Viaje de negocios
No pudo moverse ni un centímetro, su corazón le contuvo el aliento al ver como Kakashi salía de la habitación con el labio roto, se preocupo. Estaba mas que sorprendida, pero, este ni siquiera se atrevió a verla. Salió furioso del piso ante la mirada de todos, la pelea entre ambos no había sido ajena para los presentes fuera de la oficina. Hinata sintió un gran culpa sobre su espalda, apretó sus manos contra su pecho y en un impulso noble quiso ir tras él. Sin embargo, un firme agarre la detuvo en el acto. Sus ojos perlas estaban vidriosos, quería llorar.
-no vayas- soltó Konan- Kakashi debe entender, estará bien-sonrió- no te preocupes.
Ella asintió tristemente, pero a su mente llegaron los lindos momentos con él. Kakashi siempre se mostró cortes y muy amable. Era consciente de lo que sentía por ella, pero no podía corresponderle solo porque sí. Cuando su espalda desapareció tras el ascensor, sintió que había perdido algo mas que un colega, era mas parecido a un amigo.
El tiempo pasó bastante lento para aquella extraña pareja. Hinata paso de dormir en la soledad a dormir con Obito. Aunque no eran una pareja ante la sociedad. Si lo eran en cuatro paredes y al pasar de las semanas se conocían más. Compartían anécdotas, sonrisas y muchos besos. Hinata aprendió a conocerlo aún más y él también. El cumpleaños de Obito llegó, nunca lo celebraba y en su empresa lo sabían, pero está vez harían una excepción. Está vez Obito aceptó a regañadientes la invitación de su primo y de su querida amiga konan a salir a un bar. Ambos muy asombrados pudieron notar la extraña relación de ese par. Obito era atento con Hinata, solía servirle las bebidas que iba a tomar y acomodarle el cabello, pero lo hacía de forma tan natural que no siquiera él lo notaba. Luego de escuchar y reírse por unas horas, el grupo decidió que era hora de tomar un rumbo directo a sus respectivas casas. La única joven era Hinata, porque los demás ya bordeaban los casi cuarenta años. Aquellos días dónde podrían salir a bailar y tomar hasta el desmayo ya habían quedado atrás.
-¿Cómo estás?- le pregunto Obito a Hinata que lucia bastante mareada.
Sonrió, Hinata no toleraba un par de tragos.
-estoy bien- mintió, resintió el aire de la calle y tubo que apoyarse con Obito para no caer.
-estas ebria señorita Hyuga- bromeó
-creo que bebi demás-acepto por fin
-vamos- sube.
Hinata se sonrojo aún más cuando vio que Obito la invitaba a subirse a su espalda. En un acto muy de pareja.
-no.. yo..
- sube porque te vas a lastimar. El auto todavía está estacionado a un par de cuadras- explico.
Ella asintió y se subió a su espalda, sintió el calor de este subiéndole hasta el pecho. Suspiro, no podía creer cuánto habían avanzado. Cuando llegaron a su auto, Obito la sentó en el copiloto con cuidado. Se sorprendió cuando ella lo beso inesperadamente y no dudo en corresponder a tal efusivo acto. Se apartó para verla, Hinata era muy hermosa y la acomodo un mechón, que tapaba ligeramente sus bellos ojos. En menos de veinte minutos ya habían llegado a la gran mansión Uchiha. Hinata tuvo que apoyarse nuevamente en él para no caerse.
-te tengo una sorpresa
-¿ehm? Pero.. hoy es tu cumpleaños, no el mío.
Obito se apartó y trajo una pequeña caja.
-no necesito ningún motivo para darte algún obsequio. Ábrelo- pidió gentilmente.
Esperaba muy adentro que sus empleados hayan seguido al pie de la letra sus instrucciones. Hinata se sobresaltó, cuando la tapa de la caja se movió sola.
-esto es..- sus ojos se abrieron enormemente y sonrió. Un gatito muy gordito y esponjosito hacía su aparición, negro como la noche con los ojos verdes. Era muy pequeñito- muchas gracias- le dijo llorosa. Seguro Obito sabía de su soledad y por eso le regaló una mascota.
-¿te gusta? – le pregunto mientras la rodeaba de la cintura por atrás.
-por supuesto que me gusta- se besaron profundamente, compartiendo hasta el último aliento de cada uno. El animalito salto de su caja y se poso en uno de los sofás, ambos lo vieron complacidos.
-ahora seremos padres gatunos- bromeo
Hinata abrió los labios ligeramente ante las inocentes palabras de Obito. ¿De verdad había dicho eso? ¿Acaso ella la estaba incluyendo de una forma tan intrínseca en su vida?
-¿Pasa algo?- le cuestionó Obito al ver que no dejaba de verlo.
-no.. nada- sonrió y ambos compartieron la compañía del uno y otro esa noche.
Las habladurías en las oficinas no tardaron mucho, al terminar el dia Hinata se había sentido mas que observada, era juzgada solo por respirar. Si, era cierto, no tenia amigos. Le costaba mucho hacerlos, pero no se merecía todo eso. Ahora todo el mundo sabia que su jefe y su mejor amigo se habían peleado por ella, además que ahora hasta llegaba por las mañanas con Obito. Sentir el insistente escrutinio la llevaron al baño, necesitaba vomitar lo poco que había comido. Se encerró en unos de los privados, al ultimo de la fila y vomito las bolas de arroz que había preparado. Los días habían sido duros, desde el incidente con Kakashi se sentía demasiado expuesta, llego al punto de pedirle amablemente a Obito que evitaran algún tipo de acercamiento durante el trabajo. Ahora comía sola, para evitar los insultos a sus espalda, uno que no se merecía porque ella nunca hablo mal de nadie.
Salió del privado a duras penas, enjuago su boca varias veces, para quitarse el sabor a vomito. Se observo al espejo, su maquillaje se había corrido. Se acomodo un mechón tras la oreja, saco el pequeño neceser que había llevado, tomo unas toallitas desmaquillantes y comenzó a retocar su casi inexistente maquillaje. Cuando lo termino, se cómodo el sastre y se observo. Estaba muy confundida, mucho. Si bien estaba feliz por tener una relación con Obito, no le quitaba el sin sabor de que aun no tenían nada oficial. La peor parte la estaba cargando ella, puesto que no era como Obito, quien le valía una mierda lo que dijeran. Su carácter fuerte e intimidante hacían temblar a cualquiera. En cambio, ella era más sensible y eso la estaba perjudicando mucho. Salió rápidamente del baño luego de su análisis mental, quiso doblar la esquina para tomar un poco de agua del bidón que estaba a mitad del pasillo, pero termino por tropezar con alguien.
-¡lo siento!- se disculpo, sus ojos se abrieron ligeramente al ver a la persona con la que se topo.
-¿estas bien?- le cuestiono Obito, al verla un poco descolocada y muy preocupada.
Ella se sonrojo al sentir su sutil contacto en su mejilla, termino por asentir. Su visión fue de ida y vuelta alrededor, para verificar si alguien los había visto.
-Estoy cansada- se excuso
Obito sonrió desde adentro, no la había dejado dormir mucho la verdad. Ahora parecía que Hinata vivía más en su casa que en la suya, pues no tenia vergüenza de llevársela después del trabajo hasta su casa, cenar y hacerle el amor. Los ojos negros de Obito la miraron con preocupación, Hinata lucia muy rara.
-¿Qué te parece si salimos un poco más temprano?- sugirió.
-¿ehm?- se sorprendió. ¿había escuchado bien?
-no tenemos mucho trabajo, además seria una buena idea ¿no lo crees?
-yo…- respiro muy hondo, estaba tan insegura de lo que iba a decir-Bueno.. es que yo.. la ultima semana- se sonrojo y miro hacia un lado- he estado durmiendo en tu casa..y bueno.. quizá haya correo y recibos los cuales deba revisar- termino por decir
Obito suspiro profundamente, la entendió. A pesar del carácter dócil de Hinata, era orgullosa y no quería ser tan dependiente de él, puesto que ni siquiera le había permitido ir por su ropa o su computador personal, ya que le había regalado muchas cosas.
-Obito yo..
-Sinceramente no entiendo porque la eligió- unas voces cerca del pasillo donde estaba sonaron y Hinata enmudeció de inmediato- Yo me veo mas mujer que ella ¿no crees?
A la peliazul se le apretó el pecho, ya suficiente soportaba que hablaran en voz baja y la miraran, pero ahora estaban hablando sin ataduras.
-Creo que no tienen ninguna gracia. Según escuche a Uchiha-sama le gustan ese tipo de mujeres. Su exprometida tiene ese carácter.
-Solo creo que debe ser toda una experta en la cama- las mujeres se rieron sonoramente y Hinata no pudo contener sus lagrimas- Seguro es algo pasajero ya que ni siquiera la ha oficializado. Seguro se estará divirtiendo con ella ¿no crees?
-Es lo mas seguro. Hinata nunca ha sido de mi agrado, fingir esa estúpida fragilidad me enferma- soltó despectivamente- Según escuche su padre solía tener mucho dinero.
-¿De verdad?
-Si, además dicen que se sui..
Ambas mujeres guardaron un silencio sepulcral cuando cruzaron la esquina del corredor. Encontrándose con una llorosa Hinata, quien hacia acopio de la poca fuerza que tenia para mantenerse en pie. Su cuerpo temblaba y las palabras no salían, las miro de frente, pero no dijo nada. No solo la habían insultado, habían mencionado aquel asunto tan delicado como el suicidio de su padre. Por impulso quiso retirarse, pero no pudo. Sus llorosos ojos llegaron hasta la persona que se lo impedía. Aquellas mujeres nunca olvidarían la expresión tan feroz y mortal de Obito, juraron que esos ojos negros se habían vuelto rojos.
-Uchiha-sama..
-Yo.. ella
Ambas estaban más pálidas que un papel, sudaban frio y temblaban. Se habían atrevido a insultar a Hinata y lo peor, los había escuchado Obito.
-Señor.. nosotras no..
-¡Cierren la boca!- amenazo tan mordaz que ambas tragaron grueso- ya bastante he escuchado. ¿en que área trabajan?- ninguna pronuncio palabra alguna- Creo que no me escucharon ¡¿En que maldita área trabajan?!
Las féminas se respingaron y contestaron en unisonó "recepción" dijeron y temblaron. Obito era muy intimidante, no solo su mirada, era todo el: su cuerpo, talla, porte entre otras cosas.
-ustedes comprenden ¿Que tan poderosa puede ser una mala referencia de mi parte? - esa sonrisa que les dedico fue algo que nunca olvidarían, Obito sin hacer mucho daba miedo. Las estaba amenzanado.
-¡lo sentimos mucho!- hablaron a la vez- ¡nosotras jamás quisimos ofenderlo!-a duras penas pudieron completar su frase, pero para Obito no era suficiente.
El hombre en frente de ellas negó y no lo entendieron.
-No se disculpen conmigo- tomo de la muñeca a la frágil peliazul y la puso en su delante, tomándola de ambos hombros. Hinata aún seguía llorosa- disculpen inmediatamente con ella- ordeno
Ambas se miraron, una se mordió su labio y la otra miro hacia un lado. Era evidente que ninguna quería disculparse.
-¡No me oyeron!- les grito y ambas se respingaron ante el tono tan autoritario.
-¡lo sentimos mucho Hinata-san! Nosotros no..
-Una disculpa no es valida sino es de corazón- la interrumpió y no le dio vergüenza llorar, podrían hablar mal de ella, pero de su familia jamás y eso fue lo que más le dolió- la próxima vez que ustedes desean opinar acerca de cualquier persona, primero deben conocer la verdad, no solo suponerlo- soltó, empuñando sus manos. Apartando un poco su mirar para ya no ser tan patética.
-no quiero volver a verlas por el resto del día- amenazo-¡lárguense ahora!
-Discúlpenos- dieron más una reverencia, querían desaparecer.
-una cosa mas- sus escasos pasos se detuvieron y ambas voltearon, encontrándose a un Obito más amenazante que antes- mi relación personal con la señorita Hinata no es asunto de nadie, tampoco debería ser el tema de conversación en mi empresa. Si vuelvo a escuchar algo relacionado con eso. Me encargare a despedir a quien sea ¿entendido?
Ambas asintieron, se vieron y salieron raudamente. Su mirada oscura llego hasta Hinata, aún seguía llorosa y no le daba la cara. Su cuerpo tiritaba, la culpa llego a él al saber que ahora era blanco de habladurías e injurias hacia su persona.
-Hinata- la quiso tomar del brazo, pero ella lo evadió. No quería que la viera en esa estado, camino hacia el sanitario y desapareció de su vista. Obito se quedó con un dolor culpable en el pecho.
Cuando el sol cayó Hinata, le pidió a Konan si la podría dejar cerca de su casa. Esta al ver el mal estado de ella tomo una decisión, para menguar el poco animo de su amiga, decidió desviarse hasta un café donde cocinaban deliciosos postres, quizá un buen rol de canela podría hacerla sentir bien. Sonrió cuando la vio disfrutar la primera probada del postre, mientras tomaba el café con elegancia.
-¿Dónde pasarás tus vacaciones konan-san?- le cuestionó al saber que había pedido vacaciones anticipadas, la iba a extrañar mucho. Había sido un gran apoyo desde que los rumores empezaron de su relación con Obito.
-iré por un crucero que recorrerá Europa y parte de Sudamérica- sonrió- tengo planeado hacer una parada en Vancouver y esquiar allá.
-¿Vancouver? ¿Irás a Canadá?- allá estaba Hanabi, la extrañaba tanto- ¿Mi hermana menor se encuentra viviendo allá con mi Nissan?
-te refieres a tu primo ¿Verdad?-Hinata asintió, nunca entendió el extremo formalismo de ella al dirigirse a su primo.
-bueno.. había considerado enviarle algunas cosas, pero con lo ocupada que he estado no he podido hacerlo- resaltó con pena.
-lamento mucho decírtelo Hinata, pero ahora no creo que tengas mucho tiempo. Lamento mucho poner más trabajo del que ya tienes. Dejo todo en tus manos Hinata, estoy segura que harás un estupendo trabajo- tomo sus manos entre las suyas y Hinata sonrió. Quizá tendría muchas responsabilidades, pero haría su mejor esfuerzo.
Hinata suspiro, era verdad ahora tendría menos tiempo- espero que Obito contrate a otra asistente.
-No lo creo- contesto- es muy celoso con sus negocios y ama la confidencialidad. Además es muy exigente, supongo que estaríamos igual que cuando llegaste hace mucho tiempo y despedía a todos quienes pasaban por tu puesto.
-es verdad, ha pasado tanto tiempo.
Algunos pasajes llegaron a ella, quizá melancólicas memorias de como fue su primera entrevista y su abrupta llegada a la empresa. Incluso se puso a comparar al Obito de hace más de un año con el de ahora. La mirada de antes era más sombría, lucia más delgado y su voz era más estremecedora. Aunque su mirada no había dejado de ser tan sería, había ganado peso que se había distribuido muy bien en sus pectorales y espalda, también ahora no era tan escueto de palabras como antes.
-Obito ha cambiado mucho- susurro Hinata sin pensarlo.
Konan la vio y sonrió de lado, la manera en como se dirigía a su amigo era bastante única y la tildó de especial. La formalidad había quedado de lado, aunque ella se esmeraba en seguirlo llamando como se debía, algunas veces se le olvidaba. Al parecer la relación iba avanzando bastante bien, sonrió desde a dentro aún más. Obito merecía ser feliz, igual que ella. Ambos tenían derecho a quererse como lo estaban haciendo. Los sentimientos de ella eran más notorios, los de Obito no tanto y eso le preocupaba. Él podría ser bastante voluble en algunos aspectos, tenía miedo que la lastimara.
-me alegra que ambos les estén yendo bien- tal afirmación hizo que las mejillas de Hinata se coloreaban.
No podía negarlo, menos a ella de lo que estaba pasando.
-escúchame Hinata- ella la miro fijamente. la mirada seria de su amiga la preocupo- siempre he sido muy sincera. Obito es mi amigo y lo quiero mucho ¿Lo sabes verdad?- ella asintió despacio- También lo conozco lo suficiente para decirte que a él le va ha tomar mucho tiempo aceptar lo siente por ti
-¿Eh? No sé de..
No pudo completar lo que iba a decir, sabía que Obito sentía algo por ella ya le había hecho notar sus celos. Sin embargo, lo que le dolía aceptar hasta ahora. Sí lo que sentía por ella, era algo genuino y para toda la vida o quizá tristemente era algo pasajero.
¿Si konan tenía razón? Si Obito nunca aceptaba algo real por ella ¿Ella estaba dispuesta a esperar?
-me da mucha pena lo que voy a decirte, pero, si pasa cualquier cosa. Siempre coloca tu salud mental antes que tus sentimientos- recomendó- No cometas el mismo error que yo. Nunca, pero nunca esperes que las cosas cambien. Si esa persona esta destinada a ti, no habrá fuerza sobrehumana que las separe de tu lado, pero si aun, así, se va, entonces sabrás que no habrá valido la pena y que no es para ti.
Sus palabras aunque estaban impregnadas de cariño y buenas intenciones. Fueron un trago amargo para ella ¿Por qué konan le decía todo eso? Se cuestionó. Le dolió el pecho al pensar de que quizá Obito no estaba tan involucrado con ella como lo pensaba y no lo culpaba, podrían compartir mucho la cama, pero no era nada oficial aun. ¿Qué tenia que pasar para que ese panorama cambiara? Ella lo había aceptado de forma, pero ¿Acaso tenía derecho de quejarse?
La mirada de Konan se centró en Hinata. No quería lastimarla, pero era mejor que le dijera la verdad. Por alguna razón tenía un extraño presentimiento. No se preocupaba por Obito, se preocupaba más por ella, porque la que estaba enamorada era ella. Sacudió su cabeza quizá sus presentimientos eran mal infundados.
Los días trascurrieron con bastante normalidad, Obito había notado que Hinata se había alejad, pero aunque al principio insistió, se canso en hacerlo. Aunque parezca extraño esto hizo que se resintiera, al ver el poco esfuerzo que ponía para estar con ella. Quizá Konan tenía razón y Obito no estaba tan involucrado como pensaba. Los encuentros íntimos eran nulos, antes no podían ni despegarse, ahora parecían que habían vuelto al principio. Después de unas semanas Konan partido de Tokio hasta España, allí tomaría su crucero que la llevaría por el mundo durante unos meses. Shisui, Hinata y Obito la despidieron en el aeropuerto. La peliazul le entregó algunas cosas para Hanabi, aunque no quería comprometerla en llevárselas Konan le aseguro que se entregaría personalmente. Al pasar algunos días la ausencia de Konan era evidente.
-tengo un compromiso con Kakashi, así que me despido- soltó shiui sin preocupación, dejándolos solo en medio de la oficina. Había sido un día largo de trabajo.
El solo nombrarlo hizo que Obito se le achicara los ojos, ya hacia dos meses que no había visto al que era su mejor amigo. Aunque no hablaba del tema, odiaba admitir que lo extraña. Sus bromas, sus platicas jocosas llenas de un humor rojo y hasta sus perversiones. Tenia muchos negocios pactados con él, sin embargo el heredero del emporio "Hatake" siempre enviaba a su secretaria a resolverlo todo. Obito entendió el mensaje, que no lo quería ver. Al principio fue difícil lidiar solo con su secretaria, pero Hinata pudo hacerlo con profesionalismo limpio. No habían vuelto a hablar desde entonces.
-será mejor que también me vaya- soltó Hinata mientras acomodaba unos folders que tenía que revisar.
Obito no dejo de verla, su cabello caía como cascada en su hermoso rostro, ese vestido enterizo, con escote redondo acentuaba su voluptuosa figura. Sus ojos negros llegaron hasta sus labios carmesí, que lo invitaban al deseo, mientras jugaba con el bolígrafo negro que tenía entre sus dedos. La extraña, mucho pero era demasiado orgullo para decírselo. Ya bastante humillado de sentía de haberle dicho abiertamente que estaba celoso, que otro la pretendiera. Habían pasado varias semanas, desde que ella de forma implícitamente se había separado de su lecho. Se sintió vulnerable al pensar que se había vuelto adicto a su cuerpo, aroma y sus caricias tímidas.
Se puso de pie, Hinata estaba tan concentrada ordenando el papeleo, que no sintió cuando la rodeo. Desde atrás su trasero era hermoso hacia los lados, por sus amplias caderas, tenía forma de corazón con esa cintura estrecha. Poso una de sus ásperas manos en su cintura y con otra le rodeo, Hinata se respingo al sentir su tibio contacto.
En una sensual caricia, Obito aparto su cabello azulado a un lado para besar su cuello desde atrás, acercándose más haciendo sentir que estaba duro por ella al colocarse detrás. El trasero de Hinata pudo sentir el bulto conocido, cerro los ojos y se dejó acariciar. Él besaba su cuello con ternura y devoción, la necesitaba tanto y ella a él.
Obito la quería, aunque no lo decía abiertamente estaba empezando a sentir más que una simple atracción por ella. Todo fue por un fin de semana, dónde ambos se comportaron como una pareja. Obito necesitaba comprar un traje, fueron a la zona más exclusiva de Tokio por eso. Hinata sonreía tímidamente ante los trajes costosos que le veía probar, era tan atractivo incluso más que un galán de alguna serie. Su porte, su talla, su elegancia al caminar era blanco de muchas de las féminas. Se sintió celosa e incluso insegura, porque no lo noto. A veces deseaba que la tomara de la mano o de la cintura, pero no, eso solo pasaban en la televisión. Obito podría ser muy romántico, incluso tierno pero todo siempre en la intimidad de su hogar.
Luego de ir de compras, fueron a un exclusivo restaurante donde solo servían postres. Obito odiaba lo dulce, pero hacia una excepción por ella. Se sintió como un adolescente en frecuentar un lugar así, le gustaba más los pubs por la privacidad de desbordaba, muy alejado de los colores pasteles de lugar.
-esta delicioso- soltó ella mientras saboreaba de manera tierna el helado de chocolate que se había pedido.
-eso parece- sonrió al saborear un café que califico como extremadamente dulce.
Luego de ahí partieron a la casa de él, donde trabajaron por unas horas. Hinata podría ser muy tierna, pero era una profesional en lo que hacía. Ver esa mirada desbordante de amor en sus ojos se hacia cuestionarse si debería estar con ella después de lo que le hizo. Deseaba arrancar esa primera noche dónde estuvo con ella o quizá haberla conocido de forma diferente. Encendió una música de fondo, una muy suave casi imperceptible. Obito le encantaba la música clásica, lo ayudaba mucho a concentrarse. Quizá en un impulso guiado por su ternura, se puso de pie y le extendió la mano para que lo imitara. Hinata abrió los ojos enormemente al entender el implícito pedido.
Ella se puso de pie y de forma muy suave la acercó hacia él, poso su mano en su cintura baja y comenzó a moverse al compas de la música. A ella se le oprimió el corazón, al sentir cierto halo de tristeza en él, no lo decía pero lo sentía.
-perdóname Hinata
Entonces recordó de la única vez que bailaron juntos. Fue aquel día dónde aquel atroz acto fue cometido contra ella. Sus ojos se cristalizaron. Cuando sus miradas se encontraron, ella le tomo el rostro, él cerro los ojos como si su tacto le quemara y está vez, fue ella quien lo beso.
Ya lo había perdonado, pero había algunos miedos que la atormentaban. Obito suspiro ante el tierno beso y le correspondió tratando de ser lo más dulce posible. Hinata busco su piel y entre las aberturas de sus camisas metió su mano sintiendo su abdomen firme entre sus dedos. Él le deslizo el cierre del vestido y este rebotó en el piso cuando se deslizo por su suave piel, coloco su nariz entre su cuello y olfateo ese olor a canela innato de ella. La acaricio con ternura, desabrochó su ropa interior y este desnudo sus enormes senos. Mientras que Hinata desabotonada uno a uno los botones grises, la ayudo a desnudarlo, sus dedos cursaron los cuadros de su abdomen y terminaron en esa zona de v. Reconociendo delante suyo que estaba con el hombre que amaba, que se entregaba al hombre que quería. Esta vez ella quería hacerle el amor, por primera vez.
Aun con dudas se acercó hasta sus partes bajas, desabrochó el costoso cinturón y sintió el bulto entre sus ropas. Obito desesperado por el contacto físico le ayudo a quitarse el pantalón y ya desnudos se besaron, se acariciaron de forma tan profunda que les quitó el aliento. Ella se puso de puntas y se abrazó a él. Obito la cargo sintiendo sus nalgas entre sus manos. Ambos cayeron en la cama suave.
Viajo por sus labios, cuello, senos, ombligo y terminado en su sexo. Hinata arqueo la espalda, casi protesto cuando el quitó su lengua de su intimidad. La ayudo para sentarla, Hinata sentía el íntimo escrutinio sobre ella. Entonces volvió a sumergirse su cabeza entre sus piernas, supo que la había sentado para que lo mirara comer de ella.
¿Cómo era posible eso? Se pregunto ella. El hombre más poderoso de todo Japón, uno tan intimidante que te hacía bajar la mirada a cualquiera, uno que con su sola presencia hacía que se tuviera que cambiar de lugar. Que con solo pronunciar su nombre, imponía miedo en cualquier conversación, uno muy respetado e incluso temido. Ahora estaba de rodillas y comiendo de su intimidad. Era muy dulce cuando la tocaba, tierno.
¿Cómo había llegado hasta ese punto?
Pudo sentir la sensación cálida de su orgasmo femenino, el cual no se mesuró en tragar y sonoramente. Hinata se sintió poderosa como si tuviera dominio de aquel semental. Luego la volvió a buscar, ya hinchado más por ella la invadió fuertemente haciéndola gemir de un profundo placer. Sus erráticas estocadas la hacían gritar su nombre y querer más contacto de su parte. No basta a qué comiera de sus senos, también necesitabas sus manos sobre todo su cuerpo. Obito la invadía, gruñendo en cada estocada acariciándola desde adentro.
-Hinata- agonizó estaba a punto de llegar a su climax, pero no contó que ella lo sometiera colocándose encima suyo.
Obito jamás olvidaría aquella imagen de ella sobre él. Su cabello peliazul caía sobre sus senos hermosamente, su piel blanca brillaba en la escasa luz en la habitación. Y sus enormes senos bailaban de arriba abajo producto de sus saltos. Apretó sus nalgas haciéndola gemir, fue tanto la pasión que Obito la nalgueo, haciendo que se sonrojara aún más. No pudiendo resistirse a sus besos, la busco y la sofoco con uno profundo mientras la ayudaba a moverse encima suyo. Logrando quizá el mejor orgasmo de sus vidas, ambos cayeron uno encima del otro. Se volvieron a besar y compartieron una tímida sonrisa. A ella le venció el sueño, pero él durmió muy poco. No dejo verla y acariciar los brazos, reconociendo por primera vez que quería todo de ella. Ya tenía su cuerpo, la tenía completamente entregada de forma sexual, tenia su corazón con sus sonrisas y caricias, pero ahora quería lo más profundo de su ser: Su alma. Esa que estaba seguro no se lo había entregado a nadie. Nunca en su vida había tenido una experiencia tan profunda con alguna mujer. Ni siquiera sus experiencias con rin, ni las de konan se le comparaba, esto era diferente. Una que no olvidaría jamás.
Al pasar unos minutos la escucho dormir un poco, se pregunto si estaba bien quererla y dejarse querer por tal ángel terrenal. Delineo su espalda y se apego a ella. Hinata sonrió.
-pensé que dormías
-lo hacia, solo que me tocaste y me desperté. Tengo el sueño muy ligero.
-entiendo ¿Quieres comer algo?- le pregunto, ella volteo y negó solo quería quedarse así con ella.
Algo que les gustaba a ambos era el silencio compartido. El se dedicó a acariciarla, ella también. A veces ella deseaba compartir más con él. Sin embargo, tenerlo así con ella era mas que suficiente.
-Obito- susurro y la beso, despacio lento- ábrete conmigo- termino por decir
La mirada de él se torno triste, la tomo de la mano y beso su dorso. No quería compartir sus demonios, no aún. No quería que ella cargará o que tratara de sanar sus heridas emocionales. Las que dejó su fallecido abuelo, su desordenada vida y su exprometida, sobre todo ella.
-debes aprender a perdonar- ella pareció adivinar sus pensamientos. Obito nunca le decía que admiraba la forma en como lo miraba y como parecía adivinarle lo que pensaba.
-perdonar es lo más difícil- debatió y ella sonrió ante la intimidad de sus palabras.
-eres un buen hombre Obito. Estoy segura que lo harás.
-eres muy gentil Hinata. ¿Por qué después de tantas cosas que te han dañado sigues sonriendo?
-porque he aprendido a perdonar, sanar y olvidar.
Hinata era emocionalmente más madura que él. Había vivido tanto tiempo con resentimiento, perdiendo su valioso tiempo, odiando a una persona que no lo valía. Ver a Hinata seguir teniendo esperanza en este mundo cruel, ruin y sin valores se hacia cuestionarse si había estado viviendo de la forma correcta los últimos diez años.
Allí en la intimidad de su oficina la estaba tocando con tanta devoción como lo hizo aquel fin de semana. La había extraño y aceptarlo era algo que estaba empezando a costarle. Sus manos pasaron de su cintura hasta sus generosos senos. La escucho suspirar ella estaba sonrojada, lo supuso. Los amaso en sus grandes manos robándoles gemidos inconformes.
-apiádate de mi Hinata- su voz ronca la hizo estremecer, sobre todo cuando le hablo al oído- te he extraño- se sincero en tono de ruego. Ya habían estado semanas separados y no por él. Sino porque ella lo había estado evitando.
Hinata se dejó tocar, más cuando el Uchiha bajo sus manos hasta su intimidad, le levantó el vestido y comenzó a penetrarla con sus dedos. Sentirla mojada para el lo hacía sentir vencedor. Hinata lo extrañaba tanto como él a ella.
-Obito- gimió y volteo de lado para besarlo mientras la acariciaba.
No podía negarse, estaba enamorada pero las inseguridades dolían. Carraspeo cuando sintió que le deslizaban su broche, sus senos se desnudaron al no traer el brasier, le quitó los parches de sus pezones y comenzó a jugar con ellos.
El aire comenzó a faltarle, se aflojó la corbata, la tiró a un lado y no pudiendo aguantar más su erección la volteo y la beso con hambre. Hinata hecho la cabeza para atrás al sentir la presión sobre ella. Comenzó a buscar su piel sobre su camisa, él la alzó y la sento sobre el escritorio y a ninguno le importo las hojas importantes que se arrugaron en el proceso. Le gustaba mucho, demasiado. Se había vuelto adicto a su aroma, sus caricias suaves y sus besos, pero lo que más le gustaba a ella era cuando le decía que lo amaba. Con esa sinceridad en sus ojos desbordantes. Quería escucharla decir que lo amaba.
Obito le levantó la falta y está quedó en su cintura, se éxcito más al ver la ropa interior que traía, era una roja la que considero sexy.
-alguien podría vernos- soltó ella mientras miraba la puerta.
-el personal viene más tarde- aclaro y la hecho un poco más atrás mientras comía de sus senos mientras la masturbaba
- pero..
Él la silencio en un beso, acaricio sus piernas, luego su sexo. No se mesuro en marcar su cuello. Ella estaba casi desnuda en su escritorio. No resistió más, se bajó los pantalones, se masturbo un poco y..
-¡Mierda!
Un sonido de unos pasos se escuchó a las afueras, Hinata se bajo del escritorio abochornada. Obito arrastró su cabello y entonces noto que el teléfono de su primo estaba sobre el escritorio.
-vamos- la condujo a su estancia privada. No expondría a tan bochornosa escena a ella, pero necesitan ocultarse ya que era demasiado obvio lo que hacían.
Hinata reacomodo un poco sus prendas y se dejó guiar, apenas entraron Obito la arrinconó a la pared y la beso. Ambos sintieron la sensación del peligro de ser descubiertos.
-¿Obito?- había tocado la puerta más veces de las necesarias, nadie le respondió así que se atrevió a entrar.
Entro despacio, se asomo primero observando la oficina vacía, pero ciertos detalles no pasaron desapercibidos ante su sagaz mirada. Primero el bolso y abrigo de Hinata aún seguían sobre la silla, también noto algunos papeles arrugados sobre la mesa, pero lo que más le llamo la atención, fue la corbata de su primo tirada a un lado.
Un extraño sonido de escuchó en la estancia privada de la oficina, tomo su celular y sonrió. Al parecer había interrumpido algo. No quiso pensar mucho y se marchó.
-obi..to- apenas pudo decir al ser invadida por él.
-no hagas ruido
La penetraban profundamente, ya la tenía desnuda contra el muro frío de la habitación. No dejo de besarla y tomarla fuertemente de más nalgas, verla sonrojada por él era como ver a un ángel corrompido por su lujuria.
-Hinata- gimió.
Un poco de raciocinio llego a ella y comenzó a tensarse. No le gustaba lo que le estaba haciendo, no así. Un encuentro clandestino a mitad de la noche, rehuyendo del escrutinio de los demás. Sumando a qué no se miraba nada bien, que ella estuviera consumando su amor con alguien que no era su pareja.
-Obito, espera- le dijo y quiso apartarlo
-¿pasa algo?- le cuestionó al sentirla tensa e incómoda-¿te dolió? – era consciente que había sido algo rudo.
-no.. es solo que..
La vio vacilar, morderse el labio y reacomodar sus ropas, pero lo que no le gustó fue que ni siquiera le daba la cara. Odiaba eso, que no quisiera ni verlo. Sinceramente ya se estaba cansando, el ya no tenía tiempo ni necesidad de esperar que le dijera algo. Tampoco quería preguntar, eran adultos que podrían conversar de sus problemas. No niños. Fastidiado por la situación Obito acomodo sus pantalones y su camisa. Abrió la puerta y salió de la habitación ante el asombro de ella. Su falta de comunicación lo hacía sentir vulnerable y eso no le gustaba, ya había pasado por eso, no lo haría nuevamente.
Hinata asombrada viéndolo partir se apresuró a ir tras él, quiso tomarlo del brazo , pero no se dejó tocar. Cuando volteo la miro furioso y su corazón se contrajo.
-Si no quieres acostarte conmigo, lo entiendo. No puedo obligarte a ser cosas que no deseas- sus palabras fueron duras, pero sinceras- pero no sé que es lo que te pasa. Las últimas semanas has rehuido de mí ¿Es por lo que hablaron aquellas mujeres en el pasillo? ¿es por eso?- su voz molesta la intimido.
La paciencia de Obito estaba llegando a su límite, más aún cuando resintió su silencio y aparto su mirada. Entonces se harto.
-Si no me dices lo que te pasa, entonces no puedo hacer nada Hinata- ella lo vio y no pudo evitar llorar, pudo ver su frustración en su rostro- yo ya no soy un niño para estar adivinando que te pasa. Somos adultos y lo debemos conversar para solucionarlo, simplemente no puedes pretender que separa lo que te pasa cuando solo callas y te pones a llorar. Sinceramente está situación me está cansando.
Sus ojos se abrieron enormemente de dolor, sintiéndose culpable por su comportamiento infantil. Si estaba insegura de lo que tenían, porque aún no le habían puesto un nombre, por las habladurías en el pasillo, porque no le había dicho que le amaba aun. Sin embargo, no lo dijo, Obito se cansó de esperar su respuesta tomo su saco, su corbata, su maletín y pretendió irse. Pero cuando iba a cruzar la puerta, se detuvo.
-Yo no tengo la necesidad de darle explicaciones a nadie sobre mis relaciones Hinata- sus palabras eran como puñales en su corazón- Quizá esperas de mi parte que yo actúe como los jóvenes de tu edad, pero no puedo hacerlo. No puedes esperar de mi flores, alguna patética dadiva o una simple fotografía colgada en una estúpida red social. Lo siento, pero yo no soy así.
Ella se sintió minúscula ante sus palabras frías.
-sin embargo… eso no desmerita los sentimientos que puedo tener hacia a ti. Solo que mi manera de pensar y de expresarlos son completamente diferentes. Además.. como se lo dije a Kakashi.. y te lo digo a ti- volteo a verla y la miro a los ojos- voy en serio contigo, pero me decepciona que no lo hayas notado.
Sus sinceras palabras la atravesaron, Obito termino por dejarla sola y ella se tapo la boca para no llorar.
¿Ahora que debía de hacer?
Al pasar los días la distancia entre ambos creció aún más. Obito había dejado de buscarla, incluso la empezó a tratar de forma bastante escueta. Las ganas de llegar temprano a verlo se fueron desvaneciendo al pasar los días. Sí, se había resentido por las habladurías sobre ella, por eso se alejo. Se arrepentía tanto de haber ignorado las atenciones de Obito. había tratado de saber que le pasaba, pero ella tontamente hizo caso omiso. Ahora, lo sentía tan lejos de ella. Más aún al saber que partiría de Japón en unos días, por lo que pudo ver se iría seis meses a Londres, a concretar quizá uno de los más grandes negocios de su carrera.
Se iban a separar, ella estaba afectada, más por su última discusión de la cual Obito ni siquiera mencionaba
¿Era verdad, de que iba en serio con ella?
Obito parecía muy ajeno a la situación y eso hacia que le dolía el pecho. Nunca lo sintió tan lejos. Estaban peleados y había mucha culpa dentro suyo. Si, quería que la tomara de la mano, que pudiera gritarle a todo el mundo que eran pareja. Quizá estaba equivocada, quizá el amor era más que palabras bonitas. Recordó todas las atenciones que él tuvo con ella. Las veces que salió con Konan y shisui, cuando le servía el té o el saque, delante de sus amigos en un gesto de caballerosidad innata de una pareja. Las veces que salieron a la biblioteca pública para dejar unos libros que Obito había sacado, amaba esa parte que tratara de ser una persona común y corriente. Sus eternas conversaciones las cuales había aprendido más de él. Las veces que la acariciaba cuando dormía, cuando la defendió delante de esas mujeres de recepción y ese fin de semana. El cual se sintió más suya que nunca, cuando por primera vez lo sintió suyo. ¿Por qué ignoro todo eso?
-ya revisaste todo concierne a mi viaje- le pregunto sin verla, sobresaltándola. Seguro sintió su insistente mirada sobre él.
Obito revisaba sus documentos y apuntaba los puntos más importantes en su libreta. Era un negocio grande, el más importante de toda su carrera. No solo volvería a imponer al imporio de los uchihas en Japón, también las convertiría en uno de los más poderosos del mundo.
-si- respondió tratando de no escucharse triste.- ya ordene que listen su avión. También hablé con el grupo crowund sobre su estadía allá. Insistieron que se hospedara en uno de sus más exclusivos departamentos cerca de Londres para su comodidad.
-¿Ya reservaste tus pasajes?- le cuestiono confundiéndola, está vez su mirada se centro en ella-¿No reservaste los tuyos?- frunció el ceño.
-pense.. que viajarías solo- le respondió tristemente
-¿Por qué pensaste eso?- le pregunto molesto- eres mi asistente, por supuesto que tendrías que viajar conmigo.
Recordarle que era su empleada la hizo sentir menos. Obito seguro la quería en su vida solo porque era buena en su trabajo.
-¿No quieres viajar?- le cuestionó muy incómodo. Verla tan insegura lo molestaba, por supuesto que la quería a su lado, pero está vez ella tendría que elegir. Ya bastante cansado estaba de decirle que hacer, esta vez no impondría su posición para que tomara una decisión.
-creo que no sería conveniente- agrego con un dolor en el pecho. Hinata tenía su mirada puesta en sus manos, no pudo ver la decepción de Obito en su rostro- me comprometí con Konan en quedarme mientras ella estaba de vacaciones, además en Londres se comprometieron en facilitarle a una asistente que..
-¡Haz lo que quieras!
Sus frías y crudas palabras la interrumpieron. Obito palmeo su escritorio furioso y se marchó de su oficina. Hinata quiso llamarlo pero no pudo ni pronunciar su nombre. Se sobresalto cuando cerro la puerta.
¿estaba tomando la decisión correcta?
Obito estaba furioso, se había considerado un perdedor al estar insistiéndole a Hinata. Se había molestado en su última discusión, había esperado que ella tomara la iniciativa de reconciliación, pero allí estaba insistiéndole una vez mas, dejando a un lado su orgullo, pidiéndole explícitamente que viajará con él, pero ella había decidido. Si quería eso, entonces lo obtendría.
El día de viaje de Obito llegó. Ya era bastante notorio, que estaban distanciados y todos en la oficina pudieron notarlo. Shisui no quiso entrometerse, pero su primo estaba más afectado de lo que creía.
-Éxitos en Londres Obito- lo abrazo- solo procura no decepcionarme- se burló.
-Trata de no quebrar mi empresa mientras no estoy- lo imito
Shisui ahora observaba a su primo de manera distinta. Había cambiado mucho, se preguntaba si su repentino cambio fue por el hecho que conoció a cierta peliazul. Había llegado a su vida iluminándolo y su tonto primo no había notado que incluso ahora sonreía más. Había ganado peso, porque seguro comía mejor y su humor no era tan odioso. Obito miro detrás de Shisui, no pudo verla. Estaba muy decepcionado que ni siquiera, se había animado a ir a despedirlo. El día anterior lo había ignorado y como orgulloso que era también. Había hecho lo mismo. Aunque muy dentro suyo estaba esperando que viajara a su lado, no le importaba si tenía que retrasar su vuelo por ella. Solo quería que estuviera a su lado, sin embargo y para su decepción Hinata no lo hizo. Comenzaba a cuestionarse si Hinata era la mujer para él, si había valido la pena pelearse con su mejor amigo por ella.
-nos vemos en seis meses- se despidió con sus boletos en las manos y su pasaporte.
Obito cruzo el umbral del puerta y shisui respiro hondo. Grande fue su sorpresa cuando una presurosa silueta se tropezó contra él.
-¿Hinata que haces aquí?- le pregunto a la llorosa joven.
Ella buscaba con su mirada a Obito, pero no lo hallaba. Se había marchado. Sus ojos se inundaron a un más y shisui sorprendido por la triste escena termino por abrazarla. Quizá este viaje había llegado en el peor momento para ambos. Ahora que su primo comenzaba a ser el mismo que hace mucho tiempo, se separaba de la única mujer que le había dado una pincelada de color a su vida.
Hinata había balanceado todos sus prejuicios y había dado con la conclusión estaba siendo algo infantil al querer tener una relación normal con él. Obito no era cualquier hombre, era uno exitoso y bastante mayor, maduro a comparación de su edad. Era evidente que no podría esperar tener algún típico gesto de su parte como los jóvenes como ella, pero en lugar de eso obtenía atenciones de un caballero. Al parecer era ya tarde, se había ido y en seis meses lo vería de nuevo. La había dejado con una sensación de vacío en su pecho.
¿Obito volvería siendo el mismo? ¿Las personas pueden olvidarse? ¿Qué pasaría con ella? ¿Qué pasaría con ambos?.
.
Fueron más de 14 horas de un vuelo directo. Sumado las dos horas que le tomo llegar hasta el alojamiento que le habían otorgado. Su elegante limusina lo traslado por las agitadas calles de Londres. El cambio de horario lo afectó, tuvo que compraste un café bastante cargado en el aeropuerto para poder continuar. Su inglés británico muy fluido lo ayudo a comunicarse de manera apropiada en la cuidad.
Los ingleses eran personas muy educadas y elegantes, con mucha clase y reservadas. Las mujeres bien vestidas, altas en la mayoría rubias, hermosas morenas con tez canela y uno que otro turista que se encontró allí. Su movilidad paso por las calles iluminadas, se pregunto porque había tanto tráfico a esas horas de la madrugada. Paso por el emblema de la cuidad, aquel gran reloj finamente construido, el más emblemático de la cuidad y uno de los más bellos del mundo. También paso por algunas de sus iglesias y grandes pancartas que vislumbraban a grandes modelos. Le dolía mucho la cabeza. Mañana tendría mucho trabajo. Habían solicitado un desayuno informal en la mansión del CEO del grupo crowund. Debía de estar preparado, aún faltaba alrededor de 20 minutos para llegar, se propuso analizar meticulosamente los apuntes en su portafolio. Aunque necesitaba dormir, no lo haría. Se arrepintió de haber desaprovechado su tiempo para descansar en el avión, durmió muy poco ya que cierta peliazul estaba en su mente. Ahora dejaría de pensar en ella, si eso implicaba dormir poco y trabajar mucho entonces lo haría. Ya había superado a Rin con la que estuvo mucho tiempo, superar a Hinata no debería ser tan difícil.
Ya entrada la mañana. Obito se levantó muy temprano. Ya estaba preparado en todos los aspectos. Había levantado prácticamente a shisui de su cama para poder coordinar algunos puntos, pero este lo mando al diablo y le dijo que lo dejara descansar. Acomodo los botones de sus mangas, afirmo su corbata en el espejo. Estaba listo.
El gran conglomerado grupo crowund, le había reservado un departamento exclusivo de más de 200 metros cuadrados con la disponibilidad de personal, el cual óbito exigió que sea un número reducido, porque amaba su privacidad. Estando solo en la espaciosa limusina, miro su costoso celular. Su oscura mirada llego hasta el chat de conversación con su torpe empleada. Hinata tenía un unicornio en su foto de perfil, sonrió ante lo tierna que era y que no la avergonzara serlo. Lo abrió, para su sorpresa vio que decía escribiendo, su corazón se detuvo. La última conversación que tuvo, fue hace una semana por el chat, ya que solo se habían comunicado en persona y por temas de trabajo, pero la ilusión le duró poco. Ya que ese escribiendo se desvaneció y el mensaje nunca llegó. Era decepcionante, apagó la pantalla y sacudió la cabeza, debía de concentrarse. No habría espacio para ella en su mente y menos en su corazón.
A kilómetros de allí, al otro lado del mundo Hinata estaba debajo de sus sábanas. Había estado llorando, no había podido conciliar el sueño. Apenas había llegado a su casa luego del trabajo, no había cenado y se abalanzo sobre su cama tratando de buscar alivio.
¿Obito ya habría llegado? Estaba segura de que sí. Busco alguna excusa tonta para escribirle y poder preguntarle cómo estaba, pero el texto estaba demasiado grande así que optó por eliminarlo. Pudo ver qué su estado estaba activo, le dolió que no tuviera el valor de escribirle. Sentía una opresión fuerte en el pecho, se arrepentía tanto de no haber ido con él.
El chófer lo había conducido hasta un exclusivo hotel ubicado cerca de Kensington Palace Gardens. Allí se encontró con el CEO Mark Collington, quien lo esperaba con otros mas. Se saludaron cordialmente, se dirigieron a un desayuno protocolar. Mark siendo un hombre de negocios quería empatizar un poco con el temible Obito Uchiha, ya conocía su reputación quería agradarle, hacerle sentir cómodo en su estadía en Londres, pero el panorama fue muy distinto a lo que imagino. Era una persona bastante agradable, educada y muy profesional, se expresaba muy bien sabía lo que quería y escuchaba las opiniones de los demás.
Era muy diferente al concepto que hace más de un año un socio lo describió. Cómo implacable, avasallador e incluso malvado. Delante suyo estaba un hombre distinto. Incluso pudo tildarle de relajado y un poco sonriente.
-creo que ya llego- Mark hablo con el típico acento inglés, apagó la pantalla de su celular y se acerco hasta la puerta de vidrio que les había dado la entrada.
Obito desvió su mirada hasta la vista privilegiada que daba de la cuidad, bebió un poco del café que tenia en su mano. Todo estaba marchando bien, deseaba terminar lo más pronto para volver a Japón. Hacia unas horas que había arribado y ya quería regresar. No quería ser descortés, ya había cambiado esa parte suya. El recibimiento había sido cálido y eso lo enfermaba.
-Obito- Mark volvió a hablar, pero su mirada seguía fija en la vista- pensé que te sentirías más cómodo trabajando con una compatriota tuya- esta vez el Uchiha volteo sin mucho interés- Te presento a Rin Nohara, será tu nueva asistente.
Al parecer el asombro era netamente unidireccional de las partes. Obito disimulo su asombro y solo atino por verla. En su rostro no había ni una pizca de asombro, pero si estaba nerviosa. La vio jugar con sus manos, y desviar un poco la mirada, bebió su café. Seguro ella pensaba que reaccionara de la misma forma violenta en la que se encontraron en aquella fiesta.
-Te aseguro que su trabajo es impecable, hemos estudiado en la misma prestigiosa universidad ¿No es asi?-le pregunto a ella.
Hasta donde sabia Rin estudiaba medicina en Japón ¿Por qué había estudiado administración? Bueno lo que hiciera con su vida, no importaba. La conocía lo suficiente para saber que ella era muy inteligente y empeñosa. Seguro podría estudiar lo que quisiera. Al ver como Mark la miraba entonces pudo notar que el muy ingenuo tenía o tuvo algún interés amoroso por ella. Aquel brillo, acompañado con una sonrisa encantadora. Si supiera lo embustera y malvada que era. Rin era hermosa y encantadora, y los años no habían pasado por ella. Es mas la pudo considerar como una mujer madura muy bella. Sonrió con ironía. Al parecer lo mentirosa no se lo había quitado. Seguro ella trabajaba con Mark, este le ofreció el empleo sabiendo lo que implicaría y no dudo en aceptarlo. Era evidente que trabajaría con él, pero luego la pregunta surgía:
¿Por qué acepto? Si después de la última vez su encuentro no fue muy grato.
-es un placer- saludo Rin y le esbozo una que considero una triste sonrisa.
-mucho gusto- fue educado y indiferente.
Ella noto un cambio, no era el mismo que vi en aquella fiesta.
-Por favor tomen asiento y discutamos los puntos más importantes de este negocio.
Obito fue uno de los primeros en tomar asiento, para su mala suerte Mark aparto una silla para que rin se sentará junto a él. El Uchiha sonrió, al parecer quería tenerlo contento para que todo marchara bien, pero internamente el se estaba quemando vivo.
El desayuno programado se tornó en una reunión, que duro hasta la hora de almuerzo. Discutieron los puntos más importantes. Mark era el más interesado en mostrarle las fábricas y los hoteles que estaban a su cargo. Obito solo asentía tratando de mantenerse cuerdo, Rin también participaba activamente en la conversación. Se expresaba de manera bastante suelta y puntual, al parecer ya venía bastante entrenada. La parte quizá difícil fue el intercambio de ideas entre ellos, fingir que eran un par de extraños era sumamente difícil. La historia de dolor que los precedía externamente parecía que no les afectaba, pero eso estaba más lejano de la verdad. Rin se animaba a continuar hablando con un Obito que no conocía.
Después de su ruptura Rin se fue de Japón a empezar de cero en Londres, sus padres la apoyaron y si bien amaba la medicina decidido apostar por una nueva carrera: Administración. Le fue estupendo en los primeros años de carrera, su vida marcho bastante normal. Era extraño, pero si bien se sentía mal por Obito, no se sentía del todo culpable ya que se ponía por encima de las consecuencias. Era egoísta si, pero las consecuencias nunca las vivió. Simplemente huyó de Japón con una cobarde, pero al sentir el frío de rechazo de Kakashi la hizo pisar tierra. Él no la quería y nunca lo haría. Al concluir el primer semestre en la universidad. La sonrisa y la luz de Obito comenzó a atormentarla. Sus atenciones, sus gestos, sus besos y caricias comenzaron a ser mella en ella. Las veces que resaltaba que era bella y amable, quizá era bella pero no era buena se dijo. No después de lo que hizo. Cuando paso el primer año, pudo notar que a la persona que más extrañaba era a su antiguo prometido, solo la distancia hizo que aceptará que lo quería. El segundo año llegó, acepto salir con un par de muchachos, pero la sombra del uchiha siempre la atormentaban. Él fue el primero en todo en sus labios, su cuerpo, en todo y la trataba bien.
¿Por qué lo dejo?
Se sintió la más vil mentirosa de todas las personas. Cuando acepto abiertamente las consecuencias de sus actos. Se deprimió, bajo mucho de peso y su vida llena de colores comenzó hacerse gris.
En su vida universitaria conoció a Mark. La química entre ambos fue instantánea y a pesar de no parecerse físicamente a Obito. Había muchas cosas en él que le recordaban. Salieron juntos y nunca noche simplemente paso. Hacia tanto tiempo que no tenía intimidad que incluso Mark pensó que era virgen, pero está solo le dijo que era muy ingenuo. No funcionó, aunque lo intentaron no funcionó. Ambos terminaron la relación y tomaron caminos distintos. Después de muchos años en una transitada calle de Londres se encontró con el guapo Kakashi. Este siendo de naturaleza bastante sosegada le sonrió y fueron a tomar un café. Ella por primera vez se disculpó por lo que hizo, pero este solo atino de decirle.
Tus disculpas de los debe a Obito, no a mí.
Cuando regreso a Japón pidió encontrarse con él. Aun así no sirvió de nada cuando se lo encontró y la hizo sentir la peor de las mujeres. Más tarde se volvería a encontrar con Mark ofreciéndole un buen puesto de trabajo. Cuando se enteró de que se trataba, sintió que era una señal del cielo, para quizá resarcir el daño que había hecho o quizás poder recuperarlo.
.
Los días pasaron, el mensaje que tanto esperaba nunca llegó. Solía abrir su chat y casi siempre que lo hacía siempre salía "escribiendo" al parecer ella no tenía la valentía de enviarlo, porque nunca llegaba nada. Se decepcionó. No volvería a insistirle, si ella había dado por finalizado lo que tenían entonces así se quedaría
El primer mes se cumplió. Había firmado la primera parte de su alianza. Todo marchaba bien y el tema personal no se tocó en ningún momento. Rin trataba de disimular los sonrojos que Obito le arrebata. Era un hombre jodidamente guapo y con la edad se había puesto más aún. Ella trataba de verse atractiva para llamar su atención, pero nada parecía resultar. Ahora se encontraba concentrada mirándolo a lo lejos. Mark había insistido en ir a jugar golf a su mansión, ya se acercaba la hora de comer y su plan por reconquistarlo empezaría. Lo había meditado mucho, fueron noches sin dormir. Había esperado alguna muestra de aversión de su parte en ese primer mes, pero no lo hubo. Quizá, había algo de esperanza aún.
-eres bastante bueno jugando Obito. ¿practicaste mucho el Japón?
-muy poco en realidad.
Ambos rieron, a pesar de ser de la misma edad. Mark lucia mucho más joven que Obito.
-parecen que las damas nos esperan- en lo alto cerca de la casa estaba la esposa de Mark y Rin quienes tenían la mesa servida- será mejor que nos apresuremos.
Obito no quiso apresurar sus pasos, si por el fuera el camino sería más largo aún. Haber tenido que prácticamente que convivir con Rin era bastante agotador. Sobre todo fingir que ni siquiera se conocían. Algunas cosas comenzaban a ser mella en él. Sus gestos, sus torpezas e incluso su característico olor. Se maldijo más de una vez, cuando sus ojos la vieron con cierta lujuria, cuando se acercaba y miraba su escote o como ahora vestida con una minifalda blanca que le quedaba muy bien.
-tomen asiento- sugirió Rin.
Su ceño se frunció al ver la mesa perfectamente colocada. Su cubierto estaba al lado izquierdo del plato, no pudo evitar mirarla y ella también lo miro. Ella conocía que Obito era zurdo, lo habían educado para ser diestro, pero se sentía cómodo comiendo con la zurda. Ella siempre tenía ese gesto desde siempre, cuando estaba con él.
¿Por qué haces esto?
Tomaron asiento y conversaron amenamente. Ella se sentó estratégicamente junto a él, sus manos por un segundo se chocaron. No pudo evitar sonrojarse y él, definitivamente estaba que se lo llevaba el diablo.
Entrada la noche comenzaron a despedirse, Obito insistió en irse Temprano porque al día siguiente visitaría un hotel de lujo.
-¿podría pedirte un favor?- Obito asintió a Mark después de soltar su mano- podrías llevar a Rin a casa.
¿Llevarla?
-como puedes ver estamos bastante apartados de la cuidad. En la mañana George la trajo, pero se acaba de ir. ¿podrías llevarla a su casa?- volvió a insistir.
Mark le preguntaba porque conocía que Obito amaba su privacidad. Quizá pedirle que la llevará en su limusina era mucho para él.
-pero, si no pue..
-no hay problema- respondió de manera fría, pero el ingles no la pudo percibir.
Estar sentado por más de veinte minutos era muy incómodo. Obito tenía la mirada fija en la ventana mientras que Rin estaba muy nerviosa y no podía ni verlo.
-muchas gracias por..
-me lo pidieron. No lo hice porque quería- respondió en japonés.
Lo último que quería es que el chófer se enterará de sus conversaciones. Hasta ese momento no se había dirigido a ella en su idioma natal.
-no quisiera ser una molestia- respondió también como él.
-ya dejaste de serlo hacer mucho- fue frío, mucho.
Rin podía sentir la distancia que Obito autoimponía entre ambos.
-no te lo dije, pero gracias por no decirle nada a Mark sobre nosotros.
-también debería agradecerte a ti por fingir muy bien, el no conocernos. Bueno, creo que ese tipo de cosas se te dan muy bien.
Aquel dardo le dolió.
-tú también finges Obito- refutó.
-parecen que aprendí de la mejor- su voz fría y grave la hizo estremecer- no dijo nada más, solo la miro y su mirada la traspaso. No supo cuando una lágrima resbaló por su mejilla.
Muy lejos de allí Shisui revisaba los correos de su primo. El trabajo se le había acumulado en demasía y dormía muy poco para poder sobrellevarlo. Esperaba que Obito terminara rápido con ese negocio, pero aún faltaban como cinco meses.
El tiempo transcurría demasiado lento ante los ojos de Obito, quien luchaba con mantenerse cuerdo durante cada reunión. Cierta peliazul se asomaba a sus pensamientos. Sus sonrisas, sus atenciones, sus caricias y sus abrazos. Lo carnal estaba muy apartado de su mente y allí tan lejos del mundo acepto que le tenía cariño y uno muy fuerte, pero todo se apagaba por su última discusión y por lo insegura que lucia. Ya había lidiado con una mujer así en su pasado, no volvería a sucederle.
-¿Obito?
-si- sacudió su mente, debía prestar atención.
Rin se había dirigido hacia él más de tres veces, pero parecía inmerso en sus pensamientos. No era la primera vez, sabía que era difícil trabajar con él, pero en algunas ocasiones parecía ido.
¿Qué estaría pensando?
Había pasado mucho tiempo separados, quizá había cambiado un poco.
Cuando llegó el tercer mes. La incomodidad de Obito había menguado bastante. Por alguna extraña razón la presencia de Rin paso de incómoda a conveniente, estaba muy preparada para el trabajo y eso lo impresiono. Había una respuesta para todas las cuestiones que se presentaban, además que era muy atenta con él. Llego el punto que siempre donde llegaba, estaba ofreciéndole algún bocadillo. Sin embargo, solo habían tocado temas netamente de trabajo nunca del pasado. Estaba bien para él, pero no para ella.
-al parecer lloverá mucho- dijo rin suavemente, su reloj marcaba casi las 8 de la noche. Durante todo el día de habían dedicado a visitar algunas fábricas y sus instalaciones para convencer a Obito en invertir. Sin embargo había tomado más tiempo de lo debido.
-será mejor que me vaya- soltó Obito mientras tomaba su saco.
-Si yo también me voy, mi esposa debe estar preocupada.
-fue un gusto- se despidió de forma educada, pero antes de salir Rin tuvo que decir algo.
-señor Uchiha, podría..
-lo lamento, pero hoy he decidido caminar. Los últimos meses me han acostumbrado a tener un hábito sedentario y no es algo que me guste- explico.
No quería tenerla en su auto, no después de notar que su incomodidad hacia ella había menguado un poco.
-no importa. Mi casa está muy cerca, además no he traído mi paraguas.
Obito sonrió de lado, al parecer no podría quitársela de encima. Era consciente del acercamiento de ella, era insistente pero no asfixiante. Rin trataba de pasar la mayor tiempo con él sin agobiarlo, lo conocía.
Al caminar las despejadas calles ninguno dijo nada, tenerla tan cerca la hacia remover memorias que pensaba que ya había olvidado. Rin se aprovechaba de lo mucho que lo conocía, de lo que lo desagradaba y lo que no. Las sombras de sus recuerdos se posaban en su rostro pequeño atrayéndolo a aquellos años. Perturbándolo.
-¿Recuerdas cuando perdimos la llave de tu auto?-hablo ella y sonrió- mi bolso con mi dinero se quedó adentro y tuvimos que caminar un buen tramo hasta mi casa-hablo con un halo de nostalgia.
-es verdad- no fue consciente que esbozo una ínfima sonrisa- también recuerdo que fue una noche como está. Era verano, las lluvias nos abordaron durante el camino.
-un carro paso sobre un charco y tú me protegiste. Terminaste empapado.
-eso fue muy vergonzoso.
- es cierto- ambos se miraron y por primera vez después de mucho tiempo sonrieron. Lo hicieron juntos. Rin se dedicó a mirarlo, era tan alto y guapo.
-luego nosotros fuimos a mi casa, tuviste que colocarte mi ropa para no enfermarte- sonrió- y luego..
Obito carraspeo y evadió su mirada. Luego ambos entre risas y jugueteos terminaron enredados en su cama. Era tan jóvenes e impetuoso.
Habían pasado años juntos, eso era algo que ni siquiera el tiempo con Hinata podría competir.
¿Hinata?
Se pregunto, inconscientemente apretó el mango de su paraguas. Hacia mucho que no pensaba en ella y ahora que lo pensaba.
¿Cómo lucia? ¿cuál era el tono de su voz? ¿Cómo sonreía?
Entre cerro los ojos, su recuerdo se había vuelto borroso en su mente. No debería estar con rin, debería estar con Hinata. Aquella joven que se le había entregado en todos los sentidos, la cual la catálogo que no podría vivir sin ella. ¿ahora? Solo se había transformado en un espejismo. Uno que amenazaba con desaparecer.
-¿pasa algo?- le pregunto al verlo detenerse y ponerse tenso- ¿Te incomode?
Él no debería estar riéndose con la mujer que lo destrozó, ni siquiera debería estar allí compartiendo un estúpido paraguas. Ahora que lo notaba, inconscientemente la había perdonado, de no ser así, no estaría tolerando su presencia y se comportaría como la última vez.
"Debemos perdonar para sanar"
Solo al recordar las palabras de Hinata, entendió que parte de su bondad y su luz se habían impregnado en él. La había perdonado, había perdonado a rin de corazón.
-tengo que irme.
-¿pero..?- obito le ofreció su paraguas y comenzó a correr. No entendía.
Obito quería alejarse, no importaba si se mojaba su traje costoso. No quería compartir más tiempo con ella porque de lo contrario.. tuvo que tomar un taxi hasta llegar a su casa. Abrió la puerta frustrado y tiro su saco dónde se le dio la gana. Tomo la mesita de noche y la volteo.
-¿Qué demonios acabas de hacer? – se maldijo. Volvió a recoger su saco, rebuscó entre sus bolsillo. Tomo su teléfono entre sus manos, sus dedos se deslizaban por la pantalla, luego se lo puso en su oído.
Necesitaba una cosa, solo una.
-¿Bueno?
-¿Hinata?- arrastró su cabello frustrado, trato de calmarse buscando sentarse- Hinata -repitió
-obito- dijo con el corazón desbocado de alegría. Sus ojos se humedecieron. Sin embargo la alegría le duró poco al tener un extraño presentimiento. Uno que le apretó el pecho. Podía sentirlo tras el teléfono agitado, dubitativo e incluso como si las palabras se le trabaron en la boca.
Al otro lado del teléfono Obito se sintió un vil mentiroso y no sabía la razón. Escuchar su voz atrajo su alma a su cuerpo una vez mas, pero no era suficiente.
-¿No hay nada que tengas que decirme?
Fue un llamado de auxilio. Necesitaba escucharla, decirle que lo amaba y que lo extrañaba tanto como él lo hizo al principio. Necesitaba escuchar eso de su parte.
-yo…
Los segundos fueron eternos, pero Hinata no dijo nada. Obito colgó frustrado su teléfono y lo lanzo en el sillón. Su frustración se transformó en agonía y cayó al suelo. Hinata no le decía nada y no podía sentirse más inseguro aún. Al otro lado del mundo ella deslizo su teléfono por su mejilla, se sintió morir. Las palabras se le trabaron en la garganta, estaba nerviosas y por eso no dijo nada. Si Obito supiera lo mucho que lo había extrañado, las noches que estuvo sin dormir pensando en él. Si fuera consciente de su sufrimiento.
A la mañana siguiente Hinata lo llamo pero él ya no le contesto.
Cuando el cuarto mes llegó la situación entre ambos había cambiado notoriamente. Rin se había esforzado bastante para agradecerle en todos los aspectos, haber estado con el tanto tiempo habían dejado sus frutos, aunque Obito se notaba aún renuente a su contacto. No sé rendía, al menos sabía que su presencia había dejado de ser menos grata.
-si bien Londres es un lugar elegante, no se puede comparar con la magia y el misticismo de Japón ¿No lo crees Obito?
-solo podría darte la razón-aseguro el Uchiha.
Después de varios meses trabajando y todo saliendo tan bien. Mark lo había invitado a dar un paseo en un río cercano, estaba ubicado a poco más de tres horas de Londres. Habían montado a caballo, cazaron y terminaron en botes separados. Mark junto a su esposa, sus socios en otras balsas y Obito junto con Rin. Trato de no verla, puesto que ese día se había vestido de la manera más angelical que le haya visto. Tenía un vestido blanco largo y cargaba una sombrilla, al parecer el ambiente londinense se le daba muy bien.
-hace mucho calor- soltó ella y se abanico. Obito no dijo nada solo asintió y no dejo de verlo. Esa camisa entre abierta y esos pantalones de equitación le quedaban muy bien. Obito era un hombre guapo incluso más que Kakashi
- creo que remas muy bien, quizá hubieras sido un buen deportista.
-y tu una buena doctora- la miro- ¿Por qué cambiaste de profesión?- le pregunto tratando de continuar la conversación.
- me encanta la medicina. Estuve trabajando en un grupo de ayuda humanitaria por un tiempo. Luego pensé que debía darle otro tipo de giro a mi vida y estudie esta carrera.
-ya veo- dijo sin ningún interés mientras remaba.
-¿Qué es eso?- un extraño pececito se asomó, rin encantada sonrió y se inclino para querer tocarlo- es hermoso.
-¡Maldicom, Rin!- grito Obito.
Rin al acercarse demasiado al animal termino por desbalancearse, su peso le gano y termino por caer aparatosamente al agua. Obito reacciono casi de inmediato y fue tras ella al verla desparecer. La vegetación le impidió ver por donde estaba, pero el vestido blanco de ella la ayudo a visualizarla. Rin sabia nadar, pero sus faldas se habían atorado en una piedra bajo el agua lastimándose parte del tobillo. El uchiha llego, samaqueo con fuerza la piedra, pero no pudo ni moverla. A Rin se le acababa el aire. Nadie mas pudo notar lo que pasaba puesto que habían tomado bastante delantera. Noto que ella comenzaba a perder la conciencia al verla pestañear y que las ultimas burbujas de aire salieron de su boca. Así que junto todas sus fuerzas y rompió el delicado vestido ella. La llevo a la superficie, dio una gran bocanada de aire, arrastro su cuerpo hasta la orilla la llamo por su nombre, pero no contesto.
Hizo lo impensado, impulsado por sus ganas de verla vivir acerco sus labios a ella y comenzó a darle respiración. Comenzó apretarle el pecho auxiliándola, pero ella no respondía, la vio pálida.
-¡maldición Rin!
De nuevo le dio respiración y fue cuando ella expulso toda el agua de su boca. Se coloco de costado tratando de aclarar su vista.
-tranquilo, estoy bien- sonrió tratando de llenar su pecho con aire. Resintió la herida en su pierna, sus conocimientos médicos le aseguraron que tendría al menos cinco puntos en esa herida- gracias
Sus rostros estaban tan cerca, Obito no dejo de admirar ese rostro tan lindo. Recordando el porque estuvo loco por ella durante muchos años. La tenia allí, junto a él, mojada, jadeante con la ropa que trasparentaba su delgado, pero esbelto cuerpo. Ambos tenían la respiración entre cortada, no supo cuando paso pero le tomo la mejilla apartando un mechón de cabello, para poder apreciar esos ojos marrones que tanto le gustaban. Ni siquiera se dio cuando paso, pero un momento que no medito ya se encontraba besándola, para ser exactos ella se había acercado a sus labios y le correspondió. Sus manos habidas de mas comenzó a tocarla, primero uno de sus brazos para luego subir hasta sus senos. Rin lloriqueó al ser besada, quizá llena de felicidad.
-obito te amo tanto- soltó en cada beso.
Entonces fue cuando él se apartó, sorprendido al ver lo que había hecho. Negó, confundido.
-Obito- lo llamo al ver que se había apartado sin mas, dándole la espalda dejándola en la orilla.
-Esto no esta bien rin- le dijo y no la miro, no quería hacerlo de lo contrario lo conmovería. Solo en ese momento, acepto que desde hace un par de semanas ella se había metido muy dentro, escarbando sentimientos que pensó que habían muerto.
-¿Por qué no?- le cuestión ella y se puso de pie con dificultad- Sabes lo que siento por ti, sabes lo mucho que te amo y al parecer tu no has dejado de sentir lo mismo- debatió por el apasionado beso que se habían dado,
Óbito frustrado arrastro su cabello. Decir que no había disfrutado ese beso era una gran falacia. Lo había disfrutado y mucho, tanto así que sus pantalones dolieron. Aquel acto le trajo memorias dolorosas, ese beso, sus besos le gustaban tanto. Esa ternura que ella desbordaba cuando lo besaba aun estaba allí.
-Ha pasado muchas cosas Rin, lo sabes. Ya no soy el mismo, simplemente no puedes arreglar las cosas que tu decidiste destruir en estos meses. Simplemente no puedes. Ya te perdone y esto lo que obtendrás de mi- seguía sin verla, tan erguido y firme a no volver con ella.
-Sé que en el pasado cometí muchos errores, estoy lejos de ser una santa, pero mis sentimientos son verdaderos y tú los has notado- comenzó a llorar, quizá dando su ultimo esfuerzo para volver con él- sé que no puedo borrar el pasado, tampoco quitarte todo el dolor que te ocasione. Tú eras el chico mas bueno y puro que conocí, tu sonrisa me iluminaba el día y nadie nunca me hizo feliz como tú. Lo sé ahora, quizá siempre lo supe, pero estaba tan encaprichada con kakashi, que no pude ver lo maravilloso que eras y lo especial que hacías sentir, pero puedo asegurarte que si vuelves conmigo me asegurare que tus días sean muy felices. Me asegurare que olvides el pasado y podre crear nuevos contigo recuerdos hermosos y felices para el resto de nuestras vidas.
Obito volteo despacio, la miro a los ojos y vio una sinceridad pura en ellos, pensó encontrar algún rastro de mentira, pero no lo hayo. No dijo nada, solo se le quedo viendo, luego frunció el ceño cuando noto que la pierna de ella sangraba, estaba herida y parecía de gravedad, pero a ella parecía importarle poco.
-debemos ir a un hospital- indico él.
Solo entonces ella resintió su herida, se balanceo un poco, pero Obito la atrapo. Sus rostros estaban muy juntos y ella no perdió la oportunidad de acariciarle el rostro en señal que hablaba muy en serio. Lo quería junto a ella y para toda la vida.
En el hospital el medico se dedicó a desinfectar la herida y brindarle la ayuda necesaria. Rin sujetaba la mano de Obito con fuerza, resistiendo las puntadas de la enfermera en su lesion.
-señorita debería ser mas cuidadosa al pasear por bote- inquirió el médico- le recetare unos antibióticos y unas píldoras para el dolor. Aquí esta las instrucciones- obito recibió el papel ya que ella estaba empuñando sus manos para contener el dolor-¿Usted es su esposo?- se dirigió a Obito, pero no respondió- debería ser más cuidadoso con su mujer-hablo
La incomodidad de ambos fue en aumento, hace apenas unas horas se habían besado y ella se había declarado y ahora un anciano los había catalogado como esposos.
-Que no haga movimientos bruscos, podría hacerse que la herida se abra. Un par de días para que cicatrice de forma adecuada y puedas volver a tu vida normal- dio un par de indicaciones y se marcho junto a la enfermera luego que terminara por darle los puntos.
-entiendo doctor- suspiro- Creo que le diré a Mark que me sustituya, no podre continuar en un trabajo presencial a menos que pueda hacerlo desde mi casa.
-¿Habrá alguien que te atienda?
-mis padres aún viven en Japon, así que estaré sola en mi casa- dijo tristemente.
Obito suspiro profundamente, hasta donde sabia este trabajo era muy importante para ella. estaba seguro que Mark si bien tenía estima por ella, quizá la relevaría de su cargo a menos que..
-puedes quedarte en mi departamento si lo deseas-Rin abrió los ojos enormemente- hablare con Mark de tu estado, le diré que nos atrasaremos un poco con el proyecto y que lo reanudaremos cuando estés lista.
-¿harías eso por mí?-pregunto con ilusión.
-Si-contesto. Quizá estaba cometiendo uno de sus peores errores.
Ya entrada la noche, Obito cocino una sopa típica japonesa. La comida ingles lo había hastiado un poco, necesitaba probar algo de su tierra. Rin se había puesto una de sus camisas, sonrió al ver su gran departamento. Ser atendida por el hombre que amaba le trajo bonitos recuerdos de antaño.
-gracias- dijo cuando el le sirvió la sopa con un poco de arroz.
-debes tomar tus medicinas- le coloco dos píldoras junto a la comida- son indicaciones del medico.
-uno demasiado alarmista para mi gusto- sonrió
Ambos comieron entre una platica amena, recordando algunos viejos pasajes. Rin se sorprendió al probar la comida de él, al parecer había mejorado mucho, se preguntó el porque. Hasta donde suponía Obito era uno de los hombres más adinerados de Japón, no tendría la necesidad de cocinar, pero ¿De dónde lo había aprendido? Luego de reposar decidieron estudiar los balance y los riesgos de ciertos puntos. Rin se deslumbro de lo profesional que era y lo seguro que lucia. Su corazón se sobresalto, mas aun sintiéndose segura al portar su ropa y estar en su casa. Ya entrada las diez de la noche, vio con decepción como Obito preparo una cama en su sofá.
-puedes dormir en mi cama-explico y Rin se sintió abochornada por lo que estaba sintiendo, ingenuamente pensó que dormirían juntos. Bueno se habían besado y tocado, quizá eso ya era algo.
-no quiero importunar. Yo puedo dormir en el sofá.
-será mejor que duermas lo más cómoda posible. Si quieres seguir trabajando, necesitarás recuperarte- explico queriendo pasar por su lado.
Sin embargo Rin estaba lejos de dejarlo ir, cuando sus brazos chocaron lo detuvo. Obito ladeó su mirada sorprendido, la observó estaba seguro que estaba muy nerviosa. Rin termino por girar su delgado cuerpo, se dedicó a estudiar el rostro del hombre que quería para ella, cerro los ojos se coloco de puntitas y cerro el espacio entre sus labios. Obito la beso, confundido, abrumado por los extraños pasajes y nostalgia que venían a su mente. Se agachó un poco más para abarcar el beso, Rin lo abrazo y ambos cayeron al mullido sofá de la sala. Lo que pasó esa noche fue tan mágico y solo ellos lo saben.
.
La copa de vino de desprendió de las delgadas manos de una joven peliazul, tenía la mirada puesta en un punto inexistente de la habitación. Los sonidos se fueron y el corazón le dolió.
-¿estás bien Hinata?- le pregunto konan al verla confundida- ¿Hinata?
-¿Ehm? Si disculpa. Yo lo recojo- ella se puso de cuclillas, un vidrio roto le cortó uno de sus dedos, pero por alguna extraña razón no sintió dolor.
-traeré un recogedor. No lo toquen- dijo shisui-¿dónde los encuentro?
- en la cocina- respondió Hinata- aún confundida por el extraño presentimiento. ¿Por qué le dolía el corazón?
Las vacaciones de konan habían terminado. Hinata y sobre todo Shisui estaban más que felices de recibirla. Ahora más, porque tenían mucho trabajo, así que, organizaron una pequeña reunión en la casa de Hinata. Reventaron una bombarda y la llenaron de abrazos.
Konan sonrió complacida, se dejó mimar por sus únicos amigos.
-espero que me hayas traído muchos regalos- fue lo primero que pregunto el Uchiha, cuando la recibió en el aeropuerto.
-si, efectivamente traje muchos regalos, pero la mayoría son para Hinata- bromeo
Hinata limpio con cuidado los vidrios rotos, Shisui trajo otra copa y por fin brindaron. Konan les platico muy feliz de su viaje y de todo lo que había visitado. Le dio una gran noticia a Hinata, había podido reunirse con su hermana y darle los obsequios que le envío. Ella agradeció muy contenta. Los regalos que trajo de sus viajes por Europa, fueron desde un exótico arreglo para la pared para shisui hasta un hermoso sombrero traído desde Italia. Konan era una mujer de mundo, resaltó Hinata. Tan segura de si misma , capaz de sobresalir en cualquier aérea. Bebieron mucho y cuando el reloj marco las 8 de la noche shisui se marchó. Hinata invito a konan pasar la noche en su casa y está acepto con gusto.
El tema sobre Obito fue tocado indudablemente. Hinata se abrió con ella y le dijo quizá muchas cosas que por vergüenza no podía decirle a Ino. De sus inseguridades sobre su relación y sobre todo de que no se sentía correspondida por Obito, porque no había una formalidad de su parte.
-lamento mucho lo que te ha pasado Hinata- dijo con un nudo en la garganta mientras la tomaba de la mano, se sintió culpable por su separación.
Ella se limpio una de sus lágrimas y trato de sonreír. Lo peor fue cuando, le dijo que no había vuelto de dirigirse la palabra desde que se fue y lo culpable que se sentía al no haber aceptado su propuesta de irse a Londres.
-me siento muy culpable por haberte hecho elegir entre quedarte e irte Hinata. Quizá yo jamás debí…
-eso ya no importa- la interrumpió. Lo último que quería era que konan también se sintiera culpable- las decisiones las tome yo. Las consecuencias ya las estoy asumiendo. Yo quise quedarme porque sentía.. yo sentía.. que Obito no me quería. Más aún porque no insistió en que fuera con él. Supongo que fue algo infantil de mi parte.
Le dolía verla llorar, Hinata no lo merecía. Por todo lo que le había contado, estaba casi segura que ella estaba equivocada. Su relación no era netamente unidireccional. Obito sentía algo y ella no se había dado cuenta, pero, aquella extraña llamada que recibió en la madrugada era un mal presagio. Ya que si un hombre que está interesado en una mujer y la llama muy tarde, es que está tentado por otra. Necesitaba hacer algo, porque se sentiría culpable toda la vida ya que comprometió a Hinata a quedarse en la empresa, cuando debía haber viajado.
¿A qué tipo de tentaciones se enfrentaba su amigo?
De su atractivo nadie dudaba. No había mujer hermosa o adinerada que haya caído en sus encantos. Como aquella vez que una actriz norteamericana, una muy cotizada quedó flechada cuando trato con él, pero aún así no le mostró interés. Si había otra mujer, además de Hinata que podría si quiera voltear a ver, entonces sería un peligro, ya que Obito no era el típico hombre que voltea a ver a cualquiera.
-¿Entonces que haces aquí?- le pregunto con una sonrisa. Hinata no la entendía cuando alzó su mirada- ve, ve con él.
¿Qué estaba diciendo konan?
-pero él ya se..
-Hinata. Cuando se quiere se puede. Sé que lo amas, que todos los perjuicios que tengas no te aten a la separación. Si Obito realmente te quiere, no se molestará si vas de improviso.
¿Era verdad, Obito no se molestaría?
-pero.. ¿mi trabajo? ¿ la empresa?
Konan negó, Hinata debería dejar sus cosas excusas a un lado si quería que su relación prosperará- eso no importa. Recuerda que frente tuyo está una de las mejores asistentes, podré arreglarmelas con shisui. Anda, ve con él- la instó nuevamente a que fuera tras su amor.
Quizá las palabras de su amiga eran la señal que había estado esperando.
.
Rin ya se sentía muy recuperada de su pierna. Estaba muy feliz de lo mucho que había avanzado con Obito. No solo había pasado la noche en su casa, había dormido junto a él aspirando el aroma varonil que desprendía su cuerpo. No tenía ropa, ya saldría de compras más tarde. Era fin de semana, así que optaron en quedarse en casa. Era mas de tres de la tarde, se habían quedado dormido y desayunaron tarde. Ahora tendrían que almorzar algo. Así que pidieron comida para que se la llevasen hasta su departamento.
Obito había terminado de bañarse, se secaba el cabello y Rin apareció y le dio un fuerte abrazo desde atrás. Él sonrió y volteo para besarla. Atrayendo aquellos actos dulces de antaño. De manera muy sugerente ella se había puesto una de sus camisas, queriendo provocarlo. Aun así y de todo lo compartido, no le quitaba la sensación de vacío al Uchiha.
-¿Qué ordenaste?- le pregunto
-comida china. Quiero comer algo diferente ya debe estar por llegar. Herviré un poco de agua, necesito tomar un poco té. Después de tomar tantas medicinas me duele un poco el estómago- explico, lo volvió a besar y se dirigió a la cocina.
Obito se miro al espejo, sintiendo mucha culpa por lo que había pasado anoche y por tenerla allí en su departamento. Sin embargo, estar con ella era bastante agradable tan como lo era antes, es más ahora podría decirse que ella era la más entusiasmado por querer atenderlo. Quizá la vida le atrajo a Rin una vez mas por algo. El timbre de la puerta, Rin desde la cocina le pidió Obito que abriera. Tan inmerso en sus pensamientos estaba, que ni siquiera se molestó en colocarse alguna camisa.
Abrió la puerta sin preocupación, lejos de encontrar algún extraño con su orden. Se encontró a una silueta menuda, muy conocida por él. El corazón se le detuvo y no noto que musitó su nombre:
Hinata
¿Qué hacia allí, ella debería estar en Japón?
-Ho..hola- sonrió tímidamente.
Estaba al borde del llanto feliz de verlo. Apenas konan le dio la idea de partir hacia Londres lo hizo. Quizá ese era el impulso que había estado esperando para irse tras él. Compro unos pasajes en clase turística y fue hacia allá. Tenía conocimiento de dónde se estaba hospedando y después de más de 15 horas al fin estaba frente a él. Quería abrazarlo, besarlo decirle que lo había hechado de menos y que lo amaba, lo amaba más que a nada de este mundo.
-¿Qué haces aquí?- pregunto. La vio tan frágil con esa pequeña maleta azul, al parecer no había dormido pero sus ojos brillaban, brillaban al verlo.
-Obito yo..
-¿Por qué demoras tanto?- la sonrisa con la que Hinata llego se borró al instante cuando una desconocida voz sonó. Por primera vez, sintió que su corazón dejo de latir y cuando encontró un orificio entre Obito y la puerta observo adentro del departamento.
¿una mujer?
Había una mujer en el departamento de Obito, estaba semidesnuda utilizando una de sus camisas. Lo podía reconocer, había pasado mucho tiempo con él para no reconocer su ropa. Se tapo la boca, sus manos comenzaron a temblar. Sus lágrimas resbalaron al fin por sus mejillas y su vista se fue hasta Obito. Él jamás olvidaría aquella mirada rota que le dedicó, fue tanto que decidió evadir su mirada, quizá por vergüenza, quizá por lo obvio.
Hinata devastada retrocedió y negó. Mientras ella retrocedía pasmada y decpecionada. Por primera vez experimento un dolor sofocante que le quemaba el pecho. Muchas ideas llegaron en su cabeza, pero solo una era importante:
Obito la había engañado.
Cuando vio que el no podía ni sostenerle la mirada ella finalmente volteó y le dio la espalda, tomo su pequeña maleta y sus pasos comenzaron a apartarla de allí.
-¿Obito pasa algo?- rin llego hasta su lado-¿Dónde está la comida?- le pregunto al ver sus manos vacías.
La mirada de Obito aún seguía horrorizada. Entonces vio hacia donde veía, vio alejarse a una chica menuda peliazul quien caminaba despacio apoyándose de la pared, pudo haberle restado importancia, pero Obito tenía que hablar.
-Rin ve adentro- le ordenó y bajo su mirada- vuelvo enseguida.
No siquiera la dejo pensar mucho, cerro la puerta de su departamento e ignorando su desnudez fue tras ella, fue tras Hinata. Era tanto el dolor y la decepción que solo había cruzado la esquina del pasillo. Sus lágrimas no dejaron de salir, necesitaba irse. Obito corrió hacia ella, recordando la mirada de dolor que le dedicó, una que nunca se lo había visto a nadie. Sus ojos que por lo general siempre irradian alegría, ahora eran dolor puro y uno que él le había ocasionado.
-Hinata- la alcanzó y ella se detuvo. No respondió a mi un estímulo que pudiera-¿Qué haces aquí?- le pregunto.
Ella no respondió, ya había presionado el botón del ascensor.
Obito comenzó a desesperarse al ver que ella no le respondía, ni le daba la cara. Volvió a preguntarle, pero ella seguía sin contestarle. Cuando las puertas de ascensor se abrieron, entonces ella hablo.
-¿Podría soltarme?- le pregunto, evitando que su voz se quebrara. Estaba tan rota.
-Hinata
-suélteme por favor- insistió tratando de no sobresaltarse.
-¿podemos hablar?
-¡Te dije que me sueltes!- entonces le gritó. No quería que la tocará, sus manos le parecieron sucias, asquerosas de solo pensar que acaricio el cuerpo de otra con ellas.
Sus ojos llorosos llegaron a él, delante suyo no estaba el hombre que amaba y respetaba. Estaba un sucio y asqueroso traidor que había jugado con sus sentimientos. Ella que lo amaba, ella que había viajado desde el otro lado del mundo solo para verlo. Ella que no solo había hecho más que extrañarlo y tener ojos para él.
¿De que sirvió? ¿De qué? No lo valía.
Hinata retrocedió negando hasta que su cuerpo se apego al ascensor. Quería alejarse de él, ya no. Aun así viéndola con el corazón roto Obito, no desistió en dejarla ir. Se encerró con ella en el ascensor y mientras las números iban bajando no dejo de verla. Hinata se removió a un lado, no quería tener ni un tipo de contacto, ni siquiera uno visual.
Obito sintiendo una opresión en el pecho, se apretó la nariz. Sus ojos picaban mucho y no sabía porque.
-han pasado muchas cosas-hablo por fin él. Estaba erguido, muy tenso, sintiéndose un vil traidor.-Hinata.. yo.. volví con rin.- dijo a duras penas con un acento avergonzado. No estaba orgulloso de su comportamiento. No quería verla llorar, ella no se lo merecía- escucha Hinata eres libre de decidir sobre tu permanencia en la empresa. Se cumplirá todos los términos de tu contrato. No te va ha faltar nada. Sobre tus compensaciones..
No pudo seguir hablando, podía ver lo tensa que estaba, al parecer nada de lo que le dijera podría aliviar en parte la agonía que sentía. Aun en su mente estaba su mirada aquella rota y devastada. La que solo un corazón roto podría hacer resurgir. Se pudo ver en ella, ver a Hinata le recordó su propio mirar hace muchos años cuando le hicieron daño. Ahora, era él quien estaba rompiendo un corazón bueno. De alguien que lo amo, que lo amaba. Estaba perdiendo a una persona valiosa y que quizá nunca más iba a volver a ver. Tantas cosas le apretaron el pecho.
¿ahora si quería dejarla ir? En cambio antes le exigía permanecer a su lado en contra de sus deseos.
-soy consiente que te he fallado. Escucha Hinata yo..
-no es necesario que me dé una explicación de su vida privada. Después de todo.. yo soy solo una asistente- no quería escuchar nada más de él. Ya no. Sus palabras frías le dolían, se sintió maltratada por él.
-Hinata. Sabes perfectamente que tú eras más que solo eso.. nosotros éramos.. bueno.. éramos cercanos.. éramos amigos.
Hinata devastada por sus palabras volteo y le dio una fuerte bofetada. Ya no estaba triste, estaba furiosa. No quería ser minimizada, no después de todo lo vívido. Los amigos no duermen juntos, tampoco se besan, ni hacen el amor. En una amistad no había celos, tampoco sueños a largo plazo. Prefirió escucharlo decir que solo se había divertido con ella, más no que solo eran amigos. No después de todo lo que ella entrego. Al menos había fingido tenerle algún cariño, no como ahora que fingía que no había pasado absolutamente nada entre ellos.
-entonces amigo dime ¿Cómo borro el dolor que me ocasionaste?- le pregunto llorosa al borde del colapso- ¿ cómo lo hago?. Hablas de trabajo, como si mis sentimientos solo fueran un transacción de tu empresa. Eso es pagar por el corazón de alguien. Eso no es amor.
-Hinata.
-yo tenía razón, tenía razón siempre la tuve. Sabía que de todo esto, yo saldría perdiendo más que tú. Lo sabía, pero me aferre, ¡Me aferré a una falsa esperanza que tú alimentaste! ¡Me dijiste que estabas celoso! ¡te abriste conmigo y me dijiste muchas cosas! ¡ todo eso significó mucho para mí!- le gritó entre lagrimas
-No digas eso. ¡Yo si sentí algo por ti!- la tomo de los hombros y la obligó a verlo, verla así de destruida por su culpa era una sensación ardiente que seguro terminaría por atormentarlo toda la vida. No pudo enfrentar su mirada, la bajo- Es solo que..
El pasado y la tentación fueron más fuertes que él. Quiso decir que no lo dijo.
-suéltame-le exigió, pero Obito- parecía no entenderlo- ¡ya suéltame por favor. No quiero que toques!- volvió a pedirle.
-¡no!- en un arranque de locura la abrazo y no supo porque- ¡no quiero que te vayas, no así!
Hinata forcejeo ante el imprevisto abrazo. Lo sintió temblar, su cinismo no tenía fin. Al ver que no cedía comenzó a golpearle el pecho.
¿Quién se creía? ¿Cómo se atrevía a exigirle alguna cosa después de su engaño?
-¡No me toques!- le gritó impotente, sin voz- ¡ ¿Qué pretende?! No seré el juguete. Ni el capricho de nadie. ¡aléjase de mi!
-Hinata
-no lo ve. ¡me rompiste el corazón! ¡Lo hiciste y quieres seguir haciéndolo! ¡Ya déjame en paz!
Las puertas del ascensor se abrieron, Hinata se soltó y salió rápidamente, cabizbaja limpiándose las lágrimas de dolor de su rostro compungido. Ni siquiera volteo a verlo.
¿así se sentía? Se pregunto al verla alejarse arrastrando su maleta lejos de él.
Yo perdí a una persona que no me amaba, en cambio ella perdió a una persona que hubiera dado todo por ella
Sus propias palabras tiempo atrás hicieron mella en él. Quizá el vacío intenso y sofocante que sentía en el pecho se debía a la perdida de una persona que realmente lo amo. Obito no estaba perdiendo a una mujer sin valor, estaba perdiendo a alguien que se entregó a él en cuerpo y alma. Se vio reflejado como hace muchos años cuando Rin lo abandonó, quizá ella sintió lo mismo. Sabiendo que él hubiera bajado hasta la luna por ella, pero eso pareció importarle poco porque el día de su boda no se presentó. Perturbado por tantas cosas, quiso avanzar hacia ella, pero no pudo las puertas de ascensor se cerraron sellando implícitamente el final de una relación que pudo haber sido más hermosa de lo que ya era.
Continuara….
Actualizaciones pronto de lo que esperan. Ahora tengo más tiempo para actualizar. Se viene creo lo mejor de esta historia. Muchas gracias a los que esperan pacientemente esta historia. Gracias a ellos y por animarme a escribir.
Gracias por sus comentarios y estrellitas.
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