capitulo 6
POV Satoru
¿Ésos son mis tesoros? —pregunté alzando una ceja mientras veía todos mis bienes metidos en sacos, como si alguien estuviera a punto de llevárselos. Claro que ya sabía la respuesta, pero igual me hice el pendejo. Todo era parte de mi plan.
Por otro lado, Nami se mordió el labio inferior, claramente nerviosa. No sabía qué hacer. Era la primera vez que no se salía con la suya, y esta vez estaba en las manos equivocadas. Me había subestimado, y ahora lo estaba pagando. Aunque mi postura era relajada y mi tono casual, ella podía sentir que no iba a dejarla ir tan fácilmente, menos después de haber intentado robarme.
Entonces, Nami... ¿me dirás qué hacías en mi barco llevándote mis tesoros? —pregunté con una sonrisa. Mis ojos, incluso atreves dé la venda, reflejaban diversión, pero también un matiz de peligro—. ¿Me querías robar? Muy mal, muy mal…
Me crucé de brazos y suspiré, como si realmente estuviera decepcionado.
De donde yo vengo, cuando agarran a un ratero, le hacen una de estas dos cosas —continué, recordando mis días en Latinoamérica. Y sí, era latino, y no me daba vergüenza admitirlo—. O lo encueran y le prenden fuego… o le dan una buena putiza que nunca olvida, porque barrio no le roba a barrio. —Mi sonrisa se ensanchó al notar cómo Nami se estremecía, sus ojos reflejaban pavor.
Nami perdió todo el color de su rostro, palideciendo al instante. Sus labios temblaron y por un momento pareció en shock. Seguramente, en su mente, se preguntaba ¿en qué clase de lugar hacen eso con un ladrón? Después de todo, lo normal en su mundo era que simplemente llamaran a las autoridades y entregaran al criminal.
Pero yo no era de este mundo. Y ella acababa de darse cuenta de que había cometido un error grave.
—¡O-oye, no hay necesidad de eso! ¡Podemos hablarlo! —dijo Nami rápidamente, tratando de llegar a una solución. Sabía que debía encontrar una manera de hacer que no la matara.
Yo puse una expresión pensativa, como si realmente estuviera considerando sus palabras. Probablemente pensaba que la ejecutaría por intentar robarme, pero eso nunca pasó por mi cabeza. ¿Las razones? Bueno, eran simples:
1. Nunca había matado a nadie.
2. Ya conocía la verdad sobre ella.
3. Solo la estaba chingando para pasar el rato. Vamos, era divertido molestar a los demás.
—Oh, claro que podemos llegar a un acuerdo —dije con una sonrisa maliciosa, mis ojos brillaban con una diversión casi sádica.
(Esto no me gusta…) —pensó Nami, tragando saliva mientras sentía la garganta seca. Ahora solo podía esperar a ver qué le haría.
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Nami, te falta limpiar esa parte —dije con una sonrisa, señalando una parte del barco mientras navegábamos en alta mar.
Sí, ya voy… —respondió con fastidio, refunfuñando mientras se ponía a trapear la cubierta. Me crucé de brazos y sonreí con satisfacción.
(Si tuviera un teléfono, le tomaría fotos para luego venderlas…) —pensé con diversión al ver a Nami con un traje de maid. Sí, definitivamente valió la pena el regateo.
El traje de maid solo era temporal, un pequeño castigo por tratar de robarme, porque nadie me roba. Aquí el único que podía robar era yo, ya que tenía una licenciatura y estaba certificado para aplicar la del Brayan y el Kevin. Aunque tampoco me pasé de lanza, era un traje de maid simple, sin encajes exagerados ni aberturas raras, porque había que ser humildes y con estilo.
Nami, por otro lado, seguía molesta pero resignada, pasando la escoba por la cubierta con un evidente fastidio en su expresión. Cada tanto, lanzaba miradas furtivas en mi dirección, probablemente maldiciéndome internamente.
Mientras tanto, yo estaba en la parte superior del barco, recostado sobre la baranda con el mapa en las manos. Observé las rutas marcadas y traté de calcular cuánto tiempo nos tomaría llegar a la siguiente isla.
Bien, según esta weá, llegaremos a otra isla en más o menos un día —dije para mí mismo, aunque lo suficientemente alto para que Nami me escuchara.
Con este viento, llegaremos en menos de un día —corrigió ella con seguridad, sin dejar de limpiar. Fruncí el ceño y bajé el mapa para mirarla.
¿Fuentes? —pregunté alzando una ceja, aunque con la venda negra cubriendo mis ojos, el gesto no se notó. Nami sonrió con confianza y se cruzó de brazos.
Bueno… —dijo con un aire orgulloso— No es por presumir, pero tengo muy buenas habilidades de navegación. Conozco estas zonas mejor que nadie.
Yo la observé en silencio por un segundo antes de soltar una sonrisa burlona.
—Qué buen dato, pero no te pregunté crack.
El sonido del cepillo de Nami golpeando la cubierta con fuerza dejó en claro lo que pensaba de mi comentario. La vi apretar los dientes y soltar un gruñido frustrado antes de retomar su tarea con más energía, como si quisiera limpiar el piso con mi cara.
Si rompes la escoba, te la descuento de tu sueldo —dije con una sonrisa divertida, apoyándome despreocupadamente en la baranda del barco.
¡No me estás pagando! —gritó Nami, volteando a verme con una expresión cómica de indignación.
Yo solo me encogí de hombros, manteniendo la sonrisa. Tenerla a bordo, aunque fuera a regañadientes, al menos me aseguraba tener a alguien a quien molestar para matar el aburrimiento.
Pues no te veo limpiando —respondí con burla, viendo cómo su ojo temblaba con furia contenida.
Ignorando la mirada asesina que me lanzaba, desvié la atención hacia la pantalla del sistema, esa que solo yo podía ver. Al revisar, noté que las misiones diarias se habían reiniciado, lo que significaba que podía completarlas de nuevo para ganar más monedas E.
Sin embargo, algo más llamó mi atención. Una notificación que, por alguna razón, no había visto antes. Con un simple pensamiento, la abrí para leerla.
[Felicidades, jugador. Derrotaste a toda una tripulación de piratas. Estás en el camino para volverte el más fuerte. Tu aventura ha iniciado.]
Debajo, apareció otra ventana con una nueva misión.
[Primera misión: Ayuda a Nami a liberar Cocoyashi Village de las manos del gyojin Arlong y su tripulación de piratas.]
[Recompensa: 1,500 monedas E, nueva función en el sistema y desbloqueo de eventos temporales.]
[Límite de tiempo: Ninguno.]
Fruncí el ceño levemente al leer las recompensas.
(Ah, caray… ¿y esas recompensas?) —pensé, intrigado. 1,500 monedas E era una cantidad considerable en comparación con lo que ganaba con las misiones diarias. Pero lo que más me llamaba la atención era la "nueva función del sistema" y el desbloqueo de "eventos temporales".
Aún no entendía del todo cómo funcionaba este sistema, pero una actualización nunca estaba de más.
Oye, deja de hacerte el flojo y haz algo útil —soltó Nami, mirándome con los brazos cruzados y una ceja alzada.
Sí, sí, claro, lo que tú digas —respondí con desinterés, aún procesando la información. Definitivamente, esto se estaba poniendo interesante.
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Ya hace hambrita, ¿no crees, Nami? —pregunté mientras caminábamos por las calles del pueblo en la isla a la que habíamos llegado.
Sí, la verdad sí tengo un poco de hambre —admitió Nami, llevándose una mano al estómago. Aun así, su mirada recorría los alrededores con atención, hasta que sus ojos se posaron en una gran base de la Marina a lo lejos.
(Debe haber bastantes tesoros en ese lugar… pero con este tipo a mi lado, no puedo ir.) —pensó con frustración. En vez de estar reuniendo los berries necesarios para comprar Cocoyashi Village de vuelta, aquí estaba, siguiéndome sin tener la menor idea de cuál era mi verdadero objetivo.
Entremos a ese lugar, creo que es un bar —dije de repente, cambiando de dirección y entrando sin más. Nami suspiró y me siguió sin mucho entusiasmo.
Al notar cómo me movía con total confianza a pesar de llevar la venda en los ojos, no pudo evitar preguntarse cómo lo hacía.
Ahora que lo veo… ¿cómo puedes caminar como si nada con esa venda en los ojos? —preguntó con curiosidad, observándome con atención. Sonreí con aire misterioso y me señalé a mí mismo con el pulgar.
Magia —respondí con tono dramático. La realidad era que aún no tenía intención de revelar mis Seis Ojos. Demasiada belleza para este mundo. Era un papucho. Mi cara parecía tallada por los mismos ángeles.
Nami entrecerró los ojos, claramente sin creer mi respuesta.
Sí… claro… —murmuró con sospecha. Algo debía estar ocultando bajo esa venda, y ahora tenía más curiosidad que antes.
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Estuvo rico —dije satisfecho, recostándome en la silla después de terminar mi comida.
Mientras tanto, Nami solo miraba la pila de platos frente a mí con los ojos bien abiertos, completamente incrédula ante la cantidad de comida que había devorado yo solo.
¿Qué clase de humano come medio restaurante y sigue como si nada? —preguntó en voz alta, sin poder creérselo.
Nah, no es para tanto —respondí con un gesto de desinterés, restándole importancia al asunto.
Justo en ese momento, un estruendo llamó mi atención. Se escuchó el sonido de platos cayéndose y una voz chillona, casi como la de un niño fresa.
Giré la cabeza hacia la mesa de al lado y vi a un tipo larguirucho, de estatura media, con un mentón hendido que parecía sacado de una caricatura. Su cabello rubio claro estaba peinado en un extraño estilo de hongo, y llevaba un traje llamativo e informal. En su mano izquierda tenía lo que parecía ser un anillo de goma elástica.
El sujeto, que tenía toda la pinta de ser un intento barato de "niño rico y mimado", había puesto el pie sobre la mesa, aplastando una pequeña canasta de frutas con total descaro. Su expresión era de pura arrogancia, como si fuera intocable.
Detrás de él, dos marines permanecían de pie, claramente sus guardaespaldas personales.
Ah, tengo hambre. ¡Todos aquí vamos a comer sin pagar! —declaró el rubio con descaro antes de soltar una risa ridículamente aguda, similar a la de Alvin y las Ardillas.
Me quedé en silencio por unos segundos, observándolo con una ceja alzada bajo mi venda.
(Es el Piter la Anguila versión One Piece) —pense viendo al tipo qué en un futuro sería entrenado por Garp.
Nami solo observaba sin interés alguno. No parecía importarle lo más mínimo la actitud del tipo rubio, pues tenía otras cosas en las que pensar. Yo, en cambio, tenía otros planes. Si no me fallaba la memoria, en la base marina de este lugar debía haber un mapa de la Gran Ruta Marítima, y eso me vendría de perlas.
Me levanté tranquilamente, disfrutando de la tranquilidad del ambiente, mientras echaba un vistazo a los nuevos ingresos. Justo cuando Luffy y Koby entraban al lugar, Luffy, como siempre, estaba apunto de lanzarse a pelear con Halmeppo tras escuchar que iba a ejecutar a Zoro al día siguiente. Pero antes de que Luffy pudiera hacer lo suyo, señalé a Halmeppo con indiferencia.
De repente, Halmeppo salió disparado hacia la pared como si una fuerza invisible lo hubiera empujado con toda la fuerza. Se estrelló contra la pared, cayendo al suelo con un golpe seco. La energía maldita que había lanzado se había estrellado contra él, dejándolo sin aliento y con dificultad para respirar.
Vamos, Nami, tenemos algo que hacer —dije con calma, señalando la puerta mientras me dirigía hacia ella con pasos tranquilos.
Nami, aún en shock, me miró desconcertada.
¿Qué… qué fue eso? —preguntó, sin poder entender lo que acababa de suceder. Había visto cómo señalé al tipo rubio y luego cómo voló hacia la pared, como si una fuerza invisible lo hubiera golpeado.
No le respondí de inmediato, solo le lancé una sonrisa tranquila antes de continuar avanzando.
Confusa y sin otra opción, Nami comenzó a seguirme. Sin embargo, había alguien que nos observaba con curiosidad. Luffy, quien evidentemente se había quedado con ganas de entender lo que acababa de hacer, nos observaba fijamente desde la entrada.
Fin dél capítulo
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