💖Capitulo 31 - ¿Juguetes?💖

Oscar.

No esperaba que Tatiana llegara tan temprano, pensé que vendría más tarde, no es que me queje, pero vaya que me ha sorprendido, y más por ese disfraz de diablita. Todavía estoy en shock, tratando de procesar todo. No tengo palabra, es jodidamente hermosa y sensual.

Ella logra que con solo verla mi miembro se active, como si tuviera un resorte, literal me puse como un garrote de duro. Y cuando se quitó la gabardina, estuve a punto de explotar en un orgasmo, algo que no tiene sentido ¿Como es eso posible? ¿es normal? Aunque estoy seguro de que cualquier hombre reaccionaria igual si la viera, además ella es toda una diosa, una obra maestra andante, ¿quién no se pone duro con solo mirarla?

Intento relajarme bebiendo un vaso de agua como si eso fuera a solucionar el problema. Sonrió como un idiota, mientras ella charla casualmente con mi madre y sonríe de una manera tan hermosa que me vuelve loco, pero no puedo dejar de mirarla, ¡es difícil! Es una mujer demasiado bella, y hasta podría ser una maravillosa pareja. ¿Qué demonios me está pasando? ¿Por qué tengo estos pensares? Esto no me gusta nada. Será que me estoy enam... no, eso no, ¿enamorarme? ¡jamás!

Tengo que sacar esa tontería de mi mente, mejor me concentro en verla, y pensar como le voy a arrancar esa lencería y devorar toda su anatomía, pero mi madre sigue aquí como si no tuviera planes de irse nunca. Tengo que hacer algo para que mi madre se vaya.

Me acerco a ellas con la intensión de decirle a mi madre de que, bueno, ya es hora de irse, pero la conversación que ambas mantienen, y las cosas que dicen hace que detenga mis pasos y las mire con horror, sin poder creer de lo que están hablando.

—Sabes, querida, nunca use un disfraz como ese. Tendrás que decirme donde lo conseguiste, para cuando me toque disfrazarme. —dice mi madre con una emoción que hasta miedo me da.

No puedo creer que ella haya dicho eso. ¿Qué está pasando aquí?

—Claro, le pasare la dirección. Venden muchas cosas bastante.... curiosas. —responde Tatiana con una sonrisa pícara.

¿Es en serio? Por Dios, solo espero que sea una broma, y solo sea para seguirle el juego a mi madre.

—Ah, ¿sí? ¿Como que cosas? Vamos cuéntame. Quiero saber todo. A ver cuál de mis diez hombres será el afortunado de verme con algo así. —mi madre responde con una gran sonrisa de complicidad.

Lo que estoy escuchando no puede ser verdad. ¿diez hombres? ¡¿mi madre se volvió loca?! No, esto no está ocurriendo. Creo que me dará algo. Aunque algo así me dijo el otro día cuando me llamo y yo estaba teniendo sexo con una morena.

—¿Diez? ¿Tienes tantos? ¡Eres una traviesa! Mira, hay un montón de objetos muy placenteros. Yo estoy pensando en comprarme un vibrador, por si algún día a tu hijo no... bueno, ya sabes, algunos hombres a veces no se les levanta. —asegura Tatiana mientras suelta una carcajada y, lo peor, ¡mi madre también se ríe!

Creo que esta noche definitivamente voy a matar a alguien, de eso estoy seguro. ¿Ella acaba de insinuar que a mí no se me levanta? Y se lo dice a mi madre, ¿qué le pasa? ¡Tatiana se volvió totalmente loca!

—Nunca tuve uno de esos, querida, pero creo que llego momento de comprarme uno. —la voz de mi madre suena más entusiasmada que nunca.

—¡Ya basta, mamá!, ¡deja de decir tonterías! No vas a lucirle nada a nadie, ni comprar nada de esas cosas. Mejor, ¿por qué mejor no te vas?, Tatiana y yo tenemos cosas de que hablar. —especto molesto, mientras miro a Tatiana y la fulmino con la mirada en cambio ella me guiña un ojo y veo como contiene una sonrisa.

La matare.

—Hijo, relájate. No tienes que disfrazar las cosas, sé muy bien lo que significa ese "tenemos que hablar" Tampoco es que sea de la época prehistórica. Se que quieren tener sexo, es normal en las personas, quieren privacidad lo comprendo, pero déjame hablar un poco con mi nuera. Me cae muy bien. —responde mi madre sonriendo ampliamente.

—Ya te he dicho que ella no es mi novia, madre. Como te lo tengo que explicar. —especto ya bastante molesto.

Estoy cansando que siga diciendo esa estupidez de que es mi novia.

—Claro, no es tu novia, pero ella viene todo el tiempo a tu departamento. —dice mi madre cruzándose de brazo.

—Solo somos amigos querida. Amigos que tienen sexo. No hay nada más, pero tu hijo tiene razón, él y yo tenemos que hablar. —Tatiana responde con una sonrisa. —Le aseguro que ha sido un enorme placer hablar contigo. Y lo de los juguetes lo hablamos después. ¿Le parece?

—No, claro que no, no habrá ningún después. Ya madre, vete. Por favor. —hablo antes de que mi madre le responda.

—Está bien, me largo, pero no creas que evitaras que después salga con mi nuera a comprar esos juguetes.

Mi madre se levanta de la silla con una gran sonrisa maliciosa, claramente disfrutando toda esta situación. Se despide exageradamente, lanzándole un beso a Tatiana mientras se encamina hacia la puerta.

—Cuídense chicos, y no usen condón, quiero nietos. —exclama mi madre, y me guiña un ojo.

Voy a ir tras de ella, pero Tatiana detiene mis pasos agarrándome del brazo, y mi madre se ríe a carcajada, mientras cierra la puerta. Cuando finalmente la puerta se cierra tras ella, respiro aliviado y a la vez molesto.

—Déjala. Ella solo está jugando. —me susurra Tatiana en mi oído. Algo que me hace estremecer, pero trato de disimularlo.

Espero varios segundos antes de mirarla. Cuando me giro, veo que ella se ha alejado de mí, ahora está sentada en el sofá observándome con esa maldita sonrisa que me encanta, pero es algo que no se lo diré, y ahora debo mantenerme firme por todo lo que paso, no puedo flaquear.

—¿Tienes una puta idea de lo que acabas de hace? —especto molesto, mientras me froto la sien, intentando de contener la irritación que provoco mi madre, y el deseo que siento por Tatiana.

—¿Yo? Pero no hice nada, solo le seguí el juego. Además, tu madre es muy divertida. Me agrada. —responde alzando las manos como si no hubiera hecho nada. La veo morderse el labio inferior y guiñarme un ojo.

Esto es el colmo, me está coqueteando, de seguro es una manera para que me olvide de lo que paso.

—¿Un juego? ¡Le hablaste de vibradores a mi madre! ¿Eso es juego? —exclamo molesto que mi voz retumba en todo el apartamento.

Ella se queda mirándome fijamente con seriedad y reconozco que no me gusta nada como me mira.

—No fue algo del otro mundo. Relájate. Además, a ella le encanto hablar de eso. ¿no viste lo emocionada que estaba? —responde con una divertida sonrisa. —En cambio tu... Bueno, te veías tan tenso y tu amigo estaba algo duro ahí abajo, tenía que hacer algo para que se relajara, ¿o hubieras preferido que tu madre lo viera así? —su respuesta me deja sorprendido.

Me quedo observándola, tratando de no reírme, claro, lo hizo apropósito. Y yo debo de tratar de controlarme. No puedo permitir que mi amigo se despierte cuando le dé la gana, aunque está ocurriendo más cuando tengo a esa rubia presente y eso me molesta, no debería de ocurrir.

Me acerco lentamente a ella. Y cuando estoy lo suficientemente cerca, que ella tiene que tirar la cabeza hacia atrás para verme, le doy una sonrisa maliciosa, ella me mira confundida y yo la agarro de la muñeca tirando de ella hasta que queda de pie frente a mí, la sostengo de la cintura y la pego a mi cuerpo.

—No vuelvas hablar de esos temas con mi madre y menos delante de mí. Y si mi amigo esta duro, solo hay una culpable de que eso ocurra, ya que se atrevió a llegar disfrazada de diabla y que según ella me llevara al infierno del placer. —murmuro en su boca, mi voz sale ronca.

Nuestro rostro esta tan cerca que ambos podemos sentir nuestra respiración. Ella eleva una de su ceja y sonríe con malicia.

—Bueno, esa diabla está bastante ansiosa por llevarte a ese infiero y que también la lleves, donde ambos se vuelvan loco por tanto placer. —susurra, rozando nuestros labios.

Me estremezco con sus palabras y mi miembro comienza a endurecerse. Creo que no podre resistir mucho más. Sin esperarlo ella atrapa mis labios con un beso profundo, tardo unos segundos en aceptarlo y mi autocontrol se desmorona y la comienzo a besarla con una pasión desenfrenada, como nunca la había besado.

Mis manos se aferran con fuerza a su cintura, mientras ambos devoramos nuestros labios con un frenesís incontrolable. Cuando nos falta el aire, nos separamos un poco pegando nuestra frente. Nuestra respiración se encuentra agitada, descontrolada. Y aun no puedo creer que después de tanto años sin besar a nadie, estoy aquí besándola. Y deseando con muchas ganas besarla otra vez.

Voy a hablar, pero ella me hace girar y me da un empujo hacia el sofá y caigo sobre este. La observo algo sorprendido por lo que acaba de hacer, y antes de prenunciar alguna palabra, ella comienza a moverse de manera sensual. Me quedo anonadado por cada movimiento que realiza.

Lentamente comienza a quitarse la gabardina hasta que queda en ese disfraz que me encanta. Ella se da la vuelta, agarra la cola y mueve su culo lentamente. No puedo evitar reírme por eso. Se ve ardiente y me fascina. Se incorpora, me da una sonrisa perversa, y comienza a tocar su cuerpo de manera lenta, aprieta sus pecho muy sensual, pellizca sus pezones y eso hace que se le escape un gemido. Mis ojos no pueden apartar la mirada de lo que hace, humedezco mis labios, que se han resecados por lo deseoso que estoy por tocarla, sentirla.

—¿Te gusta lo que vez muñeco? —su voz apenas es audible y se escucha bastante excitada. Ella continua con su movimiento sensuales. Y yo no puedo apartar la mirada de ese cuerpo, de esa lencería que no deja nada a la imaginación, se le ve todo.

—Me fascina. Te vez ardiente. ¿Porque no vienes aquí? Mira cómo me tienes. —digo mientras me toco por arriba del pantalón tratando de que se vea bien mi abultado miembro.

Ella sonrie, luego se muerde el labio y con pasos lento se acerca, se acomoda sobre mí, con las piernas a cada lado de mis caderas, se sienta de golpe justo encima de mi duro miembro, logrando sacarme un gemido.

—Mmm, estas duro, me encanta. —susurra pegado a mi labios. —¿Me dejas cabalgarte? quiero sentirte bien profundo. —habla mientas comienza a recorrer mis labios con la punta de su lengua. Y con besos se dirige hacia mi cuello, puedo sentir las succiones que me hace, a la vez que me desabrocha la camisa.

Esos chupetones dejaran rastro, de eso estoy seguro.

Todo lo hace con mucha lentitud logrando que las cosas sean más emocionantes y me excite más de lo que ya estoy. Me encanta que ella sea tan directa. Mis manos recorren todo su sensual cuerpo de manera lenta, pero con firmeza. Llego a su culo y lo aprieto con fuerza.

A pesar de todo debo de mantener el control, ser yo el que controle la situación. Ella no puede ser la que me controle.

—No lo se. No estoy seguro de que quiero eso. —ella detiene lo que hace y me mira confundida.

—¿No quieres? ¿Por qué? ¿Estas molesto por lo de tu madre? Yo no quise... —no la dejo que continue hablando y la beso con ferocidad.

Con ella aun encima de mí y sin dejar de besarla, me levanto, ella enrolla su pierna en mi cintura. Y asi sin detener el beso camino hacia mi habitación. Cuando ya llego a la cama dejo de besarla, ella me mira extasiada y con una gran sonrisa.

Sin perder el tiempo la tiro a la cama, ella me mira con los ojos encendidos por la sorpresa y el deseo, su pecho subiendo y bajando rápidamente. Me subo a la cama como gato en busca de su presa, y cuando ya estoy encima de ella vuelvo a besarla con la misma intensidad de hace un momento.

—No me vas a cabalgar, preciosa, yo tengo el control aquí. Y te voy a empotrar en cada rincón de esta habitación. Entendido —especto con voz firme. Ella sonríe con mucha emoción. Al parecer si le gustó la idea de que la empotre.

Esta noche disfrutare de ella como si fuera el último día.

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