Psychiatrist
La nueva presa había llegado a la prisión donde tenía como habitantes a las peores escorias de todo Tokio , el Tártaro.
El olor a carne refresca y podrida se olía en el ambiente , estos Monstruos habian sido la peor pesadilla de todo el mundo , habían actuado más allá de sus deseos sangrientos y de su mente enferma . Lo hacían por venganza.
Dicen que solo existen 5 etapas del dolor , la persona debe saber que estás etapas : Negación.
La sociedad Negaba a qué unas personas que tenían tan buen futuro terminarán así ; Irá , todos sabían que esto era más que una emoción . Cuando se enteraron todas las muertes que habían hecho.
La negociación y depresión fueron las que vinieron de la mano , ya que los 5 monstruos que estaban en un nivel cercano al infierno , sabían que fueron los villanos –incluso el mismo diablo– quienes les hicieron tan atenta invitación a ser parte de los suyos.
Y por último la aceptación de que , eran las mentes más enfermas de todas . Que incluso los villanos de allá afuera les tenían miedo de toparse nuevamente con ellos.
La venganza , fue la última etapa , no fue una venganza hacia una persona específica.
No.
La venganza fue en contra de personas ignorantes que fueron manipuladas hasta el último momento , ésos locos , recordaban cómo la policía y heores habían encontrado lo que quedaban de sus víctimas. Las expresiones de dolor , de llanto , de súplicas hasta cuándo ya estaban muertas , esa expresión que no había sido cambiada para los locos era la expresión más linda y bella de todas.
Graduado como Médico General en La Rama de Psicología y Pediatría avanzada , llegó el joven de cabellos azules claros , sus ojos son blancos como la luna , llegó al infierno sobre la tierra.
—¿Nombre?— Preguntó el agente en la entrada de dicha prisión.
—Hayashi Poseidón...—Hablo secamente el oji-plateado , en todo momento el Psicólogo no movía sus orbes para ninguna dirección quería hacer un mapa mental para aprender mejor el camino , en caso de que todo saliera mal.
—¿Edad?–Volvío a preguntar el policía.
—20 años ...–Le mostró el oji-plateado su credencial. Había tenido un curso de defensa personal , así que cuando alguien se le quería acercar a él pues era mejor no hacerlo –Podía parecer una persona tranquila y serena , incapaz de hacer daño , pero en su interior sus demonios anhelaban salir de su cuerpo.—
—Todo un chaval...–Fue el único comentario antes de ser guiado al interior de los pasillos , esos oscuros pasillos que no daban ningún tipo de señal de luz solo de oscuridad , había leído toda su vida sobre los 𝑴𝒐𝒏𝒔𝒕𝒓𝒖𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝑻𝒐𝒌𝒊𝒐 . Todas esas muertes de personas que siempre eran el encabezado en todos los periódicos , noticias , internet , libros , etc. Hasta los mismos reporteros decían "—𝐽𝑎𝑚𝑎𝑠 𝑏𝑎𝑗𝑒𝑛 𝑙𝑎 𝑔𝑢𝑎𝑟𝑑𝑖𝑎 , 𝑒𝑠𝑡𝑜𝑠 𝑙𝑜𝑐𝑜𝑠 𝑝𝑢𝑒𝑑𝑒𝑛 𝑚𝑒𝑡𝑒𝑟𝑠𝑒 𝑒𝑛 𝑡𝑢 𝑐𝑒𝑟𝑒𝑏𝑟𝑜 𝑦 𝑚𝑒𝑛𝑡𝑒—".
—¿Estás completamente capacitado para estos MONSTRUOS? –Preguntó el guardia antes de ingresar al Elevador , para después solo pasar su credencial para bajar hasta 7 niveles bajo tierra.
(—Enserio es igual que el infierno—)
Fue lo único que pensó el oji-plateado antes ver el nivel en el ya estaban , pensaba que estaría junto a los demás pero creo , que hasta los demás presos les tienen miedo.
—Soy el Médico General de Estudios superiores de Grecia y de Tokio , Especialista en la Rama de Psicología y de Pediatría en general , Poseidón Hayashi he estado preparado para todo. Y pido por favor que no se les trate de Monstruos son personas aún...–Comentó en tono sereno y calmado. Para después llegar a una puerta que era de un grosor como el de dos elefantes.
—Bien. La alcaldesa junto con el director del penal y el director de la UA le han solicitado si usted puede ayudarnos a restablecer a estas personas...– Hablo el policía antes de ingresar a la puerta para después poner una contraseña , desde adentro y desde afuera
—Si. Mi quirk es Restauración Total aunque prefiero no usarlo , el dolor es tan grande en mis pacientes que algunos pueden sobrevivir...–Hablo con desagrado el médico para después solo mirar la expresión del policía , solo asintió , lo dejo solo ahí en medio del pasillo para después retirarse . No sin antes darle una llave para el , la contraseña para salir y los informes de los locos .
El menor caminó hasta llegar a las celdas.
En la primera, había un joven de cabello verde y ojos verdes, que miraba al vacío con una expresión de aburrimiento. Su cuerpo estaba cubierto de cicatrices y vendajes, y sus manos y pies estaban atados con cadenas electrificadas. Su boca estaba sellada con una máscara de metal, que impedía que usara su Quirk.
Nombre: Izuku Midoriya
Edad: 27
Origen: Tokio
Padres: Inko Midoriya / Hizashi Midoriya
Estudios: UA (incompleta)
Quirk: One For All
Delito:
Acusado de haber matado al héroe All Might, además de posible causa por las muertes de Kyuju, acusado también de haber estado relacionado con la convicta Toga Himiko. Al igual que, cuando la policía inspeccionó una casa de seguridad en el bosque, encontraron los restos de más de cien personas, que habían sido asesinadas con brutalidad por Midoriya. Su Quirk le permitía aumentar su fuerza y velocidad, pero también le causaba daños internos y externos. Su mandíbula le servía también para morder y arrancar la carne de sus víctimas.
Poseidón sintió una punzada de dolor al ver al joven, que había sido uno de los héroes más prometedores de su generación.
¿Qué había pasado para que se convirtiera en un monstruo? ¿Qué había hecho All Might para merecer su odio? ¿Qué relación tenía con Toga Himiko, la villana que podía transformarse en otras personas usando su sangre?
El médico se acercó a la celda, y pulsó un botón que activó el intercomunicador.
- Hola, Midoriya. Soy el doctor Hayashi. Estoy aquí para ayudarte - dijo con voz suave y amable.
Midoriya no respondió. Solo levantó la cabeza y lo miró con indiferencia. Sus ojos verdes no mostraban ninguna emoción, solo un vacío profundo y oscuro.
- Sé que puedes hablar y puedes escucharme. Quiero que sepas que no estoy aquí para juzgarte, ni para hacerte daño. Solo quiero entender lo que te pasó, y ver si puedo curarte - continuó el médico.
Midoriya siguió mirándolo, sin pestañear. Parecía que no le importaba nada de lo que le decía. O tal vez, estaba esperando el momento oportuno para atacarlo.
- Por favor, coopera conmigo. Sé que en el fondo, todavía hay algo de bondad en ti. Sé que no eres un asesino sin corazón, sino una víctima de las circunstancias. Sé que puedes cambiar, si me dejas ayudarte - insistió el médico.
Midoriya sonrió. Una sonrisa torcida y siniestra, que contrastaba con su rostro angelical. Sus ojos verdes se iluminaron con un brillo malicioso y burlón. Y con una voz ronca y rasgada, que apenas se escuchó a través de la máscara, dijo:
- ¿Ayudarme? ¿Cambiar? ¿Bondad? No me hagas reír, doctor. No sabes nada de mí, ni de lo que he hecho. No sabes lo que es el dolor, el odio, el placer, el poder. No sabes lo que es vivir, ni lo que es morir. No sabes nada, nada, nada...
Y rompiendo las cadenas que lo sujetaban con un movimiento brusco, se lanzó contra la ventana de cristal, tratando de alcanzar al médico con sus manos y dientes. El cristal se resquebrajó, pero no se rompió. El médico retrocedió, asustado y sorprendido. Y Midoriya se quedó pegado al cristal, riendo como un loco, mientras la sangre brotaba de sus heridas.
- ¡Ven aquí, doctor! ¡Déjame mostrarte lo que sé! ¡Déjame enseñarte lo que es la verdadera magia! - gritó Midoriya, con una voz que no era la suya , era una voz llena de mucha maldad y oscuridad.
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Poseidón se alejó de la celda de Midoriya, sintiendo el corazón acelerado y el sudor frío en la frente. No podía creer lo que acababa de presenciar. El joven de cabello verde, que había sido el sucesor de All Might, se había convertido en un psicópata sanguinario, que había matado al héroe más grande de la historia. Y lo peor de todo, es que había hablado con la voz de All Might, como si hubiera absorbido su personalidad y su Quirk.
- ¿Qué le has hecho, Midoriya? ¿Qué te ha pasado? - murmuró el médico, con una mezcla de pena y horror.
No obtuvo respuesta. Solo la risa maniática de Midoriya, que resonaba en el pasillo.
Poseidón se dirigió a la última celda, donde estaba otro de los villanos . Era un joven de cabello bicolor, blanco y rojo, y ojos heterocromáticos, gris y azul. Su cuerpo estaba cubierto de tatuajes y piercings, que le daban un aspecto rebelde y desafiante. Su Quirk le permitía controlar el fuego y el hielo, pero también le causaba un desequilibrio térmico, que lo hacía sufrir de fiebre o hipotermia. Su boca estaba cubierta por una mordaza de cuero, que impedía que hablara o usara su aliento helado o ardiente.
Nombre: Shoto Todoroki.
Edad: 27
Origen: Shibuya
Padres: Enji Todoroki y Reí Todoroki, hermanos Touya Todoroki, Fuyumi Todoroki y Natsuo Todoroki
Estudios: UA (incompleta)
Quirk: medio caliente y medio frío
Delito: Acusado de un atentado en la alcaldía central de Tokio, además de la supuesta muerte del héroe Endeavor, acusado también de estar relacionado con la liga de villanos. La locura que cometió fue que secuestraba personas y se divertía haciéndolas sufrir mientras solo les quemaba o las congelaba. Sus víctimas que aguantaban a la tortura eran congeladas vivas. Su mandíbula le servía también para arrancar partes de la piel de las víctimas congeladas y quemadas.
Poseidón sintió una punzada de curiosidad al ver al joven, que había sido el hijo del héroe número uno, Endeavor. Recordaba haberlo visto en la televisión, cuando era un adolescente, y haber sentido simpatía por él. Sabía que había tenido una infancia difícil, marcada por el abuso y la violencia de su padre, que lo había entrenado para ser el mejor héroe. ¿Qué había pasado para que se rebelara contra su padre y lo matara? ¿Qué relación tenía con la liga de villanos, que lo habían acogido como uno de los suyos? ¿Qué sentía al usar su Quirk, que era el legado de su padre?
El médico se acercó a la celda, y pulsó un botón que activó el intercomunicador.
- Hola, Todoroki. Soy el doctor Hayashi. Estoy aquí para ayudarte - dijo con voz suave y amable.
Todoroki no respondió. Solo lo miró con desprecio y odio. Sus ojos heterocromáticos no mostraban ninguna emoción, solo un rencor profundo y frío.
- Sé que no puedes hablar, pero puedes escucharme. Quiero que sepas que no estoy aquí para juzgarte, ni para hacerte daño. Solo quiero entender lo que te pasó, y ver si puedo curarte - continuó el médico.
Todoroki siguió mirándolo, sin pestañear. Parecía que no le importaba nada de lo que le decía. O tal vez, estaba esperando el momento oportuno para atacarlo.
- Por favor, coopera conmigo. Sé que en el fondo, todavía hay algo de humanidad en ti. Sé que no eres un monstruo sin sentimientos, sino una víctima de tu pasado. Sé que puedes cambiar, si me dejas ayudarte - insistió el médico.
Todoroki sonrió. Una sonrisa fría y cruel, que contrastaba con su rostro hermoso. Sus ojos heterocromáticos se iluminaron con un brillo peligroso y seductor. Y con una voz suave y dulce, que apenas se escuchó a través de la mordaza, dijo:
- ¿Ayudarme? ¿Cambiar? ¿Humanidad? No me hagas reír, doctor. No sabes nada de mí, ni de lo que he hecho. No sabes lo que es el dolor, el odio, el placer, el poder. No sabes lo que siente ser utilizado por tu padre para ambiciones egoístas . No sabes nada, nada, nada...
Y rompiendo las cadenas que lo sujetaban con un movimiento brusco, se acercó a la ventana de cristal, tratando de alcanzar al médico con sus manos y dientes. El cristal se resquebrajó, pero no se rompió. El médico retrocedió, asustado y sorprendido. Y Todoroki se quedó pegado al cristal, sonriendo como un ángel, mientras la sangre brotaba de sus heridas.
- Ven aquí, doctor. Déjame mostrarte lo que sé. Déjame enseñarte lo que es el verdadero amor - susurró Todoroki, con una voz ronca llena de deseo , de mucho dolor y de necesidad.
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Poseidón se dirigió a la celda de Bakugou y Kirishima, los dos villanos que habían sido compañeros de clase y amigos en la UA. Recordaba haberlos visto en la televisión, cuando eran unos jóvenes llenos de energía y pasión por ser héroes. Sabía que eran muy unidos, y que se apoyaban el uno al otro.
¿Qué había pasado para que se convirtieran en criminales? ¿Qué los había llevado a matar y violar a tantas personas? ¿Qué sentían el uno por el otro?
El médico se acercó a la celda, y pulsó un botón que activó el intercomunicador.
- Hola, Bakugou. Hola, Kirishima. Soy el doctor Hayashi. Estoy aquí para ayudarlos - dijo con voz suave y amable.
Bakugou y Kirishima lo miraron con desdén y furia. Sus ojos rojos y cenizos no mostraban ninguna emoción, solo un odio profundo y ardiente.
- Sé que pueden hablar y pueden escucharme. Quiero que sepan que no estoy aquí para juzgarlos, ni para hacerles daño. Solo quiero entender lo que les pasó, y ver si puedo curarlos - continuó el médico.
Bakugou y Kirishima siguieron mirándolo, sin pestañear. Parecía que no les importaba nada de lo que les decía. O tal vez, estaban esperando el momento oportuno para atacarlo.
- Por favor, cooperen conmigo. Sé que en el fondo, todavía hay algo de heroísmo en ustedes. Sé que no son unos asesinos sin escrúpulos, sino unas víctimas de la sociedad. Sé que pueden cambiar, si me dejan ayudarlos - insistió el médico.
Bakugou y Kirishima sonrieron. Una sonrisa salvaje y cruel, que contrastaba con sus rostros atractivos. Sus ojos rojos y cenizos se iluminaron con un brillo peligroso y provocador. Y con una voz ronca y fuerte, que apenas se escuchó a través de las mordazas, dijeron:
- ¿Ayudarnos? ¿Cambiar? ¿Heroísmo? No me hagas reír, doctor. No sabes nada, nada, nada...
Y rompiendo las cadenas que los sujetaban con un movimiento brusco, se acercaron a la ventana de cristal, tratando de alcanzar al médico con sus manos y dientes. El cristal se resquebrajó y casi rompía. El médico retrocedió, asustado y sorprendido. Y Bakugou y Kirishima se quedaron pegados al cristal, riendo como unos locos, mientras la sangre brotaba de sus heridas.
Pero sus risas no eran de alegría, sino de locura. Sus miradas no eran de odio, sino de deseo. Sus gestos no eran de violencia, sino de seducción. Y sus palabras no eran de rechazo, sino de invitación.
- Ven aquí, doctor. Déjanos mostrarte lo que sabemos. Déjanos enseñarte lo que es el verdadero amor - dijeron Bakugou y Kirishima, con una voz llena de seducción.
Y mientras decían eso, se besaban con pasión, mordiéndose los labios y lamiéndose las heridas. Se tocaban con ansia, acariciándose los tatuajes y los piercings. Se miraban con amor, fundiendo sus ojos rojos y cenizos. Se amaban con locura, olvidándose del mundo y de ellos mismos.
Poseidón los observó con incredulidad y horror. No podía creer lo que veía. Los dos villanos que habían sido héroes, que habían sido amigos, que habían sido rivales, se habían convertido en amantes. Y no solo eso, sino que lo habían elegido a él como su víctima, como su juguete, como su ángel.
- ¿Qué les han hecho, Bakugou? ¿Qué les han hecho, Kirishima? ¿Qué se han hecho ustedes? - murmuró el médico, con una mezcla de pena y asco.
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Poseidón entró en la celda de Hanta con cautela, llevando una maleta con sus instrumentos médicos. Había sido asignado para revisar el estado de salud de los cinco prisioneros más peligrosos de El Tártaro, y Hanta era el último de la lista. Poseidón sabía que el hombre tenía un quirk que le permitía lanzar cintas adhesivas desde sus codos, y que las usaba para ahorcar a sus víctimas mientras las observaba morir. Era un psicópata sin remordimientos, que disfrutaba del sufrimiento ajeno.
Hanta estaba sentado en una esquina de la celda, con las manos esposadas y los ojos vendados. No podía usar su quirk ni ver a su visitante, pero podía oír sus pasos y su respiración. Una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro.
- Hola, doctor - dijo con voz suave y burlona -. ¿Qué tal el día? ¿Ha curado a muchos enfermos?
Poseidón se detuvo frente a él, sin responder. Abrió su maleta y sacó un estetoscopio, una jeringa y un termómetro. Su expresión era seria y profesional, pero por dentro sentía un escalofrío. No le gustaba estar cerca de ese hombre, ni de ninguno de los otros prisioneros. Pero había aceptado el trabajo por petición de los héroes y los familiares de los reclusos, que esperaban que su don curativo pudiera hacer algún milagro.
- Vamos, doctor, no sea tímido - insistió Hanta, alargando la palabra doctor con un tono insinuante -. Sé que está aquí para examinarme. ¿Por qué no me dice su nombre? ¿O es que le da vergüenza?
Poseidón suspiró y se acercó a Hanta. Le colocó el estetoscopio en el pecho y le pidió que respirara profundamente. Hanta obedeció, pero aprovechó para acercar su boca al oído de Poseidón y susurrarle:
- Mi nombre es Hanta Sero. Tengo 28 años, soy de Tokio y mi quirk es cintas. Me gusta jugar con ellas, sobre todo con las que tienen vida. ¿Y usted, doctor? ¿Qué le gusta hacer? ¿Qué quirk tiene?
Poseidón se apartó de él, molesto. Le inyectó una muestra de sangre y le tomó la temperatura. Hanta se rió, divertido.
- ¿Qué pasa, doctor? ¿No le gusta que le hable? ¿O es que le asusta lo que le digo? No se preocupe, no le haré nada. Estoy encadenado y ciego, no puedo escapar ni verlo. Pero puedo imaginarlo. Puedo imaginar cómo es su rostro, su cuerpo, su voz. Puedo imaginar cómo se sentiría tocarlo, besarlo, morderlo...
Poseidón guardó sus instrumentos y cerró su maleta. Había terminado su examen. Se levantó y se dirigió a la puerta. Hanta lo siguió con su oído, y le dijo:
- ¿Ya se va, doctor? ¿Tan pronto? ¿No quiere quedarse un poco más conmigo? ¿No quiere saber lo que siento por usted?
Poseidón se detuvo y se giró hacia él. Le miró con frialdad y le dijo:
- No me interesa lo que sienta por mí. No me interesa nada de usted. Solo estoy aquí para cumplir con mi trabajo, que es curar enfermedades. No soy su amigo, ni su amante, ni su juguete. Soy su médico, y nada más. Mi nombre es Poseidón Hayashi, tengo 25 años, soy de Osaka y mi quirk es don curativo. Puedo curar cualquier herida, cualquier dolor, cualquier mal. Pero no puedo curar su locura, ni su maldad, ni su obsesión. Eso solo depende de usted.
Hanta se quedó en silencio, sorprendido. Luego, soltó una carcajada.
- ¡Qué interesante! ¡Qué fascinante! ¡Qué irresistible! Un médico con un quirk tan poderoso, tan noble, tan puro. Un médico que puede curarlo todo, menos a mí. Un médico que se llama Poseidón, como el dios del mar, pero que no tiene nada que ver con él. Un médico que me rechaza, que me desprecia, que me desafía. Un médico que me obsesiona, que me atrae, que me enamora. ¡Sí, doctor, me ha enamorado! ¡Y no pienso dejarlo ir!
Poseidón sintió un escalofrío. Salió de la celda y cerró la puerta. Se alejó de Hanta, pero no pudo evitar escuchar su voz, que le decía:
- ¡Volveré a verlo, doctor! ¡Volveré a hablarle, a tocarle, a besarle, a morderle! ¡Haré lo que sea para tenerlo, para poseerlo, para hacerlo mío! ¡No se me escapará, doctor! ¡No se me escapará, Poseidón!
Continuara...
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