𝑈𝑛𝑜.
Historia inspirada en "Girl Crush". La historia será siempre relatada por Jungkook, quien está perdidamente enamorado de su mejor amigo, Park Jimin.
Es importante que lean la letra de la canción. El significado de esta no es de un hombre enamorado de una mujer, es de un hombre que ama y anhela ser esa chica para tener lo que ella tiene, a él.
«Quiero todo lo que ella tiene».
Un suspiro salió de mis labios, uno cargado de tristeza y felicidad. Nuestra amistad ha perdurado por tantos años... Hemos sido mejores amigos desde el instante en que nos conocimos, cuando ambos teníamos apenas diez años.
A lo largo del tiempo hemos compartido nuestros más grandes secretos, hemos reído y llorado juntos, hemos sido partícipe de cada una de nuestras decisiones y nos hemos apoyado a tal punto de que no tomamos ninguna decisión sin compartirla con el otro antes.
Aun recuerdo la primera vez que me dijiste que te gustaba una chica, en ese entonces no lograba entender por qué no me sentía feliz por ti. Mi corazón dolía; creí que era porque aun no encontraba a mi persona especial, pero con el paso de los años lo comprendí:
Tú eres mi persona especial.
Pero, ¿Cómo iba a confesar aquello?
Tuve miedo de que te alejaras de mí, tuve miedo de que me miraras con asco, tuve miedo de que me odiaras.
Tuve miedo de perderte.
Por eso y porque no quiero alejarme de tu lado, preferí ignorar estos sentimientos.
Cuando llegaste un día al departamento que compartimos y te vi tomado de la mano de una hermosa chica, supe de inmediato lo que estaba pasando. Ignorando por completo el dolor que sentí en mi pecho, yo solo sonreí para ti al verte tan feliz. Ella era y aún sigue siendo increíblemente hermosa: delgada, piel clara como si fuera de porcelana, cabello castaño largo y liso, mejillas redondas y sonrosadas; tierna y delicada.
Quise odiarla en más de una ocasión, pero simplemente no pude.
Por más que trate de verle algún defecto o algo que me indicara que no era lo suficientemente buena para ti, no encontré nada.
Entonces comprendí que ella era perfecta.
Perfecta para ti.
Intenté incontables veces olvidarte, no de la manera correcta. Salí con chicos que jamás había visto y que se parecían físicamente a ti, besé diferentes labios imaginando que eran los tuyos; intenté buscar consuelo en brazos ajenos, pero nada de eso sirvió para arrancarte de mi herido corazón.
Entonces un pensamiento llegó a mi mente, uno que me hizo odiar quien era, que por primera vez me hizo desear haber nacido no como un hombre, sino como una mujer.
Pero no cualquier mujer, yo realmente deseaba ser ella.
Porque la manera en la que ella te atrae, la manera en que le sonríes y la miras... Es completamente mágico.
Muchas veces soñé con tener su largo cabello claro, sus hermosos ojos, sus suaves labios; porque así tendría tu suave toque, porque quizás entonces tú me querrías...
¿Me amarías así como la amas a ella?
Claro que no.
A tus ojos siempre seré ese hermano que nunca tuviste y, por sobre todo, siempre seré tu mejor amigo.
Comprendí luego que me estaba dañando y decidí ponerle un alto a todo esto, creyendo esta vez estarlo haciendo bien. Estuve viendo ocasionalmente a un hombre mayor que me brindó seguridad y cariño, aun cuando no alcanzaba a llenar ese espacio que solo tú ocupaba en mi corazón. Pero, la noticia que me diste hace unos meses fue un cuchillo en medio de mi pecho, me afectó más de lo que esperaba.
—Jungkookie —me llamaste mientras agitabas tus manitos para que te viera entre la multitud—. Jungkookie, por aquí.
—¡Hey! —Tomé asiento y te miré. Dios... Luces tan hermoso como siempre. Me di cuenta de que ya habías ordenado algo por mí y no pude evitar sentirme feliz. Me conoces tan bien que sabes sin mayor esfuerzo lo que me gusta.
—Menos mal llegas. Come que se enfría.
—¿Por qué me llamaste tan de repente? —Bebí un sorbo del chocolate caliente. Estaba delicioso.
—Jungkookie, tenemos que hablar de algo serio.
—Dime, te escucho. —Sonreí e hiciste lo mismo.
—Me iré a vivir con Sunmi —soltaste emocionado, pero un tanto nervioso.
Un fuerte dolor se instaló de inmediato en mi estómago.
—¿Q-Qué? —pregunté confundido, aun cuando había escuchado claramente lo que dijiste.
—La amo —confesaste completamente ajeno a mi dolor—. Y sé que ella es la indicada. —Sonreíste mientras tus lindas mejillas se ruborizaban al decir aquello.
Tragué saliva, mi corazón se agitó y quise salir para no escuchar más. Sabía que la amabas, lo tenía más que claro, llevaban más de dos años juntos. Pero no estaba preparado para que me dejara, sabía que esto pasaría en algún momento, simplemente quise creer que nunca sucedería.
—¿Estás seguro?
—Muy seguro —afirmaste sin siquiera titubear—. Pero no quiero que estés triste. —Me sonreíste nuevamente—. Prometo visitarte seguido; además, debes ir al que será mi nuevo hogar, también debes visitarme.
Te miré unos segundos, contemplé tu hermoso rostro y en ese momento quise confesar todo, decirle que te amaba más que a mi propia vida, pedirte que no te fueras, que me diera una oportunidad. Pero sabía que si lo hacía, mandaría todo al carajo y... tenía miedo de perderte.
No quería perderte.
—Prometo visitarte cuando tenga tiempos libres —dije finalmente y te alegraste de escucharlo.
—¿Cuándo empezarás a salir con alguien? —preguntaste de repente y me sorprendí—. Nunca te he visto una novia en los años que llevamos juntos.
—No me gusta el compromiso —mentí.
—Ya tenemos veinticinco, debe haber alguien por ahí que te guste.
—Lo hay —dije sin pensarlo mucho. Me miraste sorprendido y sonreíste.
—¡Lo sabía! ¿Cómo es ella? ¿La conozco? ¿Es bonita? Claro que debe serlo. ¿De dónde es? —comenzaste a llenarme de preguntas.
—Yo no le gusto, ama a alguien más.
—Oh... —Hiciste un puchero y me tocaste la mano en forma de consuelo, haciendo que se me erizara la piel ante tus sutiles caricias—. Aparecerá alguien más que valore tus sentimientos y los corresponda como debe ser, entonces ambos serán felices y se amarán tanto que no recordarás a quien no te valoró.
—Espero que así sea. —Claramente no sucedería.
Luego de esa charla en una cafetería, una semana después, te fuiste del departamento que por casi seis años compartimos. Te empecé a ver cada vez menos, aunque me llamabas todos los días a la misma hora; cuando terminábamos de hablar simplemente caía sumergido en un agudo dolor y me desahogaba llorando.
Dios... Ya no aguantaba más esto que sentía, necesitaba con urgencia arrancarte de mi mente y mi corazón, pero ellos se negaban a olvidarte.
Seguí con los encuentros casuales, pero siempre con el mismo hombre. Empecé a verlo seguido porque necesitaba de alguna forma el consuelo y la atención de alguien más.
Uno de los tantos días que pasé en su casa, mientras comía un sándwich que había preparado para mí, se sentó a mi lado y me observó en silencio para luego hablar:
—Jungkook...
—¿Mhm?
—Me iré a Londres dentro de unos meses.
—¿Cuándo vuelves?
-No volveré.
—Oh... Es u-una pena...
Kim NamJoon.
Era un hombre de treinta y cuatro años, abogado, con buen estatus social, reconocido por todos sus casos ganados, imposibles para otros; oficialmente soltero que tenía encuentros casuales hace más de medio año conmigo.
Él me aceptó aun sabiendo toda mi secreta y deprimente historia de amor imposible hacia mi mejor amigo, sabiendo que jamás correspondería a sus sentimientos si es que llegaba a sentir algo por mí. Habíamos quedado en que solo sería una relación para satisfacer nuestras necesidades, una relación sin nombre, sin compromiso, una que cuando uno de los dos decidiera darle fin, no pediríamos explicaciones y solo no nos volveríamos a ver.
Pero estaba seguro de que Nam no quería algo así, él quería algo estable y se arriesgó conmigo.
—Ven conmigo —dijo finalmente. Su propuesta no me sorprendió como pensé que lo haría—. Olvida esa mierda del amor hacia tu amigo y comienza de cero, no es sano vivir por alguien que no te ve de la misma manera.
—No... —Me levanté del sofá nervioso—. No puedo irme, no puedo dejarlo solo.
—Él tiene a alguien más en estos momentos y le debe valer mierda si lo dejas o no —soltó, algo molesto.
—¡Cállate! No sabes nada. Además, tú y yo ni siquiera somos algo más que dos personas que follan de vez en cuando. —Tomé mis cosas y caminé en dirección de la puerta.
—Espera... —Me tomó del brazo—. Lo siento, no quise decir eso.
—Pero lo hiciste, y sabes que no me gusta que hables de él como si supieras lo que pasa en su cabeza.
—Lo siento —se disculpó nuevamente—. Me gustas, Jungkook, y quisiera que me dieras la oportunidad de hacerte olvidar y enseñarte a amar, a ser amado...
—No. Lo siento, Nam, pero no. —Me solté de su agarre y me fui.
Salí sin siquiera verlo una última vez, sin siquiera decirle si volvería o este era un adiós, pero sabía que con mi actitud tan infantil y la forma en la que me fui, definitivamente lo lastimé. Sé que él no merece toda mi mierda, sé que lo he lastimado en más de una ocasión con mi actitud esquiva. Sé bastante de él, tanto que me asombra, logré conocerlo lo suficiente en este tiempo que estuvimos viéndonos. Su personalidad seria pero divertida al mismo tiempo es increíble, esa mala suerte que tiene cuando toca cosas frágiles y termina por romperlas, lo hace bastante encantador.
Pero no es a él a quien quiero.
No es él quien quiero que me ame.
Maldición. ¿Qué está mal conmigo?
En vez de aprovechar que alguien si quiere estar conmigo, en vez de disfrutar su compañía yo simplemente termino arruinando todo y lo mando a la mierda por alguien que es completamente ajeno a mis sentimientos.
Mierda.
Los meses pasaron y mi rutina fue la misma, del trabajo al departamento, del departamento a algún bar para embriagarme e intentar olvidar aquello que me lastimaba. Olvidarte.
Pero nada de esa mierda funcionó.
Era como si mi mente te buscara aun cuando ya había perdido todo uso de razón y mis sentidos se habían esfumado con tanto alcohol en mi cuerpo.
Te amo, maldita sea.
Estuve evitando verte por semanas, pero cuando llegó un sobre blanco y lo abrí, sentí que mi mundo se derrumbó.
¿Qué se supone que debía sentir al ver aquel contenido?
Ese día lloré, lloré tanto que sé que mi cabeza empezó a doler, destrocé todo en el departamento, maldije mi vida entera, me hice mil preguntas. ¿Por qué tenía que seguir a tu lado fingiendo ser tu mejor amigo? Lo que quiero es decirte cuánto te amo, besarte, tocarte, hacerte el amor, vivir una vida a tu lado.
No quiero seguir siendo el simple mejor amigo.
Quiero que me veas.
Que te des cuenta de cuanto me lastima la situación y que mi mundo gira en torno a ti.
Eres mi mundo, Park Jimin, y no tienes la menor idea de eso.
Confirmé la asistencia a tu boda por correo, creí que si te llamaba lloraría y no sabría cómo explicarte lo que me pasaba. Lo siento.
Lo siento, Jimin. Lo siento, lo siento, lo siento.
Pero no soy feliz al ver cuán feliz eres y muchas veces deseo que ella se vaya.
Lo siento.
En esos meses casi no te vi, tú tampoco preguntaste porque no nos veíamos seguido, dejaste de llamarme todos los días y cuando lo hacías era lo justo y lo necesario. Entonces comencé a extrañarte menos, a olvidarte; o eso creí
Estar parado a tu lado con una radiante sonrisa no es fácil, claro que no lo es. Pero escucharte decir los votos...
¿Tanto la amas, Jimin?
El nudo en mi garganta, las lágrimas acuñadas en los bordes de mis ojos, mi corazón acelerado y mi cuerpo casi temblando me indicaban que nunca dejé de añorarte.
Te sigo amando igual que siempre.
Cuando se besaron no pude mirarlos, lo siento por eso.
Luego, cuando me abrazaste por varios segundos, vi lágrimas de alegría en tus mejillas y las quité con mi dedo pulgar. Aun cuando me miraste y me diste esa cálida sonrisa que siempre me regalabas, me dolía que esa hermosa expresión ya no fuera solo mía.
Yo sonreí y te felicité, pero no fui sincero. Lo siento.
La ceremonia había sido bastante linda. Ella se veía preciosa en su traje blanco y tú también, el blanco definitivamente te hace lucir más hermoso, como un ángel.
No me sentía cómodo en la fiesta. La música sonaba y todos reían, daban palabras de cariño a los recién casados, los felicitaban y todo lo que se hace en las bodas. Yo simplemente me senté en un rincón con mi copa de champagne y unos bocadillos, pronto me iría.
O eso creía.
—¿Qué haces aquí solo? —preguntaste haciéndome volver a la realidad.
—Sabes que no me gusta estar con la multitud...
—¿Por qué no me has dado un discurso? —preguntaste algo molesto. Te ves realmente tierno cuando te enojas.
—No me siento bien, Jimin. —Me levanté de la silla—. Creo que iré por mis cosas. Permiso.
Pasé por tu lado hasta una de las habitaciones del lugar y tomé mi bolso, pero antes de salir llegaste a donde estaba.
—¿Qué crees que haces? —Seguías enojado.
—No me siento bien...
—¿Estás enfermo? —Negué con la cabeza—. Entonces, ¿por qué mierda te vas?
—Jimin..., estoy cansado.
—¡Cansado estoy yo de tu jodida actitud! Si no te llamo, no lo haces; te mando la maldita invitación y ¿solo mandas un correo? Solo me respondes algunos mensajes, no te he visto desde no sé cuándo y ahora que te tengo aquí simplemente... ¿Te vas? —bufaste con bastante rabia.
—Lo siento, no puedo seguir aquí, no más. —Sentí como las ganas de llorar me invadieron. No quería que me vieras así.
—Dime qué pasa... ¡Somos mejores amigos! De esos que se cuentan todo.
—Me iré, Jimin.
—No quiero que lo hagas, hoy es importante para mí... y tú debes estar aquí, eres importante para mí.
—Hablo de que me iré del país.
—¿De vacaciones? —Sonreí al escuchar aquello, ojalá fueran vacaciones y no un intento desesperado de olvidarte.
Unas lágrimas traicioneras descendieron por mis mejillas y bajé la mirada, no podía mirarte a la cara porque ya no lo aguantaba más. Ya no podré contener el llanto.
—No... —logré decir.
—¿Entonces?
—Me iré y... no volveré.
—¿Estás bromeando? —Negué con la cabeza sin mirarte—. ¿Cómo mierda te vas a ir? Jungkook, no puedes irte. ¿Por qué te quieres ir? —Tu tono de voz sonaba como si estuvieras realmente furioso, pero también se escuchaba confundido y quizás, solo quizás, un poco asustado.
—Jimin, yo... —Mi voz se quebró y eso te preocupó aún más. Te acercaste y me abrazaste. Dios... Tu solo olor inundando mis fosas nasales me hacía creer que todo estaría bien.
—¿Por qué estás llorando? Jungkookie, has estado raro últimamente. ¿Está todo bien realmente? Habla conmigo así como lo hacíamos antes.
—No es nada...
—¿Entonces lloras de felicidad porque me casé?
—Supongo... —bromeé inocentemente—. N-nunca pensé que llegaría este día.
—Estoy realmente feliz de que estés aquí a mi lado y que hayas sido padrino de bodas, realmente te adoro —confesaste de manera sincera—. Eres más que un mejor amigo para mí, eres ese hermano que jamás tuve, ese apoyo y pilar en mi vida que me guio por el buen camino y me hizo ser alguien responsable. Te quiero, Jungkookie, y sé que algo pasa. Solo... Solo no me mientas y dime la verdad. —No dije nada y solo te miré—. ¿Es broma lo de irte a otro país? —preguntaste irritado al ver que no decía nada.
—No lo es...
—No puedes irte.
—Jimin...
—¡No puedes! Maldita sea, Jungkook. —Me agarraste de la camisa con tus pequeñas manos—. ¿Qué mierda está pasando? ¿Realmente te irás a la mierda sin siquiera decirme algo? ¡Hicimos un pacto, Jungkook! Tengo una maldita cicatriz en mi mano por el pacto que hicimos a los once años, juramos nunca separarnos pese a cualquier circunstancia, y ahora tú todo tranquilo, en el día más importante de mi vida, donde se supone que debemos crear hermosos recuerdos, tú solamente me dices que te vas.
—Lo siento por arruinar tu día...
—Dame una puta razón, solo una y que sea lo bastante buena como para que acepte que me estás dejando atrás.
—Soy gay, Jimin... —dije avergonzado y bajé la mirada
—¿Qué? —Te miré y tu expresión no fue la que esperaba. Estabas tan relajado, tan tranquilo que con solo mirarme de esa forma me transmitiste la sensación de que todo iría bien, que no debía preocuparme de nada porque jamás me abandonarías—. ¿Esa es tu razón? ¿Acaso eres un idiota?
—Ji...
—No es una razón para irte lejos y lo sabes, así como sabes que jamás me alejaré de ti por algo como esto, tu orientación sexual no es un tema que debamos discutir y ver si nuestra amistad sigue o no. —Aún tenías el agarre de tus manos en mi traje—. No puedes irte, ni tienes la maldita excusa para irte a otro maldito país dejándome solo.
—Te amo...
—¿Q-Qué?
—Estoy enamorado de ti, Jimin. —Tu agarre lentamente fue cediendo—. Te amo desde siempre...
Hubo un corto silencio que se hizo eterno, tu rostro cambió completamente y pareció perder tres tonos. Luego de un buen rato sin reaccionar finalmente hablaste:
—N-No..., no olvides alimentarte bien. —Soltaste el agarre en mi camisa y retrocediste unos pasos—. Qué tengas un buen viaje, Jungkook... —Diste media vuelta, secaste unas lágrimas que habían caído y sin mirar atrás, sin decirme nada más ante mi gran confesión, simplemente saliste de la habitación.
Dejándome ahí solo. Herido.
Mi corazón pareció morir en ese instante, mis lágrimas descendían sin intención de detenerse. Entonces entendí todo, mi mayor temor se había hecho realidad.
Te había perdido.
Cubrí mi cara con ambas manos y solo pude llorar en ese momento, agradecía que la música estuviera fuerte porque así nadie me escucharía. Ya no había vuelta atrás y con tu respuesta me habías dejado en claro que lo mejor era que me fuera.
Solo pude pensar en él en estos momentos y lo llamé.
—Pensé que jamás me volverías a contactar.
—¿T-Te vas hoy?
—Sí, dentro de dos horas más salgo en dirección al aeropuerto. —Un sollozo se escapó de mis labios y Nam pareció entender el motivo de mi llanto y de mi llamada—. Si tu respuesta sigue siendo un no, lo siento por ti y espero puedas superarlo en algún momento. Pero ya es hora de que de sueltes de ese chico, es una tortura para ti, debes ser feliz. —Suspiró—. Tienes una hora para cambiar de opinión. Si lo haces, pasare por ti.
—¿Cuidarás de mí? —Las lágrimas no se detuvieron en ningún momento y hablar entre sollozos era una mierda.
—Claro, solo si me lo permites.
—¿Y si no funciona?
—Cuando empiezas una relación, por más enamorado que estés no sabrás si funcionará o no. Hay que intentarlo para averiguarlo o simplemente quedarse con la duda.
—Pero...
—Una hora, Jungkook, no soy de rogar y menos por cariño. Me gustas, pero si no te sientes preparado y no quieres realmente, sigue con tu vida.
—Sí quiero...
—¿Sí quieres qué?
—Irme contigo.
—¿No te arrepentirás?
—No...
—Paso por ti en una hora.
—Bien...
—Nos vemos.
Sequé mis lágrimas, me acomodé el traje y salí de la habitación. Pude ver que la novia ya había lanzado el ramo de flores y todos los invitados bailaban en la pista de baile. Tú estabas con tu esposa dándole un trozo del pastel de novios y ella sonreía.
Se veían hermosos.
Tanto así que me dolía aún más ver lo felices y perfectos que se veían.
Caminé hasta tomar mis cosas y me fui hasta la salida, dispuesto a dejar este amor en el olvido.
—Jungkook. —Me giré de inmediato al escuchar mi nombre.
—J-Jimin...
—Gracias por haber venido hoy... Ya sabes —Rascaste tu nuca, estabas notoriamente nervioso.
—No hay de qué, lo hice con mucho gusto. —Intenté sonreír, pero no pude, quería nuevamente llorar y saltar a tus brazos, decirte que te amaba y que me perdonaras por eso, que no me vieras más como lo estabas haciendo ahora porque me dolía.
Dolía demasiado.
—¿Me llamarás cuando llegues a donde sea que vayas?
Por un momento había imaginado que intentarías detenerme, pero era un estúpido al esperar algo como eso, claramente no iba a pasar. Escucharte y verte incómodo frente a mí... era jodidamente doloroso.
—Claro...
—Qué te vaya bien. Ten una buena vida, Jungkook —dijiste mientras unas lágrimas caían por tus mejillas y no pude detener el impulso de acunar tu hermoso rostro entre mis manos. Junté nuestras frentes y te miré—. J-Jungkook... —hablaste nervioso.
—No haré nada, lo prometo. Solo... déjame apreciar por última vez tu hermoso rostro —hablé entre sollozos porque este era nuestro adiós—. Lamento... Lamento arruinar tu boda.
—No...
—Lamento todo esto, Jimin... —te interrumpí. Mis lágrimas caían sin detenerse—. No podré llamarte ni seguir hablándote por mensajes, ya nada será lo mismo y no puedo fingir porque me duele. Te amo.
—Lo siento —te disculpaste y lo entendí.
—No, no es tu culpa, es mía. Arruiné todo. —Me separé de ti y te miré una última vez—. Debo irme.
—Supongo que esto es un adiós... —Asentí con la cabeza mientras intentaba secar las lágrimas pero fue inútil, seguían saliendo—. Adiós, Jungkook.
Aquellas palabras me rompieron aún más.
Este era nuestro adiós.
Uno definitivo.
Uno donde no había vuelta atrás.
—Adiós, Park Jimin.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top