💖Capitulo 1 - ¿Loca yo?💖
Tatiana.
—¡Su señoría, necesitamos un receso urgente! Esto está más tenso que una novela turca. —le comunico con una sonrisa pícara a Bruno, el juez. Él lucha por mantener la compostura ante mi acto tan descarado.
¿Han visto una novela turca? Esas novelas tienen tanto drama y tensión, que me desespera.
—¡Su señoría, por favor, avancemos! No veo la necesidad de perder más tiempo. Esto se está convirtiendo en un teatro —interviene el otro abogado sacándome de mis pensamientos. Lo fulmino con la mirada y él me responde con una sonrisa burlona.
«Este tipo me saca de quicio», susurro, lanzándole una mirada llena de odio.
—Sí, es necesario. Mi clienta se siente mal. No queremos un colapso dramático en medio de la sala, ¿verdad? —mi voz suena molesta, pero la verdad no lo estoy, es solo actuación.
Hago un gesto a la señora Martínez para que entre en acción. Llevo mi mano al pecho y ella simula sentirse mal de inmediato. Es buena actriz. Creo que ambas deberías dedicarnos a la actuación, sería interesante.
—¡Su señoría, esto es inaudito! Todo es una farsa. Además, decidamos ya. Ella debe pagar todo el dinero a mi cliente. —insiste el abogado odioso.
—¡Su señoría!
—¡Basta! Van a desgastar el "su señoría". ¡Compórtense! —dictamina con autoridad. —La abogada Palmer tiene razón. La próxima audiencia será dentro de un mes. Se levanta la sesión —concluye golpeando fuertemente la mesa con el martillo.
Me acerco a Bruno con la misma sonrisa coqueta.
—¿Estás libre hoy? —susurro guiñándole un ojo.
—Siempre para ti, preciosa. En el mismo lugar. —susurra él con una sonrisa cómplice. Asiento, se levanta y se va.
—Abogada, gracias por hacer que aplacen el caso. —la señora se me acerca con una sonrisa tímida.
—No hay de qué. Necesitamos más pruebas para demostrar que no le debe nada. Para eso lo hice. Ahora vete a descansar. Recuerda que no te sientes bien. —le guiño un ojo y se va con una sonrisa.
Recojo mis cosas y salgo de la sala con una sonrisa. Menos mal que Bruno está disponible. Tengo mucho estrés y necesito relajarme. Con mi guapo moreno dándome duro contra la pared, como me gusta, quedaré relajada. Pueden llamarme pervertida, pero no, simplemente me gusta el sexo un poco salvaje.
—Tati, dame unos minutos. —la voz de Massimo, el juez, detiene mis pasos.
Me giro hacia él y le doy una sonrisa. Es guapo, pero está enamorado de otra y no es de los hombres que quieren follarse con todas. ¿Cómo lo sé? Bueno, es mi amigo. Nos conocimos hace unos años y nunca hubo insinuaciones de su parte ni de la mía. Hemos construido una bonita amistad. Si, aunque no lo crean, una mujer y un hombre pueden ser amigos.
—¡Massimo, mi hombre! —me acerco con entusiasmo. —Que gusto verte ¿Cómo va todo? —le regalo mi mejor sonrisa. Él asiente, pero esa mirada seria no me convence.
—Bien por el momento, querida, pero necesito hablar contigo sobre un caso importante. ¿Podemos reunirnos? —me mira con seriedad, y esa expresión no me gusta nada.
—¡Claro que sí! Siempre estoy lista para ayudarte, desenredar los misterios legales. Sabes soy la Sherlock Holmes de los tribunales, créelo. —le guiño un ojo y él intenta ocultar una sonrisa, pero yo sigo sonriendo.
—De eso no tengo duda, ¿sabías que eres algo extraña?, pero me alegra escuchar que me ayudaras. Te aviso esta semana para coordinar. ¿estamos? —asiento y se despide con la misma seriedad.
Esa actitud seria es su manera de aparentar que es un hombre frío e impenetrable, pero sé que, en la privacidad con amigos, es una persona totalmente diferente. Y que me diga extraña no es la primera vez, a veces no soy normal. No es la primera vez que nos reunimos para discutir algún caso complicado en busca de la ayuda de otro o una opinión selecta en la que confía. Y claro, tenía que venir con la mejor, ok no, estoy exagerando.
Con la misma sonrisa, me dirijo a ver a mi hermana, quien también tiene audiencia. Quiero saber cómo le fue; espero que gane, ella es la mejor. La visualizo a lo lejos y por la expresión en su rostro, parece que aún no hay veredicto. Aunque, esa cara de amargada no cambia nunca.
—¡¿Cómo está la mejor abogada del mundo?! —le grito con una sonrisa. Ella me mira con desgana mientras sigue caminando con su clienta.
—¿Qué haces aquí? Pensé que no tenías audiencia hoy —me dice sin ganas, mientras continúa su marcha con su cliente.
—¿Podrías poner otra cara? Pareces amargada. —respondo sonriendo. Me encanta molestarla.
—Querida hermanita, no estoy de humor para tus chistes. Este caso me tiene estresada. Quiero que termine y que ese infeliz se pudra en la cárcel —habla molesta y la entiendo perfectamente.
—Cuánta agresividad. Así nunca encontrarás al amor de tu vida. —le digo riéndome.
Ella se detiene y su clienta choca con ella, su cara es todo un poema, a ella no le gusta que le hablen de ese tema. Me mira con furia, y temo por mi vida, podría matarme en cualquier momento con esa mirada. Quizás exagero. Pero mi hermana es una fiera, créanlo.
—Podrías, por una vez en tu puta vida, dejar de mencionarme esas estupideces. —se expresa muy molesta, creo que ya la cague.
—Bien, lo siento. Me voy, espero que ganes. —proclamo lanzándole un beso y casi salgo corriendo.
Tengo que dejar de provocar a la fiera, un día de estos me matará, aunque tal vez no. Soy su hermana favorita, bueno, soy la única, pero no creo que me mate ¿o sí? Sonrío para mí, quedare loca si sigo hablando sola. De mi bolso saco mi pelotita antiestrés. Yo también estoy estresada, tanto trabajo es agotador. Tan distraída voy con mi pelotita y mi teléfono, que alguien choca conmigo, provocando que mi teléfono caiga al suelo. «Pero qué hijo de su madre» pienso con rabia, por no decir otra palabra y menos en voz alta.
—Eres un idiota. —expreso molesta al individuo que me chocó, me agacho para recoger el teléfono, pero tipo me ignora y sigue su camino, qué imbécil. —¡Oye idiota, no tienes educación! — le grito levantándome y tirándole la pelotita que casualmente le llega, él se detiene y se gira lentamente.
A pesar de la distancia, puedo verlo claramente. Mis lindos ojos azules no dan crédito a lo que están contemplando. Me quito los lentes, que solo uso para leer, y no sé si lo que estoy viendo es real o una alucinación de mi loca y lujuriosa cabeza. Mierda, siento una oleada de excitación tremenda, un orgasmo a punto de hacer erupción. Mi coño ya se humedeció con solo verlo, ¿cómo es posible que me excite de esta manera? ¿Ese hombre es real o es un sueño? Parece haber sido tallado por los mismos ángeles, ¿Será un dios del Olimpo o un ángel?
«Joder, si así son los ángeles, quiero irme al cielo». Sin embargo, mi mente pervertida y lujuriosa me dice que probablemente no me dejarían entrar, creo que el infierno es el que me espera. Intento reprimir la risa y mantener la seriedad. Debo reclamar su mala educación, por más atractivo y ardiente que sea.
Se acerca a pasos lentos, frunciendo el ceño. No puedo evitar contemplar su belleza, su porte refinado y sensual. Su figura esculpida parece obra divina, y mi mente empieza a divagar en direcciones peligrosa y totalmente pecaminosas. Sin poder evitarlo me muerdo el labio inferior, y trato de no imaginármelo desnudo. Intento mantener la compostura, pero las preguntas surgen sin piedad: ¿cómo será su verga? ¿Sera hermosa al igual que él? ¿Cómo será en el sexo oral? Porque con esa boca debe hacer maravilla «¡No, no debería estar pensando en eso! ¡En serio, Tatiana, seriedad por favor!» me recrimino mentalmente.
Está a pocos pasos de mí, donde se revela más de su atractivo. ¿Por qué será que camina tan lentamente? No importa, no pienso moverme.
—¿Por qué me tiraste esta pelota? ¿Eres una loca que le tira cosas a los demás? —me pregunta con seriedad. —Claro que sí, eso es cosa de locas, solo los locos lo hacen.
¿Loca yo? ¿Quién se cree este imbécil?
—¿Me llamaste loca? —cuestiono con rabia.
—Sí, ¿algún problema con eso? loca —ahora se cruza de brazos, dándome una media sonrisa burlona. Pero su mirada me mira con perversión.
Mi sangre hierve. Este tipo no tiene derecho de llamarme loca. Estará guapo, sexy, ardiente, pero por eso no puedo dejar que me llame así. Estoy a punto de acercarme y expresar mi enojo de la manera que mejor sé, ósea abofetearlo, cuando la voz del moreno con el que suelo coger de vez en cuando me detiene.
—Preciosa, nos vamos. ¿Dónde estabas? Te estaba buscando. —me agarra de la cintura, sonríe.
—Fui a ver a mi hermana, pero vámonos. —le digo, intentando sonreír. El sonríe más y acaricia mis mejillas.
Volteo para ver al idiota, pero ya no está. ¿En qué momento se esfumó? Es un estúpido, lo que tiene de guapo lo tiene de tarado. ¿Como se atreve a llamarme loca? es un idiota. Espero no volver a cruzarme con él.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top