Capítulo seis

TaeHyung suspiró viendo con aburrimiento su libro de matemáticas. Hacía algo más de una hora JungKook había llegado a su casa para su tutoría de ese día.

Como la vez anterior le había explicado el tema antes de ponerle algunos ejercicios para probar que tan bien había entendido. La diferencia en esta ocasión era que le dejó bastante en claro que no podía fumar dentro de su casa, a lo que el pelinegro había bufado y rodado los ojos, pero al fin y al cabo había obedecido y TaeHyung no se podía sentir sentir más triunfal.

Por un momento despegó su mirada del cuaderno y la dejó caer en el pelinegro, quien estaba centrado en su teléfono a espera de que terminara con sus ejercicios.

Lo detalló por un momento y se preguntó —mentalmente, claro—: ¿Cómo alguien se puede ver tan bien tan solo mirando su teléfono?

Es decir, su mandíbula marcada, sus cejas gruesas y definidas, su linda nariz de perfil, sus labios lo suficientemente rellenos. Luego estaban sus brazos que tenían la camisa arremangada por lo que dejaba perfectamente a la vista su antebrazo lleno de tatuajes, y sus manos tan grandes y de dedos largos que...

—¿Qué tanto me miras, eh? —cuestionó JungKook con una ceja arqueada sacando de un solo jalón a TaeHyung de su imaginación.

Mierda.

—¿Yo? Nada. —respondió devolviendo automáticamente la mirada a su libro, ocultando medianamente con éxito su vergüenza.

JungKook rio.

—¿Nada? Si te quedaste un buen rato mirándome —le dijo con diversión y el rubio  intentó ignorarlo y no demostrar nada ante sus palabras, aunque en el interior quería gritar, ¿en qué momento se había dado cuenta que lo observaba?—. Vamos, rubiecito, parecía que me devorabas con las mirada.

Sí, probablemente eso hacía, pero no dejaría que JungKook lo supiera y lo usara para joderlo.

—No te creas importante, no te miraba a ti, miraba a... —lo más disimulado posible intentó mirar si había algo que estuviera detrás de JungKook para usar de excusa, pero para su mala suerte no había más que una pared así que tuvo que improvisar—, un bicho que había en la pared.

El pelinegro elevó una ceja al escucharlo y automáticamente se giró hacia dicho lugar buscando el insecto.

—No hay nada.

—Es que ya se fue.

—¿Se supone que crea eso? —cuestionó divertido—. Estabas mirando mis manos y parecías muy encantado a mi parecer. ¿Acaso te gustan?

Él sabe cosas.

TaeHyung quería golpear su cabeza contra la mesa. ¿Por qué se había quedado viéndolo? Era frustrante porque le era imposible negar lo atractivo que le parecía Jeon JungKook, pero su personalidad lo sacaba de quicio. El problema es que no entendía la situación, porque antes se imaginaba en una relación linda con el pelinegro, en la que terminaban en una casa en el campo criando a su gallina Lola y claramente a su perro Gregorio.

Pero ahora era distinto, porque no creía poder soportar a ese chico con su forma de ser, pero al tiempo este JungKook, con sus tatuajes y su mirada dura le causaba una corriente eléctrica por su cuerpo que en vez de pedir una relación estable, pedía una mesa estable para que pudiera ponerlo encima y hacerle magia con su varita.

Jodido dilema en el que estaba TaeHyung.

—Sigue soñando. —por más que tuviera un enredo en su cabeza, no caería en ese jueguito de JungKook que seguramente como único objetivo tenía subirse el ego.

—¿No será que el que sueña eres tú? Ya sabes, conmigo.

Bueno, ¿en qué momento eso se había salido de control?

—¿Disculpa? —lo miró incrédulo.

JungKook corrió su silla acercándola a la del mayor lo suficiente como para tomarlo del mentón con una de sus manos haciendo que lo mirara. Luego relamió sus labios y TaeHyung no pudo evitar seguir el movimiento de esa lengua con la mirada.

—Tus ojos te delatan, Kim. —musitó haciendo que su aliento chocara sobre los labios contrarios. El pulso de TaeHyung pasó de cero a mil un en un segundo.

—Tus delirios de grandeza te están haciendo imaginar cosas. —contraatacó intentando mantener su mirada impasible.

JungKook apretó un poco el agarre en el mentón ajeno y mantuvo su oscura mirada clavada con fuerza en la color miel de TaeHyung, detallándola y haciéndolo sentir que estaba viendo hasta su más oscuro secreto. Luego comenzó a descender un poco hasta que llegó a sus rojizos labios y se quedó allí. El rubio sentía la mirada tan intensa que sentía en cualquier momento el chico podría abalanzársele y hacer sus labios chocar, de por sí no había mucho espacio entre ellos y sus respiraciones encontrándose eran la prueba de ello.

—Está bien, si tú lo dices. —dijo con simpleza rompiendo el momento de tensión—. Ya has tenido suficiente tiempo para resolver los ejercicios, así que iré al baño y cuando vuelva debes tener todo terminado.

—Pero si sólo... —TaeHyung intentó contradecir, sin embargo, el chico se había levantado sin siquiera verlo y se dirigió al baño.

Miró como el musculoso cuerpo desaparecía por la puerta de su habitación y su mano que descansaba en su muslo apretó con fuerza la tela de su pantalón. Su pulso estaba acelerado y sentía sus mejillas calientes al igual que sus orejas.

—¿Qué acaba de pasar? —se cuestionó a sí mismo volviendo su vista al escritorio y pasando una de sus manos por su cabello.

Por el multiverso, no entendía lo que había sucedido instantes atrás pero había sido tan intenso que por un momento creyó que JungKook le comería la boca, y lo peor de la situación es que ese pensamiento no le había disgustado en lo más mínimo.

—Deshacerme de este tonto crush es más difícil de lo que creí. —lloriqueó apoyando sus codos en la mesa y por tanto ocultando su rostro entre sus manos.

—Si tienes tiempo para hablar contigo mismo supongo que ya has terminado los ejercicios. —una voz proveniente de la puerta de la habitación llegó a sus oídos y le hizo dar cuenta de lo jodida que era su suerte.

¿Habría escuchado lo último que había dicho? ¿De verdad había ido ese chico al baño? No podía haberle tomado tan poco tiempo.

Decidió no responder, ni siquiera subir la mirada para dirigirla al contrario con miedo de que ese molesto sonrojo siguiera en sus mejillas y JungKook lo notara. Tomó su lápiz y comenzó a leer el siguiente problema matemático que había en la hoja de su libro.

Casi pudo sentir al pelinegro rodar los ojos con esa arrogante pero innegablemente atractiva sonrisa en sus labios. Pocos segundos después sintió una presencia detrás suyo y sin poder evitarlo dos brazos fueron colocados a lado y lado suyo, dejándolo acorralado contra el escritorio.

—Mh —carraspeó JungKook y TaeHyung podía sentir su pecho pegado a su espalda—, esto no es bueno, no has hecho lo que te dije.

Su pulso se volvió a acelerar y quiso maldecir por no poder controlar sus reacciones nerviosas ante los irracionales juegos del menor.

—Quítate, estás muy cerca. —se quejó TaeHyung intentando empujar hacia atrás para despegar al chico, sin embargo, su poca fuerza no hizo nada en el tonificado cuerpo contrario que se mantuvo sin problema en su lugar.

—¿Acaso te incomoda? —cuestionó de vuelta el azabache, esta vez peligrosamente cerca del oído derecho de TaeHyung.

—Sí —respondió con obviedad, intentando ignorar el pequeño vuelco que había dado su corazón con ese susurro—, ¿no conoces la definición de espacio personal?

—Puede que no —replicó sin mucha importancia—, pero sí noto que te falta un ejercicio para terminar, por lo que no cumpliste con lo que te dije. No me gusta que me desobedezcan, TaeHyung.

En definitiva al universo le encantaba burlarse de él, tal cual como a JungKook. No entendía qué era lo que tramaba actuando de esa manera. Estaba más que claro que esa última frase la había dicho en ese tono que haría temblar las piernas de cualquiera.

—N-No me diste su-suficiente tiempo. —TaeHyung quiso estrellar su cabeza contra el escritorio por segunda vez en esa tarde al escuchar lo patético de su tartamudeo.

—Eso no es excusa —estableció el pelinegro manteniendo su voz grave y ronca—, no cuando tampoco has resuelto este ejercicio bien.

Y antes de que TaeHyung pudiera reaccionar, JungKook tomó la mano en la que tenía empuñado su lápiz y lo dirigió hacia la hoja. Los ojos del rubio siguieron sus manos juntas y no pudo decir o hacer nada más que ceder ante lo que el otro chico guiaba.

JungKook movió la mano del rubio haciendo que con el lápiz hiciera unos tachones en un ejercicio de los que se encontraban en la hoja.

—Aquí debes sumar x más b, no restarlos —explicó escribiendo algunas cosas con la mano del chico como si fuera la propia—. Es sencillo, ¿lo entiendes?

JungKook se inclinó lo más posible haciendo que su rostro quedara al lado del de TaeHyung, quien lo miró ante su pregunta. Ambos se observaron por unos segundos y por primera vez el rubio no vio algo diversión o autoridad en esos oscuros ojos, era una mirada que... no lo intimidaba.

—Sí, lo entiendo. —respondió desviando la mirada al instante extrañado por ese nuevo sentimiento en su interior.

—Me alegra. —musitó JungKook y TaeHyung creyó que al fin se movería de encima suyo, sin embargo, el chico se mantuvo allí, observándolo corregir el ejercicio.

—No tienes que estar encima mío todo el tiempo. —habló removiéndose en la silla.

—Lo sé, pero es divertido ponerte nervioso.

¿JungKook era imbécil o era imbécil? ¿Quién se creía?

—Lamento que tener a alguien acorralándome contra el escritorio me ponga incómodo. —rechistó sintiendo que sus nervios hervían un poco ante el pensamiento de JungKook creyendo que podía jugar con él.

—No te estoy acorralando —musitó quitando sus manos de a los lados del rubio y alejando su pecho de su espalda. Lastimosamente la creencia de que al fin JungKook se alejaría duró un efímero instante antes de que el chico tomara su silla y la girara, haciendo que quedaran cara a cara—. Pero si quieres puedo hacerlo.

Las grandes manos del azabache fueron a parar a lado y lado en los posa brazos de la silla y TaeHyung de arrepintió de haber comprado una silla giratoria para su escritorio.

El menor se comenzó a acercar peligrosamente de nuevo a su rostro y no supo cómo reaccionar, pero cuando sus respiraciones se encontraron tan cerca al punto de que sus narices se rosaban por instinto de defensa la rodilla de TaeHyung fue a parar directo a la entrepierna del chico.

—¡Maldición! —exclamó el azabache cayendo de rodillas al suelo y juntando sus manos en su centro—. ¡¿Qué demonios te pasa?!

—¡¿Qué demonios te pasa a ti?! —cuestionó con fuerza a cambio—. ¡No puedes andarte acercando tanto así de la nada!

—Eres la primera persona que se queja de tenerme cerca —formuló mirándolo con su parte viril y su ego aún doliendo—. ¿Dónde aprendiste a golpear tan fuerte?

—Tomé clases de karate cuando pequeño.

—Joder —musitó el azabache poniéndose de pie—. Debes aprender a controlar tu complejo de Karate-Kid.

—Es difícil controlarlo en frente de idiotas con complejo de superioridad. —susurró en voz baja girando su silla de nuevo al escritorio, intentando tranquilizar su pulso y respiración.

—Gracias por el agradable título. —dijo JungKook con diversión y TaeHyung se mordió el labio al ver que había sido escuchado.

—Como sea —le dijo tomando su lápiz y escribiendo unas cosas en la hoja antes de volver a hablar—. Terminé el ejercicio que faltaba, deberías revisarlo.

Y dicho eso, TaeHyung empujó su libro hacia su lado donde JungKook ya había tomado asiento. El azabache tomó el cuaderno y dirigió su mirada hacia el último problema tomando unos segundos para revisarlo, luego habló.

—Lo hiciste bien —enunció mirándolo a los ojos—. Eres un buen chico, TaeHyung.

Jodida mierda, no pudo evitar sonrojarse y JungKook rio al ver el éxito en su cometido.

holi, lamento tardar, es que mi inspiración andaba en -1 😭 entonces me la pasé jugando el nuevo juego de big hit y leyendo manwhas. aunque debía estudiar pero ok, no sean como yo.

espero actualizar más seguido este y mis otros ffs porque no me gusta dejarlos abandonados. lxs quiero y gracias por leer ♡

©gguktaebae

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