Padre
Advertencias: Ninguna.
Nakahara papá es mi perdición banda.
Una pregunta, ¿Quisieran contenido NSFW?, Es que tengo un borrador donde se dan hasta para llevar, pero es mi primera vez escribiendo chicoxchico, ayuda.
~•~
—Llegaremos tarde— la voz de un chiquillo lo hizo saltar del susto—. Apúrate, papá.
—Me quiero morir— susurro al sentir un peso en su espalda, este comenzó a saltar para molestarlo.
—Ya no duermas— aquella voz se alejo de la habitación seguida de unos pasitos.
—Tu hijo te llama, ¿Qué clase de padre eres?— la femenina pico su mejilla—. ¿Señor sombrero?.
—¿Dijiste hijo?— se enderezó encontrando la cama vacía—. No jodas, yo no tengo hijos.
—¡Papá!— otra vez esa voz, que Chuuya pensó estaba en sus sueños.
—Aquí si, y es muy adorable— fué callada por un golpe directo en su cabeza.
—Al menos dame una explicación, joder— estaba nervioso.
—Bueno, supongo que puedo contarte de eso después de llevar a tu pequeño a la escuela— sobó su cabeza, y invitó a salir primero, siendo apresurado por el menor.
Ojos azules, cabello cobrizo, ciertamente existía la posibilidad de ser su padre. Su cuerpo se tensó totalmente cuando esté niño se abrazó a su pierna, aparentemente tendría unos cuatro años, pero ya hablaba bien.
—Desayuna rápido, ya es tarde— apretó su pantalón de la pijama.
—Ese humanito es muy desesperado, las clases comienzan a las ocho, son las siete y veinte— murmulló la femenina que se acomodaba en la mesa.
—¿Qué me ves?— habló el adulto, ganando una mala mirada por parte del menor.
—Tu hijo hará berrinche— la de cabello largo mostró una mueca—. Odio que lloren.
—¡Papá es muy malo!— gritó el menor.
—¿Qué mierda?— arqueó las cejas—. ¿Cómo lo apagó?.
—Yo que sé, llévalo a la escuela— cubrió sus oídos con ambas manos—. Si sigue así, te dejaré solo.
Nakahara corrió a cargar a la pequeña copia, al ver que no se calmaba tomó las llaves del auto y salió aún estando en pijama. Lo acomodó en el asiento especial para niños, que de milagro ya estaba integrado, pues él no tenía idea de que los niños ocupaban un asiento más pequeño.
—Vamos, señor sombrero— la de baja estatura ya estaba en el asiento del copiloto, llegó ahí por arte de magia.
—Ay, ya deja de llorar, te daré un dulce si lo haces— eso logró silenciar al niño, que ahora jugaba con la mochila que cargó todo el camino.
—Papá, estás siendo raro— las lagrimitas en sus ojos lograron enternecer a la deidad.
—Es muy redondo, me gustan más cuando no lloran, o piden cosas— se inclinó más para verlo—. La escuela esta cerca de ese centro comercial, Walter.
—¿Walmart?— para los ojos del niño, su padre hablaba solo.
—Te contaré lo que sé de aquí, claro después de dejar esa pequeña cosa en el jardín de niños.
Manejó por unos minutos, durante el camino escuchó algunas canciones infantiles buscando distraer al menor, que por alguna razón le preguntaba muchas cosas, que claro él no sabía.
—¿Es aquí?— recibió un asentimiento por parte del chiquillo.
—Mi maestro está en la puerta— señaló con su manita a la peor pesadilla de Chuuya.
—Debe ser una maldita broma— los ojos azules se asomaron por el retrovisor.
—Esa es una mala palabra.
—Dije bonita, ¿De acuerdo?— no engañó fácilmente al menor—. Ven, te llevaré a la puerta.
Cargó a la pequeña bola de grasa y músculos mientras Aizen Mō-ō esperaba en el auto. Sintió algunas miradas, sobre todo de las otras madres, que le daban miradas repletas de intenciones. Dió una palmada en la cabeza de su "obligación" para después pasarle la mochila.
—Pórtate bien, o lo que sea— la risa del castaño sonó alta.
—Mi besito— pidió con unos ojos de perro abandonado.
—Ya estás grande— se quejó, pero de igual manera se agachó (poco), para darle un beso en la mejilla—. Aléjate de la caballa.
—¿De quién?— la voz de Dazai los interrumpió—. Ve con la doctora Yosano, Kai.
—Gracias— hizo un signo de paz para despedirse de Nakahara.
—Chuuya, usted es alguien que jamás llega tarde, o tiene problemas con la escuela— formó una pequeña sonrisa—. No quiero incomodarlo, pero parece que tuvo una mañana agitada.
Se tragó algún insulto y asintió—. De hecho, muy mala, y va empeorando.
—Podría visitarme después de clases, ya sabe, para ayudarlo, o algo— al ver una cara de susto volvió a formular su comentario—. Para los estudios de Kai.
~¿Por qué un maníaco suicida da clases?, No, ¿Por qué yo dejaría que este maníaco suicida le dé clases a mi hijo?~ pensó Chuuya analizando que usaba las minas vendas de siempre, y aún con el uniforme de profesor se veía "maligno".
—Nos vemos a la salida— agitó su mano para alejarse, pero una mano sostuvo su camisa.
—¿A qué hora?— estaba tratando de sonar natural.
—A las doce, como siempre— confundido empezaba a cuestionar más cosas.
—Bueno, mi día es ocupado— evadió sus preguntas—. Te veo después, Dazai.
Corrió de vuelta al auto, donde un niño ya lo esperaba—. Maldita, no importa como te veas, eres terrible.
—Te diré lo que sé de esta vida— trono los dedos rápidamente—. Parece ser que tenías un hermano gemelo, que es padre de ese niño, pero murió junto a su esposa, te quedaste con la responsabilidad, y te quieres follar a su maestro.
—Mierda, eso es mucho que procesar— parpadeó un par de veces—. Un segundo, su profesor es Dazai.
—Si, lo sé— el "chiquillo" empezó a jugar con el cinturón de seguridad—. No estás en la mafia, trabajas desde tu casa, básicamente le dedicas la vida a ese pequeño.
—Necesito un cigarrillo— apoyó la cara en el volante.
—¿Esa no es la cosa que produce cáncer en los humanos?.
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—Jamás pensé en tener hijos, ni siquiera hacerme cargo de alguien, es verdaderamente difícil— hablaba en voz alta.
—Claro que si, yo cuido a mis hijos, pero la mayoría entienden conceptos como el amor— el ahora adulto, le ayudaba con la limpieza de la sala—. Esto es aburrido, iré a ver cómo va el otro.
—¿Quién?— arqueó las cejas.
—Que egocéntrico si crees que solo te ayudo a ti— rodó los ojos divertido.
—Pensé que era mentira eso de que torturabas a otras personas— se encogió de hombros.
—No olvides ir por y retoño en una hora— sonrió antes de desaparecer.
—Maldita perra— terminó de recoger unos Legos de la alfombra—. Seguramente te divierte.
Sonrió al ver una hoja con un dibujo mal hecho de él, y algo parecido a un chico más alto, viéndolo bien tenía el cabello castaño, oh mierda, era Osamu.
—Este mocoso también— arrojó de lado el papel.
Pasó el resto de su tiempo libre limpiando, era sorprendente como un niño limitaba su vida, no, más bien tenía que amoldarse al crecimiento del pequeño. Revisó algunas fotografías que encontró en un cajón donde estaba una persona exactamente igual a él, por la naturaleza de las mismas llegaron recuerdos de cuando tenía dieciséis años, y se enteró de su pasado. Sin darse cuenta ya habían pasado una hora y media. Olvidó recoger al menor.
Se apuró, pero aún así ya era muy tarde, y encontró a su "hijo", jugando con Dazai, ambos en el parque de enfrente. El suicida hacia un castillo de arena que fué pateado por Kai.
—Dios dame fuerzas— susurró llendo directo a ellos.
—¡Papá!— el menor que antes ignoraba la ausencia de su progenitor, ahora lloraba.
—Ya, perdón, tuve un contratiempo— se dejó abrazar por el niño, miró de reojo como el castaño reprimía un chillido por su castillo pisoteado—. Gracias por cuidarlo.
—No hay problema, lo que sea por usted, Chuuya— se puso de pie robándose un suspiro de Nakahara.
—Bueno, nos vamos— el más bajo negó.
—¿No dijiste que querías tu cita con Dazai-nii?— sonrió con malicia.
—¿Eso es así?— asomó su cara—. Pensé que estaba enojado porque no conteste sus llamadas.
Dios no le dió la suficiente paciencia, cargó al menor y comenzó a caminar al auto.
—¡Podemos hablar de eso!— gritó mientras agitaba su mano.
—A papá le gusta Dazai-nii— empezó a molestar mientras Chuuya lo ponía en el asiento especial.
—¿Será maltrato infantil si te dejó otra hora más?.
—Si, de hecho sería muy cruel, señor sombrero— la figura femenina se asomó detrás del coche, que apunto al castaño—. Creo que sigue esperando una respuesta, yo te lo cuido, si pasa algo, te gritaré.
—No quiero saber nada de esa momia— suspiro azotando la puerta.
—Vamos, se amable, por el pequeño— sonrió mientras sacaba una lista, y tachaba algo que Chuuya no alcanzo a ver—. Si vas, te sacaré de aquí en un rato.
—Trato— apretó su mano mientras corría hasta el más alto.
—¿De verdad le gusto?— sus ojos cafés tenían un brillo extraño—. Cuando su hijo me lo dijo pensé que era una broma, y no conteste sus llamadas por cuestiones relacionadas a la escuela.
—Ese niño está esperanzado en que haya algo entre nosotros— suspiró cansado—. Para callarlo, podrías ir a cenar, y después te vas a tu casa.
—Cuanta agresividad en un cuerpo tan pequeño— soltó una carcajada—. Pero acepto, muchas gracias por invitarme.
Era extraño, tenías los mismo gestos y manías que Dazai, si no jugará con los niños podría jurar que era él, todos los que vió hasta ese momento eran el iguales Osamu, pero simplemente no eran el mismo.
—Te veas muy bonito en pijama está mañana— hizo un puchero y tocó el largo más largo del cabello de Chuuya—. Me gustaría verte así más seguido.
—Debo irme— se apartó más nervioso que antes—. Por esa pequeña mierda.
Pese a ser el mismo chico que le resultaba insoportable debía reconocer, que al igual que Dazai, tenía su lado ameno. Sonrió por recordar cómo en su "vida normal", Osamu le dijo explícitamente que jamás tendría hijos, ni estaría cerca de niños.
—¿Ya acabó?— la joven estaba en el asiento trasero mirando detenidamente al niño, que no era conciente de su presencia—. Fué muy rápido.
—Lo llevaré a casa, y después nos vamos— su error fué no especificar a dónde.
—Claro, creo que ser padre soltero te va bien, bueno, no a ti— alzó los hombros restándole importancia.
—¿Con quién hablas?— preguntó el pequeño pelinaranja—. ¿Tienes un amigo?.
—No— se puso el cinturón de seguridad y le dió un vistazo al menor—. ¿No te incómoda que me gusten los hombres?.
—Tu siempre dices que no importa que color me guste usar, que sigo siendo un buen niño, papá es un buen papá sin importar lo que le guste— su respuesta, en conjunto a esas mejillas rojas lograron hacer sentir un extraño calor en Chuuya.
—Te compraré una paleta— arrancó el auto y viajo a la tienda más cercana para hacerlo, después manejo directo a casa, donde el niño le pidió comida, y Chuuya ordenó algo.
—Bueno, cumpliste el tiempo, y el niño no murió— la joven sonrió—. Vámonos.
—¿Podrías esperar a que se duerma?— pidió en un susurro, pues mesía al niño en una especie de hamaca.
Sonrió de lado reprimiendo un grito—. Claro.
Pasaron diez minutos hasta que la pequeña copia de Chuuya termino dormido, entonces dejó de arrullarlo.
—¿No te quieres ir?— preguntó la deidad.
—En realidad es bastante tranquilo verlo, pero él quiere a su papá— suspiro dando un sorbo a la soda que le llegó junto a la pizza—. No tengo todo el día, llévame a casa.
—¿Qué?, No específicaste eso— casqueó los dedos antes de ser tomada por el cuello—. Disfruta el viaje, señor sombrero.
Extra:
El Nakahara Chuuya, que de hecho no era tan gruñón despertó por el sonido del timbre, eran casi las cinco de la tarde, asomó la cabeza para ver qué su hijo seguía dormido. No recordaba nada, así que se levantó a revisar quien llamaba a la puerta.
—Hola, te traje un rico pastel de...— la puerta fué azotada nuevamente—. Limón.
—¡Espera unos minutos!— su cara totalmente roja reflejaba la vergüenza de ser visto recién levantado—. No tardó nada.
Corrió a lavarse la cara, y cerciorarse de que en verdad estaba despierto.
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