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