Capítulo 11: Lorey

La noche había llegado, las chicas estaban en la cocina junto con Naz preparando algunos bocadillos, Dante, Benjamín y yo estábamos en la biblioteca repasando el plan, teníamos que entrar con cautela y rapidez para que ningún centinela nos viera, nos quedaríamos en casa de un amigo de Dante, según él, amigos de batalla.

—¿Tu amigo es de fiar? — Pregunte, Dante rio a lo bajo para que las chicas no nos escucharan.

—Es la persona más capaz que conozco después de Camile, claro está — Unos toques en la puerta sonaron captando nuestra atención, Dante se dirigió a la puerta y abrió, un chico de tez morena, alto de un metro noventa pelinegro, complexión musculosa, ojos negros, se asomo.

—Dante, está todo listo, es momento de que partan antes de que inicie el cambio de guardia y todo salga bien —Hablo el chico, Dante volvió su vista hacia su reloj de pared que se encontraba a un lado de uno de los estantes, este mercaba las ocho y treinta de la noche — Hora perfecta, muchas gracias, Marc — Cerro la puerta y se dirigió a nosotros — Es hora, debemos partir antes del cambio, llegaríamos a Lorey mucho antes de que termine el cambio de guardia, así que esperemos que todo salga bien.

El trayecto a Lorey ha sido bastante corto y tranquilo, Dante iba delante de nosotros, armado, llevaba consigo flechas y una espada, a nosotros nos dio unas dagas era lo único que le quedaba en su almacén. Mientras avanzábamos cada vez estábamos más atentos a nuestro alrededor, cualquier cambio que pudiera indicar peligro. Dante paro en seco haciendo relinchar un poco a su caballo, este lo amanso rápidamente, este levanto su mano izquierda en señal de que paráramos también.

—Bien, por aquí, ya entramos a Lorey — Dante observo el panorama unos instantes — Y por lo visto, aún están en el cambio de guardia, sigamos por aquí — Dante señalo un camino de tierra cubierto de cesped alto.

Después de un rato, volvió a parar, pero esta vez estábamos enfrente de la parte trasera de una casa, se bajó de su caballo con suma rapidez, nos indicó que también hiciéramos lo mismo le seguimos para esconder a los caballos, se acercó a la puerta y toco, pasaron unos minutos después se escuchó un golpe en la ventana.

—Dante — Vacilo este, al instante la puerta se abrió una chica de más o menos unos metros cincuenta y seis, tez blanca, rubia lo abrazo, a su lado otro chico de un metro sesenta, un poco más corpulento que Dante, tez algo bronceada, cabello color negro que se discutía entre lacio y alborotado, ojos color cafés oscuro, saludaba a Dante y luego nos vio, su semblante era serio, Dante volteo a vernos pude ver una sonrisa ladeada para luego ver que este golpeaba el hombro del otro chico.

Dante nos hizo la seña para que fuéramos a su encuentro, al llegar al umbral de la puerta, el chico y la chica se dieron la vuelta y entraron a la casa detrás de ellos, nosotros, llegamos a una sala lo bastante amplia, muebles amplios de color caoba, paredes blancas, cuadros de paisajes y cuadros de honor, supongo que del chico.

—Hermano, ellos son viejos amigos. Miles, Benjamín, Louisa y Esmeralda — Dijo señalándonos a cada uno.

—Mmm... soy Jaren — Dijo en un tono algo áspera, nos miraba a cada uno como si estuviera analizando la situación, y no está de más, desconocidos entran a tu casa a mitad de la noche, sin saber porque, y ni siquiera dan explicación alguna; su rostro no expresaba nada, su mandíbula estaba tensa, pero su mirada estaba perdida, a Dante le causaba gracia verle así.

—¿A que vienen a Lorey? De visita lo dudo, no me mal interpreten muchachos, Lorey es hermosa, pero... — Hablo por fin después de un rato, sentándose en el sillón, cerca de la chica rubia que aún se mantenía de pie a su lado.

—¿Y por qué lo duda Sr...? — Esmeralda hablaría algo irritada, Dante sonrió y luego rio a lo bajo.

—Jaren Önik — finalizo Jaren — Mire no me mal interprete, señorita Esmeralda, pero veo que aquí ninguno de los presentes le ha comentado lo que está sucediendo actualmente en mi pueblo — Hablo con cierta franqueza, viéndonos tanto a Dante como a nosotros, inmediatamente Esmeralda nos fulmino con la mirada.

—¿Qué se supone que está sucediendo? ¿Por qué me lo ocultan? No solo a mí, sino a Louisa también. ¡Miles, no me lo esperaba de ti! — Exclamo algo molesta, Louisa solo se mantenía con los brazos cruzados sin emitir ningún sonido — ¡Hablen pues! ¡cualquiera!

Después de una explicación lo bastante breve y concisa hecha y narrada por Jaren, este se ofreció ayudarnos, veía las buenas intenciones del viaje y nos ayudaría a protegernos, solo tendríamos que mantenernos a bajo perfil e irnos en menos de tres días a Esmeralda no le parecía la idea, pero no tenía como refutar su vida estaba en peligro, aun ella se mostraba molesta, Louisa seguía sin emitir opinión alguna. La chica rubia, que después de unas horas hablando dio su nombre, Karen Fërshk, nos sirvió un verdadero banquete, Guabina al fuego, pan con levadura, zumo de melocotón, una ensalada de frutos. Después de comer, esta se ofreció en llevar a las chicas a sus habitaciones correspondientes para que descansaran un poco, luego nos fuimos nosotros a las habitacion que Jaren nos ofreció, debíamos descansar, presentia que el día de mañana seria agotador.

—¡¿Qué tu hiciste que?! — Se escuchó un fuerte grito a mitad de la noche, y algo que se rompía en el suelo, todos salimos de las habitaciones rápidamente, Louisa le había lanzado un jarrón de arcilla a Esmeralda que se encontraba en las escaleras abajo, tenía los ojos cristalizados apunto de llorar. Louisa nos vio y luego se echó a reír, pero su risa no era de felicidad, no, era sarcástica. Ella alzo un pedazo de papel que estaba en su mano y luego se lo tiro a Esmeralda, mientras esta bajaba por las escaleras, atrás de ella, nosotros — ¡Adivinen que muchachos! Qué bueno que despertaron para que sepan lo que hizo esta... — miro a Esmeralda de arriba abajo — Princesita — Termino de decir con notable odio en su voz, su mirada era despectiva totalmente hacia Esmeralda.

—¿Qué pasa? ¿Qué paso aquí? — Karen miraba al suelo, y miraba las reacciones de Louisa y Esmeralda, confundida al igual que todos.

—¡¿Qué pasa?! ¡Pasa que...! ¡Esmeralda nos trajo al mismísimo matadero! — Louisa estaba furiosa se le notaba, algo tenía ese papel que la hizo estallar.

—¡No es mi culpa! ¡No lo sabía! — Grito Esmeralda, rompiendo en llanto, llevándose las manos a sus ojos limpiándose las lágrimas, Karen se acercó a ella para abrazarle, Benjamín repitió la acción, pero con Louisa.

—¡Cálmense ya! Es media noche, vienen de visita como iban a saber que las cosas estaban así, no se pongan a discutir, Karen, llévate a Esmeralda a tu habitacion — Ordenaria Jaren a lo que Karen asintió y empezó a subir las escaleras, pero Esmeralda paro en seco, y giraría para vernos a todos, que estábamos en el salón principal.

—No vine a Lorey solo por visita — Aclaro Esmeralda, estaba afligida pasaba las manos por sus ojos secando sus lágrimas — No soy tonta, sr Önik —Esmeralda agarro el papel que anteriormente Louisa había lanzado — El mismo rey Gerónimo invito a mi familia, ellos no quisieron venir, vine por ellos... acosta de todo, sabia parte del peligro que correría si venía a Lorey, pero no sabía que había aumentado tal peligrosidad — Todos miramos a Esmeralda, su semblante había cambiado estaba seria, firme como una roca, no dudaba, su mirada estaba fija viendo a Jaren — Lamento, haberlos traído, pero yo... —

—¿Tus padres saben que estas aquí? — Ella negó viendo a Benjamín que era el que le había hecho la pregunta — ¿A dónde piensan que estas? — Este se le acerco y Esmeralda solo esquivo su mirada — ¡Por una mierda, Esmeralda! — Benjamín la agarro por los brazos fuertemente y la sacudió, esta solo se mantuvo en silencio, sin quejarse, fui hacia ellos inmediatamente separando a Benjamín de Esmeralda, Esmeralda empezó a sobarse las marcas de la mano de Benjamín — ¡Sabias que Lorey estaba como estaba y viniste igual! Y lo peor es que... ¡Permitiste que viniéramos!

—¡Yo no los invite! — Exclamo esta, para luego subir a su habitación.

Era muy temprano en la mañana tipo cinco y treinta de la mañana, no podía dormir estaba algo aturdido por lo ocurrido en la madrugada, hice lo usual, cepillarme los dientes, lavarme la cara, bañarme y alistarme, baje las escaleras, note que aun todos dormían así que baje lo mayor cautela posible, me dirigía al patio trasero de la casa a ver a los caballos y darles algo de comer, al llegar a donde estaban los caballos, escuche unos sollozos. Aún estaba algo oscuro así que se me dificulto dar con el origen de los sollozos, estos provenían cerca de princesa, al acercarme pude ver una figura femenina, tenía el rostro tapado, ya intuía quien era, me acerque y le abrace, esta sin inmutarse acepto el abrazo.

—Perdóname por traerte aquí... perdóname, Miles — Esmeralda estaba algo entristecida, se le notaba en su simple hablar.

—Hey, tranquila, no fue tu culpa — La abrace más fuerte — Tu solo querías venir y conocer a Lorey, no es tu culpa que el rey sea un sanguinario.

—Es mi culpa, por no hablar, yo sabía el peligro que podía ser venir aquí y... — lleve mi mano derecha a su mentón e hice que me viera

—Esmeralda no es tu culpa, si, quizás cometiste el error de no comunicarte pero no te agobies, solo cumple con diplomacia y saldremos de aquí, ¿bien? — Esmeralda asintió.

—Prométeme que estarás conmigo siempre — Sonreí

—Siempre voy a estar para ti, y más ahorita ¿quieres que te acompañe a donde el rey? Si es así podemos partir en este momento — Los rayos del sol se hacían presente, Esmeralda me abrazo de nuevo.

—Si, Miles. Acompáñame, tu eres mi guardián es tu deber —

—Más que mi deber es un honor ser su guardián — agregue.

Después de esa breve conversación, nos dirigimos adentro de la casa, tomamos algunas de nuestras cosas y partimos al palacio del rey, Esmeralda estaba algo tensa yo solo me limitaba a decirle un par de cosas para que se calmara, la gente empezaba a salir de sus hogares, sus rostros eran inexpresivos, nos miraban sorprendidos de vernos, Esmeralda se limitaba a observar, mantenía su mirada firme y al frente, al llegar a la entrada del palacio dos centinelas uno mas alto que el otro, nos detuvieron de muy mala gana.

—¿Quiénes son y que hacen aquí? — Hablo el más bajo de los dos.

Esmeralda estiro su mano derecha mostrando el sobre que cargaba en su mano — Soy Esmeralda Quiroga, hija del rey Esteban y la reina Clariet, reyes de Quiroga, el rey nos invitó — El centinela más alto asintió lentamente y luego me observo, ya me iba a poner fuera de la entrada, pero Esmeralda se le adelanto — Él es mi guardián, venimos solamente nosotros dos ¿podemos pasar? —

—Si señorita ¿su guardián tiene armas? Porque de ser así debe entregármela, están prohibidas las armas en el palacio — Esmeralda me vio y yo asentí, le entregué la daga que cargaba y la espada. Después de un chequeo lo bastante exhaustivo, nos dirigieron a la puerta de un salón — Esperen aquí a que los anuncie — El hombre abrió la puerta y cerro rápidamente, Esmeralda apretaba los puños, pase mi mano sobre su mano indicándole que se relajara.

—Esmeralda, todo estará bien — Me incline hasta su oído para susurrarle, esta asintió levemente.

—Pasen — salió el hombre que había entrado breve minutos antes —

—Muchísimas gracias, señor — Hablo Esmeralda con una sonrisa en el rostro. Al entrar observe un amplio salón decorado por mármol de granito negro, amplios ventanales cubiertos por cortinas de terciopelo dorado y chiffon rojo, un gran trono color plata sobre puesto encima de dos escalones de color negro, un hombre de un metro ochenta y cinco, cabello oscuro y lacio, ojos color verde agua, tez blanca, de una complexidad algo gruesa se encontraba sentado en el trono, este nos observaba despectivamente.

Esmeralda hizo una reverencia a lo que yo copie su acción, a los minutos nos levantamos —Princesa Esmeralda, no esperaba su visita por aquí, me toma de sorpresa ¿y sus padres? — Hablo el rey desde su trono con una voz árida y estridente que resonaba en todo el lugar, Esmeralda camino hasta estar a unos metros de distancia entre el sitio del trono y ella, me mantuve detrás de ella a unos escasos centímetros de ella.

—Mis padres no pudieron venir, vine yo por ellos, espero que mi visita no le cause alguna molestia, su majestad.

—Para nada princesa, que bueno que vino, me es de sumo interés fortalecer las relaciones con los reinos vecinos, usted sabrá que... — el rey callo por un momento y me observo — ¿Podemos hablar a solas? Son cosas de la corona y no es... —

—Él se queda, prometí a mis padres no separarme de mi guardián — El rey asintió con un notorio disgusto, este se levantó de su trono y se acercó a Esmeralda, levantó su brazo y Esmeralda puso su mano sobre el brazo de este.

—Vamos al gran comedor, le invito un delicioso desayuno y hablamos del porque os invité — Sonrió este con cierto tono que no pude descifrar, algo en él no me encajaba, estaba siendo muy amable para ser el "tirano" de Lorey.

Alguien abrió la puerta de golpe, al observar quien abría la puerta vi a Jaren, Esmeralda volteo a verme enseguida con el ceño fruncido, Jaren nos miraba algo asombrados de vernos ahí.

Este hizo una reverencia — Mi señor, tengo noticias — El rey volteo a ver a Esmeralda sonrió y luego vio a Jaren.

—Jaren lleve a la princesa y a su guardián al gran comedor, hagan que sirvan al gran banquete y viene de inmediato — miro a Esmeralda cubriendo con ambas manos la mano de Esmeralda — Discúlpeme princesa, esto es algo importante, en breve me reuniré con usted, vaya con mi centinela el los guiara — Esmeralda sonrió, y salimos, al instante después de que Jaren cerró la puerta, Esmeralda le miro rápidamente con cierta curiosidad, mientras caminábamos.

—Sr. Önik... ¿Por qué no nos dijo que usted era un centinela? — Susurro está manteniendo la vista fija al frente, Jaren hizo una mueca vio a ambos lados y opto por hablar.

—Usted tampoco me dijo que era una princesa, estamos a la par... Descuiden yo no los voy a traicionar. Cuando dijo eso recordé la advertencia de la madre de Jorge "No confíen en los centinelas, en nadie".

—Jaren — Una voz dulce se hizo presente detrás de nosotros, Jaren paro en seco y volteo con una sonrisa amplia, una mujer de un metro sesenta, piel semi bronceada, delgada, ojos marrones, cabello liso, largo hasta las caderas, pelirroja se acercaba rápidamente abrazarlo — Jaren, pensé que no te volvería a ver jamás — La mujer besaba las mejillas de Jaren este solo se limitaba a sonreír, la mujer reparo en nosotros — Oh disculpen, Melina Nitshx, hija menor de los reyes de Lorey, un placer — Sonrió, ella muy agraciada, una mujer lo bastante hermosa y carismática, desprendía en ella un aura de suma paz y ternura en el ambiente.

—Melina, tu padre me está esperando ¿puedes dirigir a la princesa Esmeralda y a su guardián al gran comedor? Su padre pronto se reunirá con ellos — Melina asintió, Jaren nos dirigio una mirada rápida para luego retirarse rápidamente, la chica nos tomó a ambos de los brazos y nos dirigió al gran comedor, se sentó en la mesa junto a Esmeralda yo solo me limite a pararme detrás de ella en una distancia prudente, Melina ordeno a sus sirvientas que le sirvieran a ambas jugo de lima y pan fresco mientras llegaba su padre.

Melina llevo sus manos a la cara poniendo sus codos en la mesa, observaba detenidamente a Esmeralda con una sonrisa — Mi padre nunca había invitado gente extranjera ¿de qué reino eres? Disculpa tanta intromisión —

—Reino de Quiroga, tranquila yo también soy así — Esmeralda sonreía solo por cortesía, esta también observaba detalladamente a Melina. Las puertas del gran salón se abrieron, el rey y otra mujer entraron, Melina se incorporo rápidamente, bajando los codos de la mesa y poniéndose recta, el rey se acercó a su hija dándole un tierno beso en la frente, y sentándose en la silla de en medio, la mujer un poco más alta que Melina, de un metro setenta, delgada con buenos atributos, castaña, tez blanca, ojos marrones, cabello liso hasta los hombros, se encontraba aun en la puerta.

—Veo que tenemos invitados, padre — Se acercaba a la mesa para luego sentarse junto a su padre al frente de Esmeralda — Un gusto, Francheska Nitshx, hija mayor del rey — Dijo algo seca la princesa — Padre, ¿y por qué extranjeros en nuestro palacio? Digo, porque aquí aborrecemos a los extranjeros — Sentencio esta con algo de altivez y arrogancia.

—¡Francheska! ¡Por favor! — Exclamo el rey, poniendo sus manos en puño, la miro directamente a ella, y si las miradas mataran ya ella estuviera muerta — No le haga caso princesa, solo es una muchacha malcriada.

Después de que ellos comieron las princesas se retiraron, quedando nada más nosotros y el rey — Bueno princesa, yo invite a su familia para empezar a ser lazos con los reinos, como le dije anteriormente. Estoy sumamente interesado en hacer convenios con Quiroga y Montier, ambos reinos tienen mucho que ofrecer, ganadería, vino, agricultura, armas, y me gustaría mucho, princesa que usted llevara a Quiroga ese mensaje a sus padres y saber pronta su respuesta —

—Bueno, su majestad, yo con todo el gusto hablaría con mi padre sobre aquella propuesta de unirnos en convenio... Disculpe mi intromisión pero, nombro a Montier ¿usted invito a alguien de allá? — El rey asintió.

—Pero no creo que vengan, no es la primera vez que los invito a mi reino — Aclaro.

—Ya veo... señor me gustaría quedarme en Lorey un par de días para conocer este hermoso lugar, es primera vez que vengo —

—Sería un gusto para nosotros, puede quedarse aquí en mi palacio señorita, habilitaremos una pieza solo para usted — Esmeralda sonrió ante tal respuesta.

—Si no es de mucha molestia señor, mi guardián también se tiene que quedar — El rey frunció el ceño, minutos después asintió — No hay problema princesa, habilitaremos una especialmente que este a su lado — Sonrió amargamente.

Pasamos todo el día de aquí para allá de allá para acá, Melina se ofreció personalmente en darnos un tour por todo Lorey, nos enseñó los viñedos, el campo de entrenamiento de los centinelas, un muelle que da hacia al mar oeste, según ella, allí transportan y llegan cualquier tipo de mercancía que su padre ofrezca, luego nos dio un tour por todo el castillo por ultimo dejarnos en nuestras respectivas habitacións después de cenar.

La noche era fría, lúgubre, no había ningún aldeano caminando, solo el galopar a lo lejos de los caballos se escuchaban, Lorey se encontraba en pleno silencio, dos hombres a mitad de la noche se dirigían al punto más apartado de Lorey con suma cautela, siendo escurridizos entre los callejones hasta llegar a los inicios de las montañas, ningún centinela los podía verlos. Llevaban consigo ropajes negros con una túnica que los cubrían de pies a cabeza, el más alto llevaba una túnica negra, y el más bajo una túnica azul oscuro, se reunirían con otros que se encontraban envueltos en la oscuridad de una cueva, estos parecían idear un plan:

—Bienvenidos, tenemos muchas cosas de que hablar — hablaría primero una mujer que llevaba una túnica verde oscuro.

—Me preocupa el hecho de ver dos invitados en ese palacio, pueden salir mal heridos — El más alto hablaría en casi un susurro, tenían que ser precavidos para que no los escuchasen, su tono de voz mostraba preocupación.

—Lo sé, estoy pensando cómo hacer para protegerlos y que no les pase nada por venir — Respondería el más bajo, siendo conciso en su respuesta — El plan debe funcionar, pero...

—¿cómo haremos para que funcione el plan? — Una tercera figura se hacía presente, llevaba una túnica morada, era del mismo tamaño que el primero.

Ambos sujetos voltearon a ver al recién llegado — Tu, tu eres la llave para este plan —Hablaría esta vez el más alto una sonrisa se podía divisar escasamente por la luz de la luna.

—¿Están seguros? No podemos arriesgarlo, ya hemos perdido combatientes en esta batalla contra este tirano — Hablaría la mujer con un tono de preocupación latente.

—Calma, el estará bien confió en sus habilidades — Hablaría el de túnica azul oscuro — Eres el señuelo perfecto para hacer caer al rey.

—¿Cómo? — Sonaría algo confundido el individuo de túnica morada.

—¿Todos de acuerdo? — Dirigiéndose a las demás personas que se encontraban con ellos sumergidos en la oscuridad, unos diez en total, todos asintieron — Ya veras, finalizaría el de la túnica negra.

En el rincón más apartado del castillo una reunión se llevaba a cabo, un salón amplio cubierto por telas oscuras predominando el vinotinto, una mesa redonda de granito negra se encontraba en el medio de esta y sillas de plata ocupadas por veinte hombres, había una algarabía en el lugar, todos hablaban, daban órdenes y opiniones, levantaban espadas, y golpeaban la mesa, el único hombre que no emitía ningún sonido se encontraba observando a cada uno de los presentes.

—¡Hay que encontrarlos y matarlos! — Vociferaría uno de los presentes, un hombre alto, fornido y tez oscura.

—¿Qué haremos con los traidores de la celda? ¡Los atrapamos en Quiroga iban a Montier! ¡Es traición a la corona! — Exaltaría un hombre de tez blanca, bajo y delgado.

—¡Hay que torturarlos hasta que hablen! ¡Vamos a extorsionarlos! — Vociferaba un tercero, este se encontraba al lado del hombre que no emitía ningún sonido.

—¡Basta! — Exclamo el hombre que los observaba, golpeando la mesa fuertemente, todos se callaron — Siéntense, todos de una buena vez ¡estoy harto de escuchar cada idiotez que se les ocurre! — se sentaron en su silla y observaron al hombre — No los vamos a matar, no sean tan sanguinarios, no todo es matar.

—Pero mi señor... — el hombre levanto la mano para que se callara el hombre que quería objetarle — Aun no... nos va a servir de mucho tenerlos aquí — Todos lo miraban expectantes, no sabían que plan se maquinaba en la mente de su señor — Quiero hombres en todas las entradas y salidas de Lorey, el toque de queda será extendido ¡quiero que consigan a esos bastardos! ¡Y los van a traer a mi presencia los hare que supliquen por su vida por creer que podrán deshacerse de mí! ¡De su glorioso rey! —

—Mi señor, ¿Qué pasara con el plan inicial? — Hablaría el hombre a su lado

—Comandante Matías... seguirá en pie, a como dé lugar debe aparecer. ¡Retírense! — Exclamo el hombre, todos los hombres se levantaron con rapidez — ¡Excepto tu imbécil! Exclamaría al hombre de la esquina superior izquierda de la mesa, el hombre se quedó a donde estaba en la espera de que todos salieran.

Cuando la sala quedo en completo silencio, el hombre decidió hablar:

—Quiero que encuentre a Gal, y me la traiga ante mi presencia, General.

—Mi señor, pero la señora Gal está de viaje, no sabemos su...

— ¡No me importa! Si esa mujer viene ante mí, muchas cosas se solucionarán. ¡Búscala! — El hombre se paró para retirarse, pero antes de hacerlo se acercó al rey

—Mi señor, ¿Qué hará con los nuevos huéspedes? Ya que aún no los matara.

El hombre sonrió ampliamente — Pronto me cansaran, solo ordénele a Jaren que los vigilen, a ambos, ese guardián no me causa mucha confianza —

— Sí señor —

Era media noche, me encontraba en una habitación amplia, acogedora, paredes de oleo blancas, ventanas de barniz blanco tapado por cortinas de chiffon vinotinto y blanco, una cama lo bastante grande podían dormir ahí como cinco personas, a su lado una mesa de noche hecha de madera, encima de este una lámpara de porcelana negra; estaba acostada a la cama, viendo el techo, no podía dormir a pesar de estar lo suficientemente cómoda no podía dormir, estaba sumamente preocupada, tenía miedo de lo que pudiese pasar, traje conmigo a Miles a esto, podrían matarlo si le pasara algo yo no me lo perdonaría jamás.

Dos toques leves sonaron desde la puerta de la habitación, fruncí el ceño, era media noche ¿Quién podría estar despierto? Me levanté de la cama, y fui hacia la puerta.

—¿Quién es? — Dije a través de la puerta antes de abrir

—Princesa, es Melina, ábrame por favor — La melodiosa voz de la princesa se escuchaba entre cortada, abrí de inmediato, vi una princesa totalmente diferente, esta estaba vestida con pantalón verde oscuro, un corsé blanco, botas negras y una túnica gris plomo. Paso rápidamente, cerre la puerta detrás de mi, mientras la observaba, esta fue hacia el armario, se quitó la túnica poniéndola en el armario, luego se sentó en la cama, la mire confundida.

—Princesa no me vea así... a veces necesito escapar de este infierno llamado hogar — Dijo al fin Melina, sonaba algo decaída por lo que me acerque y me senté al frente de ella agarrando su mano y sonriéndole en señal de que podía confiar en mi — Salgo de vez en cuando de este infierno, paseo por las montañas y vuelvo a media noche, es mi único momento de paz y tranquilidad, sin tener a los centinelas vigilándome, mi padre entrometiéndose en mis asuntos... — la princesa callo por un momento, su voz empezaba a entrecortarse — Desde que mamá se fue a su "viaje" las cosas conmigo se pusieron terrible, mi hermana mayor me odia, mi padre casi siempre me trata como si no existiera, hoy... cuando me dio ese beso en la frente sentí que me amaba, luego recordé que estaban ustedes aquí — soltó un largo suspiro — Solo lo hace para quedar bien — Unas lágrimas bajaban por sus mejillas, la abrace, ella se sentía sola y la entiendo en su totalidad, entiendo lo que es vivir encerrada, sola y sin nadie; después de un par de minutos abrazadas se separó de mí, paso sus manos por su cara limpiándose las lágrimas y sonrió ampliamente — Gracias — Soltó con ligereza — Por cierto ¿Qué hace usted despierta? ¡Oh no! ¡No me diga que la desperté! — Se levantó de inmediato.

—No, no tranquila, no he podido dormir — Me apresure antes de que se fuera y la sujete por ambas muñecas, indicándole que se volviera a sentar.

—Estas preocupada ¿cierto? ¿Tienes miedo de que mi papá les haga daño? — La última pregunta me genero una mayor incertidumbre, la miré súper sorprendida y reí a lo bajo para disimularlo — Esmeralda... ¿te puedo decir así? Mira, no es secreto para mi hermana y para mí que mi padre es un completo idiota, narcisista y un asesino — esta agacho la cabeza y miro sus manos — Casi mata a mi madre y me mata a mí, por eso te pregunto... Esmeralda deben irse pronto, las cosas en Lorey no están bien —

—¿Qué dices? ¿Intento matarte a ti y a tu madre? — Esta asintió — Si, estoy un poco preocupada, pero estoy segura que saldremos bien de esta — Dije con seguridad, pero muy al fondo sabía que no podríamos salir con vida en esto y ella también. Melina sonrió y luego se levantó dirigiéndose hacia la puerta.

—Cuando necesites hablar con alguien o ayuda no dudes en gritar mi nombre — Abrió la puerta y se fue, dejándome nuevamente en la oscuridad y soledad de esta habitacion.

Ahora me daba cuenta de cuan hambriento de sangre estaba sumergido este rey, matar a su pueblo, cualquier extranjero e intentar matar a miembros de su propia familia ¿Qué clase de rey es este? Teníamos que irnos ya mismo.

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