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Pero entonces miró a su alrededor. Ese no era su cuarto... las cosas en su habitación flotaban, las manecillas giraban a la dirección contraria y parpadeó unas cuantas veces tratando de despertar.

── ¡Joven Canadá, despierte ahora mismo!

Se escuchó la voz de un hombre mientras que golpeaba fuertemente contra el pizarrón, la regla que tenía en las manos. El castaño rápidamente levantó la mirada, con una expresión entre asustada y aún adormecida.

── Per-perdóneme, profesor. ¡Le juro y perduro que no volverá a pasar!

── Espero que así sea, mientras tanto... ¿podría decirme la definición de una parábola?

Tragó saliva, y miró hacia sus alrededores, escuchando como el aula se llenaba de pequeños murmullos y una que otra risilla a lo bajo. Lo que lo hacía ponerse nervioso y jugara con sus dedos, realmente no sabía la respuesta y tenía miedo a que se burlaran de él.

── Y-yo...

Tartamudeó, y antes de que pudiera inventar una excusa el timbre del descanso sonó, causando un bullicio por parte del resto de sus compañeros. Por su puesto que no desaprovechó la oportunidad; tomó su dinero y salió tan pronto como pudo de ahí, como si fuera un pequeño ratón asustadizo.

Ya lejos del salón, dejó escapar un suspiro de alivio. Sintió como repentinamente una mano se posaba en su hombro y dió un pequeño saltito del susto. Giró su mirada, encontrándose con su hermano, por lo que solo hizo un puchero.

── ¡Yoo! ¿Qué tal tu huida del profesor?

── ¡No me asustes así!

── Pfft, discúlpame ──Sacó una paleta de su bolsillo y comenzó a quitarle el plástico que la envolvía──. Por cierto... ¿qué tanto soñabas? Las chicas que habían a tu alrededor te empezaron a tomar fotos porque ❝te veías lindo sonrojado y durmiendo❞

── ¡Que hicieron qué! ──frunció el seño esta vez, estaba realmente molesto por aquello; pero su rostro le hacía ver todo lo contrario. El de lentes soltó unas risitas e introdujo a la boca su caramelo.

── Relájate, bro. Solo te dije lo que ocurrió... creo que fueron Venezuela y Panamá quienes las tomaron, podemos ir a hablar con ellas si quieres

── No, solo... espero que no hagan nada malo o raro con esas fotos

── Como digas. Aún así, cuando tenga tiempo les diré

── Ame, no.

── ¡Que si! Y por cierto, ¿me dirás que soñaste?

── No.

Dijo de forma seca para jugar nuevamente con sus dedos, lo único que no quería era problemas, además que unas fotos no lo harían molestarse tan fácilmente. Continuaron caminando y el rubio seguía insistiendo a que su hermano le contáse el extraño sueño que tenía tan atrapado al de pelo castaño, solía ser alguien realmente insistente si se lo peoponía.

Llegaron hacia la cafetería y Canadá no pidió nada más que un café y un trozo de pastel mientras que el estadounidense unos sandeiches y una gaseosa.

Ambos se sentaron en una mesa cercana. Canadá terminó cediendo a las insistencias del otro, y finalmente se decidió a contarle su sueño.

── Si te lo digo, ¿me dejarás en paz?

── Ajá

── ¿Y no le contarás a nadie?

── Eh... no ──. Su tono se asimilaba más a pregunta que a una negación, se escuchó un bufido por parte del castaño──. Está bien, está bien. ¿Qué tan importante tiene que ser ese sueño...?

── Demasiado, al menos para mí──. Dió un sorbo a su café y se quedó murando a este por unos momentos para después hablar en voz baja──. Solo... estaba en un lugar en blanco, era como si hubiése muerto y me encontrara en el cielo. Entonces un ángel venía a mi de repente y me sonreía para después decirme que despertara; pero se sintió tan real...

Su hermano le escuchaba atentamente, después notó que un sonrojo había aparecido en las mejillas del canadiense, lo que provocó que sonriera y diera unos pequeños codazos al otro de forma amistosa.

── ¿Con que un ángel, eh?~
Aunque no te sirvió de mucho que te dijera que te despertaras, estabas perdido mientras dormías.

── ¡Lo sé y lo siento! Es solo que... no lo sé, sentí una conexión tan extraña... y su sonrisa... ──. Hizo una pequeña pausa debido a que sentía sus mejillas arder con más intensidas, tan solo se cubrió el rostro con la palma de sus manos.

── Oh, bro... No tienes porqué sentirte avergonzado. Tal vez ese ❝ángel❞ en realidad solo mira por tu bienestar ──. Le dió unas palmaditas en la espalda al castaño.

── Si... creo que tienes razón

── No, no lo creas. ¡Yo siempre tengo razón!~

El rubio acomodó sus lentes con orgullo, mientras que el canadiense soltó unas risitas y rodó los ojos.

Ambos volvieron a comer otra vez, aunque más rápido debido al tiempo que habían invertido hablando. Justo cuando terminaron, el timbre de vuelta a clases sonó y los hermanos dejaron los platos en un carrito donde se lavarían después y luego regresaron a su salón...

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