Capítulo 7: Compromiso por oposición no por decisión

Ya todo listo, ya arreglada, perfumada y lista era hora de bajar nuevamente, y sonreir... Baje junto con Marian que se encontraba detrás de mí, mi madre me esperaba abajo en las escaleras, ella sonrió, Marian siguió su camino a la cocina, y yo me quedé con mi madre.

-Esmeralda estás preciosa hija mía, digna de ser parte de nuestra familia – Sonreiría ella.

-Madre yo no me quiero casar, no amo a Damon, él y yo somos como hermanos, jamás me acostaría con él ni mucho menos lo querría como hombre. Yo no lo amo, me opongo rotundamente a esta farsa de matrimonio, no puede ser que ustedes sean tan crueles conmigo, no lo amo, no me caso – Dicho eso mi madre me daría una bofetada, yo la miraría perpleja a lo que acaba de hacerme.

-Escuchame, Esmeralda. No es lo que tu digas o lo que tu quieras, es lo que debes hacer, te vas a casar lo ames o no, eso no me importa ¿Tú crees que yo me casé con tu padre por amor? ¡Por favor, Esmeralda! Tu padre era un excelente prospecto para mi padre y me casó por qué era para beneficios de nuestra familia, de nuestro pueblo, pueblo que desapareció, sí, pero aun así tuve que hacerlo, yo no lo amaba, lo llegue a querer y luego lo amé, y eso a ti te va a pasar. Esmeralda, el ser una princesita tiene sus ventajas como sus desventajas, usa esta desventaja como una ventaja ¡Piensa niña, piensa! – Diría eso, agarrándome del brazo – Así que, vas a entrar al comedor luego de comer, él te pedirá tu mano y tú dirás que sí, sonriente y muy feliz ¿Está claro?

Miré a mi madre con cierto atisbo de rabia, repulsión y tristeza. Ella me miraba atentamente y con rabia – Esmeralda ¿Me estás escuchando?

- Si madre, si la escuché...

Narrador:

Luego de la cena, era hora de la pedida de mano, algo aterrador para Esmeralda y quizás también para Damon, que aunque se veía confiado con ningún atisbo de desconfianza en su mirada, en su voz se sentía la tristeza que transmitía.

Esté se le acercaría a Esmeralda, ella sonreiría. – Con el permiso y la bendición de nuestros padres, Esmeralda, eres una chica fascinante, encantadora, y hermosa. Jamás pensé en que esto sucedería, pero... sucedió, está sucediendo – él se detiene un momento y mira hacía su hermano, Dante, este asentiría, Damon sacaría de su saco una cajita de terciopelo, la abrió, luego se puso de rodilla ante Esmeralda, ella tragó saliva un tanto nerviosa – Esmeralda, querida, princesa Esmeralda de Quiroga, me concedería el honor de compartir su vida con la mía, unirnos en matrimonio, y ser uno con la vida, apoyarnos y querernos. Princesa Esmeralda, quiero compartir mi vida con la suya ¿Aceptaría ser mi esposa? –

Esmeralda observo aquella piedra preciosa que se encontraba delante de ella, miraría a Damon y luego a su madre que se encontraba viéndola fijamente, volvió a mirar a Damon. Compartieron sonrisas

- Damon, príncipe Damon. Sí, si acepto casarme con usted, unirnos, compartir nuestra vida, apoyarnos y querernos, y ser uno con la vida. – Dicho eso, Damon la puso el anillo en su dedo anular, Esmeralda se levantó del asiento y se abrazaron. Luego todos se acercarían a felicitar a los recién comprometidos, todos felices por esta unión excepto los novios.


Esmeralda Narra:

Ambos decidimos ir a caminar al jardín mientras nuestros padres festejaban la unión, y divulgaban por todo el reino que me casaría con el príncipe Damon, estábamos al frente del jardín de rosas rojas de mi madre cuando decidí romper el silencio.

-Damon, sé que esto es más por oposición que por voluntad propia de ambos, pero ahora que seremos... esposos quiero pedirte algo – Este me miraría extrañado – No podemos estar con las personas que realmente amamos, pero si quiero agradecerle de alguna forma a Miles todo lo que hizo por mí.

-¿Cómo? – Preguntaría este un tanto extrañado.

- Siendo reyes podemos tener el poder suficiente como para investigar lo que sucedió con Felicia, la madre de Miles, ella murió de una manera extraña y sé que a él le duele mucho que aún desconoce la causa de la muerte de su madre.

-Ya veo... está bien, te prometo que en cuanto podamos investigaremos y harás justicia, Esmeralda. – El me sonreiría intentando hacerme sentir bien, pero ninguno de los dos estábamos bien –

-Gracias, Damon.

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