Capítulo veintinueve
JungKook suspiró, pasando con el control de su consola las opciones de juegos que tenía. Llevaba ya algunos días en vacaciones y se sentía extraño. No tener responsabilidades dejaba un vacío que usualmente solía sentir en esas épocas del año, cuando ya no había escuela. Ya no tenía tareas asignadas en las que concentrarse, o exámenes para los que centrar su cabeza y estudiar. Por eso, normalmente optaba por desperdiciar parte de su tiempo saliendo a discotecas, mientras que el otro lo invertía en entrar a clases de verano, poner más de su esfuerzo en entrenar y hacer deporte, o estudiar por sí mismo. El japonés era un idioma que llevaba aprendiendo algunos meses de forma autodidacta.
No obstante, esta vez era diferente. Muchos acontecimientos habían rodeado su vida, y eso parecía afectar también su actualidad. No tenía muchas ganas de hacer lo que normalmente hacía en sus vacaciones, y a cambio se la había pasado mayor tiempo en su casa viendo cosas en la tv, videos en YouTube y cocinando para luego comer su producto.
Ah, y también había optado por después de varios meses, si no es que un año o dos, volver a encender su consola de videojuegos. Se sorprendió al ver que ésta seguía funcionando sin problema, por lo que allí estaba, sentado en su cama y viendo la lista de juegos disponibles.
Para ser honesto, había dejado de jugar desde la pérdida de su padre, porque él solía jugar con él, y después del accidente tenía que hacerlo sólo, por lo que prefirió simplemente dejar la consola allí, reuniendo polvo.
Se sentía como si algo faltara, pero también era consciente que debía intentar avanzar, y eso de alguna forma hacía parte de ello.
Siguió viendo en la lista varios videojuegos. Algunos que recordaba haber completado con su padre, otros que había jugado con amigos cuando tenían tiempo libre, y otros que le habían regalado para que jugara en un futuro. En ese momento, Overwatch apareció en la pantalla.
No lo identificó hasta que recuerdos se reprodujeron en su mente como una película. Ese era el juego en el que tiempo atrás le había ganado a TaeHyung.
Él había alardeado de ser un experto y confiado aceptó la apuesta, luego terminó puchereando cual niño pequeño al ver que había sido derrotado. Rio ante ello. Ese día sus habilidades de rápido aprendizaje habían relucido con todo su esplendor, ayudándole en su victoria.
Cuando se dio cuenta, ya le había dado click al juego e iba a iniciar una partida.
Terminó por jugar varias partidas hasta que sin darse cuenta, la luz del sol ya no se colaba por entre la tela de sus cortinas. Por ello buscó el reloj en su pared y comprobó que ya era de noche, de hecho, más tarde de lo que hubiera podido creer.
Su estómago rugió probablemente por primera vez en el día, y eso lo hizo suspirar al saber que tendría que bajar por comida. En ese momento preferiría no tener que hacerlo, pero tampoco era justificación para aguantar hambre ahora que sí la había sentido.
Dejó de lado el control de la consola y se dispuso a salir de su habitación. Las luces estaban apagadas, pero la luz de la luna que se colaba por ventanales de vidrio que iban del piso al techo fue suficiente como para que pudiera bajar las escaleras sin problema.
Buscó algo sencillo de hacer, por lo que eligió un sándwich. No obstante, al abrir la nevera para buscar los ingredientes se topó con un recipiente que tenía una etiqueta con su nombre.
Extendió su mano y lo tomó, viendo que adentro había lo que parecían ser pastas al pesto. Eso le fue suficiente para saber que su madre las había cocinado para él.
Calentó la comida en el microondas y sirvió algo de jugo de naranja en un vaso. Cuando ya estuvo todo listo, se dispuso a comer en la barra de desayuno que había en la cocina.
El ambiente era silencioso y tranquilo. No estaba muy seguro de si había alguien en casa o no, siendo que todo el día había estado en su habitación. A través de los meses se había encargado de que su madre y su padrastro entendieran que cuando eso era así, significaba que no quería que nadie lo molestara.
Era de su conocimiento que su madre aún así preferiría mantener un buen contacto con él, decirle si iría algún lado, o que bajara a cenar. Pero ella también respetaba sus decisiones por lo que en esas ocasiones no le molestaba. De la misma forma era con su padrastro.
Suspiró sintiendo ese vacío al que su hilo de pensamientos lo jalaba. Esa soledad ante la que que no tenía derecho a protestar, porque él mismo la había buscado.
E inevitablemente, TaeHyung no tardó en volver a su cabeza. Porque sí, en esos días no era la primera vez en que ese rubio se colaba allí sin su permiso.
Y no era para menos, siendo que con él, sin darse cuenta, esa soledad había sido opacada.
Le dio un mordisco a su sándwich, observando las estrellas que brillaban en el firmamento nocturno. Eran similares a aquellas que había apreciado en el baile de graduación. Lindas y muy brillantes, nunca dejaban de brillar.
Iluminan el camino de quien les vea y se quedan allí, brindando calidez entre la lóbrega oscuridad, sin esperar nada a cambio. Sin importar quién eres o las cosas que cargas.
Para él, TaeHyung era una estrella.
¿Sería demasiado tarde para que fuera la suya? Probablemente.
Pero el que su cabeza supiera eso, no hacía cambiar de opinión a su corazón, que sólo pedía por una segunda oportunidad.
Terminó su cena y se encargó de lavar los platos, luego volvió a subir las escaleras para regresar a su habitación. Allí apagó la consola que había dejado encendida y acomodó algunas cosas para poder irse a dormir. En realidad, el sueño aún no pinchaba sus sentidos, pero no encontró algo mejor para hacer.
Se recostó entre sus sábanas y su vista se perdió en el techo de su habitación, del cual alcanzaba a percibir su vacío gracias a la escasa luz de la luna que lograba entrar al cuarto.
Sorprendentemente, eso logró darle claridad. Había algo que quería hacer.
Quería drenar aquellos sentimientos que tenía por TaeHyung. Porque aunque había creído que con confesarse lo haría, sabiendo toda la historia y lo imbécil que había sido, no sentía que fuera suficiente. Una chispa de ánimo saltó en su interior.
Quería demostrar aquello que había dicho con palabras, pero que en acciones tenían mucha más validez. Comprarle chocolates, llevarle un peluche gigante, dedicarle canciones. Repentinamente su mente fue llena de filas y filas de ideas cursis.
Sin embargo, algo lo detuvo. ¿Sería justo?
Por más de que TaeHyung lo negara, tenía sentimientos por él. Pero ese mismo hecho de que él se encargara de hacer lo posible por rechazarlos, dejaba en claro que no quería esa relación. Que sólo quería terminar con ello y seguir su propio camino.
Y era más que entendible, conociendo todos los comportamientos y actitudes que había tenido con el rubio, lo poco que se había tomado enserio los sentimientos de por medio.
Entonces debía respetar la decisión de TaeHyung.
Pero sabía que su corazón no estaría tranquilo hasta lograr lo que quería. Por lo que el único punto medio que pudo encontrar fue seguir con su idea, sólo se aseguraría de que TaeHyung no supiera que él estaba detrás de esos detalles.
Sí, no quería lidiar con un amor básicamente no correspondido, pero a la final, él mismo se lo había ganado. Ahora intentaría aceptarlo a su manera. Y, de cierta forma, también tomaría aquellos detalles como una disculpa hacia TaeHyung, acción que el rubio merecía.
Con eso en mente, alcanzó su teléfono que reposaba en la mesa ratona al lado de su cama, y buscó en internet ciertos lugares que le servirían de ayuda. Le tomó algunos minutos, pero logró irse a dormir poco después de encontrar lo que buscaba.
<...>
A la mañana siguiente, JungKook salió algo más temprano de lo usual. Por ello se había topado con su madre, quien estaba preparando su desayuno para antes del trabajo. Se despidió de ella con un gesto de su mano y una pequeña sonrisa.
La mujer se tardó un instante en devolver la acción con palabras, por lo que JungKook apenas y pudo escucharla antes de cruzar por la puerta. Ella se había quedado allí de pie, observando la entrada del departamento. Hacía mucho tiempo no había visto a su hijo sonreír.
El camino siguió sin mayor inconveniente. Ese día el clima era cálido, apenas algunas nubes se estiraban por el cielo azul para ayudar a cubrir el sol. Muchas personas transcurrían por las calles, mayormente por la hora temprana. Todos seguramente buscaban llegar a su trabajo o a asuntos pendientes.
Al cabo de varios minutos y algunas estaciones de metro, llegó a su destino. En la entrada de vidrio estaba aquel cartel que anunciaba que estaba abierto, cosa que ya sabía, pues en internet también había visto el horario; pero igual era un alivio comprobarlo, ya que ciertamente muchas de las veces esa información que había por ahí era incorrecta.
Entró al local y el fresco aroma a flores lo recibió, junto con el colorido ambiente que iba del piso hasta el techo. Las plantas estaban por doquier, desde enredaderas hasta plantas en grandes macetas y flores, muchas flores. Caminó un poco más por el lugar, observando todo a su alcance, y así fue como vio lo que buscaba. Ramilletes de flores.
—Hola, ¿en qué puedo ayudarte?
Una voz dulce y femenina se escuchó a sus espaldas. Se giró y se topó con una linda joven, probablemente de su edad.
—Busco un ramo de flores para un regalo.
—Claro —ella le sonrió, uno que otro de sus cabellos ondulados perfilando su rostro—. ¿Para quién es el detalle? Un familiar, un amigo, tu pareja...
—No estoy muy seguro de en qué categoría entra.
Ella aparentó querer soltar una risilla, pero se retuvo.
—Entonces cambiaré mi pregunta. ¿Qué es lo que quieres transmitir con las flores?
Bien, esta vez JungKook tuvo que meditar por un momento más su respuesta. Lo que era curioso, siendo que la noche anterior todo parecía estar muy claro para él por primera vez.
—Quiero... —empezó a decir, pero cayó en cuenta de que habían tantas cosas que quería decir, que no podría elegir una sola—. Tampoco estoy muy seguro. Son múltiples cosas que quisiera transmitir.
—Mm —ella dijo pensativa—. Entonces, ¿por qué no eliges varios ramos?
—¿Varios ramos?
—Sí. No lo digo para hacerte comprar más cosas, aunque ese básicamente sea mi trabajo; sino porque cada flor tiene su propio significado, ya sea perdón, agradecimiento, amor, entre muchos más. Si eliges varios ramos diferentes, podrás con cada uno expresar cada sentimiento que quieras.
JungKook escuchó esas palabras y al ver que ella misma había mencionado algunas de las cosas que buscaba decir, lo tomó como una señal de que no sería una mala idea.
—Creo que haré eso.
—Muy bien —ella le volvió a sonreír de forma animada—. ¿Con qué te gustaría empezar?
Empezaba a creer que entre más hablaba con esa chica, más difíciles se tornaban sus preguntas. Pero si usaba la lógica, tal vez lo mejor sería iniciar con una disculpa.
—Quisiera disculparme con él.
—Muy bien, sígueme. Te mostraré algunas opciones.
Así fue como después de unos largos minutos, JungKook terminó con un bonito ramo de gerberas blancas en mano.
—Buena suerte.
La chica que le ayudó con la elección le dijo, mientras se despedía con un ademán animado. El azabache sólo respondió con una sonrisa a labios cerrados antes de salir por la puerta que más temprano había usado para entrar.
Esta vez, se dirigió en el camino opuesto del que había venido y tomó un bus diferente. Repentinamente sus nervios empezaron a incrementar cuando lugares que estaban frescos en su memoria aparecían en su campo de visión.
Pero nada se comparó con el inesperado salto que dio su estómago al ver que ya había llegado a su destino. En frente suyo estaba la casa de TaeHyung.
Parpadeó un par de veces, quedándose allí y observándola. Luego fue consciente de que debía verse totalmente extraño ante ojos ajenos por estar allí con sus pies clavados en el suelo por tanto tiempo cual estatua.
Intentó disimular cuando una señora que paseaba a su perro pasó junto a él, pero lo único que hizo fue girarse de forma ridícula como si al dejar de verla, ella dejaría de verlo también. La risa de la mujer alcanzó sus oídos y eso sólo ayudó a que sus mejillas quisieran encenderse de un color rojo.
Se sentía ridículo, como nunca antes lo había hecho. Y también nervioso.
Tal vez no era una buena idea.
Pero ver el ramo de flores en sus manos le hizo recordar la noche anterior, donde había dado varias vueltas en el colchón pensando en qué debería hacer.
Respiró hondo y comenzó a caminar. Pensamientos absurdos como que eso era invasión a la propiedad privada picaban por su mente, pero decidió callarlos y terminar con su plan.
No le tomó mucho recorrer el pequeño camino hasta esa familiar entrada donde optó por dejar en el suelo aquel ramo. Luego tocó el timbre y rápidamente se giró en busca de salir lo antes posible de allí para evitar ser visto. Después de todo, su objetivo era que TaeHyung no supiera que él era quien estaba detrás de ello.
Empero, sus planes fueron arruinados cuando cierto rubio entró en su campo de visión.
Justo frente a él, TaeHyung lo observaba con algunas bolsas de compras en sus manos.
era broma lo que dije el cap anterior (no mucho) pero ser team happy ending me jala con fuerza, así que aquí seguimos un ratito más
también porque vi que no muchxs se sentían conformes con un final así. igual comprendo
¡muchas gracias por leer! <3
©gguktaebae
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