Afecto
Jon yacía sentado en la cama de manera tensa y con algunas pequeñas lágrimas surcando su rostro.
Damián le había pegado con un anillo de kriptonita que guardaba en uno de sus cajones.
Pero no se arrepiente.
Ni siquiera un poco.
— Ya puedes irte. — hablo seco el mayor, tenían por lo menos 20 minutos ahí dentro y ninguno daba chance.
— Pero yo quiero estar contigo. — bufo el kriptoniano mientras se cruzaba de brazos.
— Enserio actúas como un niño pequeño... —
— Soy un niño. — el árabe estaba a punto de contestarle pero en cierta parte tenía razón, y eso le enfureció.
— ¡Pues lárgate ya! — dijo ya desesperado, se levantó de la alfombra y comenzó a estirar su cabello.
— Vamos Dami... — suplico. — ¿Y si volvemos a salir? Podemos ir a un parque juntos y-
— Jonathan... — apretó el puente de su nariz mientras suspiraba suavemente.
— ¡Dami! — escucharon desde abajo, Dick había llegado a la mansión y eso solo significaba una cosa...
Abrazos y sufrimiento para el moreno.
— Pensándolo bien, salgamos. — se colocó rápidamente una chaqueta, el mitad kriptoniano sonrió, siempre se salía con la suya.
— Bajaremos por mi motocicleta y luego sal- ¡J-jon! — gritó cuando el menor lo tomo en brazos y lo cargo de manera nupcial.
— ¿Que? — pregunto de manera inocente, claramente burlándose de su compañero.
— Ahora, no te sueltes, ¿Si? — abrió la ventana e ignorando las quejas del petirrojo, comenzó a volar lejos de la mansión.
El Al Ghul estaba molesto, era humillante estar en esta posición y sabía que Kent estaba feliz pero de la paliza que le iba a dar no se salva.
— Bájame. — gruño después de un rato cuando notó que volaba por el cielo sin querer aterrizar.
— Solo un ratito más, me gusta abrazarte. —
— Estás enfermo. —
— No es mi culpa que no te guste el contacto físico. — después de unos segundos, bajaron a un lugar donde no había nadie que los pudiera ver, ya que ninguno tenía puesto su traje de vigilante.
— Si no me gusta es por algo, y nunca me va a gustar. — sacudió sus ropas para después cruzar de brazos.
— ¿Eso es un reto? —
— Si así lo quieres tomar... — ambos se miraron fijamente, azul contra verde y nadie daba indicios de torcerse.
— Bien Wayne, prepárate. — susurró con determinación, inaudible para el moreno.
— Por cierto... — llamó la atención de su compañero, estaban lejos de la ciudad así que la gente no frecuentaba.
— ¿Hm? —
— ¿Que soy yo para ti? — Damián detuvo su andar.
¿Que debía contestar?
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