𝑇𝑟𝑒𝑠.
Compartir la misma cama con Jimin es algo a lo que aún no logro acostumbrarme, pero me encanta.
Me encanta embriagarme con su delicioso olor frutal, me encanta sentir su cabello revuelto cerca de mi cara, me encanta sentir sus delgados brazos sobre mi cuerpo mientras duerme.
Me encanta sentir todo lo que venga de él.
Nuestra relación es jodidamente extraña, seguimos siendo simples "mejores amigos", pero con la diferencia de que en momentos él se sienta sobre mis piernas, permitiendo deslizar mis manos bajo sus prendas dejándome sentir su piel, tan suave como un algodón, tan delicada que al más mínimo apretón se vuelve rojiza para luego quedar con tonos amoratados.
No hay sexo, él lo dejo bastante claro en un inicio y realmente no me molesta, aunque he tenido más de una erección de la cual he debido encargarme por mi cuenta.
Es un poco frustrante, sí. Pero puedo soportarlo, aunque usar la mano no se siente del todo bien y usar la imaginación sirve pero no es tan placentero.
Con un demonio, necesito tener sexo.
—¿A dónde irás? —preguntó curioso. Jimin casi no sale del departamento y es porque se encuentra aún lo bastante deprimido como para seguir adelante, aun cuando suele negarlo.
—Saldré por ahí, necesito... uhm... Solo saldré.
—Ah. —Sus respuestas siempre eran así, sin mucho interés. Se sentó en el sofá cruzándose de piernas mientras tomaba el control remoto para encender el televisor—. No tardes, no quiero estar solo —habló sin siquiera mirarme.
—Lo intentaré. Nos vemos.
El humor de Jimin está cada vez peor, creo que su separación le afectó más de lo que imaginaba, su nivel de irritabilidad incrementa en gran medida y es un poco agotador sobrellevarlo.
Estoy cansado, tanto en cuerpo como en mente.
Jimin consume mi vitalidad, absorbe mi energía y aguantar sus berrinches es realmente cansador.
Ese día no volví hasta la madrugada y cuando llegué al departamento, Jimin estaba en el sofá sentado, cubierto con una manta y su cara...
¿Sabrá lo bonito que se ve aún con la cara de amargado cuando se enoja?
—Dijiste que no tardarías.
—Hola para ti también, Jimin. —Comencé a quitarme mis zapatos.
—No estoy de humor, Jungkook. Tenías que volver temprano.
—¿Para qué? Jimin, tu mal humor me agota un poco, necesitaba relajarme por ahí y poder volver tranquilo. Ya estoy aquí par...
—¡Cállate, idiota! —Se levantó del sofá dando zancadas hasta quedar frente a mí y me tomó del cuello de mi chaqueta, haciendo que me inclinara hacia él. Cosa que me sorprendió bastante—. ¿Entiendes cuando digo que no quiero estar solo? Me importan una mierda tus enfermas necesidades. ¡Yo te quiero aquí conmigo en tus días libres!
Aquí vamos de nuevo. El discutir se ha vuelto algo de todos los días, su manera egoísta y posesiva aumentó desde que supo que me junté con el hermano de Nam, pero simplemente Taehyung y yo nos llevamos bien y él solo me invitó a pasar un buen rato junto a sus amigos.
Para qué mencionar cuando NamJoon me llamó desde Londres avisando que mandaría mis cosas, todo lo que me pertenecía y quedó en el departamento que compartimos; me dijo una que otra broma haciéndome sonreír. Nam me conocía lo suficiente que sabía por mi tono de voz cómo estaba anímicamente, su inocente broma sirvió no solo para sacarme una sonrisa, sino también para olvidar por un momento lo que me abrumaba en ese entonces. Al despedirme de él, antes de colgar le agradecí por todo, todo lo que había hecho por y para mí, además le dije que esperaba de todo corazón fuera muy feliz. Cuando terminó la llamada, Jimin apareció con el semblante totalmente cargado de furia, arrancó el teléfono de mis manos y sin más lo aventó contra la pared.
—Jimin... Por favor, no empieces. —Lo abracé en un intento de calmarlo, pero me empujo, logrando separarse por completo de mí.
—¿Que no empiece qué? —Muchas veces al mirar a Jimin, odiaba en lo que se terminó convirtiendo. Este no era el Jimin que yo conocí y del cual me enamoré. Lo extraño—. Ve a darte un baño, apestas a alcohol y sexo. Te espero en la cama.
Todas sus palabras hacia mi sexualidad siempre van cargadas de repudio. Intento no verme afectado por ello, pero todo lo que Jimin me dice, ya sean insultos o solo palabras despectivas, incluso palabras donde insinúa darme permiso para tocarlo, me duelen. La manera en la que muchas veces se burla es humillante.
Cuando salí de la ducha y llegué a la habitación, lo vi enrollado mirando su celular.
Dios... Se ve tan lindo cuando está tranquilo, pero lo arruina apenas abre la boca.
—Apúrate que tengo frío.
—Jimin, creo que deberías ir al doctor.
—No estoy enfermo, Jungkook —gruñó molesto.
—Luego de tu separación tu humor es diferente y supongo que te afectó más...
—No voy a ir, estoy bien y nada me afectó. Tú estás conmigo y eso basta. —Entré a la cama y el cambió su cara molesta por una feliz, se apegó a mi cuerpo y me abrazó. ¿Será consciente de sus drásticos cambios de humor?—. Ahora estamos juntos y eso me tranquiliza.
—Creo que debes ir... —Acaricié su suave cabello por un momento hasta que se levantó alejándose de mi cuerpo y me miró.
—Me molesta el que tú insistas diciendo que no estoy bien, cuando estoy de maravillas.
—No sales de casa, Jimin. No quieres volver a tu trabajo y quieres que esté todo el tiempo contigo.
—¿Tú no quieres eso?
—Quiero que estés bien y vuelvas a ser ese chico dulce que solías ser. —Tomé sus frías manitos y las acaricié, pero las quitó de manera brusca.
—Ese Jimin no existe, porque la zorra lo destruyó —escupió con ira mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. Preferí ignorar aquello junto al impulso de consolarlo y solo desvié la mirada—. Y si no te gusta, mala suerte para ti.
Suspiré cansado de la conversación, necesitaba dormir.
—Es mejor dormir, tengo sueño.
—¿Con quién estuviste hoy?
—Jimin, por favor no empieces.
—Te revuelcas con cualquiera que te abra las piernas. ¿No te da miedo pegarte una enfermedad? No quiero contagiarme de algo raro por tu culpa.
—Jimin, me cuido y no es cualquiera. –No lo era, lo llevaba viendo un par de veces desde que estoy viviendo con Jimin y no teníamos sexo, solo nos encontramos en el mismo bar ya que él lo frecuenta seguido y solo nos sentamos a beber y charlar, nada más que eso.
—¿Te acuestas siempre con el mismo?
—Jimin, basta.
—Es asqueroso lo que haces, ¿sabes? Deberías dejar esos encuentros casuales y volver a ser normal.
Volver a ser normal.
¿Ante los ojos de Jimin soy anormal?
A veces pienso que enterrar un cuchillo caliente directo en mi corazón duele menos que las palabras cargadas de repudio de Jimin.
Nam siempre tuvo razón y yo de estúpido no lo escuché.
Pero lo amo.
Lo amo.
¿Realmente lo amo?
Lo mire molesto y él sonrió. ¿Por qué era así conmigo?
¿Por qué no se da cuenta de que lo único que hago es amarlo?
—¿Sabes qué es lo más divertido de todo? —habló mientras me miraba sin abandonar esa sonrisa burlona—. Es que eres lindo, tierno y preocupado conmigo a pesar de mi jodido humor. Estar enamorado te vuelve verdaderamente un estúpido.
—Supongo, pero todo tiene un límite.
—No es el caso, tu límite conmigo no existe, me amas y me aguantas, aceptas lo poco y nada que te doy sin protestar.
—¿Quién eres? —hablé molesto, cansado y frustrado.
¿Realmente Jimin está disfrutando esto?
—El hombre del que te enamoraste, que jamás te amará como tú quieres y que quizás quiere verte más miserable de lo que ya eres.
Mi pecho dolió, mi corazón lloró ante sus palabras, mi cerebro me pidió huir y no volver. Pero mi cuerpo no reaccionó.
—Estás enfermo, Jim...
No alcancé a terminar de decir esas palabras y su mano impactó con fuerza en mi mejilla. La fuerza de Jimin no es nada comparado con la mía, pero yo jamás le levantaría la mano, jamás le haría daño por el simple hecho de que lo amo y no puedo siquiera imaginarme lastimándolo, no puedo.
Nunca pensé que él lo haría y lo hizo.
Me dolió.
Pero lo que más me dolió no fue el golpe, fue que Jimin se atrevió a lastimarme.
—¡El único enfermo eres tú! —gritó y se acostó dándome la espalda.
Llevé mi mano a mi mejilla roja y ahogué las lágrimas que deseaban salir. Me salí de la cama y fui al baño para lavar mi cara y controlar las emociones que estaban floreciendo en ese momento. Soy un grandísimo imbécil por aguantar esta mierda, aun cuando me lo advirtieron.
¿Cuánto llevábamos juntos? No era mucho, pero sentía que ya estaba llegando a mi límite. No estaba sana nuestra relación y quizás terminaré enfermándome de los nervios.
Jodida mierda.
***
Después de ese incidente, Jimin no volvió a decir nada, pero tampoco se disculpó. Yo me dedicaba a ir al trabajo y luego a entrenar en el gimnasio que quedaba a solo unos minutos del departamento, luego volvía a casa para así poder comer juntos y más tarde nos íbamos a dormir.
Así estuvimos por dos meses.
Dos meses donde prácticamente parecíamos desconocidos viviendo en la misma casa, no hablábamos de temas muy profundos más que cómo estuvo el día para luego quedar en un largo silencio.
Bueno, hasta cierto día donde al parecer algo en él lo hizo reaccionar.
—Ju-Jungkook...
—¿Qué? —Lo miré apenas me habló.
—Y-Yo... —Estaba sentado en el sofá y Jimin se subió sobre mis piernas, dejando una a cada lado y me abrazó por el cuello—. L-Lo siento, lo siento mucho.
Solo lo miré y pude ver aquel Jimin de hace años que se disculpaba cuando cometía errores sin importancia, ese del que me enamoré y pensé no volver a ver.
—Lo siento, no sé qué me pasa. No fue en serio todo lo que dije, no me das asco, no quiero verte mal, te quiero. Yo te quiero. —Comenzó a llorar y escondió su cara en mi cuello—. Lo siento, l-lo siento...
—Está bien, ya pasó. —Sé que no está bien, pero tampoco sé que más hacer. Le acaricié la espalda mientras seguía escondido en mi cuello.
—¡No está bien! No tengo el derecho de tratarte así, no tenía por qué golpearte y no quiero volver hacerlo. Ayúdame, Jungkook, ayúdame...
—Debes ir al doctor...
—Iré. Si es lo que necesito, entonces iré, pero no me dejes solo. —Sus sollozos aumentaron y se aferró aún más a mi cuerpo—. Jungkook, yo la amaba, la amaba de verdad y me lastimó, me hizo creer que seríamos padres y tendríamos una familia. A-Ahora siento rabia todo el tiempo y quiero ver a todos igual de infelices que yo.
—Eso no está bien...
—No lo está y lo sé. No quiero ser así.
Esa tarde lo abracé y le di consuelo hasta que se calmó por completo. Verlo así de mal por una mujer, una que no valía nada, una de la cual hasta yo pensé en su momento que era perfecta; era una jodida mierda.
Los días avanzaron y Jimin se animó a ir con el doctor, lo derivaron con un buen psicólogo y ya había ido a su primera sesión, le recetaron unas medicinas para que se relajara o algo así explicó. Volvió a su trabajo y todo parecía marchar un poco mejor. De vez en cuando tuvo un ataque de histeria, pero no pasó de gritos, luego solo lloraba y se aferraba a mí porque se sentía totalmente culpable.
¿Cuánto tiempo estuvimos así? No lo sé. Estoy en un punto donde quisiera desaparecer, estoy más que agotado y creo que estoy pagando el precio por mis decisiones.
Nunca pensé que sería tan alto.
—Jungkook —habló Jimin desde la sala mientras yo seguía en la cama, hacía frío y no tenía que ir al trabajo—. ¿Jungkook?
—¿Qué? —respondí sin ganas y Jimin apareció asomando su hermosa carita por el marco de la puerta, me sonrió.
—El desayuno... está listo. —A veces al mirarlo, pensaba en que quizás me estaba destruyendo a mí mismo al haber aceptado permanecer a su lado, era como si solo vivía para él cuando él ya estaba sanando y quizás volvería a su vida normal—. ¿Me estás escuchando?
—No tengo hambre, Jimin.
—¿Estás enfermo? —Caminó hasta que se sentó a mi lado y tocó mi frente con su manito totalmente fría, siempre las tenía frías—. No tienes fiebre.
¿Jimin será capaz de ver a través de mí?
¿Será capaz de ver cuánto dolor he soportado por estar aquí, a su lado?
¿Por qué sentir amor lastima tanto?
Se supone que no debería ser así.
Estaba cansado de parecer un idiota llorón, pero todo lo que él hace me afecta demasiado.
—No es nada, estoy cansado. —Mi voz ronca sonó sin ganas, triste y completamente agotada.
—Bien, duerme un poco y luego te levantas a comer, ¿bueno? —Solo asentí levemente con mi cabeza y me cubrí con la ropa de cama, el olor frutal estaba hasta en las sábanas y de cierta manera me relajaba. Jimin se levantó y salió de la habitación.
Solo podía pensar y trataba de ordenar mis pensamientos buscando una solución o algo que me indique que todo estaba bien y saldría victorioso junto a Jimin, pero todo indicaba que había tomado la peor decisión de mi vida.
¿Dónde quedó mi amor propio?
Estoy seguro que lo olvidé en algún lado.
Cerré mis ojos y quise dejar de torturarme con pensamientos sobre "y si hubiera hecho esto en vez de aquello", ya estaba aquí y debía ser un hombre lo suficientemente maduro como para afrontar las consecuencias de malas decisiones.
¿Realmente eran tan malas?
Ni yo mismo lo sé.
Ese día no salí de la cama ni a la hora del almuerzo, ni en la tarde, ni a la cena. Simplemente no salí de ahí.
Creo que llegué a mi límite después de todo.
***
—¿Te das cuenta de que estás cargando no solo con tus problemas, sino que cargas con los de él y eso te está afectando? —Hablar con Taehyung era realmente bueno, me hacía darme cuenta de cosas que pasaba por alto.
—Supongo...
—Nada de "supongo". Estás mal, Jungkook, y debes hablar con él. —Bebió un sorbo del jugo que le acababan de traer. Había salido del trabajo y él me llamó para que lo acompañara hacer unas compras y acepté, no quería volver realmente a casa. Ahora estábamos en una cafetería charlando y poniéndonos al día en varios temas—. Mientras él sana, tú te enfermas. ¿Se quedará contigo cuando estés mal?
—Tengo miedo. —Cubrí mi rostro completamente abrumado—. Lo odio, pero lo amo. Odio que se haya convertido en algo que no era, pero lo amo porque es él, es Jimin.
—Jungkook, solo recibes mierda de su parte y cariño cuando a él se le antoja, ¿crees que eso es una relación sana?
—N-No...
—¡Espera! Me dijiste que son amigos, ¿no? —Asentí con la cabeza, un poco descolocado ante su pregunta—. Entonces... ¿Qué mierda haces malgastando tu tiempo? Hombre, eres joven, guapo y muy inteligente. Jungkook, no son novios, él aún te ve como su mejor amigo, pero no te deja tener a alguien especial porque te quiere solo para él. ¿Te das cuenta lo egoísta que está siendo contigo? ¡Reacciona y mándalo a la mierda! —gruñó molesto.
—No es tan fácil...
—Te manipula y lo sabes, él también lo sabe y se aprovecha de eso.
Qué tanta razón puede tener alguien aun sin haber visto nuestra relación con sus propios ojos, tal vez es suficiente con haber escuchado cada detalle de lo que yo le he contado. ¿Puede tener razón con solo escuchar una versión de la historia?
Luego de esa charla que prácticamente parecía un regaño, nos despedimos y quedamos de juntarnos nuevamente a beber por ahí, como ya era costumbre.
Volví tarde a casa, saludé a Jimin y me di una ducha para luego ir a la cama.
Una rutina monótona.
—¿No vas a comer? —preguntó apenas me vio pasar en dirección del baño.
—No. Ya comí, gracias. —A veces quería sonar tan frío o hacer que su sola presencia no me importaba, pero no podía, no con él.
—¿E-Estás bien? —Cuando pone esa cara de cachorrito asustado...
Dios, quema mis ojos o pecaré nuevamente al caer rendido a sus pies.
—No. —Maldita sea, no podía ser un hijo de puta con él, era algo que no iba conmigo.
—¿Te sientes mal? —Intentó acercarse a mí, pero una mueca en mi rostro lo detuvo. Lo siento, Jimin.
—No.
—¿E-Entonces?
—Jimin... —Suspiré ya cansado, lo estaba—. Creo que debemos terminar con esta mierda. Estoy agotado.
—N-No..., no entiendo. —Odio cuando lloras, Jimin. Pero más me odio a mí mismo cuando soy yo quien provoca tus lágrimas—. Estoy cambiando, me estoy esforzando.
—Pero estoy cansado, realmente estoy agotado de todo esto...
—L-Lo prometiste. P-prometiste quedarte conmigo y no dejarme. —Creo que si sigue mordiendo su esponjoso labio, terminará sangrando.
—No me hagas esto, por favor. —Recordar lo que Tae me dijo fue como una bofetada en la cara.
"Él te manipula y tú lo sabes, él también lo sabe y se aprovecha de eso".
—No me dejes solo, te quiero, y-yo te quiero.
Dios... Creo que quien necesita ir al doctor soy yo.
—Yo te amo, pero aun así no puedo soportar más esto. Jimin, estamos dañando aún más lo poco o nada de lo que queda de una buena relación que intentamos sobrellevar.
—N-No puedes. ¡No puedes dejarme! —Secó sus lágrimas con la manga del polerón y noté que dañó sus mejillas, ahora tiene una más roja que la otra—. T-Te necesito... conmigo. —Amo, por sobre todo, los pucheros que hace de manera inconsciente, me encantan. Pero ahora, aun con el puchero más hermoso del mundo, llegue a mi límite.
—Lo siento, no puedo, no quiero seguir así.
—Me amas, no puedes dejar a quien amas.
"Te odio, te quiero lejos de mi vida". Desearía sentir y decir aquello.
Pero lo cierto es que todavía estoy jodidamente enamorado de ti.
Para ese momento, Jimin estaba aferrado a mi cuerpo y su olor a manzana me llegó de golpe, era delicioso. Lo abracé como solía hacerlo para calmarlo y darle algo de seguridad.
—Eres fuerte, Jimin. Siempre has sido valiente y saldrás adelante, tu familia te dará ese apoyo que necesitas y un día, cuando menos lo esperes, mirarás hacia atrás y te reirás por creer que no lo lograrías cuando realmente saliste victorioso al dar vuelta la página. La vida continúa y no debes estancarte ni renunciar a quién solías ser por un amor fallido. —Realmente no sabía si aquel consejo era para Jimin o para mí mismo.
—¿Quieres que me vaya? —No me miró, pero lo conocía tan bien que tenía más que claro que estaba conteniendo lo que más podía su llanto, ese llanto que uno suelta cuando todo está perdido y la única manera de liberarte del dolor es llorando.
—Es lo más lógico. Vuelve con tu madre un tiempo, te hará bien estar con tu familia.
—¿Pu-Puedo volver a v-visitarte? —Cuando éramos adolecentes y yo me cansaba de las niñerías de Jimin, lo mandaba a casa para poder relajarme y así no explotar y decirle cosas de las que luego me arrepentiría; siempre antes de irse me preguntaba lo mismo.
"¿Puedo volver a visitarte?"
Y yo como un idiota le sonreía, aun cuando se supone que estaba molesto.
—Claro que puedes. —Y ahí estaba de nuevo.
—Bien... Mañana... —Levantó su cara llena de lágrimas y mocos. Maldición, es tan lindo— S-Si quieres que te deje, mañana. Hoy no.
Claro que no lo mandaría con su madre en ese momento, era de noche y había que dormir, estaba cansado y mi cabeza dolía bastante.
Yo me di una ducha, cepillé mis dientes y me fui a la cama, al rato llegó Jimin ya listo para dormir, con sus mejillas teñidas de ese tono carmesí que tan bonito se le veía.
No dije nada más, no quería hablar y creo que él estaba igual. Nos dormimos junto al silencio que nos abrazó esa noche.
"Esta es nuestra promesa, Jungkook. Nunca nos separaremos y seremos mejores amigos por siempre, sin importar qué, yo estaré ahí para ti y tu para mí. Te quiero".
Recordar promesas del pasado no es la mejor manera de empezar el jodido día.
Ese día, Jimin, sin despedirse, se fue temprano.
A veces al volver del trabajo creía que lo encontraría ahí, con una sonrisa mientras veía la televisión, pero al cruzar la puerta ya no había nadie.
***
Aun estando en la cama, perdido en los más miserables recuerdos, medio ebrio y medio muerto, completamente derrotado por quien no debería, pensando en si debía mudarme a otra ciudad y empezar de cero, intentando olvidar a alguien que usaba perfumes frutales y todo aún olía a él.
Pensando muchas cosas para reorganizar mi vida y salir de esta tortura gratuita que me estaba dando, creo que hasta me convencí de que era una buena idea empezar de cero. Me levanté de la cama con un maldito mareo y decidí darme una ducha para comenzar a buscar el lugar donde iría a parar.
Pero antes de que pudiera entrar a la ducha, la puerta sonó.
¿Quién molesta tan temprano?
Maldita sea, maldito sea el universo y todo lo que hay en él.
—Jimin...
—Hola... Y-ya pasó una semana y te extraño... —Solo pude pensar en lo bonito que se veía luciendo tan frágil—. Realmente te extraño, te quiero, Jungkook, y no quiero estar lejos de ti.
Para ese momento estábamos en la entrada, solo suspiré y caminé hasta la sala para dejarme caer en el sofá y él me siguió a pasos lentos.
No podía decir nada, mi mente estaba llena de alcohol y pensamientos absurdos que me pedían lanzarme a ese hombre frágil frente a mí.
Pero no puedo, no quiero caer de nuevo en el mismo juego.
—Jimin..., yo igual te quiero, eres mi amigo después de todo.
—N-No... Tú dijiste q-que estaríamos... juntos.
—¿Piensas lo que dices antes de que salga de tu boca?
—Claro que lo hago... Y-yo estuve pensando, quiero estar contigo.
Si acepto esto y volvemos a la misma mierda de antes, estoy seguro de que ya no podré escapar de él.
Maldición, ¿realmente quiero escapar de él?
Debo ser fuerte.
Debo valorar más mi estabilidad mental que los deseos de estar con él.
Soy fuerte.
—Te quiero. Te quiero, Jungkook. —Su dulce voz junto a la carita con la que me está mirando en estos momentos...
Jodida mierda.
Solo pude extender mi brazo para tomarlo de su pequeña manito y acercarlo a mí, haciéndolo caer sobre mi cuerpo que estaba recostado en el sofá, dando un abrazo que dejaba más que claro lo necesitado de él que estaba.
—Todo estará bien ahora, Jungkook. Estaré contigo porque te quiero.
¿Realmente estará todo bien?
—Sí... Supongo.
Fundirnos en un cálido abrazo me permitió olisquear la piel de Jimin, su olor frutal invadió mis fosas nasales y me dio esa tranquilidad que buscaba. Sus brazos estaban aferrados en mi cuello pero los sacó lentamente para llevar sus manos hasta mi pecho y poder levantarse un poco. Nos miramos sin decir nada por unos segundos.
—Jungkook, quiero... Quiero un beso.
Adiós, estabilidad mental.
Adiós a mis ganas de empezar de cero.
Adiós al poco o nada amor propio que me tuve.
No dije nada, no pude siquiera formular alguna palabra, solo llevé mi mano a su nuca para acercar su bonita cara a la mía y así unir nuestros labios.
Un beso con una mezcla de alcohol y bálsamo labial de cerezas, una perfecta combinación que nos llevó a dar paso a algo más intenso, donde nuestras lenguas por primera vez danzaron al mismo compás y se saborearon hasta que ambos quedamos sin aliento.
—¿Estás consciente de que ya no seremos solo mejores amigos, Jimin? —Mi respiración errática y su cara roja como un tomate dejaban bastante en claro que ambos estábamos pensando lo mismo.
—Lo sé, y lo acepto. —Mordió su abultado labio y se acercó una vez más a mí para seguir deleitándonos con el delicioso sabor de nuestros besos.
Ahora solo pensaba en querer ahogarme en ese delicioso olor frutal que desprendía todo el cuerpo de Jimin. Ese olor que por momentos odié y amé.
Tal vez, solo tal vez... ahora puedo aceptar todo lo que está dispuesto a darme.
Porque mi corazón se acelera solo por él y eso nunca cambiará.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top