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Courtney Grant resultó ser un grano en el culo. Y no sé si la vida intenta darme una señal, intenta burlarse o intenta decirme que huya del país, pero no entiendo cómo es que me la topo a cada lugar que voy. Incluso pude ver lo patética que es cuando coquetea con gente desconocida y la tierna mirada que le lanza a la pequeña chica con la que trabaja.
En un inicio era casualidad, después me pareció una total estupidez y al final... terminaba por buscarla de manera discreta. De verdad que todo me parecía una mala jugada del universo hasta que caí en cuenta de que me gustaba escuchar su voz o me gustaba pelear con ella solo para que ese par de ojos claros me mirara.
Sin haberle pedido a la vida que este año me sorprendiera, me puso frente a mí el más grato de todos los malditos desastres: una compañera de clase igual de insufrible que yo, con mal genio, sarcástica y al parecer, con tendencia al masoquismo. Y me gustaba, no fue difícil saberlo: con su torpe caminar, ese dulce aroma, su risa a la par y es curiosa cercanía... era difícil pensar en alguien que no fuera ella.
Pero a pesar de ello, no podía aceptar que sentía esto por ella. No podía permitirme mirarla de ese modo, porque sabía que ella no me dejaría entrar a su vida; ella no dejaría que nadie más entrara a su corazón y mucho menos un patán como yo. Además, Carlee no me permitiría terminar con ella sin morir en el intento... no sin una justificación que valiera la pena para ella.
Pero a pesar de aquello, aquí estoy, en plena noche, intentando que el cumpleaños de Courtney no sea aburrido y que el ajustado suéter gris que lleva no me haga imaginar cosas que no quiero. Aquí estoy, intentando pensar en una manera no grosera de pedirle perdón por mi estúpida manera de ser. Decirle que estoy tan acostumbrado a las explosivas manías de Carlee que no sé cómo tratarla de otra manera que no sea con otra explosiva manía. A veces creo que tratar con ella es como estar con un animal atropellado; no sabe si dejar que te acercas o si debe luchar con lo que queda de su vida para alejarse del incierto dolor.
Y aquello me frustra de sobre manera, porque no puedo ignorar el extraño sentimiento de querer besarla hasta que olvide que la hice caminar más de diez kilometros sin que me rechace y me diga que soy un total idiota. Que lo soy, no lo niego ni por un segundo.
—Courtney—habla Danielle— ¿Quieres dejar tu lugar a Ronald?
Mi mente regresa a la tonta fiesta y apenas noto el ruido de la botella girando sobre el piso.
—¿Por qué?—sus ojos me miran un segundo y después miran a la rubia con cabello morado.
—Porque, por lo que me dijo Ronald, tiene que contarle algo a James sobre una chica con la que necesita ayuda.
¿De qué rayos habla?
—No es cierto.
Observo al estúpido de Ronald sonreír al tiempo que prende un cigarro. Lo mira como si huiera algo raro en él cuando me dice:
—Amigo, tú ya sabes.
¿En serio? Porque no recuerdo hablar recientemente con él sobre alguien que le gustara. O siquiera haber hablado con él en las últimas semanas. Me encojo de hombros mientras lo veo ponerse de pie y sentarse un poco más cerca de mí. Sin embargo, cuando estoy a punto de preguntarle qué demonios le pasa, caigo en cuenta de que Courtney ahora está frente a mí, mirándome con miedo. El color de su rostro se ha ido y Danielle hace que las palabras se queden en mi boca, pues rápidamente gira la botella deseando que su plan funcione.
Sin darme cuenta, yo también deseo que funcione.
Los segundos que la botella tarda en detenerse se me hacen eternos. Pero cuando veo que nosotros somos los siguiente afortunados, no puedo evitar soltar un silbido medio nervioso.
—¡James y Courtney!—celebra—Tienen que besarse. Durante dos minutos. Y tú, Courtney—señala a la temblorosa chica— debes sentarse a horcajadas sobre James.
Esto está mal, ¿Por qué tenemos que cumplir ese tonto capricho? Muevo la cabeza de derecha a izquierda, negándome a ser una tonta marioneta de su espectáculo.
—Me importa un carajo que estés con Carlee—se adelanta a hablar—. Todos sabemos que es una perra.
Sí, lo es. No tengo idea de qué es lo que refleja mi rostro, por que Courtney me mira muy atenta mientras se muerde el labio con bastante vehemencia.
—Y mejor que sean tres.
Molesto, bufo por lo bajo. A ver, analicemos el asunto... La vida me da la oportunidad de besar a Courtney. Justo donde cualquiera puede observar tremendo acto. Pero sería por tres minutos... lo que le da tiempo a alguien de sacar una foto. Aunque tendría a Courtney encima de mí. Cosa que haría que Carlee me aviente al lago congelado.
—Está bien—le digo—. Hagámoslo.
Casi escucho el grito interno de Courtney y cómo su mente maquila un plan de huida. Parece que pelea con su cuerpo mientras se pone de pie. Evito mirar la sonrisa tenebrosa de Danielle y cómo los demás ansían ver el desenlace. Mi mente queda en blanco cuando Courtney se sienta a horcajadas sobre mí. Mis manos enseguida la sostienen de la cintura y mi corazón comienza a palpitar tan rápido como aquella vez que mamá me regañó por llegar ebrio a casa.
—¿Estás seguro?
El miedo en su voz comienza a instalar terror en mi mente.
—Sólo hazlo.
Antes de que salga corriendo.
Courtney suspira fuertemente y cierra los ojos. Puedo sentir como tiemblan sus manos en mis hombros y me inquieta que ella note que las mías pasan por lo mismo. La distancia se acorta de manera pausada, pero en un acto desmesurado, me acerco con toda la intención de acabar con la espera.
La beso.
Siento la calidez de sus labios sobre los míos y me dejo llevar por el lento beso. Todo a mi alrededor se vuelve borroso mientras saboreo lo abrumador del momento. Pareciera que por un segundo, ambos olvidamos en dónde estamos, porque noto que siente la misma necesidad que yo por estar aún más cerca del otro.
Mi mente celebra al ver que ella deseaba esto tanto como yo. Así que cómo puedo, intento mandarle el mensaje que tanto desea y no puedo decirle: que me encanta. Que me vuelve loco y que me gustaría repetir esto mismo tanto como fuera posible. Intento saborear la victoria del momento y la inminente derrota que vendrá al terminar el beso.
*
Y aunque mi corazón sintió la derrota de ver que nuestro beso era sólo algo del momento, no puedo dimensionar que tan grande es la derrota que Courtney siente al ver la cafetería siento un total desorden. Algunas mesas están tiradas y puedo ver que cerca de la entrada hay vómito fresco... que ha soltado el idiota que quería besar a Courtney por la fuerza. La tensión del lugar es aún más fuerte que la tensión casi sexual entre la chica a mi lado y yo.
—¿Dónde estabas señorita?
¿Qué podemos decir? ¿Cómo puedo sacarla de esto? ¿Será el precio de mi gran estúpido capricho? ¿O es el precio de mis pecados?
—¿No piensas responder?—el rudo grito de la señora logra espantarme un poco, pero no tanto como la chica recargada en la barra—¿No sabes cómo sabes bien tu trabajo? ¡Destruyeron a cafería!
Serás idiota, Anthony, resuélvelo... ¡Ahora!
Mi mano busca el calor de la suya y ella rápidamente entrelaza nuestros dedos. Courtney cierra los ojos en el momento que estos se cristalizan y veo como reúne valor para aceptar la culpa. Pero no puedo dejar que haga eso.
—Courtney se sentía mal. Tuve que llevarla al hospital.
Me muerdo la lengua cuando la severa mirada de la señora me apuñala. Courtney aprieta su agarre y evito mirarla.
—¿Es verdad?
Por supuesto que no, señora. Estaba aburrida, era su cumpleaños, la llevé a una fiesta y nos besamos.
—Me dolía mucho la cabeza—la voz lastimera de Courtney es tan real que me pregunto si está actuando o es producto del miedo que siente— y la música empeoraba cada vez más mi molestia.
La señora suspira, decepcionada del desenlace. La chica detrás de ella me mira con los ojos entrecerrados, pero no le veo la intención de delatarnos. Con mucha discreción, muevo los labios para darle las gracias sin que nadie note ese gesto.
—Lo siento, es mi culpa—se masajea las sienes y mira al chico vómito—. Sabía que esto iba a pasar. Kendall nunca dejará de ser un chico irresponsable.
Sin pruebas suficientes que pongan a Courtney como la principal victima, nos deja ir. Le desea feliz cumpleaños y a paso lento salimos del local. Ella no puede dejar de echarse la culpa y veo que realmente quiere llorar.
—Tranquila.
—James, esto que pasó aquí fue por mi culpa—sube al auto—. Por irme contigo.
—Si no hubieras ido conmigo no te habría besado—mi boca habla sin mí permiso.
Pero siento una gran libertad al decirlo, que no oculto la sonrisa de mi rostro. Courtney me imita y noto como sus mejillas se tornan de color rojo y sus ojos me miran lo suficiente para querer lanzarme a besarla nuevamente.
Courtney Grant es un encanto.
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