3.4

Los días han pasado como si nada, los informes por parte de Namjoon, se han hecho presentes.
Justo en estos momentos se comunica con Jimin, por medio de una vídeo llamada para que le explique detenidamente todo lo que pasa con el tema de los rusos y taiwaneses.

—Los chicos rastrearon todo y no hay paradero de ellos —dice Nam, mostrándole otro monitor.

—No debemos confiarnos, Namjoom. Sabes que pueden atacarte a ti o a mí, debemos estar alertas.

El menor se levanta de la silla y toma los zapatos más cómodos de su armario.

—¿Quieres que envié a unos cuantos hombres a la casa? —pregunta.

Toma asiento de nuevo en la silla y se coloca los zapatos.

—No creo que eso sea lo correcto, tengo viguillas por doquier —contesta, refiriéndose a los policías que lo vigilaban. —Hablare con Wonho y le pediré protección, luego que acceda compraré a los policías que me protegerán para que puedas venir con los chicos a mi casa —agrega Jimin.

—Ya que mencionas al oficial, tendremos la información completa de él ahora, espero tenerla para cuando vengas a casa luego de ver a Jungkook —le informa Nam.

—Bien, todo depende de eso para saber que movida hacer con Wonho —comenta Park, mientras peina su cabello con sus dedos.

—Tranquilo, Jiminie, todo estará bien, solo has que Jungkook no se rinda y no mande todo a la mierda. Tienes el control de él ahora, eres su fuerza y su motivación —espeta Nam, motivando al menor para que haga bien las cosas. —Estas haciendo lo correcto, Jimin, estaré para ti, saldremos de esto solo debemos planear bien las cosas y veras que todo saldrá bien. Nos vemos más tarde, saluda a Jungkook de mi parte —el mayor termina la vídeo llamada, dejándolo en completo silencio reflexionando en las palabras que ha escuchado.

—Estoy listo para hacer esto —susurra.

Escucha pequeños pasos entrando a la habitación. Injae, se acerca a él a pasos lentos con su cabello hecho un desastre.

—Dae, jaló mi cabello —se queja la pequeña, con un puchero en sus lindos labios.

—Ven acá —la llama.

Abre uno de los cajones del tocador y toma una liga para cabello, pero algo capta su atención.
Le coloca la liga en el cabello a Jae, haciendo una pequeña cola de caballo dejando pequeños mechones fuera, le acomoda su falda y luego la observa.

—Eres muy linda, princesa.

Deja un beso en su sien.

—Trae la chaqueta que está en la cama de papá —le pide a la pequeña.

Mientras la nena hace lo que su appa le ha pedido, él dirige su mirada a ese pequeño objeto que ha llamado su atención. Introduce su mano al cajón de nuevo y toma el pequeño brazalete con su mano, lo observa atentamente recordando que es el brazalete que le han obsequiado cuando Hoseok, lo secuestró.

—Appi —chilla la pequeña, mientras arrastra la chaqueta por la alfombra de la enorme habitación.

Su padre se pone de pie y le retira la chaqueta a su pequeña.

—Gracias, cariño.

Se la coloca, toma su celular con la misma mano que sostiene el brazalete y luego coge la mano de Injae, para salir de la habitación.

—Debes portarte bien y obedecer al tío, Jin —le indica a su hija.

—Shi appi —responde la pequeña.

—Jin ¿reconoces esto? —pregunta a su amigo.

Suelta la mano de sus hijos y alza el brazalete para que su amigo lo vea.

—Creo que es lo que utilizaron para rastrearte. Yoongi, pidió que te lo dieran y con eso obtuvimos tu ubicación cuando volviste a Seúl —acota Jin.

—Gracias —musita Jimin, sonriendo ladinamente.

—Nos vamos, ahora —se escucha la fuerte voz de Rain, en toda la casa.

—Bien —dice el menor, introduciendo el brazalete y su celular en uno de los bolsillos de su chaqueta.—¡Daewan, ven acá! —alza su voz para llamar a su hijo. —Quiero que obedezcas y que no hagas travesuras, una queja más y te dejo sin tus juguetes —sentencia a su hijo, el cual solo asiente débilmente.
—Jin, le diré a Wonho que envié policías para mayor protección por si los rusos y los taiwaneses saben de este lugar —lo pone al tanto.
Su amigo asiente luego de tomar las manitas de los mellizos.—Me voy —antes de salir ve a sus hijos y a su amigo, para luego dejar salir un enorme suspiro y entrar al auto junto al abogado.

—No sé de cuánto tiempo dispondrán, pero deben ser rápidos. No quiero que hagan sus cosas en ese lugar, eso déjalo para cuando estén juntos de nuevo —le indica Rain, mientras Jimin, introduce el número de Wonho en su celular para hablar con él.

—Haré lo que me digas, pero consígueme el tiempo suficiente para dejar todo claro —le pide el menor al abogado, para luego llamar al oficial.—Soy Jimin —dice cuando escucha que el oficial atendió.

—¿Te encuentras bien? ¿Te sucede algo? —pregunta el oficial, preocupado.

—Estoy bien, pero quería saber si puedes enviar un poco de seguridad a mi casa. Jungkook, tiene muchos enemigos y desde que él y yo discutimos no tengo protección —miente el menor, observando al abogado, el cual, solo sonríe por lo que escucha.

—Claro, no te preocupes, enviaré una patrulla con policías ahora —dice el oficial.

Una sonrisa de triunfadora se coloca en el rostro de Jimin, al saber que ha conseguido su objetivo.

—Muchas gracias, debo colgar mis hijos me necesitan —se excusa el rubio, para luego cancelar la llamada.

—Estamos por llegar —le informa Rain.

—Solo dame un segundo —le pide Jimin, mientras busca el contacto de Nam.—Dile a D.O, que lo necesito junto a su equipo de rastreo, llegare a casa lo más pronto posible —le ordena Jimin a Namjoon.

—Colócate esto —le pide Rain, entregándole un gorro negro. —Entraras por la puerta trasera, el fiscal espera por ti. Yo distraeré al oficial junto a Bobby, se breve y ve al punto —le recuerda el abogado.

—Lo haré, descuida —responde el menor.

Ambos salen del auto, pero toman caminos diferentes, uno será el distractor mientras el otro dejará en claro el plan al amor de su vida.

El menor intenta ser lo más discreto posible para que nadie lo reconozca y se enteré que él ha entrado al lugar donde, Jeon, será juzgado, por la parte de atrás. Llega a una enorme puerta la cual trata de abrir, pero no lo logra, golpea con su mano la puerta y luego recarga su frente sobre está dejando salir un enorme suspiro, unos cuantos segundos pasan para que la puerta se abra y Jimin, casi caiga de boca al suelo.

El fiscal sostiene a Jimin, unos segundos para evitar su aparatosa caída, cuando el menor lo observa lo suelta y lo dirige a una habitación diferente a la cual han trasladado a Jeon.

—Tuvimos que trasladarlo ya que, pronto será su juicio —le explica el fiscal.

—Claro —es lo único que dice el menor.

—Él se encuentra aquí —el fiscal introduce la llave a la cerradura de la puerta.

Jimin piensa seriamente en hacer que el fiscal libere a Jeon, pero prefiere hacer las cosas con el apoyo de Nam. Lo que menos quiere es dejar a sus hijos por tomar una mala decisión, toma aire y sin pensarlo entra rápidamente al ver a unos policías acercarse ya que andan en su ronda.

—Jimin —escucha la voz ronca de Jungkook, acompañada de pasos que se dirigen hacia él.

Sin girarse puede sentir poco a poco como la presencia de Jungkook, se acerca más a él. Siente las grandes manos de su amado rodear su cintura, y como su respiración golpea suavemente su cuello.

—Es tan oscuro estar sin ti, no me hace bien estar lejos de ti.

Jeon se aferra a ese hermoso chico que lo hace volver a la realidad, el que le recuerda quién es con solo tenerlo junto a él.

—No debes estar aquí, estoy perdido. Esto es imposible —susurra en el cuello del menor, mientras este niega y entrelaza sus dedos con los del mayor.

—Para mí no hay imposible, Jungkook —lentamente el menor, se gira sin romper el abrazo en el que se encuentran hundidos. —Me sobran motivos para hacer lo que me pides, pero no quiero. Me rehuso —se opone el rubio, alza su mano y la deja frente a Jeon.

El mayor alza su mano y la entrelaza con la de Jimin.

—Jungkook, déjame ser tu luz —le pide el menor—. Los muros están hechos para ser derribados.

El menor intenta que Jeon, recapacite, lo necesita en sus cinco sentidos para poder trabajar juntos.

—Eres mi mundo —confiesa Jungkook, acortando la distancia que los separa para estampar sus labios con los del menor.

—Haré cualquier cosa por ti, Jungkook —susurra el menor sobre los labios del mayor.

—No te canses de mí, Jiminie. No soy perfecto, pero juro que por ti y los mellizos estoy intentando ser mejor cada día. Eres la única persona en la que he confiado, no me dejes —suplica Jeon.

El menor siente que su corazón duele, su temido hombre está hecho pedazos, está devastado, él sabe que debe sacarlo de ese lugar de una o de otra forma.

—Te amo, Jungkook. Nunca te dejare —dice el rubio, paseando sus manos por el rostro del mayor, limpiando cada lágrima que sale de esos hermosos ojos negros que ama.

—Quiero estar para ti el resto de mi vida, mi ángel. Quiero que veamos a nuestros hijos crecer, quiero amarte el resto de mi puta vida. Es lo menos que puedo hacer, te amo demasiado.

Una vez más, Jimin, se deja envolver por esos hermosos labios que tanto ama probar.

—Debes escucharme, mi amor —le pide el menor, tomando el rostro de Jungkook, haciendo que lo mire. —Necesito que resistas unos días en presión. Tú y yo sabemos que van a condenarte, pero necesito que resistas, buscare la manera de llegar a ti, pero necesito que seas fuerte. Sabes que hay muchos mafiosos en prisión, quiero que seas como siempre has sido —le indica Jimin—. Voy a sacarte de ese lugar, lo prometo. Quiero que lleves siempre esto contigo.

Jimin saca de su bolsillo el brazalete y lo coloca en una de las palmas de Jeon.

—Debes llevarla siempre contigo, de esa manera podremos llegar a ti. Confía en mí, todo estará bien —le suplica el menor.

Jeon, asiente, sabe que si su ángel le pide que no pierda ese brazalete es lo que hará.

—Envía dos hombres a prisión, necesitare apoyo para ser más intimidante —le pide Jungkook, uniéndose al plan de Jimin.

—Trabajare en eso, le pediré a Rain y a Bobby, que chantajeen al juez para que dos de tus hombres entren a prisión.

—¿Vas a rescatarme de esa prisión? —lo cuestiona Jeon, besando las mejillas de Jimin, el cual niega al instante.

—Te sacare de allí, pero haré que Wonho se arrepienta de haber chantajeado al juez y a toda la puta estación. No quiero huir contigo, este es nuestro hogar, no pienso huir por culpa de Wonho y el maldito juez —protesta Park.

El menor se aferra a Jungkook, escondiendo su rostro en el pecho ancho de este.

—Te amo tanto, mi ángel —dice el mayor, perdiéndose en esos ojos que le recuerdan quien es.

—Es tiempo de que te vayas —se escucha la voz del fiscal.

—Escúchame bien, no quiero que olvides nada de lo que te dije mi amor —le pide el el menor.

Toma el rostro de Jungkook, ejerciendo un poco de presión en él para obtener su atención.

—Tienes mi corazón, mi cuerpo y mi alma. Tú y yo nunca seremos mundos separados, porque aun cuando sentimos que nos perdemos nos encontramos, nada se interpondrá entre nuestro amor y eso incluye esas malditas rejas y los miles de kilómetros que nos separaran. Eres parte de mí, recuerda que debes volver a mí siempre —habla Jimin.

La puerta se abre de un solo portazo, ambos se observan y sonríen.

—Debes salir, ahora —interrumpe Bobby, con respiración agitada.

—Danos solo un segundo —le ordena Jeon.

—Quiero compartir todo contigo, cuando el sol brille, brillaremos juntos, prometí que estaría para ti siempre —le recuerda el menor.

Y esas palabras son las que le bastan a Jeon, para darse cuenta que el amor de su vida luchará por él.
Jungkook besa a Jimin, de manera lenta, pero salvaje como solo él sabe besar esos carnosos y rosados labios que su chico tiene.

—Te amo —susurran ambos en medio del beso, mientras Bobby, trata de hacerles una señal para que se separen y poder hacer que Jimin, se marche del lugar.

—Hasta el día que muramos —menciona Jeon, conectando su mirada con la de Jimin.

El menor deja un último beso en los labios del mayor, para luego alejarse hasta llegar a la puerta junto a Bobby.

—Hasta el día que muramos —afirma el menor, para luego marcharse.—Necesito que estés pendiente, tengo un plan y necesitare de tu ayuda y la del fiscal —le ordena Jimin al infiltrado. —Iré con Namjoon ahora —le informa.

—Te llamare, no diré nada, solo es para que escuches el veredicto que el juez dará —le informa Bobby.

—Claro —dice débilmente, Jimin.

—Mino, espera por ti —Bobby le abre la puerta y deja que Jimin, salga del lugar.

Mientras el menor sube al auto junto a Mino. Jeon, es trasladado a la sala en la cual será juzgado, lo único en lo que piensa es en el rostro de sus hijos y en la hermosa sonrisa de Jimin, la cual lo hace completamente feliz.

Por su parte, Jimin, trata de distraerse junto a Mino, pero le resulta imposible sabe que de un momento a otro su celular sonará y eso significa que anunciará la condena a la cual, Jungkook, sera sentenciado.

El resto del camino se hace eterno, Jimin, ni siquiera escucha las anécdotas que Mino le relata para distraer su mente, ya que en lo único en lo que puede pensar es en una buena forma en la cual poder sacar a Jeon, de prisión.

—Jimin, tu celular —alza su voz Mino, para poder lograr obtener la atención del antes mencionado. —Jimin —lo llama de nuevo, pero el menor parece no estar escuchándolo.

Como puede, Mino, logra sacar el celular de la chaqueta de Jimin, observa la pantalla y cuando ve que se trata de Bobby, atiende.

—No estoy listo para escuchar eso —habla Jimin, después de un largo tiempo en silencio.

Mino, estaciona el auto a unas cuantas calles de la casa en la que Nam y el resto de los hombres de Jeon, se encuentran esperando por él, para escuchar el plan que el menor tiene y seguir sus órdenes y las de Namjoon.

—Todo estará bien —susurra Mino, toma la mano izquierda de Jimin, para recordarle que no esta solo.

—El acusado puede ponerse de pie —se escucha la voz del juez, al otro lado de la línea. —Jeon Jungkook, mejor conocido como Nochu el gran y poderoso Narcotraficante de todo Corea del Sur, se declara culpable por los delitos de: Tráfico ilegal de estupefacientes, Enriquecimiento ilícito, Privación de libertad, Homicidio en grado de tentativa y Lavado de dinero. Siendo condenado a cadena perpetua —se escucha como el juez golpea su martillo.

Jimin se siente fatal, no quiere ser débil, pero no soporta más, solo quiere ser débil y dejar de fingir por un momento que es fuerte y que asimila de la mejor manera todo por lo que está pasando.

—No creo poder —solloza Jimin, entre los brazos de Mino.

—Si podrás, veras que lo lograremos —dice el mayor, consolándolo.—Solo llora ahora, y luego sé el chico fuerte que conozco —le pide Mino.

Jeon, por su parte les regala una enorme sonrisa al juez, al jurado, pero sobre todo al oficial que quiere ver como este se pudre en la cárcel.
Se preguntan ¿porqué Jeon sonríe? es simple, las palabras que su ángel le ha dicho rondan su cabeza una y otra vez.

—Te amo, Jungkook, nunca te dejaré.

La sonrisa de Jeon, es más que notoria, mientras le colocan grilletes en sus pies y luego en sus manos, para luego subirlo a una camioneta para trasladarlo a la prisión en la que debe cumplir su cadena perpetua.

—Hasta el día que muramos —recuerda la voz de su ángel.

Deja salir un enorme suspiro y que todas sus preocupaciones y miedos se despejen de su mente.

Sabe cuál es su misión, gobernar en prisión como lo hace en todo Corea del Sur, es un maldito demonio y se los dejará claro a todos los prisioneros.
Con su llegada, hará que todos lo respeten y le teman tal y como su ángel, se lo pidió.

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