2.

Dos semanas pasan demasiado rápido. Es viernes y los estudiantes lo saben ya que la mayoría no trae el respectivo uniforme del colegio, otros han faltado a clases y unos tienen cara de pereza, pero a la vez de felicidad al saber que es viernes.

Hoy me siento un poco extraña. Pase la semana más tensa que he tenido en toda mi adolescencia. Desde que Bástian se sentó detrás mío, paso toda la hora de clase rígida en mi puesto. Eso hace que este tan atenta a todo de él. Incluso al olor de su colonia.

—Hoy inauguran el nuevo café bar cerca de los Muelles —. Comenta Camila a mi lado, quien se ha unido a los estudiantes que no traen el uniforme hoy. Aunque su outfit está de infarto. —Tenemos que ir.

Intento contestar, pero me detiene elevando su mano, poniendo su dedo índice sobre mis labios.

—Antes que digas que no. Eso a quedado en el pasado, estás por cumplir diecisiete y los permisos son más extensos y lo sabes —. Me señala con el mismo dedo que uso para callarme.

Tiene razón. Conforme fui creciendo mis padres me fueron dando más permisos. El año pasado la hora de entrada llegó a ser a las siete de la noche. Al principio fue difícil convencer a mamá, pero un trimestre de sobresaliente bastó para que accediera. Recuerdo que me desvele lo más que pude para conseguir la hora.

Aunque este año puede que sea un poco diferente, desde que mamá enfermo, en casa estamos más alertas, incluso mis abuelos que vienen muy seguido a casa.

—Aún no hemos hablado de eso con mis padres —. Respondo

—Hoy es cuando cariño. Tienes la tarde para platicarlo —. Nos quedamos paradas fuera de mi aula. —Lo abrirán a las siete, así qué preciosa tienes tiempo, no te pongas nerviosa —. Medio sonrió. —Esa es mi niña.

No sé cuál sea la hora límite este año. Puede que sea hasta las ocho y una hora no serviría de nada ya que el sitio se a anunciado desde hace varios meses atrás y como es un sitio para adolescentes probablemente la fila vaya ser extensa.

Camila examina mi rostro antes de irse.

—Les dirás ¿Verdad? —. Pregunta ella al ver que no he respondido antes.

—Claro. Lo que me digan te lo haré saber —. Justo tocan el timbre. —Ahora ve a clase —. Le beso la mejilla y ella se va haciendo resonar sus bonitos botines por el pasillo.

Entro al aula y paso a mi lugar. Justo detrás de mi entra la profesora Sofía quien cierra la puerta, solo que está rebota ya que alguien la empuja. La profesora se voltea para ver de quién se trata.

—Joven Bástian, tarde de nuevo.

—No es tarde porque usted está entrando unos pasos frente a mí —. Le dice él al pasar a su lado y sentarse en su lugar.

—El día de hoy te pondré falta, por tu contestación y falta de respeto hacia tu educador —. Él solo asiente y no dice nada.

La profesora pasa a su mesa y empieza a hablar del tema dos segundos después.

Me concentro en oírla y prestar atención, o prestar atención todo lo que pueda mientras la colonia de mi compañero roza por toda mi nariz.


*****


La última hora llega rápido y mis ganas de salir aumentan más. He pasado la mayor parte de la mañana pesando en el sitio que hablo Camila. Hace semanas que venimos haciendo planes con ella en ir al sitio.

—Chicos el profesor tuvo un pequeño inconveniente, así que tienen hora libre —. Anuncia la directora. —comportence.

Tan solo da un paso fuera la bulla empieza adentro. Incluso Alex se une a los chicos de atrás para platicar. Todos forman su grupo.

Las chicas me llaman y me uno a ellas.

—Hay que ir combinadas —. Está hablando Loren cuando me uno al grupo.

—Sí, yo opino que llevemos cazadora y botas —. Comenta Liss con su voz chillona.

—Si, si ya que la cafetería es por los competidores de los Muelles —. Habla Paula rayando una hoja de su libreta.

—¿Tu qué opinas Lía? —. Me pregunta Loren, uniendome a la conversación.

—No sabía que era por los competidores —. Confieso. —Pero la idea de la chaqueta y botas suena bien.

—Eres de las mías preciosa —. Liss levanta su mano para que se la choque. Así que lo hago.

—Algún alma caritativa que le hable al nuevo y lo una —. Paula levanta la vista de su hoja. —Yo opino que Lía, es la más cercana a él —. Posa sus ojos en mi.

Seis pares de ojos pasan de mí al tatuado quien tiene lápiz en mano, concentrado en lo que hace. Mis ojos viajan a sus manos, que extrañamente antes no había visto. Tiene tatuajes también en una de ellas. ¿Cómo es que mis ojos juzgadores dejaron pasar eso? Quizá porque me concentre más en el que tiene en la ceja.

Me pone nerviosa el pensar que tengo que hablar con él. Así que niego con la cabeza.

—Anda Lí —. Loren me da un leve empujón.

—No, no, yo veo que está ocupado, para que molestar —. Trato de sonar normal.

—Vamos amiga, háblale.

—Ya, iré yo —. Paula se levanta del asiento y camina los pocos pasos que nos separan del tatuado.

Se sienta en mi lugar y comienza hablar con él. Al principio él no levanta la vista del dibujo, pero ella dice algo que le interesa, Levanta la cabeza para verla, ella dice algo y nos señala y luego él voltea a nuestro sitio. Las chicas saludan, menos yo. Sus ojos se quedan bastante rato en los míos y luego vuelve a verla. Él responde algo luego de sonreír y ella imita el gesto para después levantarse.

Paula vuelve con una sonrisa de oreja a oreja.

—¿Que ha dicho? —. Le cuestiona Liss tan solo al llegar.

—Que él estará ahí y me confesó algo mas... —. Paula le mete suspenso al asunto.

—¿Qué? —. Susurramos todas ahora.

—Él es uno de los moteros que compite en los muelles —. Le sale un grito quedo.

—¿Si? —. Volvemos a preguntar en coro.

Se dice que esas carreras son ilegales y que los conductores son hombres o chicos que han estado en prisión ¿Ha estado él en prisión? No sé ve, aunque tendría sentido ya que tiene ese tatuaje en la ceja.

—Sí y nos ha invitado a ir a verlo. La carrera hoy es a las ocho y es la primera de la temporada, según me a dicho —. Volteo a verlo de nuevo, a dejado el dibujo y ahora usa su móvil.

Mis ganas de querer ir al café aumentan ahora. Aunque no se porque si ni siquiera nos hablamos, quizá porque me da curiosidad como se fuera del establecimiento.

—Yo iré —. Declara Loren

—Iremos hermana —. Corrigue Liss —¿Y tú? —. Me pregunta a mi.

—También iremos con Cam, ya hemos quedado antes. —. Respondo.

—Genial —. Aplaude Loren, llamando la atención de los chicos.

Alex me dedica una leve sonrisa y yo le correspondo. Desde aquella vez que me defendió de Bástian hemos hablado mucho, incluso nos empezamos a seguir por IG. Quizá nuestra amistad empiece de nuevo.



******


Ayudo a mamá a poner la mesa, mientras esperamos a papá para la comida.

—¿Todo bien? —. Me pregunta al verme distraída.

—Si —. digo, no muy convencida. —Dame yo sirvo —. Le quito la jarra con fresco, voy a la mesa. Esto para que no me interrogue más.

Papá llega justo cuando he terminado de servirlo.

—¿Cómo les fue a mis mujeres favoritas? —. Saluda a mamá dándole un beso en los labios y luego a me abraza a mí.

—Demasiado bien —. Habla mamá con ese aura que la caracteriza. —Justo estamos terminando de poner la mesa, sientate y comemos.

Papá pasa a lavarse las manos y luego va a su lugar. Empezamos a comer en silencio, aunque creo que la comida me está quedado toda en la garganta porque me cuesta tragar, lo que tengo que decir no deja que mi comida pase agusto. Decido tomar de mi refresco antes de hablar, sino lo hago ya, me ahogar.

Me aclaro la garganta y ambos centran su atención en mi.

—¿Decías? —. Papá me conoce muy bien.

—Yo quería aprovechar el tiempo... —. Mi voz suena rara. —Y preguntarles acerca de los horarios de salida —. Prefiero ir al grano de una vez.

—¿Es por eso que has estado tan callada? —. Interroga mamá.

—Un poco si —. Soy sincera.

—Bien pues... —. Papá deja los cubiertos en la mesa y junta ambas manos. —Habla.

Suelto un suspiro para calmar los latidos de mi corazón.

—Hoy inauguran el nuevo café y Camila y yo habíamos quedado hace mucho en ir, pero aún no hemos hablado sobre el horario de entrada —. Me sale todo desbordado.

—Bueno, el año pasado entrabas a las siete este a las ocho —. Dice mamá con simpleza.

Mis ojos viajan a los de mi padre.

—Mamá, el otro año iré a la universidad, estaré lejos de ustedes —. Le digo a ella sin dejar de ver a papá.

—Falta mucho para eso, además serás un poco mayor para entonces. Pero como hablamos de ahora, las ocho será —. Ella intenta dar por cerrada la conversación.

—Rebeca creo que Lía tiene razón, como se hará un poco más responsable si le limitamos el tiempo —. Sale a mi defensa papá.

—Siempre lo hemos hecho y mira lo bien que nos ha funcionado —. Ella me sonríe.

—Pero este año cumple diecisiete, es una edad un poco más seria —. Dice él.

—Bien. ¿Qué hora crees tú conveniente? —. Me pregunta ella.

—Once —. Digo sin pensarlo

Ambos me ven con los ojos muy abiertos.

—Diez —. Digo de nuevo

Ahora se ven entre ellos, comunicándose con la mirada.

—Si la hora de salida es entre las tres o cuatro de la tarde la hora de entrada es a las ocho —. Papá me habla como si estuviera cerrando un negocio. —Y si la hora de salida es de seis o siete la entrada es a las nueve treinta, lo más tarde diez —. Termina de hablar.

Sonrío satisfecha al oír los horarios.

—Gracias, los amo a los..

—La condición —. Mamá corta mi inspiración. —Ya la conoces.

—Sacar buenas notas —. Repito como todos los años.

Los dos asienten ahora satisfechos.

Nuestra conversación termina y ellos retoman la que tenían mientras terminamos ahora la comida.

Mi interior es un nudo de emociones, estoy deseando escribirle a Camila.




*****


Frente al espejo inspecciono si mi atuendo es el adecuado o necesito cambiarme. Traigo unos jeans cargo y un top que llega justo donde está la cintura del jean. Me veo de todos los ángulos posibles, hasta estar convencida de que si me gusta. Solo faltan los zapatos.

Después de almorzar y ayudar a mamá a lavar los platos, subí a mi habitación para poder decirle a mi amiga lo de los horarios. Ella me envió un audio con su grito de emoción y dijo que pasaría a las seis por mi.

Aún estoy un poco nerviosa al saber que será mi primera salida de noche. Falta como media hora para que venga Cami, así que mientras tanto alistó mis tenis y busco mi chaqueta de cuero para ponerme.

Voy al baño y me maquillo un poco, apenas estoy aprendiendo y está noche no quiero experimentar algo nuevo, así que intento hacer algo sencillo.

Cuando termino busco el móvil y le escribo a Cami para decirle que estoy lista, junto con el texto adjunto una foto mía, ella reacciona con un corazón a la foto y me pide que le dé unos minutos que aún no ha encontrado que ponerse y también me envía una foto donde tiene un desorden en su cama, yo reacciono a su foto con una risa y le pido que se apure, luego veo la hora, son las seis menos diez. Llegará tarde, así que me acomodo y navego por las redes sociales mientras tanto.

Estoy empezando a aburrirme cuando me llega un mensaje de Camila diciendo que está a dos minutos y que la espere afuera de la casa.

Me levanto de la cama, me paro frente al espejo por última vez y salgo de la habitación, no sin antes meter en el bolsillo de mi cargo dinero, llaves de la casa y mi celular. Paso a despedirme de mamá quien está viendo una telenovela.

—¿Ya descubrieron quien secuestró a Elisa? —. Ella es fanática de las novelas y no le importa si las repiten a cada rato. A veces me uno a ella.

—Aún no —. Responde sin perder la vista de la novela. —¿Ya te vas? —. Me ve de reojo por dos segundos.

—Sí, Cam dijo que está a dos minutos.

—¿Quién las llevará?

—No sé, no me ha dicho con quién viene —. Ignoro las vibraciones que siento en el bolsillo. —Probablemente Jim.

—Asegurate que te traiga de regreso igual —. Pide. Voy a responder, pero un auto comienza a sonar la bocina con frecuencia, eso quiere decir que llegaron ya. —¡Cuídate, Lía!

Le doy un beso en la mejilla y salgo corriendo.

Tal como lo dije es el padre de Camila quien la trae. Su madre y él se separaron hace cuatro años y hace unos seis meses él viene por ella los viernes por la tarde para que pase el fin de semana con él. Al principio Camila se negó diciendo que no era necesario ya que pronto cumplirá dieciocho, pero luego del primer mes ella cambió de opinión y ahora espera contenta los fines de semana. Ella dice que un cambio de ambiente es bueno para la salud mental.

Me acerco y sin preguntar subo a la parte de atrás del auto.

—Te he estado escribiendo —. Dice con un tono molesto.

—¡Buenas noches, señor! —. Ante todo la educación. —Sí y yo te esperé por más de veinte minutos, así que...

Dejo las palabras en el aire. Ella me ve por el retrovisor sacándome el dedo medio, yo volteo los ojos antes de sacarle la lengua. Ella me dice víbora sin que sea escuchada y luego se tapa la boca con la mano callando su risa.

Jim arranca el auto y salimos del condado.

—¿Traes el móvil con suficiente carga? —.  Pregunta su padre.

—Sí.

—Necesito el GPS encendido y cualquier detalle que vean sospechoso me llaman. ¿Entendido?

—Sí, señor —. Contestamos al mismo tiempo.

Nos lleva al lugar. Al que nos cuesta una eternidad llegar ya que hay demasiada fila de autos y motos, dado que es donde se realizan las carreras de motos cada viernes y sábado. Estamos a diez minutos de la cafetería.

—Se supone que abría a las siete —. Camila ve el móvil. —Y son las y veinte —. Suena desesperada.

—Y faltan diez para llegar —. Agrego yo.

Ella hace una mini pataleta cruzando los brazos sobre su pecho y dejando salir un ruido extraño de sus labios.

—¿Podemos caminar desde acá?.

—No —. Responde Jim un poco nervioso por todo el tráfico.

—Pero llegaremos más rápido. Además te quedarías atorado igual a la hora de regresar —. Ella señala la fila de carros al lado contrario. Tiene razón.

Jim lo pienso unos cuantos minutos al darse cuenta que Camila tiene razón. Al final accede a regañadientes, no sin antes recordarnos tener cuidado, no ir con extraños y que estará aquí a las 9:30.

Bajamos del auto y caminamos el poco tramo que nos queda para llegar a la cafetería.

Mis tripas comienzan a revolverse y empiezo a sentirme nerviosa, también me comienzan a picar los brazos. Odio cuando me pasa esto es como si algo malo fuera a pasarme y mi cuerpo lo presiente antes de tiempo.

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