CAPITULO 33
Para el cumpleaños de mi madre. Alquilamos una casa campestre a las afueras de la ciudad. Nos recluimos en ella desde el viernes, día de su cumpleaños, hasta el domingo. Realizamos un asado, tenemos lucha en la piscina, cabalgatas —yo tuve que quedarme con las ganas— pesca, que hizo llorar al recordar a Vin. Sonia y Mel han estado muy pendientes al igual que la familia de Diego y el mismo. Sin embargo he intentado mantenerlos un poco alejados.
—Mija ¿Por qué no lo llamas y hablan las cosas?
—No mami. No quiero hacerme falsas ilusiones, ni tampoco quiero ver la cara de decepción que tendrá si Mati resulta ser hijo de Diego.
—De acuerdo mija, es tu decisión.
He pensado muchas veces en hacer lo que mamá dice. Pero no quiero confundirme ni lastimarme más. Tampoco quiero que mi hijo sufra. Es suficiente con ver a su madre echa un lio cada vez que Vin aparece en el panorama o cada vez que intento alejar a Diego y su familia cuando son demasiado intensos.
—Alec mira... aún tengo el toque —Alex se tira desde lo alto del trampolín haciendo una pirueta. Siempre ha sido un payaso.
—Ese chico primero se matará el mismo que el cáncer
—¡Mamá!
—¿Qué? Debe tener más cuidado, podría romperse el cuello. ¡Alexander deja de tentar al diablo! —Alex ríe mientras mamá lo sigue reprendiendo como si fuera un niño. Desde que mamá se enteró del estado de Alex y de que ha sido negado por su familia lo ha cobijado bajo su ala, ha estado pendiente de sus comidas y de sus citas médicas. Alex se ha encariñado demasiado con ella, tanto que ya le dice:
—Vale Ma, voy a tener más cuidado.
El fin de semana es muy relajante.
La siguiente semana es diciembre, así que voy a comprar todo para adornar mi casa y oficina. Recibo una tarjeta del día de la Virgen con unos chocolates lo cual me hace sonreír.
Adam y Alex ayudan con los arboles de mi casa, la de Cam y la de mis padres... nosotras ayudamos con las casas de Adam y Alex. Hace unas semanas conocimos a los padres de Adam... Ingrid y Saúl. De tal palo tal astilla.
Los siguientes días pasan y pronto llega el veintitrés de diciembre. Mañana es la cena de navidad y me he comprometido a realizarla en mi apartamento. Todos están invitados, se por algunos pajaritos que Matías tiene un Baby Shower en navidad. En las últimas consultas con el Doc me programo fecha de parto para el tres de enero, así que ya estamos próximos y todos nos estamos preparando. Mi maleta ya está lista... yo no tanto. Tengo miedo.
Decido levantarme temprano para tener todo listo para mañana. No le pido a nadie que me acompañe, deseo que la cena sea una total sorpresa. A las seis de la mañana me encuentro en el mercado buscando los mejores y frescos productos.
Estoy concentrada en unos bellos tomates, cuando alguien me empuja, me volteo para decirle a la persona que tenga más cuidado y me encuentro con la horrible cara de mi ex suegra.
¿En serio? ¿Por qué siempre tengo que estar sola para encontrarme a los indeseables?
Jodido Karma y toda su mierda.
—Pero mira nada más —Veo que la ogro está acompañada por dos secuaces, típico de los cobardes—. La lagarta en persona. Y mira si es cierto, está embarazada. A saber quién es el padre de esa cosa. —Oh mi Jesús, siento a la bestia venir.
—¿Perdón?
—Ja. Tras de arrastrada sorda —sus amigas ríen. ¿Qué es esto? ¿La secundaría?
Alec a palabras necias oídos sordos. No les des el gusto de verte explotar. Sé más dama que ellas e ignóralas. Intento seguir inspeccionando los tomates pero Mercedes me toma del hombro y me voltea bruscamente
—Estoy hablando contigo zarrapastrosa. ¿Qué? no quieres decirme de quién es hijo tu bastardo. —Odio esa maldita palabra.
—Será mejor que te vayas Mercedes, no es de damas como tu hacer estos espectáculos. ¿Dónde quedan las clases de modales de las que tanto presumes?
—Tú a mí no me dices que hacer mocosa insolente. Ja. Dime, acaso ese engendro es de mi hijo, ahora que lograste llevártelo de saca y todo —Aprieta fuerte mi brazo y sus uñas postizas se clavan en mi piel, hago una mueca de dolor.
—Aléjese de mí, ahora —digo entre dientes apretados.
¿Se supone que en estas escenas aparece el héroe y salva a la protagonista? Maldita sea ¿Quién carajos escribe mi vida? Voy a golpearlo hasta la muerte.
—Mercedes, creo que es suficiente —Una de sus amigas dice.
—No es suficiente. Desde que te vi llegar a nuestras vidas supe que eras un maldito gusano. Más te vale que esa cosa que llevas ahí dentro no sea de mi hijo porque voy...
Empujo a mi ex suegra. Como aún me sujetaba tropiezo un poco pero logro sostenerme de la estantería. Ella cae y tropieza.
—¡Maldita bruja, espero que tú y tu bastardo se mueran de hambre! —grita. Le arrojo un tomate en su cara. Tenía la intención de que se estrellara y explotara pero la golpeó en la mejilla y termino por derramarse en el piso.
—Vuelve a referirte a mi hijo de esa manera y aquí mismo me encargaré de hacer una salsa roja contigo. —gruño. Sigo arrojando tomates en su dirección. Grita al igual que sus amigas. Estoy en modo combate y mis misiles no dejan de ser disparados.
Me detengo cuando alguien me sujeta de las manos, entonces, veo a los policías tratando de levantar a Mercedes y sus amigas. Quien me sostiene es otro policía.
—Señora cálmese. ¿Qué está sucediendo aquí? —pregunta un uniformado a Mercedes.
—Esa maldita bestia intento matarme
—Sí, porque un jodido tomate es un arma mortal —Miro al policía y le pongo ojitos de Giordano—. Ella estaba ofendiéndome a mí y a mi hijo —Intento hablar fuerte pero creo que tantos tomates arrojados han agotado mi energía. Ahora que observo la escena del crimen parece una fiesta de rojo. Incluso hay un oficial con rastros de tomate en su pecho.
Cristo, era una máquina de matar
—La señora fue la primera en atacar a la joven —El vendedor de tomates me defiende—. La señorita estaba viendo mis tomates —De los cuales ya no queda ninguno—, y esa señora empezó a estrujarla y a decirle cosas.
—Eso no es cierto —jadea Mercedes—, tenían que ser estos asquerosos y pobretones. Como siempre, la culpa de sus miserias es nuestra.
—Pero que hipócrita. A ver majestad, acepte que usted es más grotesca y arrastrada que nosotros. —Estoy a punto de decirle que necesita más sexo sucio con su marido cuando siento que me orino. No puedo creerlo estoy en medio de una batalla universal y mi vejiga saca la bandera blanca.
—¿Señora? —pregunta el policía confundido cuando ven el chorro de agua derramarse por mis piernas.
—Lo siento. —Me sonrojo, que vergüenza—. Mi vejiga es así de rebelde.
—Señora eso no fue de su vejiga. He atendido demasiados partos en la calle como para saber cuándo una mujer rompe fuente.
—¿Qué? —Me rio porque se supone que aún quedan algunas semanas. Pero un dolor atraviesa mi abdomen y me doy cuenta que el hombre de verde tiene razón—. . Dios. Mío. No puede ser, aún quedan algunas semanas. No, algo pasó, algo le sucede a mi bebé —Miro a mercedes quien sonríe descaradamente—. Tú maldita bruja, si algo le pasa a mi hijo voy a acabar contigo.
—¿Me dice usted que esta señora ataco primero a la materna? —pregunta otro policía al vendedor e tomates.
—Sí señor.
—Llévenselas. Si algo les sucede a la mujer y a su hijo, ellas serán las principales sospechosas. Por ahora, que respondan por disturbios públicos.
—¿Cómo? Pero si ella fue quien nos ataco
—La señora está en trabajo de parto, ¿cree usted que debe ir a un hospital o a la estación?
—A la basura debería de ir. —escupe con desprecio.
—Señora no se entierre más —dice el policía. Quiero reírme de Mercedes pero el dolor aumenta.
—Mierda debo ir al hospital —Una terrible contracción viene y me dobla del dolor.
—Sargento, debemos llevarla en la patrulla al hospital.
—¡Noooo! Debo ir a mi casa. Allí está mi maleta. Están todas las cosas de mi hijo y mías.
—Pero señora usted ya...
—¡He dicho que quiero ir a mi casa primero! La del dolor aquí soy yo, él bebe saldrá por mi cosa no por la tuya —grito— Oh Mierda, esa mamá tenía razón esto duele horrible —empiezo a llorar— ¡Casa ahora¡
Al parecer ya saben de primera mano que una mamá en trabajo de parto es una granada de mano, hacen caso y me piden las indicaciones para llegar a casa. La mayoría de las personas o están en su trabajo o durmiendo, entonces, nadie es testigo de los dos policías que van a mi apartamento y sacan mis cosas de bebé.
—¿Debemos llamar a alguien?
—Voy a llamar a mi madre —Me entregan mi teléfono y marco a mi madrecita santa a la cual voy a besar todos los días por aguantar estos malditos dolores
—¿Mija qué haces?
—Mami te amo, eres una guerrera. Estoy en un carro de policía porque Matías ahhh... —jadeo, otro dolor intenso—: se ha adelantado y voy camino al hospital. Mami por favor tengo miedo, ven conmigo se supone que aún falta.
—¡Oh Dios santo! Fredy la niña entro en trabajo de parto... tu nieto nacerá pronto —Escucho los gritos de todos al fondo—. Tranquila mija eso pasa, no siempre llegan a la fecha que dice el médico Pero ¿Por qué estas en una patrulla?
—Oh mami, tuve un encuentro con la bruja de Mercedes, discutimos y al parecer eso adelanto el parto. Mami duele. —lloro.
-—Lo se mija, recuerda respirar. Ya vamos para allá.
Los policías prenden la sirena y me llevan a toda velocidad hacia el hospital.
—¿Quieren ir más despacio? ¡Quiero tener este bebé con el corazón aun latiendo!
—Pero si las contracciones son cada vez más frecuentes.
—¡No me importa! ¿Y si se atraviesa un perro y chocamos? ¿Y si alguien se pasa el semáforo?
—Señora para eso está la sirena, para que despejen la vía. Sabemos que está asustada no se preocupe, todos aquí estamos preparados para atender un parto en cualquier lugar y condición.
—No quiero tener a mi bebé en un carro —sollozo.
—Cálmese señora Zabala. Cálmese.
Mi teléfono suena pero no quiero contestar, se lo doy al policía que esta mi lado. Su uniforme dice Zúñiga. Los otros son Márquez y Cabales.
—La señora Zabala entró en trabajo de parto hace aproximadamente media hora, estamos camino al hospital San Vicente. Si señor... —Alguien responde—: Vincent ya se la comunico
No, no, no, no. No quiero hablar con nadie y menos con él porque creo que voy a llorar.
—La señora no puede hablar en este momento, se encuentra muy asustada —gracias imbéciles por decírselo—. Si señor estaremos con ella hasta que usted llegue.
Sé que Cam y las chicas llaman, mi queridísimo agente Zúñiga les responde a todos y repite sus nombres para que sepa quiénes son.
Me bajan en sus brazos de la patrulla y entran conmigo a urgencias, mis padres ya han llegado el ivir más cerca del hospital, su recorrido es corto. Mientras ubican una silla de ruedas para mi logro ver cuando Vincent, Zack, Jaz, Valentino, Amber, Julia, Cam y Adam llegan. Mi madre corre hacia mí.
—¡Alec mija! ¿Cómo estas nena? Mami ya está aquí. —Viene y frota mi frente y cabeza.
—Duele mucho, mami. —gimo de nuevo.
—¿Estás bien? ¿Por qué carajos estabas sola Alec? –—Vin se inclina a nivel de mis ojos. Luce intenso, preocupado y angustiado.
—Estaba comprando las cosas de la cena. Se supone que aún falta tiempo.
—El doctor Moreno te dijo claramente, que debías estar siempre acompañada las últimas semanas —¿Cómo demonios lo sabe?
—¡Alejandra! —Diego viene gritando mi nombre desde la entrada. ¿Pero quién demonios le aviso—. Un amigo te vio en el mercado y me dijo que estabas de trabajo, llame a Adam y me dijo que estabas aquí.
Genial
Vin se aparta de mí no sin antes empujar a Diego con su hombro. La enfermera informa que deben llevarme a sala de partos y que cinco miembros de la familia pueden venir. Empieza una odisea
—Yo soy el padre
—Es mi hijo
Dicen Vin y Diego a la vez. No logro ver el rostro de la enfermera, pero me imagino lo que debe estar pensando.
—Aún no se sabe quién es el padre. Nosotros vamos. Mi hija necesita a su madre y su familia —Mi madre enfrenta a los chicos.
—¡Alex! —grito mientras veo a mi mejor amigo entrar—. Oh gracias a Dios que estas aquí —sollozo. Ayer fue su chequeo definitivo para saber si debía ser operado o si el medicamento se quedaba de por vida—. El entra conmigo
—¿Qué?
—¿Qué?
—¿Cómo?
Resoplo. —Quiero que mi madre Cam y Alex entren conmigo. Papá sé que odias la sangre así que puedes quedarte. Adam, sé que te dan miedo las agujas.
—Si ese pedazo de imbécil entra yo también —Dice Diego
—Si tú entras yo también —contraataca Vin, colocándose pecho con pecho frente a Diego.
-¡Ya basta! estoy a punto de tener un bebé, mi cuerpo duele como nunca y ustedes dos quieren hacer una pelea de quien tiene el pene más lago. —Tomo aire y los fulmino con mi mirada—. Déjenme decirle que ¡He tenido más acción con mi vibrador el cual resiste más que cualquiera de ustedes dos, asi que es el único pene con derecho a entrar! Después del tuyo Alex.
Cam rompe a reír al igual que las chicas. Alex tapa su boca y mis padres se ven sorprendidos por mi arrebato.
—No me voy a quedar aquí Alec. No voy a dejarte entrar ahí sin mí —gruñe Vin veo que Diego también va a decir algo igual así que me rindo.
-—¡Maldita sea! Ustedes dos entran pero aléjense de mi o voy a patearlos ¿entendido? —Asienten y mientras soy llevada a la sala de parto diviso a Las familia de ambos llegar. Esto se pone cada vez mejor.
La enfermera me lleva a una gran habitación súper equipada. Me ayudan a quitar mis ropas. Todos me observan pero me da igual. Ya me han visto y me duele demasiado como para procesar el pudor. Me recuestan en la camilla. Mi culo esta al aire, me colocan dos intravenosas y el Doc Moreno llega.
—Alejandra querida. Este bebé se nos ha adelantado. Te lo dije la naturaleza tiene su propio ritmo —Se calza unos guantes y destapa mi delantera—. Bien, vamos a ver cuán dilata estas —Introduce sus dedos y duele—. Tenemos siete centímetros de dilatación. Al parecer, será un parto rápido. Tu cuerpo está trabajando muy bien al igual que tu bebé. Voy a monitorear las contracciones y vamos a realizar una rápida ecografía para ver al bebé.
Hace lo que dice mientras todos le observamos, los dolores son terribles y cuando son muy fuertes la maldita maquina en mi abdomen pita fuerte.
—Todo está perfecto. El bebé está en la posición correcta, vamos a esperar a que llegues a ocho y empezaremos con el verdadero trabajo.
—¿Qué? —jadeo—. ¿Y todo este dolor que es?, ¿calentamiento o qué? Señor Jesús ayúdame y juro que me amarraré un condón al cuello de ahora en adelante —Todos ríen con mi comentario. Los fulmino con la mirada.
Duele demasiado, quiero gritar pero hace poco escuche como una enfermera le decía a otra chica que "sí así como gritaba ahora gritó cuando le hacían su bebé" demasiado grosero para mí. No quiero tener una batalla de agujas con las enfermeras me quedo callada aguantando como guerrera. Pero de verdad tengo ganas de gritar.
Vin Diego y Alex tratan de calmarme. Alex frota mi espalda mientras Vin me da hielo. Diego soba mis piernas. Si esta situación fuera diferente, me reiría al tener tres hermosos chicos a mi disposición. Muerdo la almohada cuando otra contracción viene
—Eres la mujer más fuerte y valiente del mundo Alec —Cam viene y toma mis brazos.
—Te amo Cami. Gracias por estar siempre aquí.
—También te amo mi cafecito. Juntas hasta el final.
—Mi niña ya casi salimos de esta. Pronto veras a tu hijo cara a cara.
—Si mami, eso es lo que me permite aun continuar.
Diez minutos después el Doc regresa.
—De acuerdo, veamos cómo vamos —Se calza unos guantes nuevos— Tenemos nueve centímetros. Este bebé está ansioso por conocer a mami. Quien desee grabar que lo haga ahora mismo pues muy pronto ese bebé nacerá. Coloca tus pies aquí Alejandra, bien ahora puja.
Pujo con todas mis fuerza. Veo como Vin se acerca y toma mi mano, mientras me aferro con la otra a mi madre. Cam y Alex se abrazan y Diego se pasea mientras partieda en dos.
Pujo por lo que considero una eternidad hasta que siento que algo se desliza de mí y luego el llanto de un bebé... de mi bebé, se escucha en la habitación. El doc coloca a mi hijo en mi regazo mientras le pide a Vin que corte el cordón umbilical. Contemplo a mi hijo sucio, mis ojos se llena de lágrimas al tenerlo por fin en mis brazos. Mi madre y todos se acercan para verlo, es enorme y muy gordito. Y tiene unos buenos pulmones.
—Calma amor. Mami está aquí —Cesa su llanto. Sé que aún no me ve claramente pero sus ojos están fijos en mi rostro—. Bienvenido Matías.
—¡Es hermoso, es tan hermoso! ¡Oh Dios si quiero bebes! Quiero muchos bebes, esto es lo más increíble que he visto. —grita Cam llorando.
—Es perfecto —Mati aleja sus ojos de mí y se concentra en Vin.
—Bien mamita es hora de limpiar a tu bebé —La enfermera Nahomi toma a mi hijo a quien entrego a regañadientes. El doctor les pide a todos que salgan de la habitación pues lo que viene no es tan bonito como el bebé. Ahora debo pujar para limpiar mi organismo.
Eww es asqueroso.
Afortunadamente, mi parte íntima no sufre tanto daño como había escuchado y leído. Cerca de quince minutos después, regresa mi hijo en brazos de la enfermera con los chicos escoltándola. Tiene el conjunto amarillo que Sonia le dio.
—Tu hombrecito mide cincuenta y cuatro centímetros y pesa tres mil novecientos tres gramos. Es totalmente saludable. Tiene excelentes pulmones. Felicidades Alejandra tienes un hermoso hijo contigo, como su nombre lo dice es un regalo de Dios.
—Gracias Doc. Vaya a descansar
—De nada Alejandra. Pera ser una madre primeriza eres muy fuerte —Mi Doctor sale no sin antes apretar mi mano. Vin se acerca también y le agradece.
—Tiene una rara marca de nacimiento —dice la enfermera. Mientras pego en mi pecho a mi hijo
—¿Marca? ¿Qué clase de marca?
—Bueno mamá, tu hijo tiene un lunar rojo en la espalda cerca de la unión entre el cuello esta misma. Es pequeña y en forma de luna llena.
—¿Qué? —Vin se ve atormentado. Sin embargo la enfermera no alcanza a responder porque toda a la familia y amigos ingresan para conocer al nuevo bebé.
—Es tan hermoso. Es una cosita tan pequeña —Julia sostiene con adoración a mi bebé.
—Mira sus hermosas manitas ¡Oh mira está haciéndole una llave a mi dedo!
—El bebé es más fuere que tu Zack —bromea Valentino.
—Cállate —Zack acompaña su cállate con un golpe en la cabeza de Valentino.
Todos están muy emocionados por mi bebé, todos quieren cargarlo y observarlo. Adam llega con un enorme ramo de flores y un globo azul que dice "Es un niño". Todo está tranquilo hasta que Matías llora y debe regresar a mí para alimentarlo, lo cual hago después de hacer salir a todos. Sin embargo una persona no sale de la habitación, no reparo en él hasta que mi hijo está bien alimentado.
—Mi mamá tenía esa marca de nacimiento. Mi madre Sonia también la tiene —dice observándome intensamente.
—Las pruebas de ADN no se sabrán hasta dentro de cuatro semanas —Es lo único que puedo decir. Es demasiado para ser una coincidencia pero no quiero ilusionarme.
—No necesito esas pruebas Alec. Ese bebé es mío —Su voz es ronca. Sus ojos están rojos y su cuerpo esta rígido
—No. Te equivocas, es mío y hasta que la ciencia no confirme quien es el padre seguirá siendo así.
—Me importa una mierda lo que digas Alec. Sé que he sido un idiota contigo, pero la situación de ambos no fue lo mejor. Ese es mi hijo y voy a estar aquí para él.
—Haz lo que quieras —En este momento me encuentro demasiado cansada para discutir. Mi cuerpo se siente como un saco de boxeo maltratado.
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