Capítulo 8: Valles de Crown

En la mañana siguiente estábamos todos desayunando el ambiente estaba un poco tenso, el lugar en las mañanas era hermoso, la luz del sol brillaba en todo su esplendor y traspasaba por los árboles, se escuchaba el cantar de las aves y algunos que otros revoloteaban cerca.

—Esmeralda ¿sabías que Miles y Louisa empezaron una relación? — Hablo Benjamín con un tono de arrogancia, Esmeralda abrió los ojos y parpadeo repetidamente, me miro y luego a Benjamín — Ambos, mi mejor amigo y el amor de mi vida me traicionaron, par de traicioneros —

—¡Basta Benjamín! — Exclamo Louisa, a lo que puse mi mano en su hombro para calmarla, vi a Esmeralda su expresión marcaba molestia mas no emitía ninguna opinión al respecto.

—Benjamín, Louisa. Si ustedes tienen algun conflicto a mi no me metan en sus asuntos como cuando éramos niños, son sus problemas no los míos — dije en un tono bastante serio a lo que Esmeralda me miro sorprendida — Además, Louisa y yo no somos ni seremos nada ¡¿les quedo claro! — Sentencie algo molesto, todos me miraron sorprendidos — Los espero en el carruaje — Me levante para dirigirme al carruaje con el equipaje y la comida, las guarde en su debido lugar y me dispuse darle de comer a los caballos.

—¡Hey Jules! ¿A dónde vas hombre? — Escuche de nuevo la voz de uno de los hombres de anoche, venia corriendo tras su amigo, su amigo paro en seco.

—Serg, esto — Alzo de su mano un sobre que cargaba — Saben a dónde estoy, debo llegar a Montier pronto sé que ahí el rey Sergio y la reina Vanessa me darán asilo mientras tanto, todos los reinos deberían enterarse de lo que sucede en Lorey —

Dicho eso el hombre se montó en su caballo y partió rumbo a Quiroga, su amigo fue en busca de su caballo para seguir a su amigo, estuve a punto de seguirle, pero unas manos me detuvieron.

—Miles — Louisa me tomaba del brazo para verle, levante una ceja en señal de mi molestia hacia ella, no debía mentir para librarse de Benjamin — Sé que lo hice estuve mal, disculpa —

—Está bien, Louisa. Solo no lo vuelvas hacer, y venga móntense que debemos partir — Ella asintió, Esmeralda venia llegando así que me escucho al igual que Benjamín.

Iniciábamos nuestro camino a Valles de Crown, a pesar de estar concentrado en el camino aquella conversación no dejaba de rondar en mi mente y causándome tantas incógnitas que quisiera que fueran respondidas; Benjamín golpeo mi hombro a lo que lo mire serio.

—Venga, hermano... discúlpame ¿sí? Fui tonto, es que de verdad la amo — eso ultimo lo dijo en susurro para que solamente yo lo escuchase.

—Está bien — Dije amargamente — Ben... ¿has ido antes a Lorey?

Negó.

— Mi madre y mi padre me han hablado de ese reino tan lejano y protegido, pero nunca lo hemos visitado ¿por qué? —

Me tome un tiempo en explicarle la situación, tanto la advertencia de aquella señora de Raibond como la conversación de aquellos hombres que estaban en el hostal de montañas lejanas, Benjamín añadió en la conversación que él había escuchado que aquel reino era tan protegido por el hecho de un secreto que los reyes tenían pero que solo eran historias creados por los viajeros, así que no era de todo verídico.

Ya era cercana las tres de la tarde y decidimos parar en una cascada para descansar y seguir con el viaje, las chicas estaban en el lago y nosotros estábamos parados a lado del carruaje haciendo conjeturas y teorías de Lorey, no se sabía mucho de aquel reino y haber escuchado eso era extraño.

—Ahora que recuerdo... mi nana una vez me conto una historia sobre ese reino — diría Benjamin llevándose a la boca una pera para morderla.

—¿La nana Constanza? — Pregunte algo sorprendido, Benjamín asintió.

—Ella comentaba que ella vivió ahí antes de que las cosas se pusieron rudas, los reyes tenían un hijo llamado Gerónimo y una niña que nunca fue reconocida por el pueblo ni por ellos, dijo que habían sucedido varios hechos traumáticos para la población y empezaron a tomar acciones más violentas y estrictas, pero no me quiso contar de aquellos sucesos "traumáticos" — dijo haciendo comillas con las manos.

—¿Y si avanzamos? — Pregunto Esmeralda llegándonos por detrás del carruaje. A lo que nosotros estuvimos de acuerdo y seguimos nuestro viaje.

El cielo se había tornado en un tono de color rojo con naranja y tornándose algo oscuro, dando a entender que estaba llegando la noche y la caída del sol estaba acabando y aun estábamos lejos de Valles de Crown, nuestra incertidumbre crecían cada vez que avanzábamos, no sabiamos dónde nos quedaríamos al llegar la noche. El camino empezó a convertirse en un sendero algo angosto, difícil de hacer pasar al carruaje, a lo lejos Benjamin y yo divisamos un letrero y en el fondo se veía la sombra de un caballo junto a su jinete lo delataba el galopar del animal, este se acercaba a nosotros, por el rabillo del ojo vi como Benjamín sacaba un cuchillo de su chaqueta de cuero, él estaba preparado para todo. El jinete se acercó a nosotros y paro justo al frente de nuestros animales, hizo que nos detuviéramos, el hombre llevaba una túnica con capucha puesta color verde oscuro su rostro no era visible, pude ver que traía unos pantalones marrones con unos zapatos que combinaban con la túnica.

—¿Qué hacen por aquí, viajeros? — Pregunto el hombre misterioso.

Ninguno de los dos quiso responderle a aquel extraño, el hombre soltó una carcajada y luego bajo su capucha, pude ver su rostro, sus ojos eran color gris, su cabello era castaño oscuro largo sujetado por una coleta, podía medir un metro ochenta, su contextura era delgada.

—Vengan, no sean tan serios, me presento soy Jorge ¿y ustedes? — Nos miramos por un segundo — Benjamín y Miles — Hablo serio Benjamín, el hombre nos miró por unos minutos — Vamos a los Valles de Crown y es algo de noche así que por favor puede mover su caballo — Aquello Benjamín lo dijo algo grotesco, Jorge lo miro serio para luego esbozar una sonrisa.

—Los acompaño, muchachos, yo soy de Valles de Crown. Disculpen haberlos parado así — Jorge movió su caballo dándonos paso de avanzar, empezamos a andar y él se encontraba a nuestro lado, acompañándonos.

De un momento a otro, varios hombres aparecieron y nos interceptaron con flechas y lanzas, le dieron a una de las ruedas del carruaje, Jorge respondió el ataque desenvainando su espada y dándole a uno de ellos por la garganta degollándolo — ¡Sigan! — Grito Jorge quedándose atrás y nosotros apresuramos al paso a pesar de tener una rueda astillada, los quejidos de las chicas se hacían presentes en el lugar, se preguntaban qué estaba pasando mas no teníamos tiempo para hablar de ello, al pasar el letrero paramos esperando expectantes si aparecería Jorge. Tras unos minutos escuchamos el relinchar de un caballo y el sonido del galopar del caballo, Jorge se acercaba a toda prisa a nosotros, al acercarse pudimos ver varias heridas en su cuerpo, varios rasgados en su ropa.

—¿Están bien? — Pregunto el observándonos, nosotros asentimos.

—¿Qué ha pasado? — Pregunto Esmeralda asomándose a la ventanilla, Jorge sonrió a tal sorpresa, no había visto ni escuchado a las muchachas ya que estas venían dormidas.

—No mucho Esmeralda, ya llegamos a Valles Crown. Sigue durmiendo — dije a Esmeralda.

—Muchacho — me llamó, Jorge que se encontraba a mi lado — Si quieren pueden quedarse en mi casa, mientras amanece y consiguen como irse — su tono de voz era amigable y su acción me daba algo de confianza sino fuera por el aquellos nos hubieran matado.

—Está bien — Acepte la propuesta de Jorge, anduvimos un par de minutos por el camino hasta llegar a una casa bastante grande, en su exterior se podía observar un jardín bastante amplio a ambos lados de la casa cubierto por grandes y frondosos árboles, nos ayudó a bajar las cosas del carruaje y nos dio la bienvenida a su hogar.

—¡Madre! ¿Está despierta? — Exclamo Jorge entrando a la cocina, luego de unos minutos se escucharon unas risas y luego Jorge salió junto a una mujer de unos cincuenta deducía por su estado de vejez y madures que su rostro marcaba.

—Les presento a mi madre, Karin Baker — vio a su mama y luego a nosotros — Madre, estos muchachos los vi en el camino y quise ayudarlos, los bandidos los interceptaron, la mujer sonrió mientras palmeaba el hombro del muchacho y se acercó a uno de los muebles para sentarse.

—Siéntense jóvenes, bienvenidos a su casa — hablo con amabilidad y dulzura, sonrió para todos.

—Ahora si nos podemos presentar y daros las gracias por salvaros la vida —hablo Esmeralda sentándose junto a Benjamín y mi persona — Usted amable hombre, salvo a mis amigos y a mi persona de ser víctimas de aquellos bandidos, muchas gracias — Sonrió ella hacia Jorge, Jorge le sonrió de vuelta.

—No tiene por qué agradecer hermosa dama, todo por los viajeros y más si son tan hermosos como usted — Jorge y Esmeralda rieron juntos, yo los miraba a ambos serio, la verdad me daba una sensación algo extraña — Ay, por cierto ¿Y ustedes damas? ¿Cómo se llaman? — Pregunto viendo a Louisa y Esmeralda.

—Soy Louisa Sallow — estiro su mano hacia Jorge y Jorge beso su mano. Miro a Esmeralda esperando su respuesta — Soy Esmeralda — Sonrió mas no estiro su mano, él le devolvió la sonrisa.

—Espere señorita ¿acaba de decir Sallow? — La madre de Jorge la miro con los ojos achinados — ¿Tu madre era Mirian Vanique? — Louisa lo miro sorprendida.

—Si, ¿usted conocía a mi madre? — La mujer asintió — ¿Y a mi padre?

—Xacar Sallow, era uno de los mejores amigos de mi esposo ¡claro que lo conocía! Es una pena que hayan sucedido tantas cosas que nos separaron — Su tono de voz era de aflicción, el brillo de sus ojos había predominado ahora — Tú y tu madre tuvieron suerte de salir de aquel infierno, llamado Lorey —Benjamín y yo nos miramos ante ese comentario.

—Mamá me dijo que papá era un buen hombre, que desgraciados le habían quitado lo que más amaba... nunca conocí a mi padre — Lagrimas brotaron de los ojos de Louisa, Ben se levantó y fue a su lado a darle un apretón cálido.

—Jovenes puedo preguntar ¿para dónde van? No es normal que extranjeros pasen por Valles de Crown solo si van o vienen de Lorey.

—¡Vamos a Lorey! — Exclamo con entusiasmo, Esmeralda — Pero... ¿Por qué usted dice que es un infierno Lorey?

—Jovencita, yo soy de Lorey y salí de aquel infierno, si ustedes me permiten les daré un consejo.

—¡Claro! —Dijimos todos al unisonó.

—Jamás, de los jamases confíen en un centinela, no confíen en nadie — advirtio, mirándonos seriamente.

—Bueno, madre ya, los muchachos y nosotros debemos descansar — Ayudo a levantar a su madre y esta se fue a escaleras arriba — Discúlpenla, no le hagan caso, le cree a todos los que pasan por aquí contándole cuentos de aquel reino — Calló por un momento — Mañana temprano, Miles me acompañaras a llevar el carruaje a arreglar para que partan pronto — asentí.

<<Dulce, Embriagador y Cautivante>> una voz cortante y silente hablaba, repetía pausadamente esas palabras, su respiración era pausada y lenta.

Miles despertaba de la siesta que había tomado, estaba recostado en el césped levantándose con cierta somnolencia, vio a sus alrededores y reposaba un cuerpo a su lado, su respiración era apacible, vio que era una mujer que se encontraba durmiendo a su lado, tenía un pantalón negro, botas de cuero negro, una camisa color beige con un corsé negro que combinaba a la perfección, su cabeza estaba puesta encima de una mochila y a ella la cubría una camisola ocre, una brisa fría y gélida pasaba haciendo que la mujer buscara calor del cuerpo que estaba a su lado, el de él, al seguir observando a la mujer pudo ver que era su dulce amada Esmeralda, siempre que la veía dormir, ese estado le era tan tierna, tan frágil queriéndola siempre proteger.

—Mi Miles, Susurraba ella desde su posición — ¿qué haces despierto cariño?

—Admirando tu belleza mi amada.

Esmeralda se sentó, y lo vio directo a los ojos, besó fugazmente los labios de Miles para luego esbozar una hermosa sonrisa. Ella era hermosa en todo su esplendor, su sonrisa cálida, sus ojos color miel, sus labios rojizos como la fresa, sus mejillas rosáceas como la frambuesa, su cuerpo era un deleite de los dioses, su aroma era totalmente encantador, si volviera al pasado y le viera de nuevo no dudaría en estrecharla en mis brazos, nunca soltarla y besarla hasta que llegue el amanecer del nuevo día, porque cada día a su lado es infinito, hermoso y totalmente arrebatador.

—¿En qué piensas amor mío? — Esmeralda le daba besos pequeños a Miles por toda su cara, Miles la sujetó de sus hombros la miro un par de minutos para luego abalanzarse sobre ella en un beso largo y apasionado, la recostó del césped de nuevo mientras se besaban como dos amantes en medio de la noche.

Se separaron poco después por falta de aire, se veían extasiados, queriendo más, las miradas suplicaban más y ellos estaban claros de que sucedería.

—Pienso en ti, y en todo este tiempo que no podía besarte, tenerte y cuidarte — la miraría a los ojos mientras acariciaba sus mejillas con su mano izquierda.

—Solo fue un año, amor — diría Esmeralda, sonriendo.

—Un año en que tus besos me hicieron falta.

Esmeralda rio —Eres un tonto, te amo — Esmeralda lo beso fugazmente, Miles sonrió pícaramente para seguir besándola posando su mano izquierda en la pierna de la muchacha dejándose llevar por la situación.

—¡No! — Me levante sobresaltado, me respiración era agitada, Esmeralda entro a la alcoba se notaba su preocupación.

—¿Qué paso, Miles? ¿Todo bien? — Asentí, se acercó a mi hasta el borde de la cama me vio con una mirada diagnóstica y luego sonrió — ¿Seguro? Te noto agitado.

—Sí, estoy bien — Esmeralda hizo una mueca y se retiró de la alcoba dejándome nuevamente solo.

Era una locura, el sueño me dejo aturdido ¿Esmeralda y yo besándonos y extrañándonos? Es algo simplemente no puede suceder, me levanté de la cama e hice lo habitual para no pensar en ello, luego de unos minutos baje al comedor, todos estaban ahí hablando muy rimbombantes, Jorge fue el primero en hablar:

—Buenos días, Miles — Dijo acercándose a mí con un plato de pan de miel y un vaso de jugo de moras, sonreí en agradecimiento, me dirigí a la mesa y sentarme en la silla para deleitarme con aquel desayuno.

—Buenos días, Jorge. ¿Todos ya comieron? — pregunte para hacer conversación.

—Sí, hermano — Afirmaría Benjamín, sentándose al frente mío — Jorge estaba esperándote para ir a cambiar la rueda del carruaje, ayer se astillo y pues sin el cambio no podremos seguir avanzando — Asentí a lo dicho por Benjamín

—Benjamín y yo saldremos a conocer el pueblo mientras vuelven, compraremos algunos alimentos no perecederos y frutas — Añadió Louisa, abriendo la puerta principal, a lo que Ben sonrió y camino rápidamente a su lado para luego partir.

Mire a los alrededores buscando a Esmeralda, pero no la veía por ningún lado — Esmeralda esta con mi mamá ayudándola a cocinar, ella fue quien hizo los panes de miel — Sonrió Jorge sabiendo que la estaba buscando a ella.

Después de desayunar, lave mi respectivo plato y vaso para luego salir junto a Jorge a ver que podíamos hacer con la rueda, estaba lo bastante astillada para ser cambiada o reparada.

Luego de ir por unos veinte minutos por todo el pueblo llegamos a un taller, en la entrada del lugar se veía el nombre "Taller Valles de Crown k&k" Jorge me explicaba que este era el taller de su padre, luego de haber quedado en la calle por ser exiliado de su propio pueblo decidió quedarse en Villas de Crown y empezar desde cero, conociendo así a su madre y abriendo este taller.

—¡Jorge! Que grata sorpresa verte por aquí, tu padre no está — Un señor de tez blanca, fornido, alto de unos metros noventa se acercaba cojeando hacia Jorge.

—¡Hombre! ¿qué le ha pasado señor Veiljod? Sí, no me extraña que mi padre no esté aquí — Aquello ultimo Jorge lo dijo sin darle importancia al comentario.

—No es nada muchacho, ¿Qué les trae por aquí? — Dijo el señor observándome con una sonrisa de amabilidad en su rostro, o eso era lo expresaba. Jorge se acercó a mí, paso su brazo por mi hombro izquierdo y lo palmeo.

—Señor Veiljod él es Miles. Él y sus amigos vienen de muy lejos y ayer unos bandidos los atacaron y como ve, la rueda del carruaje esta astillada.

—Un gusto señor — Sonreí amablemente a lo que el hombre devolvió

El señor Veiljod se acercó al carruaje lo vio por unos minutos pensando que podía hacer, luego sonrió. — Bueno, no es algo que yo no pueda cambiar, pero estaría lista para dentro de un día por la tarde ¿os parece bien señor Miles? — Jorge me miro esperando respuesta, eso sería quedarnos dos días acá en Valles de Crown nos atrasaríamos más, pero qué más da.

—Sí señor, me parece bien — afirme con ligereza.

Después de ir al taller Jorge decidió ir por licor, indumentarias de guerra y un par de panes, para luego irnos a casa, Benjamin y Louisa aún no llegaban, la madre de Jorge apenas nos vio arrastro al pobre a la calle nuevamente, y Esmeralda se encontraba en la biblioteca leyendo. Así que decidí subir a la alcoba en la que nos quedamos Ben y yo, para pensar un poco en cómo nos íbamos a mover ya que con el imprevisto nos atrasaríamos un par de días para ir a pueblo de Pairt, para consecutivamente llegar a Lorey. Solté un suspiro largo y fuerte y me tiré a la cama poniéndome una almohada en la cabeza. Unos minutos después escuche un leve golpeteo en la puerta, me levante y abrí, era Esmeralda.

—Miles, debemos hablar — Esmeralda tenía un semblante serio y me miraba con tal determinación que pensaba que me iba a despedir luego de lo que paso a noche.

—Si... si claro cuéntame —

—Miles, no debimos besarnos — Bajo la mirada viéndose las manos —No te voy a despedir eres... eres alguien importante para mí, mis padres te han dado la confianza para hacer este tipo de travesías, pero no podemos... —

Puse mi mano en su boca, en seña de callar, ella iba a objetar, pero me le adelanté:

—Esmeralda, no debimos, estamos de acuerdo en ello, no volverá a pasar — Esmeralda me miro luego giro sobre sus talones y se dirigía escaleras abajo, pero se detuvo

— Miles no puedo más con esto, esto que esta que se me sale del alma, del corazón... Miles usted... —

—¡Esmeralda! — El grito de Louisa la interrumpió haciéndola bajar de prisa y más atrás yo, Louisa estaba exaltada con ropa desgarrada y algunos raspones, Benjamín tenía la ropa desgarrada al igual que ella, su respiración era agitada.

—¿Qué les sucedió? — Pregunto Esmeralda acercándose a Louisa a chequear si no tenía alguna herida profunda.

—Chicos, estamos bien, solo debo...contarles algo — diría Louisa acercándose a los sillones.

Louisa, se sentó con dificultad en uno de los sillones, yo ayudé a Benjamín a que se sentara igualmente, Louisa estaba agitada pude ver nerviosismo en ella — Ok, escúchenme bien, debo irme pronto — Todos nos miramos confundidos — Les voy a explicar rápido y conciso luego me voy para no provocarles problemas... —Respiro profundo — Mi padre nos dejó a mi madre a mí una deuda que pagar con unos bandidos, no sé ni quienes eran ni que hacían ni mucho menos porque mi padre les debía dinero el punto de esto es que mi madre pagaría la deuda, nos reuniríamos, pagaríamos y ya está, luego todo se complicó no pudimos pagarla porque mamá enfermo, yo tuve que darme el lujo de trabajar en sitios que una dama no debería estar ahí para poder ayudar a mamá, mamá muere y yo quede a cargo de la deuda, no me preocupe por el hecho de que ellos no habían aparecido más... pero desde que se incendió la casa, supe en ese momento que ellos estaban detrás de eso —

Hubo un silencio sepulcral, ninguno quería hablar, nos mirábamos Ben, Esmeralda y yo, realmente lo que acababa de decir Louisa era preocupante su propia vida corría peligro. Al ver la expresión de Benjamín, pude suponer que él tampoco sabía de esto, pero ¿Por qué ocultárnoslo? A nosotros sus amigos de toda la vida.

—Louisa — Esmeralda fue la primera en hablar, Louisa la miraba, pero su mirada no decía nada, ni odio, ni desdén nada — Perdona lo que voy a decir, si es que suena imprudente... pero ¿por qué no le pediste ayuda a Benjamín? Tengo entendido que ustedes son amigos de toda una vida pudiste haberle confiado ese problema y quizás te hubiera ayudado — Bajo la mirada, trago algo de saliva y luego la vio — No voy a permitir que te vayas, te quedarás con nosotros, no voy a permitir que corras peligro allá fuera —

Esmeralda sonaba tan segura de sí misma mientras que todos estábamos algo confundidos, ambas se veían que se odiasen y escuchar eso de ella era sorprendente. Louisa solo rompió en llanto, llevo sus manos a la cara, susurraba cosas inaudibles, Esmeralda se acercó lentamente y bajo sus manos, le sonrió — Oye, oye no llores, todo estará bien te lo prometo. Ven, vamos a tu alcoba para que te duches y te cambies ¿sí? — Dijo con clara dulzura en su tono de voz y en sus gestos, Louisa asintió y ambas se fueron de la sala de estar. Benjamín solo se levantó, palmeo mi hombro y se retiró quedándome completamente solo y perplejo.

Horas más tarde todos nos encontrábamos en el comedor, hablando, riendo y comiendo delicadeces que la señora Karin, Louisa y Esmeralda prepararon, Tarta de manzana, panes sin levadura y un juego de toronja. Todos reíamos de las tonterías que decía Benjamín, no recordaba lo tonto y enigmático que era el, siempre era el más cautivador de los dos.

En la cena pude observar de reojo como Jorge y Esmeralda hablaban muy alegres y cercanos, sentí algo en mi corazón, algo no me encajaba, me molestaba e irritaba con tan solo ver a Jorge hablar con ella, pero decidí no reparar en ello al fin y al cabo Esmeralda solo es la princesa y yo su guardián. Louisa estaba más calmada y se veía más risueña de lo normal, me calmaba verla así. Es mi amiga, y si algo le pasará me sentiría muy mal.

—Bueno chicos, es ahora de descansar — Decía la señora Karin tomando los platos, acto seguido por Louisa y Benjamín que ayudarían a lavar los platos y vasos. Esmeralda se levantó junto con Jorge el cual le besaba su mano para luego ella retirarse, Jorge me vio y se acercó a mi.

—Cuénteme de usted, Miles. Ya sé que Benjamín es un príncipe, Louisa una artista, Esmeralda una soñadora, pero usted ¿qué es? — Rio a lo último —Usted aparenta ser el más serio del grupo, pero algo me dice que detrás de esa capa de seriedad hay alguien muy atento a todos.

—Solo soy uno más del grupo — dije secamente.

—Vamos cuénteme ¿qué hace usted? No sea amargado.

—Soy herrero, trabajo para la corona de Quiroga — Me reservaba mis cosas personales no podía compartir mi vida con un completo extraño para mí — Estoy cansado, iré a recostarme un rato — Me apresure en levantarme no sin antes dar las gracias por la comida y la ayuda que Jorge nos ha dado.

Jorge asentía y me observaba detenidamente, mientras subía las escaleras pude escuchar unas risas muy fuertes y un golpeteo en la puerta principal para luego este callar. ¡Padre! ¡ha vuelto! Fue lo último que escuche mientras me iba a recostar en la alcoba.

Por la mañana siguiente, todos estaban haciendo algo diferente, Esmeralda había salido con Jorge, generándome otra vez cierto sentimiento inexplicable, Louisa se encontraba ayudando a la señora Karin junto con Benjamín, por mi parte había decidido ir a una laguna que quedaba cerca de la casa de Jorge para alimentar a la yegua de Esmeralda y al caballo de Benjamin.

El lugar era un paraje esplendido, rodeado de una gran cantidad de árboles de pino que expulsaban un olor fascinante, el cielo estaba despejado, había muy pocas nubes así que la luz del sol traspasaba cada árbol reflejándose en la laguna, el agua de estaba marcaba un color de azul claro fascinante, las aves pasaban entonando sus cantos, dándole un toque perfecto al lugar; la yegua de esmeralda se acercó al lago a tomar un poco de agua y junto a ella, el caballo de Benjamín, yo solo me dispuse a observarlos mientras disfrutaba aquel hermoso paraje.

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