Capítulo veinte
Los ojos de TaeHyung se abrieron tanto que parecería imposible, de no ser porque JungKook estaba igual. La sorpresa era más que evidente en sus rostros, pero el miedo amenazaba con ganarle.
Rápidamente el rubio empujó a JungKook como un método de defensa inconsciente, y este básicamente cayó del sofá.
—¿Qué te he dicho de gritar en la casa? —esa era su madre.
—¡Pero es que...! —el hombre comenzó a decir, hasta que vio la mirada que su esposa le dirigía. Rápidamente cambió su tono de voz, bajándolo y suavizándolo—. Es que esta vez lo amerita. ¿No los viste? Estaba a punto de besarlo, en mi propia casa. Es que no puedo, voy a...
SooHyun hizo el amague de ir a por JungKook, cuando, para fortuna de este último, YooNa lo detuvo agarrándolo de la mano.
—Déjame, voy a enseñarle por qué me decían Kim puños de poder.
El hombre protestó muy seriamente, intentando seguir con su camino, a pesar de que su esposa ponía todo su esfuerzo para que no se moviera de su lugar.
—¿Quién te llamaba así?
Ella cuestionó con tanta duda que él tuvo que observarla indignado. Así puso más esfuerzo y consiguió empanzar a moverla, avanzando diminutos espacios.
TaeHyung pasó la mirada de sus padres a JungKook, quien salió rápidamente de su vista gateando hasta esconderse detrás del sofá.
—SooHyun, ya basta. Vas a hacer que mis tacones se desgasten. —la única mujer allí dijo con tono duro, y el hombre se detuvo automáticamente.
Todos en la casa sabían que no debían meterse con los zapatos de YooNa.
Y tampoco con sus decoraciones. TaeHyung y su Nintendo lo habían aprendido a las malas.
—Muy bien, ahora quédate aquí quieto. —ella volvió a hablar.
—Pero cielo...
—No te vayas a mover —YooNa insistió y el hombre suspiró resignado. Él era el macho alfa de su hogar, así que debía obedecer a su esposa. Vivía bajo la inteligente ideología de esposa feliz, vida feliz—. Ahora, JungKook, sal de detrás del sofá.
El aludido se tomó unos instantes, hasta que su alta figura surgió de detrás del mueble. Hizo todo lo posible por evadir la mirada del padre de TaeHyung, ya que no le apetecía mucho probar su suerte el día de hoy.
—Mamá, papá, no es lo que parece. —TaeHyung por fin se aventuró a hablar, diciendo las mismas palabras que había usado la última vez que ellos lo habían encontrado con JungKook.
La única diferencia es que esta ocasión tal vez las cosas sí eran lo que parecían.
Pero si su papá se enteraba de eso, era probable que su alma dejara su cuerpo. O que hiciera que la de JungKook dejara el de él.
—¿Entonces qué estaban haciendo? —indagó ella.
TaeHyung creyó quedarse en blanco por un momento, cuando recordó su álbum de fotos.
—Estábamos viendo mi álbum de fotografías —respondió, tomando el gordo libro en manos y enseñándoselos como prueba.
Su padre frunció el ceño, juzgando todo lo que podía.
—No puedo creerlo... —dijo su madre—. ¿Por qué hacían eso sin mí?
Con esas palabras dichas, la sonrisa de YooNa se amplió a más no poder, acercándose a su hijo hasta quedar sentada a su lado en el sofá. Ahora fue ella quien tomó el libro en sus manos.
—¿Ya le mostraste en la que ganaste el concurso de belleza de tu kínder? —cuestionó ella, abriendo el libro.
TaeHyung la detuvo antes de que enseñara la primera página.
—Empieza desde la segunda hoja. —le pidió.
Su madre lo vio, antes de reír, pero aun así cumplió su petición.
—Ven, JungKook, siéntate. Hay mucho que ver aquí. —ella le habló, palmenando el asiento a su lado.
TaeHyung notó la indecisión de JungKook en su rostro, seguramente aun asimilando toda la situación. Parecía un poste de luz tieso en medio de la calle, pero en este caso, en medio de su sala.
TaeHyung tampoco es que estuviera totalmente adaptado a la situación, por lo que respondió a los interrogantes en los orbes de JungKook con un encogimiento de hombros.
Increíble, la última vez JungKook parecía hacer oídos sordos a todo lo que saliera de su boca, y actuar a su antojo. Pero en esta ocasión estaba tan perdido como niño al que sus padres extraviaron en el centro comercial, y TaeHyung venía siendo ese empleado que se encargaba de dar el aviso por el comunicador.
Entonces JungKook tomó asiento al otro lado de la madre de TaeHyung, y ella muy feliz comenzó a enseñarle las fotos que hacía unos segundos atrás ya había visto. Pero bueno, qué sería una segunda pasada.
—¿No quieres ver tú también?
La pregunta de la señora Kim iba dirigida hacia su esposo que seguía erguido en su lugar, observando la escena como si fuera algo que los científicos habían dicho que sería imposible.
Sí, no tenía el título, pero en este caso él era el científico.
—¡Mira! Esta es la vez a la que fuimos a esa finca. Cómo es que se llamaba... —YooNa lo pensó por un instante—. ¿Satura Vicage?
—Sakura Village —corrigió rápidamente el hombre—. Y no es una finca, es una vereda donde se encuentran múltiples tipos de flora y muchos animales que, cabe resaltar, todos y cada uno eran rescatados. Ya se los he explicado antes, pero creo que tendré que hacerlo de nuevo.
Dicho eso, SooHyun se acercó y terminó por sentarse al lado de TaeHyung. Empezó a hablar y hablar, enseñando a detalle cada cosa que aparecía en las fotografías y contando historias que recordaba de su infancia.
Su esposa lo miraba con una sonrisa inconsciente en sus labios.
TaeHyung rio muy bajito.
Y JungKook escuchó con atención.
<...>
—¿Crees que se detendrá pronto? —TaeHyung cuestionó en voz baja hacia su madre.
Ella observó desde su nuevo lugar a su esposo, quien no parecía tener ni la más mínima intención de interrumpir su recital de palabras. Luego, movió un poco su mirada haciéndola caer en el amigo de su hijo quien escuchaba y escuchaba. Lo sorprendente era que parecía hacerlo de forma genuina, y no como una obligación por aparentar o quedar bien.
Eso le agradó, pero ya llevaban así una hora probablemente, así que empezaba a cruzar la línea entre aburrimiento y preocupación. Por tanto, no era tan bueno que el chico no le pusiera un alto a su esposo.
—No lo creo —respondió a su hijo—. Así que iré a hacerlo yo.
Ella procedió a levantarse de su silla, acercándose al curioso par.
—Bueno, chicos, lamento interrumpir, pero ya es hora de cenar. —la atención de ambos fue captada por la femenina voz.
Su esposo la miró, antes de dirigir su vista a el reloj en su muñeca. Fue evidente la sorpresa que se llevó al caer en cuenta de la hora.
—Iré a terminar lo que falta por preparar. —SooHyun musitó en respuesta, antes de levantarse de su lugar.
YooNa se apresuró a hablar de nuevo.
—No olvides colocar un plato más —ella dijo y su esposo la observó sin entender, por lo que continuó—. Para JungKook, porque te quedarás a cenar, ¿no?
En esos momentos TaeHyung y JungKook parecían tener algún tipo de conexión Bluetooth, porque sus expresiones de reacción eran similares. Ante esas palabras las cejas de ambos se habían elevado simultáneamente.
Raramente, se nuevo, JungKook observó a TaeHyung en busca de una respuesta. Pero aún más raramente, TaeHyung no se apresuró en negarse y encontrar la forma de sacar lo más rápido posible a JungKook de su casa.
—Ya es bastante tarde y escuchaste a mi esposo hablar por una hora. Sería terrible de mi parte dejarte ir con el estómago vacío.
La voz de YooNa se había hecho escuchar de nuevo, y SooHyun se vio notablemente indignado por la parte en la que había sido mencionado, no obstante, tampoco había hecho mucho. De hecho, fue el siguiente en hablar.
—Pondré los cuatro platos. —habló bajito, tanto que apenas y había sido audible para los presentes.
La única mujer allí sonrió contenta, y luego fue detrás de su esposo. Había dicho algo de que lo ayudaría para que terminaran las cosas más rápido.
Así fue como JungKook y TaeHyung se quedaron solos de nuevo. O bueno, algo así, ya que la cocina estaba al lado de la sala de estar, y SooHyun regalaba una que otra mirada espía cada que podía a través de la puerta.
—Esto es extraño. —TaeHyung afirmó, tomando asiento al lado de JungKook en el sofá. No demasiado cerca, claro. No quería alterar a su padre.
—¿Por qué lo dices?
—¿Cómo preguntas eso? Mi papá te llamó ex-convicto con lujuria en sus ojos la última vez que estuviste aquí —empezó a explicar, manteniendo baja su voz para que los adultos no escucharan algo que no debían—. Y ahora no se opone a que te quedes a cenar.
—Tienes razón. Pero creo que es porque le tiene miedo a tu mamá.
—No es cierto —respondió TaeHyung—. Es decir, sí, pero no tan literal. Cuando él se niega a algo se mantiene a pesar de eso, pero hoy cedió.
—¿Tú crees? —JungKook cuestionó, lejos de parecer convencido—. Yo no lo vi muy contento.
—Pues no te agredió, y todo lo lejos de eso es triunfo.
—Tal vez hubiera sido diferente de no ser porque tu mamá lo sostuvo cuando nos vio. —JungKook recordó.
—Aish, no me estás entendiendo —un bufido salió de los labios de TaeHyung, también rodó los ojos—. Es muy raro que papá sea así, más viendo que cuando llegaron él vio que nosotros...
TaeHyung se detuvo porque repentinamente sintió como si su estómago diera una voltereta, y el calor de sus mejillas comenzó a aumentar. Ni siquiera sabía qué iba a decir, porque realmente no sabía qué era lo que había pasado en ese momento, pero el simple recuerdo hizo que su sistema empezara a fallar.
—¿Que nosotros...? —JungKook indagó.
Y el muy hijo de su grandiosa madre se atrevió a acercarse un poco, acortando la cercanía. Todo mientras sonreía de una forma que haría que el estómago de cualquier se transformara en un pequeño mono tocando un tambor.
Eso debería ser ilegal. Al igual que ese hoyuelo en su mejilla.
La respiración de TaeHyung se aceleró mientras veía el rostro de JungKook. Tenerlo así de cerca era toda una experiencia. Podía apreciar a la perfección sus largas pestañas y esos pequeños lunares que se esparcían por su blanquecina tez.
Y sus labios.
Él ya los había probado antes, pero ahora, esta situación se sentía diferente. Su sistema no sólo reaccionaba como una bola de hormonas, sino que su corazón latía con fuerza.
Ante esa sensación, decidió apartarse un poco, quedando en el borde del sofá, y desviando la mirada. Mordió su labio inferior intentando dispersar sus pensamientos para que el rojo de su rostro desapareciera lo más rápido posible.
JungKook se quedó observándolo un instante, podía sentir su aguda mirada encima. Empero, pareció ser interrumpido cuando sus padres los llamaron a la mesa.
Se habían sentado los cuatro a cenar. Una escena nunca imaginada por alguien.
Pero la señora Kim parecía bastante feliz. Por tanto, ella fue quien puso esfuerzo para que una charla iniciara. Le había preguntado cosas básicas a JungKook, quien sorprendentemente respondió sin mucho problema. Por otro lado, su padre sólo observaba mientras llevaba comida a su boca. Curiosamente, ya no parecía querer sacar a patadas a JungKook de su casa.
Tampoco es que corazones le saltaran de los ojos, pero eso era mucho conociendo el cómo era su padre con los chicos.
¿Acaso era su forma de agradecerle a JungKook por no ser como su familia y sí soportar sus largas historias?
TaeHyung aún seguía sorprendido de lo cómodos que se veían ellos antes charlando, como si se conocieran de toda la vida. Aunque bueno, realmente había sido su padre quien había mantenido hablando desde las fotografías de la villa, y JungKook había estado más bien escuchando.
JungKook escuchando. Fácilmente se podría volver el día más extraño.
—¿Qué te pareció la cena? —YooNa lanzó la pregunta dirigida a JungKook.
Todos habían terminado de comer y ahora llevaban sus platos al lavabo.
—Estaba deliciosa, gracias. —él respondió.
—No es nada —replicó la mujer—. Espero vengas más seguido entonces, hay muchos platillos buenos que puedes probar.
—Mamá —se quejó TaeHyung—. No lo acoses.
—¿Acosarlo? —su madre pareció indignada—. Sólo quiero que más gente tenga la suerte de probar mi comida.
Y mientras que ella y JungKook rieron, él rodó los ojos.
La hora en el reloj reflejaba que cada vez era más tarde, por lo que los padres de TaeHyung —bueno, más bien su madre—, insistió en que terminarían con los trastes y que, mientras tanto, TaeHyung se encargara de enviar a JungKook sano y salvo a casa.
—Podría tomar el metro. —Jeon dijo, cerrando la puerta detrás de sí.
Una despedida rápida por parte de él hacia los señores Kim y ahora ambos chicos se encontraban afuera en el porche de la casa.
—Mi mamá me mataría si sabe que te dejé ir así —respondió TaeHyung—. Además, tiene razón, ya es muy tarde.
Un silencio se instaló entre los dos, mientras observaban hacia enfrente. No había nada que ver, la calle estaba sola y lo único que alumbraba eran los postes de Luz. Pero aun así eso les parecía mejor opción que mirarse entre ellos.
—Gracias. —repentinamente JungKook murmuró.
—¿Por qué?
—Por hoy —el tono que TaeHyung había usado, evidenciaba lo ciertamente desconcertado que estaba. Por eso JungKook decidió sólo dejarse llevar—. Lo de las fotografías y luego tus padres. Fue... lindo.
Lindo.
Esa palabra había impactado con fuerza en los oídos del rubio, haciendo que su pasmo aumentase a velocidades peligrosas. Le fue imposible evitar mirar a JungKook.
—¿Dijiste lindo? —preguntó en un intento de confirmar que no sólo era él distorsionando palabras.
JungKook se tardó un momento, él mismo pareciendo sorprendido, pero al final asintió. Vaya.
—Pensé que saldrías agotado de tener que soportar a mis dos padres —dijo TaeHyung, riendo levemente, aunque sus palabras estaban lejos de ser una broma—. Son un caso particular. Muy opuestos también.
—Son una linda pareja —musitó él, no devolviendo esa mirada—. Y se preocupan por ti.
—Lo hacen.
De nuevo el silencio los rodeó. Esta vez perduró más tiempo, el frío aire nocturno llenando sus pulmones y comenzando a enfriar sus cuerpos. Por suerte, el taxi que TaeHyung había pedido para JungKook apareció frente a ellos.
Jeon comenzó a moverse de su lugar y, cuando iba a pasar a su lado, se detuvo y lo vio por un instante. Instante en el que sus miradas se conectaron. Instante que pareció hacerse eterno, hasta que JungKook lo rompió desviando su vista.
—Adiós. —se despidió él, dispuesto a dirigirse al auto.
Y TaeHyung iba a sólo responder antes de entrar a su casa, cuando se halló a sí mismo extendiendo su mano para atrapar la muñeca de JungKook.
Este se detuvo y no pudo reaccionar cuando fue jalado.
Unos brazos lo rodearon.
Cálido. Demasiado cálido.
—Gracias —TaeHyung susurró cerca de su oído—. Adiós.
Dicho eso, él desenvolvió sus brazos y le dio libertad. JungKook quiso verlo a los ojos, pero el rubio había huido directamente, evadiéndolo y entrando a su casa a velocidad.
JungKook se quedó viendo la puerta que acababa de ser cerrada enfrente suyo.
El sonido del pito del taxi fue lo que lo hizo reaccionar y girarse para subirse al vehículo.
<...>
TaeHyung llegó a su habitación y rápidamente tomó su teléfono, abriendo el chat de JiMin.
Rubia teñida
No me lo vas a creer
Manitas de bebé
¿Por fin recapacitaste y te vas a volver influencer?
Rubia teñida
¿Qué?
No, ya te dije que no haré eso
Manitas de bebé
No le sabes al negocio. Con ese rostro estás perdiendo millones
Pero bueno, ¿qué pasó?
Rubia teñida
Es que ni yo lo sé
Manitas de bebé
???
💆
Me voy a dormir
Rubia teñida
ESPERA
O bueno, mejor sí. Te contaré mañana
Manitas de bebé
Me acabas de decir que hay chisme y no me dijiste el chisme
Eres detestable
Rubia teñida
Tiene que ver con Jungkook
Manitas de bebé
¿Ahora qué fue?
Rubia teñida
Dijiste que te ibas a dormir
Manitas de bebé
Eso fue antes. Está en el pasado
Rubia teñida
Es más fácil en persona, así que te lo cuento mañana
Manitas de bebé
Te voy a bloquear
Rubia teñida
Yo también te quiero
TaeHyung rio viendo la pantalla de celular siendo iluminada constantemente por continuos mensajes de su mejor amigo diciéndole lo cruel que estaba siendo y que el karma existía.
Bien, tal vez había sido un poco malo, como si le hubiera ofrecido su dulce favorito a un niño, y luego se lo hubiera quitado alegando con que se lo daría más tarde. Pero, en su defensa, esa no había sido su intención. Su intención en un principio fue, básicamente, drenar esa emoción que estaba corriendo por su sistema.
Sólo que pasó por alto el detalle de que ni siquiera tenía claro el qué era, y por eso decidió que sería mejor hablar con JiMin en persona. De paso, también le contaría a JiSoo y se ahorraría el trabajo de tener que narrar la historia dos veces.
Respiró hondo, girándose en su almohada, quedando acostado de lado. Inconscientemente una pequeña sonrisa se pintó en sus labios ante los demasiado recientes recuerdos.
Llevó sus manos a su rostro y lo cubrió con ellas, al mismo tiempo que dio pequeñas patadas a su colchón.
Estaba haciendo una clásica escena de fangirleo en su habitación.
Por eso no se dio cuenta que no había cerrado puerta al entrar, por lo que ahora estaba abierta, y su padre estaba allí de pie.
Poco después él se giró y se fue del lugar sin decir una sola palabra.
lo prometido es deuda, así que aquí el siguiente cap. gracias por sus comentarios y votos, nos leemos luegooo. ♡
©gguktaebae
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