capítulo 3

Alexia.

Aun seguía esperando la llamada y obviamente no llego, tenía tres días buscando empleo y en los tres días todos los lugares prometieron llamarme y obviamente no lo hicieron, tal vez seria porque mi  experiencia laborar se reducía a recepcionista de un hotel que ya ni siquiera existe y  niñera de una guardería que muy pronto cerrara sus puertas. Solté un sonoro suspiro dejando a un lado mi teléfono para observar  A Hannah quién estaba muy concentrada dibujando algo en su libreta.

“Todo era por ella, todo lo hacía por ella” me repetí como solía hacerlo en los días en lo que querías tirar todo y no seguir, en eso días en lo que solo quería llorar hasta dormirme. Me levanté con tranquilidad de la silla mientras mi manos seguía temblando de la ansiedad que se había generado en mi interior, solo me repetía que saliera corriendo o llorará a mares cosa no haría ¿que pensaría Hannah de mi? ¿y se le decía a alguien?  no podía permitirme eso así que haría lo que hacía en estos casos cuando mi ansiedad me atacaba; fumar y llorar en silencio, Apartada de todos para que no vieran que en realidad estaba muy mal, solo sobrevivía gracias a Hannah.

–Cariño si me necesitas voy a estar arriba si, vuelvo en un rato pero si necesitas algo me llamas y yo bajare enseguida.

Tomó el paquete de cigarrillos que guardaba en la alacena ante la  mirada curiosa de la pequeña, quién entrecerró un poco sus ojos para poder descifrar que sostenía en la palma de mi mano.

–Ok mami te quiero. –Desistió volviendo a su dibujo como si nada pasará.
–Y yo te amo al infinito y más allá.

Ella no lo sabía y ni siquiera lo podría entender peros sus te quieros eran lo único que me mantenía cuerda para no tirar todo por la borda. Salí del departamento mirando mi teléfono una vez más pero nada, era de esperarse por supuesto ¿a quien seguía  engañando? No conseguiría nada tan fácilmente, al menos no en una  parte donde  pagarán  bien, por lo que mis opciones evidente se reducían a aceptar la propuesta de una extraña que fue la única en llamar para ofrecerme trabajo como asistente en un despacho de abogados, sonaba bien y el pago era exorbitante pero tenia que estar disponible las veinticuatro horas del día para lo que requiriera mi jefe y no me podía negar a nada, aún me dan escalofríos recordar esa conversación, nada era literalmente nada y si me pedía cometer un asesinato ¿tendría que hacerlo realmente? “No gracias no estoy  tan desesperada” fue mi única respuesta más sin embargo guarde el número de esa mujer, mi otra opción era trabajar en el club cosa que no quería  para no encontrarme a ese sujeto otra vez.

Los últimos tres días no me lo había podido sacar de la cabeza no quería imaginar lo que pasaría si lo viera más seguido, Iba a besarme y yo lo iba a permitir, no yo lo deseaba, no había otra palabra para eso si fueran otras circunstancias y no hubiera sabido quien era realmente él realmente sin duda le hubiera dado  mi número de teléfono y mucho más, ese hombre era demasiado sensual  me atraía demasiado a cualquiera mujer podría  hacerlo era como un dios griego, pero como nada puede ser perfecto es una persona  muy peligrosa, lo sospeche desde que lo vi darle ordene a ese sujeto mandando a torturar al imbécil que me había coqueteado además Román me lo confirmo hace unos días.

Walter Neumann estaba sumergido hasta  el cuello en los negocios ilícitos  y el club por el  que mi mejor amigo invirtió todo lo que tenia solo era una  fachada  para lavar dinero y traficar armas y drogas, recordar eso solo me llenaba de cólera, no era justo, no era jodidamente justo para él, Román no sabia nada de esa  basura  cuando decidió asociarse a él y aun así lo embarro de toda esa mierda  dejándolo sin opciones mas que seguir  trabajando para ese maldito hombre. Eso solo me hacía odiarlo aún más y ni por muy hermoso que fuera iba a borrar lo que es y es un puto mafioso de mierda, no estaba dispuesta a estar con persona como esa, no otra vez, ellos son los peores creen que son intocables no saben que también son humanos y pueden morir con la misma facilidad que el resto.

Saque el primer cigarrillo de la cajetilla mientras comenzaba a subir las escalares de emergencia que daban a la azotea. Mis labios temblaron y está vez no sabía si era por el terror que causaba recordar el pasado o era las ganas de llorar por igual recordar tiempo que para mí desgracia o fortuna no volverá. Termine de abrir la puerta de metal sintiendo el viento helado del atardecer y los sonidos lejanos que se escuchaban de la ciudad, le di otra calada al cigarrillo tratando que mi cuerpo entrará más en calor mientras me dirigía al otro extremo de la azotea.

Ahí tomando las barandas que evitaban una caída catastrófica de 30 pisos se encontraba mi vecina, sus manos temblorosas me decía que no estás bien por lo que me acerque y no sabía si  era la mejor opción pero tal vez no había vueltas atrás a pesar que Rebecca no era santa de mi devoción no la odiaba y trataba de eliminar ese sentimiento de desagrado  que tenia hacia ella, me sentía culpable mi vecina  se veía genuinamente arrepentida por tratarme como lo hizo en un principio.

–Uno. –Le ofrecí un cigarrillo   llamando su atención, la rubia inmediatamente se limpió las lágrima de su cara y me aceptó el cigarrillo sin darme la cara por completo. –Si yo también quiero llorar, sabes  no he podido  conseguir  trabajo, pero esas cosas pasas no todo es tan malo Becca.

Me sentía una idiota, como podía hablar de mí estúpido problema como si fuera lo más importante del mundo y si se habría muerto su madre o algo así y yo estaba aquí comparándolo con mi fracaso de buscar empleo.

Le di otra calada a mi cigarrillo negando a abrí otra vez la boca para de seguro no empeorar más la situación además ¿y si ella quería estar sola? y yo solo vine a perturbar su paz.

Dios era una inepta, siempre tenía que dármela de salvadora cuando no puedo ni conmigo misma.

–Lexi Necesito ayuda.

Su voz me sacó de mi pequeña pelea mental devolviéndome a la realidad par girarme hacia ella nuevamente quien está vez si giro su rostro  para que la viera con claridad.

Algo se encendió dentro de mi a lo que noté lo que pasaba, estaba ardiendo de la rabia su ojo estaba completamente hinchazón hasta casi estar cerrado con una gran marca violácea alrededor de está, su labio  inferior estaba  completamente roto con un hilo de sangre seca sobre el mismo, su rostro en general de ese lado estaba un  poco inflamado.

Su marido por supuesto que había sido él, en algún momento sus discusiones e intimidaciones verbales se había vuelto algo peor, ella no podía seguir en el mismo techo que ese sujeto, ni la persona más desgraciada del mundo se merecía esa vida, nadie podía tener tu cuerpo como su sacó de boxeo favorito por muy enamorado que estés.

Una lágrima rebelde se escapó de mi ojo mientras me balance  hacia su cuerpo para abrazarla por su altura mayor a la mía parecía que ella fuera la que me estaba dando consuelo a mí.

Me dolía verdaderamente, ninguna persona merecía esto solo por qué si, su único pecado fue amar de más a una persona que no valía la pena.

–Todo fue mi culpa lexi, yo lo presione para que consiguiera el dinero del alquiler porque no quiero vivir con su madre, no le debí decir nada él hizo algo malo y ahora está despedido todo por mi insistencia. –Me trata de explicar en medio de sollozos ahogados.

Era una mierda porque nada era su culpa, esa era unos de los problema de las personas violentas que trataban de excusarse de todas la forma, lo cierto es que no había excusa para golpearla, siempre es el mismo ciclo y nunca será su culpa. Era una mierda, amar a alguien a veces nos destruía.

Me puse de puntitas tomando su cara con mis manos con el cuidado de no lastimar mas su rostro: –Nada es tu culpa ok, nada justifica que él sea un enfermo violento, cálmate vamos a solucionar esto.

–¿Cómo? –mas lágrimas brotaron de sus ojos acompañado de más sollozo. Estaba mal lo entendía era algo por lo que rogaba nunca pasar ¿como le haces entender a tu cerebro que la persona que mas amas te daña de esa forma?

–Lo vamos a denunciar, es peligro que él este suelto puede no solo hacerte daño a ti otra vez sino a Rose, piensa en ella.

–Mo creo que él sería capaz de lastimarla.

–Si ya el lo hizo contigo él sería capaz de todo Rebecca –Solté no era momento de blanquear las cosas y ser condescendientes ella tenía que ver las cosas como realmente eran y tomar una acción sobre ellos, antes de que otros y ella misma volvieran  a seguir lastimado por el inestable de su marido.

Limpie su lágrimas una vez más y le pase el teléfono con el número de emergencia reluciendo en la pantalla motivándola para que lo hiciera ya era suficiente, por más que se quería engañar no era la primera vez que esto pasaba y estaba muy segura que no sería la ultima.

–¡No! –negó pasándome el teléfono nuevamente y soltándome mi agarre alejándose unos pasos de mi –Es fácil decirlo Alexia pero tienes que reflexionar, se trata del padre de mi hija ¿Qué pensaría Rose si envío a su padre a podrirse en una celda? Sería muy cruel de su  parte.

–Y ¿que pensaría ella si Hans te envía a un ataúd para siempre? ¿Eso sí estaría bien acaso?

Tenía que entenderla estaba claro pero me molestaba que solo pusiera a la niña como excusa para ese desgraciado, ella en realidad estaría feliz si no volviera a ver a la cucaracha de su padre nunca más y Rebecca también lo sabía solo que no lo quería admitir.

–Solo necesito tiempo ok, solo dame un día por favor,  yo puedo solucionarlo hablare con él y si no cede lo denunciaré.

–No puedo –susurre tratando de ahogar la culpa que  empezaba  acumularse en mi estómago –No puedo simplemente ignorar algo así cuando se que tuve el poder para arreglarlo.

Rebecca no lo entendía y sus gritos enfurecidos me lo confirmaron, tal vez ella se enojaría conmigo por un tiempo, aunque al menos me daría la certeza que estaría segura, en el futuro me lo agradecería y si no lo hacía no me importaba la verdad lo único que me importaba era mantener salvo a Rose.

–Te dejare sola un rato más Becca, estaré con las niñas.

Solté el barandal y me gire ante la atenta mirada acusadora de mi vecina pero lo ignore y procedí a llamar a la policía para informarle del caso.

–Eres una perra, egoísta –escupió  ella detrás de mi y cualquiera que la escuchará pensaría que en verdad le habría  hecho algo malo.

–Hasta el día de mi muerte –solté sin mirarla no sé si era para que ella se sintiera ignorada y le diera más impotencia o porque ya no quería seguir discutiendo, tenía bastante problemas para ganarme otra enemiga mas, lo mejor sería simplemente ignorar el tema y ya pero yo no era así, no me importaba si mis problemas ascendía  de  noventa y nueve a cien, haría lo correcto.

Las niña estaban viendo una caricatura en la pequeña  sala mientras yo me quitaba mi horrible piyama para ponerme algo más presentable  en mi habitación. En cualquier momento llegaría los oficiales para darle la declaración de lo que sucedió, además  hablarían con la niña ya que ella estuvo presente en todo el problema, con testigos empezaría a buscar al estúpido de Hans de inmediato para que así no le hiciera daño a nadie más en su asquerosa vida.

Me acerque al  espejo que reposaba en la pared de mi  habitación, saque los pupilentes  de color  marrón y procedí  a ponerlo con mucho cuidado, esto era una mierda tener que llevar esas cosas, eran molestos, pero  necesario si iba por ahí con mis ojos uno gris y uno marrón correría el riesgo de ser reconocida y no estaba en condiciones para seguir corriendo riesgo, en estos cuatro años mis cambios de imagen habían sido sutiles pero lo suficiente para no ser reconocida por nadie de mi pasado no querría que por una mala jugada de la vida pudiera tener a una de esas personas frente a mi así que me asegure que si los llegaba a tener frente a mi  no me reconocerían, no quería a nadie de mi antigua vida. Era una nueva persona ahora, era Alexia una mujer sola con su hija y punto, nadie tendría porque rebuscar en algo que ya fue.

–Mami alguien toca la puerta.

Los gritos de Hannah resonaron  por todo el departamento y probablemente también fuera de este.

–Voy en un momento cariño –grito de regreso. Salgo de la habitación y  a unos paso de la sala me encuentro a las niña quien ya había abierto la puerta sin mi permiso.

Iba a regañar a Hannah cuando una presencia me dejó muda.

–Hola pequeña perra –La sonrisa siniestra de Hans se ancho más al verme de seguro aterrada.

–Papi ¿que haces aquí? –cuestionó la pequeña Rose cargando su atención a su progenitor.

Mierda mi teléfono pensé enseguida y  con la manos temblorosas trate de sacar el teléfono de mi bolsillo pero la voz de Hans me detuvo en el acto.

–Si fuera tu no haría eso. –sacó un cuchillo carnicero detrás de su espalda dejándolo relucir y haciendo que mi terror fuera evidente,  Hannah lo ignoro concentrando su atención en el Televisor nuevamente sin embargo la pequeña rubia no y juraría que estabas apunto de llorar.

–Niñas vayan a jugar en el pasillo, el señor  Fischer y yo tenemos algo que hablar –me adelante  antes de que él hiciera otra cosa frente a las niña  además tenía la esperanza de que Rose comprendiera aunque sea un poco que yo estaba en problema y pidiera ayuda.

Era una mierda que mi esperanza de salir ilesa de esto se reducirá a una niña de cuatro años pero no tenía nada más.

“Eres una sobreviviente nata Alexia” me susurro mi cabeza. Era cierto podría con esto en el fondo lo sabía.

Las niñas finalmente salieron cerrando la puerta tras de si apenas el clic de la cerradura llegó a mis oídos salí disparada hacia mi habitación como cuál gacela huyendo de su depredador.

–Ven zorrita no le haré nada a tú lindo rostro.

Estaba completamente demente era peor de lo que creía solo esperaba que Rebecca estuviera bien, pase el pestillo de la puerta de mi habitación volcando la mesita de noche para empezar a buscar entre la madera el escondite que había hecho.

–No debiste meter la nariz donde nadie te llamó puta, acabaré contigo –la puerta se abrió revelando al maníaco  tras de ella y mi única protección cayó  –Pero antes me divertiré demasiado contigo. –soltó y me gire para encararlo sus rostro lleno de maldad y lujuria fue lo primero que vi haciendo que los latidos de mi corazón aumentar aún más.

Mierda, mierda.

Se acercó hacia  mi  lentamente disfrutando del terror que me infundía, mientras blandeaba el cuchillo carnicero en el aire, finalmente una lágrima brotó de mi rostro y el pensó que era de resinación.

–Pensé que lucharía más pequeña perra pero veo que te ha comida la lengua el gato.

Toco mi cabello y contuve una arcada, odiaba a ese hombre con cada vibra de mi ser y su toque sin duda era lo más repugnante que jamás había sentido.

–¿Por que lucharía si el resultado sería el mismo?

–Tal vez no te mate eso depende de qué tan bien  me chupes la polla –su espumantes risa retumbó  en el imperturbable silencio de la habitación, estaba feliz pensaba que había ganado la guerra, creia  que yo permitiría que me violara y no diría nada. Me iba a callar a su retorció modo.

Asco eso era lo único que gritaba mi cerebro cuando ese hombre estaba cerca de mi y ahora que sus asquerosas manos seguían acariciando mi melena como si no estuviera dispuesto a hacer daño solo me molestaba más.

–Prefiero morir a tocarte siquiera con una rama –Escupí con la rabia dominando cada palabra que salía de mi boca.

Su sonrisa se ancho más y la asquerosa erección que se marcaba en sus pantalones se puso más dura, disfrutaba de verme tratar de luchar. Jalo mi cabello con brusquedad dejando al descubierto mi cuello y lo próximo que sentí fue el frio metal sobre este quien me rozaba lenta y tortuosamente.

–¿Que piensa ahora?  ¿aún quieres morir o prefieres otra cosa? –Espeto quitando finalmente el cuchillo y restregando su erección al mismo de forma desesperada como un animal en celo, solo que él no era un animal era un monstruo.

–Prefiero que tú mueras maldito enfermo. –Quite la tabla del suelo  lo más rápido que mis dedos lo permitieron sacando el arma, él trato de lanzarse para alcanzar esta pero ya  tenía el arma en mi manos sin perder el tiempo  disparé sin apuntar bien rogando a todos los dioses que conocía para que le diera en su maldito corazón.

Por la impacto del arma  de la bala caí del nuevo al suelo cayendo el arma debajo de mi cama a unos metros de mi.

–¡Vas a morir maldita perra!

Hans, como pude abrí los ojos viendo a la escoria con el cuchillo sobre su cabeza tratando de cubrirse de la bala que nunca lo toco ya que había fallado y ahora sí estaba lo que seguía de jodida, no tenía el elemento sorpresa y no tenía la pistola en mis manos. Estaba acabada y él lo sabía su asquerosa sonrisa sádica me lo confirmo.

Rápidamente me arrastre hacia debajo de la cama tratando de alcanzar el arma pero mi vecino  fue mucho más rápido que yo, me tomo de mis piernas arrastrándome por la habitación llevándome lo más lejos de mi cama posible y haciéndome daño en el proceso, me giro sobre si hasta quedar frente a él quien una expresión de triunfo dominaba sus facciones.

Había ganado lo sabía.

–Ahora si te romperé en todos los sentidos como la puta que eres  –rugió muy fuera de si, era una bestia en su completo estado natural.

Comencé a gritar hasta que mis pulmones dolieron, era lo único que me quedaba gritar y esperar que alguien me escuchará no estaba dispuesta a morir, aún no tenía muchas cosas por hacer.

Su asquerosa saliva yacía esparcida por todo mi cuello mientras su asquerosa lengua  seguía descendiendo hasta mis pechos dejando besos húmedos Corriendo el top que llevaba en el proceso, por mi parte  seguía gritando  y llorando, retorciéndome en el suelo deseando tener una fuerza superior para quitármelo de encima. Finalmente logré sacar unas de mis manos y se las enterré en sus ojos con todas mis fuerzas logrando que él se separara de mi por unos segundo, seguía gritando por ayuda, pero mis súplica y mis desesperación fueron calladas cuando lo siguiente que sentí fue su puño impactar sobre mi rostro hundiéndome en la negrura de la inconsciencia.



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