11.
Bástian
—Estoy empezando a creer que hace mucho dejaste de vivir en este planeta —. La voz de Ian suena con burla.
—¿Por?
Hemos dejado las motos en el parqueo del colegio y vamos a la entrada.
—Vengo hablándote desde que bajamos de las motos y ni siquiera me respondes.
—Pensaba en otra cosa —. Respondo.
Llegamos al patio de enfrente de la institución, pasamos entre todos los estudiantes que siempre o muchas veces nos ven con desagrado.
—Se puede saber en qué —. Una chica tropieza con Ian. —¿Estás bien? —. Él la sostiene del brazo antes de que caiga.
—Perdona no te ví —. Sigue su camino como si nada.
Mientras seguimos entrando mi cabeza se mueve de un lado a otro buscando algo o más específico a alguien. No está afuera, seguro estará en la clase. Es muy puntual.
—Claro que te vió y su amiga también —. Le digo riendo, él concuerda conmigo.
Así como hay estudiantes que nos ven con mala cara, hay chicas que nos ven como los inalcanzables.
—¿Qué era lo que me venías contando antes de entrar? —. Quizá sea importante para él y yo lo estaba ignorando.
—La verdad es que empezaba a decirte que Camila y yo estamos saliendo en plan serio —. Volteo a verlo y su semblante ahora es serio.
—Pero eso era más que obvio y antes de que lo dijeras ya se sabía —. Le palmeo la espalda con una sonrisa en los labios.
—Una cosa es suponer y otra es que te lo confirme —. Llegamos a mi aula. —Mas tarde me cuentas como va todo con Lía.
—¿Qué? —. Me toma desprevenido lo que dice, mi sonrisa vacila en ese instante. —¿Qué tengo que contarte? No ha pasado nada.
—Si como no. —Ahora es él quien sonríe. —Nos vemos luego, dirty.
Yo entro al aula y lo primero que hacen mis ojos es buscarla en su sitio de siempre. No está. Es raro ella siempre llega temprano. Lía no está, pero su amigo sí y al verme me hace mala cara, como si fuera un niño pequeño.
Lo ignoro y Paso a mi asiento, dejo caer mi mochila al suelo y saco mi cuaderno de bocetos, busco el retrato que estaba dibujando anoche después de dejar a Lía en casa. Necesitaba plasmar en papel lo que su rostro había reflejado toda la tarde que pasamos juntos.
Estoy tan absorto en mi dibujo que no presto atención a nada, hasta que el timbre suena, levanto la vista solo para darme cuenta que Lía no a llegado y es probable que no llegue. Minutos después entra la profesora y cierra la puerta tras ella, ni siquiera se da cuenta que falta Lía y si se da cuenta le da igual.
Al final cuando está distraída saco el móvil y le escribo un breve mensaje a Lía. ‹‹¿Estás bien?›› guardo el móvil no sin antes quitarle el volumen, la respuesta no tarda en llegar. ‹‹me he sentido mal››, pone la respuesta, estoy seguro que es por lo de su madre, una angustia se instala en mi pecho. ‹‹me hubieras dicho antes que no vendrías, te hubiese hecho compañía››, envío y lo guardo, cuando levanto la vista veo unos ojos negros con el ceño fruncido viéndome. Alex el amigo de Lía, es como si supiese que hablo con ella. La respuesta de ella llega, pero no puedo sacar el móvil ya que la maestra está viendo hacia nosotros. No se voltea más hasta que tocan el timbre. Suelto un suspiro de alivio.
—¿Sabes de Lía? —. Pregunta Alex tan solo sale la profesora.
—En absoluto —. Si es su amigo le hablara él.
—Pensé que se estaban volviendo amigos —. Salgo del aula, sacando mi móvil en el camino.
—Nos estamos haciendo amigos, sí —. Afirmo. —Pero tengo entendido que se conocen hace mucho, entonces yo debería de preguntarte por ella y no al revés.
Lo dejo parado fuera del aula y camino al patio de atrás. Ahora sí, leo el mensaje. ‹‹Ya hiciste mucho ayer por mí, hoy yo adelantaré el trabajo en agradecimiento››, sonrió frente a la pantalla del móvil, ‹‹eso suena demasiado bien››. Me siento bajo el enorme árbol que está en el sitio y saco una barra de chocolate de mi sudadera. Ian llega a dónde estoy unos minutos después. Se sienta a mi lado bebiendo de su soda.
—Este árbol es increíble —. Dice cuando a terminado de beber.
—Lo es.
—¿Irás a la carrera el sábado?
—Sabes que sí —. En todo caso es mi lugar seguro.
—Estoy emocionado, se apostará demasiado dinero —. En realidad si suena entusiasmado.
—Lo harás bien —. Digo, terminando de mi barra de chocolate.
—Lo dice quién la lleva de ganar —. Me da un leve empujón en el hombro.
—Hermano, sabes que si necesitas el dinero te lo daré —. Lo digo en serio.
—Lo sé —. Responde ahora serio. —Te quiero, loco.
Me echo a reír al oírlo decirme eso. Aunque siempre lo hace y yo siempre me burló de él.
—Ya mejor dime qué estás enamorado de mí.
Ian es el mejor amigo que he tenido, es leal y demasiado emocional, él deja que sus sentimientos lo manejen. Al final él sabe que yo también lo quiero.
*****
Los siguientes días de la semana se pasan rápido. Es sábado y me encuentro frente al lavabo del baño. Acabo de ducharme y ahora estoy afeitando esos pocos pelos que salen en mi barbilla.
Le he dado vueltas a una cosa en mi cabeza por estos días. He querido escribirle a Lía que me acompañe a las carreras, está vez quiero invitarla sola, pero no he podido, a pesar de que el resto de la semana si llegó al colegio, y el hecho de que estuvo demasiado junto a mí, hasta la hora de salida. Lo tenía pensando desde el miércoles que Ian me lo recordó.
Ahora me encuentro entre un si o un no escribirle. Faltan apenas cinco horas para que empiece la mejor carrera del año, dónde se apuesta demasiado dinero, mucho más de lo habitual. En esta carrera la mayoría está más emocionado y desafiante que en cualquier otra.
Cuando termino me decido a escribirle y si me dice que no, por lo menos se que le he dicho. Busco el móvil de entre todo mi tiradero. Hasta que al fin lo encuentro bajo la cama. Lo desbloqueo y busco su contacto. ‹‹Hey, ¿Qué haces? Sabes quería invitarte a ir a ver las carreras hoy por la noche. Me avisas››, presiono enviar y lo tiro a la cama, vuelve a caer al suelo. Salgo a la cocina por una vaso de jugo, cuando vuelvo está sonando, casi corro para levantarlo y ver el mensaje ‹‹Me parece demasiado bien, pero no sé si me dejen›› luego llega otro ‹‹lo pensé mejor, si quiero ir contigo a verte correr››, de nuevo me encuentro sonriendo frente a la pantalla del móvil, le respondo unos minutos después ‹‹paso por ti a las seis›› la alegría ahora se a apoderado de mi pecho haciendo que mi corazón palpite más de lo normal.
Paso al siguientes horas dibujando y recreando retratos y cotizando precios y colocando horarios para tatuar la siguiente semana. Tengo unos tantos clientes que me envían que es lo que quieren realizarse. Estoy concentrado en contestar la última cotización que no oigo entrar a Ian al apartamento.
—¡Hey! ¿Estás listo? —. Levanto la vista del móvil que uso para clientes. —Te he llamado toda la tarde.
—¡Eh, lo siento! Me he puesto a cotizar y colocar horarios que ni siquiera me he fijado de la hora.
—Bueno he llegado para salvarte, deja eso y vamos —. Se encamina de nuevo a la salida.
Corro a mi habitación, tomo el móvil, una sudadera gruesa ya que he estado solo en camiseta, me la paso por la cabeza, después por los brazos. Enciendo el móvil para ver la hora. Son casi las seis y tengo cuatro mensajes de Lía.
‹‹¿puedes esperarme unas cuadras antes?›› ‹‹es que saldré a escondidas de casa›› ‹‹dime si te parece bien›› ‹‹voy saliendo, para que no esperes tanto por mi››. El último lo envío hace dos minutos. Corro afuera y enciendo la moto.
—Ve adelantándote, iré por Lía —. Me subo a la moto.
Sonríe con picardía, se lo que está pensando.
—Claro, amigo, tomate tu tiempo, solo llega antes de que empiece la carrera.
—Lo hago porque ha tenido problemas en casa y quiero que se distraiga —. Digo, aunque él no me haya preguntado nada.
—Okey. Cuídate —. Se va antes que yo.
Llego hasta donde me ha dicho que estará. La veo parada con los brazos cruzados sobre su pecho, está viendo de un lado a otro alerta, seguro tiene miedo que la vean sus padres. Parqueo frente a ella y sin que diga nada le doy el casco, se lo pone rápido y sube. La saco de ese lugar lo más rápido que puedo.
Antes de ir directo a dónde será la carrera, paso a otro lugar para que podamos tomar algo. Nos bajamos y dejamos los cascos en la moto, el lugar no es seguro, pero la mayoría de acá me conoce y conoce mi moto, así que serían incapaces de robarme algo.
—En este sitio sirven las malteadas más deliciosas que he probado aquí en los Muelles —. Le digo, mientras caminamos al lugar.
Ella sonríe débilmente.
—Quiero probarlas.
Camina a mi lado sin mirarme y yo veo de reojo a su sitio cada que puedo, solo quiero saber si se encuentra bien.
Entramos y nos sentamos cerca, aquí siempre hay espacio. Cuando la chica llega a preguntar lo que tomaremos Lía pide lo mismo que yo. Una malteada de chocolate con chispas de colores y galleta oreo.
—¿Cómo va todo? —. Su semblante me dice que no va nada bien.
—Regular —. Responde vagamente.
—¿Por qué saliste a escondidas?
—Mamá me a castigado por salirme esa tarde sin avisar, y cree que eres un mal amigo por no detenerme y en lugar de eso llevarme lejos de casa.
Bien, pues que maravilla, ni siquiera conozco a su madre y ya cree que soy un ma amigo.
—Lo siento Lía, yo solo quería que estuvieras bien —. Contesto honesto.
Ahora que sonríe es más agradable que la primera que me dió al principio de la tarde.
—No es tu culpa.
La chica llega con nuestra bebidas. Lía le da un largo sorbo a la suya, luego sonríe mostrándo sus dientes, es amplia y pura.
—Tienes razón, son buenísimas.
—Claro, yo siempre tengo la razón —. Ella pone los ojos en blanco.
—Si, claro. Bástian el perfecto.
—No, que va.
Nos terminamos la bebida, voy a pagar. Estamos por salir cuando alguien choca con Lía haciendo que se pegue más a mi, intento no golpearla levantando los brazos, pero es inútil y aunque no es intencional se golpea la cabeza con mi codo.
—¡Lo siento! —. Bajo mi mano para verle la frente.
—No pasa nada —. Ella se soba el área afectada.
Estamos tan preocupados el un por el otro que no veo quien es el causante de esto.
—Básti, pero cuánto tiempo sin vernos —. Volteo hacia la voz que me a hablado, es Isabella.
Encajo todo y me doy cuenta que a sido ella quien ha empujando a Lía.
Ella me sonríe, y yo la veo mal.
—¿Qué pasa? No creerás que fue intencional que empujara a la niña ¿No? —. En sus labios hay una sonrisa socarrona
—Seguero que sí fue intencional —. Empiezo a empujar la puerta del lugar para salir.
Isabella siempre me ha caído bien, pero desde que sabe que Ian y yo vamos al colegio privado se a vuelto muy a la defensiva contra nosotros y lo que decimos.
—Ahora que te juntas con gente con clase te has olvidado de tus leales.
Estamos afuera, pero ella también nos ha seguido.
—Mis leales, como tú les llamas, siguen a mi lado, porque saben que no he cambiado —. Ignoro el echo de que viene detrás de nosotros.
Le paso el casco a Lía de nuevo para que suba a la moto.
—Si sabes que tu amorío o amistad con ella no durará nada ¿No? No son ni de lejos parecidos, está por muy encima de ti, Bástian —. Hasta este punto a estado gritando ya que he encendido la moto para acallar sus tonteras.
He dado por hecho desde hace mucho que le gustó a Isabelle, y aunque le he dejado siempre todo en claro diciendo que somos amigos y que la quiero como a una hermana, ella aún no termina de comprender que lo he dicho siempre en serio.
*****
Estoy en la línea de salida junto a los demás competidores. A mí lado está Ian, luego sigue Steve, Pablo sigue después de él, un nuevo chico que se llama Shean está al lado de Pablo e Iván está por último.
Hemos encendido los motores y estamos calentado esperando a la señal de salida.
Cuando hemos llegado acá nos hemos topado con Camila y también con Paula quien viene acompañando a Steve.
El pitido de salida suena y nos ponemos todos en marcha. La primera vuelta todo va bien, al comienzo de la segunda igual, es a la mitad de esta vuelta que todo empieza a salirse de control, los competidores empiezan a empujarse con las motos. Estamos comenzando la tercera, adelanto a todos en una vuelta, estoy solo hasta el frente, volteo a ver hacia atrás y es justo en el momento en que uno de los corredores empuja fuerte a Steve haciéndolo moverse de un lado a otro hasta que lo veo caer y derrapar por la calle, el tipo que lo a empujado sigue su camino y no es hasta que pasa a mi lado que me doy cuenta que es Pablo.
Sin pensarlo me doy la vuelta y regreso a dónde está mi amigo tirado. Ian llega también al lado de Steve y el tipo del megáfono comienza a gritar por este que hay que llamar a una ambulancia porque hay un herido entre los corredores.
Ian y yo intentamos levantarlo, pero él se queja así que lo dejamos dónde está. Veo como todos corren al lugar, incluidas Lía, Camila y Paula, quien ya se ha dado cuenta quién es él que está herido. Corre más rápido que las otras dos.
El sonido de la ambulancia se oye a lo lejos, así que antes que llegue todos se hacen a un lado para que pase a dónde está Steve.
Paula llora junto a Steve que está medio consciente, Camila ha llegado al lado de Ian, y yo con la mirada busco a Lía, ella se ha quedado unos pasos bastante retirados de dónde estamos, me ve con los ojos llenos de lágrimas y con miedo. Le aterra esto o es lo que leo en su rostro asustado.
Los paramédicos levanta en una camilla a Steve y se lo llevan, Paula sube con él, Camila le grita que llegarán detrás de ellos.
Aún estoy hincado dónde estaba Steve hace un momento, me levanto despacio y camino lento a Lía.
No sé cómo se estará sintiendo en este momento.
—¿Quieres que te lleve a casa? —. Está vez me acerco más de lo que debería a ella. Pegando mi pecho a su rostro. —¿Estás bien?
—Me he asustado mucho —. Su voz se entrecorta. —Vimos como ese tipo lo empujaba, fu-e horrible como su cabeza golpeó la-la calle... —Ahora está sollozando.
Me permito abrazarla y pegar su cuerpo lo más que puedo al mío. La sensación que me da al tenerla en mis brazos ya me resulta familiar. Ella está temblando aún después de estar varios minutos abrazados.
Para cuándo se a calmado empiezo a pasar mi mano por su espalda, de arriba a abajo.
—¿Quieres ir a casa? —. Repito la pregunta.
Niega despacio de un lado a otro.
—¿A dónde quieres ir?
—Quiero acompañar a Paula —. Sorbe por la nariz, se aparte de mi y se limpia los ojos.
El lugar está casi desolado, los únicos que están son los chicos que se encargan de organizar todo.
Tomo nota mental de buscar a Pablo para resolver este problema. Claro que no se quedará así.
De camino al hospital, me tomo todo el tiempo del mundo, se que debería ser todo lo contrario, pero se siente tan bien el que Lía vaya abrazada a mí espalda, me siento cómodo teniendo sus brazos enrollando mi abdomen.
La noche a sido una mierda, pero todo se me olvida en el transcurso del camino. Mi mente solo tiene presente el pequeño cuerpo que se sostiene a mi como si yo fuese su salvavidas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top