Capítulo 10: DE REGRESO
Capítulo X
De regreso
= Maro/2014 =
Alguna vez se han sentido ¿Solos?
Como si no tuvieras a nadie, como si no tuvieras ayuda, alguien que los escuchara, alguien a tu lado en tu peor momento. Cómo sí, no lo sé. Esos pocos días de reposo se convirtieron rápidamente en más de tres, casi cuatro meses, en los que estuve de psicólogo en psicólogo, y aunque contaba todo lo que paso, nadie me creyó, nadie. Cada uno era más aséptico que el anterior.
Me sentí solo durante mucho tiempo, por eso, me daban de loco y preferían juzgarme en vez de escucharme.
¿¡Por qué nadie me creía!?
Me la pasaba encerrado en mi cuarto solo, pensando. Incluso yo me cuestionaba si había sido ¿Real?, o solamente fueron delirios de un chico en medio de la nada, asustado y sin saber qué hacer ni a donde ir. Me sentía perdido, como si la tristeza y la oscuridad hubieran vuelto a casa conmigo desde ese túnel, como si hubiera absorbido algo en mí.
O como si algo hubiera vuelto conmigo.
Estuve muy mal durante mucho tiempo. Hasta que alguien inesperado vino a mi rescate.
—¡¡Adriaaaan!! —escuché un grito desde afuera de mi casa.
Me levanté del suelo donde estaba sentado y me dirigí a ver quién llamaba, mientras me dirigía a la puerta escuche de nuevo
—¡Adriaaan, saaaal! —abrí la puerta.
¡Y era Rafael!. Salte de alegría por dentro cuando lo vi allí en su bicicleta con sus lentes oscuros.
—Que pasó mano —preguntó mientras bajaba de su bicicleta y se acercaba a mí.
—Han pasado muchas cosas, pero tal vez tú tampoco me creas —respondí en tono triste mirando hacia abajo.
—Adrián, mi hermano, cuéntame.
Le conté todo lo que había sucedido... Pensé que me tomaría por loco al igual que todos, pero se sorprendió por todo lo que le dije, quedo pálido y algo confundido.
—¿Esto cuando paso Adrián? —preguntó sorprendido.
—Hace unos meses ya, más o menos —respondí mientras apartaba la mirada.
—Hermano, eso fue fuerte, ¿no? ¿Y qué ha pasado desde eso?.
—Pues he estado de psicólogo en psicólogo, cada uno escuchando mi historia sin creer absolutamente nada, aparte he escuchado cosas extrañas de vez en cuando y pues... me siento algo extraño.
—¿Extraño? —preguntó confundido— ¿cómo?.
—No sé como explicarlo, no lo sé —respondí bajando la mirada.
—Ok, no te preocupes hermano, cualquier cosa sabes bien que cuentas conmigo para lo que sea sabes? —dijo mientras colocaba su mano en mi hombro— todo estará bien, ¿ok?.
—Ok —Respondí con poco entusiasmo.
—¡Y hey! ¿Volverás al colegio, no?.
—Se supone que mañana debería ir, pero tengo algo de miedo.
—¿Miedo a qué? —dijo mientras cruzaba los brazos.
—Ese es el problema, que no lo sé.
Y eso me asusta más.
Rafael se quedó en mi casa ese día para acompañarme y para ayudarme a prepararme antes de volver a clase. Hasta qué el día llego.
Abril/2014
Era un día frío y con un poco de neblina, que ocultaba los rayos del sol. Me levanté temprano como siempre, me arregle y fui al colegio, aún algo temeroso y preocupado por algo incierto, pero tenía que ir o si no, no pasaría de año, ya que había faltado ya bastante.
Desde que entre al colegio las personas se me quedaban mirando como si nunca me hubieran visto, o como si vieran un fantasma. Cuando entre al salón, el silencio consumió el lugar y todas las miradas fueron dirigidas hacia mí. La profesora me dio la bienvenida con la voz un poco temblorosa mientras algunos de mis compañeros susurraban entre sí. Al acercarme a mi mesa me percaté que la mesa a mi lado estaba vacía, era la mesa de Luis ¿Dónde estaba él?. Mientras estaba en clase sentía como si de la mesa bacía de al lado, me observaran.
Era una sensación extraña, como un ligero respirar en mi cuello y una mirada fija desde la nada.
Un escalofrío bajaba por mi espalda mientras escuchaba ligeramente golpeteos rápidos de dedos sobre la mesa vacía, solo me quede mirando al frente haciéndome el indiferente ante tal suceso, hasta que se detuvo, respire hondo y trate de calmarme.
Hasta que escuche ese golpe en el respaldar de mi silla.
Reaccioné bruscamente y me levanté de repente tropezando la mesa y mirando la silla mientras me alejaba.
—¡Adrián! ¿¡Que te pasa!? —dijo la profesora en voz alta mientras me miraba algo disgustada y sorprendida.
—N-nada —respondí tartamudeando mientras agarraba mis cosas y me sentaba en otra silla.
Todo estuvo relativamente normal a partir de allí hasta qué.
Sentí un golpe seco por debajo de la mesa.
Grite mientras tropezaba la mesa y me arrastraba lejos de ella.
—¡Adrián ya basta! ¿¡Que sucede!? —grito la profesora mientras se acercaba hacia mí.
Pero sonó la alarma de salida, y me levanté rápidamente y salí del salón corriendo hasta la salida, me recosté a la puerta del colegio a respirar un poco, ya que me faltaba el aire y estaba muy agitado y mientras me clamaba solo me preguntaba una cosa.
¿¡Dónde está Luis!?
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