26
❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍
❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍
Caminaba exhausto, sintiéndose como si acabara de correr un maratón. Lentamente, abrió la puerta que conducía a la sala, ciertamente no quería despertar a sus hijas ahora que estaban dormidas.
—¡Oh, finalmente! —exclamó Miroku. Sango, que estaba remendando su camisa junto al fuego, lo miró—. Esta noche estaban más decididas que nunca a terminar la historia, no querían dormir—agregó, sentándose junto a ella.
—Eres un padre muy cariñoso Miroku.
Sango lo miró con ojos tan dulces que el monje sintió su corazón dar un vuelco en su pecho.
Ella le sonrió, enviándole todo el amor que sentía. Ese hombre le había enseñado a amar y le estaría eternamente agradecida. Miroku la observó, iluminada por esa luz cálida y tranquilizadora, ser madre la había hecho aún más bella. Todos los días recordaba la suerte que tenía de tener a su lado a una mujer así, tenerla a su lado lo había convertido en un mejor hombre.
El bonso acarició suavemente la mejilla de su esposa, ella cerró los ojos sin dejar de sonreír, disfrutando de ese leve contacto. Acercó su rostro al de ella, quería tenerla cerca, disfrutar de su perfume, de la calidez de su cuerpo. Ahora que las chicas estaban dormidas, finalmente tenían algo de tiempo para estar juntos íntimamente.
—Sango… — susurró a un palmo de su rostro, ella abrió los ojos, sumergiéndolos en los de su marido.
¡BAM! ¡BAM! ¡BAM!
Ambos se congelaron, mirándose asombrados. Miroku esperaba con todo su corazón estar equivocado, nadie tocaba las puertas de las casas a esas horas de la noche. Esperaba aún más que el ruido no despertara a sus hijas.
¡BAM! ¡BAM! ¡BAM!
Miroku bajó la cabeza suspirando, claramente molesto.
—Voy a ver quién diablos es…
Se levantó cavilando, él y Sango tenían tan pocos momentos para la intimidad. Justo en ese momento tenían que llamar a su puerta.
«La próxima vez pondré un cartel» Pensó, mientras quitaba las trabas de la puerta.
Abrió la puerta sin ocultar su irritación, pero la sorpresa de ver quién estaba frente a él lo dejó estupefacto. Sus ojos se abrieron con asombro.
—Inuyasha...
Se sentaron junto al fuego, Sango se había ido a dormir, dejándolos solos para hablar. Miroku dentro de sí mismo esperaba que su esposa lo esperara despierta.
—No se necesita un vidente para entender que algo anda mal.
No quería presionarlo, ya era un evento raro que el medio demonio intentara confiar en alguien, no quería irritarlo. Inuyasha mantuvo su mirada fija en el fuego, observándolo distraídamente.
Miroku se dio cuenta de que nunca lo había visto tan triste, excepto cuando tuvo que despedirse de Kikyo la última vez. Sabía que era por Kagome, él y Sango ya habían hablado y la situación parecía bastante clara.
—No sé qué hacer Miroku —comentó de repente, después de un largo silencio—. Siento que la he perdido para siempre —continuó manteniendo sus ojos en el fuego, su mirada llena de dolor.
El bonzo sopesó con mucho cuidado las palabras a utilizar. Ver a Inuyasha sufrir así le dolía, apreciaba mucho a su amigo, incluso si era un cabezón impulsivo.
—Inuyasha…
—¡Lo sé, lo hice todo mal desde el principio! Soy un maldito, lo admito, sé que he hecho sufrir a Kagome… — Miroku lo escuchó en silencio, impactado por esa conciencia madura nunca antes mostrada—. Pero realmente quiero hacer las cosas de nuevo. Estoy tan cerca de perderla para siempre…
—Escucha, entiendo tu deseo de querer enmendar tus errores, pero también tienes que considerar lo que quiere Kagome. Tal vez sea hora de dejarla ir…
Silencio. Las palabras del monje flotaron en el aire, haciéndolo espeso y pesado.
Inuyasha bajó la cabeza, suspirando.
—Sé que Sesshomaru anda detrás de ella —Miroku estaba asombrado, no creía que Inuyasha supiera eso—. ¡Ese bastardo, no la dejaré caer en sus garras! ¡No puedes decirme que estás feliz de que ese ser sin alma manipule a Kagome como le plazca!— bramó furioso, movido por la ira y los celos y el rencor. Sus ojos se encontraron con los del monje, pero este no supo qué decir.
Era cierto que el medio hermano de Inuyasha no era exactamente el príncipe ideal adecuado para Kagome. Pero, ¿quién era él para juzgar las elecciones de su amiga?
Miroku observó como Inuyasha apretaba los puños y cerraba los ojos, entonces, una pequeña chispa de energía negativa se escapó del cuerpo del medio demonio. Fue solo por un momento, sin embargo, solo bastó ese instante para que el monje lo percibiera y estaba seguro de que esa energía no era demoníaca.
El monje permaneció en silencio, tratando de percibir de nuevo aquella energía, pero esta había desaparecido sin dejar rastro. Algo andaba mal con su amigo, algo lo estaba haciendo actuar de esa manera, pero no podía intervenir así sin más. No sabía de qué se trataba, es por eso que optó por permanecer tranquilo, era mejor no levantar sospechas o Inuyasha terminaría por alejarse definitivamente.
Pasaron varios minutos en los que ambos permanecieron en silencio, hasta que Inuyasha volvió a hablar.
—Yo, necesito… —Inuyasha apretó los puños, como si le costara hablar, y así era—. ¡Quiero recuperar a Kagome, quiero intentarlo hasta el final, aunque sea lo último que haga!
La determinación en la mirada de Inuyasha sorprendió a Miroku. Ni siquiera pudo pronunciar una palabra, el medio demonio se levantó y se alejó en silencio.
Miroku se quedó solo mirando el fuego agonizante, pensando en cómo podría ayudar al medio demonio. Sospechaba que Inuyasha estaba siendo poseído, pero era extraño, ¿qué tipo de espíritu podía ocultar su presencia? Y si era así, ¿Cómo fue que su amigo terminó siendo poseído?
Mientras se unía en silencio junto a su esposa, Miroku solo esperaba que las cosas no se complicaran más de lo que ya estaban. Esa noche no le contaría nada a Sango, la pobre necesitaba descansar, pero al día siguiente hablaría con los demás.
❍
Corría, corría desesperado, en medio de la oscuridad y la niebla que abrazaba el frío bosque, corría desesperado, en busca de una tregua que apaciguara el susurrar en su cabeza.
Es inútil, no podrás escapar de mí. ¿Sabes por qué?
«¡BASTA!»
Cada vez era más difícil controlar la rabia, el odio y el rencor, sentimientos negativos que se alimentaban de su dolor, dolor que daba vida al parásito que ahora se alimentaba de su miseria, aprovechándose de todos y cada uno de sus miedos.
Si no fuera por la sangre demoníaca que corría por su cuerpo, seguramente ya habría sucumbido ante el malsano susurro que agobiaba su mente, incitándolo a dañar a las personas que más amaba, incitándolo a dañarse así mismo. Estaba enloqueciendo de a poco, temía no poder controlarse, razón por la que había comenzado alejarse de sus amigos, sobre todo de Kagome. ¿Pero por qué ahora insistía en volver?
Si tan solo hubiese dejado de amar a Kikyo, si tan solo ambas no fueran tan parecidas. Si no se hubiese sentido culpable cada vez que hacía el amor con Kagome. Si tan solo aquella noche no hubiese abandonado los cálidos brazos de la joven futurista y no hubiese entrado en aquella cabaña en medio del bosque, tal vez ahora no sería un prisionero dentro de su propio cuerpo.
Inuyasha corrió, corrió casi toda la noche, perdiéndose entre un laberinto de árboles que parecían perseguirlo, extendiendo sus ramas hacia él como si quisieran aferrarlo. Inuyasha corrió y cuando finalmente se detuvo, cuando ya no pudo más con el cansancio, entonces se desplomó contra el tronco del Goshinboku y allí pudo encontrar un poco de alivio, quedando totalmente dormido.
Un pequeño orbe de luz se desprendió de la corteza del sabor y se posó en el pecho del medio demonio, era una pequeña esperanza que anclaba su alma al mundo de los vivos, que no le permitía perderse por completo. Sin embargo, la energía sagrada que componía aquel orbe se estaba desvaneciendo, y por más hechizos protectores que la antigua sacerdotisa Kikyo hubiese dejado en protección de Inuyasha, estos no serían suficiente para salvarlo.
❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍❍
Hola, ¿cómo están? Como han podido ver, este es un capítulo dedicado a Inu. Tal vez les haya aclarado algunas dudas o generado otras más. De igual modo, quiero aclarar que si bien Inuyasha parece estar envuelto en un evento bizarro, su estado actual no justifica todo lo que hizo pasar a Kagome.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top