💖Capitulo 29 - Coqueteo💖

Tatiana.

Al cerrar la llamada con Oscar, no puedo evitar reírme. Él no es normal. ¿En serio hizo un contrato? ¿Qué dirá ese contrato? La verdad, no me molesta. Al contrario, encuentro eso excitante y divertido. Ya me dio ansiedad de saber qué dice. ¿Habrá proposiciones raras, como algún fetiche? ¡Ay, no! ¿En qué estoy pensando? Ese Oscar está haciendo que me ponga más pervertida.

Mientras recojo los documentos que tengo desparramados en mi escritorio, no dejo de pensar en él y tampoco en lo que pasó ayer cuando su madre nos encontró desnudos. Qué vergüenza sentí, aunque dije algunas tonterías, y espero que esas tonterías le dejaran claro a esa señora que su hijo y yo solo tenemos una relación clandestina.

Pero ¿por qué no dejo de pensarlo? No dormí bien recordando los momentos apasionados que hemos tenido, pero el de ayer fue diferente. Me gustó porque no fue directo al sexo; ver las películas fue divertido y agradable. Él es genial. Y ya que somos "amigos", podríamos pasar más momentos así. La verdad, no me molesta. Podríamos ir al cine o a la playa. Sí, se lo diré. Sé que será divertido.

Hoy me pasé todo el día pensando en Oscar. No me podía concentrar; no sé qué me pasa. Por suerte, Cameron en un par de ocasiones entró y tronó sus dedos en mi rostro, sacándome de esos pensamientos pecaminosos. Por lo menos, la conversación que tuve con Brandon, mi cuñado, hizo que dejara de pensarlo por varios minutos. Mi cuñado me pidió ayuda para pedirle a mi hermana que vuelvan a ser novios. Hace días atrás, él se lo propuso, pero ella lo rechazó. Me reí como loca cuando me lo dijo.

Y hoy en la noche será la cena donde Brandon llegará y se lo pedirá. Le di varias ideas de cómo hacerlo. Él anda todo nervioso; me obligó a jurarle que no iba a decirle nada a mi hermana de que me pidió ayuda y se lo prometí. Por eso tengo que estar en esa cena, aunque por un lado ya no quiero. Tenía pensado desde que saliera del trabajo pasarla con Oscar, y más ahora que está ese contrato de por medio.

Aunque él me dijo que podía avisarle cuando todo termine, y eso haré. Muero por volver a estar con él.

—Jefa, deja esos documentos. El lunes los organizo todos. Recuerda que tienes compromisos. —La voz de Cameron me saca de mis pensamientos. Cuando lo miro, este me sonríe, y le devuelvo la sonrisa.

—Gracias, querido. Eres un amor. Sé que esto no podría terminarlo hoy. —digo mientras agarro mi cartera y celular.

—Para eso estamos los asistentes, tú ni te preocupes. —responde con una sonrisa.

Ambos salimos riéndonos, nos despedimos de los demás compañeros. Y al llegar a recepción, me sorprendo cuando veo a Oscar cerca de la recepcionista. No pensé que vendría, y eso me emociona. Los besos que nos damos hacen que todo en mí se acelere. Lo que no sé es de dónde salieron esos celos, pero ver esa escena de ellos tan cerca me dio rabia y no pude evitar reclamarlo como mío.

Ahora he metido la pata. Yo quería seguir manteniendo en secreto mi parentesco con Gaby, pero ya el rubio que me roba el sueño lo sabe. Ese Oscar me está jodiendo la vida, y no sé si sea bueno, pero no puedo evitar dejar de pensar en él.

Me despedí sin explicarle nada más del por qué no le dije de quién era familia, pero en ese momento se me ocurrió algo. Compraré unas cositas para usarlas cuando vaya esta noche a su departamento.

—Tatiana, detente. Te vas a caer si sigues corriendo y no soy tu príncipe azul para rescatarte. —escucho la voz de Cameron y detengo mi huida al llegar al carro, mi respiración está agitada.

—¿Qué ocurre? Tengo que irme. —mi voz sale algo molesta por la interrupción.

—¿Por qué saliste corriendo? Dejaste a ese bombón confundido. No entiendo lo que ambos tienen. Me dijiste que son amigos con derechos, pero actúan como si fueran novios. Explícate. —me dice mientras se cruza de brazos y levanta una de sus cejas.

—Ya te dije, solo somos amigos que tienen sexo. —vuelvo a recalcar lo que le dije en la mañana, ya que le conté lo mío con Oscar.

—Sí, claro. ¿Y yo me chupo un cable? Esas miraditas y ese coqueteo que ambos se dan son de enamorados. Aunque no lo creas, soy experto en detectarlas. —me asegura con una sonrisa burlona.

Lo observo con incredulidad. Está loco, ¿enamorada yo? ¡Jamás! Ya lo he dicho, no me enamoraré. Además, no sé qué es eso, nunca me he enamorado.

—Y si no lo están, están a poquito de enamorarse. Qué lindo es el amor. —da un largo suspiro como enamorado. Ruedo los ojos con fastidio. Sí que está totalmente loco.

—Claro que no, eso no es así. No digas tonterías. Sé que ambos sentimos una fuerte atracción, eso no lo niego. Nos gustamos en el ámbito sensual, en el sexo, es todo. —hablo mientras abro la puerta del carro y me adentro a él.

—Sí, claro, lo que digas, jefa. Solo te digo que este que está aquí no se equivoca. Pero bueno, nos vemos el lunes. Que tengas un fin de semana ardiente con tu sexy rubio. Y cuídalo, que podría robártelo. —me dice sin dejar de sonreír, me guiña un ojo y luego se va soltando una carcajada.

Me quedo paralizada por varios segundos viendo por donde se ha ido. Él no es normal. ¿En verdad dijo que me lo va a quitar? No, claro que no. Oscar Addams me pertenece y no dejaré que ninguna perra arrastrada se acerque a él. Y no me refiero a Cameron, porque sé lo hombre que es Oscar, sino a esas tipas. Por lo que veo, tendré que hablar con la recepcionista esa.

El sonido de una bocina me espanta, sacándome de la tontería que estoy pensando. ¿Qué me pasa? Tengo que entrar en razón. Lo que pasa con Oscar es puro sexo, uno delicioso y nada más. ¿Por qué debo tener esos pensamientos?

Desvío mis pensamientos y salgo del estacionamiento tan rápido como puedo. Prendo la radio a todo volumen. Empiezo a cantar la canción de Taylor Swift – 22. Me encanta esa canción; la puedo repetir una y otra vez y no me canso de escucharla y cantarla a todo pulmón.

Al visualizar una bodega, me detengo. Entro y compro varias botellas de buen vino. Siento que la noche y el fin de semana serán largos. Sigo mi recorrido hasta llegar a mi destino. Con algo de vergüenza, entro a la tienda. Nunca había entrado en un lugar como este, pero la idea que tengo no puedo sacarla de la cabeza.

—Bienvenida, muñeca. ¿Qué vas a querer? Mira que hay unas prendas que sé que te quedarán espectacular. Estás para comerte, preciosa. —habla la chica que, al parecer, es la encargada. Me da una sonrisa coqueta y me mira con lascivia.

Por varios segundos me quedo pasmada ante lo que ella dice. ¿Está coqueteándome? Esto no me había pasado nunca. Le doy una sonrisa algo incómoda.

—Hola, gracias. Estoy buscando algo especial. Quiero sorprender a alguien esta noche. —respondo, tratando de sonar segura y no demostrar que su actitud me desconcierta.

—Oh, claro. Tenemos de todo un poco. Hermosa, ven, sígueme. —dice con entusiasmo, guiándome hacia una sección llena de lencería provocativa y juguetes.

Me siento un poco abrumada por la variedad, pero a la vez emocionada. La muy descarada se me insinúa en cada oportunidad que me descuido. Esta es la compra más incómoda que he hecho, pero valdrá la pena por lo que he elegido.

—Lástima que usaras eso para un hombre, pero bueno, espero verte pronto, muñequita. Y si ese hombre te llega a romper tu corazón estaré aquí para consolarte, llámame—sus palabras salen cargadas de excitación. Esto es tan raro e incómodo, nunca ninguna mujer me había coqueteado.

Con mi rostro caliente de la vergüenza, salgo de la tienda como un rayo. Creo que no volveré más nunca a ella. Al entrar al carro no puedo evitar reírme como una desquiciada. Eso fue una experiencia única, pero con eso ya sé que, si algún día ya no me interesan los hombres, bueno, las mujeres estarán disponibles.

Llego a mi apartamento sin dejar de reírme. No puedo evitarlo, fue tan extraño y divertida la situación con esa chica. Olvidándome de eso, comienzo a prepararme. Tengo tres horas para hacerlo.

Con las botellas de vino en la parte de atrás del carro, bien ocultas para que mi hermana no las vea y haga preguntas innecesarias, salgo ya lista para la cena. Me depilé todo mi cuerpecito porque ya tenía partes donde estaba creciendo el vello y me gusta estar con mi piel suavecita. Me puse parte de lo que compré; la otra parte me la pondré cuando termine la cena y vaya rumbo a ver a Oscar.

Con mi hermana a mi lado hablando más que un perico, llegamos a la enorme casa de su futuro novio. Espero que ya le dé el sí. Ella empezó a hacerme miles de preguntas sobre mis desapariciones, preguntas que respondía a medias. No le diré nada referente a Oscar, porque la conozco y querrá hacerse la de cupido

Yo lo único que sé es que Oscarcito quedará encantado con la sorpresita que le tengo esta noche y cumpliré mi promesa de dejarlo seco.

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