Capítulo 7."Un pajarito me dijo"
Courtney.
Me despido con la mano mientras Cristina hace lo mismo para después arrancar el coche antes de que le pongan una multa por estacionarse donde no debe sólo para dejarme frente al edificio donde vivo. Saco las llaves de mi bolsa y mientras subo las pequeñas escaleras busco la llave de la puerta de entrada.
Mientras comienzo a subir las escaleras a paso lento, comienzo a pensar en el día de hoy; en las desgracias y en las buenas cosas que pasaron. Y sí, claramente Cristina tiene razón; me estoy sumergiendo cada vez más en el hoyo que el accidente ha provocado. No he intentado hacer nada para mejorar el dolor en el pecho pero, cada que intento hacerlo, algo me dice que no importa cuanto lo intente, las cosas no van a funcionar del todo.
Cómo puedo, llego al cuarto piso donde está el apartamento y está vez, al subir las escaleras con total lentitud, mi respiración no está agitada como de costumbre y la herida no me duele.
Al abrir la puerta, no escucho ningún ruido, por lo que deduzco que James aún no llega de trabajar. Lanzo la bolsa directo al sofá y dejo las llaves sobre el comedor. La casa se siente sola sin James de aquí para acá. Incluso las semanas que estuve sola, durmiendo, llorando, viendo películas, estaba tan sumergida en mi que a veces no recordaba que James no estaba, que había ido al trabajo.
Ahora comienzas a despertar, supongo que comienzas a darte cuenta de muchas cosas que ignorabas...
Me quedo en medio del departamento preguntándome que hacer e inconscientemente, mis piernas se mueven hasta la cocina, frente al refrigerador. Como puedo, intento abrir el refrigerador con una sola mano y un foquito en mi mente me dice que haga la cena, pero se apaga de inmediato al recordar el yeso de mi brazo y lo inútil que puedo ser ahora, que sólo quemaría el departamento como la chica del departamento de arriba; hace tiempo, casi cuando acabamos de mudarnos y teníamos peleas muy seguido, en el preciso momento en el que estábamos discutiendo, escuchamos gritos y un extraño olor intenso a quemado. Al principio, nos desconcertamos al darnos cuenta que no eramos nosotros, después de escuchar pasos apresurados por el corredor, nos dimos cuenta que era la chica del piso de arriba, que olvidó su cena en la estufa y comenzó a hervir de más.
Decepcionada y hambrienta, saco un empaque de leche del refrigerador y lo dejo en la barra, procedo a buscar el cereal y un recipiente para poner las cosas. Con una mano y rezando por no hacer algo malo, comienzo a servir las cosas en el tazón y comienzo a comerme el cereal con leche de una manera algo desganada.
Suelto un suspiro cansado mientras recargo el yeso en la barra y ladeo la cabeza pensando qué podría hacer después de esto. A los minutos, escucho el picaporte de la puerta girar y un James cansado aparece una vez que la puerta se abre.
—Hola—lo saludo.
—¿Qué tal te fue?—pregunta con una pequeña sonrisa mientras avienta sus cosas en el mismo lugar que lancé mi bolsa.
—Digamos que mal pero tampoco tan mal—respondo mientras lo veo curiosa, esperando que diga algo de cómo aún conservo mi empleo.
Camina hacía donde estoy y me roba un poco de cereal antes de buscar un tazón para servirse su propio cereal con leche.
—¿Por qué?
—Tengo que salir del país este fin de semana a cubrir una nota—le digo esperando su mala reacción, pero el chasquea la lengua como si lo hubiera previsto— y parece que no le importó mi estado de salud.
—¿Cómo va la herida?—pregunta antes de meterse el bocado a la boca, como si intentara cambiar el tema.
—Hoy no sangró... supongo que eso es bueno...
Asiente con la cabeza mientras me mira. Conozco perfectamente esa mirada de "que tiene que decirme algo pero no lo hará", como la vez que sus amigos vinieron a la casa y rompieron una ventana y los muchachos muy inteligentes, cerraron las cortinas para que no me diera cuenta. Me miró de la misma forma, con una sonrisa nerviosa que aparecía de vez en cuando y esos ojos que no eran capaces de mirar los mío.
Espero unos segundos, para ver si dice algo, en vez de eso, sigue comiendo su cereal en silencio.
—¿Por qué no me lo dijiste?—pregunto con cautela.
Pero él sólo se hace el desentendido y me cuestiona con la mirada.
—¿Por qué no me dijiste que tu mamá habló con el diablo para que conservara mi empleo?
Comienza a toser levemente y después de recuperar el aliento me mira intentando ocultar todo, como esa vez de la ventana: casualmente ellos no aventaron el balón, el balón llegó de afuera.
—Yo no sé nada.
— Un pájarito me dijo lo que has hecho.
El me mira, como si estuviera pensando si lo hizo o no, pero niega con la cabeza, negándolo nuevamente. Asiento con la cabeza, comienzo a comer mi cereal en silencio, esperando a qué me diga todo, lo cual, hace en cuestión de segundos.
—No sé si hice bien o mal hablar con mi mamá sólo para pedirle ese favor—comienza—, pero sé cuanto te costó estar ahí y no quise que en algún momento, cuando todo estuviera bien, no quería que regresaras a trabajar y lo primero que escucharas fuera un "limpia tu oficina ya tengo los papeles de tu renuncia".
Comienzo a jugar con el cereal mientras muevo la cuchara de un lado a otro y siento que los ojos se me aguadan un poco. Dejo la cuchara en el tazón lista para retirarme del lugar.
—Si estás molesta por...
Deja la frase a medias en el momento en el que le rodeo el torso con mi brazo y dejo caer mi cabeza en su pecho y le pregunto en un susurro:
—¿Sabes cuanto te amo?
James me rodeo el cuerpo con sus brazos e intenta no apretarme mucho para no lastimarme. Siento como recarga su mejilla en mi cabeza y por la forma en la que su pulgar se mueve de arriba abajo en mi brazo, sé que extrañaba de alguna forma que diera señales de que seguía viva, pero no viva de respirar y seguir teniendo necesidades básicas, viva con la necesidad de escuchar la lluvia o sentir el aire de verano, de escuchar mi canción favorita y regañarle por dejar todo a la última hora.
—Pero también te odio por haberle pedido eso a tu mamá.
—Me costó un poco convencerla, pero como le gustas a mi hermano, él también me ayudó—se ríe— no fue tan difícil después.
—¿Sabes lo que será difícil?—susurro— salir de la ciudad y que nadie me vaya ayudar a subir el cierre del estúpido vestido.
—¿Sabes que será triste?—pregunta él.
Hago un sonido de asentimiento con la garganta para que me responda.
—Que nadie va ayudarte a quitarte el vestido.
Comienzo a reírme y le golpeo levemente la espalda. Lo escucho reírse y eso hace que al final de todo, me quede una sonrisa en el rostro.
*
—¿Llevas tú medicamento?—pregunta James sin quitar la vista de la carretera.
Asiento con la cabeza mientras comienzo hacer una lista mental de todo lo que he echado en la maleta.
— ¿Incluso las pastillas para dormir?— asiento con la cabeza a su pregunta—¿Vendas?—asiento—¿El vestido y las zapatillas?
Asiento con la cabeza nuevamente.
—Creo que está todo listo—le informo.
—¿Estás segura?
—Sí.
—No quiero que después me llames que tienes un ataque de estrés porque se te olvidó cierta cosa—me dice burlón.
—Ten por seguro que eso no va a pasar.
Todo el camino hacia el aeropuerto estuvo dándome indicaciones como si fuera la primera vez que fuera a viajar sin él. Me dice que hacer en caso de que me pierda, que hacer en caso de que alguien quiera asaltarme o qué hacer si las reservaciones en el hotel están incorrectas y, aunque le dijera mil veces que iba a ir también la encargada de las fotografías, no dejó de darme todos sus consejos.
Al llegar al aeropuerto, después de estacionar el auto, vamos a imprimir los boletos y buscamos a la fotógrafa llamada Spencer, para poder irnos juntas.
—Tienes que llamarme una vez que pongas los pies en terreno estable.
—Sí, Anthony— le sonrío—. No me va a pasar nada, de todos modos, es tu culpa que viaje en este estado.
—No empieces, Courtney...
—Entonces ya, tranquilo—le pongo una mano en la mejilla—. Todo saldrá bien.
Asiente con la cabeza y por su mirada, sé que está algo inseguro de las cosas.
—Sólo llámame siempre que puedas, ¿Sí?
Asiento con la cabeza antes de acercarme a juntar sus labios con los míos.
—Maldita soltería—escucho murmurar a Spencer.
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