Capítulo 19

Un suspiro salió de su boca, no quería admitirlo pero se sentía aliviada de que la fiesta de té de Furina llegará a su fin. El ambiente en esa fiesta fue abrumador y asfixiante, al salir de la oficina de Furina no tenía el mejor semblante pero eso no evitó que se esforzará en sonreír con su mejor sonrisa.

En ese instante, observó su alrededor. El silencio llamo su atención, era extraño que no hubiera nadie, ni una sola alma. Levanto su mirada para observar los ventanales de la derecha, había oscuridad y nada más que oscuridad.

¡Por Los Siete!

¡¿Tanto duro en esa fiesta?!

— Oh, señorita Leyna. ¿Finalmente terminaron su fiesta de té? — Sedenne hablo detrás de ella, cuando Leyna giro su cuerpo para verla, notó que ella se había preparado para irse.

— Sí, ¿tan tarde es?

Sedenne se rió al darse cuenta de que está parecía ser la primera vez en la que Leyna experimentaba una larga fiesta de té. Luego agitó su cabeza con un gesto afirmativo.

— Su Señoría Neuvillette ha terminado también y ha regresado a su habitación.

El entrecejo de Leyna se frunció al escuchar sus palabras. No había visto a Neuvillette después de su desayuno, había querido despedirse de él antes de dormir y aunque su corazón dolió, ignoro ese dolor.

— Muchas gracias por avisarme, Sedenne.

La pequeña Melusina se despidió de ella dejándola sola en los pasillos del Palacio Mermonia. Con otro suspiro saliendo de su boca, se encamino a la habitación que compartía (literalmente) con Neuvillette.

El sonido de sus tacones era el único sonido que sonaba en el Palacio Mermonia, la ciudad de Fontaine ya había terminado su jornada y habían pocas luces encendidas a esa hora. Seguía sin creer que todo su día la paso en una fiesta de té, ni siquiera podía recordar a qué horas había comido, soltó un bostezo. Al menos su cuerpo recordaba las horas en las que debía dormir o levantarse.

Una vez llegó a su habitación, se quitó los tacones y camino descalza por el suelo frío. Lo sentía cómodo, sus pies se sentían descansados y más relajados, camino hacia la puerta que dividía su habitación con la Neuvillette y la abrió.

Su dragón dormía y se veía bonito.

Entró de puntitas y sin hacer ruido, se acercó a la cama en silencio, luego se inclinó un poco para dejar un beso en la mejilla de su pareja, solo así se sentiría satisfecha.

En silencio cerro la puerta que dividía ambas habitaciones, tomo ropa de dormir y se la puso. No tenía ganas de bañarse, su cuerpo pedía la comodidad de la cama y ella por esta vez no se negó a consentirlo. Se acostó en la comodidad de su enorme cama, cerró sus ojos y durmió con una sonrisa en sus labios.

Esperando que el día de mañana fuese mejor.

Sin embargo, al contrario de sus expectativas, al día siguiente no pudo ver a Neuvillette en ningún momento ni para compartir su desayuno. Su padre tenía razón, el trabajo de Neuvillette no les permitiría reunirse o verse, Leyna había creído que al venir a Fontaine ambos podrían verse, lo que fue imposible.

Después de todo, Neuvillette es el Juez Supremo de Fontaine.

Los días siguientes fueron iguales, no pudo ver a Neuvillette en ningún momento. Se la pasaba horas y horas encerrado sin salir, a veces lo hacía pero para ir a los juicios, era difícil. Por ello, para no aburrirse, compartía su tiempo con Furina, ambas salían a las calles de Fontaine para comer algo o bien, salir a comprar ropa y cosméticos.

— ¿Extrañas tu nación?

Furina la miró mientras bebía de su café con leche. De hecho este era uno de esos días en los que ambas salían a distraerse, a Furina no le gustaba mucho el papeleo ya que le aburría por eso esa parte se la dejaba a su gemelo.

Leyna sonrió débilmente.

— Sí, demasiado.

Furina la observó en silencio, podía notar la tristeza en los ojos de su amiga. Ella estaba al tanto de que Neuvillette y Leyna no se habían visto en más de una semana desde que llegaron a Fontaine y ella más que nadie sabía porque era así. El Juez Supremo era bastante trabajador y no le gustaba dejar nada sin terminar, así que en parte entendía a ambos.

Un poco mejor dicho.

— Por tu expresión puedo decir que en realidad extrañas más a Neuvillette que Liyue.

Leyna se rió en voz baja, al menos reía y eso era bueno.

— Es cierto, papá tenía razón al decir que sería difícil vernos — soltó un suspiro triste.

— ¿Te arrepientes de venir a Fontaine?

Leyna miró a Furina y negó con un gesto de cabeza. Por supuesto que ella no se arrepentía, de hecho había tomado una buena decisión, visitar otra nación y conocer su cultura la llenaría de más conocimiento. En los pocos días que ha estado aquí, ha conocido historias de Fontaine y su gente, cada una de ellas han sido increíbles.

— No, estoy feliz de estar aquí.

Furina sonrió al escucharla, sabía que era sincera por lo que no dudo de ella. Leyna también bebió de su chocolate caliente, paso su lengua por sus labios para lamer el dulce que había en ellos.

— Puedo entender lo que siente con la ausencia de Neuvillette, yo me siento de la misma manera con la ausencia de Forcis — recordando aquellos días en los que su hermano podía sumergirse en su trabajo, Furina soltó un suspiro.

Leyna entonces recordó que aún no conocía a Forcis.

— ¿Tu gemelo es igual que tú? — preguntó curiosa y trató de imaginarse a una Furina masculino.

— Sí, solo que es más alto que yo — bebió de su café con leche con tranquilidad, luego golpeó fuerte el plato con la tasa en sus manos  —. ¡Oh! ¿Que te parece si vamos a la Fuerte Merópide? Recordé que mi hermano la visitaría hoy.

— He escuchado de ella, dicen que está en lo profundo del mar — Leyna llevo una mano a su barbilla.

— ¡Si! Pero nada es mejor que experimentarla por una misma.

Furina se levantó de inmediato y tomo la mano de su compañera para arrastrarla al ferribús. Leyna se rió con alegría y se dejó llevar por su emocionada amiga, ambas subieron por el elevador hasta el tercer piso, cuando las puertas del elevador se abrieron ambas salieron dispuestas a tomar el ferribús.

En ese instante antes de siquiera llegar al otro lado, Furina la llevo en dirección a la entrada del Palacio Mermonia. Leyna la miró confundida.

— ¿No íbamos a tomar el ferribús?

— ¿Eh? ¡Si, si! Es que recordé que olvidaba algo jaja.

El entrecejo de Leyna se frunció ligeramente, Furina parecía nerviosa por algo y la llevaba a prisas como si quisiera alejarla del otro lado. Viéndola mirar al otro lado, ignoro su actuar y sonrió.

— Está bien, vamos.

Furina le sonrió aunque su sonrisa pronto se convirtió en una mueca.

— Su Señoría Neuvillette, gracias por aceptar mi solicitud.

Al escuchar el nombre de su pareja, Leyna giro su cuerpo con una expresión confusa sobre su rostro. Sin embargo, la emoción que había alguna vez en sus ojos, se apagó al ver a Neuvillette acompañando a la señorita Navia mientras ella se abrazaba a su brazo.

Neuvillette le dio una respuesta silenciosa a Navia, luego ambos se subieron a un ferribús. Leyna no sabía a donde iba, pero estaba segura que su corazón era infeliz en ese momento, cerro sus ojos unos segundos y tranquilizó su mente.

— Leyna lo siento...no quería..

— No te preocupes, Furina. Lo sé, yo confío en Neuvillette — dijo aunque sus palabras sonaban más para ella misma que para la otra persona —. ¿Nos vamos?

Furina dudo unos segundos y al minuto, asintió.

Ambas se subieron al ferribús que las llevaría hasta la Ópera de Epíclesis. Para olvidar el mar sabor de boca que les dejo el encuentro de Neuvillette y Navia, Furina le contó la razón de llegar a la Ópera de Epíclesis. La entrada a la Fuerte Merópide se encontraba ahí y era más fácil acceder desde ahí que por otro lugar.

Cuando ambas llegaron, caminaron un rato más mientras hablaban entre ellas. Alguna que otra persona saludaba a Furina, en ocasiones se paraban para presentar a Leyna e informarle quienes eran la otra parte, luego se despedían y retomaban su camino.

Hasta que al final llegaron a la entrada de la Fuerte Merópide.

— Tenemos que tomar el elevador para llegar donde se encuentra la oficina del Duque.

— ¿Duque? No sabía que también tenían ese tipo de títulos aquí.

Furina y Leyna bajaron las escaleras con forma de caracol.

— Bueno, el Alcaide del Fuerte Merópide es alguien especial pero es buena persona, creo.

Leyna se rió al escuchar sus palabras, se sentía mejor ahora.

— ¿Crees? ¿Acaso no lo conoces?

Furina río nerviosa mientras entraba al elevador junto a Leyna. No estaba dispuesta a mentirle así que fue sincera con ella.

— No he hablado mucho con en él en realidad, una vez me envió té y estaba delicioso pero de ahí a más nada. Mi hermano es el único que ha tratado con él.

Leyna fue comprensible, con lo poco que conocía a Furina se daba una idea de las razones por la que el Duque de la Fuerte Merópide y ella jamás cruzaron palabras.

— Bueno, ya lo conoceremos juntas.

En cuanto las puertas del elevador se abrieron y la Arconte Hydro hizo acto de presencia, todos comenzaron a murmurar en voz baja y otros saludaron de forma respetuosa.

— ¡Es la Arconte Furina!

— ¿Habrá sucedido algo para que nuestros Dioses bajen a la superficie?

— No lo creo, nada ha sucedido desde que Fontaine se inundó.

— ¿De que hablan? ¡Es una bendición su presencia!

Leyna miró a su amiga, la tensión en su cuerpo se hizo evidente. Otra vez comprendió que Furina no se paraba en estos lugares.

— Ejem — Furina carraspeo para aclarar su garganta —. Hola, ¿sabes si Forcis se encuentra aquí?

— O-oh, sí. Ludex Forcis se encuentra en la oficina del Sr. Duque — Furina le regaló una sonrisa a la empleada, lo que ella entendió como una orden para avisar su llegada —. Le informaré que se encuentra aquí.

— Gracias.

La empleada corrió a la oficina del Duque de la Fuerte Merópide y al cabo de unos minutos quien salió de la oficina fue tanto el Arconte Hydro como el Duque y detrás de ellos la empleada.

•••

¡Hola! Me disculpo por el retraso.
Les doy gracias a todos y a todas las que esperaron por este nuevo capítulo, espero que lo disfruten o hayan disfrutado.

Nos vemos en la próxima actualización.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top