Capítulo 8: De regreso
Luego de días, que digo días, semanas, los Hïk decidieron retirarse a su reino. Fue agradable tenerlos aquí a pesar de lo ocurrido hace unos días, fue bueno volver a ver a Dante, al rey, a Damon y conocer a Janette, es una mujer encantador, y bien educada, para ser eso que mi madre dice que es, una simple muchacha campesina, se comporta mejor que muchas.
Estaba en el jardín junto a mi madre, Dante y Janette, desayunando, decidimos desayunar juntas con Dante, mientras Damon, el rey y mi padre hablaban en el despacho. Era un día hermoso, soleado, pero demasiado caluroso, quería, deseaba ir al río y refrescarme pero sabía que mi madre no me iba a dejar ir, a todas estás, la última vez que vi a Miles fue esa última noche juntos, luego me entere que mi padre lo envió ese mismo día a Montier y luego a las mediaciones de la provincia de Tshu para seguir con la campaña.
- Princesa Esmeralda, es lamentable que tu guardián se haya ido tan rápido, ni tiempo me dió de conocerlo, Dante me habló una vez de él – Diría la Reina Janette sonriendo mientras tomaba la taza de café. Mire a Dante y esté asintió confirmando lo dicho por la Reina Janette
- Si, el muchacho tuvo que irse de nuevo a la campaña, mi amado esposo lo necesitaba allá, es muy bueno en lo que hace – interrumpiría mi madre, yo sonreí levemente.
- Claro, comprendo – sonreiría la Reina Janette un tanto incomoda – Y, princesa Esmeralda ¿Qué te gusta? Según sé eres muy conocedora de la geografía y un poco de política ¿eso es cierto? – sonreí por primera vez alguien que no fuese Miles me preguntaba algo de ese estilo.
-Sí, me gusta mucho la geografía y la política, aunque a mi madre no le gusta que me meta en esos temas, a veces mi padre me pide una opinión, y me gusta mucho – dije en tono alegre.
-Ya veo... – la Reina Janette asentiría observándome.
-¿Y usted, señorita Janette? ¿Usted sabe de geografía y política? – preguntaría mi madre con cierto atisbo de soberbia, la reina Janette sintió lo mismo, y soltó una leve risa. – No comprendo ¿Qué le resulta tan gracioso? – Dante miro a su madrastra y yo lo miré a él, y luego me miro, se estaba empezando a tornar algo incómodo.
-Señora Clariet, usted cree por qué como fui una criada no sé leer, o escribir, sobre geografía, política, música y literatura. Comprendo su pensamiento inequívoco sobre mí, todos me juzgan sin conocerme, así como usted me está juzgando... – La reina se levantaría de su asiento, con una postura muy elegante se dirigió a mi madre – Para su tranquilidad, desde muy pequeña me han instruido sobre todas esas materias, claro que se de geografía y política, también se de música, arte y literatura, se de economía. No soy una simple criada, soy una reina, así como usted. – Dicho eso, la reina hizo una reverencia y se retiró dejan a mi madre con la palabra en la boca. Mi madre se levantó furioso y se retiró, luego de ver que no había nadie, Dante y yo soltamos una carcajada bastante sonora.
-Por un instante pensé... pensé que – la risa no dejaba que Dante terminará de hablar – que Janette abofetearía a tu madre por grosera.
-Te juro que yo también lo pensé, la dejo sin palabras – dije sonriendo.
-¿De qué se ríen? – diría Damon que se venía acercando a nosotros, Dante y yo lo miramos – ¿Qué les pasa? Están locos. – Soltó aire – Venía a decirle que nuestros padres nos esperan en el gran salón, ya nos vamos y, bueno, ya saben despedidas.
Dante y yo asentimos y fuimos juntos hasta el gran salón. Mi madre, la cual estaba furiosa, miraba a la reina Janette con desprecio, estaba junto a mi padre, el cual solo me miraba a mí, me acerco a ellos, él asintió.
-Fue bueno tenerlos aquí, espero volverlos a ver pronto – diría mi padre – Me gustaría que fuera más tiempo Dalton, somos como hermanos y no nos vemos casi
-Tranquilo hombre, pronto será el matrimonio de tu hija y mi hijo, ahí nos veremos y serán bienvenidos a mi hogar con los brazos abiertos – Diría el Rey Dalton acercándose a mi padre para abrazarlo, luego de un largo abrazo, se acercó a mí, y me tomó de ambas manos – Esmeralda, sigues siendo la misma niña juguetona y malcriada, espero que cambies eso para cuando te cases con Dalton – me sonreía de manera cómplice, sabía que no era un regaño, luego me abrazó, y me susurro al oído "No cambies, eres deslumbrante así" sonreí.
Se acercó a su esposa sonriéndole, indicándole que era hora de partir, pero está le detuve sujetándola diciéndole algo en el oído
-Sí, es cierto – mis padres lo mirarían algo extrañado – Clariet, Janette y yo estuvimos pensando estos días y cuando quieras puedes enviar a Esmeralda y Janette puede darle clases de dama, para cuando se case aprenda las costumbres de allá y no tenga problema alguno – Diría El Rey Dalton de manera sonriente cosa que a mí madre le desagrado tal propuesta, aunque para mi padre le pareció una excelente idea.
-Si Clariet, es muy buena idea, para que Esmeralda se familiarice con su nuevo entorno, aprenda la cultura de allá y sobre todo las reglas de allá. – Diría mi padre un tanto entusiasmado –
-Cariño, pero las clases de dama se las puedo dar yo aquí, y no sería correcto incomodar a la familia del novio – diría mi madre intentando evadir tal propuesta.
- Padre, si me lo preguntas, yo estoy de acuerdo, yo si quiero ir a la provincia de Tshu, estoy segura que puedo aprender mucho con la Reina Janette, se ve que es una señorita muy inteligente y sabe lo que hace – dije sonriendo, recordando lo que pasó en el desayuno, eso que dijo molesto mucho más a mi madre. Mi padre me miro de arriba abajo y luego miro a Dalton, meditando la propuesta, miro luego a mi madre.
-Clariet, es por el bien de nuestra hija, y de nuestro reino – miro a Marian que se encontraba a un costado de nosotros – señorita Belisario empaque las cosas de mi hija, se va hoy mismo a la provincia de Tshu.
-¡Esteban! – Diría mi madre un poco agitada y por lo visto no estaba de acuerdo con la decisión de mi padre – mi padre la miro algo irritado por su actitud – Esta bien... Esmeralda te irás con los Hïk – Solo tengo una petición, que nos veamos el día de la boda del príncipe Benjamín que es dentro de dos semanas – mi madre miraría a el Rey Dalton y luego a mi padre, ambos hombres afirmaron.
Después de varias horas de viaje, finalmente estaba en la provincia de Tshu y vaya que si ha cambiado desde la última vez que estuve aquí. Antes había pocas calles, una entrada sencilla, que solo decía bienvenidos a la provincia de Tshu resguardada por caballeros en armaduras, casas separadas por muchos callejones, camino de piedras y polvo y solo una plaza en el medio de todo el reino y el palacio se encontraba cerca de todas las casas del pueblo. Ahora, en la entrada hay una gran muralla cubierta de hojas y detalles en plata y con el emblema de la provincia de Tshu, que era un relieve de un valle siendo cubierto por un ave. Mas adentro en el reino habían aún más casas, que ahora se encontraban más juntas, algunas que otras separadas, y eran edificaciones inmensas, las calles ahora en su totalidad de piedras, habían caminarías, la plaza principal aún se encontraba donde siempre, pero estaba adornada, con una fuente bañada en plata y con asientos a su alrededor. Y ahora el palacio no estaba cerca de las casas, estaba alejado, en una gran colina que se asomaba y se podía ver desde la plaza principal. El antiguo palacio se transformó en un comedor comunitario por órdenes de la difunta esposa del rey Dalton, antes de morir, fue ese su deseo.
-Vaya, el palacio no ha cambiado mucho – dije con cierta admiración, a pesar de que se habían cambiado de lugar, aparentemente habían traído todo del antiguo palacio y lo colocaron tal cual como yo lo recuerdo.
-Decidí mantenerlo así, a mi amado le encanta su palacio así y a mí también – diría la Reina Janette. - Esmeralda, ¿Te puedo decir así? – Asentí – Eres una muchacha muy inteligente y traviesa, y eso me agrada... Si te enseñaré reglas de damas de aquí pero, tú debes saber más de modales que yo, aun así quiero que confíes en mí para lo que sea Esmeralda. Y sé que tu guardián no vino contigo, yo me encargaré que lo traigan pronto – diría ella sonriendo para luego retirarse.
Unos días después, la reina Janette cumplió con lo que me dijo, trajo a Miles a la provincia de Tshu, me alegraba volverlo a ver y tenerlo a mi lado, aunque en el fondo me entristecía porque quizás el aun no sabía que yo me casaría con el príncipe Damon.
-Princesa Esmeralda, lo prometido es deuda, más tarde la vengo a buscar para que me acompañe hacer unos asuntos – me diría Janette mientras sonreía para luego retirarse.
-Esmeralda – Miles llamaría mi atención con su tono de voz, se notaba algo serio y extrañado.
-Miles – me mantuve tranquila mientras lo miraba
-¿Me vas a explicar el por qué te mandaron para acá y por qué hay tanta... formalidad? no comprendo – Se cruzó de brazos y luego me miraría enarcando la ceja
-Miles, yo... debo decirte algo importante... y... – fui interrumpida por una voz que hace poco conocí
- ¡Princesa Esmeralda! - exclamaría María, la doncella de la reina Janette acercándose a nosotros, hizo una reverencia y le sonrió a Miles – disculpe que la interrumpa señorita, pero el príncipe Damon me pidió que viniera a buscarla, la solicita – Mire a Miles
- María, quiero presentarte a mi guardián, Miles Córdoba, el trabajara ahora aquí – luego miré a Miles – Miles ella es María, la doncella de la reina, si necesitas algo y no consigues a Marian como en este caso, busca a María y ella te ayudará – dije sonriendo – Por lo pronto, me tengo que retirar.
-Está bien, princesa Esmeralda – Miles estaba un tanto confundido me miro mientras hacia la reverencia.
"Lo siento, Miles."
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