Capítulo único

Lady Bone Demon nunca dejó de hablar del destino, conseguir  su gran ideal por conseguir un nuevo mundo que sea perfecto, librándolo de cualquier cosa que rompa sus ideas, eso era algo que MK y demás no podían permitir, ni siquiera Wukong. 

La batalla fue difícil, y por más que hicieron todo, incluso unir fuerzas, nada pareció ser suficiente, todos terminaron en el suelo, sin poder levantarse, incluso el invencible rey mono, quien terminó muy lastimado, sin poder levantarse, junto a Macaque. 

Si, junto a Macaque. Ambos en agonía, en dolor, con sangre que no paraba de salir, iban a morir y nadie podría detener a Lady Bone Demon nunca más, el mundo se había acabado. Todos los demás habían muerto. 

Qué ironía, el único que estuvo a su lado desde su principio hasta su final fue Macaque. 

No sentía miedo por la muerte, solo profundo dolor, sintiéndose insuficiente, no haber logrado salvar a nadie, y la última persona que quedaba en su corazón iba a morir a su lado, alguien que, quizás, pudo haberse salvado si no iba a ayudarles, sino que hubiese huido lejos como siempre, pero no, regresó, regresó y no solo para ayudar, sino que se llevó unos golpes de parte de Wukong siendo poseído. El rey mono no estaba feliz con eso, muy en lo profundo de su corazón hubiese deseado que huyese, que al menos, el si estuviese bien. 

Pero no quería que lastimaran a su luna. 

"Su luna", ah, sí. En un pasado le llamaba así, tenían esos dulces apodos entre muchos otros, porque se amaban. Wukong debía admitirlo, una verdad que nunca dijo, y era que la mejor parte de su vida fue Macaque, se arrepentía tanto de lo que hizo, y ahora lo vería morir, una segunda vez, nuevamente por su culpa. 

Su visión estaba borrosa, se arrastró lo más que pudo para llegar al cuerpo de Macaque, un Macaque que apenas podía respirar, con mucha dificultad. Ambos acostados en el suelo, mirándose, con la respiración irregular, en agonía, buscando, quizás, algo de consuelo en el otro. Porque incluso Macaque compartía el sentimiento, iba a morir y lo sabía, estaba aún molesto con Wukong, pero nunca se murió ese afecto, por eso, quería darse como último recuerdo, saber que él estuvo en sus últimos momentos, que no estaba solo, que no estuvieron solos. 

Al rey mono no le importaba ver acercarse a LBD para darle fin a sus patéticas vidas, solo quería ver los ojos de su luna. 

Dicen que cuando mueres, ves tu vida pasar por tus ojos. Wukong pasó por algo parecido, se hacía tantas dudas, se maldecía tanto a sí mismo. 

¿Qué lo hizo irse de Flower Fruit Mountain? ¿Por qué? ¿Por qué no pudo solo quedarse al lado de Macaque?

Wukong se preguntaba eso, pero la verdad es que el sabía la respuesta, siempre lo supo, pero nunca contaba esa parte de la historia, sin embargo, lo tenía en mente, en todo momento. 

El rey mono se fue de su hogar porque buscaba algo más. 

Ya tenía todo lo que su corazón necesitaba, ¿Qué más podía desear? Un hogar, familia, amor, alimento, nada le hizo falta, tenía a Macaque, siempre lo tuvo y tenerlo era maravilloso, lo amaba tanto, nunca dejó de hacerlo, pero lo abandonó. 

Quería algo más, no era suficiente, y simplemente se fue. Encontró conocimientos, hambre de poder, eso logró satisfacer al rey mono, lo hizo, por mucho tiempo, pero era tan estúpido en ese momento que no se estaba dando cuenta de la situación, no se estaba dando cuenta de cómo había abandonado a Macaque, porque, aunque siempre volvía a sus brazos, volvía a irse. 

Dormía abrazando a Macaque, teniéndolo en sus brazos, recibiendo sus besos, sus palabras llenas de amor, pero Wukong seguía buscando algo más. Macaque nunca fue el problema, nunca, el problema es que el rey mono veía más allá aún cuando tenía el mundo frente a el, y gracias a ello, nunca vio el daño que le hizo a Macaque. 

Su Macaque, su amado Macaque, quien nunca hizo nada mal, que solo esperaba el regreso de Wukong, el regreso del sol a sus solitarias noches, sintiéndose tan miserable cada hora que no estaba, preguntándose qué hizo mal, ¿Por qué siempre se iba? Sintiéndose insuficiente, con su cabeza hecha un desastre, todo por amar. 

¿Por qué amar era tan doloroso? El amor no debía doler, el amor no debía ser así, el amor debería de ser un sentimiento hermoso, y así lo era.

Pero el joven Wukong era tan imprudente, tan nuevo en ese tema, su único amor había sido Macaque, pero se le olvidó que no todo era solo amar, sino la constancia, saber que debes estar para esa persona. Pero no, el rey mono siguió faltándole a su pareja, quien solo mendigaba amor, que estaba totalmente bien con solo esperar que el otro volteara a verle y corriese a sus brazos cuando se acordaba.

Porque genuinamente Macaque le amaba, más que nada. Porque desde su punto de vista, Wukong sí era su vida, su prioridad. 

Sun Wukong sabía eso, y por eso se sentía mal al recordarlo. Recordar como dejó a Macaque tantas veces, saber que se quedaba noches sin dormir solo por estar allí para recibirle, porque el de pelaje oscuro nunca dejó de hacer su parte, nunca dejó de amar tan desinteresadamente de hasta su propia vida. 

Tuvo que vivir con la gran culpa de sus pecados, pecados que no eran de robar o algo así, sino aquellos de dejar vivir en constante dolor a Macaque, en soledad, porque el no tenía a nadie más, Wukong lo sabía y aún así nunca hizo nada al respecto, de verdad quería golpearse, hacerse reaccionar a sí mismo para evitar irse, evitar conocer a su maestro, solo volver a los días soleados y noches dulces con su luna, con Macaque.

Quizás, si no hubiese hecho ninguna estupidez así, nada de eso hubiese sucedido, nunca hubiese perdido, lastimado ni asesinado a Macaque, probablemente MK y los demás tampoco hubiesen muerto, quien sabe. 

Aún hoy se lamentaba tanto, y ahora, en las puertas de la muerte, aún más. Solo podía llorar. 

Wukong en su lamento pudo sentir una mano en su rostro, una mano que con dificultad y temblando, limpiaba sus lágrimas... Era Macaque. 

Incluso ahora, siempre haciendo todo bien. 

—Lo siento... Lo siento tanto, Mac...— Se disculpaba Wukong sin detener sus lágrimas, sentía que no merecía aquella compasión, no, no lo hacía, después de todo lo que le hizo solo merecía esa agonía. —Lo siento, de verdad lo siento, nunca quise que esto acabara así.—

Macaque sabía que no era una disculpa de un tema en especifico, era por todo. Por acabar allí, por estar al borde de la muerte, por haberle fallado. Que alivio se sentía escuchar una disculpa, pero ahora mismo no tenía sentido molestarse. 

—Está bien, Peaches... Siempre nos hicimos daño entre los dos.—

—No, no está bien... Si yo... No hubiese sido un imbécil... Quizás, solo quizás, pudiesen terminado mejor las cosas, Mac. Lo siento, nunca quise herirte, nunca quise abandonarte, nunca quise hacerte daño ni... Matarte. —

Wukong de odiaba a sí mismo, porque el mismo se auto-saboteó, rompió su felicidad, no le fue suficiente con lo que tenía. 

—Ya no tiene sentido... Ya todo acabará.— Macaque no iba a gritarle, tampoco a odiarlo, solo disfrutar de que, al menos, no estaría solo. 

No le tenía miedo a la muerte, porque ya pasó por eso, porque ya probó cosas que dolían más, como el ser abandonado por tu amor, rebajarte a solo rogar por migajas de amor. 

—...Aún así, lo siento.—

—...Lo sé.—

—En otra vida... Me gustaría cambiar las cosas. Hacer tantas cosas que no hice y debí hacer.—

Como por ejemplo, nunca haberse ido, tratar mejor a Macaque, solo estar a su lado, no pasar por perderlo otra vez, no lastimarlo, cuidarlo por lo que es: Su persona más preciada. 

—Me gustaría ver eso.—

Las colas de ambos monos se entrelazaron una última vez, como en el pasado, donde siempre hacían eso, una manera de sentirse cerca de su tan amada persona. Ahora servía de manera para afrontar su final, sintiendo a LBD detenerse frente a ellos, lista para darle fin a sus vidas, aunque no era necesario, porque, ellos mismos, cerraron los ojos. 

Deseando que, si la vida les da otra oportunidad, no separarse.

—¿Wukong?—

El rey mono escuchaba una voz tan lejana llamarle, por mucho. 

—¡WUKONG! ¡WUKONG! —

Una voz que conocía tan bien. 

—¡SUN WUKONG!— 

Esta vez, Wukong se levantó, quedando sentado en la cama, agitado, mirando a los lados, sintiendo el sudor caer, sentía su corazón que iba a mil por hora y no sabía donde estaba. No, sí lo sabía, estaba en... ¿Su hogar? Entonces lo vio, a su amado Macaque, sentado a un lado de la cama, mirándole con preocupación y un paño de agua fría en su mano. 

No podía creerlo, ¿Qué significaba eso? Hace nada estaba afrontando su muerte. 

—¿...Mac? ¿Eres tu? — Preguntó Wukong. 

—Claro, ¿Estás bien, Peach? Dios... De verdad me diste un susto de muerte, idiota.—

—¿Qué pasó?...—

—¿No lo recuerdas?— Macaque suspiró, al menos ya podía relajar su preocupación. —Fuiste muy imprudente. Te colaste en el jardín de los dioses y te robaste un fruto, creíste que era uno de esos de la inmortalidad, te dije que no lo era y me lo quisiste demostrar, hasta que lo mordiste y... Simplemente caíste inconsciente. Llevabas... Casi una semana sin despertar desde entonces. Yo... De verdad pensé que te iba a perder...—

Wukong notó el profundo dolor de Macaque, seguro pasó por un gran susto, cuidándole por una semana, ¿Pero entonces qué fue todo eso? Ahora mismo no lo pensaría, solo abrazó a Macaque, sintiendo su aroma, su precioso aroma que tanto había extrañado tener cerca, impregnado en el mismo. 

—Lo lamento mucho, no quise preocuparte, Mac...—

—Eso... Eso no importa. ¡Solo no hagas eso otra vez! Pude averiguar un poco, eran una especie de frutos de visiones, pero solo los seres inmortales son capaces de probarlo sin problemas, ¿Ves? Todo porque eres tan descuidado.—

Curioso, eso significa que Wukong no vio pasar su vida al morir, fue al contrario, vio su futuro pasar, no su pasado. 

Aunque, eso significaba que...

Si no eran inmortales, si fue cuando se coló en el jardín de dioses sin nadie, significa que aún no abandonaba a Macaque, significa que podía... Cambiar. 

—¿Peach?— Macaque llamó, pues su pareja no había vuelto a hablar. 

—Lo siento, yo... Solo pensaba.— Apretó más el abrazo. —De verdad, de verdad te extrañé tanto, Mac...—

Macaque sonrió, tan aliviado, y sin ser capaz de molestarse con su pareja por ello.

—Yo también, Peach... Demasiado.—

Esta vez, Wukong solo planeaba quedarse con Macaque. 

Porque no necesitaba nada más, a nadie más, solo a su preciado Macaque, podía vivir satisfecho solo con el, con su sencilla vida. 

Siempre y cuando el esté a su lado.


FIN


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