Capítulo 15: Amor y Protección
El encierro era el inicio de un padecimiento que parecía eterno, era el punto de partida de la maldad encarnada del rey Gerónimo para con nosotros, nadie podría salvarnos, nadie sabía de nosotros, ni el mismo Jaren sabía que habíamos sido llevados a los calabozos. Estar separado de Esmeralda por una pared de concreto sin verla me causaba temor, solo escuchaba sus sollozos, solo quería abrazarla y decirle que todo estaría bien, quería protegerla y falle, falle como su guardián, no la protegí como prometí.
Escuche pasos acercarse, luego unas llaves y un abrir y cerrar de la celda de Esmeralda, me levante de inmediato y me acerque a los barrotes para intentar visualizar que pasaba, uno de los centinelas sujetaba a Esmeralda por las muñecas, esta solo estaba en el piso sollozando, arrodillada ante aquella persona. Otro centinela se acercó a mi celda y la abrió, me saco a rastras de ahí, me lanzo al suelo haciéndome arrodillar, me pusieron unos grilletes en las manos de reojo pude ver que Esmeralda también los llevaba.
Sin emitir ningún sonido los centinelas nos llevaron arrastrados hasta otro extremo de los calabozos, nos tiraron al suelo como perros callejeros y nos amarraron los tobillos a unas cadenas que se encontraban en el suelo, luego nos soltaron los grilletes de las muñecas, ambos centinelas se mostraban algo irritados por lo que hacían, después de asegurar que estábamos bien amarrados se fueron, dejándonos en una alcoba de pared de piedras, totalmente oscuro solo un rayo de luz podría pasar a través de una ventanilla pequeña que se encontraba en la pared, Esmeralda gateo hasta la esquina de la alcoba, las cadenas nos dejaban movilizarnos a ciertas partes pero con cierta dificultad, la mire esta estaba empezando a llorar de nuevo, me dolía verle así.
Me acerqué a ella con dificultad, llevábamos varios días aquí en los calabozos, estábamos débiles, no habíamos comido y solo habíamos recibido maltratos físicos; al estar cerca de ella pude verla bien, su vestido estaba rasgado, tenía moretones y rasguños por sus brazos y cara, se divisaba la manga izquierda arrancada y en su brazo una cortada, el verla así me generaba impotencia, estos mal nacidos la habían lastimado y no pude hacer nada para evitarlo.
—Miles per...dona...me — Dijo ella con dificultad, viéndome directamente a los ojos, le sujete la mano izquierda — Soy culpable de esto... mis padres no merecen a una hija como yo, Louisa tenía razón... los traje al propio matadero — Llevo la mirada a otro lugar, parecia tener la vista perdida, no me miraba a mí, respiraba con dificultad, sus ojos estaban cristalizados e hinchados de tanto llorar.
—Esmeralda... no es tu culpa, me duele verte así, no pude protegerte, perdoname — Una lagrima bajo por mi mejilla derecha, Esmeralda se acercó a mí y limpio con su suave mano derecha la lagrima, se quedó viendo mi rostro mientras pasaba su mano por ella, mostrando una sonrisa dulce — Prometí protegerte y es lo menos que hice, Esmeralda — Ella negaba con la cabeza, puso ambas manos en mis mejillas
—Me has protegido desde que nos conocimos, siempre estaré agradecida, que no me hayas ayudado esta vez no significa nada, no ha pasado nada, son solo rasguños... me quieren ver suplicar, pero no se los pondré fácil, Miles — No dejaba de verla, a pesar de todo el dolor que su alma tenia, aun ella se mostraba fuerte en su interior, admiraba cada rasgo de ella, era una mujer fuerte y decidida a pesar de todo — Miles, debo decirte algo —
—¿Qué sucede? — Puse mis manos en sus mejillas acariciándolas mientras admiraba sus ojos, un pensamiento velozmente paso por mi mente, quería besarla.
—Si... si ellos decidieran matarme, cual sea su método, te pido, no... te ordeno que no te entrometas — la mire sorprendida, empecé a negar, quería objetar, pero esta me beso fugazmente, sorprendiéndome — Escúchame, prefiero dar mi vida para que tu salgas librado de esta, Miles no me perdonaría si te mataran a ti, no... te traje aquí y debo pagar por ello — Estaba seria, ella había arrugado el entrecejo, pero aún se mantenía cerca de mi rostro.
—No, me niego a esa orden y si debo desobedecerla lo haré ¿me oyes, Esmeralda? No voy a permitir que des tu vida por la mía, jamás. Eres la princesa de Quiroga, y luego serás la reina, y es mi deber protegerte y dar mi vida por ti — Estaba algo irritado por lo que acababa de decir, yo no lo permitiría, no me lo perdonaría.
—Miles, por favor... no seas terco.
—Escúchame bien, Esmeralda. Si tengo que ir y matar al mismísimo diablo para salvar tu vida, lo haría — la mire seriamente, era una princesa terca y decidida a llevarme la contraria — No me eres indiferente, eres importante, vital para seguir esta vida, no sé qué me pasa, pero cuando estoy contigo me siento tranquilo, en total y plena paz, quiero siempre protegerte y jamás dejarte que alguien te haga daño, se que es poco el tiempo que llevamos conociéndonos pero aun así mi corazón siente una algarabía en verte, mi alma y todo mi ser se desestabiliza cada vez que escucho tu voz, tu llanto, tu risa... — Esmeralda se quedó callada, movía sus ojos inquietos de un lado a otro, me abrazo fuertemente — Saldremos con vida de esto, te lo prometo, algo se me ocurrirá para salir de aquí, y salir de este infierno, Esmeralda — Aun seguíamos abrazados, levante su mirada para que me viera, quería me viera fijamente a los ojos — Si después de esto decides alejarte por el bien de ambos, quiero que recuerdes siempre que en mi vas a tener a alguien que te protegerá sobre su propia vida y que recuerdes esto... —
—¿Qué co...? — La silencié juntando nuestros labios, sus labios estaban húmedos por tanto relamerse sus labios cada vez que bajaba una lagrima, pase mi mano hacia su cintura y la atraje un poco a mí, ella rodeo mi cuello con sus brazos, acariciaba mi cabello mientras nos besábamos, ella no se inmutaba a no besarme al contrario me seguía, bajaba hasta su cuello para besarlo y subía dándole cortos besos por su mejilla y atrapar de nuevo sus labios con más frenesí — Miles — Soltó ella en un suspiro leve y con la respiración algo agitada, seguíamos besándonos y acariciándonos — Tu tampoco me eres indiferente — Paro por un momento, pegando su frente de la mía, sonrió levemente, me dio un beso fugaz, se iba a separar de mi pero la sujete antes y la bese, quería tener esos labios para siempre y para mí, me fascinaba ella.
—¡Abran ya! — Se escuchó la voz conocida de una mujer desde a fuera, inmediatamente nos separamos, pero manteniéndonos cercas, tomados de la mano, la puerta se abrió haciendo un estruendo, paso una mujer y a su lado un hombre, Melina puso su mano en el pecho del hombre y se acercó a darle un beso en la mejilla al hombre — Dame cinco minutos, Antonio —
—Lo que sea por ti, Melina — Dijo el hombre saliendo y cerrando la puerta inmediatamente, Melina se acercó a nosotros con una charola, la puso en el suelo — chicos, les dije se tenían que ir, mi padre... mi padre es un idiota, aquí les traje comida, por favor coman, se que no han comido en días — Esmeralda y yo la miramos por unos minutos confundidos — No soy el enemigo se los puedo asegurar, les prometo que la ayuda llegará pronto —
—Gracias, Melina — Hablaría Esmeralda sonriendo gratamente tomando el pan de la charola, partiéndolo por la mitad para ambos
—Chicos lamento todo esto, lamento como los están tratando, lamento no poder hacer tanto como quisiera por ustedes — Una lagrima bajaba por la mejilla derecha de Melina, Esmeralda se levanto un poco para abrazarla, ambas se abrazaron por unos segundos y luego se separaron — Debo darles una noticia no sé si ustedes conocen a la reina Vanessa, pero llego anoche aquí a Lorey — Mire atónito a Melina ¿Qué hacia la reina Vanessa aquí? Se ponía en total peligro.
—Melina ¿Qué hace la reina de Montier aquí? — Pregunte, ella encogió los hombros, dando señal de que no sabia.
—No lo sé, por lo que pudo contarme Antonio dijo que vino por amor a su nación y porque ya no haría caso omiso a lo que estaba pasando en Lorey, mi padre enfureció y creo que está aquí en los calabozos.
Esmeralda y yo nos miramos, luego ella dirigió la mirada a Melina — ¿Has sabido algo de Benjamín? ¿Alguien sabe que estamos aquí? —
—Lo único que sé, es que se fue de Lorey, y no, nadie sabe, ni Jaren. Sé que confían en Jaren el me conto todo, pero Jaren no sabe, nadie lo ha visto llegar de la misión que le mando mi padre — La puerta sonó fuertemente, se abrió, Antonio se asomaba
—Melina, se acabó el tiempo, el comandante ya viene, quizás a torturar a la reina Vanessa o ellos — Melina soltó un bufido y se acercó a la puerta — Chicos, todo estará bien, se los prometo — sonrió ampliamente — Por cierto, cualquier novedad, cualquier cosa se les hare saber por Antonio, confíen en él — Dicho eso salió del lugar dejándonos solos nuevamente.
A lo lejos de donde se encontraban Miles y Esmeralda, unos gritos ensordecedores de desesperación bramaron por todo el lugar, ellos los habían escuchado intuyendo que era la reina Vanessa, lo único que podían pensar ante eso era lo peor.
—Miles, ella no debería estar aquí ¿Benjamín le diría algo de esto? — Esmeralda enmudeció por un segundo — Espero que no la maten ni le hagan nada —
—Esperemos que ella este bien... y referente a lo otro, no lo sé, pero si lo hizo sería un total idiota en dejar venir a su madre sola, además ¿cómo llegaría? Montier está mucho más lejos de Quiroga desde aquí... serian unos siete días para llegar acá —
—Tengo entendido que en Montier hay un camino más corto para llegar acá — Diría Esmeralda seguro de lo que decía.
La reina Vanessa estaba en el salón principal, la habían obligado arrodillarse en presencia del rey Gerónimo, este estaba en su trono de plata a unos tres palmos de distancia a donde ella se encontraba, la observaba con asco y arrogancia, detallando cada parte de su ser mientras que ella no expresaba nada en su mirada solo lo observaba y ya.
—Reina Vanessa de Castillo ¿Qué dirían en Montier si su amada monarca muriese? ¡Sería una real pena para el pobre Benjamín! — El rey se acercaría a ella rápidamente agarrándola por el cabello fuertemente — Le dije a tu hijito que no hablara y hablo el muy bastardo ¿sabes cómo se paga la traición aquí en Lorey? — El rey sonrió maliciosamente se soltó del agarre tirándola al piso
—Él no está en Montier, lleva días desaparecido y juro por Dios que si algo le hiciste ¡me las pagaras! — La reina se levantaría del piso poniéndose de pie mirando directamente a los ojos de Gerónimo, sin temerle — ¡Vine por mis propios medios! ¡Ya no haré caso omiso de lo que sucede aquí! ¡Ya no temo de mi pasado! —
Gerónimo entrecerró los ojos, para luego estallar en carcajadas que retumbarían por todo el salón — ¿Y quién eres tú para desafiarme a mí? ¡A mí! ¡El rey de este pueblo! — La tomaría del brazo fuertemente, ella parecía no querer hablar — ¡No eres nadie! ¡Eres una entrometida! —
—Gerónimo ¡Basta! ¡Suéltala! — La voz de una mujer se hizo presente en el lugar, todos voltearon hacia ella sorprendidos, esta caminaba rápidamente con una mirada altiva sin apartarla de Gerónimo, y sin importarle que todos la miraran, el rey soltó a la reina Vanessa y sonrió maliciosamente
—¡Bienvenida! ¿A que debo tu grata visita, querida? — El rey diría todo esto en tono sarcástico.
—Se que estabas esperándome y bueno, aquí estoy — La mujer se calló por un momento y observó a Vanessa — pero llévatela a ella de aquí.
—Llévensela — Ordenaría el rey Gerónimo a unos de sus hombres como si la palabra de la mujer tuviera peso en el, su centinela asintió para luego llevarse a la reina Vanessa.
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