Te busqué mientras estaba dormido,

preocupado porque no apareces

no puedo casi ni respirar...

Una noche sin tu luz, una noche de tortura.

Pensar que te quiero demasiado como

para olvidar que no me amarás jamás.

Hoy te tiñes de rojo,

tu sangre recorre el cielo y tu rostro

lleno de pena está.

¡Oscuridad!, no te vayas jamás que

la quiero conmigo hasta la eternidad.

No puedo evitar quedarme mirándote

como un idiota, admirando tu grandeza y

tu infinita belleza.

Tu reinado no es visible para humanos

ordinarios, solo yo te puedo observar en

todo tu esplendor imaginario.

Envidia de las estrellas siento, porque

están más cerca de ti; cuanto desearía ser una,

aunque solo sea para mirarte.

Susurros, escucho susurros que me informan de tu engaño,

pero yo no hago caso a voces

que no salgan de tus labios, luna...

Yo solo en medio del cielo, navegando

a la deriva entre constelaciones, cuando mi trecho desapareció

desde el día que te vi.

Segundos, minutos y horas pasan,

tu ánimo varía con el pasar del tiempo, cambiando tu rostro por completo,

pero aún así te quiero, jamás te dejaría.

Amada Luna mía ¿Por qué tus lágrimas

teñidas de sangre color carmesí están? y

¿Porqué tengo en mis manos tu sangre lunar?