💖Capitulo 14 - ¿Seguirte a ti? Ni que fueras tan importante💖
Tatiana.
No sé en qué momento me quedé dormida, pero el sonido de la puerta me indica que mi hermana ya llegó. Verifico la hora y es bastante temprano. ¿Qué habrá pasado? ¿Por qué tan temprano? La veo quitarse la ropa y cuando me escucha, se espanta. Ella comienza a redactarme todo lo que pasó. La escucho atentamente sin interrumpirla, y sin poder evitarlo, sonrío aliviada. Ese idiota de Oscar no pudo hacer nada.
Ella termina echándome de su habitación cuando le digo que necesita ser feliz y que no quiero verla sufrir. Acostada, pienso en mi hermana. Ha sufrido mucho, y lo que más deseo es su felicidad. Que encuentre el amor. Yo creo en el amor, pero a mí no me interesa. Ver a los demás felices me es suficiente.
Cuando me estoy quedando dormida, mi teléfono suena indicándome que me llegó un mensaje. Al verificar, es del bombón de chocolate, Bruno.
"Hola hermosa, no sé si ya duermes. Pero ¿quería saber si estabas disponible? Me gustaría terminar lo del otro día en mi departamento, mira que tengo unas ganas de enterrarme en lo más profundo de tu rico coño. ¿Qué dices?"
Vaya, lindo mensaje. Me muerdo el labio inferior. Sonrío como una pervertida. Podría decirle que obvio no estoy dormida y que me invite a que me coja duro, no estaría mal. Además, tengo un orgasmo frustrado, y Bruno sería perfecto para darme ese orgasmo. O podría quedarme durmiendo. ¿Pero desde cuándo pienso para tener sexo?
Me tiro en la cama con algo de frustración. ¿Por qué no le respondo? Antes sin pensarlo, le hubiera dicho que sí.
Al cerrar los ojos, el recuerdo de anoche en el bar llega a mi mente. Ese idiota no hace nada mal el sexo oral y me encantaría volver a repetirlo, pero no quiero verme necesitada, aunque lo esté. Tengo que hacer un plan para que vuelva a pasar, pero que se vea que fue él el que hizo todo.
Cuando otra vez me estoy quedando dormida, me llega un mensaje. Verifico y es de Massimo, pidiéndonos juntarnos lo antes posible, que había salido de la ciudad pero que ya está por regresar. Le respondo de inmediato con un sí. Al fin sabré cuál será ese caso importante que lleva. Espero poder ayudarlo con mis sabios conocimientos.
(***)
Hoy es uno de esos días en los que estoy más aburrida que un payaso en una fiesta. Y todo se pone aún más patas arriba cuando recuerdo de que no tengo trabajo ni vida sexual. Sí, ya llevo semanas en sequía, ¡semanas! Nadie con quien coger. Y eso, créanme, me tiene con un humor amargo, creo que un limón es meno amargo. Claro, me autocomplazco, los orgasmos son una delicia, pero, sinceramente, no es lo mismo. Mis deditos son buenos, pero no alcanzan las profundidades que un miembro podría explorar, y ya llevo tiempo considerando seriamente en comprarme un consolador.
Y lo peor no es que mis dedos no alcancen el fondo de mi ser, y eso me cause frustración. No, no, lo peor es que mi amiga la vagina parece tener un radar que solo lleva a la dirección del idiota Oscar. Sí, cada uno de mis orgasmos ha sido un homenaje a ese idiota, y ya ha pasado una semana desde el maravilloso orgasmo que me regaló. No lo niego, quiero volver a verlo.
Diosito te juro que esta vez estoy dispuesta a todo, sin quejas y sin importarme si no quiere recibir besos.
¿Y pueden creer que hay algo aún peor que eso? ¡Sí, lo hay! ¡Rechacé al bombón de chocolate de Bruno! Algo que nunca me había pasado antes. No sé cuál fue el motivo, aunque creo que ya no tenía ganas y tampoco me interesó buscar a otro. Aunque esta semana me la he pasado en casa de mis padres, y tal vez por eso mi mente no está sintonizada en buscar hombres. Mi papá sabe que he perdido el trabajo, no lo tomó muy bien, pero al final terminó aceptándolo. En fin, mi mente esta hecho un caos.
Suspiro mientras le doy un largo sorbo a mi malteada de chocolate, mi bebida favorita. Aquí estoy, en una cafetería, esperando a Massimo, pero el chico, que no es chico, parece que se perdió en el camino. Me está poniendo de los nervios, tengo cosas que hacer, bueno, en realidad no tengo nada, pero la cama estaba tan cómoda que no quería salir de ella. Aunque, siendo honesta, son las tres de la tarde y cuando eres una desempleada, las mañanas son eternas y las tardes se confunden con las noches.
Si no fuera porque lo considero un gran amigo, un hermano, y porque me dijo que el caso que está manejando es crucial, ya me habría ido. Cuando estoy a punto de levantarme para ir al baño, por fin lo veo entrar, su hermoso rostro grita "perdón".
—Perdona la tardanza. Me retuvieron. —se disculpa al llegar a mi lado.
—Casi estoy a punto de cortarte la cabeza, pero para que veas lo buena y adorable que soy, no lo haré. —respondo con una sonrisa.
—Amaneciste agresiva, mujer. —asegura con una sonrisa mientras se sienta.
—¿Cómo crees? No es así. Soy un pan de Dios, pervertida, no lo niego, pero un pan, y uno muy bello y sabroso. —contesto, provocando risas en ambos.
—Eres muy guapa, de eso no hay duda. —expresa mientras llama al camarero.
—¡Qué lindo! Has dicho una gran verdad. —ambos reímos.
El camarero llega, y él pide un café. Comienza a preguntarme sobre mi vida y el trabajo. Cuando le comunico que renuncié, no se sorprende, al contrario, está feliz de que ya no esté en esa firma. Luego, me habla del caso, donde unos tipos están acusados de matar a varias personas de una familia, y la familia busca justicia. Cada palabra que sale de su boca me deja boquiabierta.
—¡Vaya, Massimo, ese caso está fuerte! —lo miro preocupada.
—Lo sé. ¿Puedes creer que me han ofrecido mucho dinero para desestimar el caso? Creen que pueden comprarme. Eso es algo que nunca pasará, soy un hombre intachable. —expresa molesto mientras da un sorbo al café.
—Esos tipos harían cualquier cosa por ganar. Y estoy segura de que son mafiosos, por todo lo que me cuentas.
—Yo no lo pongo en duda, y por más que investigo, no encuentro nada. Pero, ya sabes cómo soy, no le cuento mis cosas a cualquiera. Y sé que contigo puedo confiar. Te considero como una hermana. Además, sé que eres muy buena en tu trabajo y nunca te rebajarías aceptando un soborno.
Me acomodo mejor en la silla, cruzando mis brazos. Lo observo detenidamente, y él hace lo mismo.
—Masi, te adoro, de verdad, y mucho. Igual te veo como el gran hermano que nunca tuve. Pero ¿creo que no estoy entendiendo? ¿Podrías ser más específico? ¿Para qué exactamente es que me necesitas? —pregunto con seriedad.
Él suspira y se pone mucho más serio.
—Escucha, cada abogado que toma el caso para defender a la familia Parker, ese abogado a la semana renuncia. No hay pruebas de que sea por soborno, pero estoy seguro de que es así. Lo que quiero pedirte es que seas la abogada de esa familia.
Su proposición me sorprende; no esperaba que él me pidiera algo así. El silencio nos envuelve mientras nos miramos. Es un buen caso, y si gano, mi nombre estaría en todas partes, sería reconocida, vendrían más casos, más dinero. Me volvería alguien importante, hasta podría poner mi propia firma.
—Masi, en verdad me halagas, y sería una gran oportunidad para mi carrera, pero debo pensarlo. Ahora mismo no puedo tomar un caso así. Te seré sincera, suena hasta peligroso, ¿me entiendes? —respondo con una sonrisa para aliviar la tensión que se ha formado.
—Te entiendo, no te obligaré a algo que no desees. Piénsalo; la próxima audiencia será en dos meses.
—Gracias, pero si quieres, puedes enviarme la información para conocer mejor el caso, y luego veré si puedo tomarlo.
Asiente con una sonrisa. Seguimos hablando, ya obviando el caso, y conversamos sobre nuestras vidas. Cuando le pregunto por esa chica de la que está enamorado, se tensa. De repente, me dice que tiene que irse, que tiene una reunión importante, paga la cuenta y, sin dejar que diga algo más, se va.
Sin poder evitarlo, me río. Se nota que está enamorado, aunque dice que es un amor prohibido. Nada es prohibido, si les gusta, que aprovechen. Pero recuerdo sus palabras: "No puedo estar con ella, le faltaría a mi mejor amigo y a sus padres. La tuve en mis brazos, creo que no es correcto". Esas fueron sus palabras. Tiene sentido, pero si se aman, ¿por qué complicarse? Ambos son mayores de edad, no le veo el problema.
—Pero miren a quién tenemos aquí. La loca bandida de Tatiana.
Esa voz y esas palabras me hacen levantar la cabeza, encontrándome con el idiota rubio de Oscar. Este me mira con una media sonrisa algo maliciosa, y no puedo creer que me lo encuentre aquí. Creo que lo llamé con el pensamiento.
—¿Qué pasó? ¿Te quedaste muda? ¿O acaso a Massimo también lo dejaste duro? —espeta con enojo, sentándose frente a mí.
Levanto una de mis cejas con obvia confusión, pero cuando recuerdo el día del bar, no puedo evitar soltar una gran carcajada. Tengo que agarrarme la barriga porque ya me duele de tanto reírme.
—Eso fue divertido, hubieras visto tu cara. —respondo sin dejar de reírme.
—Deja de reírte, no fue nada divertido. Loca. —Al escuchar cómo me llama, dejo de reírme. Ahora es él quien sonríe burlonamente, y lo miro enojada. —¿Qué? ¿No te gusta que te llamen loca? ¿Verdad? Pues actúas como una loca.
—Cállate, ¿qué quieres? ¿Acaso me estás siguiendo? ¿Qué haces aquí? —cuestiono con molestia. Él sonríe mucho más.
—¿Seguirte a ti? Ni que fueras tan importante. Estaba pasando y decidí detenerme a tomar algo. —me responde mientras veo que llama al camarero.
—No te creo. Creo que tu ego de macho está herido y vienes a cobrarte porque te dejé duro. ¿O me equivoco?
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