Capítulo 33: ARMA DE UNA BALA
Capítulo XXXIII
Arma de una bala
Oscuridad, un vacío que cada vez me envolvía más, silencio, mucho silencio, fue todo lo que pude ver mientras sentía cómo caía. Ese susurro, esas palabras me dejaron con la vista en negro, adormecido, y de repente me encontré cayendo hasta inevitablemente tocar el suelo. Aun esas palabras, ese susurro, aún corría por mi cabeza, esa voz, esa horrible voz. Estando allí en el suelo, después de caer de espaldas, mirando al cielo, no pude abrir los ojos, tal vez por el dolor de dicha caída, o por miedo a abrir y darme cuenta de que estoy de nuevo en ese túnel, o de darme cuenta de que en realidad nunca salí de allí.
Un sonido envolvente llenaba mis oídos, me aturdía, era un sonido progresivo que cada vez se hacía más y más fuerte, me estaba volviendo loco, solo serraba más fuerte los ojos mientras sujetaba mis oídos con las manos desesperado, ¡No se detenía!, ¿¡Por qué no se detenía!?, El sonido solo aumentaba cada vez más, ¡Me volvía loco!, y cuando estuve al punto del colapso de repente, se detuvo, y ahora sentía un silencio abrumador. Esa tortura desapareció y una ligera voz se escuchó a lo lejos, una dulce voz que gritaba mi nombre, pero no solo era una voz, era su voz, y aunque sabía que era ella buscándome, aún me resignaba a quedarme allí con los ojos serrados, tirado en el suelo cubriéndome los oídos, sentía una brisa fría pasar por mi rostro y un olor húmedo entrar por mi nariz, y suponiendo que estaba a las afueras de la torre sin correr algún peligro, abrí mis ojos, al hacerlo poco a poco la luz entraba por ellos y podía ver el cielo gris, nublado con pequeñas gotas de agua cayendo sobre mi rostro. La voz lejana se empezaba a hacer cada vez más clara, más cercana, así que empecé a darme la vuelta lentamente para intentar levantarme, pero al hacerlo tuve una especie de visión repentina donde pude ver como si estuviera tirado en el suelo, en el suelo dentro del túnel, mi sangre se heló al ver este escenario y ver que en la salida del túnel una persona se acercaba caminando, esta estaba a escasos metros de mí cuando intente levantarme, pero no pude terminar de hacerlo cuando está levantando un poco sus brazos e hizo que me levantara del suelo levitando sobre el piso, inmóvil y con los brazos extendidos, empezaba a sentir cómo el aire se escapaba de mis pulmones y mi corazón bombeaba tanta sangre que podía sentir sus palpitaciones desenfrenadas en mi cabeza. Esta persona se acercó lentamente hacia mí hasta estar a tal distancia que pude reconocerle, su parecido conmigo era fascinante, una figura que se me hacia tan familiar pero tan ajena a mi,tenía mi mismo traje pero antes de pintarlo de blanco, el traje del ejecutor de Moon Red, su rostro era mi rostro pero algo diferente, con una sonrisa más amplia y sus ojos negros, penetrantes y oscuros, y cuando este estuvo a un metro de mí, dijo con una voz grabe y distorsionada mientras sonreía.
—Los monstruos de esta historia somos reales —se acercó un poco más— pero, es cosa tuya que los dejes escapar de sus páginas.
En ese momento no logre entender lo que decía, pero en eso sentí una gran presión en mi pecho y de repente esta figura con un ligero toque sobre mi pecho, dice.
—El ya viene, cierra el libro.
Y con un ligero empujón me lanza hacia atrás con gran fuerza y velocidad, haciendo que de repente me encontrara cayendo de nuevo, cayendo por el agujero que empezó toda esta historia, esta historia de horror, y allí me encontraba, cayendo de nuevo con la oscuridad envolviéndome, extinguiendo el último pequeño rayo de luz, esperando a tocar el suelo, aunque tal vez en realidad nunca he dejado de caer, y me encontraba allí, cayendo sin tocar el suelo, envuelto en la oscuridad, hasta que de repente, desperté. Caí fuertemente al suelo, dando un par de vueltas en él, como si me hubieran arrojado como un saco, y a lo lejos escuché una voz que se acerca cada vez más, gritando mi nombre mientras yo aún yacía tirado en el suelo.
—¡Adriaaan! —gritaba Alex junto a sonidos de pasos apresurados.
Era Alex quien me llamaba mientras corría hacia mí junto con Carlos, y cuando llego hasta donde estaba tirado, ellos me ayudaron a levantarme.
—¡Adrián!, ¿Estás bien? —pregunto Alex mientras me ayudaba a mantenerme en pie.
Yo me mantenía en silencio, aparte que no sabía que responder, tampoco tenía las fuerzas para hacerlo.
—Bro —exclamo Carlos— te vimos rodar como un muñeco de trapo, no sé cómo sigues en una pieza.
Seguí sin palabras.
—Ese Luis, es un maldito —exclamo Carlos entre dientes con enojo.
A lo que yo, levantando un poco la cabeza, dije en voz baja, casi como un suspiro.
—Ese... ese ya no es Luis.
Carlos me sujeto del hombro y me ayudó a caminar, para irnos de ese lugar lo antes posible, la niebla aún no nos dejaba ver mucho, así que solo caminamos en línea recta, alejándonos lo más posible de esa horrible torre, viendo cómo cada vez se alejaba más perdiendo sé en la espesa niebla. Seguimos caminando sin rumbo aparente hasta que logre reconocer algo, estábamos llegando a un sitio lleno de contenedores y recordé que en uno de ellos me había cambiado para ponerme la armadura, y pensé «allí puede estar la linterna flash, nos puede ayudar a ver entre la niebla» así que con un quejido exclame.
—Ahí... En esos contenedores, vamos para allá.
—¿Por qué? —pregunto Alex— nos podríamos perder más.
—Allí debe estar mi linterna, nos ayudará a ver en la niebla y salir de aquí.
—Umm —gruño— solo espero no nos pase algo peor.
—hey, pero si Adrián tiene razón —Exclamo Carlos— debe ser la única forma de ver en esta culera niebla y largar nos dé aquí, tenemos que intentar.
Entonces cruzamos y nos dirigimos hacia los contenedores, pero al llegar había demasiados, más de los que recordaba, armando una especie de pasillos con ellos que iban a todos lados y que a simple vista no podía distinguir en cuál era donde estaban mis cosas, así que llegamos frente a estas y nos reunimos un minuto para planear que haríamos.
—Rayos, son demasiados —Exclamo Alex— ¿¡Cómo encontraremos tus cosas!?
—¿¡De verdad!? —Reclamo Carlos— esto es estúpido, ¡duraremos una eternidad aquí!
Pensé por unos segundos y respondí.
—Tenemos que separarnos.
—¿¡Que!? ¡No!—exclamo Alex.
—¡Tal vez sea la única forma! —respondí.
—Ya decía yo que estabas tronado de la cabeza —dijo Carlos riendo un poco— En fin, llego nuestra hora de morir, vamos.
Él empezó a caminar riendo un poco de forma burlona, jugando con el arco roto.
Alex toma mi brazo suavemente atrayéndome hacia ella y dice.
—Adrián, sabes que hay algo extraño por aquí cerca, ¿crees que es buena idea? osea, yo sería la primera que te seguiría a cualquier locura, pero aquí hay algo con lo que no me quiero conseguir.
—Alex, hay algo que quería hablar contigo, algo que me dijo el sobre ti, no sé si es verdad, pero antes de seguir quiero que me digas la verdad, ¿Puedes? —pregunte levantando la cabeza, suspirando con un tono confundido y cansado.
Ella miró al suelo, como si hubiera leído mi mente, como si ya supiera las palabras que dijo el sobre ella, y aunque trataba de no creerle, no podía evitar la duda, ¿Ella me oculta algo?
—Te diré luego, ahorita no puedo decirte.
—¿Luego cuando? ¿Por qué no puedes decirme? —pregunte demandante.
—Adrián... ahora no.
—Pero Alex, por favor, no me ocult...
—¡Dije que ahora no! —grito histérica de repente—Solo... ahora no.
Ella bajo la mirada mientras sus manos temblaban y su rostro se tornaba pálido, era obvio que ocultaba algo en ese momento, algo a demás de las otras cosas que probablemente me ocultaba desde antes. Le miré el rostro y con un tono seco y con algo de decepción le dije.
—Que más cosas me ocultas Alex.
Ella bajo la cabeza apenada con sus ojos cristalizados, y acercó su mano a su rostro para secar las lágrimas que se formaban en el mientras yo continúe hablando, dándome la vuelta para irme.
—Ve con Carlos, yo buscaré por otro lado, tengan cuidados — volteé la cabeza hacia Alex— si encuentran la linterna apunten al cielo para poder conseguirlos.
Me quedé viéndola unos segundos, viendo sus hermosos ojos llenos de lágrimas mientras me alejaba de ella poco a poco viendo con desaparecida en la niebla. Necesitaba estar solo un rato, necesitaba pensar en algunas cosas y aunque no quisiera haberla dejado sola allí paran que fuera con Carlos, era lo mejor, o eso creía.
Escuche sus pasos en dirección hacia Carlos mientras yo me alejaba para buscar mi bolso en otro lado. Aun mi cuerpo me dolía bastante por todos los golpes, pero teníamos que escapar, tenía que sacar a Alex de este lugar lo antes posible, por eso no me importo el dolor, solo quería que saliéramos de aquí, esa era mi prioridad ahora.
Empecé a caminar por los pasillos de contenedores, con un andar lento por mí heridas y alerta como nunca antes, miraba hacia arriba y hacia las esquinas más que hacia dentro de los contenedores, aún sentía su presencia cerca. Un frío envolvente se hacía presente mientras la oscuridad de la noche nos rodeaba, la luz de la luna atravesaba la niebla alumbrando el sitio con un tono grisáceo que solo aumentaba la tensión y la incertidumbre de lo que podría encontrar allí, las luces que se encontraban al rededor parecían no funcionar, o tal vez ni siquiera tenían electricidad, haciendo que no pudiéramos ver mucho más allá de unos cuantos metros.
Caminé y caminé, asomándome en los contenedores, pero no conseguí lo que buscaba, ni siquiera recordaba bien en que parte estaba, solo encontraba materiales de construcción dañados por el clima, charcos de agua y escombros en mi camino. Era interesante pensar en que este lugar estaría lleno de personas viviendo, con las torres más altas de la ciudad, plazas y restaurantes, iba a ser un lugar muy hermoso, la joya de la ciudad, pero solo fue necesario un error, y todo se fue, lo que pudo ser ya no será nunca más, y ahora solo podía imaginar como hubiera sido todo si los errores que se cometieron nunca hubieran existido. Esto me recordaba en cierta forma a mí, durante muchos años anhelaba ser más fuerte, ser... Diferente a lo que era en ese tiempo, y mi deseo se cumplió, cometí errores que me trajeron al aquí y ahora, solo me queda imaginar como sería mi vida, si no hubiera cometido todos los errores que me trajeron aquí.
Pase un rato largo caminando por los fríos pasillos formados de paredes de contenedores, pero aún no conseguía nada, eran demasiados. En eso empecé a escuchar pasos cercamos, un andar lento que se podía escuchar del otro lado del pasillo de contenedores, pensé que era Alex y Carlos, así que llegue rápido hasta la esquina de los contenedores para asomarme del otro lado, pero al hacerlo no pude ver a nadie, hasta que unos repentinos pasos detrás de mí me espantaron haciendo que volteara bruscamente, mire a todos lados sobre exaltado buscando quien sabe que, sin conseguir nada, y en ese momento entendí que no estábamos solos, y que había algo asechando muy cerca. Apuré el paso y empecé a buscar la linterna con más detenimiento, ahora era muy necesario que la consiguiera, antes que lo que parecía perseguirnos nos encontrara a nosotros primero. Seguí escuchando cosas extrañas a mi alrededor, como si un depredador rodeara a su presa, no sabía por qué nos perseguía, solo quería conseguir esa linterna y salir de aquí lo antes posible. Después de buscar por un largo rato me asomé en uno de los contenedores y vi un bulto negro, me acerqué en guardia en caso de que no fuero lo que esperaba encontrar, pero al estar frente a frente pude ver que era lo que buscaba, fui rápido y abrí el bolso hurgando entre las cosas que contenida hasta encontrar la linterna, solté un suspiro de alivio mientras la sujetaba en mis manos y salí corriendo rápidamente hacia afuera, mire el cielo apuntando la linterna hacia él exclamando desafiante.
—¡Vengan a por mí!
Seguidamente, disparé un flash al cielo con la esperanza que Carlos y Alex consiguieran el camino hasta mí. Mientras ellos llegaban yo me cambiaba la armadura dentro del contenedor, arrancándome incluso pequeños pedazos de esta que se me habían clavado por tantos golpes y caídas que había recibido. Mientras me cambiaba y revisaba el bolso encontré una bengala que había olvidado que traje, así que mientras estaba sentado recostado a la última pared del contenedor cambiándome, encendí una de las bengalas y la lance hacia afuera, esperando funcionara para que los chicos me encontraran más fácil, pero al encenderla y lanzarla desde donde estaba sentado, cuando la luz amarilla llego hasta las afueras del contenedor, pude ver como si una silueta oscura hubiera estado asomando la cabeza desde una orilla del contenedor desapareciendo rápidamente cuando la luz dio a sus espaldas.
Salte casi instantáneamente al ver esa aparición, mi corazón se paró de golpe y automáticamente di un salto hacia atrás, dándome un golpe contra la pared del contenedor.
—¿¡Que fue eso!? —exclame tratando de calmar los latidos acelerados de mi corazón.
Me había vestido rápidamente ignorando el dolor que sentía en mi cuerpo, y como un resorte me levanté y empecé a acercarme a donde había visto esa silueta. Mi corazón latía a mil por hora y no era tanto por el repentino susto, sino también por la ira que sentía por todo lo que a pasado, y sigue pasando.
Salí del contenedor apuntando a todos lados listo para darle un flash a lo que sea que viera moverse, ya estaba arto, ¡saldríamos de aquí con los medios que hicieran falta!. Salí y apuntando a todos lados, no vi nada, solo el sonido de la noche y el frío entrar a mis pulmones, mi respiración se agitaba con cada movimiento desesperado que daba en busca de esa aparición, que no encontré. Baje mi linterna y rápidamente entre al contenedor a buscar mi bolso, corrí, lo tome, y tan rápido como entre, salí. Al salir miré al cielo nublado y exhalé profundamente mientras mi aliento se escapaba de mí, serré mis ojos y me senté bruscamente con el contenedor a mis espaldas, con mi linterna en mano, me quede vigilante con la luna sobre mi cabeza y la luz amarilla de la bengala a punto de extinguir su luz, arropado por el frío de la noche y la niebla que cada vez se acercaba más con la muerte de la bengala. Seguía atento a los pasos que pudiera escuchar, esperando que Alex o Carlos aparecieran por alguna de las esquinas que constantemente vigilaba, esperaba que llegaran, me ayudarán a levantarme del piso y pudiéramos salir de aquí, cosa que no sucedía, solo escuchaba silencio, mucho silencio. Miles de escenarios cruzaban por mi cabeza, miles de preguntas, demasiadas, piensas sin encajar, respuestas que no llegan. La luz de la luna te hace pensar, cuando me quedaba allí sentado sin fuerzas la miraba y me hacía pensar, recordar, esa noche no era normal, su luz me torturaba, y no podía evitar recordar al ver su brillo, recuerdos del ayer que volvían a mi mente como lluvia cayendo sobre mi cabeza, lluvia muy fría que corría por mi rostro haciéndome pensar, ¿y que si...?, ¿y que si nada de lo que paso hubiera pasado?, si no hubieras sido tan cobarde nada de esto habría pasado, si hubieras sido mejor, lo suficiente, pero no lo fui, nunca lo fui, y ni siquiera el abrazo de la fría noche, ni la luz que se extinguía, ni la luna que me miraba, ninguna podrían calmar este sentimiento envolvente que ardía en mi interior, ninguna apagaría lo que me hacía sentir la luna cuando le miraba.
Logre escuchar un sonido a lo lejos, haciendo que lentamente bajara la mirada del cielo hacia un pasillo de los contenedores, era ella, su lento andar que rompía la niebla, que hacia al polvo volar, y mientras la miraba acercarse hacia mi, olvide lo que pensaba, solo la mire sin decir palabra, sintiendo un calor en mi pecho que apagaba el frío de la noche, sintiendo algo de paz, ignorando la fría luz de la luna, y enfocándome en esos ojos de estrella que opacaba la luz de la luna. Entonces como si nunca hubiera visto la luz antes, me levante como pude del suelo mientras se acercaba, ella se acerco con sus ojos fijos en mi al igual que yo fije mi mirada en ella, se detuvo frente a mi al igual que yo, no dijimos ni una palabra, solo nos miramos a los ojos, y al sentir su alma a través de ellos solo puede responder con un abrazo, no importaba lo que me ocultaba, los problemas que tal vez teníamos, al verla olvide todo, y solo pensé en sacar a mi estrella de este horrible lugar.
Carlos llego por detrás de nosotros trotando, un poco agitado y viendo a todos lados sujetando dos flechas en una mano y el arco roto en la otra.
Mientras él aún trotaba nos miró y exclamo preocupado.
—Creo que algo nos persigue, hay que ir a perseguirlo y preguntarle qué quiere.
—¿¡Estás loco!? —Exclamo Alex enojada.
—Pero que actitud —respondió Carlos burlón— deberían calmarse un poco, porque nos persiga una entidad maligna no significa que se pongan aguafiestas. Bueno, vámonos de aquí entonces, este lugar está más frío que el beso de una madrastra —sujeto su arco roto por en cima de su hombro y rio un poco, como si nada de nada estuviera pasando.
Alex no tolero ese comportamiento tan tonto e infantil de Carlos, así que ella frunciendo el seño arranco de mis manos la linterna y empezó a caminar en dirección a la niebla. Carlos y yo empezamos a seguirla guardando algo de distancia esperando a que se calmara un poco mientras que Carlos y yo hablábamos.
—¿Encontraron o vieron algo fuera de lo normal mientras buscaban la linterna?
—¿Qué es fuera de lo normal para nosotros?, ¿Un payaso con pistola?, ¿Un animal de dos cabezas en llamas?, ¿Fantasmas verdes o un monstruo de piernas y brazos largos como mi verg...
—¡Carlos!
—Perdón, perdón, Igual esas cosas no son extrañas para mí, bien... ¿De qué hablábamos?
—¡Has visto algo en el camino para acá o no!
—Aaaaaaa, te refieres al tipo con complejo de demonio psicópata ¿no? — No, no lo e visto.
Voltee los ojos y seguí caminando con la vista fija en Alex quien seguía delante nuestro a varios metros, esta seguía en linea recta, con los contenedores a sus lados al igual que la niebla, en eso Carlos volteo su cabeza hacia mi y dijo.
—¿Sabes?, creo que de verdad si tenemos que salir de aquí lo antes posible antes que terminemos como mis padres con tres.
—¿De que hablas? ¿Cómo que en tres? —gire mi cabeza confundido hacia Carlos.
—A tres metros bajo tierra, ¿Qué no era obvio? —sonrió un poco, tal vez riéndose por dentro de su propio chiste.
—Déjate de tonterías Carlos —le respondí fastidiado, con una pequeña sonrisa por la poca gracia que me habían dado sus estúpidas palabras.
En seguida voltee mi mirada de vuelta hacia enfrente para seguir monitoreando a la fastidiada de Alex quién guiaba nuestro camino con la linterna, pero en ese momento frene mi andar de golpe cuando frente a mí no la pude ver.
Carlos siguió caminando hasta verme detenerme de repente, el volteó hacia mi extrañado viendo mi rostro probablemente pálido y congelado.
—¿Qué pasa bro? Párese que viste a un fantasma.
Al Ver que casi no reaccione a sus palabras, volteó la mirada hacia donde yo la tenía fijada.
—¿No había frente a nosotros una chica ardida con una linterna? —pregunto Carlos tartamudeando.
Pero antes de responderle a su tonta pregunta un grito conocido rompió el silencio del lugar, haciendo que Carlos y yo nos miramos y exclamáramos al mismo tiempo.
¡Mierda!
Empezamos a correr y a llamar a Alex por todos lados mientras veíamos a todos lados tratando de conseguir el origen del grito, pero no conseguíamos nada. Seguimos caminando, preocupados por no conseguirle, y mas después que el silencio volviera a envolver el lugar dejándonos sin rastro de ella, hasta que llegamos a una oriya de uno de los contenedores para entrar a otro pasillo lleno de ellos, y ahí al final de ese largo pasillo vimos unas silueta extraña a lo lejos, estas eran a penas perceptibles pero sabíamos que no era nada bueno, Carlos y yo nos miramos y empezamos a caminar en dirección a esa silueta, como cerdos que sabían que iban al matadero.
—¿Estas listo para esto Carlos? —pregunte mientras caminábamos apresurados.
—Claro que si, llego nuestra hora, ¡pero de morir! —Exclamo con un claro e incomodo entusiasmo.
Seguimos caminando mirándolo fijamente, pero mientras avanzábamos escachábamos como cosas se movían a nuestro alrededor, cajas y escombros palpitaban y vibraban de forma errática, como si una película se dañara y las imágenes saltaran en milésimas de segundo de un lado al otro, como una "falla en la realidad" o alguna de esas tontearías de las que hablan en internet. Avanzamos hasta estar a algunos metros de esa sombra, lo suficiente como para ver que era el, y que a sus pies estaba Alex tirada, mi corazón golpeo tan fuerte que sentí como si hubieran chocado contra mis costillas y la ira se apodero de mi, a lo que el solo se quedo viendo soltando una riza a través de su mascara. El levanto sus manos como si sujetara un balos invisible clavándole los dedos con fuerza haciendo que los sonidos y los movimientos de los objetos a nuestro alrededor se incrementaran.
—¿Qué haces? ¡Teníamos un trato! —grite demandante.
—See, pero primero tienen que salir de aquí, pero primero quiero divertirme con ustedes —dijo soltando una corta riza.
Los dos retrocedimos un paso al ver esto, pero Carlos no aguanto y exclamo.
—¡Estoy arto!, ¡hora de matar brujas en el cerro!
—¡Carlos no!
El salió corriendo como un loco hacia el con una de las flechas en la mano, a lo que el solo se quedo viendo, y cuando Carlos dio un salto para lanzar la flecha con la mano, este cerró sus manos haciendo que cientos de escombros volaran e impactaran con nosotros, como si dos bombas hubieran explotado a nuestros costados, y estos al impactar con nosotros, tumbandonos al suelo dejándonos inconscientes con el sonido de un horrible grito en nuestros oídos.
No sé cuanto tiempo estuve allí tirado, solo sé que cuando desperté estaba aún más adolorido que antes, tuve que quitarme los escombros de en sima para poder levantarme, ya que por sobre mí había demasiados. Logré escabullirme y ponerme de pie en medio del desastre, y empecé a ver al rededor buscando alguna señal de Alex, Carlos o... esa cosa, pero no podía ver nada más que destrucción, polvo y escombros. Allí de pie logré escuchar un pequeño movimiento de rocas y al hacerlo fui lo más rápido que pude a donde venía el sonido, empecé a excavar y quitar rocas con mis manos hasta toparme con alguien, era Carlos, este no se movía, así que quite todo lo que pude a su alrededor y empecé a tratar de hacerlo despertar.
—Hey Carlos —Lo llame mientras lo sacudía— ¡Carlos! —seguí, pero no respondía— ¡Despierta!
Empuñe mi mano y le di un golpe limpio en la cara, a lo que el respondió con otro golpe perfectamente dirigido a mi nariz haciéndome caer hacia atrás. Me sujete la nariz con la mano y me acerqué a el de nuevo.
—¡Eres un idiota Carlos! —dije con algo mas de calma sentándome a su lado.
El soltó una pequeña risa seca y dolorosa.
—Le di —dijo seguido de una pequeña tos.
—¿Que?
—¡Que le di al muy bastardo!
Negué con la cabeza y le extendí la mano para ayudarlo a salir de ahí. Cuando estuvo fuera de los escombros lo ayude a sentarse recostado a uno de los contenedores y yo camine a donde estaba Alex y esa cosa, aún no sé cómo llamarle ahora. Llegué a donde ambos estaban y obviamente ya no se encontraban allí, perfecto, pero al observar el piso pude ver como los escombros hacían un círculo al rededor de donde ellos estaban y dentro no había nada, los escombros hicieron desastre menos donde él estaba, un escalofrío recorrió mi cuerpo al ver el gran poder que este llevaba consigo, podía crear ilusiones, controlar lo que veíamos, mover las cosas, ¡Controlar a las personas al punto de volverlos locos!, ¡Tenía un ejército a su disposición!, Era imparable, no podríamos contra él jamás, y solo era una fracción del poder que esas cosas le habían cedido, pero, al ver bien el suelo donde estaba parado logre ver algo, allí se encontraba la flecha que Carlos había lanzado hacia él, esta ya no tenía la punta, y al ver esto recordé las palabras de Carlos.
"Le di, le di al muy bastardo"
Y en ese momento empecé a ver al rededor, la niebla se disipaba un poco y la electricidad había vuelto, algunos postes distantes con luces amarillas se podían notar a lo lejos y el ambiente se sentía menos pesado, entonces sujetando en mis manos esa única flecha exclame en voz baja.
—Le dio...
Me llené algo de esperanza al ver el ambiente y que él no era tan invencible como parecía, aún podíamos vencerle y huir de aquí, así que fui rápido a donde estaba Carlos, quien me esperaba de pie recostado al contenedor, le mostré la flecha y él sonrió pícaramente.
—Te dije que le di en la estúpida cara, ahora podemos escapar de aquí, tal vez antes de la cena.
Asentí con la cabeza y ambos fuimos a buscar a Alex antes que algo volviera a ocurrir. Caminamos lo más rápido que nuestros adoloridos cuerpos nos dejaban buscándola, pero no se veía por ningún lado, no había señales ni de él ni de Alex por ningún lado, de nuevo. Pero, llegamos a uno de los pasillos y empezamos a ver algunas cosas extrañas, y de repente, empezamos a ver cajas flotar en el aire, cajas y escombros que flotaban y palpitaban a nuestro alrededor y una sombra que flotaba por enzima de estas, y de repente desaparecía, haciendo que todo callera al suelo.
—¡Es él! —Exclame.
—hay que conseguir a Alex rápido antes que ese manchón negro volador le haga algo.
Empezamos a correr desenfrenados, pasando de pasillo en pasillo tratando de conseguirla, las cosas volaban de un lado al otro como si estuviéramos en una especie de tornado que desafiaba las leyes de la física y la lógica. Seguimos corriendo desesperados hasta que nos topamos con el de frente, estábamos en uno de los pasillos con contenedores a nuestros lados, los objetos flotaban a nuestro alrededor y su figura flotaba en lo alto a varios metros sobre nosotros.
—Les dije que esto solo era un juego para mí, si quisiera haberlos matado hace mucho desearían estar muertos —dijo con una voz fuerte pero distorsionada— No los he aniquilado solo porque mis nuevos jefes no me dejan aún, pero les aseguro que si quieren escapar de aquí ¡no les será fácil!
En eso, él levantó las manos e hizo que todos los objetos a nuestro alrededor se detuvieran, e hizo que empezaran a llover sobre nosotros. Empezamos a correr en dirección contraria hasta refugiarnos detrás de un contenedor más pequeño.
—¿¡Que haremos ahora!? —preguntó Carlos histérico mientras escombros llovían y golpeaban el contenedor.
Quedé por unos segundos pensando que hacer mientras Carlos le gritaba toda clase de cosas a él.
—La flecha, ¡La flecha!, ¡Podemos arrojársela!, la última vez lo afecto bastante, ¡Podría hacerlo de nuevo!
—Ya lo dijo —exclamo arrancando de mi mano la flecha.
—¡No! ¡Espera!
Él salió corriendo mientras le gritaba que no lo hiciera, cosa a la que hizo caso omiso. Empezó a esquivar los escombros corriendo en dirección hacia él, y cuando estuvo de frente a varios metros, salto para lanzarle la flecha, cosa que no pudo hacer porque un pedazo de madera grande impacto contra él lanzándolo contra uno de los contenedores bruscamente.
—Patético —Exclamó— eso no les funcionará dos veces.
Entonces él empezó a lanzar escombros contra el contenedor donde me estaba cubriendo, pero sentía que no podía quedarme allí por mucho tiempo más o él podría contra nosotros, así que me asome por una orilla a ver donde estaba Carlos, y cerca de donde él estaba tirado allí en el suelo se encontraba la flecha, solo teníamos una, un tiro, tenía que recuperarla. Así que entre escombros volando salí de mi escondite y empecé a correr hacia la flecha hasta llegar a ella, tomarla, y tratar de conseguir un mejor ángulo para lanzarla, pero los escombros que me llovían terminaron haciendo que callera y que al intentar lanzarla esta se desviara cayendo sobre uno de los contenedores de los costados, lejos de mi alcance. Ya no podía hacer nada, no tenía ningún arma contra él, no me quedaba nadie, estaba perdido, él dejó de hacer que los escombros volaran a nuestro alrededor y los dejó estáticos flotando en un solo lugar, como si hubiera detenido el tiempo. Empecé a sentir como si una fuerza levemente me halara hasta que de repente de un fuerte tirón me levantó del suelo, quedando cara a cara con él. No podía moverme mientras cada vez me acercaba más a él, y con un movimiento ligero de manos me arrojo fuertemente contra el suelo, cayendo en unos escombros a barios metros frente a él.
Sentía que no podía hacer nada contra él, estaba agotado, mental y físicamente, ya no podía más, no podría escapar. Él empezó a bajar lentamente del aire, hasta tocar con delicadeza el suelo y empezar a caminar con pasos tranquilos hacia mí, con solo el sonido de sus pasos de fondo, una lámpara amarilla alumbraba a sus espaldas tiñendo su sombra sobre mí mientras se acercaba junto con el sonido de sus pasos en la tierra y los escombros del suelo.
—Es inevitable Adrián —decía mientras se acercaba— no sé por qué sigues luchando si sabes que ya está escrito lo que pasara.
Solo me quedé allí, escuchando sus palabras con esa voz distorsionada, mientras que a cada paso parresia que desaparecía y aparecía, como un fantasma o una ilusión que fallaba, me quede pensando en que todo esto era culpa mía, había fallado, había dejado a las personas que quería a merced de este monstruo y solo me podía quedar aquí tirado en el suelo viendo como ese monstruo venía por mí y luego por ellos. Pero de repente, mientras estábamos allí, mirándonos de frente, una voz se escuchó, una muy familiar.
—¡Hey!
Seguidamente del grito se escuchó un golpe en un contenedor a su lado, como si una roca lo hubiera golpeado, este volteo en esa dirección, pero en eso una flecha voló hacia él por sus espaldas, esta impacto contra él explotando con una luz muy potente que lo hizo retroceder con un gran grito desapareciendo del lugar con él.
—¿Alex? — pregunté entrecerrando los ojos para tratar de enfocar después de ese resplandor de luz.
—¿¡Sí!? —respondió con un suspiro de cansancio y una pequeña risa— ¿hora de irnos o qué?
Ella bajó del contenedor donde estaba y me ayudo a levantarme para luego entre los dos levantar a Carlos, quien estaba tan débil que tuvimos que cargarlo de los hombros entre los dos. Ya que la niebla no estaba tan espesa y con la poca luz de las lámparas amarillas de al rededor, empezamos a agarrar camino para tratar finalmente de escapar de allí, puesto que la presencia de ese monstruo ya no estaba, o eso pensábamos, porque mientras caminábamos buscando la salida de ese laberinto de contenedores empezamos a escuchar los gritos de él, y cosas empezaban a volar y estallar. Alex y yo íbamos lo más rápido que podíamos con Carlos en nuestros hombros, las cosas aún volaban de un lado al otro de vez en cuando haciéndonos caer al suelo o golpeándonos haciendo que perdiéramos el ritmo y tuviéramos que levantar al casi inconsciente de Carlos, hasta finalmente ver a lo lejos la salida del lugar. Sentimos un alivio, más oxígeno en nuestros pulmones al ver poco a poco aparecer la puerta de salida a lo lejos, pero, aun esto no había terminado, porque la niebla también ocultaba una figura de pie frente a la entrada, cuando la vimos mi estómago se vació y mi corazón se detuvo, era él, estaba frente a la entrada con un pequeño torbellino de más de tres metros que le rodeaba junto con algunos escombros volando a su alrededor. Ya no teníamos tiempo ni ganas de retroceder, así que seguimos caminando en línea recta hacia el quién miraba hacia afuera del lugar. Cuando estuvimos a unos treinta metros de él más o menos, él se dio la vuelta, estoy seguro de que Alex y yo sentimos su mirada penetrando nuestras almas, pero en medio de eso se escuchó un sonido como de viento muy fuerte y con eso, desapareció, dejando la salida descubierta. No desaprovechamos esa oportunidad de salir de ahí, así que empezamos a caminar más rápido esperando no conseguirnos con el de nuevo, o que fuera una trampa, pero lejos de nuestras sospechas logramos cruzar la puerta sin problema y ya estábamos alejándonos del lugar cuando no pude evitar la curiosidad y voltee la cabeza hasta atrás, y hay fue cuando lo vi, estaba de pie frente a la entrada, mirando hacia nosotros, su figura poco a poco desaparecía cuando más nos alejábamos, solo se quedaba ahí desvaneciéndose con la niebla que le cubría, con solo el sonido de ramas y tierra bajo nuestros pies. Solo me quedé mirando y avanzando hasta que todo ese lugar de pesadilla se desvaneció en la niebla.
Ya lejos de ese lugar en el camino, Carlos recobro la consciencia y poco a poco se iba recuperando, a tiempo para continuar camino a pie que nos esperaba. Al parecer la niebla no era solo en ese lugar, se había extendido mucho más allá, en las carreteras donde pasábamos al lado de las colinas con las hojas secas volando a nuestro alrededor, por las calles con ese aroma húmedo que junto con ese silencio y la falta de personas por las calles cercanas a la casa donde me quedaba parecían un escenario de terror donde toda la vida se hubiera esfumado, de repente se veía una que otra persona en bicicleta o a pie, pero solo seguían su camino, ajenos a los tres chicos heridos caminando tratando de volver a casa, y así seguimos hasta estar cerca de casa y entrar corriendo a dentro serrando las puestas con seguro. Al estar dentro no dijimos ninguna palabra, solo caímos sentados en el primer lugar que consiguiéramos, Carlos se quedó cerca de la puerta, Alex fue a la cocina a serrar las ventanas y yo fui hasta la sala donde estaba la TV y me senté en el sillón mirando la pantalla en negro. Al cabo de unos minutos Carlos se puso de pie y con una voz cansada dijo que iba a vigilar por si algo nos había seguido, y abriendo la puerta lentamente, se fue llevando consigo unos binoculares que tenía colgados cerca de la entrada, al igual que mi teléfono. Alex se quedó un rato más en la cocina hasta que por el reflejo de la TV pude ver que se acercaba a donde me encontraba, sentándose a mi lado en el sillón con una mirada casi tan perdida como la mía.
—¿Crees que se acabó? —pregunto aún con la mirada perdida y una pequeña mueca en sus labios.
Quedé en silencio unos segundos y negué con la cabeza.
—Y ahora... ¿Qué vamos a hacer?
—¿A qué te refieres? — volteé hacia ella.
—Ellos siguen allá afuera, tenemos que hacer algo, ¿verdad? —volteo hacia mí.
—¡No! —respondí.
—¿¡Como que no!?
—Apenas logramos salir de ahí, no es el momento de pensar que hacer.
Ella quedó en silencio unos segundos y respondió.
—Pues tengo acá una bala con el nombre de ese monstruo escrito —dijo con una sonrisa algo cansada sacando el arma de su bolsillo señalándome con ella.
—¿Qué?, ¡No!, ¿¡Y de dónde sacaste esto?! —pregunté poniéndome de pie y arrancando el arma de sus manos.
Inspeccione rápidamente el arma y la mire.
—Es de uso militar, ese cuchillo, esas botas que llevas puestas, ¿¡De dónde has sacado todo esto!? —pregunte con algo de enojo.
Guardo silencio unos segundo y bajando la mirada respondió.
—Eran de mi hermano.
—Entonces ve y devuelve todo esto, ¡No puedes andar por ahí con un arma oficial cargada!, podrías meterte en graves problemas.
—baj, eso es lo de menos, no importa.
—Alex, devuelve todo esto —dije demandante— es peligroso, podrías hacerte daño.
—No puedo.
—¿Cómo que no puedes?
—¡Está muerto! ¿¡Okay!?, Mi hermano está muerto, ¡Ya no está!
Quedé en silencio por completo mientras veía como una lágrima corría por sí rostro, no sabía que responder, pero ella siguió.
—Lo siento, no lo sabías, fue algo resiente, de hace pocos años, solo... ¡Creí que estabas en peligro! Busque su arma porque no quería perderte, ¡No quiero perder a nadie más okay!, No pensé en nada en ese momento, ¡solo quería protegerte de él! Aun con mi única bala.
Al escuchar eso me puse en cuclillas frente a ella sin perderle la mirada, revise el cargador y en efecto, solo había una bala, y pregunte.
—¿Por qué una sola bala?
—No necesitaba más.
—¿Por qué? —pregunte confundido, viendo cómo dolían cuando pasaban esas palabras por su garganta, y más las que estaba a punto de pronunciar.
—Por qué... —hizo una pausa y me miró con los ojos cristalizados, brotando de ellos aún más lágrimas— porque a la única persona a la que considere atravesar con ella fue... A mí.
Empezó a llorar, pero ella trataba de retenerlo, un gran dolor se veía que sentía por dentro, uno que no quería o no podía liberar. Ella volteó la mirada hacia una de las ventanas y siguió hablando.
—Él era una buena persona, y a veces desearía haber sido yo en vez de él ¿sabes?, él tenía tal vez un mejor futuro que una simple bachiller que no sabe qué hacer con su vida, que se ha metido en problemas muchas beses, que ha lastimado a las personas que ama, a veces siento que debí haber sido yo, aún recuerdo mis quince años, es mi recuerdo más doloroso, él siempre dijo que quería verme, a su princesa cumplir quince, ¿te imaginas eso? —rio un poco entre lágrimas— pero él no estuvo allí, solo tenía una foto de él, con la cual baile aferrada como si de esa forma podría sentirlo de vuelta a mi lado, ¡Pero no fue así!, Solo le sentí más sola —giro si miraba hacia mí— y tú, tú me recuerdas mucho a él, un alma dulce al que le han hecho tanto daño que olvida que lo es, y solo quise protegerte, sin importar mi vida o lo que podría pasar, y aun así temo que tal vez pueda lastimarte, siempre lo hago, daño a quienes amo, por qué si, lo confieso, he llegado a amarte en este tiempo, y la verdad no puedo perderte, te has vuelto un rayo de luz, mi estrella en este cielo oscuro, esa que podría admirar por horas, de alguna forma me curaste de esa soledad que me mataba, quién me hacía olvidar al menos por un rato que el mundo es un desastre, ¡Y de verdad no podía perderte!, no quiero que te hagan daño, aunque tal vez sea yo misma quién lo haga.
Para este momento ya mis lagrimas también corrían por mi rostro, solo pude mirarle y decirle.
—Gracias, a ti, por estar aquí, por seguir existiendo, yo también te amo, en verdad, no importa que me hagas daño o que te alejes de mí por años, no importa lo que pase, aunque no volviera a hablarte, aunque no volviera a verte de la misma forma en que lo hago hoy, siempre estaré allí para ti, aunque sea de lejos desde una colina, a través de una pantalla, en el viento que rosa tu rostro o en las cartas que tal vez en algún momento te llegue a escribir, estoy aquí, y siempre voy a estarlo.
No resistí más, y me acerqué para darle un abrazo, ambos lo necesitábamos, acabábamos de salir de un lugar donde algunos de nuestros miedos más profundos nos habían atacado, y el consuelo, la calma después de la tormenta era tener entre mis brazos a esa persona, esa persona que había logrado llevarse un pesado de mi ser consigo.
Duramos un rato los dos juntos en ese sillón, hasta que el teléfono sonó, era Carlos.
—Hey chicos, no veo nada extraño por acá, voy a bajar de este árbol y a asaltar tu nevera Adrián, tengo hambre, nos vemos.
Colgué el teléfono.
—Casi olvidaba que estábamos huyendo —dijo Alex con una pequeña risa— ¿y ahora que aremos Adrián?
—No lo sé Alex.
—Pues yo tampoco, pero sé que sea lo que sea, mientras sea contigo, acepto.
Sonreí por sus palabras, pero esta no duró mucho, porque recordé el trato que había hecho con Luis, o como se hacía llamar, Demmbeler, y en ese momento mire a Alex y respondí.
—¿Sabes? Si hay algo que debí hacer, ya regreso.
—Okay, está bien.
Me levanté del sillón y empecé a caminar en dirección a la cocina, pero antes de hacerlo, me detuve y miré a Alex una vez más.
—Hey, una ultima pregunta.
Ella volteo su rostro hacia mi.
—¿Por que rayos el arma de tu hermano tiene una calcomanía de hello kitty?
—cositas —dijo con una pequeña risa.
—¿Okay?, bueno, ahorita vengo.
Ella asintió con la cabeza y se recostó tranquila en el sillón, mientras yo caminaba a la cocina, buscaba una bolsa negra y caminaba al patio trasero de la casa en busca de una pala, cabe un agujero, metí mi traje y mis armas hachas por mi ahí dentro de la bolsa y las arroje al agujero, no dejaría que nada ni nadie le hiciera daño a Alex ni a las personas que amaba, no, nunca más, así que decido ese día cumplir el trato que hice con el, dejaré de lado mi lucha y no interferiré en sus planes. Tengo que cuidarlos... No puedo perderles, lo siento Dianne, Lo siento señor de la colina, pido perdón a todas las víctimas que hay y que abran, pero se acabó, y con esas palabras tape en agujero, una paleada de tierra a la vez. Me aleje mirando hacia atrás, como si por dentro aun no podía dejar las cosas así, pero aun así entre a la casa, me senté en el sillón y con un brazo rodee a Alex quién se había quedado dormida, serré los ojos y sentí que ahí era donde debía estar, al fin sentía que había conseguido un camino, y este daba vueltas a su alrededor.
No dejaré que nadie les haga daño.
Nunca más.
Y aré lo que sea, para que mi estrella siga brillando.
Lo que sea.
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