III
El caos en Paradis iba en aumento con las disparos provenientes de las armas enemigas así como las explosiones producto de las armas Eldianas. Aquella guerra de varios años por fin había llegado a su máximo esplendor, Marley había enviado a la isla no solo a su cuerpo militar sino también a sus cuatro guerreros elegidos que portaban cada uno a un titán cambiante que podían controlar a voluntad a comparación de aquellos sin raciocinio en los que solían transformar a la gente de sangre eldiana; por su parte las tres facciones de Paradis se defendió de las criaturas con armas anti-titanes capaces de penetrar la piel dura de ellos consiguiendo hacerles el daño suficiente para dejarlos inmovilizados por varios segundos en los cuales los legionarios podrían atacar el punto de vital de los mismos, además, gracias al último enfrentamiento que tuvieron con la nación enemiga, Paradis pudo conseguir cuatro titanes cambiantes que eran portados por dos soldados de la legión de reconocimiento, de manera que podían hacerle frente al ataque de Marley con sus propias creaciones.
El titán acorazado y el titán mandíbula pertenecientes a los guerreros Reiner Braun y Porco Galliard se enfrentaron contra el soldado Eren Jeager quien portaba al titán fundador, al titán de ataque y al titán warhammer; la guerrera Annie Leonhart, portadora del titán femenino, se enfrentó al titán colosal que era portado por el soldado Armin Arlert; los soldados de ambas naciones tenían un enfrentamiento entre balas y lanzatruenos, tanto en el cielo con los dirigibles como en tierra firme.
—¡Berner! —Llamó el capitán Levi al asistente de Hange—. Te dejo a cargo, iré a matar a ese idiota.
Tomando impulso con su equipo de maniobras, Levi se dirigió hacia Zeke Jaeger, el guerrero elegido por Marley para portar al titán bestia y el responsable de que el comandante Erwin Smith perdiera la vida en el enfrentamiento que tuvieron meses atrás, prometiendo el capitán frente al cuerpo sin vida de su camarada que vengaría su muerte cueste lo que le cueste.
Mientras estos enfrentamientos se llevaban a cabo, la ahora comandante de la legión de reconocimiento tenía una batalla consigo misma para tomar la decisión correcta sobre como atrapar a la enemiga que tenía de pie frente a ella. Hange Zoë y Pieck Finger estaban cara a cara nuevamente después de cinco años en los que no volvieron a saber del paradero de la otra, siendo aquella disputa a la orilla del río la última ocasión en la que se pudieron ver. No solo Hange había aumentado de rango en su facción, Pieck también lo había hecho siendo ahora la segunda al mando de las tropas marleyanas quienes eran lideradas en primer lugar por Zeke Jaeger; ambas chicas habían crecido principalmente de forma estratégica durante esos cinco años en los que estuvieron separadas sirviendo a su propia nación, es por esa razón que ninguna de ellas se atrevía a atacar primero, ya que sabían que un mal movimiento las podría llevar a la derrota, si bien ahora ambas eran enemigas, cada una sabía reconocer la capacidad de la otra para poder asesinarla en un parpadear.
—¿Aún quieres obtener respuestas? —Preguntó Pieck sujetando con fuerza su escopeta.
—Ya no importa —empuñó sus cuchillas—, Marley destruyó mi hogar.
—Entonces ¿me matarás?
—Debí hacerlo en lugar de dejarte escapar.
Dos disparos salieron de ambos lados al mismo tiempo, Pieck disparó su escopeta y Hange activó una lanzatruenos de bajo nivel, consiguiendo que la pelinegra bajara la guardia soltando su escopeta con el impacto para dirigirse hacia ella y atacarla con sus cuchillas. El enfrentamiento entre ambas comenzó y fue cuestión de tiempo para que Pieck lograra arrebatarle las cuchillas a Hange, de manera que las dos tuvieron un enfrentamiento a mano limpia, tratando de esquivar los golpes de la otra pero fracasando en algunas maniobras. Habían iniciado una persecución mutua entre el distrito semi destruido, llegando a escalar las casas para correr entre los tejados, pero fue cuestión de tiempo para que Hange consiguiera acorralar a la guerrera entre ella y la gran altura que había entre el edificio donde en ese momento estaban y el suelo.
—Mueres saltando o mueres en mis manos —comentó Hange mientras apuntaba a Pieck con una de las dos lanzatruenos que le quedaban en el brazo—, tú decides.
La joven guerrera permaneció de espaldas a Hange, observando la altura a la que estaban y verificando si habían personas cerca de aquel edificio.
—¿Me dejas de decir mis últimas palabras? —Preguntó obteniendo silencio como respuesta—. Te responderé una pregunta que posiblemente te estuviste haciendo en los últimos meses: ¿hay más titanes cambiantes? —Levantó las manos y se giró lentamente hasta quedar de frente a Hange—. Originalmente Marley pensaba atacar con todos los titanes bajo su poder.
—Es una lástima que Eldia haya equilibrado la balanza.
—¿En verdad lo crees? —Preguntó alzando una de sus cejas—. Que se hayan apoderado de cuatro titanes es algo que no se tenía previsto, pero Marley aún tiene un arma para jugar.
—¿De qué estás hablando?
—De que existen nueve titanes cambiantes y no ocho como les hicieron creer —con rapidez llevó la mano izquierda a su boca para cortar el lateral de su pulgar con el filo de sus colmillos—. Te presento al último guerrero.
Un rayo de luz fue envolviendo a Pieck y de la herida de su pulgar surgió una explosión provocó la destrucción del edificio y de las casas cercanas que lo rodeaban, dejando ver entre los escombros el surgimiento del titán carreta en el que la capitana de Marley se convirtió. Hange pudo presenciar esa transformación, pero su impresión fue tanta que no pudo reaccionar a tiempo para enfrentar a su contrincante y tampoco pudo seguirle el paso después ya que quedó debajo de algunos escombros que, si bien no la mataron, la dejaron inmovilizada de tal manera que Pieck pudo escapar para ir en auxilio de sus camaradas.
«Hange...» pensó Moblit al ver cómo el edificio donde ubicó a la castaña se destruía.
Su preocupación aumentó al ver salir de ahí un nuevo titán que se dirigía en dirección a la pelea entre los titanes acorazado y mandíbula contra Eren Jeager.
—¡Soldados! ¡Reorganicense y protejan al fundador! —Ordenó Moblit a sus compañeros de legión que Levi había dejado a su cargo—. Nifa, Keiji y Abel, rescatemos a Hange.
Gracias a las órdenes de Moblit un sector de la legión se reagrupó cerca de la pelea del fundador, de manera que se aseguraron de ayudarlo con su lucha y evitar que la intervención del titán carreta provocara la captura del portador. Todo pasaba tan rápido en aquel enfrentamiento que por un momento los soldados de Eldia olvidaron que todo Paradis estaba siendo atacado y no solo esa parte del distrito donde se encontraban defendiendo al fundador; ante estos pensamientos llegaron a un punto dónde bajaron la guardia y Pieck lo aprovechó para ir directamente hacia la nuca del titán eldiano, pero dos de los legionarios más jóvenes de nombres Sasha Blouse y Connie Springer actuaron rápidamente usando sus cuchillas para alejarla, siendo seguidas por sus compañeros de promoción que se encargaron de hacer lo mismo con Porco Galliard, dejando al fundador enfrentarse solamente al acorazado.
—¡Aléjate de él! —Exclamó Mikasa Ackerman al ver que el acorazado correr en dirección al fundador.
Antes de que Mikasa pudiera moverse, vio pasar a su lado una lanzatruenos que se encajó justamente en la mandíbula del acorazado y que al detonarse dejó la boca del titán abierta en su totalidad.
—¡Buen trabajo, chicos! —Exclamó Hange a sus soldados, siendo ella la responsable de haber activado el arma—. ¡Mikasa, hazlo ahora!
La joven soldado se dirigió a la boca del titán acorazado para detonar su lanzatruenos dentro del mismo y así poder sacar a su portador. Hange, por su parte, se detuvo en el techo de una de las casas cercanas, había sido rescatada por su antigüo escuadrón liderado Moblit, pero la destrucción del edificio con la transformación de Pieck la dejó herida gracias a que un escombro le dio directamente en la cara arrebatándole el ojo izquierdo. Al ver la situación y darse cuenta de que Hange no estaba dispuesta a rendirse, Pieck consiguió liberarse del ataque de los dos soldados, corriendo a toda prisa para alejarse de ellos.
—Te los encargo —le dijo a Moblit dando a entender que ella sola iría en persecución del titán carreta.
Activando su equipo de maniobras comenzó a balancearse entre los edificios del distrito, sin importarle que la mitad del rostro lo tuviera lleno de sangre, estaba decidida a atrapar a Pieck cueste lo que cueste y fue así que en el momento en que el titán de Pieck llegó al límite del distrito donde yacía una parte del río, Hange arrojó la última lanzatruenos que le quedaba, detonándola justo en la nuca del titán carreta; Pieck cayó ante la explosión del arma y antes de que pudiera reaccionar Hange se posó sobre ella y empezó a cortar con sus cuchillas la abertura que el arma había causado en el titán, consiguiendo llegar al cuerpo de la pelinegra sacándola de ahí.
El grito de dolor de Pieck fue lo único que se alcanzó a escuchar, Hange le había cortado las extremidades superiores en un abrir y cerrar de ojos y con ello se aferró a la guerrera para dejarse caer al río con ella, siendo arrastradas por la corriente que las llevó hacia el bosque, siendo Hange la que tomó con fuerza a la pelinegra para nadar hacia la orilla.
—¿Qué demonios fue eso? —Preguntó Pieck con dificultad, tosiendo entre cada palabra gracias a que había ingerido una buena cantidad de agua—. ¿Querías cometer un suicidio doble?
—Ya cállate —respondió cortándole las extremidades inferiores, sin importarle el grito desgarrador que la contraria soltó.
Tomándola del cuello de su chaqueta, Hange la arrastró como si fuera un saco de basura, adentrándose con ella al bosque sin decir palabra alguna. Por momentos llevaba su mano suelta al rostro tratando de calmar el dolor de su herida, pero ahora eso no le importaba, tenía a su presa consigo y por ningún motivo la podía dejar escapar, así que se encargaría de sus heridas más tarde; no pasó mucho en que Pieck comenzó a reconocer el camino por el que Hange la arrastraba ya que una vez la castaña le mostró ese lugar mientras aún formaban parte de la milicia eldiana.
—¿Por qué me trajiste aquí?
—Así que no haz olvidado la cabaña.
—¿Por qué estamos aquí, Hange?
La soltó para voltearse hacia ella y amenazar su cuello con una cuchilla.
—La cabaña será el lugar donde te voy a matar.
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