Capítulo II: "Nada es como parece"
“Los más lindos no son siempre los más buenos, y la parca no siempre da miedo…”
Hoy parece que la muerte cree que le va a tocar algo muy interesante. Revisa por última vez su vieja libreta, para ver quiénes son los que vendrán.
Ya llegó, aún no toca la puerta porque está averiguando dónde está. Pobre alma, no se imagina que está a punto de ver a su mejor o peor sueño.
Ya decidido, se para frente a la puerta un hombre cerca de los cuarenta o cuarenta y cinco años, pero no toca, sigue un poco confuso en su interior.
—¡Oye, no sé quién diablos eres, pero te tengo unas preguntas! ¿Qué coño hago aquí y qué es este lugar? —grita sin control, como si fuera el rey del mundo en el que se encontraba aquel pelirrojo. La muerte se sorprende, nunca la habían tratado así, de esa manera, como degradando a su persona.
Riéndose a carcajadas rudas y con una voz espesa y gélida, sale la muerte a recibirlo, aunque claro, esa sonrisa solo la escucho yo, nuestro invitado debe haber percibido otro tono vocal.
—Bienvenido papá —imita una voz creíble y dulce, como si en verdad le tuviera algún afecto a aquel hombre desconocido con ojos grises oscuros y manchados en sangre.
—No puede ser —su ceño se frunce rápidamente, sus manos son apretadas de manera brusca a los lados de su torso provocando que se le marquen aún más las venas y su voz se vuelve fría y distante—. Deberías estar muerto.
—Y lo estoy, estoy muerto, tanto como tú, papá. O debería decir Mathew Frikman —la parca, imitando al "hijo" de ese señor, se agarró las manos por detrás de la espalda y empezó a dar vueltas alrededor de él sin sentido alguno, solamente para molestarlo—. Hombre que me torturó, humilló y maltrató luego de la muerte de mi madre. ¿Sabes algo? Yo descubrí quién es mi verdadero padre, eso fue una de más influencias que me animó a dar el paso a suicidarme. ¿No tienes curiosidad de saberlo? —cuestiona burlón, con la comisura del labio elevada.
—No —de manera cortante le contestó. Enfurecido con el comportamiento de su acompañante.
—Aun así, te lo diré, fue ese que se hizo pasar por tu mejor amigo de toda la vida, Darian Morfin —sonríe simulando inocencia—. Pero al ver que también era un hijo de la gran puta como tú, me suicidé por no querer llevar un legado tan impuro. Aunque fue tu culpa principalmente.
—Yo no tenía ni que haberte cuidado, solo lo hice por el amor que le tenía a Anna, tú eres un engendro nacido de una traición, el que provocó mis días de desdicha y desgracia —escupió con desdén en las hermosas flores que la muerte cultivaba con tanto esmero, pero siempre sin resultado, luego se las iba a cobrar bien caro y él lo sabía.
—A pesar de tu aspecto prolijo, fino y seductor, eres un asco de persona —demostrando su verdadera forma ante Mathew escupió dichas palabras—. No entiendo lo que esa tal Anna vio en ti. Supongo que deben haber sido algunos días de suerte para ti. Tampoco creo que ella haya sido muy buena persona si te fue infiel, pero que más me da.
—¿Qué eres? ¿Eres un monstruo? —preguntó más para sí mismo que para su alrededor— Sí. ¡Eres un maldito monstruo! ¡Sácame de aquí! —exigió como si tuviera algo de poder en este preciso instante.
—Como desees, pero antes tienes que pasar para poder sacarte —agarró su blog de notas oculto y escribió unas palabras en él para luego volverlo a guardar—. Yo tampoco soy fan a tener insectos asquerosos en mi humilde hogar, debo mantenerla siempre limpia.
—¿Por qué tengo este deseo de seguirte? —interroga sin saber la respuesta, en espera de conocerla. La parca se encoge de hombros, se le han acabado las energías para enfrentarse a este trastornado.
—Siempre me lo dicen, es como un efecto que no ordeno, porque si lo tuviera, no dejaría que seres inmundos como tú lo hicieran. Ahora vamos, ya llegó la hora —se gira, dándole la espalda y muestra en un susurro una risa de manera sigilosa mientras que el susodicho la sigue.
—¿Acaso quieres hacer cosas sucias? —le insinúa haciendo que automáticamente se detenga y lo mire con asco. También con unas enormes ganas de sacar su guadaña y mandarlo directamente al infierno de la manera más dolorosa, pero se aguanta.
—No, yo lo llamo tu hogar a partir de ahora —sus labios se alzan de manera escalofriante, intentando mostrarse inocente.
—¿Entonces voy a volver a vivir? —consulta con su compañero y este asiente.
—Algo así —ya situado donde quiere agarra la palanca y antes de empujarla menciona unas últimas palabras que ha deseado pronunciar desde el momento en que vio la naturaleza de Frikman—. Pero es más tu infierno personal.
—¿Cómo? —se asusta Mathew al ver que la parca se transformó en un verdadero monstruo con cola, cuernos y todo de rojo, pero ya es muy tarde, ya está cayendo hasta su abismo del terror.
—Que tengas buen viaje en tu visita al mayor miedo de todos, con Satán —suelta una risita que estaba manteniendo dentro de sí desde el primer momento—. Que te vaya bien señor Frikman —se despide sínicamente a pesar de que ya no hay nadie a su alrededor, al menos no a su vista.
Vaya, vaya, parece que hoy se ha divertido mientras torturaba psicológicamente a este visitante.
Cada día me sorprende más y espero que algún día despierte totalmente de su ensimismado sueño.
Creo que nadie debería juzgar a los pecados de la muerte, ya que la muerte es la juzga tus pecados cuando mueres.
"Dentro de los seres humanos existe algo que no tiene nombre y eso es lo que son."
—José Saramago—
Creo que ese es uno de los pocos humanos verdaderamente sabios. Mathew tenía algo dentro, sin nombre, y eso es lo que él verdaderamente era, porque a pesar de su excelente físico, su interior era un caos absoluto.
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