8.

La noche va mejor de cómo empezó. Liss ya está más en ambiente y a decidido ignorar completamente las insinuaciones de Loren hacia Bástian. Yo de vez en cuando le echo y vistazo a ambos, lo veo a él fresco, relajado y a ella tratando de llamar su atención lo más que pueda. Por otro lado él y yo no hemos vuelto hablar en lo que estamos aca.

La carrera empezará en quince minutos. Mientras tanto todos se aglomeran en la reja que divide la carretera de competencia de dónde vemos los demás. El chico del altavoz les a dado a los competidores cinco minutos para prepararse.

La música retumba por los altavoces conectados a los postes que hay en el lugar, así que nos movemos al compás de ella.

Camila hace rato se perdió con Ian excusándose que irían por bebidas.

—Seguro moriré de sequía —. Bromea a mi lado Liss, seguro estará pensando lo mismo que yo acerca de Ian y Camila.

—Es lo más probable.

Liss no a dejado de ver hacia donde están Bástian y Loren. Aunque su mirada nunca se queda estancada si la he pillado viendo un par de veces.

—¿Quieres ir por algo de tomar? —. Le pregunto cuando veo que no ha dejado de verlos.

—Sí, me parece bien.

Pasamos a la par de ellos sin voltear a verlos.

—¿No estás nervioso? —. La voz de Loren suena falsa, como hueca.

—Estoy acostumbrado a esto. Me gusta —. Escucho que responde él con indiferencia.

—Si ganas está noche, te daré un beso —. Su voz se oye más retirada y no logramos oír que responde él.

—Es una perra —. Suelta con rabia Liss.

Llegamos a una pequeña caseta donde hay todo tipo de bebidas. Me pido una soda y ella igual. Nos las sirven en vasos de vidrio. Nos sentamos en unos banquitos que hay en el lugar y bebemos.

Escuchamos por el altavoz de nuevo al chico y que ha pedido que se presenten los corredores que hacen falta. En lugar de correr para verlos nos acomodamos más en nuestros lugares.

—¿Te gusta mucho? —. No sé si le he preguntado antes esto.

—Puede —. Se queda pensativa. —Quiza lo mismo que a tí.

Me atraganto con la soda. Respiro y la veo con horror.

—¿Qué has dicho?

—Amiga estamos solas puedes decirme que te gusta igual. Lo he visto —. Dice de lo más tranquila.

—¿Por qué lo dices? —. Es atractivo y puede que me llame la atención, pero ¿Es obvio?

—Porque tengo un súper poder y puedo saber cuándo una persona le gusta a la otra. O ambos se gustan o por lo menos se atraen.

—¿Atraen? —. Lo ha dicho en plural.

—Lí, amiga se que te gusta o por lo menos te atrae y a él igual, le atraes. Eso no quiere decir que no me guste, pero se que yo no le gusto a él.

—Si fuera verdad..., lo que dices —. Carraspeo antes de seguir. —¿No te molesta que yo le guste a él? Solo si fuera cierto lo que dices.

Se ríe y me siento tonta por preguntar eso.

—No, no me molesta —. Se oye sincera, así que le creo.

—¿Por qué si te molesta con Loren?

—Porque ella lo hace especialmente para joderme a mí, está tan centrada en mi que no se ha dado cuenta que te gusta y viceversa —. Bebe de su soda.

Sonrió por lo que dice. Ha sacado una conclusión tan rápido de esto.

Me he quedado sin palabras y no se que decirle, así que decido beberme mi soda en silencio y ella hace lo mismo. Dejamos los vasos y volvemos a dónde está la competencia.

Al llegar Camila está pegada a la reja si apartar la cabeza de la competencia. Está de más decir que Bástian lleva la delantera por mucho (otra vez).  Todos están gritan su nombre, solo que está vez no me uno a los gritos solo observo desde muy atrás lo que queda de la carrera.

Están a nada de llegar a la meta cuando el móvil me comienza a vibrar en el bolso. Lo saco y cuando veo el nombre de mi padre en la pantalla contesto.

—¿Hola? ¿Si? Casi no te oigo... —. Me muevo de la bulla para poder oírle mejor.

Camino un poco lejos y cuando no se oye le hablo de nuevo.

—Papá ¿Pasa algo? —. Él suspira al otro lado de la línea.

—Hemos llegado al hospital hace unos quince minutos —. Lo único que se me viene a la mente es mamá.

—¿Qué ha pasado? —. Mis manos han comenzado a sudar.

—Tu madre ha tenido fiebre y a causa de eso le ha sangrado la nariz. Creíamos que sería poco, pero luego de unos minutos no dejaba de salir, así que la he traído. Le están haciendo exámenes...

Cada que mamá tiene fiebre, sucede esto, las hemorragias, las salidas al hospital y he empezado a pensar que esto no es un simple resfrío o una infección.

—¿En cuál hospital están? Voy a ir allá —. Empiezo a regresar para decirle a Camila.

—Hija, no hace falta que lo hagas. Es noche y no te dejarán entrar. Llegaremos pronto a casa —. Detengo la caminata de regreso y me vuelvo a dónde iba.

—Pero quiero estar con ella —. Se me quiebra la voz. 

—Lo se cariño, pero no te dejarán entrar, sabes que son estrictos acá.

Tiene razón.

Mi vista se nubla por las lágrimas contenidas en mis ojos.

—Bien —. Acepto de malas. —Promete que me dirás todo.

—Sabes que lo haré.

—¿Le has avisado a los abuelos?

—Pensaba hacerlo al colgar.

—Entonces dejo que los llames y papá..., los amo. —mi voz sale diferente y lágrimas silenciosas caen por mis ojos.

—Tambien te amamos, Lí.

Cuelgo antes que él y me quedo dónde estoy. Sigo caminando hasta llegar a la orilla donde las olas del mar rompen en el extenso puente. Huele a mar.

Camino por toda la orilla teniendo cuidado de no ir más allá de la baranda que divide el precipicio.

El móvil vuelve a sonar entre mis manos. Solo que ahora es Camila.

—¿A dónde te has ido? —. Suena preocupada. —La carrera ha terminando.

—Me a llamado papá.

—¿Ha pasado algo? —. Oigo las voces de Paula y Liss a lo lejos.

Trato de sonar neutral y que no sepa que estoy mal.

—Mamá —. Digo apenas audible con la voz quebrada.

—¡Joder! —. Dice al otro lado. —¿Dónde estás?

—No sé, yo solo quería un poco de espacio.

Oigo como al otro lado empiezan todos a hablar. Ella aún está en la llamada. Luego vuelve a centrar en mí.

—Mejor quédate dónde estás, llegaremos ahí.

Me siento justo en la orilla hasta donde la barandilla me lo permite. Cierro los ojos y pongo la cabeza en uno de los tubos de esta.

Mamá siempre ha pasado de doctor, en doctor. Según dicen ella es muy propensa a contagiarse mas rápido, por alguna enfermedad que tuvo de niña que según ella no se acuerda como se llama. Siempre que hablamos del tema, me dice que le preguntará a la abuela el nombre y que me lo dirá. Nunca me lo ha dicho, luego de que pasa el susto se nos olvida.

Se me empiezan a entumecer las pompas de estar sentada en el lugar. Pero no tengo las suficientes fuerzas para levantarme, ni siquiera de abrir los ojos.

Pasos se oyen detrás de mi, estoy segura que no es Camila, porque si fuera ella vendría corriendo.

—¿Todo bien? —. Su voz llega antes que él a mi lado.

No respondo.

Se acerca despacio y se sienta a la par mía.

Mis lágrimas han dejado de derramarse hace ratos.

—Camila nos dijo que te habías perdido, cuando colgó nos mandó a todos a buscarte por diferentes lugares. —se queda callado. —¿Sabías que los muelles son enormes? Llevo rato buscándote.

—No lo sabía —. Tampoco sabía que a pasado mucho rato.

—Ahora lo sabes. ¿Todo bien? —. Repite la pregunta.

—Siendo honesta, no, pero no sé si pueda decirte a ti que pasa.

Siento como se mueve a mi lado, más no abro los ojos o veo a su lado, aunque estoy segura que se ha puesto igual que yo.

—Has herido mis sentimientos ¿Sabes? —. Se que es mentira. —¿Compartirme tus papitas aquella vez no fue suficiente para tenerme confianza?

—Quizá no fue suficiente.

—¿Qué es lo que tengo que hacer para que confíes en mí? —. El pulso se me acelera ante su pregunta.
—¿O antes quieres que te cuente algo de mi que no sepa nadie?

Me lo pienso.

—Cuéntame eso qué nadie sabe y ya pensaré que si te digo lo mío —. Muevo mi cabeza para poder verlo. Él hace lo mismo.

La profundidad de su mirada mueve algo dentro de mí.

—Me dan miedo las vacas —. Confiesa con seriedad.

Una carcajada sale de mis labios al oír su confesión.

—¿Qué?

—Sí, cuando era niño una vaca me corrió y desde entonces me dan miedo.

No puedo parar de reírme. Él apenas me sonríe, pero mientras yo estoy riendo él pasa su pulgar sobre una lágrima que a quedado en mi mejilla. Me congelo al instante.

—Sabías que hasta llorando te ves hermosa.

Mi sonrisa vacila y no se que decir. Sus ojos no dejan de ver mi rostro, sino deja de hacerlo me pondré colorada de la vergüenza.

—Básti...

—¡Lía! —. El grito de Camila corta lo que sea que fuera a decirle. —Gracias al cielo te ha encontrado Bástian ¿Estás bien? —. Habla tan rápido que apenas le entiendo. Eso y que estoy aturdida por las confesiones del tatuador.

Me paro cuando está a un par de pasos de nosotros. Me abraza fuerte al llegar a mí.

—¿Estás bien? —. Mis lágrimas comienzan a salir cuando me siento segura entre sus brazos. Hundo mi cara en su hombro apenada que me vean llorar. —Llora cariño, llora.

Me soba la espalda despacio.

Cuando mis lágrimas se han acabado. Le pregunto bajito:

—¿Quien ha ganado?

Ella se ríe.

—¿Tu quien crees? —. Voltea su cabeza para ver a los de atrás. —Chicos ¿Quién ha ganado? Lía quiere saber porque se lo ha perdido.

—Me ofende la pregunta —. Responde Bástian.

—Creí que perderías a propósito —. Soltamos el abrazo que teníamos con Cam.

—¿He dicho eso?

—Solo lo pensé —. Mis ojos hacen un recorrido rápido, para ver si están todos.

Solo están Ian, Bástian y Loren.

—¿Y Paula y Liss? —. Me dirijo a Camila.

—Están buscándote, supongo. Le enviaré un mensaje al grupo para que sepan que te hemos encontrado. ¿Nos vamos? —. Yo asiento.

Ella toma mi mano, caminamos de regreso a dónde está la multitud.

Ian y Bástian toman distancia de nosotras, mientras Loren va al lado de Cami sin mirarme.

Paula y Liss corren a mí cuando nos ven llegar a dónde están.

—Mi niña ¿Estás bien? —. Paula examina mi rostro con preocupación.

De las cuatro, solo Camí y Paula sabe lo de mamá. A Liss medio le he contado al igual que a Loren.

—Me siento mejor —. Respondo honesta.

—¿Segura? —. Liss me ve fijamente.

—Segura.

—Deberíamos irnos ya —. Es la primera vez que Loren habla en el tiempo que nos hemos encontrado. —Empieza hacer frío.

—Es cierto —. Habla Ian, quien se acerca a Camila.

—Sabes Lí, deberías irte en moto, para que te pegue un poco de aire —. Sugiere Cam.

—Es buena idea —. Le secunda Paula.

—Bástian podría llevarte.

Todos volteamos a verlo. Él parece indiferente al tema, se ve que no le afecta que lo involucren sin preguntarle.

—Por mi está bien —. Dice él.

Así que sin más cada uno toma su camino para irnos del lugar.

*****

El camino a casa de Cami es largo. Quizá porque el tatuador se toma su tiempo para llevarnos. Me ha dado su casco de nuevo, a pesar que le he dicho muchas veces que no. Me ha tomado por la fuerza y me lo ha puesto.

Vuelvo a agarrarme a su abdomen, está vez con más fuerza y más confianza. Sus palabras aún resuenan en mi cabeza. Empiezo a creer que quizá Liss tiene razón en lo que dijo y que tiene un súper poder.

Mis manos empiezan a congelarse, así que decido meterlas entre la bolsa de su sudadera. Siento algo entre ella, así que paso mis dedos por el objeto. Luego de examinarlo caigo en cuenta que es un sobre de papel y que seguro dentro tiene el dinero del pago de la carrera. Dejo de tocar para que no crea que soy una entrometida.

Cuando llegamos veo que la moto de Ian ya está ahí. Me bajo de la moto y le paso el casco cuando me lo he quitado.

—Gracias por el paseo —. Sostengo el casco con ambas manos y él hace lo mismo con una mano.

—Cuando quieras otro paseo..., llámame.

No puedo sonrojarme.

—Suena bien.

Camila abre la puerta justo cuando Bástian está encendiendo la moto.

—La noche no ha ido como debería. —le habla a él. —Deberias entrar y así vemos una película o algo.

Veo como lo duda por un largo rato.

He decidido quedarme con Camila. Está noche ella está sola y yo estoy segura que igual la pasaré sola. Así que ¿Por qué pasarlo solas? Si podemos estar juntas.

Al final Bástian acepta la invitación de Camila. Ian ya está instalado en uno de los sillones de la sala de mi amiga. Bástian parece tímido.

—Puedes sentarte dónde quieras.

Él se sienta en el sofá más grande. En una de las esquinas. Yo hago lo mismo y me siento en el otro extremo separado de él.

Camila hace palomitas y por unos cuarenta minutos estamos decidiendo que ver, ya que no nos ponemos de acuerdo con nada. Al final vemos una de zombies que Ian a dicho que está buenísima.

Mi amiga trae mantitas para que nos tapemos por el frío. Al principio la película no me parece tan buena, hasta que llega a la invasión zombie. Me quito los zapatos y me acomodo subiendo las piernas al sofá. Bástian hace lo mismo. Por un momento roza sus pies a los míos.

—Están congelados —. Dice al sentir mis pobres pies fríos. —Si quieres puedes acercarlos a los míos.

Cuando los pego un poco más a los de éle doy cuenta que están súper calientes. Así que le tomo la palabra, acomodo mis pies entre los de él. Sin dejar de ver la frente veo como Camila nos ve de reojo y medio se ríe cuando lo toca el hombro a Ian que está al lado de ella, los ignoro y sigo con la película.

Él y yo podemos ser amigos. No pasa nada. Puede que lo que haya dicho a sido para hacerme sentir mejor. Lo tomaré como eso.

Al final la noche si terminó un poco mejor de cómo había empezado.

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