Veintiuno-Descubierto
Narra Sofía
Después de que Jorge se fuera a dormir, había notado el ambiente diferente, extrañamente tenso.
Lalo había sido bastante maduro para soportar el mal humor de Chinos, pero igual algo me decía que estaba enterado de algo que yo no. Y bueno, Diego, por su parte estaba algo distante, seguía haciendo sus comentarios con gracia, esta vez de manera más corta, hasta quedarse en silencio.
Han pasado quizás semanas en las que a Los Rulés solo se les ve distanciados, no he dejado pasar desapercibidos los comentarios y rumores que especulan los fanáticos. Diciendo que desde que yo llegué todo ha cambiado, que por mi culpa estos no se hablan y soy "tóxica". ¡Tremendos comentarios sin sentido! extrañamente presiento conocer a las creadores de esta polémica. okey, admito que si soy medio celosa y que a menudo peleo por mera diversión, pero eso no me vuelve tóxica, al contrario, desde hace años dejé atrás tanto drama para poder llevar una relación más sana con Chinos.
La vida real es tan incierta. Un día sientes que todo marcha bien, que podrás comerte al mundo y fluyes con el Universo, pero entonces todo se desmorona y no entiendes porqué... lo mismo sucede con la verdad.
Me duele la cabeza de tanto pensar, que el mundo me tome como una loca, pero mi cabeza se aferre a que eso es real me preocupa. Quiero hablar seriamente de esto con Jorge, hace semanas que no hemos tenido noches de pareja para no escucharme tan vulgar, tampoco hemos hablado mucho fuera de los videos que hacemos en los que todo parece "marchar bien", con esto hemos logrado callar un poco los rumores, pero no es suficiente, tenemos que hacer algo de verdad
—Sof, necesitamos hablar–dijo cuando lo vi secarse el cabello
—¿Sobre que amor, estás bien? –amor, amor...
Me senté de inmediato, se acostó en la cama y se recostó sobre mis piernas, chillando como un niño pequeño
—Jorge, amor... –amor...amor– ¿qué pasa..estás...
—Te fallé —dijo sin más.
Sentí mi pecho estremecerse, esto no me gustaba para nada, me podía imaginar todo tipo de cosas pero decidí escucharlo
—¿Pero por qué dices eso? ¿En qué me has fallado? —logré articular sin flaquear mi voz, acariciando su cabello
Pero este se levantó de golpe, esquivando mis cariños
—Te quiero ¿sí? estuve perdidamente enamorado, y aún lo estoy. Pero... yo...
—¿Tú que? –pregunté esta vez más seria.
En efecto, esto no me estaba gustando....
—Besé a Diego–al escuchar eso me eché a reír
—Ja ja muy gracioso, ¿y qué más?
Estaba esperando el "ES UNA BROMA RULER"
Jorge me hizo una mala cara, ahí entendí que no era una broma
Entonces...–mi sonrisa se borró– ustedes dos, se besaron pero, ¿no pasa nada cierto? –se quedó callado un par de minutos– ¿te gustó o algo así?
—Sof... –no me gustaba la seriedad en su voz, eso significaba una sola cosa, la verdad– yo sentí, cosas con ese beso. Te juro que estoy muy confundido y me alejé de ambos para procesar lo que siento...
—Entonces no me amas...
Fue lo único que pude preguntar. Las palabras se atoraron, y salieron las más impulsivas al ver que se quedó callado
—Puta madre –me levanté y este me sujetó del brazo, envolviéndome en un abrazo que ni yo supe cómo reaccionar
—No digas eso, te amo –amor...amor– de verdad lo hago, pero estaba borracho y Sof, esto es nuevo para mi... no sé qué decir
Debo encontrar una solución a esto. Ya fueron bastantes años tomando terapia para calmar mi temperamento explosivo, debo de ser más razonable y madura para afrontar esto, comenzando con escuchar. Alargué un suspiro, encontrándome con esos ojos que alguna vez me miraron como si fuera única. Duele, por supuesto que me duele mucho, pero, no puedo comportarme mal con él ¿o si? esto es mucho para mi mente y corazón.
Tomé su mano, este me dió un apretón más firme y suspiré. Un suspiro largo que lo hizo preocuparse.
—Hoy me voy de la casa –solté siendo algo dura, no era como quería escucharme o reaccionar pero lo hice con todo el impulso que no quería— necesito pensar bien las cosas, por ahora no te quiero ver..
Me levanté dejándolo con las palabras en la boca, agarré mi celular y mi bolso, sin importar dejar todo lo demás, me apresuré para dirigirme al patio, lo escuché gritar mi nombre pero no quise regresar. Me sentía mal con esta situación pero más conmigo misma por no haberlo apoyado como quizás lo necesitaba. Ese sentimiento de culpa entrando cuando no sé si callar a veces es mejor que actuar, nunca había estado tan insegura de mis decisiones, de lo que si es que yo lo amaba ¿no? o tal vez siempre fue su presencia a la que me acostumbré.
Ya estaba en la cochera, me había subido al auto, bajé la ventana al ver a Diego tocar la ventanilla, me limpié las lágrimas y sin mirarlo directamente a los ojos, respondí un "¿Qué?"
Él me miró preocupado, seguramente sabía lo que sucedía, o solo lo sospechaba.
—Sofi ¿qué pasó, a donde vas? Jorge te está hablando y está como loco...
—pues ve con él, al parecer te necesita más que a mi
—¿Qué, pero por...
—¿Por qué no me dijiste? —lo vi tragar saliva no sabía que decir, me había quitado la mirada, eso explicaba mucho— no me importa en lo absoluto si se aman o no, pero pudiste habérmelo dicho antes y no lo hiciste, ¿y todo para qué? sabes, comenzaba a creer que éramos amigos, pero tal vez siempre fui solamente una fan para ustedes, yo creí que éramos un equipo, de nuevo fui una tonta...
—Sofi, no...
Yo ya estaba retrocediendo el auto con velocidad, raspando las llantas al acelerar. Así fue cómo salí del departamento con lágrimas borrando mi maquillaje, me sentí devastada, encendí la radio, cantando canciones a todo pulmón de Ha-Ash, saltándome unos altos de vez en cuando. Me estacioné por un parque de la CDMX, y me bajé para caminar un poco.
Los puestos callejeros estaban llenos de olores que hace mucho no pasaban por mi nariz, como los esquites, los tamales y el champurrado. A lo lejos vi a un señor con su carrito de helados, de ese que probaba cuando yo iba a la primaria. Fui hasta él, me sonrío muy inocentemente, era un señor de la tercera edad, muy educado y servicial.
—Buenas tardes seño, ¿que le voy a dar? –me miró la nariz roja y las cuencas de mis ojos húmedas— oh, ya veo, mis helados curan el corazón
—Muy amable, entonces quisiera uno por favor, ¿de qué tiene?
—De vainilla, chocolate, coco, fresa, limón y café. Tengo de cono y vasito.
—Un cono de limón, por favor.
Lo vi servir la bolita de helado sobre el cono con una sonrisa amable, y después vi como sus ojos se iluminaban
—La vida sigue señito, hay que sonreír, míreme a mi, mi hija murió hace poquito y aquí andamos, echándole ganas, nada es para siempre, verá que todo mejora
Sonreí con lágrimas en los ojos, le agradecí, su rostro realmente detonaba cansancio pero su sonrisa las ganas de vivir, el amor y la felicidad que sobresalían de su alma. Pagué mi helado y al subirme en la camioneta me desplomé en llanto.
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