CAPITULO 28

 Me desperté con el sonido del timbre de mi puerta. Tenía un terrible dolor de cabeza. Parpadeo y noto un peso muerto a mi lado, me tenso inmediatamente al notar que por supuesto estoy desnuda.

Fragmentos de lo que hice van llegando. A diferencia de la noche en que conocí a Vin, la cual olvidé totalmente, esta vez recuerdo todo. Maldito Karma. Vin, El club, Whitney, la pelea, Diego y yo hacia mi casa, Diego y yo bebiendo, Diego diciendo lo hermosa que era, Diego besándome y yo correspondiendo. Lo pérdida que estaba y como intenté buscar consuelo en él. Lo incorrecto que se sintió pero la vena de la venganza y la autosuficiencia pulsando. ¡Malditas ganas de demostrarme que el mundo me importa un pepino!

Anoche no era yo, era mi dolor y el alcohol. Diego me recostó en el suelo mientras seguía respondiendo a sus besos, con el vino el dolor se fue ahogando y con los besos de Diego empecé a encenderme. Con sus caricias intente ajustarlas con las de Vin pero seguía siendo diferente. Me empezó a desnudar y yo a él, caricias y besos seguían fluyendo y mi mente viajaba a Vin y Whitney, juré olvidarlos, no sufrir por él. Me entregué a Diego con furia, dolor y rabia. Perdiéndome a mí misma mientras me convencía de que podía hacerlo, podía ser como los malditos monos esos.

Recuerdo todo. Como Diego suspiraba y como yo gemía mientras el entraba y salía de mí. No voy a decir que fue un mal amante porque no lo era. No voy a justificarme porque no soy perfecta y esto no es una novela donde la protagonista permanece célibe y fiel a su amor. Anoche fui una simple humana, una simple mujer herida que bajo el efecto del alcohol permitió que su cuerpo y su rabia tomaran ventaja y se dejó llevar. Quien sea perfecta que lance la primera piedra y quien ha bebido y no ha sentido a su cuerpo encenderse por caricias de un hombre atractivo, que me juzgue y diga lo mala persona que soy. Así me siento.

Diego esta recostado desnudo a mi lado, cierro mis ojos y siento lágrimas correr por mis mejillas. Me siento sucia, me siento como una verdadera perra. No por tener sexo con otro hombre. Es el hecho de que me he traicionado a mí misma y he jugado, usado a una persona que no lo merecía. ¿Con qué derecho puedo exigirle una explicación a Vin? Cuando acabo de follar al chico del cual se me advirtió. El dolor de ayer es culpa y vergüenza. Ninguno merecemos esto. Me he traicionado a mí misma entregando mi cuerpo a otro hombre cuando mi mente y corazón desean a otro.

Siento a Diego removerse a mi lado, suspira y abre poco a poco sus ojos. Mira a su alrededor y luego me ve a su lado rígida y llorando.

—¿Dios que hice? —Entra en pánico. Sus ojos son salvajes y preocupados—. Oh Dios mío te hice daño. Cristo estamos desnudos... Pensé que estaba soñando.

No puedo articular palabra, el timbre sigue sonando pero aún sigo en mi sala desnuda acostada junto a un amigo al que acabo de usar para descargar mi ira.

—Alejandra por favor dime ¿Te hice daño? —Nniego con mi cabeza y me abrazo a mí misma.

—No... —Mi voz es un susurro ahogado por el llanto—. Esto es culpa mía. Lo siento, lo siento tanto. No quería hacernos esto

—No es tu culpa, es mía. Estabas herida y ebria yo... yo te besé y me aproveché de ti. Perdóname.

—¡YO TE CORRESPONDI! —grito, levanto mis manos y trato de apartarlo cuando viene hacia mí para darme consuelo—. Estas manos fueron las que te quitaron la ropa, esta boca fue la que te besó. Yo también participé. Soy una persona terrible... como... —sorbo mis lágrimas—. ¿Cómo pude hacerle esto a Vin? ¿Cómo pude hacerme esto? —Diego luce miserable. Sus ojos se ponen rojos y sé que estoy lastimándolo—. Lo siento Diego. No quiero hacerte más daño del que te hice anoche. Yo... yo te usé.

Luce arrepentido cuando me mira. —Lo sé, no era mi nombre el que gritaste anoche Alejandra. Y aun así seguí adelante. La única mala persona aquí soy yo —Jadeo por su confesión, no recuerdo gritar el nombre de Vin pero sí, pensar en él. Busca su ropa y gruñe—. ¡Maldición!

—¿Qué?

—No usamos protección. ¡Hijo de puta! podría ser más idiota

Entro en pánico, sé que no puedo tener hijos y tomo la píldora, pero no sé con qué clase de mujeres haya estado Diego últimamente, anoche me contó que después de la mamabarbie salió con otras chicas y hasta hace un mes estuvo con su novia. Entendiendo mi cara de pánico me informa.

—Yo estoy limpio ¿Estás en control de natalidad?

—Estoy limpia y tomo la píldora.

Se ve agotado. Sus hombros están caídos y su mirada es de remordimiento. Trata de acercase.

—Alejandra, he estado enamorado platónicamente de ti desde hace mucho. He soñado con esto mucho tiempo, te he deseado desde que te conocí, pero no quería que sucediera de esta manera. No viendo como lloras y te sientes con respecto a haber compartido algo tan... personal conmigo. Estuvo mal y lo supe desde que entre por esa puerta, sin embargo me quedé y te besé, continué aun cuando suspirabas el nombre de otro. Porque fui un bastardo egoísta. Podría culpar al licor, pero eso no justifica nada —Toma mi mano y me dice con firmeza— Tú no eres una mala persona. No has hecho nada malo, anoche simplemente nos dejamos llevar por el alcohol y nuestros sentimientos revueltos. Esto no cambia lo que eres, no cambia la imagen que tengo de ti y tampoco debe cambiar la tuya sobre ti misma.

Un sollozo se escapa de mí, me abraza y dejo que lo haga, este abrazo no es sexual, es de un amigo consolando a otro.

—Eres la mujer más increíble que he conocido, anoche fue un sueño para mí. Pero no puedo aceptarlo, al ver que te hace daño a ti. Vamos a olvidarlo. Voy a irme y a darte tu espacio, solo promete que no te alejarás... —Besa mi frente, se dirige a la puerta y se va.

Ni dos segundos después un golpe en la puerta me sobresalta, pienso que puede ser Diego y no quiero verlo, la culpa es demasiado, pero escucho la voz de mi mejor amiga y abro la puerta arrojándome en sus brazos

—¿Qué demonios pasó Alec? He estado tocando tu puerta por más de una hora y acabo de ver salir a Diego hecho un lio de aquí —Se percata, entonces, de mi semidesnudez; aunque me he cubierto con una de las mantas de mi sala, y sus ojos se abren—. ¡Oh Dios Mío No! No, no, no, no, no dime que lo que mi dañada mente está pensando es incorrecto. Dime que no te acostaste con él.

Rompo a llorar otra vez mientras le cuento entre lagrimones a mi mejor amiga lo que sucedió. Cam no me juzga, no me señala, ni me reprocha simplemente me escucha y me consuela.

—Ahora vas a ducharte, comerás algo y saldremos de compras ¿vale?

—No creo que quiera ver el mundo en este momento Cam. ¿Qué voy a decirle a Vin?

—Nada. No tienes por qué decirle nada. Las cosas no duelen cuando no las conoces. Es un secreto que deberás llevarte hasta la tumba.

—No puedo verle la cara, no cuando lo he engañado.

—Técnicamente él te engaño primero. No sabes si entre ellos pasó algo más que un simple beso y segundo, ya no estaban juntos cuando sucedió esto con Diego. No has sido infiel.

No salí de apartamento hasta el lunes para ir a trabajar, las chicas no me preguntaron nada y tampoco les dije. Diego no me envió mensajes ni trató de contactarse conmigo, se lo agradecí enormemente. No tuve señales de Vin y tampoco tenía el coraje de buscarlo.

La semana se fue y una nueva edición fue impresa. Cam estuvo a mi lado todos los días y soportó mis berrinches. Las chicas intentaron animarme pero era un caso perdido. Estuve en mi rutina del trabajo a la casa y de la casa al trabajo. Contrario a lo normal de las depresiones, mi ansiedad me hizo comer aún más de lo normal. Los almuerzos con las chicas eran sombríos, tenían cuidado de hablar poco de Vin y no mencionar mucho sus encuentros. Incluso Zack y Valentino estuvieron ausentes unos días, no pregunté y tampoco me dijeron.

Mel me envió mensajes de texto y se pasó dos veces por mi casa para comprobarme. Intento hablarme de Vin pero la corté. Ya había dado los primeros pasos y él no vino por mí. Me cansé de luchar por alguien, era la hora de que alguien luchara por mí. Diego solo envió mensajes para saber si estaba bien, le contestaba con caritas felices. Por supuesto no me creyó así que vino el viernes a mi casa. Fue incómodo, no podía mirarlo a los ojos sin recordar lo que hicimos y al parecer el tampoco. Sólo que en sus ojos había esperanza; los míos estaban vacíos.

Mis padres estuvieron en contacto y aunque me notaron distante y desanimada no lograron que les dijera nada. No quería dañarles su luna de miel. Reí falsamente y les prometí volver a llamarlos. Eunice también estuvo como un halcón a mi lado, no me desamparaba en ningún momento y empezaba a creer que mi madre estaba clonada en ella.

Las siguientes dos semanas pasaron entre malestares generales, si no era gripe era cualquier otra cosa, y una ansiedad por la comida increíble. La revista nuevamente salió a flote y todos estábamos a gusto con los resultados. Empezamos a recibir cartas de todo tipo, algunas quejándose pero en su mayoría felicitando a la revista por su nueva perspectiva.

El veintitrés de Abril mis padres regresaron de su crucero e hicimos una pequeña reunión en su casa para recibirlos, Adam estuvo ayudándome a ubicar las sillas y las luces, debido a que Zander había sido operado de su rodilla derecha. Preparamos una deliciosa barbacoa con todo tipo de carne.

—Esto esta delicioso. Cristo podría morir ahora... o espera primero me casaré con esa carne de ternera. —Adam se encontraba equilibrando tres platos de comida. Podría haberme burlado de él, pero yo tenía dos platos llenos de exquisiteces también.

—Creo que esa enfermedad por la comida tuya es contagiosa. Alec parece que fuera a comer gente... —Me señala con su tenedor—: por favor avisas si es el caso. Saldré corriendo lo más veloz posible.

—Te alcanzaría rápido. Eres una pésima corredora... —me burlo—: corrección eres una pésima deportista. Te acalambras calentando —Eso hizo que todos a mi alrededor rieran. Cam y deporte no podían ir juntos.

—Mi niña ha agarrado carnita. Puedo ver que has comido bien. Te ves más hermosa y rellenita —Inmediatamente mi madre dijo eso, arrojo el trozo de carne nuevamente en el plato.

—¿Así de gorda estoy? —Cristo, sé que he comido bastante estas últimas semanas, pero no lo puedo evitar.

—No estás gorda, estas muy hermosa. Tienes muchas más curvas que antes y tu rostro resplandece... y tu trasero luce increíblemente lleno. —Adam me sonríe, con media carne regurgitada.

—¿Porque siempre tienes que hablar del trasero de mi amiga? En serio Adam voy a golpearte muy fuerte en tus partecitas.

—No, en mis partecitas no por favor —Lo dice haciendo un puchero

Todos reímos, he notado que mi padre ha estado observándome mucho esta noche. Cuando llegaron preguntaron por Vin, mis ojos se aguaron y mi garganta se cerró, Cam tuvo que salvarme y decirle que estábamos temporalmente separados debido a nuestros trabajos. Terminamos la velada y regreso con mis amigos a casa. Adam trata de bromear en el auto pero me encuentro bastante agotada.

—Últimamente duermes más que un oso perezoso. ¿Eso es normal cuando están deprimidas? —Adam ha estado también muy pendiente de mí. Nos hemos vueltos muy cercanos él y yo, ahora que prácticamente están viviendo conmigo.

—Lo siento —digo bostezando—, pero no puedo evitarlo. Es como si todas las noches de desvela en la universidad y de fiesta, me estuvieran pasando factura. Creo que estoy envejeciendo. —Cam resopla y Adam ríe entre dientes.

—Creo que un oso perezoso te mordió y te contagio su pereza. Adam ha tenido que sacudirte varias veces esta noche.

Es cierto, he estado a punto de caer dormida tres veces este día. ¿Sera narcolepsia? Tengo que ir al médico. A mi cuerpo le agrada la idea y al llegar a casa debo correr al baño para devolver toda la exquisita carne que ingerí en casa de mis padres. ¿Por qué, cuando se come su sabor es exquisito y al devolverlo es terrible? Bendito sistema digestivo

—Cristo. Creo que está indigestada. No para de... Ohh que ascooooo acabo de ver un pedazo grande —Adam también tiene arcadas.

—¿Para qué observas imbécil?

Abanicándose a sí mismo contesta. —Y si se cae de cara al excusado y se ahoga en su propio vomito.

—Estoy enferma no ebria... genio —Limpio mi boca y me levanto, respiro pesadamente frente al espejo apoyándome contra el lavado. Las náuseas aún no se van.

—Seguro mató a confianza. —Me observa detenidamente, su rostro esta arrugado con preocupación y se ve tan malditamente lindo que quiero reír—. Estas tan verde como la lechuga. Cam deberíamos llevarla a la farmacia. Yo creo que fueron los chorizos.

—Tú también comiste chorizos y no estás devolviendo tus tripas —le contesta Cam, buscando un poco de jugo en la nevera.

—Tengo estomago de camionero bebé.

—Oh Dios... odio vomitar —Me recuesto en sofá de la sala pero no dura mucho—. No por favor, otra vez no —Corro al baño por una cuarta ronda.

Cerca de media hora después, las náuseas por fin terminan. Hablamos un rato pero no tardó mucho en quedar dormida.

****

Últimamente mi sueño es más pesado que antes, ni un terremoto logra levantarme ahora. Cam debe sacudirme varias veces para despertarme a la mañana siguiente.

—Alec, maldita sea son las nueve de la mañana

—¡¿Qué?! Ay no puede ser, maldita alarma. —gimo. Me levanto asustada.

—Tu alarma está bien. No la escuchaste al igual que tampoco mis llamadas. No te preocupes Eunice me llamó y le dije que estabas muy indispuesta así que tienes el día libre.

—Entonces ¿Por qué carajos me levantas? Tengo mucho sueño.

—Perra —gruñe—, vine para ver como estabas. No has comido nada desde anoche y vomitaste todo. Debes beber líquidos para no deshidratarte —Me entrega un jugo de naranja

—Gracias, te amo. Dios que hambre tengo –—ay una rara sensación en mi estómago, son como pequeños fantasmas de las náuseas de anoche.

Voy a la cocina y preparo ingredientes para unas totillas de huevo. Enciendo mi cafetera, pongo los panes en la tostadora, pero cuando rompo los huevos para batirlos el maldito olor es tan fuerte que siento nuevamente ganas de vomitar. Corro al baño y devuelvo lo poco del jugo de naranja que bebí.

—Creo que tengo la gripe estomacal. —jadeo, entre arcadas.

—Te ves como la mierda amiga —Toca mi frente y arruga su rostro—. Aun no tienes fiebre, pero creo que deberíamos ir al médico antes de que avance. —Salgo del baño y me dejo caer en el sofá.

—Oh dios que horrible huele. —Es como si una bomba apestosa hubiera explotado en mi casa.

—No huelo a nada.

—Si huele horrible, deben ser esos huevos. Eww arroja eso.

—Los huevos están bien

Intento acercarme nuevamente a la cocina pero me es imposible, sigo con malestar. Cam decide cocinar los huevos y por milagro divino no los quema. Tengo demasiada hambre así que no soy muy consciente de si están salados o no. Engullo todo como si no hubiera comido en días.

—Dios de verdad cada vez te pareces más a Adam... Ni se te ocurra hablar con la boca llena —Me advierte con cara seria. Le sonrió con una cucharada de huevos en mi boca lo cual nos hace reír.

Estoy recostada en mi sofá viendo repeticiones de TVD, y disfruto de los hermosos abdominales de Ian, cuando mi estómago decide funcionar en reversa otra vez. Termino de devolver todo lo que Cam preparó para mí y me siento fatal. He extrañado mucho a Vin, no me ha llamado ni ha escrito mensajes, tal vez decidió quedarse con Whitney. Mel ha intentado hablarme de él pero la corto antes de que me diga algo. No quiero mensajeros.

Alex me llamó ayer para decirme que llegaba el viernes. Estuvo en tratamiento estas tres semanas en las cuales sólo logró llamarme dos veces, porque uno de los efectos secundarios era el agotamiento y la falta de orientación. Su cuerpo ha respondido de manera positiva a los medicamentos y le han permitido seguir con la fase dos. Le conté las ultimas y lamentó mi ruptura pero prometió ayudar a divertirme apenas regresara, eso sí, nada de licor ni trasnochos, bien por mí. Es bueno tenerlo de regreso. Pasó el día en mi sofá engullendo yogurt y galletas que parece ser lo único que tolera mi estómago rebelde.

El jueves regreso a mi trabajo pero aún las náuseas continúan, me levanté y lo primero que hice fue correr al baño; por supuesto no vomité nada, pero mi cuerpo parecía no entender. Llego a la oficina y Brenda me saluda, su perfume es tan fuerte que nuevamente tengo ganas de vomitar.

—Dios Brenda, te bañaste en perfume —Me da una mirada profunda.

—No, apliqué la misma dosis de siempre ¿te encuentras bien? Te ves verde.

—No —corro al baño más próximo para devolver mi tostada y Yogurt.

—Aún sigues indispuesta ¿Pero qué fue lo que comiste mujer? —pregunta. Me ha seguido hasta el baño de mi oficina.

-—na vaca de doscientos años o algo así.

Eunice que también fue testigo de mi corrida hacia el baño y el final de ésta, se acerca con una aromática para que me calme.

—Odio las aromáticas

—Tómese esta señorita es de piña. Le ayudará —Increíblemente la maldita aromática no me hace vomitar y tampoco sabe asqueroso—. Le agregue unos trocitos de panela natural para que no sea tan amarga. —Amo a esa mujer.

—Te amo Eunice.

La aromática sirve y mi estómago parece calmarse, voy a mi oficina y preparo las funciones del día. Eunice está pendiente de mí en todo momento, mi Mug siempre tiene aromática de piña con panela. Nunca en mi vida había tomado tanto líquido ni había ido tantas veces al baño.

—¿Cómo sigues cariño? —Julia, Amber y Jaz se asoman a mi oficina.

—No muy bien. Las aromáticas que tanto odio son las únicas que me tienen en paz

—Te ves muy pálida Alec ¿Ya fuiste al médico? —Amber se ve preocupada.

—No aún no. Creo que ya está pasando, debió ser toda esa comida que he ingerido los últimos días.

—Pues mira que si estabas tragando como un elefante.

—¡Jazmín! —Amber y Julia la reprenden

—Jaz tiene razón, Luigi está asustado, dice que probablemente hoy, Alec, agote ella sola el menú —mientras lo dice, Gabi entra y trata de tomar mi temperatura—. No sé ustedes chicas pero ella no se ve bien. Deberías ir al menos o a la enfermería del edificio

—Que exagerada eres Gabi. Estoy perfecta si tenemos en cuenta que llevo dos días devolviendo todo lo que como.

Eunice que ha permanecido silenciosa hace la pregunta más fuera de lugar, o al menos eso creo.

—Disculpe, señorita ¿Usted y su ciclo están al día?

—¿Eh? —No entiendo a qué viene la pregunta, sin embargo ahora que lo menciona no he tenido mi periodo este mes. Pero es normal a veces llega y otras no—. Pues este mes no me ha llegado pero eso es normal. Una vez pasaron tres meses y nada de nada.

Chasquea su lengua mientras las chicas entran en pánico. Todas jadean y ahogan gritos.

—¿Estas embarazada? Oh Jesús si está embarazada —Julia está flipando

—¿Qué? Nooo... es imposible.

—Señorita Alec. Esta vomitando todo lo que come, su sentido del olfato está más agudo, esta pálida y sin embargo se nota que sus caderas se han ensanchado al igual que sus... —Hace un gesto hacia mi busto—: y tiene un retraso. Blanco es gallina lo pone.

—Es imposible —repito— Yo no puedo tener hijos. Además, tomo la píldora para regular mi ciclo.

—Para Dios no hay nada imposible —Brenda nos asusta desde la puerta—. Pienso igual que Eunice. Estas embarazada.

Las chicas chillan "bebé" y "Oh dios Mío" pero yo estoy tranquila, eso no puede ser.

—Chicas no se ilusionen. Desde que empecé mi tratamiento se me informó que era casi 87% estéril, y tomo la píldora que sería otro 97% de pocas probabilidades para tener un hijo.

—Ya te lo he dicho Alec, para Dios no hay nada imposible y ahora lo veo perfectamente, tu cuerpo nos está diciendo que hay un angelito dentro de ti.

En ese momento Artie entra con un sándwich de atún que huele a infiernos, mi estómago gruñe e inmediatamente siento la aromática en mi garganta, corro al baño de mi oficina y vomito hasta mi apellido.

Oh. Dios. Mío no es un bebé pero algo si está pasando conmigo.

Debo ir a ver a mi médico. Salgo del baño y todos están expectantes, niego con la cabeza y murmuro "tonterías" pero siguen con esa mirada soñadora.

—Voy a comprar un overolsito de esos de ositos...

—Julia, no estoy embarazada. —gruño un poco irritada. No me hacen caso.

—La primera etapa es la negación.

—Jesucristo Jaz, por favor entiende NO ESTOY EMBARAZADA.

—¿Quién está embarazada? —pregunta Zam desde la puerta, todas las chicas incluido Artie contestan Alec—. Oh Dios —Los ojos de zamara son inmensos en estos momentos—. Un bebé en la revista... Oh señor Cristo esto es una hermosa noticia... ¿De cuánto estas?

Mi cabeza va a explotar por lo que me masajeo las sienes y respondo entre dientes. —No esto embarazada

Me ignoran y siguen hablando sobre ropa y cosas para bebé. ¿Embarazada? Por favor, si pudiera tener bebes aun así no sabría qué hacer, Vin dice que no quiere tener hijos y estamos en no muy buenos términos... ¡Oh Mamá Gorila! Y si estuviera embarazada ¿De quién sería mi bebé? ¿Diego o Vin? Con ninguno de los dos me cuide. Diego fue el último pero antes fue Vin... ¡Mierda! Mejor dicho no voy a pensar en esas estupideces. No puedo tener hijos. No estoy embarazada

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