Capítulo [V]:
El resto de la noche está pasando de una manera muy lenta para Thomas, durmiendo con una Teresa que ni siquiera le mira, que está tan lejos de él.
El castaño no comprende aún qué es lo que ha pasado, qué fue todo lo de la feria, cómo Newt fue a parar al cuerpo de Teresa y/o cómo Teresa acabó encerrada bajo la piel de Newt. No entiende, tampoco le interesa entenderlo, no en realidad; sólo quiere que todo vuelva a la normalidad pronto.
Thomas da vueltas en la cama, busca una posición cómoda en la cual poder dormir pero no la encuentra; y es que necesita cierto cuerpo junto al suyo para poder conciliar el sueño de verdad. Precisa de la respiración de Teresa en su cuello y el perfume de ella bien cerca de él, quiere pasar su brazo por su cintura y besar su frente antes de cerrar los ojos. No va a dormir en aquella cama helada con el cuerpo de Teresa tan lejos. No logra soportar aquella distancia entre su novia y él; es francamente insoportable.
El colchón es enorme y Thomas se siente incómodo bajo el fino edredón que le cubre. El cuerpo de su chica está en la otra punta de la cama, a muchos centímetros de Thomas, —aunque él siente como si se tratara de kilómetros enteros—, y lo percibe horrible. Nadie podría dormir en estas circunstancias. Antes de salir de Denver, le rogó tanto a su padre para que le dejase dormir con ella, que le permitiera, sólo por esas vacaciones, compartir la cama con su bella novia, le costó mil promesas utópicas que deberá cumplir durante el próximo año sólo para que el señor Caine aceptara su propuesta, y que ahora las cosas estén así le resulta demasiado injusto.
Newt apenas ha aceptado dormir bajo las mismas sábanas que su mejor amigo, incluso hubo hecho un terrible escándalo por eso; protestó y reclamó por dormir solo y, si eso no podía ser, entonces preferiría echarse en el piso. Obviamente Thomas se hubo negado de manera inamovible; jamás dejaría que el delicado cuerpo de Teresa durmiera en el suelo, tan frío e incómodo, por supuesto que no. Y luego de media hora, tras mil demandas, súplicas y tratos; aceptó acostarse en la misma cama que Thomas. Él sigue sin entender cuál es su maldito problema, si se conocen de hace años. Pero el mayor es tan malditamente introvertido y solitario, tan ajeno a lo que es Teresa..., sería una pérdida de tiempo intentar entenderle. Su novia y él rubio son dos personas totalmente diferentes, no hay entre ellos una sola similitud; todo se basa en antónimos y oposiciones. Es obvio que ahora no debe esperar lo mismo de la Teresa que está descansando al otro lado de la cama. Debe resignarse y dormir, tal vez despierte mañana y se dé cuenta de que todo se ha tratado de un mal sueño.
Le cuesta mucho.
Thomas piensa que todo sería más fácil para él si Newt le permitiera acercarse un poco más, que olvidara, al menos por esa noche, su tonta regla del no-contacto-humano. El castaño sólo quiere abrazar el cuerpo de su novia, él sólo necesita respirar el aroma a coco del cabello azabache de Teresa. ¿Qué hay de malo en eso? Nada, él cree, aunque piensa, por otro lado, que Newt ha de tener un millón de razones.
De todos modos, no pierde nada con intentar...
—Hey —susurra Thomas desde su lado de la cama.
Su amigo no contesta. Está dormido.
Thomas está casi al medio, pero Newt se ha puesto justo al borde de la cama. De hecho, el castaño piensa —y asegura— que amanecerá en el suelo si se mueve tan sólo un centímetro más. Y todo por esa manía estúpida de no querer rozar su brazo con otra persona. Thomas es su amigo, no debería molestarle. Pero lo hace y el castaño no sabe por qué, aunque tampoco se va a poner a discutirle esos ínfimos detalles.
Thomas escucha apenas la respiración de Teresa, su cuerpo sube y desciende bajo las sábanas y parece realmente sumida en sus sueños. Se ve tan bonita y calmada, el castaño quisiera estirar su mano y acariciarle los cabellos.
En algún punto Thomas se obliga a no acercarse sin permiso, porque está peligrosamente a punto de hacerlo y sabe que sería un error con consecuencias desastrosas; Newt le golpearía en la cara si al abrir los ojos lo encuentra tan cerca suyo. Debe tener su consentimiento antes de hacer cualquier cosa.
—Newt... —vuelve a insistir Thomas. Su voz sigue siendo baja aunque la ha elevado dos tonos más que antes—; Newt... Hey, despierta...
Thomas quiere estirar el brazo y tocarle el hombro, moverle para que despierte de una buena vez, pero se controla. Lo asustará y con aquello sólo conseguirá que el bellísimo cuerpo de su novia vaya a dar al suelo y luego un golpe se estrellaría en alguno de sus pómulos cuando Newt se levante. Así que sólo se limita a susurrarle que abra los ojos.
—Newtie... —vuelve a murmurar, ahora un poco más fuerte, incluso inclinándose en la cama.
Esta vez la respuesta es casi inmediata:
—¿Qué garlopa te pasa, shank? —le dice. La voz es de Teresa, pero las palabras y el fastidio es propio de su buen amigo Newt, y a Thomas eso le hace reír—. ¿Qué quieres, garlopo?
Todo ésto, Newt lo dice sin moverse del lugar, sin siquiera voltearse a mirar a su amigo, que le ha estado llamando por casi cinco minutos. Incluso Thomas piensa que aún está medio dormido y que ni siquiera le está prestando verdadera atención.
—Creí que ya estabas dormido —Thomas habla. Su voz vuelve a ser un susurro débil, aunque fácilmente comprensible.
—Eso intentaba, pero es un poco difícil hacerlo con alguien que no cierra la boca —es la respuesta bruta de su amigo. Thomas sabe que él está enojado y también sabe que el fastidio no viene a raíz de que no le dejan dormir, sino por todo lo ocurrido durante la noche. Pero el castaño está convencido de que él no tiene la culpa, ninguno de los tres la tiene, aunque de todos modos no va a quejarse.
—Lo siento, yo sólo... —Thomas no sabe qué contestar: decirle que no puede dormir porque quiere abrazar a Teresa parece más bien algo tonto y Newt no lo tomaría de la mejor manera.
—Tú sólo quieres molestar —continúa su mejor amigo, hablando con la voz irónica de Teresa, aunque Thomas no podría confundirse, aquello es tan característico de Newt que simplemente no puede siquiera mezclarlos.
Thomas ríe y niega repetidas veces mientras su amigo al fin se digna a girar en la cama y mirarle a la cara. El rostro de Teresa se ve muy agotado pero tiene una pequeña sonrisa en los labios. Curiosamente, es una sonrisa que sólo puede pertenecer a Newt; no le está sonriendo como lo haría Teresa, no. La ligera y bella curva de esos labios tiene un toque inconfundible de Newt. Aunque Thomas debe admitir que su novia se ve bonita con ella, sus rosados labios curvados hacia un costado y hechos una sola línea fina y estirada. Le recuerda mucho a su mejor amigo pero ella se ve realmente hermosa.
La luz de la luna entra por la ventana y le da un matiz bellísimo a su piel pálida, a los ojos azules de ella y a su cabello azabache. Thomas quiere inclinarse y besarle, incluso el deseo es casi exagerado, pero de alguna milagrosa manera logra controlarse y se queda en su lugar, con la cara adherida a la almohada y con unas ansias reprimidas molestando en el centro de su pecho.
El cabello de Teresa se encuentra totalmente desaliñado pero aún así se ve hermosa; Thomas piensa que ella es linda de cualquier forma, pero ahora, con el brazo flexionado bajo su mejilla y ese brillo especial en las pupilas, ella se ve casi irreal. Incluso Thomas tiene el torpe impulso de querer alargar el brazo y tocarle el rostro, acariciarle la mejilla y atraerla hacia su pecho, besarle la frente y, por qué no, seguir un caminito de besos por su nariz hasta encontrarse con su boca, volver a recibir uno de esos tímidos y suaves besos que le dio cuando estaban en el coche.
«¡Alto, Thomas! ¿¡Pero qué diablos!? ¡Es Newt, por Dios Santo!», grita estruendosamente dentro de su cabeza. Al castaño pronto le cae la ficha de lo que está pensando y se retracta, incluso se reprende, se maldice y está a punto de odiarse pero la voz de Teresa llega a sus oidos;
—Tommy —le dice y Thomas se confirma nuevamente que no fue a Teresa a quien besó en el auto. Ella ya no es ella—. ¿Para qué demonios me despertaste? ¿Estabas aburrido y decidiste molestar? ¿O es que acaso Teresa te leía un cuento antes de dormir? Puedo hacerlo si eso quieres.
Thomas hace una mueca y vira los ojos ante los comentarios desdeñosos de su mejor amigo.
—No, tonto —Thomas responde—. Hacíamos el amor.
Newt casi cae de la cama al escucharle, los ojos de Teresa se abren de par en par, tanto que Thomas puede ver completamente los orbes azules dentro del mar blanco, sus labios rosados se separan y el castaño empieza a oír su respiración agitada. Thomas piensa que su amigo roza el desmayo y sólo por eso empieza a descostillarse de la risa.
—Maldito hijo de perra —le insulta Newt, su voz se escucha entre herida y aliviada—. Casi me lo creo, miertero infeliz.
—¿Y lo ibas a hacer? —pregunta Thomas, divertido, aún riendo. Pero luego analiza lo que le ha preguntado y lo cierto es que ansía una respuesta honesta.
Newt no contesta al instante; los ojos azules de Teresa le miran sin expresión en el rostro, su amigo está muy serio y eso debería intimidar a Thomas, pero sólo le causa más intriga.
—¿Y? —insiste el castaño. Ya no ríe, ya no es divertido, sólo quiere escuchar su respuesta.
Newt toma mucho aire y lo vuelve a soltar, el aliento a menta, limón y alcohol de Teresa llega a las fosas nasales de Thomas y luego, a sus oidos, arriban sus palabras:
—Claro que no —dice, su voz tiembla un poco pero está muy serio y entonces Thomas no lo nota—. Te pegaría con tu bate de béisbol por la cabeza. No es hacer el amor pero es un buen método para hacer dormir a una persona.
Al terminar de hablar, los labios de Teresa se curvan en una sonrisa algo tenebrosa. Thomas conoce muy bien a su mejor amigo, sabe de lo que es capaz, y su bate está justo al otro lado de la habitación, entonces el castaño resuelve que ya no va a molestarle con esas cosas.
Newt abandona su antigua posición para mirar hacia el techo, se ha quedado justo donde estaba, para mal de Thomas, ni un centímetro más cerca de él. El castaño quiere pedirle que se acerque al menos un poquito porque está muy cerca de la orilla y puede caerse ante el mínimo movimiento, quiere preguntarle si pueden al menos chocar sus hombros, tal vez tomarse de las manos o sólo dormir de frente los dos.
Las noches con Teresa siempre han sido tan cálidas y bonitas; un Thomas abrazando siempre a una Teresa amorosa, besos y palabras cariñosas antes de dormir..., pero esta noche es horrenda. Los ojos azules de Teresa ni siquiera le miran, no le ha dado un solo beso y tampoco le ha dicho algo bonito. Si cierra los párpados, seguro tendrá pesadillas hasta que despierte.
—¿Puedes acercarte más? Estás muy al borde, Newt —le dice, su voz es casi una súplica—. Vas a caerte. Ven más cerc...
—No. —La voz de Teresa hace temblar el aire de la habitación—. Deja de molestar y ya duérmete.
Al terminar de hablar, vuelve a girar en la cama, dándole la espalda a Thomas.
Unos minutos después, el castaño hace lo mismo y trata pactos eternos con Morfeo para poder conciliar el sueño aún con todos los pensamientos revueltos. Falta poco para el amanecer y su razón sigue empecinada en que nada de eso puede ser real. Un pensamiento positivo entre tanto desastre le ruega que duerma y que al despertar compruebe que todo ha sido una falsa ilusión.
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A Cata, porque me hace sonreír aunque no lo sepa.
Tu user es inmemprizable, no mames <;/
Es un capítulo sencillo y sin mucho material pero... bueno, era necesario.
Espero actualizar pronto. ♡
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