EL PRIMER DIA
El rostro de aquel importante hombre estaba desconcertado por la dramática reacción de la joven, todo indicaba que de verdad necesitaba el empleo. Endureció su mirada ante su llorosa reacción, no deseaba mostrar más de un neutral expresión y un notorio distanciamiento. Hinata no podía ocultar la alegría que le ocasionaba conseguir un trabajo, ahora podría pagar el alquiler de su humilde vivienda, apoyar a Hanabi y poder pagarle los favores a Ino. No había más que decir, el Uchiha se puso de pie sintiéndose patético de ver las lágrimas de la frágil mujer.
-lo siento..-limpio sus cristalinas lagrimas
-no importa, las llevare a su casa
-¿ehm?, no.. no es nece..
-no es un favor- ella no entendía- es una orden. Estas en un estado deplorable, me tomare treinta minutos para llevarlas a su casa. Las espero abajo
-¡hai!.. gracias una vez más Uchiha-san
Hinata aún no procesaba todo lo que estaba pasando, solo contemplo su altivo andar cuando cruzaba el umbral de la salida. La peliazul tuvo un buen presentimiento, ella no creía en las casualidades, si iba a pasar entonces tenía que pasar.
-no es tan malo después de todo- musito con una cálida sensación en el pecho
.
-entonces ¿es dueño de toda esa gran empresa?- pregunto con mucha curiosidad Ino
-es una empresa familiar. Cuando el presidente decide entrar al retiro, elige a un sucesor.
- que interesante es su vida Obito-san – le sonrió
El ambiente en el lujoso auto era atípico en la vida del serio Uchiha, la compañía femenina no era de su agrado, con la excepción de su inseparable "amiga" konan. Sin embargo, hablar con la simpática amiga de su nueva empleada era bastante agradable, tenía que aceptarlo muy dentro él. A su lado estaba Hinata, quien estaba bastante callada y un poco sonrojada, tenía mucho miedo que Ino dijera algo imprudente y pudiera ocasionar el mal humor de su jefe; no conocía a Obito pero si había palpado su mal carácter con viscerales palabras y una elegante humillación. Hanabi estaba al lado de su hermana, viendo detenidamente las peculiares reacciones de su amada hermana. Ino trato de aminorar el incómodo silencio en el auto, empezó con una sutil pregunta para luego transformarse en una mesurada pero amena conversación. Si bien era un hecho la contratación de Hinata, aun no podía sentirse del todo cómoda al costado del intimidante hombre; solía mirarlo de manera disimulada, además de ser jodidamente atractivo, era tan elegante con ese abrigo elegante que le llegaba hasta la mitad de su cuerpo y su porte con esa espalda ancha; Hinata se sonrojo al darse cuenta la innecesaria atención de su parte hacia el Uchiha.
-comunícate con Konan antes de todo..- su voz ronca sonó pero no la miraba
Hinata asintió ante la petición, lo vio sacar su costoso celular, supuso que iba a proporcionarle el número de la bella secretaria; rápidamente opto por sacar su celular para digitarlo. Obito solo le nombraba cada digito, de manera rápida y clara. Iba ser difícil acoplarse a su ritmo pero no imposible.
-llámala en la mañana, suele estar ocupada durante la tarde y las posibilidades que te conteste en la noche son casi nulas
Era completamente diferente al hombre que la despidió en la tarde, si bien se mostraba frio había una invisible sensación que emanaba. Su mirada no solo era oscura y penetrante, había tristeza y soledad.
«¿Qué esconde Obito Uchiha?»
-entiendo- termino por decir luego de divagar en sus flotantes conclusiones.
-a la derecha- indico la rubia.
Ya faltaba poco para llegar a su destino.
Obito observo el barrio de clase baja, por un momento tuvo la idea de que la peliazul venia de una familia acomodada por la manera en cómo se comportaba, se movía y en sus mínimos gestos. Llegaron a un edificio un poco maltratado pero decente.
-gracias por traernos..- dijo Ino mientras le quiñaba el ojo
-muchas gracias Uchiha-san- dijo la peliazul
Tanto ella como Hanabi dieron una reverencia, él no mostro expresión alguna, su negra mirada se desvió hasta la coqueta rubia y le provoco una sonrisa irónica; por más que deseaba era imposible mantenerse renuente a la joven rubia, Ino era agradable para cualquier persona incluso para él. Obito apretó el botón para subir las lunas polarizadas de su auto, el chofer no tardo en pisar el acelerador alejándose rápidamente del lugar.
-Querida Hinata. Tu jefe esta buenísimo..- dijo emocionada
-No digas esas cosas Ino.- se avergonzó- será mejor que nos vayamos Hanabi, gracias por todo y perdona por las molestias.
-no te preocupes-sonrio
Hinata agradecía a kamisama por tener una amiga como Ino, se sentía muy afortunada. Su amistad era de años, ella estuvo en sus días más grises cuando perdió a su padre, la empresa de su familia y en aquel fatídico día donde su novio le rompió el corazón. La peliazul también era un gran apoyo para Ino, ella era tan enamoradiza y entregaba su corazón sin temor a ser lastimada; gran error. La rubia quería tener una relación seria cada vez que se enamoraba pero para su mala suerte ninguno deseaba tener una relación para el futuro.
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Había esperado tanto ese día, estaba bastante nervioso no podía dejar en paz la pequeña caja que tenía en el bolsillo de su pantalón, la abría y la cerraba contemplando la costosa joya. Sonreía al verla, le había tomado meses conseguir el anillo perfecto para ella: su luz. Desde que la conoció, ella se volvió el motivo principal para avanzar, se enamoró perdidamente de su bondad, su dulce carácter, su belleza y su sonrisa. La conoció prácticamente toda su vida, era un ángel para él; se sintió muy inseguro sobre sus sentimientos cuando los sentimientos de ella eran evidentes hacia su mejor amigo: Kakashi Hatake. Sin embargo, a pesar del factor en contra ella termino por corresponderle, su paciencia fue correspondida. Nunca pensó que ella le correspondiera, él se había vuelto su confidente y había sido sumamente duro escucharla y verla sufrir por los constantes rechazos de kakashi hacia ella. Habían noches donde su amada solo iba a llorar a su departamento diciéndole que le dolía que él no la viera; le dolía tanto consolarla, verla llorar por otro de manera tan dolorosa y resistir sus explosivos celos contra su mejor amigo. La amaba tanto que incluso fue capaz de rogarle -con todo su pesar- a Kakashi que le correspondiera, pero fue en vano; él no lo iba ser. Kakashi era consciente de los sentimientos de Obito hacia ella y su amistad con el Uchiha estaba por encima de todo.
En una de esas tantas noches donde Rin fue a buscar consuelo con Obito, se quedaron viendo por un lapso de tiempo, nunca había lucido tan bella ante sus ojos; él le acomodo un mechón mientras resaltaba lo hermosa que era y ella le sonrió. Se fueron acercando hasta que se unieron en un doloroso beso, él se alejó asustado por lo que acaba de pasar, era consciente de su estado vulnerable y no quería propasarse; para su mala suerte fue ella quien inicio todo para terminar unidos hasta el amanecer. Cuando despertó se encontró con la triste escena que ella no estaba, se maldijo cientos de veces por haber avanzado con ella de esa manera. No paso mucho para que decidiera por fin confesarle sus sentimientos y Rin decidió darle una oportunidad. Habían pasado tres hermosos años a su lado, era el momento de dar el siguiente paso; ya se había abierto camino en la empresa familiar destacando por muchos y sonriéndole a la vida a pesar de las dificultades, después de todo, si ella estaba a su lado «¿Qué podía salir mal?».
-¡Obito...!- lo llamo
Él sonrió al ver el paso rápido con el que se acercaba, lucia tan bella con ese vestido azul y ese cabello castaño corto que tanto le gustaba. Cuando estuvo lo suficientemente la tomo de la cintura para darle vuelta, ¡demonios la amaba tanto!, la beso como siempre y la fémina no dudo en corresponder con el mismo ímpetu. Su cita continúo con una salida al cine, una dulcería con los postres favoritos de ambos, para luego terminar en una deliciosa cena. Caminaban por las calles tomados de la mano, las flores de cerezo eran hermosas bajo el manto oscuro iluminado por una noche estrellada, entonces él se detuvo.
-uhm ¿pasa algo Obito-kun?
Él solo sonrió y negó. Los ojos de Rin de abrieron enormemente cuando lo vio poner una de sus rodillas en el suelo y sacar una pequeña caja de su bolsillos, la mirada negra se puso en ella. Obito estaba sumamente nervioso, su mirada temblorosa lo delataba.
-Rin. Te he conocido toda mi vida y desde que te vi.. supe que serias la luz que iluminarias todos mis días
-Obito-kun- dijo conmovida
-Te amo y dudo mucho que algún día deje de hacerlo. Quiero vivir para ti, tener una familia contigo, solo contigo. Quiero que envejezcamos juntos hasta que mis ojos se cierren, quiero seguir viéndote crecer como la gran y bondadosa mujer que eres. Quiero levantarte y tenerte a mi lado, estar para ti en tus mejores días y en los tristes.. quiero ser yo quien limpie tus lagrimas. Rin.. ¿Quieres casarte conmigo?
Los ojos se ella se aguaron, se llevó sus manos hasta boca por la emoción. Los transeúntes contemplaban la tierna escena, Obito solo sonreía al ver la emoción en sus ojos. Ella asintió con lágrimas y dijo:
-Por supuesto que quiero casarme contigo.
Escuchar una afirmación de su parte, curaron cada herida de su difícil vida, le coloco el fino anillo en su dedo, se puso de pie para besarla y abrazarla con fuerza. Las personas alrededor atinaron a aplaudir el conmovedor acto, lucían tan enamorados.
Su mirada fría se posó en el tiritante reloj, su sonido era excesivamente alto, solo así podía levantarse. Eran casi las cinco de la mañana. Se sentó en su cama, maldiciendo todo, por el patético sueño que acaba de tener.
-eres un imbécil..- se dijo mientras sonreía burlándose de su miserable vida
Ese día iba estar de un humor pésimo, siempre que soñaba con ella su día se arruinaba antes de empezar. Si bien, sus sueños habían disminuido en cantidad y frecuencia, no quería decir que no dejara de soñar con ella. Esa noche había hecho tanto calor, solo había dormido con sus costosos bóxer y las sabanas de seda ayudaban un poco, para aplacar la temperatura. Se dirigió hasta el gran baño, se miró al espejo y sonrió burlándose de sí mismo. Había soñado con aquel día que le pidió matrimonio, aun recordaba el olor de la noche, aun podía ver claramente los ojos vidriosos de ella cuando se lo pregunto, aun podía sentir como su corazón se sobresaltó cuando le dijo que sí. Parecía amor de verdad. No había día en que no maldijera ese día, hubiera dado lo que fuera para que ella le dijera que no y que todo se terminara de una puta vez, pero no fue así, la muy cobarde no pudo decirle la verdad
Su reflejo en el espejo, solo era un espejismo del hombre implacable en el que se había convertido. Se sintió un imbécil al recordar que esa noche le hizo el amor hasta al amanecer, Rin no solo estaba en su mente, estaba en piel. Aun recordaba su aroma floral, cada curva de su cuerpo, las veces que arrugaba la nariz cuando la hacía llegar a un orgasmo, aun podía escucharla gemir su nombre con tanto placer, las veces que le decía que le pedía más, aun podía sentir su suave cuerpo encima del suyo, podía sentir sus uñas en su espalda y sobre todo las innumerables veces que lo dijo que lo amaba, sonaba tan sincera pero no era verdad. Después de casi 5 años, no había podido olvidarla y eso lo trastornaba.
-Eres patético..-le dijo a su reflejo
Las personas con las que compartieron parte de su infancia o adolescencia, no lograban reconocerlo. Aquella impetuosa actitud, sonrisa enorme y su bondad se habían esfumado, incluso el tono de su voz era diferente. Se había vuelto el hombre más rico y poderoso de todo de Japón, su nombre se escribió como la mejor elección como presidente de la compañía de su familia. La polémica también estaba constantemente presente, por los métodos que utilizaba para hacer a un lado a la competencia, la poca ética que tenían para sus construcciones olvidando el planeta y las poblaciones vulnerables de los pequeños poblados. No importaba, su compañía se imponía sobre muchas haciéndola quebrar y dejando a decenas de empleados fuera del mercado laboral. «¿Sentía pena?», la respuesta era clara: No la sentía, ni un ápice de remordimiento.
Lo único que lo relajaba después esos sueños, era una ducha de agua fría. Allí estaba, su alta y atlética figura debajo de un fuerte chorro de agua fría, su mirada estaba fija en la mayólica de su ducha mientras el agua recorría cada musculo de su anatomía, cerraba los ojos con la idea de que mejor debería estar muerto para no sentir tanto dolor. Tomo el pequeño jabón para pasárselo por todo el cuerpo, empezó por sus brazos siguió con cada musculo de su torso, tomo la áspera esponja para refregar su cuerpo, necesitaba olvidar todas esas sensaciones que aún le provocaba solo en pensar en ella, quería arrancar esa deliciosa sensación de su piel contra la de ella. Endureció su mirada al darse cuenta como pensaba, dejo la esponja para lavar su miembro viril, se molestó al encontrarlo duro como todas las mañanas.
-mierda-bufo
Necesitaba de una mujer. Después de su éxito no le faltaban las mujerzuelas que se acercaban por su dinero sin ningún interés en conocerlo, pero le interesaban. Con la última mujer había intimado fue Konan, la quería pero nunca se lo dijo durante toda su abierta relación, tampoco planeaba decírselo ahora que ella era feliz con su prometido, estaban a puertas para casarse. No deseaba estar con ninguna mujer, prefería masturbarse las veces que sean necesarias con tal de no caer en un acoston de fin de semana. Tomo la suave toalla, su baño había terminado; Hoy era lunes, era seguro que había mucho que hacer. Era un hombre sumamente ocupado y tenía que lidear con las diferentes sucursales de su empresa, que estaban alrededor del globo terráqueo.
Su armario era la envidia de cualquier hombre en la tierra, prendas de grandes y costosos diseñadores, accesorios de marca con la exclusividad grabada; eran todo un lujo. Tomo un bóxer caro que le que se acomodaba a su virilidad, decidió cambiar de color de traje, hoy usaría un traje azul oscuro. Se miraba al espejo dando los últimos toques a su elegante corbata, peino su cabello con su cera favorita y salió de su habitación.
En su enorme casa había alrededor de cinco empleados, sin embargo cuando él estaba dentro del inmueble evitaban toparse con él. Obito había dado instrucciones claras, cada mañana su desayuno debe estar listo, la limpieza se haría cuando él no se encontrara en casa, deberían ser lo más invisibles posible. Por lo general terminaba todo el desayuno, pero después de soñar con ella, el apetito se esfumo. Sin embargo, debía comer después de sus problemas de adicción. Recordar su oscuro pasado era realmente duro, después de su fracaso con Rin se sumió en un círculo oscuro lleno de drogas. Su vida se estaba yendo a la mierda y todo lo que había logrado se desmoronaba poco a poco; dejo de creer en kamisama, muchas veces se frustro recriminándolo que lo había abandonado por el cruel engaño de la mujer que amaba. En unas de sus peores días, encontró el apoyo de la misma mujer que lo había salvado de una gran humillación: Konan. En un día negro ella lo encontró en sus peores estados, ella aun lo recordaba, ver como salía de un lugar de mala muerte fue algo que nunca espero. Obito estaba tocando fondo; insegura de todo tomo la decisión de seguirlo hasta su departamento, la hermosa mujer no podía olvidar lo que sus ojos vieron: Un Obito completamente roto, inyectándose una sustancia prohibida. Su departamento estaba hecho un desastre, vio su celular roto, no había querido comunicarse con nadie después de ese día. No lo dudo al momento de acercarse, ni siquiera él había notado su presencia. Sus ojos se aguaron cuando el Uchiha la miro directamente, esa mirada llena de esperanza ya no estaba, sus ojos negros muertos le decían:
«Ayúdame.. por favor»
La soledad y el desamor lo estaban destruyendo.
Los días se convirtieron en semanas y estos en meses. Ella fue el gran apoyo que necesitaba, había algo dentro de él que la obligaba a ayudarlo, a pesar de no conocerlo muy bien. La rehabilitación fue difícil, pero él logro salir adelante con su ayuda. La química fluyo en ellos, las cosas se dieron y se volvieron un solo ser durante meses. Konan era una mujer excepcional y hasta el día de hoy agradecía al destino de habérsela cruzado.
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El valet parking de la puerta del gran edificio lo saludo, lo mismo de todos los días Obito atino hacerle el mismo ademan de saludo. No era un gran conversador, tratar con los empleados no era algo que le interesara. El Uchiha era un hombre que llamaba mucho la atención, su caminar elegante y lleno de orgullo eran digno de ver, además de su increíble atractivo. Todos los empleados tomaban distancia disimulada del importante hombre, no tenía una gran reputación al momento de tratar con los empleados. Apretó el botón para el ascensor, no paso mucho tiempo para las puertas se abrieran y él entrara, se acomodó el sastre mentalizando su siguiente movimiento, para solucionar los problemas en las tierras lejanas de Sudamérica. La puerta se abrió, los presentes que estaban en su camino le dieron espacio para que pasara y le saludaron. Eso no importo, solo quería un café muy amargo y llegar a su oficina. Konan estaba en su lugar como siempre puntual.
-¿te comunicaste con Shisui?- pregunto mientras se acomodaba los botones del sastre y se entraba a su oficina.
-si, me pidió que lo llames personalmente.- respondió y lo siguió.
Hinata estaba en el escritorio delante de konan, su jefe había pasado delante suyo y no la había notado a pesar de su saludo. La peliazul resalto la eficiencia de la hermosa mujer. Sacudió su cabeza, necesitaba concentrarse. Había llegado un poco más temprano de lo habitual, necesitaba hablar con la experimentada secretaria para saber cómo moverse en el trabajo. Los consejos de konan hablaban de puntualidad, atención y soluciones rápidas, ella le dijo que debería dejar su timidez y tener iniciativa así fuera en contra de Obito. Si bien el Uchiha era un hombre de negocios, era humano y los errores se daban, el trabajo de Hinata se basaba en encontrar esos detalles en sus tareas y las ordenes de su jefe.
-Hinata, Obito te llama- dijo cuando salía de la oficina
Ella se respingo ante la orden.
-tranquila, lleva alguna cosa donde anotar. Hoy habrá mucho trabajo- señalo
Hinata sonrió, estaba con muchas energías para empezar el reto de su vida.
Apenas abrió la puerta, Obito lucia bastante estresado. No había pasado ni diez minutos y ya tenía una de sus manos sobando su cabeza mientras miraba su computadora.
-llama a los proveedores de Toyota, dile que los veré a la una de la tarde de mañana.
Rápidamente comenzó apuntar lo que le decía.
-A las 11 se comunicara Miyasaki Hiro, programa una reunión entre mañana o el viernes. Recogerás a smug dentro en treinta minutos. Hice un pedido de unos trajes, deben estar por llegar. ¿Alguien se ha comunicado?
-no
-bien, es todo
Hinata apuntaba todo repitiendo en silencio cada palabra. Obito sorbió el café que le preparo Konan, negando lo que estaba viendo. Ella aún seguía parada en medio de la oficina anotando todo.
-¿terminaste?- su voz sonó con fastidio
-¿ehm?..- se puso nerviosa al sentir la visceral mirada del Uchiha puesto en ella.
-eres demasiado lenta.. Retírate- ordeno
No pasaron ni dos segundos para que Hinata saliera huyendo de la oficina. Konan la vio salir algo asustada, trato de sonreír quizá para consolarla. La peliazul debía concentrarse y se regañó de su lenta escritua.
-esta de muy mal humor... siento que sea tu primer día
-no importa, konan puedo preguntar algo
-claro
-¿Quién es Smug?, me pidió que lo recogiera en treinta minutos
-Es el gato de Obito.
-¿Tiene mascotas?
Konan sonrió ante la pregunta
-No lo parece verdad.
-Yo no..
-No te preocupes, mejor adelántate y recoge a su mascota. Le pediré a Jun que te lleve, es muy amable mientras trabajes con Obito no te negara movilidad.
-gracias..
Hinata se apresuró en ir a la veterinaria, agradeció al veterinario por todo. Luego se dirigió hacia la casa de su jefe, debía dejarla en su residencia según las indicaciones. La construcción era magnifica, impecable digno de cualquier presidente o celebridad, toco el timbre y salió una amable mujer quien recibió con gusto al animal. Su mirada aperlada se quedó contemplando la enorme casa, alguna vez ella también vivió de esa forma pero eso era pasado; su presente era la humilde casa con la compañía de su querida hermana menor. No paso mucho para que recibiera una llamada de Konan, quien le pedía que regresara rápido a la oficina porque Obito iba necesitar de su ayuda.
.
Llego a paso rápido al piso donde se encontraba la oficina, su corazón se detuvo al ver la visceral mirada de su jefe puesta en ella.
-lo siento, había mucho trafico
Se justificó: Gran error. Obito se acercó lentamente, su altura la intimido y todos los empleados alrededor miraron a un lado, sabían lo que se avecinaba. Hinata juro que la odiaba por la forma en como la miraba, desnudando hasta su alma y derrumbando todas sus barreras.
El Uchiha elevo uno de sus dedos con su dura mirada.
- no habrá próxima vez- le dijo
Era una implícita amenaza.
La peliazul trago grueso, él estaba furioso. Obito la rodeo alejándose. Aún estaba demasiado nerviosa por lo ocurrido, pero pensar en ello no era conveniente, Konan le hizo un ademan para que lo siguiera y obedeció, tomo una libreta de notas con un bolígrafo que estaban en el escritorio y se fue tras él. Las puertas del ascensor estaban a punto de cerrarse, pero hábilmente puso su mano para que la dejaran pasar. Con mucha vergüenza se posiciono detrás de su enojado jefe, con una mirada tímida miro su espalda: era tan ancha y su altura provocaba que se mirara más imponente, su aire depredador era algo con lo que tendría que lidiar, si quería conservar su empleo.
.
Habían llegado con un exclusivo restaurante. Los candelabros en el techo eran bellísimos acompañados con una ligera música de un pianista, las cortinas cubrían de manera perfecta los grandes ventanales dándole intimidad en el interior sin opacar demasiada luz, las pinturas en las paredes era un arte moderno no del gusto de la peliazul, había un aroma familiar en el ambiente. Hinata disfrutaba mucha su estadía, nunca pensó volver a un lugar como ese, miro el elegante plato en su mesa seguro valía más que la mitad de la paga de su vivienda. Ella lo disfrutaba, mientras que su jefe estaba irritado mirando sucesivamente su rolex.
«¿Dónde estará este imbécil?»
Habían esperado casi por 45 minutos, había un excesivo retraso en su agendo. Aún seguía molesto con su torpe asistente, hablaron lo necesario de las primeras que le encomendó para luego entrar en un silencio eterno, Hinata estaba incomoda con el notable y evidente enojo de su jefe, y él, simplemente era una molestia torpe. Obito decidido ordenar algo ligero, la peliazul solo recibió el plato que ordeno por ella, para su suerte era un postre que le recordaba los rollos de canela que tanto le gustaban.
-perdón por la tardanza..
Un hombre muy elegante hacia su aparición, lucia bastante cansado y no lucia para la ocasión. La mirada del Uchiha lo traspaso, lo inmovilizo pero tuvo que caminar; había negocios que cerrar.
-llegas tarde
-lo siento Uchiha-san, había mucho tráfico- se justificó y tomo asiento- buenas tardes señorita
Hinata solo dio una reverencia silenciosa, Obito dejo en el pequeño plato la taza de té que había terminado de beber.
-¿trafico?- ironizo- al parecer es el día de llegar tarde por la misma tonta razón..
La peliazul se sonrojo y agacho la cabeza.
-Espero escuchar buenas noticias- dijo con sarcasmo
-lo siento pero las cosas están peor que nunca
-Le dije a Shisui que lo solucione, por lo que le pago debería haberlo hecho ¡¿Ahora cuál es el maldito problema?!- bufo
Su voz ronca denotaba no solo fastidio, estaba estresado eso le decía por la forma en como uno de sus dedos tocaba la mesa de vidrio.
-Las personas no desean vender, el gobierno de su país los apoyan. Prefieren lo verde a una gran fábrica.
Un fuerte ruido la hizo respingar, Obito había estrellado su puño con la mesa.
-Esa zona es perfecta para nuestro proyecto, si no quieren acceder entonces aprópiate de sus terrenos- su voz sonaba despreocupada y seria
Obito no jugaba en cuanto a sus negocios, siempre apostaba para ganar.
-Shisui está tratando de sociabilizar con los pobladores, debemos darle más tiempo.
-el tiempo es dinero. No pienso darle más tiempo a gente que entiende de costo-beneficio
-Son muchas familias, si le quitas sus propiedades sin vender quedaran en la calle.
-no es mi problema Matsumoto- negó sin escrúpulos- se siguió el protocolo: se le ofreció una suma, si no aceptaron entonces se procede a otros medios- su mirada se fijó en el indeciso hombre- y tú sabes a cuales me refiero
Hinata escuchaba con horror la voz de su jefe, era tan fría y calculadora. La forma en la que iba a solucionar sus problemas le daban miedo. Entonces fijo su mirada en el otro hombre con traje, al parecer no estaba muy de acuerdo los métodos utilizados, lo vio suspirar y aceptar.
-Así son. Países de tercer mundo. Torpes campesinos que ven en la agricultura más poder que una industria o en la minería- la burla se plasmó en su rostro
-hablare con Shisui. Tengo mucho trabajo, aquí te tengo las facturas originales, el contrato y los planos del proyecto- puso en la mesa su maletín de cuero- supongo que usted es su asistente
-ehm, si- estaba un poco distraída. Aún estaba procesando lo ocurrido.
-No nos han presentado, Matsumoto Ryu un placer
-Hyuga Hinata
Hinata recibió muchos documentos de parte de Ryu y anoto su número. No paso mucho para que él se fuera, se despidió cortésmente y prometió comunicarse con Obito apenas tenga respuestas de su proyecto.
-no tengo mucho tiempo para dedicarle a este proyecto, tu coordinaras mis reuniones, verificaras las cotizaciones y los protocolos a seguir. Con respecto a los planos, he de suponer que no sabes nada de ingeniería.
Por eso konan le decía que prestara atención, Obito tenía la mala costumbre de hablar sin dirigirse o siquiera mirar a las personas.
-bueno yo..
-hay un ingeniero con el que he trabajo por años, Konan tiene su número. Masumoto coordinara solo contigo, konan tiene demasiado trabajo así que evita darle carga innecesaria.
-lo resolveré
-comunícate conmigo solo si es estrictamente necesario. Tus tareas las debería tener ella.
Hinata asintió, parecía algo confundida y triste. No podía ocultar lo que la conversación le había provocado en su frágil corazon. Su jefe era una persona sin escrúpulos, capaz de dejar a la deriva a decenas de familias solo por sus negocios.
-¿pasa algo?-pregunto
Ella casi palideció, al sentir su penetrante mirada. Konan le había dicho que involucrara sus sentimientos en el trabajo, pero no podía estar tranquila como si nada no hubiera escuchado nada. Obito frunció el ceño, Hinata parecía incomoda e incluso molesta por la seriedad en su rostro.
-bueno yo..
-habla rápido-ordeno- deja tu maldito tartamudeo, me está empezando a molestar- su molestia era evidente
Al escuchar las crudas palabras le traspasaron el corazón, su nerviosismo bullo y bajo un poco la mirada mientras jugaba con sus dedos.
-El proyecto en el que voy a trabajar trata sobre la construcción de alguna fabrica- dijo con mesura
-es más complejo que eso. Resumiendo: se quiere construir una fábrica textil en una zona rural en las provincias en Sudamérica.
-pero...-hubo una pausa incomoda- no es nada- se arrepintió
-Seguro debes tener dudas- aseguro- la información de Matsumoto es bastante compleja pero muy completa. Comunícate con él
Obito estaba a punto de ponerse de pie, pero..
-bueno es que no cree que debería darle una oportunidad a esas familias. Deben ser personas muy pobres que viven el día a día para sobrevivir. No sería justo dejarlos sin nada. Lo mejor sería darle tiempo y escucharlos.
La inocencia de la joven le pareció patético, su cobardía era palpable ya que ni siquiera lo miraba. Endureció su mirada, debía hacerle sentir quien era él.
-Entiendo tu punto, pero debo dejar en algo en claro. Tu opinión no me importa- El corazón de ella sufrió ante su cruda voz- no te pago para tus asesorías- sonó con sarcasmo- limítate y cumple con tu trabajo.
Ella asintió con un horrible escocer en los ojos, con mucho miedo dentro y su respiración se detuvo. Obito era un hombre horrible, si de apariencia era intimidante no reflejaba la cruel persona que era. Su alma estaba muerta y sus ojos lo reflejaban.
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-¿día difícil?- pregunto Konan
-No, está bien –mintió
La bella secretaria sonrió. Habia llegado la hora del almuerzo, estaban terminando de llenar sus charolas con sus almuerzos. Hinata pensó que comería sola, pero para su suerte Konan apareció. Necesitaba de una agradable presencia, su jefe era un hombre bastante difícil y durante todo el tiempo que estuvo con él después de la dura reunión, se sintió tan tonta por haberle dicho su opinión.
-Debes comer. Te aseguro que tendrás mucho apetito, Obito es difícil de tratar, solo espero que no termines como las demás
-¿Cómo las demás? No entiendo
Ella sonrió, Hinata era tan inocente e ingenua.
-Las estadísticas nos dicen que los asistentes varones tienen un 60% de probabilidad de durar más tiempo que las mujeres.
-¿porque?
-Como te habrás dado cuenta, Obito es bastante exigente y muy visceral. No es que sea machista, pero muchas de sus asistente mujeres no toleraban la manera tan cruda en cómo eran tratadas.
-Entiendo.. ha sido difícil para mi
-Concéntrate en tu trabajo, si lo haces a la perfección no te dirá nada, te lo aseguro Hinata. Este curry esta delicioso..-dijo cuándo probo el delicioso almuerzo
Hinata se sintió mas en confianza.
-me esforzare para hacerlo bien- su voz sonó optimista
Su camino iba ser muy largo, estaba dispuesta a tomarlo por duro que fuera. Konan la miro comer con mas ánimos, se detuvo un momento para observarla. Entre tantos solicitantes su currículo le llamo más la atención, por la sincera auto descripción que hizo. Como un presentimiento decidido solo llamarla a ella.
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La noche cayó, había estado por horas delante de su portátil; giro su cabeza mientras se colocaba unas de sus manos en su cuello, para aliviar un poco de la tensión. El Uchiha miro a su reloj eran las 11:17pm, hace casi dos horas que había llegado a su casa. Su cena estaba lista en la mesa, como siempre no había nadie a su alrededor y así debería de ser; la servidumbre debía irse a las 8pm dejando su cena lista. Se apretó el puente de la nariz, había tantos documentos que revisar y muchos de ellos necesitan su firma.
Había una sola cosa que lo ayudaba a mitigar su estrés: el agua helada. Se dirigió hacia la cocina, abrió el refrigerador para sacar una de la botellas de agua mineral que tanto le gustaban, la tomo casi por completo. Esa sensación helada le agradaba tanto, quizá podía sentir algo más que vacío dentro de él. Su gato negro salto hasta la isla de su cocina, sonrió como pocas veces lo hacía. Smug había vuelto, no lo había notado; era un hombre frio con muchas personas pero no con el animal, era su mascota y la quería, su mimado animal recibía mas afecto que las personas que lo conocían.
El gato negro se acercó lentamente a su amo, buscando un poco de su afecto, Obito no dudo en acariciar su suave pelaje. Su negra mirada se posó en el azul color de los ojos del minino, muchas veces se preguntaba porque nunca pudo deshacerse del animal. Era la única cosa que guardaba de su relación con Rin, además de los recuerdos en su memoria y en su cuerpo. El felino había sido un regalo de la parte de ella, en símbolo de su futuro matrimonio, aun recordaba sus palabras.
«No quiero tener hijos Obito-kun, por ahora quiero criar a este pequeño gatito. Sera nuestro hijo ¿te gusta?»
Había llegado en una caja adornada con un gran laso, era solo un pequeño gato de unos días de nacido. Aun podía ver la sonrisa de su antigua novia cuando le decía que quería criarlo con él. Como no vio la evidente señal, ella no se proyectaba con él, nunca lo hizo; vivió en una ilusión del cual había salido muy herido
-debí haberte regalado hace mucho, sin vergüenza..- dijo mientras le acariciaba la fina barbilla
En sus peores días, el felino corrió la misma suerte que él; su adicción lo llevo a descuidarlo pero así como él se recuperó, no dejo que su mascota muriera. Konan se ofreció a llevárselo, pero se negó rotundamente. Su excusa era que le había tomado cariño pero no fue así al principio, lo conservo porque Rin quería a ese gato y por eso se lo quedo, necesitaba quedarse con algo de lo que fue su relación, sonaba toxico pero era la cruda verdad.
Obito observaba detenidamente la forma con el gato se frotaba con su mano, su mascota amaba a su dueño. Quizá era uno de los pocos seres que lo amaban de verdad, el Uchiha sonrió y se sintió patético al darse cuenta que solo podía tener el amor de un gato, pero estaba seguro que no lo iba a traicionar. Tomo distancia del animal para ver el cielo de la noche a través de su gran ventanal, su mirada se perdió en la inmensidad del firmamento. Había decidido hace mucho vivir una vida sin amor y no se arrepentía, así nadie volvería a burlarse de él.
Continuara.....
Te amo Obito :3. Aunque te hayas convertido en un estúpido y sensual jefe xD. Hay mi Hinata, aun te falta mucho que sufrir. No me odien por la actitud de Obito, es parte de la trama y esta basado en parte de los oscuros sentimientos de una persona con el corazón roto.
¿A quien no le ha tocado lidiar con una persona asi?
Gracias por leer
SkybluePetunia
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