capitulo 4
POV Satoru
Había pasado todo un año desde que obtuve la técnica maldita Ilimitada y el sistema. Durante ese tiempo, me dediqué completamente a dominar el control del Infinito, perfeccionando cada detalle de la brujería del Ilimitado. Mi progreso había sido constante, pero exigía una paciencia y disciplina que nunca antes había aplicado en mi vida.
Ahora podía mantener la forma neutral del Ilimitado de manera manual, lo que significaba que cualquier ataque dirigido hacia mí era detenido antes de tocarme, tal como lo hacía Gojo en su juventud. Claro, todavía no era automático, pero con mis Seis Ojos, detectar el peligro era increíblemente fácil. Mi percepción se había refinado hasta el punto de poder ver los ataques incluso a kilómetros de distancia. Era como si todo en mi entorno estuviera en cámara lenta para mí, permitiéndome reaccionar con una precisión quirúrgica.
Con Azul, había alcanzado un nivel impresionante de control. No solo podía utilizar su efecto de atracción y contorsión de manera separada, sino que también podía lanzar la técnica en su máxima potencia: Rotación Avance Máxima. Era una fuerza de succión brutal capaz de arrasar con todo lo que estuviera en su camino, reduciendo el paisaje a escombros en cuestión de segundos.
En cuanto a Rojo, ahí es donde realmente superaba al Gojo joven. A diferencia de él, yo ya podía usar la Inversión de Ritual: Rojo. Esta técnica invertida tomaba la energía positiva generada por la técnica maldita inversa y revertía el efecto del Ilimitado, produciendo una fuerza de repulsión devastadora. Mientras Azul atraía, Rojo repelía con una brutalidad que podía destruir edificios enteros con un solo disparo bien dirigido.
Lo mejor de todo era que, con el dominio de ambas técnicas, finalmente había desbloqueado mi ataque más letal hasta ahora: el Hollow Purple o Vacío Púrpura. La fusión de Azul y Rojo daba lugar a esta técnica que no solo destruía lo que tocaba, sino que borraba la materia misma en su trayectoria. Era la representación máxima del concepto de divergencia y convergencia, manifestado en un solo ataque de energía maldita pura.
Me detuve un momento, de pie sobre la cubierta de mi barco, observando el océano con una sonrisa de satisfacción. Un año entero de entrenamiento sin descanso me había llevado hasta este punto. Ya no era el mismo Satoru de antes. Ahora tenía un control real sobre mi poder, y aunque todavía no alcanzaba el nivel del Gojo de Jujutsu Kaisen 0, ya estaba lo suficientemente cerca.
Con esto... ahora sí puedo comenzar de verdad —susurré, sintiendo cómo la energía maldita fluía en mi cuerpo con una facilidad que antes me parecía imposible.
El mundo estaba a punto de conocer el verdadero poder del hechicero más fuerte.
Sobre la cantidad de monedas E que había acumulado tras completar todas las misiones diarias durante este tiempo, el total actual era de 38,325 monedas E. Una cifra considerable, suficiente como para comprar un arma maldita de nivel decente o incluso dos rituales sencillos. Sin embargo, no tenía intención de desperdiciar mis monedas en herramientas malditas básicas ni en rituales menores, como la creación de venenos a partir de mi energía maldita.
Últimamente, lo que realmente había captado mi interés era el Haki y sus tres variantes: Haki de Armamento, Haki de Observación y Haki del Conquistador. Al estar aquí tanto tiempo, había olvidado muchos detalles del mundo de One Piece, y entre ellos estaba la absurda fortaleza física de muchos de sus personajes. En especial, aquellos que dominaban el Haki de Armamento, capaces de reforzar su cuerpo hasta niveles sobrehumanos e incluso dañar a los usuarios de Frutas del Diablo.
Esa era la razón por la que me interesaba aprender el uso del Haki. No solo era una habilidad extremadamente útil contra usuarios de Akuma no Mi, sino que también ofrecía un refuerzo considerable en combate cuerpo a cuerpo, algo en lo que aún tenía margen de mejora.
Sin embargo, por el momento, no era una prioridad. Estaba en East Blue, el mar más débil, y con solo mi manipulación básica de energía maldita, mi Infinito y mis Seis Ojos, podía convertirme en el individuo más fuerte de toda esta región sin mayor esfuerzo. Claro, eso no me interesaba en lo absoluto. Ser el más fuerte del mar más débil no tenía valor si lo comparaba con los monstruos de otros mares y islas.
Además, tras un año entero dedicándome exclusivamente a perfeccionar las distintas formas del Ilimitado, no había tenido la oportunidad ni el tiempo de intentar usar algún tipo de Haki.
Aunque, conociendo el talento natural de Gojo Satoru, si realmente me lo proponía, probablemente podría aprender Haki sin demasiadas dificultades. No obstante, en este momento la verdad era que me daba flojera. Un año de entrenamiento duro había sido suficiente, así que por ahora, me tomaría un descanso de los entrenamientos exigentes.
Después de todo, hasta el hechicero más fuerte necesitaba un respiro de vez en cuando.
POV Narrador
Satoru caminaba tranquilamente hacia su barco, disfrutando de la brisa marina y la sensación de libertad que lo embargaba. Después de un año entero entrenando, por fin saldría a explorar el mundo. No como un pirata, ni como un marine, sino simplemente como alguien en busca de aventuras. Después de todo, alguien con su poder no tenía razón para quedarse atrapado en una isla donde no pasaba absolutamente nada interesante.
No tenía amigos en este lugar, ni familiares que lo ataran. De hecho, no recordaba haber recibido ningún tipo de memoria del cuerpo en el que había despertado, lo que le indicaba que, probablemente, había aparecido en este mundo sin un pasado concreto. Pero eso no le molestaba en lo absoluto.
Quién sabe, tal vez incluso me cruce con los Sombrero de Paja… si es que siguen en East Blue —murmuró con una sonrisa mientras subía a su barco. Lo cierto era que no tenía ni idea de si la historia ya había comenzado, si Luffy y su tripulación aún estaban en los mares iniciales o si ya habían zarpado hacia Grand Line.
Pero eso tampoco le preocupaba demasiado.
No tenía conocimientos avanzados de navegación, así que decidió simplemente seguir el viento y las corrientes marítimas. Con una sonrisa confiada, dejó caer las velas de su embarcación y comenzó su viaje hacia mar abierto, sin un rumbo fijo, sin planes concretos. Solo quería explorar, ver el mundo y, sobre todo, divertirse.
Por supuesto, no se había lanzado al mar sin prepararse. Había abastecido su barco con suficiente comida fresca, frutas, un mapa y algunos tesoros que encontró en la isla. Después de todo, el dinero siempre es importante, incluso para alguien con su poder.
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Sin embargo, la emoción inicial no tardó en desvanecerse.
Ah… esto es aburrido —murmuró Satoru, sentado en el borde de su barco. Había pasado un día entero navegando y aún no encontraba tierra firme. Ni enemigos, ni barcos piratas, ni siquiera una maldita tormenta que lo pusiera a prueba.
Con un suspiro, sacó su mapa y observó su posición. Según las coordenadas, había una isla no muy lejos de su ubicación actual, llamada "Isla Sandía".
Nunca escuché de esta isla en el anime… debe ser una de esas que no tienen relevancia para la trama de One Piece —dijo para sí mismo, apoyando la cabeza en una mano. Aun así, decidió hacer una parada allí. Tal vez encontrara algo interesante. —Aunque, por el nombre… "Isla Sandía"… —su expresión cambió a una sonrisa divertida—. No me sorprendería si la isla tiene forma de sandía… algo similar a la Isla Buque de Guerra, pero más ridículo. —Gracias a sus Seis Ojos y su amplio campo de visión, no tardó en divisar la silueta de una isla en el horizonte.
Mientras se acercaba, decidió cambiar sus lentes de sol por una venda negra, igual que el Gojo adulto. No solo le daba una apariencia más intimidante, sino que ayudaba a reducir la fatiga causada por procesar información en exceso. A pesar de ser un genio, incluso él podía sentir cierto agotamiento si abusaba de su percepción sensorial.
Con una sonrisa relajada y su característico aire despreocupado, se dirigió hacia Isla Sandía, sin saber qué le deparaba el destino.
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Cuando Satoru llegó a la isla, algo llamó su atención de inmediato. Había otro barco cerca, un barco pirata. Al fijarse bien en la bandera, se dio cuenta de que no la reconocía. Era una bandera pirata bastante sencilla, sin ningún símbolo distintivo, solo una calavera, lo cual le pareció extraño, ya que la mayoría de los piratas solían tener banderas con detalles más significativos. Sin darle mucha importancia al asunto, Satoru bajó del barco con un ágil salto, asegurándose de dejar el ancla para que su nave se quedara en su lugar.
Vaya, vaya… —sonrió mientras caminaba por las calles desiertas de la isla—. Las puertas abiertas, los interiores desordenados... saqueadores piratas.
Con su característico aire despreocupado, caminó con las manos en los bolsillos, su actitud siempre confiada. Sabía que podía enfrentarse a cualquier amenaza sin problemas, por lo que su paso era relajado, casi como si estuviera de paseo. Algo le parecía extraño, sin embargo. La ciudad estaba desierta, no veía a ninguna persona por las calles.
Con una ligera sonrisa, se adentró más en la isla, pero sus Seis Ojos captaron algo. En el centro de la ciudad, había una gran concentración de personas. Al parecer, la mayoría se encontraban en el centro de la isla, y aunque se trataba de una isla bastante pequeña, la visión le causó un poco de curiosidad.
—Vaya, este lugar tiene algo interesante después de todo.
Poco después, al llegar al centro de la ciudad, lo que vio lo hizo entender lo que había sucedido. Allí, todas las personas estaban reunidas, pero no por voluntad propia. Parecía que un grupo de piratas se había apoderado de la isla, y sus habitantes estaban siendo forzados a permanecer ahí.
En el centro, Satoru observó a un hombre con una gran hacha, con un aura de poder y arrogancia que era casi palpable. Él era el líder, un pirata llamado Greer Don. Sosteniendo al alcalde de la isla por el cuello, Greer Don parecía disfrutar de la situación, y su recompensa de 10 millones de Berries mostraba que este pirata no era alguien menor, al menos para los estándares de East Blue.
(10 millones de Berries... no está mal para un pirata de este mar) —pensó Satoru con una sonrisa divertida—. Pero parece que se les ha ido la mano con esto.
El pirata Greer Don, rodeado por su grupo, no se percató de la presencia de Satoru, quien se acercaba sin prisas, disfrutando de la escena. Parecía que el destino había decidido ponerle frente a un pequeño reto, y no pensaba decepcionarlo.
Dime, viejo, ¿dónde está el dinero? —preguntó Greer Don con una sonrisa cruel, apretando su agarre en el cuello del alcalde—. Esta ciudad debe tener un suministro de dinero con el cual mantiene su economía… así que dime dónde está si no quieres que te parta a la mitad.
El alcalde luchaba por respirar, pero aun así, su determinación no flaqueó. Sus ojos reflejaban orgullo y valentía, sabiendo que su gente lo necesitaba más que nunca.
N-no te diré nada… —escupió con desprecio, mirando directamente a Greer Don, como si sus palabras fueran un insulto.
El pirata frunció el ceño, irritado.
¿Te quieres hacer el héroe? —se burló, apretando aún más el agarre—. ¿Sabes quién soy? ¡Soy Greer Don, el líder de los piratas de Axe! ¡Mi recompensa es de 10 millones de berries!
Dicho esto, su tripulación estalló en carcajadas y vítores, alabando a su capitán como si fuera la mayor fuerza del East Blue. Se sentían invencibles bajo su liderazgo, completamente seguros de que nadie podía hacerles frente.
Pero de repente, un murmullo incómodo recorrió la multitud. Quejidos y exclamaciones de confusión empezaron a escucharse entre las personas reunidas.
La razón era simple.
Satoru había saltado y estaba caminando sobre las cabezas de las personas con total despreocupación. Aunque en realidad, nunca llegó a tocarlas. El Infinito impedía cualquier contacto, lo que hacía que pareciera que flotaba sobre ellos.
Cuidado con mis zapatos… son nuevos —dijo con una sonrisa relajada, completamente despreocupado.
Los piratas, incluyendo a Greer Don, se giraron para ver quién era el intruso. Sus ojos se abrieron con confusión al notar al joven de cabello blanco y ojos vendados aterrizando suavemente frente a su líder. Satoru sonrió, su actitud relajada e irreverente destacando de inmediato. Aunque sus ojos estaban cubiertos, su confianza era innegable.
Greer Don frunció el ceño, irritado.
¿Y tú quién diablos eres, mocoso? —soltó, dejando caer al alcalde y enfocando su atención en el recién llegado. Al notar la venda negra cubriendo los ojos de Satoru, Greer Don hizo una suposición inmediata: "Este tipo es ciego". Pero lo que no sabía… es que Satoru Gojo tenía una visión inigualable.
¿Yo? —Satoru sonrió con diversión antes de responder con tono juguetón—. Soy el fabuloso Gojo Satoru.
Lo dijo con total despreocupación, como si aquello fuera una presentación en un espectáculo en vez de un enfrentamiento. En realidad, no tenía ningún interés en esos piratas. Sabía que con su Infinito podría aplastarlos sin esfuerzo. Greer Don frunció el ceño. El nombre Gojo Satoru no le sonaba de nada. Sin embargo, lo que realmente lo irritaba era la actitud del joven. Tan confiado, tan arrogante… Nadie se le había plantado así antes. Incluso los marines de esta pequeña isla le temían. Nadie se atrevía a desafiarlo.
Satoru Gojo, ¿eh? —su sonrisa se torció en un gesto cruel—. Bien, ahora sé de quién será el cadáver.
Con un gruñido, Greer Don alzó su enorme hacha y la dirigió con toda su fuerza hacia Satoru, convencido de que partiría en dos a ese insolente. Pero Satoru ni siquiera se movió. Sin inmutarse, levantó la mano y detuvo la hoja con una facilidad insultante. Pudo haber dejado que su Infinito hiciera el trabajo y deleitarse con las caras de asombro cuando todos se dieran cuenta de que era intocable… pero no valía la pena. Ese ataque era demasiado simple.
Así que, con un simple apretón, la hoja se agrietó.
Es un juguete muy pesado, ¿no crees? —bromeó Satoru con burla. Y con un leve movimiento de su mano, rompió el hacha en pedazos como si fuera de cristal.
El sonido de los fragmentos cayendo al suelo resonó en el silencio sepulcral que se había formado. Todos los piratas observaban con incredulidad. Satoru simplemente rió.
Bien, esto será rápido. —Con una sonrisa confiada, comenzó a caminar lentamente hacia los piratas y su líder. El miedo se dibujó en sus rostros. No solo por la demostración de fuerza física que acababan de presenciar… sino porque para Gojo Satoru, ellos no eran más que un entretenimiento pasajero. Y él estaba a punto de jugar.
Fin dél capítulo
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