𝐸𝑥𝑡𝑟𝑎. 𝑃𝑎𝑟𝑡𝑒 𝐼𝐼.
—¿Dónde estuviste todo el día, Jungkook? —La voz proveniente de la sala lo hizo dar un brinco del susto y a pasos lentos, Jungkook se alejó de la puerta principal y se dejó ver.
El semblante de Yoongi mostraba cuán afectado estaba con la situación, aún cuando intentaba aparentar lo contrario.
—Por ahí... —respondió sin más, encogiéndose de hombros.
—¿Por ahí? —repitió y Jungkook asintió con un leve movimiento de cabeza. Yoongi tuvo que respirar hondo para disipar la ira que comenzaba a emanar desde su interior—. Tu hijo estuvo preguntando por ti todo el maldito día. ¿Qué le voy a decir? ¿Que su padre estuvo por ahí?
—Yoongi... —Avanzó unos cuantos pasos de manera torpe, llegando al sofá más cercano, y lanzó sin cuidado su chaqueta sobre este.
—Llevas una semana así, Jungkook —le recriminó, levemente molesto—. Una semana desde que él apareció.
—No tiene nada que ver —mintió, rehuyendo de la penetrante mirada que le estaba dando su esposo, como si de alguna forma intentara escanearlo.
—¡Estás bebiendo, Jungkook! —Finalmente explotó y se levantó del sofá, dando zancadas para quedar frente a él—. ¡Tú no bebes, maldición!
—Solo tenía ganas de tomar algo, nada más.
Yoongi bufó y sonrió sin gracia.
—¿Solo tenías ganas de tomar algo?
—Sí, ¿cuál es el problema?
—Me estás jodiendo, ¿verdad? —Jungkook lo miró finalmente, notando cómo ese par de luceros que siempre destellaron felicidad y amor, comenzaban a apagarse lentamente, consumidos por el dolor y la decepción.
—No hagas un alboroto, Yoonie. —Hizo una mueca ante el dolor de cabeza que comenzaba a sentir—. Despertaras a Soobin.
—¿Ahora te importa Soobin? —preguntó con burla en su tono de voz.
Y es que nadie podía culparlo o reclamarle algo, porque él tenía todo el derecho de expresar cómo se sentía al respecto. Porque él estaba sufriendo en silencio mientras presenciaba de la forma más cruel como Jungkook; el hombre al que amaba, parecía no importarle en lo más mínimo la situación, no importarle él o su propio hijo.
—Yoongi...
—¡Vete a la mierda, Jungkook! —vociferó con dolor y empuñó con fuerza sus manos en la camisa de su esposo, obligándolo a inclinarse para mirarlo y prestarle toda la atención que él necesitaba en ese momento—. No estoy dispuesto a que nos arrastres a tu miseria.
—No sé de qué hablas. —Llevó sus manos a las de Yoongi y las tomó con cuidado, en un inútil intento por calmarlo.
Yoongi lo miró por una milésima de segundos en silencio, mordisqueando su labio inferior con fuerza para retener las lágrimas que amenazaban con salir.
—Respóndeme algo —dijo finalmente, cuando reunió todo el valor que necesitaba para afrontar la verdad, esa que sabía lo destrozaría por completo—. Pero quiero que seas sincero conmigo, Jungkook.
—Si es sobre Jimin...
—No —lo interrumpió rápidamente, y sintió cómo su corazón se partía en miles de pedazos al ver la reacción de su esposo. Respiró profundo para lograr calmar las emociones que comenzaban a abrumarlo y soltó lentamente el agarre en la camisa de Jungkook para finalmente hablar—. ¿Me amas, Jungkook?
No tenía que ser algún tipo de adivino para saber la respuesta. Él no era ningún idiota y sabía que dolería.
Quizás, meses atrás no hubiera dudado y estaría dispuesto a meter las manos al fuego por Jungkook, creyendo ciegamente que este lo amaba de la misma forma que él lo hacía. Lamentablemente, conocía a Jungkook tan bien como la palma de su mano. Era consciente de lo que Jimin significaba en el corazón de Jungkook, aun cuando creyó ingenuamente que este había sanado. Que lo había superado.
Y dolía tanto sentir cómo la venda que cubría sus ojos caía finalmente, mostrándole la cruda verdad, porque él se sentía tan enamorado como en un inicio. Porque cada vez que él lo miraba o simplemente pensaba en Jungkook, sentía que florecía por dentro, rebosante de amor y felicidad, dándole todo y accediendo a que Jungkook hiciera lo que quisiera con él. Pero lamentablemente había pecado de ingenuo, creyendo que Jungkook era su complemento perfecto.
Qué ciego estuvo todos estos años.
Ahora se sentía como un miserable barquito de papel, naufragando solo por las gélidas aguas del profundo océano.
¿Por qué se tuvo que enamorar de Jungkook?
¿Por qué pensó que Jungkook ya no podría vivir sin él?
Pero aun con las probabilidades en su contra, él mantenía una pequeña esperanza y quería creer que Jungkook seguía siendo el mismo con el cual se casó; ese que le había prometido serle fiel, amarlo y cuidarlo.
—Sí. —Su respuesta fue casi automática.
—¿Te ves conmigo de aquí a diez años más?
—¿Por qué preguntas eso? —Frunció el ceño al no comprender a dónde quería llegar su esposo.
—Respóndeme, Jungkook —exigió con su voz notoriamente angustiada.
—Yo... Sí, lo hago.
—No... —Sonrió nuevamente, sin un ápice de gracia—. No lo haces, Jungkook. —Sus ojos brillaron y desoladas lágrimas se atrevieron a rodar por sus pálidas mejillas.
—Te amo, Yoonie... —Ahuecó sus grandes manos en el rostro de su esposo, acercando sus frentes y rozando sus narices.
—¿Estás seguro? —le susurró, sonando tan devastado que Jungkook asintió efusivamente con su cabeza—. No lo haces, Jungkook... —Se lo confirmó, parpadeando para que el agua en sus ojos dejara de nublarle la vista.
—Sí, lo hago.
Yoongi se alejó abruptamente de Jungkook, su ceño aún continuaba angustiosamente fruncido y las lágrimas no cesaron de seguir el mismo camino ya trazado. Lo conocía tan bien que ver cómo Jungkook trataba de convencerse a sí mismo de que lo amaba, lo estaba destrozando incluso más de lo que ya estaba.
—¡Llegas borracho por las noches, Jungkook! ¡¿Es así como me demuestras tu amor?!
—Lo siento... —Frotó su rostro con ambas manos.
Estaba mal y lo sabía. Estaba lastimando a su esposo y lo sabía. Estaba destruyendo a su familia... y lo sabía.
Pero la repentina llegada de Jimin le había afectado más de lo que imaginó y no comprendía lo que estaba sintiendo, tampoco lograba detener la batalla que se estaba desatando en su interior. Los recuerdos del pasado golpeaban su mente una y otra vez, atormentándolo y recordándole las cicatrices que llevaba en su cuerpo; esas que comenzaron a doler, aun cuando no debían hacerlo más.
—Mira, no soy un idiota —intentó hablar más calmado, aun cuando era difícil retener los sollozos—. Quiero que pienses y tomes una decisión.
—¿Qué? —Lo miró aterrado, cuando logró procesar las palabras de su esposo.
Yoongi enmudeció al darse cuenta de lo que sus agudos ojos presenciaron, como si aquello fuera un maldito deja vu.
Pudo ver nuevamente frente a él a ese Jungkook que reparó años atrás; tan frágil y roto.
—Lo que escuchaste, Jungkook.
—N-no hay nada que pensar. —Intentó acercarse, pero Yoongi retrocedió—. Yo te amo...
—¿Estás seguro, Jungkook?
—Mierda, sí. ¿Por qué dudas de mí?
—Desde que volviste a ver a Jimin, todo en ti cambió.
—M-mentira...
—¿Has visto a tu hijo por las tardes? ¿Siquiera has jugado con él como solías hacerlo? No, no lo has hecho.
—Volveré a hacerlo.
—¿Cuándo? Porque él pregunta por ti cada día antes de ir a la escuela y cada noche antes de irse a dormir.
—Lo siento, yo... no sé qué me pasa. —Estaba tan confundido, deseaba que todo aquello fuera un mal sueño. Quería despertar y que todo volviera a la normalidad, donde los tres eran inmensamente felices juntos.
—Escúchame bien, Jungkook —comenzó nuevamente, sintiéndose orgulloso de que su voz sonara firme y no rota. Su corazón se oprimió al ver cómo Jungkook revoloteaba sus pestañas para disipar las lágrimas, pero no se detuvo y siguió hablando—. Quiero que pienses muy bien qué es lo que quieres realmente, porque tenemos un hijo. —Tragó el nudo que comenzaba a formarse en su garganta—. Uno al cual no arrastraré junto a tu jodida miseria.
—Yoongi, no... —El mencionado lo silenció con un gesto de manos, para poder continuar hablando.
—Si decides a tu familia, cambia esa actitud de mierda y olvídate de él, pero si sientes que realmente no puedes, vé y se feliz en tu mierda.
—N-no quiero dejarte, no...
—¿Por qué? —insistió en saber, como si de alguna forma quisiera que Jungkook aceptara la realidad y se marchara de una vez.
Parte de él quería que Jungkook le dijera lo que su corazón quería escuchar; que lo amaba, que Jimin no significaba nada, que lo necesitaba en su vida porque lo hacía feliz y dichoso. Realmente lo deseaba, pero sabía que no era así y quizás siempre lo supo, pero la gruesa venda en sus ojos le impidió ver la triste realidad.
—Porque eres mi esposo...
Yoongi sollozó, sintiéndose tan abatido en el momento que las palabras abandonaron la boca de su esposo.
—Existe el divorcio, ¿sabes?
—¡No lo quiero!
—¡¿Por qué?! —le gritó nuevamente, dejando que sus mejillas fuesen acariciadas por nuevas lágrimas cargadas de dolor—. ¡¿Por qué quieres seguir atado a nosotros si aún amas a alguien más?!
—¡No lo sé! —Agarró sus cabellos y tiró de ellos, sintiéndose tan desesperado y frustrado—. Te amo, yo de verdad te amo —lloriqueó lastimero, apretando los ojos con fuerza y sintiendo cómo las lágrimas finalmente rodaban por sus mejillas.
Estaba terriblemente asustado de volver a hundirse como ya lo había hecho anteriormente, porque era consciente de que no tendría a nadie esta vez para tenderle una mano, cuando se diera cuenta del error que habría cometido. Pero tampoco quería seguir lastimando a su familia y sabía muy bien qué hacer para dejar de hacerlo, mas no quería afrontar la triste realidad.
Era cobarde, sí, porque en el fondo seguía siendo el mismo Jungkook frágil del pasado.
—No, Jungkook. Solo sientes cariño y seguridad conmigo, porque sabes que jamás te lastimaría de esta forma.
Admitirlo dolía y saber que quizás siempre lo supo, lo hacía sentir incluso más tonto de lo que ya se sentía. Pero él creyó genuinamente y confió en que Jungkook había superado a sus demonios del pasado.
Qué estúpido e iluso había sido.
—No, no es por eso. No lo es... —Sorbió su enrojecida nariz y quitó las lágrimas de su rostro con las yemas de sus dedos—. ¡Deja de decir eso!
Jungkook avanzó unos pasos para acercarse a su esposo, pero cuando cortó la distancia, Yoongi empuñó sus manos y lanzó un golpe a su pecho.
—¡Tenemos un hijo, imbécil! —gritó destrozado mientras seguía golpeándolo. Se sentía tan dolido y traicionado—. ¡¿Por qué aceptaste esto, sabiendo que no lo habías superado?!
Dio unos cuantos golpes más y Jungkook en ningún momento se lo impidió o hizo el intento de detenerlo. Cuando Yoongi se detuvo, aplanó las palmas de sus manos en la camisa de Jungkook y bajó la vista a sus zapatos, soltando pequeños sollozos y dejando que de sus orbes brotaran más lágrimas, las que cayeron directo en el frío piso de madera.
—Lo siento...
Yoongi se apartó y levantó la cabeza, mirándolo nuevamente, comprendiendo que Jungkook jamás había sido suyo y jamás lo sería, aún si este los escogía.
—No, no lo sientes —sollozó agudo, boqueando por aire—. ¡No sientes ni una mierda!
—No quiero perderte...
—¡Cállate! —Cubrió su rostro con ambas manos cuando no pudo más y el llanto comenzaba a ahogarlo.
—Por favor, no me dejes... —Intentó desesperadamente acercarse a Yoongi y aferrarse a quien le daba paz mental, amor y estabilidad.
—Mi amor por ti siempre fue sincero, Jungkook —sollozó destrozado, sin apartar las manos de su cara—. Todo lo que siento por ti es real, pero lo que tú sientes no lo es...
Jungkook tragó grueso y abrió la boca para decir algo, pero una pequeña vocecita se lo impidió.
—¿Papi? —La somnolienta voz de Soobin los hizo cesar de su discusión, concentrando toda su atención en el pequeño que se asomaba por el oscuro pasillo.
Soobin tenía sus ojos entrecerrados a causa de la molesta luz en la sala y su cabello revuelto. Lucía tan pequeñito y tierno con su pijama de gatitos, que Jungkook deseó ser capaz de volver en el tiempo y ser él quien lo llevó a la escuela, para así jamás haber visto a Jimin. No lo culpaba, no podía hacerlo y nunca lo haría. Nadie tenía la culpa de lo que estaba pasando, solo él.
Yoongi carraspeó y sintió cómo su garganta ardía. No fue capaz de girarse y enfrentarse a su hijo, menos acercarse y llevarlo a la cama como lo habría hecho cualquier otro día. Simplemente no podía y no quería que su pequeño rayito de sol lo viera así.
—Vé a tu habitación, amor. —Yoongi le dijo, intentando sonar lo más calmado que podía en ese momento, intentando que su voz no saliera rota.
No podía alarmarlo, asustarlo o preocuparlo. Soobin era un niño inocente, dulce y lleno de amor. Yoongi no quería apagar eso en él y no sabía cómo reaccionaría el pequeño al momento de enfrentar la realidad, pero sí sabía que ese no era el momento indicado para contárselo.
—Pero escuché gritos. ¿Papi está bien? —Bostezó cuando terminó de hablar y frotó sus ojitos con sus pequeñas manos empuñadas.
Yoongi miró a Jungkook, mientras las lágrimas seguían rodando por sus mejillas.
—Papi está bien, amor. Vé a la cama y luego irá a darte un beso de buenas noches.
—¡Ya! —canturrió emocionado, dejando a la vista una genuina sonrisa mientras se devolvía a su dormitorio, arrastrando consigo el peluche que Jungkook le había obsequiado.
Cuando quedaron solos nuevamente, Yoongi secó con el dorso de su mano la humedad en sus mejillas.
—Serás tú quien le dirá a nuestro hijo porque sus padres se están separando. —Jungkook lo miró confundido, como si no lograba comprender lo que estaba sucediendo.
—Yonnie, no... —Avanzó hasta él y tomó finalmente sus manos, mirando al suelo e hipando bajito.
Yoongi no hizo el ademán de apartarlo porque simplemente no podía, no quería. A pesar de la dolorosa situación en la que estaban, ansiaba cada toque de Jungkook sobre él.
—No le mentirás, Jungkook. Le dirás la verdad, le explicarás de la mejor forma que eres tú el que nos deja porque amas a alguien más.
Jungkook negó efusivamente con su cabeza, sintiendo cómo nuevas lágrimas trazaban caminos húmedos por sus mejillas calientes.
—No me hagas hacer esto... —rogó entre sollozos, sintiendo como sus piernas flaqueaban e impactaban directo en el piso.
Yoongi se tuvo que morder el labio con fuerza para no hipar al ver cómo su esposo se rompía al escuchar sus palabras, tanto así que logró saborear el desagradable líquido bermellón que brotaba de su labio lastimado.
—No estaré contigo sabiendo que no me amas lo suficiente, sabiendo que aún está él ocupando parte de tu corazón, Jungkook.
—Te amo —volvió a decir, sin soltar el agarre en las manos de Yoongi y sintiendo cómo su cuerpo comenzaba a temblar.
—No, no lo haces.
—No me dejes, por favor. —Boqueó necesitado por aire al sentir que se ahogaba con sus propios hipidos—. N-no hagas que me separe de mi hijo.
—Jamás haría eso, lo sabes. —Se agachó lentamente, quedando a la altura de Jungkook y apartó sus manos de las suyas, aun cuando Jungkook parecía no querer soltarlas—. Pero no permitiré que se quede a tu lado. Estará mil veces mejor conmigo, con un adulto responsable.
Yoongi agitó tu abanico de pestañas para eliminar las lágrimas que nuevamente le nublaban la vista. Rendido ante el dolor y la tristeza, apoyó su frente en la de Jungkook mientras cerraba los ojos. Respiraron sus alientos tibios mientras sentían los latidos desenfrenados de ambos corazones, sintiendo como la desolación y el dolor picaban bajo sus pieles.
Yoongi se sintió desfallecer por un momento, cuando los recuerdos del pasado golpearon con fuerza su lastimado corazón y su mente al hacerle saber que ya estuvo en la misma situación años atrás. Donde estuvo agachado frente a Jungkook mientras intentaba explicarle un sinfín de razones por las cuales debía levantarse y empezar de cero. Donde secó sus lágrimas y prometió reemplazarlas por sonrisas. Donde recogió cada trozo de su corazón para volver a pegarlo e intentó sanarlo. Donde prometió borrar la tristeza y reemplazarla por felicidad.
—Todo sería diferente si me amaras, Jungkook —le susurró, conteniendo el llanto. Deseaba tanto romperse y llorar hasta desgarrar su garganta, pero no le daría esa dicha a Jungkook, ni a nadie. Sufriría su duelo a su manera, en silencio y se aferraría a lo único bueno que le quedaba, su precioso hijo—. Pero no lo haces como realmente debe ser.
—Lo siento...
Yoongi abrió lentamente los ojos y miró el rostro sonrojado y húmedo de su esposo.
—Si me amaras, te perdonaría todo. —Fue sincero, tanto que logró hacer que Jungkook sollozara incluso más.
Una pequeña parte de él; ese lado malo y rencoroso, deseaba hacerlo sentir tan miserable y culpable como le fuera posible. Pero esa parte que aún amaba a Jungkook con locura, simplemente quería consolarlo y susurrarle palabras positivas.
Sabía que Jungkook al final lo superaría y, a su manera, sería feliz junto a Jimin. Y era lo que Yoongi esperaba realmente, pero anhelaba que jamás lo fuera tanto como lo fue con él. Quizás era su lado egoísta, su lado dolido o su lado despechado. No lo sabía, pero era como se sentía.
Suspiró entrecortado e intentó disipar los malos pensamientos, mientras ahuecaba sus manos en las mejillas húmedas de su esposo una vez más y elevó su rostro, obligándolo a mirarlo a sus ojos.
Jungkook lo miró y sus ojos parecían perdidos a causa del dolor y de los pensamientos que parecían estarlo torturando.
—Te amo de la manera más sincera y lo sabes, pero tú no me amas de la misma forma.
—Lo siento... —hipó y su pecho se agitó con violencia—. Pe-perdóname... —Era todo lo que podía pedir.
Nada estaba bien.
Amaba a su hijo.
Quería a Yoongi.
Y ya no sabía si era feliz.
***
Jimin había llegado tarde esa noche a su desolado departamento y todo por culpa del maldito trabajo, por eso ahora se encontraba recostado boca abajo en su cama, con su cabello húmedo luego de haberse dado una exquisita ducha para intentar relajarse.
No resultó en lo absoluto.
Tenían sus ojos cerrados mientras pensaba qué hacer con su jodida vida. Estaba tan cansado de todo. Sinceramente quería dormir para nunca más despertar.
Todo sería tan diferente si desde un inicio hubiera hecho bien las cosas, pero no, lo había arruinado estúpidamente.
Abrió lentamente sus ojos cuando el rostro de Jungkook apareció en sus pensamientos y suspiró melancólico. Quiso borrarlo, olvidarlo, pero siempre lo volvía a recordar. Una y otra vez. Día y noche. No importaba, siempre aparecía y lo torturaba, recordándole cuán hijo de puta había sido.
Todos los días salía a caminar, se llenaba de trabajo o hacía mil cosas para no pensar en él. Incluso llegó a pensar que sufría de algún trastorno, porque siempre tenía ese maldito impulso de querer ir y buscarlo.
Pero no serviría de nada, porque Jungkook estaba con alguien más y parecía ser feliz.
—Todo sería tan diferente si tú aun me quisieras —murmuró contra la ropa de cama.
Sabía que debía detenerse y dejarlo ir, porque no podía más y todo parecía dolerle. Pero venga, no podía porque sencillamente era un maldito obstinado.
¿Por qué era tan complicado?
¿Por qué se dio cuenta de que Jungkook estaba incrustado en su corazón cuando ya era tarde?
Su corazón reclamaba a alguien que ya no estaba, un amor que parecía ahorcarlo y matarlo lentamente.
Su psiquiatra tenía razón cuando le dijo que debía olvidarlo o le causaría más daño. Jodido idiota, ¿nunca se enamoró?
Cuando finalmente su cuerpo pareció relajarse y se dispuso a descansar, la puerta fue golpeada suavemente.
Jimin abrió los ojos lentamente y frunció los labios, negándose a levantarse de su cómoda cama.
La puerta fue golpeada una vez más, pero con más fuerza. A regañadientes, Jimin se levantó y caminó perezosamente entre la oscuridad de su departamento hasta que finalmente llegó a la puerta principal.
No miró por el pequeño agujero de su puerta, simplemente abrió y sus ojos se abrieron como platos cuando vio a Jungkook frente a él.
No alcanzó a decir nada, ni siquiera a pensar cuando Jungkook se estrelló contra su cuerpo.
Jungkook lo abrazó, aferrándose al pequeño cuerpo e intentó buscar consuelo aun si no se lo daban, mientras dejaba que el dolor saliera y comenzaba a sollozar bajito.
Jimin no dudó en rodearlo con sus brazos y retrocedió torpemente hacia el interior de su departamento, sin alejar a Jungkook de su cuerpo para poder cerrar la puerta.
Escuchó cómo Jungkook lloraba y temblaba, luciendo tan frágil y vulnerable. No era la primera vez que lo veía así y quería creer que esta vez no era él el culpable de su estado.
Jungkook no lo soltó, no podía.
Necesitaba sacar la angustia que llevaba cargando estos días. Cinco días desde que no veía a su hijo, desde que se había ido definitivamente de casa. Cinco días que había pasado solo en una habitación del primer hotel que encontró.
Y necesitaba llorar en los brazos de alguien, de Jimin para ser más exactos.
No podía culparlo, pero repentinamente quería, deseaba hacerlo.
Y ahora que estaba ahí, solo podía llorar.
Lloraba por tantas razones como el peso de la culpa.
Lloraba porque había destruido a un hombre que no lo merecía y que lo amó de la manera más sincera.
Lloraba porque el rostro de su pequeño hijo cubierto de lágrimas se le había quedado grabado y lo veía cada vez que cerraba los ojos.
Lloraba porque en la inocencia de su pequeño, creyó que había hecho algo malo y que sus papás se estaban separando por su culpa.
Lloraba porque entre hipidos, su hijo le pedía que no lo dejara como lo habían hecho sus padres anteriores.
Lloraba porque antes de salir de casa, Soobin corrió a sus brazos llorando nuevamente, pidiéndole que no se fuera porque él lo amaba.
Y lloraba porque una vez más, había elegido a Jimin por sobre todo.
¿Cómo fue capaz de dañar a las dos personas que solo le dieron felicidad?
—¿Jungkook? —Jimin susurró luego de un largo rato y Jungkook se alejó lentamente de su cuerpo.
Sus ojos, su nariz y sus mejillas estaban totalmente rojos. Era un completo desastre.
—Hey... —Jimin levantó su mano y eliminó las lágrimas que seguían rodando por sus febriles mejillas—. ¿Qu-qué pasó? —Tenía miedo de preguntar y no sabía si realmente quería saberlo.
Jungkook mordió su labio partido con fuerza hasta que abrió grietas en él y sorbió su nariz.
—¿Qué has hecho conmigo, Jimin? —Su voz salió rota, al borde del llanto.
Jimin comprendió la pregunta, no era ningún idiota.
—Lo mismo que tú hiciste conmigo...
—Es-estoy volviéndome loco, Jimin.
—Entonces seremos dos locos desde ahora.
—Espero que estés ahí para recoger los pedazos de mi corazón.
—Por supuesto que estaré, y te reconstruiré de nuevo.
Jungkook lo observó en silencio, sintiendo cómo su corazón golpeaba con fuerza en su interior. Se sentía de tantas formas que comenzaba a sofocarse
—Se acabó... —logró decir y su ceño se frunció dolorosamente. Jimin comprendió que se refería a su relación con Yoongi.
—No puedo decir que lo siento, porque no sé qué siento en estos momentos.
—Tengo un hijo con él —añadió rápidamente, interrumpiendo a Jimin.
Jimin no pudo ocultar el asombro en su rostro e intentó decir algo, pero nada salió de su boca.
Nunca preguntó acerca de Yoongi porque no quería cargar con la culpa, pero no imaginaba que un hijo estuviera enredado en todo esto, aun así, no se sintió tan mal como esperaba.
—Uhm... Él... ¿Él está bien?
Jungkook sonrió sin gracia y desvió la mirada de los ojos de Jimin. No podía recriminarle nada, Jimin ni siquiera era padre para comprender su dolor.
—Es un niño, Jimin. Y no lo sé... —sollozó al recordar nuevamente su rostro lleno de lágrimas y cómo se aferraba a él antes de abandonar la que fue su casa—. N-no lo he visto desde hace casi una semana...
Jimin secó nuevamente las lágrimas de Jungkook y le dio una cálida sonrisa.
—Todo estará bien, creo que... Uhm, debes darle un poco de tiempo para asimilar todo.
—Esto está mal... —cerró los ojos, apretándolos con fuerza—. Esto está tan mal, Jimin.
—No lo está.
—Sí. —Abrió los ojos y miró cada facción en el rostro de Jimin—. Creo que estoy enfermo o algo, esto no es normal.
—Entonces ambos lo estamos, pero sanaremos juntos, Jungkook. —Jimin apoyó nuevamente sus manos en las mejillas de Jungkook—. Si tú tomas mi corazón, yo tomaré el tuyo.
Jungkook se inclinó y apoyó su frente en la de Jimin. Ambos cerraron los ojos y respiraron el aliento tibio del otro.
—¿No me estás mintiendo?
Jimin se sintió la peor clase de persona cuando comprendió la urgencia en el tono de voz de Jungkook porque él fuera sincero a su respuesta, haciendo que su corazón se estrujara hasta que doliera.
—No, no miento. ¿Sabes por qué? —Jungkook negó con la cabeza, mientras desoladas lágrimas volvían a aparecer y rodaban por sus mejillas, impactando en el rostro de Jimin—. Porque tengo tu corazón y tú tienes mi amor.
—¿Lo tengo? —La duda siempre estaría ahí, hasta que Jimin demostrara que esta vez era real.
—Lo tienes —afirmó sin ápice de duda, completamente seguro de que necesitaba y amaba a Jungkook.
—Lo tengo... —susurró débil.
—Sí, porque somos frágiles y no podemos estar sin el otro. —Movió sus manos y apartó unos mechones de cabello sobre los ojos de Jungkook.
—Sí... —Estuvo dolorosamente de acuerdo y Jimin volvió a regalarle una genuina sonrisa. Una de esas que no veía hace años y de la misma que se enamoró tiempo atrás.
—¿Me amas, Jungkook? —preguntó Jimin, tan seguro de la respuesta que parecía sentirse orgulloso.
Jungkook aplanó sus labios en una delgada línea, odiándose por todo lo que hizo y lo que haría. Como si jamás hubiera aprendido de sus propios errores.
—Te amo...
—También te amo. —Luego de tantos años, finalmente lo decía y sentía como esa carga sobre sus hombros se desvanecía rápidamente.
No era ese amor fraternal que siempre le tuvo, era amor real, lujurioso y posesivo. Amaba a Jungkook en todas sus facetas y lo deseaba solo para él.
Deseaba a Jungkook sobre su cuerpo, deseaba sus manos, sus labios y todo de él. Lo deseaba tanto que creía no alcanzaría a disfrutar lo que les quedaba de vida para sentirse saciado de lo tanto que lo deseaba.
—Te amo, Jungkook, tanto como tú me amas.
Jungkook parecía curarlo poco a poco sin siquiera saberlo. Y él quería hacer lo mismo por Jungkook.
Jimin se acurrucó en el pecho de Jungkook, rodeándolo con sus brazos y sintiéndose inmensamente feliz de tenerlo finalmente ahí, con él.
—Sanaremos juntos, mi amor —volvió a decir, pero esta vez con una preciosa sonrisa en su labios, mientras sentía que Jungkook también lo abrazaba.
—Sanaremos juntos... —murmuró Jungkook, enterrando su nariz en los cabellos revueltos de Jimin.
Olía a manzana.
Ese delicioso olor frutal seguía siendo parte de Jimin y Jungkook no lo había olvidado. Nunca.
—Y haremos las cosas bien, sin miedos y sin mentiras —añadió Jimin, porque no pretendía volver a lo mismo, no quería.
Ansiaba tanto salir a la calle tomado de la mano con Jungkook. Gritarle al mundo que eran una feliz pareja. Hacer todo lo que no hicieron años atrás porque tuvo miedo, o sencillamente se sintió avergonzado.
—V-vale.
—Y por supuesto, arreglaré el departamento. —Soltó el cuerpo de Jungkook y salió de su pecho para mirarlo—. Porque tu hijo será bienvenido aquí.
—Hm...
—Sé que esto suena raro, pero es algo que te hace feliz y yo no quiero interferir ahí. —Jungkook arqueó sus cejas y no supo qué decir—. Sé que técnicamente interferí al hacerte tomar esta decisión, pero tienes todo el derecho de pasar tiempo con tu hijo y si a él no le molesta estar aquí, será bienvenido.
—¿Por qué aquí? —preguntó, sonando extrañamente serio.
Jimin se sonrojó violentamente al darse cuenta de que había asumido algo sin siquiera consultarlo.
—Uhm. Y-yo quiero que... No te vayas... —terminó por decir.
Jungkook suspiró y luego acarició el nido de cabellos en la cabeza de Jimin.
—No me iré.
—Bien. —Sonrió nuevamente, logrando que sus ojos formaran una perfecta línea delgada—. Entonces... ven.
Lo tomó de la mano, guiándolo hasta su dormitorio. Era tarde y necesitaban descansar, sobre todo Jimin, que debía ir a trabajar al otro día.
Una vez en la habitación, Jimin comenzó a quitarle la chaqueta a Jungkook en completo silencio. Sus manos temblaban, aun cuando no había segundas intenciones en sus acciones, solo quería acostarse en su cama junto a Jungkook y dormir abrazados. Lo anhelaba.
Jungkook tomó entre sus manos las de Jimin para que dejasen de temblar, haciendo que este alzara la vista y lo mirara.
—Lo siento... Es-estoy como nervioso, creo.
Jungkook ni dijo nada, simplemente se inclinó despacio y rozó sus narices, hasta que finalmente alcanzó los labios pomposos de Jimin. Lo besó de la forma más dulce, sin prisa. Saboreó la fresa del bálsamo labial que Jimin estaba usando y se deleitó con la suavidad de sus labios una vez más.
Jimin se aferró a Jungkook, rodeando su cuello con sus brazos y estiró su mano, acariciando los cabellos cortos que nacían en su nuca. Jungkook movió sus manos hasta la cintura de Jimin, logrando sentir la piel expuesta de este y hundió sus dedos con cuidado.
El beso duró hasta que ambos se sintieron mareados y sus pulmones reclamaron por oxígeno.
Se separaron lentamente, sin apartarse del todo del otro. Jimin abrió sus ojos y miró a Jungkook entre la leve oscuridad.
—Te amo —volvió a decir, y Jungkook finalmente sonrió ante sus palabras.
Era una sonrisa triste y cargada de culpa, pero Jimin lo entendía y sabía que les llevaría tiempo en sanar y ser una pareja normal.
—Realmente te amo, Jungkook. —Deseaba decirlo siempre, una y otra vez. Deseaba compensarlo por todas esas veces que Jungkook lo dijo y él no respondió. Deseaba decirlo tanto como le fuera posible, porque era lo que sentía.
Jimin se paró sobre las puntitas de sus pies descalzos y empujó a Jungkook desde su nuca, obligándolo a unir sus labios una vez más.
Cuando terminaron el beso, Jimin guió a Jungkook a la cama y se metieron bajo las sábanas para poder dormir. Para finalmente descansar.
—Mañana debo ir a trabajar. —Jimin se acurrucó entre los brazos de Jungkook—. Y, uhm... ¿Te irás?
Jungkook no se sentía de ánimo para hablar, pero comprendía las dudas en Jimin.
—No lo sé —susurró abatido, sintiendo como su cabeza comenzaba a punzar.
—No te vayas... —pidió bajito, aferrándose al cuerpo de Jungkook—. Quédate aquí, conmigo.
—Debo ir al hotel por mis cosas y pagar la cuenta...
—Vamos juntos, cuando yo llegue del trabajo.
Jimin alzó la cabeza y buscó entre la oscuridad los labios de Jungkook para besarlos una vez más.
—Vale... —susurró, cepillando con sus dientes los labios hinchados de Jimin—. Te esperaré e iremos juntos.
—Te amo, te amo.
Jungkook no respondió, simplemente devoró una y otra vez los belfos de Jimin, deleitándose y embriagándose del dulzor en sus labios.
Cuatro años después.
El cumpleaños número diez de Soobin había llegado y Jungkook no se lo perdería por nada del mundo.
Por eso ahora estaba parado frente al portón de la nueva casa de su ex esposo, presionando con su dedo índice el timbre.
—¿Papá? —Soobin se asomó y avanzó hasta el portón para abrirlo.
—Hijo.
—¡Papá! —Abrió y saltó a sus brazos con emoción.
—¡Feliz cumpleaños, cariño! —Lo abrazó y besó una de sus mejillas.
—Pensé que no vendrías —murmuró avergonzado cuando se alejó de los brazos de su padre y abultó su labio inferior, formando un encantador puchero.
Jungkook no pudo evitar fruncir el ceño.
—¿Qué te hizo pensar que no vendría?
—Estabas lleno de trabajo últimamente...
—Lo estoy, pero hoy es un día especial y nada importa más que tú. —Acarició y revolvió los cabellos de su pequeño.
Soobin lo miró y ensanchó esa preciosa sonrisa, dejando a la vista su perfecta hilera de dientes.
—Vamos adentro, está papi y tío Hoseok.
Jungkook soltó un bufido bajo ante la mención de Hoseok, quien era el nuevo novio de su ex esposo.
No era que no le gustara la idea de que Yoongi rehiciera su vida, de hecho, estaba muy feliz con eso. Pero Hoseok no le agradaba en lo absoluto, con esa apariencia de hombre bueno, hogareño y que no mataba ni una mosca. Simplemente no le caía en gracia, aun cuando eso daba lo mismo, ya que no era él quien estaba en una relación con Hoseok.
—También vino el tío Tae.
Taehyung, luego de años, seguía siendo su gran amigo. Aunque claro, cuando tomó la decisión de irse y dejar todo una vez más por Jimin, Taehyung no quiso hablarle por tres largos meses y apoyó siempre a Yoongi. No lo culpaba y le agradecía infinitamente que lo haya apoyado en ese entonces, aun cuando fue él quien le presentó a Hoseok.
—Lo sé, me avisó temprano que vendría. —Avanzaron por la sala para ir al patio trasero, donde estaban todos los invitados—. Hijo, espera —lo detuvo.
Soobin se giró y lo miró.
—¿Sí?
—Mira, te traje esto. —Le extendió un pequeño paquete y Soobin lo tomó con emoción en sus ojos.
—¿Puedo abrirlo, papá? —Jungkook no pudo evitar sonreír ante la linda imagen de su pequeño, porque se veía tan grande y a la vez tan pequeño.
—Por supuesto, mi vida.
—Entonces, vamos a sentarnos. —Lo guió de vuelta a la sala y se dejaron caer en uno de los sofás.
Soobin abrió el paquete, destrozando el precioso envoltorio de regalo y su boca se abrió cuando vio la caja sellada de un celular último modelo.
—Papá..., e-esto es... —Atrapó su labio entre sus dientes mientras sonreía, como si de esa forma contuviera los gritos de emoción—. ¿Es mío?
—Todo tuyo, cariño.
Soobin dejó la cajita a un lado y se lanzó a los brazos de su padre.
—Gracias, papá. —Besó su mejilla un par de veces—. Te amo mucho.
—También te amo, hijo.
—Papi se va a enojar. —Soobin le recordó, soltando una risita divertida.
—Uhm... Papi me va a matar. —Jungkook coincidió, recordando las palabras de su ex esposo respecto a que se negaba rotundamente a la idea de regalarle un celular.
Soobin volvió a reír cómplice, mientras asentía con su cabeza.
La relación entre él y Yoongi no era de mejores amigos, pero sabían llevarla por el bien de su hijo. Yoongi tenía la custodia total, pero cada fin de semana, día festivo y vacaciones Soobin tenía permitido irse junto a Jungkook.
—¿Por qué el tío Jimin no vino? —preguntó el pequeño.
—Uhm... —Pensó en Jimin, recordando lo mal que se sentía ese día y lo triste que había quedado al no poder asistir—. Está resfriado y en cama, pero te mandó muchos besitos y abrazos.
—Yo también le mando muchos besitos para que se sane pronto.
—Yo se los daré por ti. —Jungkook le sonrió nuevamente, mientras apretaba con cariño la punta de la nariz de su hijo.
—¿Podré ir a verlo la otra semana?
—Claro que sí, bebé.
Ese fin de semana, habían acordado con Yoongi que Soobin no iría para así poder celebrar su cumpleaños, además de que él y Hoseok deseaban llevarlo a un parque lleno de juegos, los tres junto como la familia que eran.
Porque para desgracia de Jungkook, Yoongi, su hijo y Hoseok eran una familia. Una familia incluso más sólida de lo que fueron con él, aun cuando llevaban menos tiempo.
—Jeon. —La voz de Yoongi lo hizo girar el rostro en su dirección.
—Hey... —Intentó sonreír, pero una mueca fue lo que se logró dibujar en sus labios al ver la cara sin gracias de su ex esposo.
—Nada de "hey". ¿Qué es eso? —Jungkook suspiró, sabía que venía la hora del regaño.
—Mira, papi, papá me lo compró. —Soobin le mostró la caja del aparato, sin dejar de lado esa encantadora sonrisa.
—Así veo, amor.
—Puedo quedármelo, ¿verdad?
—Hablaremos luego de eso. Ahora vé a jugar con tus amigos, que te están esperando.
—Bien... —puchereó y dejó la caja en la mesa—. Gracias, papá. —Besó nuevamente la mejilla de Jungkook y luego se fue hacia el patio trasero, dejando solos a sus padres.
—Te dije que un celular no, es muy pequeño para obsesionarse con eso—. Yoongi comenzó y Jungkook se levantó del sofá.
—Todos tienen, menos él —lo hizo entrar en razón.
Yoongi rodó los ojos mientras soltaba un bufido.
—No lo necesita.
—Solo hazle un horario o supervísalo, pero deja que me llame cuando quiera y que yo pueda hacer lo mismo.
—Puedes llamarlo al teléfono de la casa.
—No es lo mismo, lo sabes. —Rascó su frente con su dedo pulgar—. Necesita sentir que tiene privacidad para hablar, no aquí donde todos lo ven y escuchan.
—Al final siempre te sales con la tuya, Jeon.
—Solo quiero poder llamarlo antes de que se duerma o que se vaya a la escuela.
—Bien —terminó por decir, cruzando sus brazos sobre su pecho—. Aun así, tendrá horarios y tú igual.
—Vale.
—¿Por qué no vino Park?
—Está en casa, enfermo.
—Hm... —tarareó, no muy convencido, pero no le interesaba indagar más sobre él—. Pasa al patio trasero, allá están todos.
—¿Tae?
—Está afuera con Hoseok.
—Oh, vale. Iré a saludarlo.
Se quedó un par de horas, conversando junto a su amigo y al no tan agradable Hoseok, quien sí era muy agradable. Jungkook jamás lo admitiría, no en voz alta al menos.
Soobin iba cada cierto rato para abrazarlo o simplemente estar con él. Increíblemente, el niño entendió y aceptó que sus padres tomaran caminos separados, aun así, extrañaba no poder estar con los dos todo el tiempo y las horas que él quisiera.
—Papá...
—¿Qué pasó, bebé? —Jungkook desvió su mirada de Taehyung, quien les contaba algo a él y a Hoseok, para concentrarse netamente en su hijo.
—Te quiero mucho, papá.
Jungkook sonrió y lo apegó a su cuerpo para darle un cariñoso abrazo.
—Yo también, bebé.
—¿Me llamarás todos los días?
—Todos los días, a la hora que tú quieras —aseguró al notar la melancolía en su hijo.
—Bien. —Sonrió nuevamente y se acurrucó en los brazos de su padre, disfrutando el momento de tenerlo ahí, junto a él.
Cuando el cumpleaños finalizó, Jungkook se despidió y ofreció llevar a Taehyung.
—Te amo, bebé. —Le besó la frente a su hijo antes de irse—. Pórtate bien y el viernes paso por ti para llevarte a casa.
Soobin sonrió y asintió con su cabeza.
—Dale saludos a tío Jimin. Qué se mejore.
—Se los daré.
—Te amo, papá.
—Te amo, hijo.
Despedirse siempre era la parte más dolorosa, pero sabía que era el precio de su decisión y debía aceptarlo, aun cuando su corazón se estrujaba al tener que ver esos ojitos de bambi en su pequeño cuando se marchaba.
—¿Estás bien? —preguntó Taehyung, cuando notó su batalla interna.
—Uhm, sí.
—¿Seguro? —El auto estaba en marcha y Jungkook llevaba sus ojos clavados en el camino.
—Sí, es solo que... aun no logro acostumbrarme a esto. A despedirme de él.
Taehyung suspiró y miró por la ventana.
—No diré nada al respecto, pero sabes lo que pienso.
"Te lo dije". Era lo que Taehyung le diría, al recordarle que él se lo advirtió y que eso pasaría si dejaba definitivamente a su familia.
—Gracias. Por no decirlo.
—Sí, bueno...
El resto del camino fue en silencio, hasta que llegaron al departamento que alguna vez fue de Namjoon y donde él también vivió por un tiempo corto.
—¿Por qué sigues viviendo aquí? —Jungkook le preguntó, haciendo que Taehyung soltara un bufido.
—Porque sí. —Sacó el cinturón de seguridad y abrió la puerta—. Nam ni lo usa, vive en su bonita casa junto a Jin, ¿por qué me iría?
Seokjin, el hermoso esposo que Namjoon tenía. Era un chico diez años menor que Namjoon, pero estaban tan enamorados que irradiaban dulzura y felicidad, dejando en claro que la diferencia en sus edades, no era un problema para ello y nunca lo sería.
—¿Y tu novia? —preguntó antes de que Taehyung cerrara la puerta.
—En casa, mañana debo ir a verla. —Bostezó cansado—. Nos vemos, hombre.
—Sí, cuídate.
—Tú igual. Maneja con cuidado y mándale saludos a Jimin.
—Gracias.
Puso el auto en marcha y siguió su camino hasta su hogar.
—¿Jimin? —llamó apenas llegó, cerrando la puerta a su espalda.
El pequeño departamento de Jimin había quedado en el olvido, ahora vivían en una acogedora casa en el centro. Tenían tres habitaciones y una de ellas estaba completamente adornada, ya que era de Soobin.
Avanzó por los pasillos hasta llegar a su dormitorio y entró, notando en el centro de la cama un pequeño bulto. Sonrió enternecido al ver unos cabellos oscuros sobresalir de las mantas.
—Llegué —le susurró, acostándose a su lado y rodeándolo con uno de sus brazos—. ¿Cómo te sientes, amor?
—M-me estoy muriendo —puchereó, aun cuando Jungkook no podía verlo.
Jimin salió de entre las sábanas y se giró para poder quedar frente a Jungkook.
—Beso —exigió. Su nariz estaba roja e irritada, bajo sus ojos unas ojeras violáceas, sus mejillas se veían levemente sonrojadas.
Aun con cuarenta y tres años y resfriado, Jimin seguía luciendo tan encantador como en su juventud.
Sonriendo, Jungkook se acercó y lo besó, importándole poco y nada contagiarse con el virus.
—Te extrañé. —La voz de Jimin sonó congestionada y sorbió sus mocos—. Mucho, mucho.
—Y yo a ti. —Picoteó una vez más sus labios afiebrados.
—¿Cómo está el pequeño?
—Muy bien, te manda saludos y quiere verte.
—Es tan lindo... —Sorbió nuevamente su nariz.
—¿Te tomaste tu medicina?
—No, porque como no estabas aquí, solo dormí.
—Vale, te daré una pastilla entonces.
Se levantó y fue hasta la cocina por agua y medicina, volvió y se la dio a Jimin, asegurándose de que este la tomara.
—Gracias, Jungkookie.
—De nada. Ahora a descansar.
Lo arropó bien y caminó hasta su armario para tomar un pantalón de pijama.
—Te amo, Jungkookie. —Jimin se acurrucó en el pecho de Jungkook cuando este finalmente se acostó a su lado.
—Te amo más, amor. —Lo besó y lo abrazó, repartiendo pequeñas caricias por su espalda.
—Mañana... ¿Podemos quedarnos en cama todo el día, sin hacer nada y pedir comida a domicilio?
Últimamente, ambos se mantenían demasiado ocupados con su pequeño local de comida rápida, pero gracias a Taemin, su amigo y trabajador leal, podían tomarse libre unos días y dejarlo a cargo de todo sin miedo a que cometiera algún tipo de error.
—Vale, le avisaré a Taemin que cierre temprano mañana para no cargarlo con tanto trabajo.
—Yap.
—Ahora a dormir.
—Buenas noches, mi amor. —Jimin cerró los ojos, dejando que su cuerpo finalmente se relajara ante las caricias de Jungkook.
—Buenas noches, cariño.
—Te amo, Jungkookie.
—Te amo más, mi amor.
Todo estaba bien.
Él era feliz.
Amaba a su hijo.
Amaba a Jimin.
Y lo mejor de todo era que, finalmente era correspondido.
Fin.
***
Quiero dar las gracias infinitas a Saky_23 por ayudarme y darse el trabajo de corregir y editar cada cap de esta historia, para que así la lectura les resultara más amena.
Confieso que dudé en sacar o no un extra, porque no quería que todo se leyera forzado o muy nada que ver, pero espero que les haya gustado. ♡
A Soynurikochan por sugerirme que describiera la primera vez que jk y jm tuvieron intimidad, realmente me gustó expresar como ambas partes se sintieron en aquel momento tan íntimo.
El extra tiene más de 13k en palabras y por eso fue dividido en 2, cosa que me secó el cerebro porque costó escribirlo akdkskdk pero a mí me gustó el resultado uwu.
Akdjskdk nótese lo aliviada que me sentí al terminarlo. Gracias una vez más, Saky_23. Muchas gracias por todo y por tus lindas palabras ♡ .
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