Capítulo XI "No es locura"

"Todos te critican sin dejarte hablar, la muerte te comprende con solo escuchar."

El sonido de los cuervos, recibía a la nueva visitante junto al frío y la neblina de la puerta de entrada. Las rejas crujieron al intentar abrirlas, provocando un pequeño salto a la chica de pálida piel y cabellera negra.

La niebla no le permitía ver mucho más allá de tres metros, logrando que achicara lo máximo posible sus ojos. Tanto que parecían dos líneas como si fueran los ojos de un animado. Los mantuvo así hasta que logró divisar la sombra de una casa a pocos metros de distancia.

Sin pensarlo dos veces, abrió la puerta. Al parecer ya no le importa el ruido que pueda ocasionar esta.

Miró a todos lados, como si estuviera buscando a algo, o quizás a alguien.

—¿Me buscabas, cariño? — apareció de la nada con su típica capa negra, desgastada en las puntas, dándole un efecto de estar flotando.

¿Cómo la estará viendo la invitada china?

—¿Mamá? —separa cada sílaba al hablar, arrugando su entrecejo y engurruñando su nariz— ¿En verdad eres tú?

—¿Quién va a ser si no soy yo, Mae Jin? —comenta con un aire de frialdad y superioridad— No voy a ser una de esas sombras que tu vista te hace ver. Qué grosera —si las miradas helaran, ahora mismo, esa china sería puro escombro de hielo.

—Mis disculpas, madre —aparta su mirada de la vista gélida de su madre y la dirige al suelo, tomándose las manos y jugando con sus delgados dedos—. No era mi intención ofenderla.

—Sígueme —el caminar de la parca se vuelve derecho y firme, con una seguridad abrumadora.

Qué buena imitadora. 

—¿Dónde estamos, madre? —se atreve a preguntar pero aún sin alzar la voz más de lo necesario.

—Eso no importa ahora —esquiva el tema con agilidad—, lo realmente importante ahora es preguntarte. ¿Te resbalaste, con la mala suerte de caer frente al tren, como digo yo, o estás loca y viste una mancha que ibas a tocar de nuevo? —se dió media vuelta antes de abrir la puerta para entrar en su morada y dirigió sus dos pupilas negras como un pozo sin fondo hacia el otro par de pupilas igual de oscuras y vacías.

—Solo me resbalé, madre.

—Mentirosa —los ojos de la peli negra menor cambiaron su rumbo directamente al escuchar la forma en que la trataba su mamá—, entonces, si es cierto, respóndeme. ¿Por qué tus calificaciones bajaron? ¿Por qué tratabas tan mal a tus hermanos cuando ellos no tenían la culpa de tus drásticos cambios de humor? ¿Por qué llegabas tarde al trabajo? —incluso sin usarlos, se hace la presencia de cómo el resonar de unos ____ hacían eco en la mente de Mae— Y lo peor de todo es que nos estabas fallando, no sólo a papá y a mi, sino a toda la familia. ¿Por qué razón vale la pena decepcionarnos? —se detiene hasta que su 'hija' la mira con lágrimas en los ojos, mordiendose el labio hasta que no se contiene más.

—¿Por qué? —le grita, le reclama— ¡No es como si yo quisiera hacerlo madre! —gesticula los brazos de manera exagerada, las lágrimas no deja de salir y sus cachetes han dejado el tono pálido, convirtiéndolos en rojos por la furia— ¡La escuela cada vez me fue más difícil! ¡Tenía que tomar horas de sueño para poder estudiar más! —solloza y continúa— ¡Iba más lento de lo usual al trabajo por las horas faltantes de sueño y a veces incluso me quedaba dormida en los cinco minutos del descanso hasta quee regañaban y me despertaban!

Se cubre los ojos con el antebrazo, intentando detener el mar que salía por sus esferas negras, vaciando todo el mal que llevaba dentro.

—¡No quería pagarlo con mis hermanos pero no tenía la paciencia suficiente para aguantar sus cosas de la adolescencia! ¿Vale? —aclara sin apartar su antebrazo del rostro— Las manchas negras que veía a causa de mi mala vista y el estrés solo fueron aumentando hasta que no pude más y simplemente me tiré frente al tren bala. No pude evitarlo, necesitaba ese descanso.

—¿Ves? Solo tenías que decirme eso, Mae Jin —muestra una débil sonrisa, entendiendo la tristeza de la visitante— Ya que estás muerta y si no te desahogabas aquí, ibas a cometer lo mismo en tu próxima vida.

—¿Próxima vida? ¿De qué hablas, madre? —se decide a quitar su brazo de sus ojos y se roza el dedo índice por debajo de la nariz, cubriendo ls mucosidad que desea salir luego de su largo llanto.

—Oh, perdón, aún no me he presentado yo realmente —desaparece esa aura neutra y da paso a su tenebrosa apariencia de siempre; sus puntiagudos dientes, ojos rojos como llamas y cubierto de una tela vieja y negra— Soy conocido mayormente como la muerte pero creo que tú me debes conocer más como —es interrumpida antes de terminar su presentación.

—Shinigami —su diminuta manzana de Adán se mueve, sus ojos se agrandaron hasta más no poder, incluso parecen estar tiritando del terror.

¡Qué bella expresión!

Su cuerpo repentinamente deja de temblar, simplemente se relaja, como si se hubiera adaptado o enamorado del Shinigami frente a sus ojos.

—Yo no soy como el Shinigami que conoces, mucho menos soy como dicen alguna de las culturas humanas —abre la puerta, entrando y dejándola abierta a su paso, invitando a entrar a la delgada chica tras de ella —. Aquí ni Dios ni ningún otro ser aparte de mi, decide qué está bien o qué está mal —se sienta en su sillón y ve que Mae está parada debajo del umbral de la puerta—. Según lo que yo creo, no estás loca y tener algún problema psicológico no es hacer algo malo. Pero aún así, creo que no puedes ir al cielo.

Los ojos de Jin se dilatan tanto que no se diferencia su pupila del resto del ojo. «Aunque tampoco te voy a llevar al infierno porque no te lo mereces. Vas a renacer y vas a vivir una vida sin presiones, sin tantas restricciones y con más felicidad —sin tiempo para más, empuja la palanca a su lado, logrando que desaparezca su invitada.

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