Capítulo 8."Un poquito cerca"

Courtney

Cuando Spencer por fin abre la puerta de la habitación de hotel, mi corazón se relaja y la veo entrar sin problema alguno. Sin embargo, yo, con dificultad para cargar la maleta y estar en otros lugares que no sea el pequeño departamento, entro a paso lento inspeccionando cada rincón del lugar. Lo primero que veo es el baño enseguida de la puerta de entrada y a continuación, las dos camas matrimoniales, el mueble con la televisión frente a ellas y a su lado, junto a una enorme ventana que me provoca vértigo con tan sólo ver lo alto de los edificios, hay dos sillas y una pequeña mesa color esmeralda a juego con la colchas que, encima tiene dos tazas, una cafetera y pequeños sobres con café, azúcar y agitadores. 

Dejo la maleta alado de la entrada del baño y cierro la puerta con el pie. Spencer se lanza directamente a la cama y yo extrañamente siento un vacío en el estómago por está noche.

—¿No quieres dormir?—me pregunta entre un bostezo.

Niego con la cabeza rápidamente mientras camino hacía el ventanal sólo para estar segura de que no está tan alto; Seis pisos si son algo altos o quizá vivir en el cuarto piso ya me hizo acostumbrarme a tal altura.

Me siento en una de las sillas con cuidado y miro lo tranquila que Spencer se siente; Los ojos cerrados, la respiración lenta, una mano a un costado de su pecho y otra detrás de su cabeza, pies cruzados y parece que su pecho no tiene ningún dolor que procesar.

Suspiro algo cansada.

—¿A que hora es el evento?—pregunto.

—Tenemos que estar en el hotel a las seis—me responde enseguida.

—Creo que tenemos tiempo, son apenas la una de la tarde, podemos dormir una hora y media y después cambiarnos.

—Me gusta tu plan y comenzaré a aplicarlo desde ahora.

*

—Spencer—la llamo desde el baño—necesito tu ayuda.

Llega en cuestión de segundos mientras se pone unas arrancadas color plata que combinan perfectamente con su vestido gris y su corto cabello que rosa ligeramente sus hombros.

—Me ayudas con la venda—le digo con una inocente sonrisa.

—Algo me dice que también quieres que te arregle el maquillaje y el cabello—me dice con una sonrisa mientras se acerca a mi y toma la venda limpia del mueble a un costado del lavamanos.

—¿Sería mucho pedir?—la miro.

En el momento en el que ve mi abdomen, la larga herida casi de punta a punta, iniciando desde arriba de mi ombligo, parece que queda un poco perpleja al ver tantos puntos cerrar tan grande herida y entonces siento que una tristeza tan grande se apodera de mí, es tan grande  que no soy capaz de ver mi propio cuerpo y menos cuando Spencer comienza a poner con seguridad la venda sobre la herida, con cuidado de no apretarla tanto. 

No me siento capaz siquiera de mirarla a los ojos mientras le sonrío agradecida. Camino hacía la cama y como puedo, agarro el vestido color vino, sin ningún estampado o accesorio, ajustado del busto y suelto de la cadera para abajo,  de manga corta y un largo de quizá tres dedos arriba de la rodilla. Como puedo, comienzo a ponérmelo y antes de llamar a Spencer para que me ayude a subir el cierre, ya se encuentra ayudándome. Me obliga a sentarme en la cama mientras corre por sus bolsa de maquillaje negando con la cabeza cuando le digo que la mía está en mi maleta. Se detiene frente a mi y me mira.

—Será difícil maquillarte con tanta herida.

—Lo siento...—murmuro.

Ella sonríe y niega con la cabeza como diciendo "deja de decir tonterías". Con cuidado de no maquillar la cinta color piel, comienza a poner manos a la obra y después de muchas brochadas y "Cierra los ojos", "No arrugues la nariz" y un "Listo", me ondula el cabello de manera sencilla y una vez que se aleja para mirarme y sonríe complacida de su trabajo, le agradezco con por ayuda un millón de veces, pero algo en mi me obliga a no mirarme en el espejo y corro a ponerme los zapatos planos negros y tomo la pequeña bolsa lo suficientemente grande para guardar un block de notas, una pluma, mis pastillas por si pasa alguna desgracia, el brillo labial, un espejo y mi celular. Spencer lleva una bolsa un poco más grande con su cámara en ella y las llaves de la habitación. Antes de salir de la habitación, Spencer me ayuda a poner el cabestrillo en el brazo con el yeso.

—Creo que me alegra que nos dieran la habitación juntas—le digo mientras salimos—porque seguramente me hubiera tardado siglos en arreglarme.

—Y seguramente yo me hubiera quedado dormida y no hubiera sabido como combinar el vestido—sonríe—somos un buen equipo.

*

Cuando bajamos del taxi y llegamos al hotel donde será el evento, me obligo a detenerme a mirar la cantidad de gente que está en la entrada del lugar y la fila enorme de reporteros esperando entrar. Mi corazón comienza a latir un poco más rápido y miro de reojo a Spencer, que luce despreocupada. Comienza a caminar hacia la entrada ignorando completamente la fila larga que hay que hacer.

—¿No debemos formarnos?—pregunto en un susurro, sólo para que ella me escuche.

—La gente entra y sale, tenemos los gafetes y podemos fingir que somos parte del show de esta noche, sólo no te pongas nerviosa cuando veas a los de seguridad.

Es una chica peligrosa.

Y eso hacemos, intento no ponerme nerviosa y caminamos tranquilamente entre todos los empresarios para  llegar a la entrada principal, donde están los de seguridad revisando de pies a cabeza a los periodistas para poder pasar, sin embargo, nosotras ya nos encontramos hasta comiendo los pequeños bocadillo de una mesa dentro del lugar.

—¿Lo ves?

—Supongo que tienes experiencia con esto—le digo mientras me como una galleta con un queso que sabe raro. 

—Me lo enseñó la antigua fotógrafa que trabaja conmigo—me dice como si nada—¿Puedes beber alcohol?—pregunta mientras huele el contenido de una copa.

Niego con la cabeza y hago una leve mueca.

—Estoy tomando mucho medicamento. 

—Creo que si tomas alcohol puedes morir o se pueden combinar y tener una experiencia como si fueran drogas.

—Es más probable que muera conociendo mi suerte—le digo mientras pruebo otro aperitivo—. Pensé que nos encontraríamos con multimillonarios guapos y sólo veo gente demasiado grande para mi. 

—¿Qué no te parece atractivo un millonario a punto de morir?—se bebe de un trago el líquido de la copa que anteriormente había olido—Imagina pasarla de luto en un spa lujoso en la playa mientras te hace una cara manicura. 

—Es cruel... pero creo que todas necesitamos algo así.

—Tú no, tú tienes a tu chico—me sonríe—. Creo que la soltería tiene cierto lujos.

—Creo que tienes razón... James no se molestaría si le digo que me voy a comprometer con un hombre a punto de morir multimillonario. Hasta se ofrecería para ser padrino —le digo pensativa—¿Sabes? en la Universidad, cuando no tenía novio, despertaba sin preocuparme por ver a alguien más.

—Despertar tranquila con el mundo—me dice mientras toma otra copa de vino— y que no hay límites.

—Y luego conocí a James— le digo mientras arrugo la nariz—. Fue un dolor de cabeza.

—¿Bromeas?—me pregunta sorprendida—Es un chico muy apuesto.

—Lo es—sonrío— sólo que, cuando nos conocimos, lo odiaba demasiado, nunca podíamos estar de acuerdo en lo mismo y él tenía novia. 

—¿Te metiste con alguien que tenía novia?

—No tanto... discutían mucho y se separaban y regresaban, ya sabes...—dejo la frase al aire.

Aún recuerdo la fiesta en la que insulte a Carlee cuando estaba media ebria, aquel cumpleaños que me dejó varada en medio de la nada y tuve que caminar hasta la fraternidad, cuando tocó la puerta mientras intentaba no quejarse del dolor que le provocaban los golpes, nuestro primer beso gracias a su amiga Danielle, el estúpido campamento, la primera vez que lo llevé a casa con mis padres, la emoción que me causaba despertar y verlo a mi lado.

—Ella era la típica chica bonita pero que le causaba miedo al mundo, ¿Entiendes?—ella asiente en silencio—y si que daba miedo, cuando James terminó con ella mandó a sus amigos a que lo golpearan. 

—Admito que me darían ganas de matar a quien termina conmigo por otra chica, pero no haría eso.

—Yo no le dije que terminara con ella—me quejo.

—No, pero sus sentimientos hacía ti quizá sí...

—Ni creas eso, después de eso dejamos de hablarnos un tiempo—me rio recordando lo que pasó.

—Hablando de eso... ¿No tenías que hablar con él?—pregunta mientras mira todos los bocadillos.

—Le mandé un mensaje en el taxi.

—Bueno, entonces podemos disfrutar las dos de todos estos bocadillos.

—Esos no—le digo mientras arrugo la nariz y señalo las galletitas con el queso raro.

Spencer es la clase de chicas que no quiere a un hombre en su vida pero sueña con tener una historia de amor, sólo que nunca lo dice.

El sonido en el lugar comienza a ser más traquilo y la gente corre a sentarse en las miles de sillas que hay en el lujoso lugar. Nosotras nos quedamos de pie porque no tenemos lugares al no ser donaras, pero lo único bueno es que estamos cerca de la mesa de bocadillos. 

Un señor sube a la pequeña tarima donde está un  micrófono solamente y detrás de él luces que hacen llamar la atención de cualquier. Comienza hablar sobre el evento y no presto atención a sus aburridas palabras por lo que empiezo a grabar la celebración mientras Spencer toma fotos de vez en cuando y nos centramos en los bocadillos que pasan a dejar cada que se terminan.

Hasta que llega el momento en el que la sala se queda en silencio me obligo a mirar qué es lo que está pasando, porque los aplausos comienzan a disminuir y se queda todo en total silencio, hasta que un hombre a paso más que rápido comienza a caminar hasta la tarima y los aplausos de nuevo vuelven a sonar en el lugar. Dejo el bocado a medio masticar cuando veo bien al hombre que está a punto de hablar: Los mismo ojos verdes que su hijo y el cabello con un poco de canas, pequeñas arrugas en el entrecejo que supongo que se han formado gracias a la edad y el estrés, pero aquella sonrisa que le lanza a las personas hace que mi corazón se detenga.

Es el señor Smith. 


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Matthew

—Sabía que debíamos salir casi con media hora de anticipo—comienza a reprocharme—. En esta ciudad ya no se puede calcular el tiempo ya que el tráfico es tan... es igual como tu madre cuándo está enojada.

Niego con la cabeza lentamente mientras sonrío e intento no estresarme un poco más en tráfico de la ciudad.

Papá había dicho que podíamos llegar al lugar en cuestión de quince minutos, incluso podíamos llegar caminando pero decidió rentar un auto para no llegar sudando o con el traje manchado de algo. Pero ya llevamos casi treinte minutos de camino y el traje ya se estaba arrugando. 

—¿Y si estacionas el carro por ahí y  nos vamos caminando?—le pregunto después de un rato.

—¿Estás loco?—me dice—no renté el auto para nada.

—Sólo decía—murmuro.

Dejo caer la cabeza en la ventana y comienzo a distraerme mientras comienzo a crear historias en mi mente con la gente que veo pasar o que está dentro de sus autos esperando que el tráfico termine. Papá golpea con los dedos el volante  o de vez en cuando lo golpea levemente mientras mantiene la mirada fija en el auto frente a nosotros, esperando que avance o incluso vuele para poder llegar a tiempo. 

Pero claro que no llegamos a tiempo. Cuando deja el auto con los del Valet parking tenemos que apresurar el paso. El de seguridad incluso ve el estrés de papá y ni siquiera pregunta su nombre,solo lo deja pasar y yo le sonrío intentando relajar el asunto. Vemos que la ceremonia ha comenzado y de alguna manera todos están en silencio y miro extraño a papá mientras me pregunto que está pasando.

—Señor Smith, ya lo han llamado—le susurra un señor que nos mira llegar con la respiración agitada.

—Madre santa, si que se nos hizo tarde—murmura antes de comenzar a caminar a paso muy rápido.

Los aplausos comienzan a resonar y yo sólo me quedo en mi lugar viendo que tan elegante y aburrido parece el asunto. Papá abre la boca para decir el discurso que hasta de memoria me sé de tanto que lo ha pasado diciendo desde el día de ayer hasta este justo momento. En automático, cuando escucho la primera palabra, mis ojos dejan de mirarlo y comienzo a mirar a las personas en el lugar, mínimo para ver si hay alguien que haga valer el tiempo aquí, dado que la mayoría sólo son personas mayores, aburridas y sin gran historia porque sólo se han dedicado a generar el dinero que tienen. 

Me detengo a mirar a la gente que está parada detrás de la sillas del fondo y varias personas tienen cámaras o gafetes especiales que me hacen suponer que son los periodistas o algo parecido. Veo que hay una mesa con bocadillos y froto mis manos al escuchar gruñir a mi estómago.

Es nuestro día de suerte, un bella chica a lado de la bella comida. 

Cabello corto, un poco  más arriba de los hombros con un lindo vestido gris que se ajusta perfecto a su cuerpo. Mi mente deja de pensar en la mesa con bocadillos y la mira a ella,  la forma en la que escucha lo que dice papá y como de vez en cuando hace leve muecas y habla con la chica a su lado. No hago mucho caso de quién está  a su lado hasta el momento que veo un yeso en su brazo y en la otra un bocadillo al igual que su celular grabando cada palabra que dicen. 

Me doy cuenta en la cara tiene varias heridas cubiertas con cinta y el maquillaje negro del ojo esconde un moretón que aún no desaparece. ¿Qué hace una chica como ella en estás cosas? ¿No debería estar descansando? Tiene moretones y raspones casi por todo el cuerpo y tiene una sonrisa en el rostro mientras plática con la bella chica del cabello corto. 

Miro de nuevo a papá y veo que ahora hay varias personas acompañándolo y platican sobre un tema que parece interesarle a todos menos a mi. ¿Por qué simplemente no me dejó seguir jugando americano?

Brazo fracturado, moretones en la cara, raspones por todos lados...

Regreso rápidamente la mirada a la chica del yeso y no encuentro ningún parecido con Courtney, o quizá está demasiado arreglada como para que pueda compararla. El cabello de la chica está más largo que el de la Courtney que conozco, ya que la última vez que la vi en la boda de su mamá, he de admitir que su sonrisa se parece mucho a ella, pero no sus ojos triste. 

El corazón se me sale hasta el momento en el que la escudriño detenidamente y veo sus piernas flacas que, Lucas solía decir que eran de popote, pero no es eso lo que me hace darme cuenta que es ella realmente, a través de los moretones y raspones, veo la cicatriz en su rodilla cuando años atrás se hizo una grande herida y yo era un tonto.

Aún lo eres.

De alguna manera, siento que el corazón se me sale del pecho y mis ojos sólo se quedan mirándola, sintiendo como la vida me da golpe tras golpe al ver  que estaba viva pero tan destruida del incidente que me contó Andrew. Todo era real y ella sonreía a pesar del dolor que sentía.

No tiene que verte. 

No creo que se vaya a derrumbar si me ve parado frene a ella, porque tengo demasiada sed y hambre y la necesidad de ir a probar al menos uno de esos bocados me provoca la tentadora idea de ir a donde ella. No sé que tan bien se sienta como para que me la tope después de años de no haberla visto. La última vez tenía el cabello corto, lucía feliz y triste y sabía que de algún modo la vida le sonreía, ahora lucía triste y que la vida le estaba quitando felicidad de poco a poco y apenas se hubiera detenido de arrebatarle todo. Yo no era nadie para saberlo y ella para contarlo. 

Hasta que el destino nos vuelva a juntar.

-Quizá no ésta vez...

Y no, ésta vez no.

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