MI PEQUEÑA VIDA

Se miró muy emocionada al espejo, era el primer día de escuela. Había dejado Japón por muchos años y ahora regresaba para asistir a un prestigioso colegio del lugar. Lo que más le emocionaba era que lo iba a volver a ver, a él: Naruto Uzumaki. Su primer y único amor, aun recordaba con mucha ilusión cuando la defendió de esos brabucones que se burlaban de sus ojos o de aquella vez que escapo de su casa y él la encontró; eran tan pequeños y había pasado muchos años pero aun recordaba la suavidad de su mano cuando tomo la suya. No habia podido olvidarlo a pesar de los años, no terminaron la primaria, tampoco fueron amigos por culpa de su timidez; solo se dedicó a verlo de lejos, estudiar sus gestos, manías y demás. Con mucha tristeza partió dejando a tras los pocos amigos que tenía, no pudo despedirse de él porque no se conocían. La madre de Hinata había enfermado, los tratamientos en el país no funcionaban así que optaron por mudarse a Europa para continuar allí su tratamiento, Hiashi prometió regresar cuando su esposa mejorara pero tomo más tiempo de lo que pensó.

-¡neesan... baja otou-sama nos está esperando!- grito su hermana desde la planta baja de su casa

Volvió a acomodar su cabello, quería lucir linda el primer día, tenía la certeza que él iba estar allí ya que era la escuela más prestigiosa del lugar. La zona de "konoha" era lo más exclusivo de todo Japón, solo unas cuantas familias podían vivir allí y ser admitidas en esa frívola sociedad. Curiosonamente, los Uzumakis Vivian a pocas cuadras de la casa de la peliazul; en su época de niñez siempre tenía la ventana baja, con la esperanza de verlo salir de su gran casa. Un día pudo ver a la madre de Naruto, era bella y enérgica, era de esas mujeres atípicas con castigos severos, sin vergüenza a demostrarlo en público; ya había visto al padre de él, un hombre muy carismático, muy guapo que se tomaba su tiempo para recoger a su hijo.

No pudo ocultar su alegría cuando sus ojos perlas visualizo a sus dos grandes amigos: Kiba y Shino; ambos eran los únicos que se habían tomado el tiempo de conocerla, la mayoría la consideraba poco interesante y un bicho raro, esos calificativos disminuyeron mucho su autoestima pero cuando se hizo amiga de ellos no dudo en sonreír día tras día. Ambos no perdieron contacto con ella en esos largos años, lo mejor de todo que iban a compartir clases.

Ya era casi las ocho de la mañana, estaba nerviosa, jugaba con sus dedos para aplacarlo.

«¿no ha venido?» «¿Se habrá cambiado de escuela?»

Muchas preguntas se formularon en su mente, entonces lo vio entrar. Su corazón retumbo cuando lo vio, lucia algo agitado, seguro se había apresurado en llegar.

«Naruto..-kun»

Su mirada aperlada solo estaba concentrada en el joven que estaba enfrente de todos, el profesor lo regañaba por llegar pero sus palabras no fueron escuchadas por ella. Sus ojos perlas solo estaban fijos en él; se había vuelto muy guapo, los años habían hecho su trabajo convirtiéndolo en un joven sumamente atractivo. Su corazón se sobresaltó cuando su mirada azul se fijó en ella por breves segundos, se sonrojo casi de inmediato cuando paso por su costado; Naruto estaba buscando un lugar donde sentarse por eso cruzo mirada con ella, fue algo tonto emocionarse por eso pero fue suficiente para ella. Escribió muchas palabras en su diario esa noche; las letras fueron hechas con tanta ilusión y una bonita sensación en su pecho.

Las semanas se convirtieron en meses y había algo mucha desilusión en su pecho, era casi mitad del año escolar y su acercamiento con el guapo rubio era nulo. Siempre esperaba que estuviera solo para poder acercarse con cualquier tonta razón, para su mala suerte, siempre venia su amargado y popular amigo: Sasuke Uchiha; aunque este último siempre lo trataba mal, se notaban que eran muy cercanos, ambos se volvieron los "típicos chicos populares". Su corazón dolía cuando miraba como Naruto, se acercaba a la guapa pelirosa: Sakura Haruno; la chica becada con altas calificaciones y un carácter fuerte. Había noches donde lloraba amargamente, recordando las palabras de él:

«Hay que salir Sakura-cha... vamos te invitare lo que me pidas»

Ella siempre lo rechazaba, puesto que no era un secreto su amor enfermizo por el serio Uchiha. Hundía su cabeza en la gran almohada, preguntándose ¿porque no era ella quien debería recibir esas propuestas a salir?, ¿porque no era quien debería tener su atención?; si ella solo tenía ojos para él. Muchas páginas de su diario fueron manchadas con sus lágrimas, su perfecta caligrafía fue arruinada muchas veces por la nublada visión producto de sus lágrimas.

Todo parecía seguir como siempre, pero todo cambio un día. Hinata solía quedarse más tiempo en la escuela, tenía que mejorar con el piano y quedarse después de la hora de clases no era mala idea. Sin embargo, practicar tanto y sola era aburrido incluso para una persona correcta como ella; a veces solía dibujar cuando tomaba un descanso, tenía un gran talento para eso y la pintura. Un día había mucha lluvia, estaba inspirada y dibujo el hermoso árbol de cerezos que estaba en el jardín de la escuela. Ya era tarde, debía salir. Ella tenía las llaves de la sala de música, el destino parecía que quería cumplirle su anhelado sueño. En una torpeza, las llaves junto con sus libros y cuadernos cayeron al piso; se apresuró al recogerlo pero su hoja con su dibujo no estaba, con la mirada lo busco, su respiración se detuvo cuando vio que estaba al frente de una persona.

-lo lamento..- se disculpó sumamente avergonzada. Dio una reverencia pero cuando subió su mirada su rostro se ruborizo al reconocer la persona que se había inclinado a recoger el papel.

-¿tu dibujaste esto..?

Su amado rubio miraba el dibujo al detalle, lo vio esbozar una sonrisa cuando lo miraba. El corazón de Hinata latía fuertemente en su pecho, su rostro ruborizado se trasformó a uno totalmente rojo con un futuro desmayo.

«¿Cómo no pudo notarlo?»

El equipo de baloncesto se quedaba hasta tarde en prácticas, Naruto era un jugador muy importante y era obvio que algún día se iba a encontrar con él.

-es muy hermoso..

Por primera vez, desde que lo conoció tuvo el acercamiento que tanto deseaba. A pesar del semblante neutral del rubio no importo, este estiro su brazo entregándole la hoja con su dibujo. Solo fueron breves segundo, pero fueron muy bellos y eternos para Hinata; ambos se habían quedado sosteniendo la hoja, sus ojos no habían sido más azules como en ese momento porque la miraban solo a ella.

-¡Naruto!

Una voz conocida los saco del mágico momento, Hinata termino por recibir la hoja y la puso entre sus cuadernos.

-¿Qué paso teme?..

Hinata se hizo a un lado, para dejar pasar a los amigos. Sasuke había hecho su aparición, arruinando el momento que había esperado por años. Sin embargo, para ella fue perfecto. Con mucha ilusión miro la espalda de la persona que amaba, la vio alejarse con ese malhumorado joven. Ella lo quería mucho, pero no le agradaba mucho de que Sasuke fuera su amigo por su naturaleza malvada y egoísta, pero, su Naruto podía ver el mejor lado de las personas por más oscuras que fueran.

Esa noche la peliazul durmió con una gran sonrisa en rostro, Naruto le había hablado y lo mejor que le dicho un cumplido. Esa noche durmió suspirando su nombre, con una sensación muy hermosa en el pecho y con la esperanza de que algún día pueda confesarle lo mucho que lo amaba.

A partir de ese día, Hinata se quedaba más tiempo practicando el piano con la esperanza de verlo pasar. Habia sido algo vergonzoso, pero no le importaba; ella quería mucho a sus amigos kiba y Shino pero no podía ser muy abierta con esos temas, así que todos sus sentimientos y sus planes eran escritos en su pequeño diario.

Con muchas dudas, se atrevió a ir a uno de sus prácticas; muy temerosa se asomó para verlo jugar. Sus ojos perlas temblaron, su rostro se ruborizo hermosamente cuando vio a Naruto saltar y encestar cual profesional; pero no duro mucho, su ceño se frunció y su corazón dolió cuando vio a una de sus abiertas fans enamorada acercarse: Shion. Ella era la chica más popular de la escuela, a pesar de todos sus defectos, lo era. A veces la peliazul se preguntaba: si ella tenía toda la atención masculina «¿Por qué su naruto-kun?», la respuesta se contestaba sola; Naruto no mostraba más que una sincera amistad. La hermosa mujer rubia, prácticamente se le tiraba encima pero el Uzumaki se mostraba renuente a sus insinuaciones.

Hinata dejo de conformarse con verlo pasar por el pasillo, ahora ella iba a verlo jugar cada día. Su mirada se mantenía fija en él, a pesar de que no la notara así pasara por su lado, ella estaría allí. Un día su destino cambio, se apresuraba para ir lo a ver, estaba a punto de asomarse pero..

-¿Qué estás haciendo?...

Ella volteo rápidamente, recargándose en la fría pared y reconociendo a la persona que estaba delante de ella.

-Etto...- no pudo decir más, le faltaba el aire y su vergüenza se plasmó en su cara.

Aun lo recordaba como el comienzo de su hermosa pesadilla..

.

-¡Hanabi a desayunar!- llamo mientras servía el delicioso desayuno.

-Es muy temprano Neesan- la pequeña Hyuga hacia su aparición muy somnolienta

Hinata sonrió al ver a su hermanita, estaba despeinada y con el pijama de ositos que le había regalado. A veces le costaba tanto dejar de verla como su pequeña hermana, Hanabi era toda una adolescente y la cuidaba con devoción como se lo prometió a su difunta madre.

-Tengo que irme temprano al trabajo..-estaba muy apresurada y preocupada

Hanabi dio un largo bostezo.

-pero son la cinco de la mañana, ¿tu entrada no es a las 7 y 30?

-si, pero hoy habrá mucho trabajo.

-¿odias los lunes?..

Hinata sonrió por la pregunta, los días lunes no eran sus favoritos ya que la tarea del domingo se acumulaba. Su trabajo era de lunes a sábado, pero tenía que estar disponible para su jefe a cualquier hora, fuera de su horario de trabajo. La peliazul tenía la determinación de que no fallaría, en su primer trabajo.

-encenderé la televisión...-dijo Hanabi mientras tomaba el control remoto

Ambas comenzaron a desayunar, prestando atención al pequeño televisor. Había pasado cuatro meses desde que empezó a trabajar con Obito, había sido sumamente difícil acoplarse y mantenerse era peor. Los empleados lo odiaban, durante las horas de almuerzo resaltaban su mal carácter y sus pocos escrúpulos para hacer sus negocios; incluso muchos de ellos murmuraban que estaba metido con alguna mafia. Escuchar esto solo provoco miedo en la frágil mujer pero desechó la idea, a medida que se involucraba con su trabajo, sus cuentas eran perfecta y la planificación de sus proyectos eran impecables. Obito Uchiha era un gran empresario, que llevo a la empresa familiar a un auge, que ningún otro miembro de su familia pudo hacerlo.

-¡Neesan ¿ese no es tu jefe?!

Hinata presto atención a la pequeña televisión. Un reportaje sobre las empresas Uchihas, sobre un proyecto que había causado muchas protestas en un poblado en Sudamerica. Los reporteros comenzaron a decir, que no era la primera vez que su empresa se imponía, sin escuchar las demandas del pueblo, donde se ejecutaba la obra. Su mirada aperlada se perdió en la imagen de su jefe en el aparato; lucia tan atractivo con ese traje color negro.

-Si fuera más joven, no dudaría en tirármele encima

-¡Hanabi!- le grito por la picardía de sus palabras

-no te molestes Neesan, pero míralo...-ambas volvieron a fijar su mirada en la iluminada pantalla- es un hombre muy atractivo. He investigado sobre él. ¿Sabías que es todo un gigolo?

-¿gigolo?..no te entiendo

La pequeña Hyuga no pudo evitar reírse de la inocencia de su hermana.

-es en serio neesan, según lo que leí en los tabloides es que se ha acostado con muchas mujeres..

-¡Hanabi! No hables así..-reprendió por el lenguaje subido de tono de su hermanita

-por favor Neesan... sabes que ya no soy una niña ya casi tengo 15 años-aclaro

-tienes catorce

-solo falta unos días, lo sabes

Hanabi se arrepintió de sus palabras, vio el triste semblante de su hermana. Hinata deseaba darle un cumpleaños digno para ella, pero los últimos años había sido tan difícil.

-Neesan..- puso su mano sobre la de ella, mientras la miraba reconfortantemente.

Hinata trato de sonreír ante el noble gesto de Hanabi.

-Sabes que no me importan los regalos... tampoco el pastel.

-Hanabi..

-solo deseo que estés ese día..

Ambas hermanas intercambiaban miradas de afecto y comprensión. Habían pasado tanto tiempo desde aquel día donde su familia se terminó por romper. Eran solo Hinata y Hanabi, ambas contra el mundo.

-te prometo que estaré muy temprano ese día...- se sobresaltó al ver la hora que marcaba el reloj en la pared- será mejor que me vaya.. no te olvides de ir a la casa de Ino.

-deberías dejar de tratarme como una niña, puedo regresar a casa

-no me gusta que vengas aquí sola...

-está bien- término por aceptar

-nos vemos

Hinata era consciente del tipo de zona donde Vivian, pero lamentablemente era la única que podía pagar. Desde que Ino se volvió su amiga, la rubia siempre se ofreció a cuidar a su hermana hasta que ella volviera. Ahora después de tantos años, la bella rubia cuidaba a Hanabi como una hermanita menor. Para la menor de las Hyuga, tanto Ino como Hinata eran sus hermanas mayores y su única familia.

.

La peliazul observo la pantalla de su celular, eran exactamente las seis y media de la mañana. Cuando estuvo en frente del gran edificio suspiro tranquila, había llegado a la hora correcta y podría trabajar más a gusto. Los días lunes siempre eran más pesados, tenía decenas de correos que revisar, verificar cotizaciones y atender llamadas para su estricto jefe. Si bien ella solía quedarse hasta horas después de la salida y no recibía compensación alguna, no importaba puesto que se había prometido resistir lo suficiente, para poder ascender o quizá ahorrar lo suficiente para buscarse un mejor trabajo.

El ambiente laboral no era del todo amable. No solo tenía que escuchar los malos comentarios de los empleados, también las calificaciones lascivas hacia su persona. Solo llevaba cuatro meses, quizá el más difícil de toda su vida. Todo parecía bastante normal, pero un día escucho a unas mujeres hablar en el baño y todo cambio.

«Seguro se ha acostado con él»

«Nadie duraba tanto tiempo con ese imbécil, seguro le abrió las piernas para quedarse con el trabajo»

Su corazón dolió al escuchar esa horrible conversación, ella estaba en uno de los baños. Su mano tembló cuando abrió la puerta, las mujeres se quedaron sin habla y atinaron a retirarse. No pudo evitar llorar, su trabajo era honrado y limpio; ahora entendía el porque nadie se acercaba a ella en la hora de almuerzo, la ignoraban si necesitaba ayuda y los hombres la miraban de manera lasciva. La única que estaba a su lado era Konan, esa mujer era increíble; si bien no podía estar todo el tiempo con ella, el poco que tiempo que compartían como colegas era suficiente para compensar todo ese ambiente hostil del trabajo.

La puerta del ascensor termino por abrirse, Hinata se dirigió rápidamente al baño para poder refrescarse un poco y retocar su casi imperceptible maquillaje.

-Konan-san buenos días..- saludo con cordialidad pero no pudo ocultar su asombro de verla tan temprano en la oficina

-Buenos días Hinata. Creo que te había dicho que dejes la formalidad.. somos amigas- le sonrió para luego seguir retocando sus labios mirándose al gran espejo

-lo siento..

Hinata dejo a un lado su bolso para comenzar a peinar su cabello, que se había enredado un poco en el trayecto. Humedeció un paño descartable, para luego pasárselo alrededor de su cuello, necesitaba relajarse. Mientras se miraba al espejo algo llamo su atención, Konan se maquillaba con destreza pero una marca extraña de color morada, estaba en su cuello era muy evidente pero la hermosa mujer no parecía notarlo.

-¿Qué pasa?- pregunto la mayor, al notar el mutismo de Hinata ante su reflejo.

La peliazul se sonrojo y ladeo su mirada. Era algo vergonzoso preguntarle, seguro algo íntimo.

-Konan-san.. bueno..es que tu..

-¿Qué pasa Hinata?..- sonrió algo confundida ante las reacciones de la joven

-tu tienes una marca.. en tu..-hizo un ademan para que se tocara el cuello y konan lo noto.

-¡oh!..-rápidamente saco algo de base para cubrirse la muy notoria marca

-lo siento..

-no te disculpes, debería agradecerte por evitarme la vergüenza. Tu sabes cómo se ponen los hombres en la cama..

Hinata se sonrojo como un tomate y se sobresaltó.

-algunos días pueden ser muy dulces pero otros.. otros días solo te lo hacen con la ropa puesta en cualquier lugar.

La peliazul evito mirarla, estaba tan avergonzada por la manera tan despreocupada en como lo decía. Konan no parecía tener ningún ápice de vergüenza, cuando se expresaba de esa forma, sin embargo, Hinata pudo notar cierta tristeza debajo de esa gran sonrisa, mientras se maquillaba.

-iré por un café- dijo Hinata mientras tomaba su bolso

-claro ¿puedes traerme uno para mí?- pidió de manera cortes

-¡hai!..

Hinata salió del baño y el semblante de konan cambio, se miró al espejo con una expresión de gran pena en el rostro. Su propia mirada traspaso su alma, recordando lo que venía viviendo los últimos meses con el hombre que amaba.

-Yahiko...-musito mientras acariciaba con la yema de uno de sus dedos, aquella marca que dejo el desenfrenado encuentro sexual de la noche anterior.

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Hinata digitaba con gran destreza, las facturas en el programa contable de la empresa. Era casi hora del almuerzo, miro a konan que estaba sumamente concentrada en la pantalla de su computadora; sus ganas de invitarla a comer se desvanecieron cuando escucho el timbre del teléfono: era Obito. Hinata rápidamente se puso de pie, llevo un pequeño cuaderno para apuntar todas las indicaciones de su implacable jefe.

La puerta se abrió, Obito lucia igual de estresado que siempre. Hinata quería ir a comer, el desayuno de la mañana ya no estaba, pero tenía que trabajar.

-Revisaste el proyecto de Makao..- pregunto como siempre sin verla. Su mirada negra estaba fija en el monitor de su computadora.

-Si, confirme su cita para mañana a las 6 de la tarde con el proyectista.

-¿hablaste con los representaste de Panasonic?

-Si. Me pidieron que firmara algunos de sus contratos antes de proceder.

-entiendo

El corazón de la peliazul estaba desbocado, Obito la intimidaba lo suficiente con su roca voz, a pesar de no verla. No podía cometer errores, necesitaba memorizar muchas actividades para contestarle rápido y los contratos del magnate Uchiha, lo que no podía recordar, lo escribía para poder contestarle.

-Tiene un almuerzo al medio día

-¿almuerzo?- él la miro, algo fastidiado por no recordar dicha actividad- estoy demasiado ocupado para ir. ¿Es importante?

-este almuerzo está agendado, desde el jueves de la semana pasada.

Obito se apretó el puente de la nariz, ahora recordaba de quien se trataba, definitivamente tenía que ir.

-Falta veinte minutos para el medio día- índico mientras miraba su rolex- supongo que tendré que ir a ver ese imbécil- bufo con fastidio

Hinata se respingo ante la grosería de su jefe, por lo general era bastante educado pero cuando se irritaba, no media sus palabras incluso si ella estaba presente.

-permiso- dijo dispuesta a irse

-¡¿A dónde vas?!- ella se detuvo- tu vienes conmigo- fue una orden

Hinata asintió, salió rápidamente de la oficina, cogió su abrigo y su bolso.

-¿almuerzo?-pregunto konan mientras digitaba algunas cosas.

-Si. Habrá más trabajo el día de hoy- dijo resignada

-creo que si- afirmo la mujer mayor.

La peliazul suspiro, tenía sus ventajas y desventajas almorzar con su jefe. La ventaja: la comida más deliciosa y las más exclusiva de todo Tokio y la desventaja: eran trabajos más difíciles.

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El camino se tornó callado como siempre, Obito casi nunca le hablaba fuera de la oficina. Siempre que salían en aquellos almuerzos de negocios, le volvía a dirigir la apalabra cuando estaban sentados en la mesa. En casi cuatro meses de trabajo, habían salido unas 18 veces y los trabajos eran sumamente difíciles para revisar, le llevaba horas y horas verificar los contratos, proyecciones y las cuentas. En más de una ocasión, le pidió ayuda a Konan quien siempre acepto gustosa. Hinata solía mirar a su jefe de manera disimulada, era un hombre sumamente atractivo y misterioso; muchas veces se preguntaba el porque nunca sonreía de manera autentica o el porque casi nunca la miraba. Obito se mostraba renuente a cualquier presencia, con la excepción de Konan. Solo cuando ella aparecía Obito parecía ser otro, menos tenso y más empático.

«Hacen una bonita pareja»

Más de una vez se le había cruzado esa idea. Ambos solían tener tanta química. Incluso cuando le llegaban regalos carísimos a su jefe, él prefería votarlos a la basura que quedárselos. Sin embargo, más de una vez Hinata había visto unos elaborados origamis sobre su escritorio, adornando parte de la superficie, sabía perfectamente que persona lo hacía.

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Los sonidos de los dedos sobre la mesa, eran muestra clara que había esperado un tiempo razonable. Hinata se mantenía en silencio, comiendo con todos los protocolos debidos. Era un lugar bellísimo, donde servían la mejor comida occidental de todo Japón. Solo podían entrar con reservación previa de un mes de anticipación, pero para los hombres más poderosos del país era un lugar mas.

La decoración era exquisita, los candelabros en los techos, las flores alrededor y la arquitectura atípica al país oriental. El color era acorde a los adornos metálicos del lugar, las cortinas de seda largas atadas con un bello lazo, las mesas de madera fina con una tela costosa y delicada y el olor a canela en el lugar; era exquisito solo estar allí. En aquellos lejanos días donde su vida era bastante pomposa, no pudo frecuentar ese lugar tan bello. Si bien trabajar con Obito podría llegar hacer una tortura, tenía ciertas ventajas. Lo supo, cuando miro el plato de carne asada con puré y arroz en forma de pirámide sobre su mesa. Hinata disfrutaba mucho comer, siempre empezaba antes que su jefe; no quería parecer mal educada, pero había días donde Obito ordenaba, para luego no comer.

Un pequeño trozo del jugoso filete fue cortado y llevado al paladar de la ojiperla, ella no dudo en sonreír; disfrutaba tanto comer. Era feliz cada vez que tenía la oportunidad de comer en lugares como ese, pero sentía culpa ya que no podía traer a Hanabi o a Ino. Tenía que alejar cualquier tipo de sentimiento, debía seguir fuerte para salir adelante.

Hinata seguía degustando silenciosamente su delicioso almuerzo, su mirada capto la postura bastante fastidiada de su jefe, quien tenía la mirada fija en una persona que se acercaba.

-¡Maldita sea Kakashi!.. ¡¿Sabes cuánto tiempo te he estado esperando?!-bufo

La curiosidad le gano, volteo de manera disimulada enderezando la postura. Cuando su cabeza estaba a punto de girar más, el hombre que se acercaba ya estaba a su costado.

-¿Disfrutando la comida?- no pudo evitar sonrojarse. Tal afirmación le quito el aliento y era cierto, puesto que en su plato había menos de la mitad.

Hace mucho que un hombre le sonreía, el desconocido parecía bastante relajado comparado con el de su jefe. Su mirada aperlada se quedó hipnotizada por la pícara sonrisa del desconocido. Era un hombre alto, atlético, peliplateado y más que su atractivo lo que resaltaba de su persona, era la confianza y bondad que inspiraba.

-Hola Obito..- saludo despreocupado. Sin dejar de sonreír a pesar de que eso le molestaba demasiado a su mejor amigo.

-Tsk..-chasqueo la lengua de lo irritado que estaba.

-¿tú debes ser Hinata?..-había encanto y seducción en su voz.

Hinata ni siquiera había podido pasar la comida en su boca, estaba totalmente encantada por la caballerosidad del hombre, solo atino por asentir. El peliplateado tomo asiento de manera bastante educada, cerca de ella.

-¿has venido a verme o ver a mi asistente?- pregunto Obito un poco irritado.

Tal pregunta hizo que Hinata se atorara con la comida, cubrió su boca con la servilleta de tela que estaba en su regazo. Kakashi se enterneció ante la inocente reacción de la joven. Mientras que Obito solo negaba lo que estaba pasando delante de él, solo atino a beber un poco del vino en su copa. Su amigo nunca iba a cambiar.

-permiso..- se disculpó de manera educada para dirigirse al baño.

Kakashi no dejo de verla hasta que desapareció del rango de su visión.

-nunca cambiaras kakashi..-su tono era burlón- ¿Ahora te gustan las niñas?-acuso

-Es muy bella. Sabes mucho de una mujer solo por el tono de su voz. ¿Fue ella quien pacto este almuerzo?

Cuando decidió ir a visitar por negocios a su pelinegro amigo, escuchar ese tono dulce y amable detrás del teléfono le había provocado mucha curiosidad. Esta aumento cuando le dijo su nombre: Hinata.

«¿Seras tan hermosa como tu voz?» se preguntó entonces.

-es su trabajo- aclaro

-¿Cuánto tiempo lleva trabajando contigo?

-creo que casi cuatro meses..- dijo sin importancia

-¡cuatro meses!.. Me sorprende. Tiene agallas para soportar a alguien como tu

-Mhp...-sonrió ante la afirmación- ¿has venido a hablarme de negocios o de mi asistente?-ironizo

-¡vamos relájate!..

-Si te acuestas con ella solo no me lo digas. Sabes lo mucho que me desagrada escuchar lo que le haces a tus amantes- su fastidio era palpable

Kakashi era todo un casanova, solo había podido compartir sus innumerables experiencias con su amargado amigo, ya que su otro impetuoso amigo se mostraba bastante renuente a escucharlo.

-Hablas como si me hubiera llevado a la mitad de mujeres japonesas a mi cama..

-¿y no fue así?..-lo miro con la ceja levantada

-no.

Obito no pudo evitar reírse de su amigo.

-¿Qué bueno que te relajaste?..

-No lo creas. Estoy demasiado molesto. Has llegado 45 minutos tarde ¡joder!. Sabes cuanto vale mi tiempo

-que llegue tarde lo aprendí de una persona..- acuso con picardía

Obito evito verlo, odiaba que le recordaba cómo era. Sentía mucha vergüenza de la persona que fue tiempo atrás. Ese joven lleno de sueños e ilusiones, se había muerte ese día.

-Sabes que odio que lo menciones..-acuso mirándolo directamente a los ojos

-lo sé- sonrió sin importancia

-¿trajiste lo que te pedí?

Kakashi saco de su portafolio un folder y se lo entrego. Un halo de tristeza se posó en el sonriente hombre, mientras observaba a su mejor amigo. Con gran pena aceptaba una vez mas que el hombre que estaba delante, no era el hombre con el que convivio gran parte de su vida, su brillante sonrisa y su mirada de esperanza ya no estaba. A veces se pregunta si Obito alguna vez fue feliz, no quedaba ni el rastro de la buena persona que fue. Desde aquel día, había nacido otro. Sin embargo, cuando observaba las fotos de su infancia, la esperanza fluida; tenía la certeza que muy al fondo de ese hombre oscuro que casi siempre vestía de negro, se encontraba aquel niño sonriente y lleno de luz.

-¿faltan las cotizaciones?- aseguro mientras observaba las ultimas hojas

-se las envié a Konan hace dos semanas

-debió olvidarse en decírmelo- apretó el puente de su nariz y su rostro se tornó preocupado

-luces fatal..

-Mhp... gracias por el cumplido-dijo con sarcasmo

-hace mucho que no veo a la hermosa Konan. ¿Cómo está?

-bien- fue cortante, no le gustaba que su amigo hablara de ella.

-¿sigue con ese imbécil?

-escucha kakashi. Me vale una mierda si te acuestas con la mitad de Tokio pero sabes que estas advertido con respecto a Konan- su mirada acusadora y su voz ronca sorprendieron al peliplateado

-tranquilo hombre. Sabes perfectamente que respeto a Konan, además ya me habías advertido.

-Mhp

Un breve silencio, acompañado con cierta tensión invisible en el aire.

-¿aun sientes algo por ella?

La voz seria de su amigo lo paralizo, el semblante de Obito cambio completamente. Kakashi era el único que conocía lo que paso entre ella y él. Quizá se dio cuenta demasiado tarde de sus sentimientos pero ya la había perdido. Lo recordaba, como si fuera ayer.

Sentados en una banca en su parque de siempre, se encontraban dos personas que se querían. Ambos pensaron que al principio los había unido el deseo y el desenfreno, pero algo cambio cuando el pasado regreso a ella.

-mañana me mudare con Yahiko..-había una pena escondida en su voz

Un extraño dolor se posó en su corazón, pero no lo demostró. Obito se puso de pie y ella lo imito. La mirada de Konan buscaba algo que ni siquiera sabía.

-¿quieres que le diga que no?..- había mucha timidez en su voz. Ella evito mirarlo, ocultando disimuladamente el sonrojo que sabía que tenía

Konan se llevó una de sus manos hasta su pecho, un nudo enorme se posó en su corazón. No sabía que quería, tampoco sabia porque le decía a su "amigo" eso. El aire era bastante pesado entre ambos, parecía tonto pensar eso porque estaban a la mitad de un parque. Sin embargo, ambos no podían respirar. Obito no pudo interpretar ese sonrojo en el rostro de ella, tampoco en el extraño sentimiento en su pecho. Se había prometido nunca más volver a enamorarse, ni siquiera pensar en ello.

-¿Por qué tendrías que hacerlo?-había frialdad en su voz

Ella se sorprendió ante el tono tan despreocupado de su voz.

«¿Acaso no te importaba?»

-no me dijiste que él era el amor de tu vida....deberías estar con él

Había dureza en el semblante del Uchiha, pero pudo darse cuenta de la cara de decepción de ella.

-No tienes nada que más decirme...-musito con algo de vergüenza

Era un ruego implícito y él lo sabía. Sin embargo, lo despreciaría. Acorto distancia y el corazón de la entonces muy joven mujer se sobresaltó.

-Haz esperado mucho para su regreso. Será mejor que vayas- había tanta tranquilidad en su voz.

Ella se sintió maltratada, pareciera que el Uchiha la estaba tratando como una desconocida y no como la mujer que compartió su lecho los últimos 15 meses. Había orgullo en esa bella mujer, se despidió con un escueto "hasta luego" y se marchó. Mientras se alejaba, se sintió como una tonta, ni siquiera sabía porque le había dicho todo eso

«¿Qué estaba esperando?» Ella no lo sabía; quizá sí, pero no lo quería admitir.

Él nunca se lo dijo, incluso cuando volvieron a retomar su amistad. Ese día, ese triste día de otoño, no dejo de verla hasta que su figura desapareció de su vista. Termino yendo a un bar para beber por ese invisible sentimiento que no quería admitir, para luego terminar llorando en la casa de su pervertido amigo.

-eso ya no importa..-contesto

-entiendo- se limitó a decir

Kakashi sabía que Obito estaba dolido después de lo que le hizo Rin. Se encerró en su mundo, alejando a todos excepto a konan, pero su dolor fue más, por lo que lo que estaba empezando a sentir por ella y término por rechazarla.

-lo lamento..

La dulce voz de Hinata se escuchó, ambos hombres salieron de esa tensión por la pregunta.

-mucho gusto, soy Hatake kakashi..

El peliaplateado se puso de pie, para presentarse como era correcto y ofrecerle su asiento.

-Hyuga Hinata, es un placer.

Mientras ambos intercambiaban el saludo y miradas, el amargado Uchiha había vuelto prestar toda su atención a los papeles en sus manos.

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La peliazul caminaba muy contenta hacia su trabajo, hablando por teléfono con su mejor amiga. Era un día muy especial, se había adelantado mucho en su trabajo, así que daba por hecho que saldría temprano. Quería estar al lado de su hermanita, ese día cumplía quince años.

-claro Ino. Llegare a las ocho -afirmo- ¿puedes comprar el pastel? Por favor

-no te preocupes Hinata- contesto tras el teléfono- además Hanabi estará muy feliz de que por fin pases un cumpleaños con ella.

-también estoy muy feliz. Bueno Ino, tengo que apresurarme ya le compre un regalo a Hanabi y no quiero llegar tarde.

Ambas colgaron luego de despedirse. Hinata había conseguido el par de zapatillas de Hanabi tanto quería, le costaría pero por ver su sonrisa todo sacrificio era válido. Había salido más temprano para "comer", pero no lo hizo puesto que se dirigió a la tienda donde los vendía; lo envolvió en un lindo papel de regalo y lo adorno con un enorme moño.

-espero que te guste Hanabi-chan- se dijo muy contenta.

Desde que se quedaron solas, Hinata había tenido muchos trabajos de tiempo parcial, completo y nocturno. Muchos años Hanabi no paso su cumpleaños con su hermana, siempre estaba en la guardería o con alguna vecina que podía cuidar de ella. Hinata quería compensar esos tristes momentos, comprándole el par de zapatillas que sabía que le iban a gustar.

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La puerta de ascensor se abrió, todo parecía bastante normal. Todo cambio cuando unos gritos se empezaron a escuchar en la oficina de su jefe.

-¡eres un inútil!

-perdón Uchiha-sama. No volverá a pasar.. lo juro

La voz iracunda de Obito y otra pequeña voz se escuchaban tras. Los empleados estaban afectados pero seguían trabajando, Konan se sobaba las sienes parecía bastante cansada y estresada.

-¡por supuesto que no habrá próxima vez. Esta despedido!-grito

-pe..pe..pero Uchiha-sama.. tengo hijos y una madre muy enferma..-había mas que suplica en la voz del humilde señor

-recoge tus cosas y ¡lárgate de mi empresa!- mando con su voz ronca que daba tanto miedo

-pero..

-Si no estás en una hora lejos de mi empresa, me asegurare que nunca vuelvas a encontrar trabajo..

Su voz amenazadora estremeció el cuerpo de la bondadosa joven. Sus ojos picaron cuando vio salir al despavorido hombre de la oficina de su jefe; estaba muy asustado, con la cara roja y casi lloroso.

-¡Hinata..ven!-ordeno

La peliazul se respingo ante el llamado de su jefe. Obito tenía el saco desabotonado y estaba muy neurótico. Hinata rápidamente dejo sus cosas a un lado, cogió su libreta de apuntes para entrar a toda prisa a la oficina.

-necesito que revises las ultimas ventas y compras del mes.

-si

-empecemos de una vez, necesito sacar algunos cálculos. Ya que el imbécil de mi contador se equivocó en una coma y termino por vender a un precio mucho menor- bufo muy irritado.

Hinata sabía que era trabajo extra, le tomaría mucho tiempo revisar todo. Debía actuar rápido si quería llegar al cumpleaños de Hanabi.

-le pediré al departamento de contable que me ayude..

-¿Que?..-su voz sonó irritada- escucha, revisaras esas ventas conmigo. No confió en nadie, seguro me han estado robando y viendo la cara de imbécil ¡maldición!

Hinata se sintió muy asustada al verlo dar un fuerte manotazo en la mesa de vidrio.

-¿Qué estas esperando?. ¡muévete y trae todo lo que necesitamos!.

-etto.. Uchiha-san yo..-había duda y miedo en su voz

Había un enorme nudo en su garganta, quería pedirle permiso para irse a la hora de siempre y que avanzaría el resto del trabajo en su casa, pero...

-Mhp..-sonrió al saber lo que quería- Si no quieres quedarte, no lo hagas. No te molestes en regresar mañana

Su corazón le dolio ante la frialdad de sus palabras, ella daba todo por la empresa. Era muy injusto que la tratara así, lo último que quería era perder su trabajo. Obito la traspasaba con su mirada y su amenaza la asusto mucho.

-lo siento... ahora traigo todo lo necesario.

Sus ojos picaban, su cara estaba roja cuando salió de la oficina. Necesitaba llamar a Ino para decirle que llegaría más tarde; su tristeza iba en aumento al imaginarse el decepcionado rostro de su hermano. Konan noto de inmediato el semblante descompuesto de la joven, miro hacia la oficina de su amigo y negó con la cabeza, quizá desconociéndolo un poco.

Ya eran cerca de las nueve y media. El pie de Hinata no dejaba de moverse por la ansiedad, necesitaba controlarse para no equivocarse. Konan se había ofrecido en ayudar pero Obito se negó rotundamente. La hermosa mujer sabía que si Obito decía que no, era no. El olor a café inundaba la iluminaba oficina, la vista daba a un Tokio muy iluminado aguardado bajo la oscuridad de la noche. La peliazul contenía sus ganas de llorar, mordiéndose los labios. Sabía que Hanabi no solo iba estar decepcionada, sino molesta, quizá no debió prometer que llegaría.

Obito lucia bastante calmado que cuando empezaron, había revisado decena de órdenes de compra y venta y al parecer todo parecía cuadrar, pero el Uchiha no iba quedarse tranquilo. Hinata tenía la certeza que solo se había fallado en una orden de venta, pero su paranoico jefe no le iba a creer y la iba tachar de "confiada".

.

Eran cerca de la diez y media. Hinata se apresuró en salir del auto de su jefe. Con mucha vergüenza le pidió que la llevara, al principio Obito quiso negarse pero termino por aceptar. Sin embargo, primero lo dejaron a él en su casa, para que luego el chofer llevara a Hinata a su casa. Durante todo el viaje, la peliazul no dejo de jugar con el asa de su bolso; estaba tan ansiosa por llegar aunque sea demasiado tarde. Su corazón dolía al imaginarse al triste y decepcionado rostro de Hanabi.

-Hinata- saludo Ino cuando abrió la puerta

-Buenas noches Ino. ¿Dónde está Hanabi?-pregunto mientras entraba

Ino bajo la mirada, miro hacia su cuarto entonces Hinata entendió. Ella miro hacia la cocina, el pastel estaba entero; se mordió uno de sus labios resistiendo todas esas ganas de llorar que tenía.

-lo lamento mucho Hinata.... Hanabi no quiso comer el pastel- dijo con pena la rubia bella

La adolescente tenía bastante personalidad. Su temperamento sumado a esa época de cambios de la adolescencia, explotaban en una ola de sentimientos que no eran propios de ella. Hinata abrió la puerta del dormitorio suavemente, observo que Hanabi estaba sobre la cama de Ino; sabía que estaba despierta.

-Hanabi-chan...-tomo asiento en la cama suavemente- lo siento tanto...-había tanta pena en su quebrada voz

La peliazul quiso colocar su mano sobre el hombro de su recostada hermana, pero esta se removió; Hanabi no deseaba su contacto.

-lo prometiste...

Solo eran dos palabras, pero fueron tan poderosas, que hizo que las lágrimas contenidas de Hinata salieran amargamente. Ella se tapó la boca, para aplacar el sonido de un sollozo ahogado. Su amada hermana estaba molesta con ella, su corazón dolía demasiado, no podía soportar tanta indiferencia de su parte. Hanabi no solo era su hermana, era como su hija.

De la misma forma silenciosa que entro, salió. Afuera le esperaba Ino, ella no dudo en buscar refugio en los brazos de su amiga.

-tranquila Hinata. Ya se le pasara..- dijo mientras la abrazaba y la dejaba llorar.

.

Casi no tenía ganas de comer, miraba su charola pero no deseaba probar nada. Su pena la consumía, al recordar lo sucedido en la mañana, la decepción de su hermana no menguo a pesar de haberle preparado su desayuno favorito. Se sintió muy decepcionada, cuando la espero con ansias que despertara para mostrarle sus platillos favoritos, pero el semblante de Hanabi, era el mismo. Se sentía culpable porque ni siquiera pudo entregarle, el par de zapatillas que tanto trabajo le había costado conseguir. Ni siquiera recibió un "buenos días" de su parte.

-¿estás bien Hinata?-pregunto Konan muy preocupada por el semblante tan lúgubre de la joven

Una traicionera lagrima término por resbalar, ella rápidamente se la limpio.

-lo lamento

Konan está sorprendida, Hinata siempre trataba de sonreír a pesar del duro trabajo. Ese día lucia tan rota.

-Hinata, ¿Qué paso?- le volvió a preguntar, pero esta vez poso su mano sobre la de ella- ¿puedes confiar en mí?

La peliazul sintió el respaldo de su única amiga del trabajo. Implícitamente ella le decía:

«No estás sola»

.

Eran casi las 3 de la tarde, había mucho trabajo y su estado de ánimo no ayudaba, pero no podía dar espacio al error.

-cambia mi cita de las 3 de mañana para la próxima semana al mismo día. ¿Confirmo kakashi para el sábado de la proxima?

-si- se limitó a decir tratando de sonar lo más normal que podía

-bien, ahora terminaremos lo de ayer

Hinata estaba lista para continuar su trabajo, a pesar que sus ojos estaban secos por tanto llorar en el baño además que estaban completamente hinchados. Su querido jefe no lo notaba, es más nunca la miraba; el Uchiha era de esos jefes que siempre hablaban al viento y ella tenía que anotar todo. Quizá su hubo algunas veces que la vio, pero fueron rápidas miradas sin expresión alguna. La eficiencia de la joven era digno de admirar, además de eso tenía bastante iniciativa y sentido del compromiso. Obito lo notaba, pero no encontraba necesario darle algún tipo de cumplido como incentivo. Hinata era una más de sus empleadas, bastaba con el sueldo que le daba.

El sol caía de poco, la oficina se coloreaba con las luces típicas de la tarde. Ya era la hora de salida, a pesar de que faltaba muy poco aun tomaría un par de horas. Obito revisaba su computadora muy concentrada, mientras que Hinata usaba la profesional portátil para terminar. De manera muy disimulada se apretaba los ojos, cansada por haber estado casi tres horas viendo la pantalla, tenía que resistir. A las afueras ya se escuchaba que los empleados pasaban a retirarse, entonces la puerta se abrió. La peliazul fue la única que le prestó atención a la persona que entraba, su jefe estaba pendiente en su aparato.

-ya deberías irte- dijo Obito mientras revisaba una factura

Él sabía perfectamente de quien se trataba, solo existía una persona que se atrevería a entrar de esa forma a su oficina.

-¿les falta mucho..?- pregunto con coquetería a ambos, mientras se sostenía con una de sus manos en pulcro escritorio, en una postura bastante sugerente.

«¿Acaso estaba coqueteando al gran Obito Uchiha?»

Hinata negó con miedo. Sin embargo, sus ojos perlas se abrieron enormemente. Algo que jamás pensó ver estaba pasando. Su jefe estaba...

-terminaremos. Si quieres quedarte , eres bienvenida..- respondió

Su jefe, al que todos temían; no solo estaba correspondiendo a ese invisible coqueteo, también en estaba sonriendo, de una manera tan jodidamente sexy. El uchiha tenía una hermosa sonrisa, eso no se lo esperaba. La peliazul miraba a konan y luego a Obito, ambos parecían inmerso en otro mundo; intercambian sonrisas y miradas en un ambiente de magia y cariño. Hinata se enterneció, hacían tan bonita pareja.

-Hinata será mejor que te vayas. Yo me quedare con Obito

-¿ehm?..-ella no entendía la orden

-un momento Konan, dije que puedes quedarte.. no que le dijeras que se fuera- replico sin molestia pero si con mucha curiosidad.

-No se preocupe Konan-san, yo puedo...

-Hinata has trabajado mucho el día de ayer, este señor no te dejo ir al cumpleaños de tu hermana por trabajo... deberías estar con ella y no con este...- lo miro fijamente-.. señor

Había tanta gracia y seriedad en su voz que Hinata no entendía que estaba pasando. Sabía que Konan era muy amiga de su jefe, pero no sabía que hasta ese punto.

-bueno yo...- estaba ruborizada, lentamente miro a Obito; pidiéndole con la mirada permiso.

El uchiha suspiro resignado, no podía negarle nada a esa mujer.

-bien. Puedes irte.

El corazón de Hinata se sobresaltó de alegría, contuvo sus ganas de abrazar a la hermosa mujer que le sonreía. Sabia porque lo hacía, Konan era muy gentil ya que conocía la razón de su poco ánimo ese día. La peliazul era consiente que ella, tenía muchas más responsabilidades y situaciones más delicadas que tratar; Konan no solo era la secretaria, era el brazo derecho de Obito que tenía la capacidad de tomar decisiones cuando él no estaba.

-muchas gracias, que tengan buenas noches..- se despidió de ambos con una rápida reverencia.

La peliazul no pudo contener sus ganas de irse, salió a toda prisa dejando con una sonrisa a la amable Konan.

-tu siempre con tu bondad, eres la misma de siempre- su voz ronca resignada destaco lo que estaba pasando

-tu más que nadie me conoce. Ella es una buena chica, no deberías tratarla como un esclava sometida tras el escritorio..

-¿me ayudaras o seguirás regañándome?..

Una cálida sonrisa le dedico, esa que solo a ella podía dedicarle. Después de la conversación con su amigo, sus recuerdos con ella llegaron a su mente, como un verdadero dolor de cabeza.

«¿Desde cuándo no la miraba?» «¿Cuándo fue la última vez que la acaricio?»

Si bien habían terminado en extrañas circunstancias, Konan fue esa cura a su alma rota por la decepción de su amor con Rin. Sin embargo, no fue lo suficiente para poder arrancarla de su corazón, quizá por capricho u obsesión, pero, estaba seguro que sintió mucho más que solo deseo. Nunca tuvieron una relación formal, solo se encontraban para consolarse bajos sus pieles desnudas y decenas de besos, pero hubo fidelidad o quizá exclusividad. Ambos no veían a otras personas, salían como una pareja, iban a la rehabilitación de Obito y en las noches.. sus cuerpos se buscaban casi por instinto. Desde su primer encuentro no dejaron de hacerlo, a pesar que en algunos días el Uchiha tenía ataques erráticos, producto de su desintoxicación, todo ello curado por las caricias, miradas y besos de la hermosa Konan. Había días donde ambos lloraban mientras hacían el amor, se acariciaban de manera tan triste con besos húmedos cubiertos de lágrimas, en un extraño ritual de consolación.

«¿Por qué no se quedaron juntos?»

Ellos nunca lo supieron, así como empezó su relación de una manera sin que ellos lo notaran, se terminó. Un día el tormento y gran amor de su vida, apareció en su puerta pidiendo ser parte de su vida. Ella fue débil cediendo a las proposiciones de su amado Yahiko, al principio fue sencillo separarse del Uchiha, sabía que él solo la buscaba para quitarse a Rin de la cabeza, pero, a medida que pasaba el tiempo con el pelinaranjo, solía comparar sus besos y caricias con el pelinegro.

-entonces empecemos..- dijo Konan tomando posición en el sitio de Hinata.

Obito la miro de lado, concentrándose en su belleza ya que desde hace mucho tiempo: no la miraba; esto lo hizo sonreír, porque se sintió como un adolescente cuando mira a la chica bonita.

.

Hinata estaba nerviosa, necesitaba arreglar las cosas con Hanabi. Su temblorosa mano estaba a milímetros pero la puerta se abrió abruptamente; se sorprendió al ver a un llorosa Hanabi que le daba la bienvenida.

-Hana..

No pudo terminar, su pequeña hermana se lanzo sobre ella, hundiendo su rostro en pecho de ella.

-lo lamento...-musito

No había nada más que decir, Hinata entendía a la perfección lo que sucedía. Solo atino a acariciar con devoción la cabeza de su hermana, sonriendo de manera maternal. Hanabi la abrazo más fuerte y la peliazul no tardo en corresponderle. Ino miraba todo desde el umbral de la puerta, estaba muy satisfecha por lo que estaba pasando, no dudo en sonreír y recordar la manera en como hablo con Hanabi.

-¡Basta Hanabi!...tu hermana trabaja muy duro para que no te falte nada. Debes ser agradecida con ella. ¡Deja de ser tan caprichosa!- le grito

-¡ella lo prometió... me dijo que iba estar conmigo!¡tú no sabes como yo me siento!

-Hinata trabaja muy duro, no pudo venir pero pueden salir otros días. Ni siquiera quieres abrir tu regalo..¡ella ni siquiera comió por irte a comprártelo!

-¿Qué?- había sorpresa en su voz

Ino suspiro, miro a la adolescente sentarse en el tupido sofá.

-Ayer Hinata salió de su trabajo con el pretexto de ir a almorzar, no comió para conseguírtelos y estoy segura que estuvo ahorrando para dártelos. Hinata ha sacrificado mucho por ti, Su tiempo, su salud, sus horas de dormir, parte de su vida personal solo por ti.

-yo también he sacrificado mucho

-¿estas segura?... Hanabi- ella capto su atención- ¿Tú sacrificio, es comparado con el de tu hermana?

-¡te los pusiste!- estaba feliz al ver las zapatilla en su hermana- me hace muy feliz Hanabi-chan

-lamento lo de ayer..

-no importa, sabes que no puedo enojarme contigo- dijo mientras le limpiaba las lágrimas. Los ojos de Hanabi estaban rojos y muy hinchados.

-¿Por qué no van a la feria que está en el parque de la cuidad?-propuso Ino

-¿quieres ir Hanabi?-pregunto con una enorme sonrisa Hinata

-¡hai!

-yo también quiero ir, hoy habrá fuegos artificiales y quiero verlos- dijo la hermosa rubia

Las tres jóvenes se miraron con complicidad, iban a pasar una linda noche.

.

-Me duele la cabeza.

-Mhp... te sobrecargas de trabajo. Sabes muy bien que el departamento de contables lo puede hacer

-sabes que no confió en mi propia familia, voy a confiar en extraños.

El pelinegro abrió la ventana de su auto, necesitaba un poco de aire fresco. Konan le había dicho al chofer de Obito que se fuera a su casa, sabía que su amigo iba estar de un pésimo humor y no quería que el humilde señor pagara las consecuencias de su estrés. El Uchiha le pidió que condujera hasta su casa.

-odio los fuegos artificiales..- dijo muy irritado al ver uno reventar en el cielo oscuro.

- a mí me encantan...- dijo mientras volteaba hacia la izquierda, rodeando un parque con el auto.

-se me había olvidado...- su voz sonaba cansada

-hace mucho que no voy a una feria

- ¿es un mensaje subliminal?..- ironizo

-no lo sé, ahora soy tu chofer.. no me pagas por esto. Deberías compensármelo- bromeo

-sabes que odio los lugares con mucha gente..

-¡Dios Obito! Ya deja de quejarte..

-Mhp..

Había mucho tráfico, el semáforo se puso en rojo y eso irrito más al Uchiha, quien solo quería llegar a su casa a dormir; apoyo parte de su antebrazo en la abertura de la ventana, sobando su frente, para controlar su molestia por los estruendosos fuegos artificiales.

-¡Obito, ¿no es Hinata?!- señalo Konan

-¿ehm?..

-me alegra que saliera con su hermana, por tu culpa no pudo llegar a su cumpleaños- acuso

El semáforo dio verde, entonces el auto avanzo. Solo fueron segundos, pero pasaron tan lentos. La mirada oscura se posó en una ilumina y sonriente mujer que conocía, lucia tan feliz. Los fuegos artificiales explotaban iluminando todo a su alrededor, pero curiosamente solo embellecían a una sola persona en lugar; Hinata sonreía a carcajadas, sosteniendo un helado de chocolate en una mano, cerrando sus ojos y esbozando la sonrisa más sincera que habia visto en toda su vida; lucia tan tierna y pura. El auto avanzo, pero él no aparto su mirada sobre ella; lucia tan diferente cuando no estaba en la oficina.

-¿pasa algo Neesan?..- cuestiono Hanabi al ver que Hinata miraba a un lado.

-¿ehm?. No solo sentí algo extraño..

-Qué les parece si vamos a los juegos...-dijo Ino

-¡si vamos!

Mientras Hanabi e Ino tomaban distancia, Hinata se quedó parada con una extraña sensación en el pecho. El viento soplo hondeando su alargada cabellera azul y un presentimiento se anido en su pecho. Lo que ella no sabía que el destino comenzaría a mover sus hilos, solo bastaba una mirada, un solo instante para que todo cambiara. Las coincidencias no existían y lo inevitable está a punto de pasar.

-Konan, ¿Qué sabes de Hinata?

Continuara.....

Se viene el punto de inflexión entre ambos. Los fragmentos de sus vidas se están conociendo, solo es cuestión de armarlos. Mi sexy kakashi, tan perfecto y pervertido como siempre. Amo a Konan, lo que paso entre ellos fue triste, pero a veces la vida nos lleva por senderos que no conocemos.

Dentro de unos días empezare un fic de preguntas. Se llamara "café de media noche", es algo parecido como un talk-show donde hare "entrevistas" a los personajes de Naruto. Mi primer entrevistado será mi amado Obito-kun.

Si óbito existiera como actor. ¿Qué le preguntarían?.

Sera básicamente comedia-entrevista. No descuidare este fic ya que me encanta, tampoco el de mi Sasuhina. Solo quiero cambiar mi modus-operandi XD, escribir algo de comedia para relajarme.

¡Cuídense por esta pandemia!

Gracias por leer

SkybluePetunia

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