Tristeza, depresión, soledad.
En una sala de hospital, se encontraba Yuuji internado, al poco tiempo de que tuvo esa llamada con Gojo, su presión arterial se vio disparada hasta los cielos, así que rápidamente fue llevado al hospital por su hermano mayor.
— Ambos están bien, todo está controlado, tienen índices normales. — Hablo la doctora mirando los resultados de los exámenes. — Solo recomiendo que el chico tenga mucho reposo y que no se estrese por nada del mundo.
— Muchas gracias. — Choso aliviado, hizo una pequeña reverencia. — Haré todo lo posible para que mi hermano no pase por esto otra vez.
— Muy bien, entonces lo daré de alta hoy mismo, y nos veremos en un mes para seguir con el chequeo de rutina. — La mujer le sonrió saliendo de la habitación.
Yuuji recostado sobre la camilla, solo miraba al techo blanco, como si su mente estuviera en otra parte, desconectado por un momento de todo lo que sucedía a su alrededor.
— Pronto iremos a casa, Yuuji. — Choso tomo la mano de su hermano. — ¿Cómo te sientes?
— ... — Pasaron varios segundos antes de que el chico abriera la boca. — Estoy... estoy bien.
— ¿Seguro? Puedo decirle a la doctora que te de más días en el hospital.
— No...quiero ir a casa contigo. — Le dio una débil sonrisa.
— Esta bien, Yuuji. — Le devolvió la sonrisa.
Aunque ya se encontrara fuera de peligro, Yuuji decidió no ir a la escuela durante una semana, reportando la condición en la que estaba, el director fue comprensivo y le autorizo un permiso durante 5 días. Todo ese tiempo permaneció acostado en su cama, arropado con mil cobijas, no podía negar que se encontraba hundido en depresión.
Solo se levantaba para tomar duchas, y comer en la mesa junto a Choso, sabía que su hermano mayor se preocuparía mucho si dejaba de comer, y Yuuji no quería eso.
Agradecía no haber sido marcado aquella vez cuando se acostó con Gojo, si existiera una marca de enlace sobre su cuello, la probabilidad de que la depresión lo llevara a la muerte era muy alta.
El pobre chico quería estar bien, pero no podía, por más que lo deseara, las cosas no podían ser como antes, era incapaz de estar feliz de nuevo. Pero sabía que tenía que luchar por lo menos para poder llevar una vida funcional. No podía dejar todos sus sueños y metas abandonados, menos ahora que pronto tendría un hijo, tenía que dar lo mejor de sí, por ese bebé que llevaría su apellido.
— Deberías tomarte un descanso de la escuela, solo hasta que nazca el bebé, ¿no crees que sería buena idea? — Comento Choso, sentado en la orilla de la cama.
— No, no quiero eso, quiero volver a estudiar... quiero graduarme lo más pronto posible, voy a volver a la escuela, hermano. — Respondió Yuuji, sentado sobre su cama, abrazando sus rodillas.
— Esta bien, sabes que te apoyo en cualquier cosa que decidas, — Sonrió colocando una de sus manos encima de aquellos cabellos rosas, revolviéndolos con suavidad y cariño.
El lunes siguiente Yuuji ya estaba devuelta en clases, aunque luciendo un atuendo de ropa más discreto, como suéteres y abrigos más anchos, no quería hacer notar su crecida barriga de 5 meses de embarazo.
Por fin sentía una pequeña chispa de emoción al volver a hacer lo que más le gustaba. Amaba el taller de cine clásico, y volver a tomar esas clases le entusiasmaba.
Fue el primero en llegar al enorme salón, rápidamente fijo su mirada en su mesa personal, caminando hasta su lugar en la clase, sus ojos se ampliaron cuando noto lo que estaba escrito con marcador negro permanente sobre la mesa.
'' Eres una puta que se merece todo lo que le está pasando.''
'' Ese niño será un pobre bastardo. ''
'' Estúpido, estúpido, estúpido.''
Se quedo congelado, leyendo una y otra vez todos los insultos escritos en su mesa, no supo cómo reaccionar, ni siquiera cuando llego Nobara colocándose por un lado suyo.
— ¿Qué-e sucede, Yuuji? — Tartamudeo un poco la chica cuando miro a su amigo en ese estado, luego fijo su vista en la mesa leyendo lo que Yuuji leyó. — Oh por Dios... — Murmuro, luego busco en su mochila un marcador del mismo color, rayando con brusquedad la mesa, hasta que ninguna palabra pudiera ser visible. — ¡¿Quién puede ser tan cruel como para hacer esto...?! ¡Cuando me enteré quien lo hizo, juro que voy a matarlo!
— No... tal vez esas palabras tengan razón... así es como me he estado sintiendo todo este tiempo. — Hablo Yuuji con un nudo en la garganta, tratando de no llorar, estaba tan harto de ser tan sensible, con la manga de su suéter limpiaba torpemente sus lágrimas.
— Oh, no, no digas eso... esta persona solo quiso hacerte daño. — Empuño sus manos, enojada. —No creas nada de esas palabras, tú eres un buen chico. — Trato de tranquilizarlo.
...
El primer año escolar estaba apunto de terminar, la mayoría de estudiantes ya habían entregado sus proyectos finales, y Yuuji era muy consiente de ese hecho. Quemo cada cinta, borro cada video de Satoru Gojo, no pensaba mostrar ese documental en el cual tanto trabajo, y el cual ya estaba listo para ser entregado al profesor de la asignatura.
No tenia nada para entregar, tampoco podía ponerse a trabajar en algo nuevo porque ya solo faltaban unos pocos días para la fecha límite, con todo lo que le había sucedido apenas tuvo cabeza para pensar en ello. Una vez más Gojo le arruino los planes.
— Lo siento, profesor, no tuve tiempo de terminar mi cinta... me confié y no avance nada...
Se disculpo con el maestro, inclinando su cabeza hacia abajo, sentía mucha vergüenza, no le gustaba ser visto como un irresponsable o un flojo, porque no lo era, siempre se esforzaba mucho en todas sus tareas.
Pero tampoco quería revelar el verdadero motivo del porque no tenía su proyecto terminado, aunque eso le costará el no poder pasar el año escolar.
— Yuuji... me extraña tanto de ti, siempre fuiste el mas entusiasmado en mis clases, te quedabas trabajando hasta tarde en el taller escolar, no puedo creer lo que me estas diciendo.
— Respondió Nanami, el profesor de Yuuji, mientras estaba cruzado de brazos, recargado en su escritorio.
No supo que decir, solo levanto su vista fijando sus ojos en los del rubio, a veces podía causarle un poco de miedo estar ante un hombre de presencia tan seria. Sin duda, su profesor tenía el porte de ser un alfa imponente pero que sabía bien pasar desapercibido.
— Bien. — Suspiro. — Te daré una oportunidad, extenderé la fecha para el verano, pero no tendrás una calificación alta, aun si tu proyecto es perfecto, solo lo necesario para pasar el año... porque no seria justo para los demás estudiantes que entregaron todo en tiempo y forma, ¿te parece?
— ¿Lo-lo dice enserio?
— Si, son oportunidades que solo se les dan a los estudiantes como tú, así que no me decepciones, espero mucho de ti en los próximos años. — Le sonrió.
— Oh, muchas, muchas gracias, profesor Kento. — Hizo una pequeña reverencia en señal de agradecimiento. — Voy a esforzarme como nunca, se lo prometo.
— Creo en tu palabra, no lo dudes. — Ahora se mostraba serio. — Pero... ahora solo quiero preguntarte una cosa ¿te encuentras bien? He notado que en algunas de mis clases estas sollozando o estas muy distraído.
— Ah, eso... — Dio un suave suspiro. — He tenido algunos problemas, pero estoy bien, creo que solo es sensibilidad... por... por mi estado. — Respondió apenado mientras sus manos bajaban lento hasta su estómago.
— Oh, ¿estas...? Ya, ya entiendo. — Un poco sorprendido, comprendía la situación. — Solo quería saber si estabas bien, o si tal vez necesitabas ayuda por alguna situación donde estuvieras en peligro.
— No, estoy a salvo, vivo con mi hermano quien cuida mucho de mi... solo que a veces no puedo evitar estar triste por cosas tontas. — Trato de sonreír, a la vez que sus ojos amenazaban por dejar escapar algunas lágrimas.
Era tan difícil para el omega no recaer una y otra vez ante los vagos recuerdos de Satoru Gojo los cuales entraban de repente a su mente, provocándole una tristeza tan intensa como si estuviera viviendo de nuevo aquel devastador momento.
— Si necesitas alguien con quien hablar, podemos vernos saliendo de clases.
— Creo que si... si lo necesito.
Fueron a un establecimiento de malteadas una vez que terminaron las clases, Yuuji estaba sentado, viendo a Nanami del otro lado de la mesa. No recordaba cuando fue lo última vez que salió a comer a un lugar como ese.
— Y... todo eso fue lo que pase con él... pero ahora solo trato de seguir adelante.
Las manos de Yuuji sostenían una malteada de fresa, la cual apretaba ansioso mientras hablaba. Su corazón se agitaba cuando hacia recuento de todo lo que vivió con Gojo, sin embargo, también podía sentir como su corazón se sentía un poco más ligero. Era bueno desahogarse, y dejarlo ir todo.
Nanami era bueno escuchando, y dando algunos consejos, empatizaba con el chico al mismo tiempo que sentía un desprecio enorme por el susodicho alfa.
Siguieron charlando, pero ahora de temas más triviales, compartieron historias divertidas de la familia y escuela, cosas menos deprimentes, porque lo que más necesitaba Yuuji en ese momento era distraer su mente.
...
En otro país, Gojo se encontraba bebiendo en un bar exclusivo para alfas de la más alta clase social. Completamente solo en la barra, seguía pidiendo trago tras trago, inútilmente queriendo borrar su miserable pasado.
— ¿Por qué no contestas, imbécil? — La voz malhumorada y ebria de Gojo resonó al otro lado del celular.
— ¿Será porque yo sí tengo una puta vida, idiota? ¿Qué quieres, Gojo? Te deje claro que cualquier cosa relacionada al trabajo podías consultarlo con mi asistente.
— No es por el maldito trabajo... Me siento como el peor bastardo del mundo, Toji ¿Qué puedo hacer?
— Ni idea, no me importa.
— ¡Oye, yo te di un consejo cuando la estabas pasando mal! ¡¿Por qué no puedes tu darme uno?!
— Tus consejos son una mierda, pero bien, escucha esto, la única manera de que puedas arreglarlo es que vuelvas a nacer y se conozcan de nuevo, pero siento que aun así volverías a arruinarlo.
— Solo... solo... solo quisiera verlo de nuevo... decirle que fui un idiota... — Satoru con su cabeza recargada sobre la barra, empezó a divagar a causa de su estado de ebriedad, con una voz que denotaba deplorable tristeza.
Sus dedos soltaron su celular dejándolo caer al suelo.
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