Día once

Cuando Uno despertó, lo primero que vio fue el rostro del japonés frente a él, con una sonrisa aun estando dormido
La noche anterior, fue él quien le pidió dormir juntos, y vaya que el menor no dudó, por estar con su amado y por el temor de la oscuridad, pues aquella visita del rubio no lo calmó

El rubio supo que aquel era su último día, que todo se decidía esa tarde o noche o vale verga, pero aquello podía ser el final de todo o el comienzo de algo nuevo
No quería darle más vueltas al asunto y decidió volver a cerrar sus ojos, cayendo nuevamente dormido

~●~

Volvió a abrir sus bellos orbes horas después y ya no tenía a Jyugo a su lado. Se incorporó con desgana y vio al azabache en el rincón, con una libreta en mano y escribiendo o haciendo algo. Los otros reclusos no estaban, se encontraban desayunando

Jyugo se levantó muy temprano para poder planear algo especial para el último día, y debía reponer el día anterior. Se maldecía por haberse dejado influenciar
Serenata, picnic, más flores y más ideas se le venían a la mente para aquel día. Estaba inspirado a más no poder. Escribía idea tras idea en aquel cuadernillo hasta que se lo arrebataron de las manos

-¡Uno! -exclamó levantándose rápidamente y tratando de tomar la libreta, cosa que le era imposible por la estatura del mayor, sumado a que este había estirado la mano donde tenía el cuaderno

Puta, pedazo de gigantón

Uno sintió su corazón latir con fuerza al leer la, ahora legible, letra del menor. Aquel sentimiento volvió a hacerse presente con más intensidad tras cada idea que leía. Ese mald- maravilloso sentimiento ise transformaba en culpa.
Jyugo se esforzaba al máximo esos últimos días, pero ¿y él? ¿Qué ha hecho él por Jyugo?

-Jyugo -llamó al tiempo que le devolvía la libreta- quiero pedirte un favor, no, te ordenare algo

-¿e-el qué-é? -preguntó temeroso

¿es qué acaso algo no le gusto algo? ¿hizo algo incorrecto?
Uno respondió aquello antes de salir del lugar, respuesta que dejó confundido y shockeado al menor

-no quiero nada tuyo el día de hoy -habló seriamente

~●~

Cuando sus compañeros volvieron a su celda, tanto el recluso 25 como el 69, se sorprendieron al ver al japones en posición fetal en la esquina, temblando mientras murmuraba:

-fracase... fracase... fracase... moriré solo... sabia que me debía quedar con Hitoshi... -verlo, era una mezcla de preocupación y risa, lo siento, pero es verdad

Ambos reclusos suponieron que era a causa del rubio. En esos día ¿qué no era provocado por el rubio? Por el momento, no le preguntaran a Uno, puesto que se desapareció. Algo debe estar tramando, y nada de lo que el planee es bueno... o eso suponían ellos

~●~

Eran las cinco de la tarde, y Jyugo no dejaba el rincón emo. No lloraba, pero si seguía shockeado por lo ocurrido aquella mañana. No volvió a saber nada de su amado. Sabia que había hecho algo malo, pero no sabia el qué. Su mente lo torturaba con todo tipo de cosas que pudo hacer Uno por su culpa. Suicidio, pedir transferencia, irse de putas y demás. Sus amigos trataban de consolarlo, pero el no escuchaba sus palabras

La puerta del lugar se abrió y dejo ver al rubio, se veía cansado. No saludó, no dijo nada, solo se fue directo a su funda y cayó rápidamente dormido, dejando más confundido y preocupado a Jyugo

-tranquilo, Jyugo-kun -le susurró Nico acercándose a él- nada malo pasará

-espero que no... -murmuró

~●~

Era ya de noche, alrededor de las 9 cuando el japones sintió como le movían con la intensión despertarlo

-pst Jyugo -con pesadez, abrió sus ojos y lo primero que vio fueron los azulados orbes del británico sobresalir con fuerza entre toda la negrura de la noche. Antes de que Jyugo pudiese decir algo, Uno se adelantó- ven, acompáñame -y antes de que el menor se incorporara, con lentitud, Uno lo tomó de la mano y lo halo directo a la salida de la celda y escapar juntos

Uno lo guiaba por cada esquina, pasillos y demás, mientras Jyugo trataba de despertarse al 100%, pues sus ojos pedían cerrarse completamente y su mente aun no reaccionaba con el hecho de que su amado lo estaba llevando tomado de la mano. Estando del todo consciente, ya se habría sonrojado a más no poder, se los a puesto
Finalmente, luego de varios minutos inundados en una completa oscuridad, estuvieron frente a una puerta rosada, que tenía inscrito "sala de apuestas". Jyugo ya había despertado completamente, pero dudo en si estaba despierto pues, cuando la puerta se abrió, dejó ver el interior de aquel salón: ¿máquinas de apostar? Estaban todas en una esquina, cada cosa que venía con el salón estaba en una esquina. En medio, había una mesa para dos, siendo iluminada por la luz de una vela como centro de mesa. En la mesa habían dos platos con comida elegante y, como no, habían pétalos de rosa esparcidos por todo el suelo

-¿n-no estoy soñando? -susurró sorprendido

-claro que no -respondió Uno tomando su mano y guiándolo a la mesa, le indicó que se sentara en una de las sillas y así lo hizo, quedó cara a cara en a mesa- espero que te guste la comida, pues hacerla no fue fácil

-espera ¿tú cocinaste? -preguntó aun más sorprendido

-no es la gran cosa, es solo que hace mucho que no lo hacia -le resto importancia- y agrego que mañana, el chef, quiere que le consiga nuevos utensilios -aquello le sacó una risa la menor, pues pensó que nadie podría cocinar peor que él

-gracias por esto... pero... ¿y Hajime? -dijo aquello ultimo preocupado

-esta noche vigila Mitsuru -sonrió feliz, pues el moreno convención al pelón de que descansase aquella noche

Así pues, dieron  comienzo a la velada con aquella exquisita comida (carne asada con papas empanizadas). Era un ambiente tan... romántico. Intercambiaban palabras de sus deseos, pasados y chismes de otros reclusos. Entre frases, risas y comida, no se dieron cuenta hasta acabarse su comida lo tarde que era, 15 minutos faltantes para que fuese la media noche, para que el día acabara, para que aquello acabara a menos que...

-Uno... -llamó el menor, dispuesto a pedirle una respuesta

-bailemos -interrumpió levantándose de golpe y acercándose a Jyugo, no con la finalidad de esquivare aquella pregunta, sino porque en verdad quería bailar para acabar bien la noche

-pero no hay música -replicó Jyugo

-no importa -sonrió- nos turnamos para cantar -dijo para luego ofrecerle la mano- ¿bailas conmigo?

Finalizará


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