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Eran ya más de la medianoche, y Sunao seguía sin pegar el ojo. A pesar de que si se levantaba de la cama, Tobi lo iba a detener de alguna forma poco verbal.
Y tenía algo de miedo.
Entonces no dijo nada por el resto de los minutos que pasaban lentamente en esa habitación. Hasta que escucho un suspiró.
-—¿Realmente no te vas a ir a dormir? A veces cuestiono tus horas de sueño.—
—Ah, sigues despierto...—
Sunao se volteó a ver a Tobi, ojos de un azul oscuro y profundo topándose con dos ojos ambares.
Aunque sintió que el peligris se acercaba mucho a su cara, no hizo más y se quedó donde estaba.
—Esto.... ¿Es una quemadura?— pregunto, rompiendo el silencio de la habitación oscura.
—Uhm... estas algo curioso hoy, Tobi.— El peli negro evitó su mirada en sus ojos. —Si, es una quemadura. Mi padre la hizo.—
Hubo una pausa ante la revelación. Pero el mayor continuo.
—Desde de la muerte de mi madre, mi padre me abandonaba y regresaba a altas horas por la noche. Habían días que moría de hambre y dormía para despertar en el hospital. Por ello no me gusta comer otra cosa que no sea ramen instantáneo y... es un mal hábito mío.—
Tobi observó como su cuerpo se inclinaba hacia adelante, el contrario abrazando sus piernas en posición fetal.
"Un niño en el cuerpo de un joven..." pensó
—Una noche mi papá vino pasado de copas y completamente encabronado de la vida, tomó el agua hirviendo y trató de matarme.. ¿Viste?, lo dije de lo más normal.— Habló irónicamente.
Tobi bajó su mirada ante el nerviosismo de Sunao. Lo vio dar un suspiro entrecortado.
—Pero luego "esa cosa" me defendió y trato de hacerlo pasar como un suicidio cuando en realidad lo extranguló hasta la muerte.—
—... Fuchi- —
—No digas que te conté esto. Es asqueroso. Quiero vomitar...— habló el pelinegro mientras tomaba su cara en un intento de ocultar cualquier tipo de sentir que estaba pasando por su cabeza.
Entonces Otogiri sintió fría y dolorosamente las heridas que tardaban en sanar de Fuchi Sunao. Y comprendió. El también tenía un trauma.
—No lo diré. Pero tengo algo que contar también. No creas que eres el único.— Habló el oji ámbar.
Aunque no lo pensó bien. Corrigió. —Me refiero al trauma. Por más que parezca un triple hijo de puta, créeme que no es en vano.—
—Ohh..— el ojinegro destapó su rostro, topándose con los ámbares de Tobi. —No.. no pensé que eras del tipo que compartía sus traumas en una noche de invierno.—
—No lo soy.—
—¿Entonces para qué me cuentas esto?—
—... Quiero empatizarme contigo. Me siento mal por lo que pasaste.—
"Qué sincero..." pensó el mayor. Se acomodo a escucharlo.
—Tenía un hermano mayor. Estábamos en el parque y nos persiguieron. No tenía ni la mayor puta idea. Me dijo que me escondiera en una casa abandonada. Espere ahí. Era un niño, no sabía ni siquiera en que situación se metió. Salí y lo único que encontré era un charco de sangre. Mi hermano no estaba ahí. Sigo en la búsqueda de él desde entonces.— Escupió el peligris.
Sunao había escuchado atentamente todo. Pero no pudo evitar pensar en la primera impresión que tuvo de Tobi. "Parece resentido de la vida"
Y vaya que sentía empatía por este. Así que hizo lo más estúpido que le pidió su cuerpo en ese momento.
Trajo su frío cuerpo hacia el suyo, envolviéndolo en un abrazo. Ni siquiera sabía que estaba haciendo.
—¡¿Qu- Qué haces?!— Exclamó susurrando. Tobi estaba luchando por deshacerse del agarre.
—Ni siquiera lo sé..— Fuchi hizo una breve pausa. —Mi cuerpo reaccionó por si solo.
Suspiró mientras soltó a Tobi. Volvió a su lugar, acomodándose aún recostado, mirando al techo.
—Siento que de alguna manera ambos necesitábamos eso.—
—...Oh.—
Y es lo último que dijo, sin darse cuenta, la cara de otogiri estaba quemando. No necesitaba una muestra de afecto. Todo esto lo estaba superando.
Pero se sintió cálido. Contando el hecho de que Fuchi tenía alta temperatura corporal. Por un momento se embriagó de la calidez que enmendaba.
Tobi podía seguir pensando en todo lo que acababa de suceder, si no fuese por qué cierto alguien estaba tocando la puerta.
La puerta crujió.— Tobi, estas ahí??—
Ryuuko se asomó por la puerta, frotando su ojo derecho, llegó hacia la cama del peligris.
—¿otra pesadilla?—
—Si.. ¡Oh! Es bucchi, pensé que estaba en su cuarto.— exclamó la peligris.
—Bucchi tampoco puede dormir. —
—Entonces, ¿por qué no dormimos los tres aquí?— Sugirió Fuchi.
Horas después, todos amanecieron a las 11 AM aproximadamente.
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