Capítulo 13: ¿Celos?
Narrador:
Era temprano por la mañana, y Esmeralda había decidido ir a desayunar junto a Damon, pero en su habitación como cuando eran niños, no es costumbre hacerlo, pero a ambos les recordaba a Magnolia. Ambos reían mientras desayunaban junto a Dante, este se retiró antes de terminar de desayunar puesto que iba tarde a una reunión.
-Cariño, ¿puedo preguntarte algo? – diría Damon, mientras dejaba su plato a un lado, Esmeralda lo vio con una ceja enarcada, aun no se acostumbraba que otra persona que no fuera Miles, sea cariñoso con ella a pesar de que pronto se casarían y que tendrían un hijo juntos. – Quería estar está noche con María. – Dijo este de forma tajante, Esmeralda casi se ahoga con el jugo de la impresión – Es que Esmeralda, tú y yo estamos...
Esmeralda levantó su mano para indicarle silencio, se levantó y lo miro seria – Damon, tú y yo solo nos vamos a casar por compromiso, no me importa ni siquiera con quien te vas a acostar hoy, simplemente... intenta no ser obvio para no esparcir un rumor. Lo que alguna vez pasó entre nosotros fue cosa del momento, no te amo ni tú me amas, no me debes explicaciones.
Damon ladeo una sonrisa – Esta bien, tu confía en mí – este se levantó y se acercó a Esmeralda tomándola por los hombros y dándole un beso en la mejilla para luego abrazarla – Esmeralda, sé que estas nerviosa y molesta por que no esperabas un hijo, no en estas circunstancias, pero estamos pagando una gran consecuencia de nuestros actos... a pesar de todo me contenta que sea contigo, debemos afrontar esto con madurez. -¿Le contenta tener un hijo con alguien que no ama? – pensaría Esmeralda.
El sonido de la puerta los hizo separarse rápidamente, era María – Disculpen que los interrumpa sus majestades, el Rey Dalton ha solicitado la presencia del príncipe Damon – ambos se miraron y sonrieron, para luego este retirarse. Estaba ayudando a levantar los platos junto a María que los colocaba todos en la bandeja del desayuno, luego Esmeralda saldría apresuradamente de la habitación, María la siguió.
-Señorita Esmeralda – Esmeralda se detuvo, giro sobre sus talones para verla – Gracias por confiar en mí y permitir que sea yo su dama, pero...
Esmeralda sonreiría – Mas que confianza, quería tener a mi lado alguien leal, y lo poco que llevo conociéndote sé que eres leal; mi doncella anterior era todo lo opuesto a ti, por eso quise deshacerme de ella y tú has demostrado ser muy buena conmigo a pesar de que yo me esté a punto de casar con el hombre que tú amas – María miro sorprendida a Esmeralda, sus mejillas tomaron un color rojizo leve pero visible – Si María, se lo que hay y hubo entre Damon y tú, no tengo nada en contra de eso, al contrario quisiera que las cosas fuesen distintas... Lamentablemente los de mi clase – tome una pausa recordando las palabras de Miles – somos así, debemos cumplir con un deber a pesar de que nuestro corazón sufra.
María no diría palabra alguna a lo antes dicho por Esmeralda, solo parpadeo un par de veces, hizo una reverencia y se retiró, Esmeralda veía como esta se retiraba rápidamente mientras pensaba que hacer, ya no había marcha atrás, pero si se casaba con Damon, podría llevar a cabo aquello que su corazón sabía que a Miles le alegraría saber. Esmeralda caminaría por los pasillos del palacio pensando en que hacer el día de hoy, Janette había salido, Damon luego de reunirse con su padre se fueron de caza y ahí se encontrarían aparentemente con Dante, estaba completamente sola. Al llegar al jardín vio a Miles que observaba a las caballerizas, esta se acercó por detrás y toco delicadamente el hombro del muchacho, este volteo rápidamente al darse cuenta que era Esmeralda hizo una reverencia.
-Princesa, disculpe no me había dado cuenta que usted estaba aquí – diría el viéndola a los ojos
-Sabes que puedes hablarme de tú, yo no tengo problemas Miles...
-Es respetuoso para personas de tu clase hablarles así y yo... – Esmeralda lo interrumpió
-Ni siquiera cuando éramos adolescentes me hablabas de tu, siempre fui Esmeralda, la niña rebelde a la que tenías que siempre rescatar de sus rebeldías ¿en serio me hablaras de usted ahora? – Miles se quedaría callado – Ahora no hablas, bien... Miles te pido que ensilles a princesa y ensilles un caballo para ti, iremos de paseo como los viejos tiempos – diría está sonriendo, a Miles se le escaparía una sonrisa mientras hacía la reverencia y se iba rápidamente.
El paseo fue ameno, y divertidos para ambos, olvidaron lo que estaba pasando y vivieron una anécdota de diversión y amor fugaz, recordaron los viejos tiempos y sin duda alguna ambos sentían que el tiempo se detenían en ese mismo instante. Ambos estaban en el valle observando las estrellas, cuando Miles le roba un beso fugazmente, Esmeralda se sorprendió, pero le consintió el beso.
-Esmeralda esto no es correcto – diría este separando su boca de la de ella, mientras juntaban sus frentes.
-Nada de lo que hemos hecho es correcto y aun así lo hicimos – diría está riendo levemente mientras acariciaba el rostro del muchacho. – Nada de lo que he hecho es correcto y aun así estás aquí, haciéndome compañía y haciéndome feliz, como quisiera que todo fuera distinto... No soy merecedora de tu perdón, pero como quisiera que me perdonaras...
-Esmeralda, ya es tarde, vámonos, te van a regañar – diría este levantándose ignorando todo aquello que dije.
-No me quiero ir – esta le sujetaría la mano, él sonreía para luego tomarla por las piernas y espalda para cargarla y darle un beso apasionado.
-Yo menos quiero irme, pero debemos volver – el sonreiría levemente, mientras la bajaba con delicadeza, esta se montó en el caballo y regresaron al palacio. Al regresar nadie los esperaba, todos dormían, ambos ingresaron al palacio en silencio para no ser escuchados, esta se quitó las zapatillas para caminar sin hacer tanto ruido. – Fue un gusto para mí pasar este día contigo, Esmeralda.
-Miles... – esta lo tomaría de las manos – el día aún no acaba, ven conmigo.
-Esmeralda yo...
-Ven – diría ella sonriendo para luego correr escaleras arriba, Miles sonreiría para luego seguirla, ambos intentaban no reír mientras corrían por los pasillos, al llegar a la habitación de Esmeralda no evitaron besarse con ímpetu y pasión.
-Eres tan hermosa – diría este acariciando la suave piel de Esmeralda, ella sonreía, para luego darle un corto beso en los labios. Este o se inmuto y siguió con los besos. Esmeralda, quiero tenerte, quiero que seas mía una vez – Esmeralda lo miro impacta – Sé que no es propio ni mucho menos correcto más si estas a punto de casarte, pero ya no puedo más, quiero tenerte entre mis brazos y hacerte mía esta noche como debió ser desde el inicio.
Esa misma noche, María y Damon se reunieron en la habitación de este, en medio de la noche, en el callado palacio, como dos ladrones ocultándose de su captor. Y en la habitación aledaña a esa, Miles y Esmeralda se sonreían entre el frenesí de sus respiraciones. Algo era claro aquí, Esmeralda seguiría amando a Miles y sus deseos más lujuriosos se harían paso en esa misma noche. Un gemido fuerte saldría de la habitación, ambos se miraron pero siguieron con lo que hacían, no se iban a detener ante nada.
A la mañana siguiente, Miles seguía en la habitación con Esmeralda, ambos abrazados, deseando que ese momento fugaz no desapareciera y que no quedara solo en sus recuerdos, sino que fuera algo que pudieran vivir el resto de sus días, que se congelara el tiempo para ellos ser felices, pero la felicidad fue eclipsada por el sonido de la puerta, alguien había tocado.
-¿Quién? – preguntaría Esmeralda levantándose rápidamente de la cama, tomando una bata de satín para ponérsela, Miles también se levantó apresurado para ponerse su ropa.
-Soy María, señorita Esmeralda, disculpe que la despierte, pero sus majestades la están esperando para desayunar – diría desde el otro lado de la puerta.
---Oh, en un momento... - Esmeralda vio a Miles asomándose por la ventana – en un momento estoy allá María.
-¿Necesita algo, señorita Esmeralda?
-No, no María, retírate, yo bajo en un segundo – diría ella hablando a la puerta. Dicho eso, se escuchó como se retiraba de la puerta, Esmeralda se acercó a Miles y lo beso. – Debes salir de aquí amado mío
-¿Cómo? – preguntaría el algo exasperado.
-Calma ¿sí? – Se acercó a la puerta – abriré tu saldrás sigilosamente y que nadie te vea – Miles asentiría, le daría un beso rápido y se retiraría rápidamente.
Unos minutos después se escuchó nuevamente la puerta. Esmeralda que se encontraba en el baño, lista para vestirse, miro la puerta. – María, ya voy. Me estoy terminando de arreglar.
-No soy María, soy yo, Damon. ¿Estas vestida? Voy a pasar.
-Si - Esmeralda se acercó rápidamente a la puerta y abrió, Damon la miro de arriba abajo – ¿Qué sucede?
-¿Pasaste la noche con Miles? – preguntó directamente, la pregunta descolo un poco a Esmeralda.
-¿Por qué me preguntas? ¿Acaso te importa? – preguntaría ella cerrando la puerta detrás de ella mientras hablaban en el pasillo.
-Esmeralda, no es que me importe si dormiste con él, solo... solo que anoche se escuchó un gemido muy fuerte, mi padre está pensando que nosotros...
-No puede ser... Damon, yo... - Diría
-Tranquila, María dijo que fue ella, que yo la encontré teniendo relaciones con Miles. – Esmeralda imagino la escena de María y Miles teniendo relaciones y le causaba cierta repulsión o acaso eran celos lo que realmente ella estaba sintiendo con la escena ficticia – Yo no tengo problema que tú y el se hayan arreglado y pasado el día juntos y que celebraran su felicidad teniendo sexo. Solo que Esmeralda, casi nos descubren a ambos y casi nos metemos en un lío. Agradece que María dijo esa mentira, mi padre casi los corre a ambos, Janette tuvo que intervenir...
-Gracias... y disculpa Damon, yo debí decirte que estaría...
-No, tienes razón ambos estamos juntos por compromiso, no por amor, por ende, no me compete a mi saber con quién estés, solo para la próxima modera el nivel de excitación – Damon la miraría serio mientras intentaba esconder el descontento con una leve sonrisa - Vamos a desayunar, que te están esperando. – Esmeralda asentiría mientras le seguía el paso a Damon, ella sentía cierto tono de voz distinto en él, como si estuviese molesto, aunque aparentase que no lo está.
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